Estamos viviendo acá en Panamá tiempos históricos, aquellos del entronizamiento de Ricardo Martinelli Berrocal como líder incontrastable de la burguesía burocrática y, dentro de ella, de su facción más ultraderechista, antinacional y proeuropeista. Advenido al gobierno sobre la base política de la unión de Cambio Democrático y del profascista y opusdeísta Partido Panameñista, además de otros pequeños partidos políticos oligárquicos que le sirven de cola de cometa, hoy devela más abiertamente sus ambiciones de tener en sus manos todas las riendas del poder. Contemplamos así, la gestación de la III República oligárquica con sello capitalista, corporatista y neofascista.
No hay hoy otra figura política, en el seno de las clases gobernantes, que le haga sombra o ensaye obstáculo alguno a sus ansias de poder omnímodo y omnipresente. Mucho menos, por ahora, un vapuleado y sacudido por feroces luchas intestinas Partido Revolucionario Democrático (PRD), que se bate en estertores de muerte política entre, básicamente, un fracción neofascista, oligárquica y pronorteamericana, y aquella de un socialdemocratismo de siempre derechista. Nada pues le hace sombra, ni que le impida llevar adelante sus planes de concentración y centralización de todos los poderes en sus manos (y en las de “Belcebú” Papademitrius, su chambelan).
Sólo Juan Carlos Varela, “boss” del panameñismo o por lo menos de una cada vez más reducida base de apoyo en el mismo, títere del Opus Dei y de los sectores más recalcitrantes de la burguesía católica panameña, que, soñando hasta la indecencia –tal es su servilismo y arrastrómetro ante el neoDuce criollo- con ser el “gallo tapa’o” del oficialismo para la elecciones del 14 no logra percibir las ambiciones descomedidas del “Rey Sol” y su real deseo de patear el orden constitucional e institucional. Aunque por ahora, pareciera conformarse con ser el segundo violín de la orquesta, seguido por su paje el “zoquete” y “payaso” Alcalde del distrito capital Bosco Vallarino, ofrecen la otra mejilla a las salidas de tono de su “jefe”, aunque no deja de hacer sus movidas a lo interno de la alianza de gobierno. Moviéndole el piso, de vez en cuando al otro pretendiente, también oficial, al Sillón presidencial Ferrufino.
Martinelli, “el loco” como les gusta presentarlo su entorno político, producto de la irracionalidad, del autoritarismo y del desquicie en que tiene al país una clase política dirigente totalmente desprestigiada, inmoral y mafiosa, apenas sí oculta su intención de ponerla de rodilla, incitándola a poner fin a la II República oligárquica mediante una III reforma del Estado.
Para ello, a la carrera tras el recurso de sus acciones populistas de derecha, abiertamente crea condiciones políticas para implementación de sus ambicionadas reformas constitucionales e institucionales y elevar sus poderes, en un régimen de excepción unipersonal, colocado por encima de todos los demás órganos del Estado. Cual símbolo personificado de la unidad nacional, y de los sueños de opio de todas las clases dominantes del país en las últimas décadas de la sopeteada entrada en el “Primer Mundo”. Beneficiarse así del acumulado desprestigio del Poder Judicial y de la corrupción imperante en el Legislativo.
No contando con una activa oposición del PRD, ni de la izquierda, concertacionista y vocinglera, y un sindicalismo que en su ceguera se ha dejado entrampar en un antidemocrático y verticalista “diálogo” conducente a la suscripción de un nuevo pacto social (pacto de traición social realmente), bajo la promesa de permitirles inscribir un “partido obrero” pantalla. Llevados por sus sueños dorados de la democracidad del régimen, del velo espeso del ilusionismo electoral y el cretinismo parlamentarista que le impide ver la inanidad de las reformas del Código electoral, fungen así de taparrabo del fascismo criollo, son totalmente incapaces de percibir por dónde lleva Martinelli las cosas. Con la cual, en realidad, el neoDuce criollo tiene su momento oportuno, vía libre para inaugurar la tercera República con sello neofascista.
Tal la falta de realidad en su hacer alterador de la cosa pública que ya ha tenido su porcata Matilde Gómez, exProcuradora “botada” de a dedo, como también en su revolcada con los trabajadores al intentar asfixiar financieramente a los sindicatos y el sujetarles a rienda corta. Con lo cual, contrariamente a sus deseos, ha puesto en estado de lucha a los trabajadores organizados o no en la defensa de sus derechos laborales y de las libertades democráticas.
Urge rectificar línea para enfrentar y derrotar este gran designio político de Martinelli Berrocal. O nos veremos, finalmente, ante una abierta dictadura cívico-policial esencialmente fascista. Por ello, esto es por contenido programático, por su composición de clase, por su compromiso político con la revolución de nueva democracia y el socialismo, por nuestros ideales que sirven de base a la construcción del partido del proletariado resulta totalmente impensable que el PC (ML) P, pueda avenirse con los planes antidemocráticos, antiobreros y antipatrióticos del gobierno Martinelli, sus antirreformas constitucionales e institucionales. Al contrario, a él se le debe combatir intransigentemente haciendo recurso a la lucha política de masas y a la huelga política, reforzando las bases y la unidad de los sindicatos obreros de base a fin de que puedan expresar su espíritu antifascista, antioligárquico y anticapitalista burocrático. En esto promoviendo una flexible y amplia política de frente unido que permite a las amplias masas populares luchar eficazmente contra el régimen martinellista. El proseguir defendiendo los intereses inmediatos de ellas, el hacerles comprender la justa política revolucionaria proletaria del Partido, el desarrollar una oposición revolucionaria de clase contra el sistema económico y el sistema oligárquico de poder y el lograr acrecer su comprensión y adherencia activa a la causa del socialismo.
(Tomado de Nueva Democracia # 173, octubre 31 de 2010)
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