La ofensiva del
Ejército y de la Guardia Nacionalsocialista ucraniana, tan urgentemente
programada –el dictador proUSA-UE Poroshenko se había jactado de que para el 24
o 26 de agosto del corriente habría aplastado la resistencia patriótica del
Sur-Este ucraniano- se ha empantanado. Las tropas milicianas, de la ya en pie
firme República Popular de Nueva Rusia, han pasado a la contraofensiva. Las
tropas ucronazistas, su núcleo fuerte integrado por militantes del llamado
Sector Derecho, sucesivamente han recibido sonoras derrotas, sufrido cuantiosas
pérdidas de hombres y equipo bélico; algunas unidades han sido cercadas en bolsones
dentro del territorio enemigo, afrontando la rendición o el aniquilamiento.
Entre las autoridades
nazistas golpistas, con a la cabeza el tal Poroshenko, cunde la desesperación y
el miedo; se desorganiza la administración y el reclutamiento forzado, a la
desesperada, sólo ha generado el rechazo y la movilización popular en su contra.
A la vez que la cosida alianza de la burguesía compradora, los
ultranacionalistas y nazistas se está rompiendo a ojos vista. Un gobierno único
y homogéneo es totalmente imposible de lograr. Lo que hace vislumbrar más y
mayores enfrentamientos internos y la posibilidad de un putch ultraderechista y militarista. Por lo
que sus ojos se vuelven, en patético llamado, a la intervención armada de las
tropas USAmericanas y de la Unión Europea.
Por lo pronto, la única
respuesta que han recibido les viene del títere Ban Kimoon, el títere yanqui
que funge de Secretario General de la ONU, que
ha convocado a una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad.
Toda esperanza en dicho Organismo será
vana: las potencias imperialistas occidentales, encabezadas por el genocida
Barak Obama, están forzadas a marcar el paso dada la perspectiva de tener que
enfrentar el en cierne Pacto Militar del imperialismo ruso y el
socialimperialismo chino. Máxime que el presidente estadounidense ha de medir
sus iniciativas bélicas con el rasero de las ya próximas elecciones de
noviembre de este año.
¡Ay, Poroshenko que
sólo te vas quedando! O negocias con las Repúblicas Populares o el diablo te
quema el trasero.
Pero, como enuncia un
viejo refrán “Dios ciega a quién quiere perder”.
Cogido entre dos
fuegos, la de los partidarios de poner buena cara, pasar el temporal negociando, y la presión de los altos mandos
militares ucranianos y de los sectores recalcitrantes neonazistas, deja pasar
el tiempo y pone en extremo peligro la vida de sus miles de soldados cercados.
En esa encrucijada, el as ha pasado
directamente a mano del presidente de la Federación rusa Vladimir Putin. Quién,
tomando la oportunidad ofrecida por el pelo, ha hecho un dramático llamado al
presidente golpista de Ucrania a “frenar sin demora las acciones de
combate", pactar un alto el fuego y "sentarse a negociar con los
representantes del Donbás". Con tal fin, él se ha dirigido a las
Autoridades Centrales y a los Mandos de las milicias de las Repúblicas
Populares del Donbás solicitándoles “abran un Corredor Humanitario” con miras a
“evitar víctimas sin sentido, darles una
oportunidad de abandonar la zona de combate sin impedimento y reunirse con sus
familias, devolverlos a sus madres, esposas e hijos y prestar urgentemente
asistencia médica a los heridos en la operación militar”. Agregando de seguido,
"Es por ello que he pedido a las milicias del Donbás que abran corredores
humanitarios para que la gente pueda salir. Muchos llevan ya varios días allí
sin agua ni alimentos y con las municiones agotadas".
Por consiguiente, a tal solicitud del
presidente ruso, el Primer Ministro de
la República Popular del Donetzk Alexandr Zajárchenko ha respondido
positivamente: “Estamos dispuestos a establecer corredores humanitarios para
las unidades ucranianas cercadas”.
Cómo queda dicho más arriba, la
confianza en triunfo militar inesperado y en el brazo salvador de Obama, les
permita revertir la grave situación militar los mandos militares kievistas
tozudamente han rechazado toda evacuación de sus tropas cercadas, el combatir
hasta romperlo y escapar por sí mismas.
El desastre militar de la aventura
naziucraniana está a la puerta. De materializarse cambiará toda la correlación
de fuerza política y militar entre las clases, los partidos y ejércitos hoy
enfrentados en Ucrania; asimismo, sus consecuencias políticas hacen predecir
que se extenderán por toda la región europeoorientales.
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