La comprensión de la revolución mexicana tiene que ir antecedida por una explicación de la situación que vivía el pueblo mexicano en aquel entonces.
Nuestro país a inicios del siglo XX era semifeudal y semicolonial, con incipiente desarrollo capitalista. La feudalidad se expresaba en las relaciones de producción y en el atraso de las fuerzas productivas. El trabajo forzado, el pago en especie a través de las tiendas de raya y la opresión eran norma común en las plantaciones de exportación, en los talleres artesanales, así como en los campos mineros. La semicolonialidad mostraba al país fraccionado de acuerdo a los intereses imperialistas, en lo general, los capitales estadounidenses predominaban en las plantaciones de exportación, principalmente en las del norte del país, en la minería del norte y del Bajío, así como en las líneas ferroviarias. Mientras los capitales franceses predominaban en la industria textil, en el comercio interno y en los bancos instaurados en el país. Capitales alemanes predominaban en plantaciones de exportación de la frontera sur. Los capitales ingleses fueron pioneros en la exploración del petróleo mexicano en la parte sur de la costa del Golfo aunque después fueron avasallados por el poderío estadounidense.
El incipiente desarrollo capitalista se mostraba en la emergencia del proletariado en las fábricas manufactureras de textiles, vinos, sombreros y zapatos, así como en las obras de construcción. La burguesía nacional estaba aplastada por la amplia intervención imperialista, mientras que este ultimo generaba a la burguesía compradora como un puente para asegurar sus intereses. La creación de un mercado interno a través del ferrocarril era débil por el interés de subordinar el comercio a los intereses del norte. Las comunicaciones, telégrafo, tranvía fueron posibles por la entrada de tecnología extranjera. Este desarrollo capitalista desplegado de forma subordinada, generó pequeña burguesía en todos los aspectos de la vida social, en el comercio, en la agricultura con los rancheros norteños, en las ciudades con los profesionistas, pequeño propietarios de negocios, talleres; y con la instauración de servicios públicos y oficinas del aparato del Estado, se desplegó una extensa gama de burocracia y un ejército de funcionarios al servicio del sistema. La gama pequeñoburguesa también se extendió hacia los oficiales del ejército federal.
Por lo anterior recalcamos cuáles eran las clases oprimidas y explotadas del país. En primer lugar estaba el semiproletariado agrícola, comprendía los pueblos que habían sido despojados de sus tierras, montes y aguas desde, la situación de estos pueblos estaba más grave en la meseta central del país (Estado de México, DF, Morelos, Tlaxcala, Puebla), pueblos, masa campesinas despojadas desde el imperio mexica, despojados nuevamente bajo el último siglo y medio borbónico de la colonia, pueblos destruidos por el liberalismo de la república restaurada de la segunda mitad del XIX y campesinos que vivían la feroz ofensiva de los terratenientes feudales y del imperialismo en las plantaciones de exportación, como la caña que estaba cercando, ahorcando y absorbiendo a pueblos de la zona durante el régimen porfirista. Semiproletarios por que temporalmente alquilaban su fuerza de trabajo en las plantaciones de caña y en los ingenios azucareros, o participaban como siervos de los caiques, ya sea como arrieros, caballerangos; la pequeña burguesía de estas zona se iba semiproletarizando y proletarizando a medida que se extendían las haciendas. El semiproletariado agrícola en la parte norte del país se expresaba en los rancheros empobrecidos, caporales de las grandes haciendas ganaderas, que trabajando temporalmente en ello, migraban a los EU a los centros mineros, a las ganaderías texanas o a la minería de frontera del lado mexicano.
Mientras las masas semiproletarias agrícolas eran las históricamente más oprimidas, los proletarios mineros que crecían durante el régimen porfirista, vivía la explotación del imperialismo y era subyugado por la organización semifeudal del trabajo expresado en tienda de raya, el látigo del capataz, la discriminación nacional, la directa opresión extranjera a cargo de los administradores de la mina. El desempleo masivo que sufrieron a partir de 1907, incapaces trabajar en las minas de ambos lados del Río Bravo tornó su situación en lumpenproletariado. Por otro lado el proletariado agrícola, expresado en el peón acasillado en el centro no se volcó de forma masiva a la revolución, la fuerza de la tradición, el yugo del paternalismo, la lealtad y el caudillismo caciquil le impidieron independizarse, sin embargo el proletariado agrícola norteño, ranchero de la ganadería o peones de la misma, envueltos en un mundo de mayor movilidad social, acostumbrados al uso de armas de fuego, les fue fácil prenderse por la llama de la revolución.
Estas clases fueron el fermento de la revolución de las masas populares. La revolución de estas características se manifestó primeramente en el Partido Liberal Mexicano dirigido por los hermanos Magón, en su programa de 1906 establecieron derrocar la dictadura, implementar reformas en la educación, en los derechos civiles, en la forma de elegir y renovar cargos políticos, siendo lo más importante el contenido de clase, en la parte de Capital y Trabajo establecieron las reformas necesarias para mejorar las condiciones del proletariado semiartesanal e industrial, en la cuestión de tierras se fijó el principio de poner a trabajar la tierra dándola principalmente a los desposeídos. Aunque el núcleo de este grupo era la ideológica del liberalismo social, rompió contra la tradición liberal, juarista, lerdista, porfirista, en tanto reconoció la necesidad de proteger a las masas indígenas y restituirles sus terrenos usurpados por los caciques. La Junta Organizadora del PLM preparó la insurrección para 1906, pero fracasó.
Esta revolución, magonista, en una primera etapa dirigió su lucha contra el capital de la minería y de la manufactura textil, expresando sus puntos más altos en las huelgas de Cananea y Río Blanco, inmediatamente después la acciones guerrilleras se intensificaron, se reforzó la idea de toma del poder mediante la insurrección, Práxedes Gilberto Guerrero quedó al mando de prepararla para junio de 1908, apoyándose en los centros más combativos, a saber, Sonora y Chihuahua, los proletarios, las tribus yaquis y mayos fueron la fuerza motriz de esta revolución. La tribu yaqui era la más fuerte, emprendió la guerra contra el Estado porfirista desde 1884, luchando por la devolución de sus ocho pueblos tradicionales. Esta insurrección también fracasó. La posición de clase se endureció, los liberales demoburgueses que luchaban solamente por cambiar las personas en el gobierno se fueron a las filas maderistas, hacia 1909 el PLM viró de forma más clara hacía el clasismo anarquista, vinculado en este momento más con el campesinado yaqui, estableció restituir y repartir la tierra en el transcurso de la guerra. Se planteó nueva insurrección para 16 de septiembre de 1910, sin embargo se aplazó por una facción del pueblo yaqui que simpatizaba con el maderismo. La insurrección se desarrolló el primero de enero de 1911 las guerrillas magonista se desplegaron en Sonora, Oaxaca, Morelos, Tlaxcala, Veracruz, Durango y Baja California. El pueblo yaqui se incorporó hasta que los hechos le demostraron que eran falsas las promesas del maderismo. El manifiesto del PLM de 23 de septiembre de 1911 sustituyó al anterior programa, bajo la bandera del anarquismo y la revolución social, declararon la guerra al gobierno-Estado, a la iglesia y al capital. Conquistaron el poder en Baja California, concebido como punto de partida para generalizar la insurrección, los otros bastones eran Sonora Y Sinaloa, en estos lugares los combatió el maderismo representaba una facción de los terratenientes, pequeña burguesía y burguesía incipiente. Esta revolución combatió al maderismo, al huertismo, al constitucionalismo, los llevó entre 1906 y 1914 a recuperar seis de los ocho pueblos. Sin embargo, la ofensiva de clases dominantes hicieron que la guerra se prolongara mucho después, esta situación del magonismo, al amalgamarse en el anarquismo como ideología los llevó a aislarse de la revolución general, la conquista del poder político en todo el país se disolvió en un proyecto de carácter local.
La aportación del contingente magonista a la revolución mexicana fue similar, en tanto consecuencia y concepción del problema agrario, al movimiento zapatista.
La historia oficial repite que la revolución mexicana comenzó el 20 de noviembre de 1910 como lo señaló Francisco I. Madero en el Plan de San Luis Potosí. Sin embargo la revolución, como hemos visto, comenzó antes con el magonismo y también como se ha intentado explicar, el magonismo no fue un antecedente del movimiento antirreleccionista maderista, respondió a intereses de clase específicos y populares. El PLM fue una escuela que formó políticamente e ideológicamente a revolucionarios, estos se fueron a distintas filas, al maderismo, al huertismo, al zapatismo, al villismo, al carrancismo etc.
El Plan de SLP acaudillado por Madero en el Partido Antirreleccionista, fue la expresión política representante de la incipiente burguesía mexicana que era oprimida por el imperialismo estadounidense, básicamente en la parte norte del país, una de esta burguesía era la familia Madero. También representó a la pequeña burguesía de los profesionistas y del comercio, que se erigía contra la intervención extranjera en puestos administrativos en la política y vida del país. Los terratenientes ganaderos también se plegaron a las filas de Madero, para de una u otra forma contrarrestar el poder que tenían las otras facciones terratenientes favorecidas por el régimen de Díaz. El llamado a la revolución y más que nada por la promesa de devolución de tierras a los campesinos que habían sido despojados injustamente de sus bienes, ello expresado en el artículo 3ero, extendió la rebelión de los campesinos. Al tomar el poder en Chihuahua, para mayo de 1911, el movimiento maderista demostró en ese estado, la participación de verdaderas clases populares, que en combate lucharon para derrocar a Díaz. Con los acuerdos de Ciudad Juárez, quedando destituido Díaz y el vicepresidente Corral, se llamó a bajar las armas pues la revolución había triunfado.
Díaz al marcharse comentó: “Madero a soltado un tigre, veamos si puede controlarlo” y efectivamente no lo pudo controlar. El régimen de Díaz no cayó con la destitución del dictador, toda la red de facciones y clases que tendió durante décadas se reestructuró. León de la Barra en el interinato presidencial hizo ver a las masas que la revolución no había terminado, el yugo terrateniente feudal se reforzaba, el capital arreciaba su explotación, el centralismo político se reacomodaba, los “científicos” el ejercito de funcionarios del Estado porfirista se acomodaba a la nueva situación. Mientras tanto Madero continuaba diciendo que el ejército federal formado durante el régimen porfirista traería la paz. Las facciones populares que acudieron al llamado de la revolución maderista se impacientaban y desconcertaban, Villa participante en la toma de Chihuahua permaneció fiel, sin embargo Pascual Orozco al mando de proletarios mineros, rancheros empobrecidos y peones despojados se rebeló y en el Plan de la Empacadora mostró un claro sentir antiimperialista, al ver como Madero una vez en el poder, asociaba los intereses de la nación a los capitales estadounidenses, se pronunció a favor de mejoras al proletariado norteño, conforme fue avanzando en sus batallas y tomó fuerza, dio un giro, representando a la línea terrateniente, básicamente de la familia Terrazas de Chihuahua, este giro llevó a la rebelión orozquista a degenerar hasta que se coludió con el golpe de Estado huertista de febrero de 1913, que derrocando a Madero, restauró de forma más amplia a las clases y facciones del régimen porfirista.
Otra rebelión en contra del régimen Maderista emanado de los Tratados de Juárez, fue la rebelión zapatista, levantado en armas en marzo de 1911, vio de forma rápida incumplidas las promesas del artículo 3ero del Plan de SLP. Apoyo el movimiento maderista al principio, sin embargo al ver traficados los principios de la revolución en el aspecto agrario, continuaron la lucha armada, las buenas intenciones de Madero, su hermano, su lugarteniente Robles Domínguez no pudieron solucionar la situación, Con De la Barra en la presidencia de mayo a noviembre de 1911 bastó para que el semiproletariado agrario de Morelos acuerpado en Comité de defensa y posteriormente en el Ejército Libertador del Sur dirigido por Emiliano Zapata, se diera cuenta que la revolución de Madero no fue tal, sólo representó la transacción del poder entre las clases dominantes y distribución del poder entre la burocracia y políticos de Estado.
El zapatismo al igual que el magonismo sostuvo firmemente sus principios durante la revolución. El contingente zapatista al igual que el magonista demostraron la combatividad de las clases populares, y enseñaron que las masas luchaban por la realización y solución de sus necesidades y no luchaban para cambiar caudillos en el poder y la presidencia. Ambos movimientos compartieron el principio de repartir, restituir, confiscar y expropiar la tierra, aguas y montes en el transcurso de la revolución, siendo las armas la garantía de la solución de las necesidades de los pueblos. El zapatismo en el Plan de Ayala, firmado el 25 de noviembre de 1911, sentó sus principios, enarboló el Plan de San Luis ya que representaba los principios de la revolución, pero al identificar que existían necesidades no consideradas en dicho plan, por eso destacar el plan de Ayala como la expresión acaba de los principios de la Revolución mexicana. Cabe recordar que este plan significó el deslinde de Madero presidente ya que este al servirse de la reacción nacional representada en funcionarios porfiristas, terratenientes y burguesía termino traicionando los principios de la revolución.
Una vez identificado a Madero como falso amigo de la revolución, continuaron la lucha armada contra los federales, rurales y terratenientes azucareros, las primeras confiscaciones aparecieron a inicios de 1912, la represión se agudizaba o se extendía a medida que se trasladaban efectivos militares del Estado hacia el norte donde ocurrían batallas más grandes. Primero fue la aniquilación de la rebelión Orozquista, después con Huerta en el poder, las batallas contra los constitucionalistas encabezados por Venustiano Carranza. El zapatismo como contingente d ela revolcuión se expandió de Morelos hacia Puebla, Tlaxcala, Michoacán, Guerreo, Estado de México, Distrito Federal, etc., los adherentes al Plan de Ayala crecieron hasta Campeche y hasta Chihuahua, la adhesión más importante fue la de los campesinos de Guerreo que tomaron el poder del estado en 1913, siendo los jefes de este movimiento adherentes al plan, el zapatismo conquistó el poder del Morelos hacia 1914, de forma amplia se puso en marcha la restitución de tierras, montes y aguas, agrónomos colaboraron para delimitar, hacia 1915 en la siembra y cosecha los frutos fueron abundantes, se iniciaron proyectos productivos y de educación, para aprender y elaborar herramientas de labranza. Zapata, concibió los ingenios como empresas al servicio de los pueblos, de forma incipiente se pusieron en marcha. En este periodo de dos años, demostró el zapatismo la realización de lo nuevo bajo los escombros de lo viejo, así como la necesidad de tener las armas para preservar lo conquistado.
Por otro lado, el movimiento constitucionalista fue el contingente más grande de la revolución mexicana. El Ejército Constitucionalista se formó a raíz del derrocamiento de Madero durante la denominada decena trágica 10-18 de febrero de 1912. El primer jefe de este ejército fue el gobernador de Sonora, Venustiano Carranza, poco después se expidió el Plan de Guadalupe, que haciendo honores al señor Madero, sólo se planteaba cambiar al presidente, derrocar al usurpador Huerta y llevar a Carranza a presidente interino, dejando totalmente de lado las necesidades económicas por las que las clases populares se batían en el campo de batalla. Para derrocar al usurpador se estructuró el ejército en tres divisiones, la División del Norte a cargo de Francisco Villa, División del Noroeste Álvaro Obregón y División del Noreste al mando de Pablo González; las tres avanzarían hasta la capital. Los triunfos más importantes fueron los obtenidos por Villa, movimiento que pronto devino en villismo, sus filas estaban compuestas primeramente por rancheros, luego se sumaron masas de lumpenproletariado rancheros empobrecidos, peones en rebelión y semiproletarios agrarios; las tomas de Chihuahua lo llevaron a desarrollar confiscación de las grandes haciendas ganaderas de los Terrazas, hubo reparto de bienes confiscados y expulsión de extranjeros ricos que atentaban contra el pueblo. Cuando se avanzó sobre Durango, el villismo procedió de igual manera, Calixto Contreras al frente repartía bienes confiscados. Los éxitos del villismo durante 1913-1914 lo llevaron a acercarse rápidamente a la capital, cuando de Zacatecas se daría el avance a Aguascalientes, el jefe supremo Carranza ordenó cortar el suministro de combustible, carbón y herramientas para arreglar el tenido ferroviario.
Carranza se estirpe terrateniente y de raíz española, junto con su brazo derecho Pablo González, eran los jefes terratenientes del estado de Sonora y Coahuila, en menor medida tenían en sus filas proletarios mineros, antes de tomar el poder fueron, bajo ciertas circunstancias, serviles a los intereses imperialistas. Carranza se oponía al principio de repartir la tierra y bienes confiscados en el transcurso de la guerra, siempre obstaculizó a jefes constitucionalistas que respondían a las necesidades de las masas, estuvo el caso de Villa como el más representativo, también en San Luis Potosí se reprimió a generales como Mujica, Lucio Blanco, Eulalio Gutiérrez; en Durango a Calixto Contreras, Orestes Pereyra; en Monterrey a Villarreal; cabe aclarar que los de Durango junto con Villa se mantuvieron consecuentes, los demás terminaron subordinándose al jefe supremo. Carranza reproduciendo la política porfirista ultracentralizada subordinó todo intento de autonomía por los gobiernos locales, como fue el caso de Maytorena en Sonora. Esta agresiva política antipopular en varias ocasiones fue neutralizada por la política mediadora de Alvaro Obregón, coincidiendo con el villismo en incorporar al plan de Guadalupe demandas de carácter social, principalmente agrario, temporalmente logró contener la ruptura Villa-Carranza, y en los acuerdos de Torreón entre ambos jefes, se acordó la realización de una convención y un programa de gobierno una vez que se tomara la capital.
Mientras los villistas imposibilitados para avanzar, las filas de Obregón avanzaron rápidamente hasta tomar la capital en julio de 1914, pactando la rendición de Carbajal, sucesor de Huerta. Nuevamente se repitió, aunque con sus matices, el arribo al poder de Madero, se pactó, hubo transacción del poder, la máquina militar del Estado, los militares le cedieron sin ningún problema sus puestos, armas y municiones al ejército constitucionalista. Poco después asumió la presidencia Carranza. Obregón al mando militar, asumió una activa política de alianzas con el proletariado de la Casa del Obrero Mundial, pronto destacaron dos jefes para tender el corporativismo en el movimiento obrero, Morones y Murillo (Dr. Atl) fueron los seleccionados, la pequñoburguesía agrupada en las filas obregonistas pronto elevaron su estatus a burocracia estatal. Carranza al frente de la presidencia cambio unilateralmente su cargo de interino a provisional, dictó normas que no le correspondían. Convocó a la Convención prometida, a los jefes más adeptos a su mando, Villa así como otros jefes fueron excluidos. La Convención inició el primero de Octubre de 1914, después se trasladó a Aguascalientes para el 10 del mismo mes. Aquí ya llegó la representación villista, esta era minoritaria frente a la carrancista. Había una gran masa de elementos vacilantes. Los representantes de los jefes constitucionalistas disputarían quién se quedaría la presidencia, así como cuál sería el programa de gobierno. A propuesta de los villistas se convocó a que asistiera la representación zapatista. Estos últimos aceptaron y fueron hacia fines de octubre, tras los discursos de Paulino Martínez y Antonio Díaz Soto y Gama, los convencionales se plegaron por la facción de villistas y zapatistas. Esta facción que representaba los intereses de las clases populares, logró que la Convención se pronunciara por la destitución de Carranza, se nombrar en lo inmediato el presidente sustituto, además el contingente zapatista consiguió la otra condición para aliarse con los revolucionarios del norte, esta condición fue que se adhirieran a los artículos básicos del Plan de Ayala. El presidente electo fue el villista Eulalio Gutiérrez.
Carranza desconoció a la Convención, Obregón se plegó al jefe supremo y cuando los ejércitos villistas y zapatistas se dirigían rumbo a la capital, para que ahí seccionará la convención, los carrancistas se replegaron a Veracruz.
Vino el Pacto de Xochimilco del 4 de diciembre de 1914 en donde Zapatista y Villistas acordaron perseguir a los carrancistas y los villistas siendo los más fuertes militarmente apoyaría con armas y municiones a los zapatistas. El pacto no cumplió su cometido. El año de 1915 fue decisivo para el porvenir de la revolución. La alianza villista-zapatista al no tener unidad ideológica y política se desmoronó, los zapatistas estaban en el impulso agrícola, las necesidades de los pueblos estaba siendo satisfechas, el apego a la tierra y la concepción del campesinado no daba para desarrollar la guerra contra el carrancismo; los villistas priorizando lo militar no consolidaban el reparto de bienes confiscados en los territorios conquistados, la falta de estrategas políticos y organizadores no pudieron operar el traslado de armas a los zapatistas, siendo este un freno para impulsar la guerrilla zapatista.
El villismo en las battallas del Bajío contra los constitucionalistas comandados por Obregón, lo llevaron a la derrota. Varios fueron los factores. Las masas que logró granjear el constitucionalismo en Veracruz y que las militarizó fue un salto importante, la creación de los Batallones Rojos significó la capacidad política del obregonismo para cooptar una parte del movimiento obrero de la COM y utilizarla para sus intereses. Sin embargo cabe destacar que el proletariado que agrupó la COM dotada dl clasismo anarcosindicalista valoró favorable la alianza táctica con el constitucionalismo, una oportunidad de conseguir conquistas laborales, un momento para reforzar filas y para en el momento preciso romper y seguir llevando su bandera anarquista, contra el Estado, la Iglesia y el capital. Sin embargo jefes como Morones y Murillo tendieron el germen del corporativismo, granjeando una división ideologica en el movimiento obrero. Cierto es que los batallones rojos no definieron la guerra, pero sí generaron un clima hostil a la Convención, y puso de manifiesto la separación existente entre el movimiento campesino zapatista con el movimiento obrero, la separación fue en todos los campos, político, económico y cultural. Los viliistas teniendo oportunidad de granjearse el apoyo proletario, no lo consiguieron, la corta perspectiva política, no tenía un plan, un programa que ofrecer, sin embargo el obregonismo se infiltró y además tenía experiencia en movimiento obrero minero en Sonora.
La cruenta batlla de Celaya, donde el ejército regular que era el villismo terminó reducido a guerrillas, demostró no solo la capacidad y estrategas políticos del constitucionalismo para dirigir a las masas, sino que el impresionante apoyo militar de los EU fueron desicivos para la derrota estratégica. El villismo en estas batallas no pudo usar la parte más importante de su ejército, la caballería, por las condiciones geográficas del campo de guerra, mientras las filas constitucionalistas utilizaron ampliamente la metralleta, consiguiendo exitosos resultados.
Fines de 1915 y para 1916 los constitucionalistas habían triunfado militarmente, las tropas de Pablo González invadieron masivamente Morelos para destruir lo conquistado por el zapatismo, ejemplar resistencia opusieron y los expulsaron, sin embargo la devastación fue insuperable. Este periodo fue de dura represión para el villismo, intentaron acciones desesperadas, como la toma de Agua Prieta para hacerse del control de un punto fronterizo para conseguir armas, pero su intento fue aniquilado. Hacia 1916 atacan Columbus, la peor batalla del villismo, fue emprendida con sentimiento antiyanqui y con afán de vengarse de traficantes de armas que les habían retirado el crédito de armas.
El constitucionalismo en el poder puso de manifiesto el mando de clases dominantes de vieja procedencia, burocracia renovada porfirista, que se plegaba con Carranza, terratenientes feudales. Y de lado de Obregón, la pequñoburguesía y una burguesía compradora que coludida con el imperialismo estadounidense favorecía la situación semicolonial del país. El poder en manos de los constitucionalistas vivió inestabilidad en la capital. La COM sintiéndose con fuerza desplegó dos huelgas durante el año para mejorar las condiciones de vida de los proletarios, mostrando el alto nivel de independencia que seguía conservando. En la primera huelga el nuevo régimen accedió a las demandas, pero en la segunda, cuando los obreros se levantaron para exigir que se cumplieran los acuerdos, el régimen respondió con masiva represión, la alianza con los obreros se rompió definitivamente. De esta destrucción emergió el corporativismo.
La Constitución de 1917, emanada de la convención de Queretaro, representó el reconocimiento en el papel de las necesidades más básicas por las que lucharon las clases populares, en un contexto en que este fermento popular había sido aniquilado temporalmente por la fuerza de las armas. El articulo 27 expresó un nacionalismo antiimperialista, al poner en la mesa nacionalización de minería y petróleo, en este punto el más resuelto para impedir la injerencia del capital extranjero fue Carranza y el más dispuesto a entregar el país fue Obregón, tarea que cumplió en los acuerdos de Bucareli de 1923. Este articulo 27 planteó la reforma agrario, redistribución de la tierra, respeto a la propiedad privada legalmente conseguida, restitución de tierras a los pueblos; en los hechos significó la recomposición de los terratenientes por monopolizar la tierra bajo otras formas, mientras el nuevo régimen estudiaba la redistribución agraria, los latifundistas recuperaban su poder. El artículo 123 reflejó las reivindicaciones proletarias sentadas claramente por el magonismo, sin embargo en un contexto en que los capitales extranjeros se reestructuraban, en un momento en que el movimiento obrero había sido aniquilado. El artículo 115 tomó al municipio, como la unidad política básica, reconociendo el derecho de la autonomía, sin embargo la continuación de la política de Estado de corte centralizador continuo, privando las libertas políticas y democráticas.
La revolución mexicana que tuvo su expresión real en el magonismo, en el villismo y en el zapatismo terminó siendo aniquilada por una contrarrevolución constitucionalista. De acuerdo a las condiciones concretas que tenía nuestro país, exigía una revolución democrática, basada en la supresión de la feudalidad y de la clase terrateniente y el sistema burocrático que la hacía posible. La conquista de libertades políticas era necesaria para llevar a término nuestra revolución, sin embargo tampoco se cumplió, el Estado emergió de una guerra, en donde termino en el aparato burocrático estatal la reacción nacional y no los jefes representantes de las clases populares, la designación de Carranza y del nuevo ejército de funcionarios no se hizo democráticamente como ilusoriamente lo pretendió la Convención. La revolución no se llevó a su término en el campo externo, la semicolonialidad continuó, la intervención del imperialismo estadounidense durante todo este proceso fue velada y manifiesta, siempre estuvo con los vencedores en el campo de lo militar, de lo político, lo económico, lo cultural. El campo de batalla mexicano fue objeto de disputas interimperialistas, entre EU, Alemania e Inglaterra principalmente, los intereses de estas naciones se reestructuraron y readecuaron a las nuevas condiciones. Pareciera que el constitucionalismo entendido por la historia oficial como triunfo de la revolución, nos legó soberanía nacional y autodeterminación frente a la tutela yanqui. Sin embargo como se puede ver en las diferentes políticas entre Carranza Y obregón, el constitucionalismo legó un nacionalismo en el imaginario, en lo cultural, sin embargo predominó la semicolonialidad en la base material de las masas populares del país. Claro que hubo gobernantes que fueron más nacionalista y que duras trabas le impusieron al imperialismo, sin embargo estas fueron coyunturas que no consolidaron una patria soberana e independiente; frente al presente siglo XXI y al vivir una subordinación integral al imperialismo, al ser tan grandes las diferencias con el pasado, llegamos a percibir que nuestra revolución sí nos trajo nacionalismo, soberanía e independencia, pero resta es una miopía cultural, legada por nuestra historia oficial.
La Nueva Revolución Mexicana.
Después del triunfo del revisionismo en la URSS en el XX congreso del PCUS, y después de que el auténtico movimiento Marxista-Leninista comenzara a dar la larga lucha contra la traición de la época, el movimiento comunista en México no tuvo un impulso suficientemente fuerte para formar una organización que representara los intereses del proletariado Mexicano. A diferencia de otros países donde se lograron conformar grandes partidos capaces de convertirse en una real alternativa frente a la traición, en México el Partido Comunista genuino del proletariado ha estado ausente.
El movimiento comunista se logró forjar en centros, donde la falta de claridad ideológica evitaron el desarrollo correcto de sus estrategias y tácticas. Sin embargo, nosotros somos el resultado de este proceso y nos encontramos en el punto clave para erigir el rumbo de nuestra revolución y el partido que construimos.
En nuestro país, como ya hemos analizado, las condiciones subjetivas para la revolución democrática y antiimperialista se encuentran presentes, lo que falta es un Partido Comunista genuino, que dirija la lucha del pueblo a los objetivos y estrategias de la clase.
El intento de construir un partido capaz de dirigir el proceso tampoco es nuevo. Como hemos logrado comprender de la experiencia nacional, la fundación de partidos por la buena voluntad de los miembros sin tener antes un respaldo real han terminado en terribles caricaturas de partido. Por el otro lado, la creación de partidos sin tener una línea ideológica correcta ha llevado a varios intentos a ensanchar las filas del oportunismo.
El partido comunista debe tener claro que la próxima revolución tendrá las siguientes características:
- Democrática: México tiene pendiente la lucha en contra de la feudalidad, expresada en su forma concreta como semifeudalidad. Debe luchar en contra de todas la formas de opresión que genera el atraso en las relaciones sociales de producción, tanto como en lo económico, lo político y cultural. Las formas de servidumbre, cacicazgo, latifundio, minifundio, atraso en las fuerzas productivas, etc. ... son las raíces de la existencia feudal en nuestro país. Barrer con estas formas de opresión es indispensable para tan siquiera pensar en el desarrollo de la nueva sociedad socialista.
- Anti-imperialista: La revolución debe ser dirigida contra el enemigo principal exterior, en contra del imperialismo principalmente el norteamericano, opresor del pueblo mexicano por ya casi dos siglos. Saqueador de nuestras riquezas naturales, explotador de nuestro proletariado, opresor de nuestro pueblo, y verdadero amo del país.
- El enemigo principal al interior son las clases proimperialistas que mantienen el poder del Estado mexicano: la Burguesía Compradora, lacaya del su amo imperialista, encargada de administrar el capital exportado por el imperialismo; y la Burguesía Terrateniente-Burocrática, representante de la amalgamación de los resabios feudales con el imperialismo.
- El enemigo principal al exterior es el imperialismo norteamericano, amo y señor del continente, sanguinaria bestia genocida que no ha dudado en combatir todo intento democrático y de liberación nacional de los pueblos hermanos de Latinoamérica. En apariencia fuerte, pero corroído por dentro, el imperialismo norteamericano se encuentra en una situación sumamente endeble, azotado por la crisis capitalista mundial, y derrotado en Afganistán, es nuestro enemigo principal.
- La dirección de la revolución democrática será llevada por el proletariado y su partido comunista, en una amplia alianza con las clases y sectores de clase oprimidos por la feudalidad y el imperialismo. La pequeña burguesía urbana, el lumpenproletario, el semiproletario, el campesinado pobre y medio, los pueblos oprimidos por el Estado mexicano y la burguesía nacional (media), en conjunto con el proletariado sufren la opresión del imperialismo y la feudalidad. Sin embargo, sólo mediante la dirección del proletariado estas tareas podrán ser resueltas. La burguesía nacional vacilante, temerosa de perder sus pocos nichos de poder, no ha sido capaz de guiar su propia revolución, por lo tanto es el Partido Comunista el que debe hacerlo, desarrollando un proceso superior, la Revolución de Nueva Democracia.
- El enemigo es fuerte en las ciudades pero no lo es tanto en el campo. Bajo esta premisa, la aplicación de la estrategia Guerra Popular a las condiciones de un país semifeudal y semicolonial es válida. El camino de cercar las ciudades desde el campo es correcto.
- El socialismo, es un objetivo estratégico, para el cual se construye la Revolución de Nueva Democracia. Una vez teniendo las fuerzas productivas suficientes, pasar al socialismo (instaurar la dictadura del proletariado) y a partir de él pasar al comunismo es la estrategia del partido.
Estas son las características de nuestra nueva revolución, la revolución dirigida por nuestro partido y por la clase. Sin embargo, la tarea de crear un partido de manera concéntrica con el frente y el ejército, como ya hemos mencionado, trae consigo una serie de limitantes que debemos vencer, discutir y solucionar para poder alcanzar nuestras metas.
Nuestro pueblo clama revolución, la situación objetiva se agudiza: es tarea de los comunistas mexicanos construir una alternativa para las aspiraciones de nuestros pueblos. El camino es largo, pero es menester comenzarlo.
¡Viva el Marxismo-Leninismo-Maoísmo!
¡Viva la nueva revolución mexicana!
¡No basta con predicar la revolución, hay que organizarla!
Liga de la Juventud Clasista
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