(Un artículo del blog ANTIMPERIALISTA) Para muchos, cada vez va quedando más claro el papel desempeñado, a favor de los intereses geoestratégicos del Imperio, por la página web WikiLeaks, supuestamente dedicada a filtrar documentos de seguridad nacional de varios estados.
Lo primero que llamó la atención fue el empeño puesto por el administrador de la web, Julian Assange, por exculpar a los servicios secretos occidentales de haber tenido algo que ver con los atentados del 11-S, tan útiles al Imperio para justificar su guerra mundial contra el “terrorismo”, o mejor dicho, su guerra mundial por el petróleo iraquí y el control del opio afgano.
También llama la atención el interés por resucitar a Osama Bin Laden, quien ha sido dado por muerto, desde finales de 2001, por varios servicios secretos asiáticos, o por presentar a al-Qaeda como único responsable de los atentados en Irak o Afganistán contra civiles, a pesar de que en varias ocasiones han sido detenidos ciudadanos occidentales, vinculados a los ejércitos británico y estadounidense, vestidos con ropas típicas del lugar, portando material explosivo, en concurridas plazas y avenidas de los citados países asiáticos.
La anterior información difundida por WikiLeaks, y presentada como filtraciones de documentos secretos del gobierno y del ejército norteamericano, paradójicamente sólo beneficia a estos últimos, pues no hace sino reforzar los argumentos (el 11-S fue obra del integrismo islámico y Osama Bin Laden, su autor intelectual, continúa vivo en algún lugar de Oriente Medio) con los que hasta ahora venía justificando sus criminales guerra de rapiña.
Por si todo lo anterior fuera poco, ahora nos encontramos con que WikiLeaks trata de asociar a Irán con las acciones terroristas cometidas en Irak y Afganistán por diferentes grupos armados de dudosa identidad y sospechosos fines; a Cuba con las organizaciones armadas ETA (vasca) y FARC (colombiana); e insinú, a través de la filtración a la prensa de supuestos documentos secretos del gobierno chino, contactos cada vez más estrechos entre dicho gobierno y el de Corea del Sur, con el objetivo de sembrar recelos y cizaña entre Corea del Norte y China, una información que curiosamente ha aparecido a los pocos días de los graves incidentes militares en la frontera de las dos coreas.
No me cabe duda que WikiLeaks sigue al pie de la letra un guión marcado por las potencias imperialistas, consistente en revelar algunos datos sin importancia, y de sobra conocidos, de algunas de las atrocidades cometidas por tales potencias, con lo que dotarse de una cierta aureola de credibilidad, muy útil para posteriormente hacer pasar por verdaderas, falsas informaciones sobre China, Cuba, Irán y otros rivales del Imperio, destinadas a demonizarles ante la opinión pública mundial.
Una estrategia contra la que será difícil luchar, no sólo por la ayuda que las grandes corporaciones de la desinformación (New York Times, El País, Le Monde, etc.), abiertamente procapitalistas y visceralmente anticomunistas, han prestado a la difusión de los documentos de WikiLeaks, sino también por la credibilidad, carente del más elemental espíritu crítico, que les han concedido diferentes medios de comunicación alternativos anticapitalistas, así como intelectuales supuestamente contestatarios y antiimperialistas como, el cada vez más dudoso Noam Chomsky (quien también niega que el 11-S pudiera ser un montaje de la administración estadounidense).
Este nuevo invento de los laboratorios imperiales de ingeniería social ha seguido el mismo patrón que otro reciente gran engaño: la teoría del calentamiento global.
En primer lugar se representa una farsa de enfrentamiento con el sistema capitalista, protagonizada por un héroe solitario, al que se le atribuyen las mejores cualidades de los personajes de la literatura homérica (Julian Assage, Al Gore); a continuación se simula una persecución del (o de los protagonistas), por parte de elementos del sistema o por personajes cercanos a la extrema derecha (estrategia muy útil para ganarse las simpatías de los opositores al capitalismo), pero que en ningún caso llega a suponer un verdadero peligro para la integridad física del individuo en cuestión; mientras tanto, los medios de comunicación (principalmente los de falsa retórica progresista) se encargan de difundir entre las masas esta historia más épica que real.
Una vez conquistada la mente de la opinión pública, es cuando los falsos héroes comienzan a desarrollar su verdadera misión: en el caso de Al Gore, la promoción de la energía nuclear y de impuestos sobre las emisiones de CO2 y en el caso de Julian Assage, la demonización de Cuba, Irán o Venezuela y la desestabilización de China.
06/12/2010
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