20 de Enero 2016 • e-mail: red_com_mlm@yahoo.com
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LA CRISIS ECONÓMICA
Y LA GUERRA CONTRA EL PUEBLO, INDICAN QUE LOS TIEMPOS NO SON DE PAZ CON LOS
ENEMIGOS, SINO DE LUCHA REVOLUCIONARIA CONTRA LA SUPEREXPLOTACIÓN Y LA
DICTADURA DE LOS CAPITALISTAS.
—Informe sobre la Situación Nacional y la Táctica de los Comunistas—
En Colombia, país capitalista oprimido, la
economía se hunde más en la crisis actual del capitalismo mundial. Frente a
este hecho, la política del Gobierno Santos —administrador general de los
grandes negocios de los capitalistas y al frente del Estado defensor de sus
intereses y privilegios de clase—, está centrada en intensificar la
superexplotación de los proletarios y de los pequeños y medianos propietarios
de la ciudad y del campo, para garantizar que los dueños del capital
transfieran los costos de la crisis a las masas trabajadoras, y brindar máxima
rentabilidad al capital financiero imperialista. La política gobernante de
superexplotación, cambió su ropaje de “cinco locomotoras” por el de “paz,
equidad y educación”, tres monumentos de la patética hipocresía y demagogia
burguesas para hermosear las funestas consecuencias de la crisis económica
sobre las masas trabajadoras principalmente de la clase obrera: racha de
despidos masivos, cierres de empresas, despidos selectivos de dirigentes y
activistas sindicales, persecución a los sindicatos de trabajadores temporales,
leyes anti-obreras que generalizan el leonino negocio de la subcontratación,
rebajan el salario y suprimen derechos como la estabilidad laboral reforzada de
los obreros lisiados a causa del trabajo, reformas pensional y tributaria,
aumento de tarifas del transporte y servicios públicos, cierre de hospitales públicos,
fortalecimiento del negocio privado de la salud y de la educación, dilación y
engaño a los desplazados, muerte y cárcel a dirigentes obreros y populares,
incremento de las desapariciones forzadas, de la represión y la brutalidad
policial contra las protestas y movimientos de las masas populares.
En esta situación, donde la
riqueza sigue acumulándose en manos de burgueses, terratenientes e
imperialistas, en tanto la miseria cunde en las clases trabajadoras que agrupan
a la inmensa mayoría de la población, donde los privilegios y emolumentos del
parasitismo estatal contrasta diametralmente con la situación de
empobrecimiento de las masas, la tal “prosperidad para todos” pregonada por el
Gobierno, es en realidad el rótulo falso del ensanchamiento y profundización de
la crisis social, que significa acentuación de la lucha de clases por todo el
país y fortalecimiento de la tendencia objetiva a la lucha política de las
masas del pueblo contra el Estado —órgano de fuerza y representante político de
todos los explotadores— camino en el cual, fue un simple altibajo pasajero la
distensión sufrida en el segundo semestre de 2015 por influencia de los
partidos reformistas incluidos los oportunistas con su nociva e intensa
propaganda a la “paz social” y a “esperanzarse” en los resultados de la farsa
electoral. En la realidad ninguno de los problemas inmediatos del pueblo
colombiano se ha resuelto, y por el contrario todos se han agravado. De ahí,
que las clases dominantes oculten la cruel superexplotación del pueblo colombiano
bajo los velos de la “paz, equidad y educación”, y camuflen su plan inmediato
de dictadura de clase, tras los supuestos beneficios del “Acuerdo de paz en La
Habana y el post-conflicto”.
Los imperialistas,
principalmente estadounidenses, apoyan la paz de los ricos en Colombia, porque
sirve a sus preparativos de guerra mundial, a la necesidad de evitar conflictos
militares en su patio trasero y así concentrar fuerzas en los frentes de sus
guerras reaccionarias, además de tener la disponibilidad de las fuerzas armadas
lacayas, como en efecto lo están haciendo en Yemen utilizando bajo la forma de
mercenarios a soldados profesionales del ejército colombiano.
La falsa paz de los ricos es hoy el principal contra-ataque a la lucha
de las masas, de los revolucionarios y comunistas.
La paz que ofrecen los
ricos tiene doble filo para el pueblo colombiano: del lado de los trabajadores
los induce a bajar la guardia en sus posiciones de lucha, mientras de lado de
los explotadores les deja el campo libre para arreciar su dictadura y
terrorismo de Estado, apelando como siempre a las fuerzas paraestatales
llámense como se llamen. Esta falsa paz es el principal ataque actual contra la
voluntad y disposición de lucha de las masas trabajadoras, contra los esfuerzos
de los revolucionarios por unir sus distintas manifestaciones de lucha
alrededor de una misma Plataforma y reorganizar las filas del pueblo con
independencia de sus verdugos explotadores y de sus falsos amigos politiqueros,
contra la labor comunista de construir el Partido político del proletariado en
el curso mismo de canalizar la lucha de clases en el rumbo de la Revolución
Socialista.
Ataque que se vuelve aún
más peligroso, en cuanto los jefes políticos reformistas y oportunistas de los
partidos pequeñoburgueses, de las organizaciones guerrilleras y de las
centrales sindicales, que en las palabras se declaran contrarios y opuestos al
Gobierno Santos, en la práctica sirven de instrumentos para inocular la
venenosa política de paz del Gobierno, en las propias entrañas del movimiento
de masas y del movimiento sindical. Son ellos los cabecillas de la propaganda
burguesa a la paz entre el proletariado y la burguesía —clases irreconciliables
principales de la sociedad colombiana—, para refrenar las luchas de resistencia
y políticas de la clase obrera y desestimular la necesidad de construir su
propio Partido. Son ellos quienes transmiten directamente a los oídos del
pueblo la reaccionaria idea de la paz con sus opresores y explotadores
centenarios, para disuadir la rebeldía masiva de la lucha directa de masas,
desmovilizar las huelgas políticas y desviar la atención hacia la “esperanza”
en que sus problemas sean resueltos en el establo parlamentario y en las “mesas
de paz” o “de post-conflicto” o como las vayan a llamar. Son ellos los voceros
directos de la hipócrita propaganda imperialista a los “acuerdos de paz”, en
oposición a la lucha de clases y a su desenlace revolucionario; en contra de la
violencia revolucionaria de las masas, necesaria para acabar la violencia
reaccionaria de sus enemigos; en contraposición a la guerra popular, de obreros
y campesinos, necesaria para echar a tierra el poder político de los
explotadores capitalistas y suprimir para siempre su propiedad privada sobre
los medios sociales de producción, y con ella, su privilegio a explotar trabajo
ajeno.
La abierta y desvergonzada
colaboración pacifista de los jefes políticos del reformismo y del oportunismo
con los enemigos del pueblo colombiano, dada su experiencia y el gran poder de
los medios burgueses a su disposición, logrará algún apoyo popular de gente que
cree que sí se va a terminar la guerra contra el pueblo; pero será un apoyo
fugaz que no podrán consolidar, porque la vida misma enseña con letras de
sangre que bajo el poder de la burguesía no cesa la guerra contra el pueblo, es
cada vez mayor la inequidad social en que viven las masas trabajadoras, sigue
el despojo cotidiano de sus derechos laborales, en educación, salud, vivienda y
territorio. El engaño pacifista urdido por los explotadores en asocio con los
jefes políticos reformistas y oportunistas, fracasará y los hundirá más en el
desprestigio, en el desprecio y profundo odio de las masas del pueblo.
La agudización de la lucha de clases objetivamente sirve al camino de la
guerra revolucionaria, no a la conciliación y la paz social.
Contrario a los deseos
pacifistas de los enemigos del pueblo, el inocultable agravamiento de la crisis
social significa más exacerbación de las contradicciones de la sociedad
colombiana, más agudización de lucha de clases, mejores condiciones para la
preparación de la guerra revolucionaria. La contradicción principal entre el
proletariado y la burguesía, ha sido la más agudizada por la crisis económica y
es la que principalmente caracteriza la crisis social, puesto que el
proletariado es la clase que peor sufre la superexplotación, y la que involucra
a la mayoría de la población trabajadora. Así como el trabajo de la clase
obrera es el principal motor de la economía colombiana, también su
contradicción con la burguesía —irreconciliable enemigo de clase—, es el
principal motor de la revolución, tal como hoy se manifiesta en la ascendente
lucha de resistencia obrera contra la superexplotación, desde la base donde los
obreros tercerizados, peor pagos, sin contratación directa, quienes marchan a
la vanguardia de la lucha sindical, enseñando a sus hermanos de clase más
viejos que los derechos de organización y de huelga se conquistan por la vía de
los hechos, ejerciéndolos, contra las leyes y las fuerzas del Estado, contra la
voluntad de los jefes de las centrales sindicales preocupados solo de apaciguar
los ánimos; lucha de resistencia económica que dadas la amplitud social y el
rigor de la superexplotación, inevitablemente se convierte en la lucha común de
los obreros de distintas fábricas y ramas, en lucha de clase contra la política
anti-obrera del Gobierno, en lucha política de clase contra el Estado
representante de todos los patronos, contra la brutalidad de la fuerza policial
protectora de todos los explotadores. El supuesto “aumento” decretado de
$45.104 mensuales en el salario mínimo, otra vez demostró que su negociación es
una gran farsa, y que tal “aumento” es un claro indicativo de las “bondades” de
la paz de los ricos; esta nueva afrenta contra el salario —única entrada de los
trabajadores para sostenerse junto con su familia—, despertó una gran
indignación en la masa del pueblo que espontáneamente rechaza el pírrico
“aumento” del salario mínimo y llama a organizar un Paro Nacional, porque en
realidad lo que necesitan los obreros y demás trabajadores explotados es un alza
general de salarios que no se conquista con la mera lucha económica de
los obreros aislados por empresas, sino con una lucha política de toda la clase
obrera contra la clase burguesa, de todas las masas populares contra el Estado;
por ser el alza general de salarios una sentida necesidad común al
movimiento sindical y al movimiento de masas, es muy oportuna y bienvenida la
iniciativa de lucha de los trabajadores, que los revolucionarios consecuentes
con la Plataforma de Lucha del Sindicalismo Independiente y con la Plataforma
de Lucha del Pueblo Colombiano, deben respaldar y canalizar hacia una gran
Huelga Política de Masas, combatiendo la perniciosa influencia de los jefes
políticos de las centrales sindicales y de los partidos oportunistas, quienes
intentarán canalizar el movimiento hacia la pasividad de las “mesas de trabajo”
y hacia la desmovilización en espera de las demandas contra el decreto del
salario mínimo.
La superexplotación es la
causa del mísero salario mínimo, problema íntimamente ligado a la situación de
desempleo, hambre, despojo, desplazamiento, miseria, que caracterizan la aguda
crisis social, que aumentan la explosividad de la contradicción entre el pueblo
en general y sus enemigos burgueses, terratenientes e imperialistas, como se
manifiesta en las cotidianas movilizaciones y huelgas políticas de las masas en
campos y ciudades contra los costosos y malos servicios de salud, transporte,
electricidad, vías de comunicación, destrucción de cultivos, envenenamiento del
aire y el agua, desapariciones forzadas y criminalización de sus protestas.
Gracias a los oficios colaboracionistas de los jefes políticos reformistas y
oportunistas de los partidos, de las organizaciones guerrilleras y de las
centrales sindicales, esta contradicción en los últimos meses del 2015 fue
temporalmente aplacada con el desmovilizador sedante de la paz y las
elecciones; pero fue un apaciguamiento pasajero porque en el fondo ha aumentado
el antagonismo de la contradicción, dado que las “mesas de trabajo” impuestas
por influencia de los jefes colaboracionistas para “resolver” las exigencias de
anteriores huelgas políticas de masas —como fueron los paros campesinos, de
camioneros, pequeños transportadores, maestros, desplazados, estudiantes,
trabajadores y médicos de los hospitales quebrados por las EPS, de los
pobladores contra la destrucción minera de páramos, bosques y ríos…— han sido
todas “mesas” de palabrería, burlas y nuevos engaños para las masas del pueblo.
Hoy luchar contra la superexplotación significa en cuanto a las
reivindicaciones luchar por un alza general de salarios, por salud,
educación y vivienda para el pueblo, rechazar las imposiciones
tributarias e impuestos antiobreros y antipopulares como el IVA; y en cuanto a
las fuerzas sociales, significa aunar la lucha por la Reestructuración del
Movimiento Sindical con la lucha por enfrentar con las Huelgas Políticas de
Masas al Estado, representante de todos los explotadores. Los problemas de la inaceptable
rebaja a la que ha llegado el salario real de los obreros, y de la pérdida de
vitales reivindicaciones conquistadas hace tiempos, son consecuencias directas
de la política del sindicalismo burgués predominante en el Movimiento Sindical,
cuya crisis no la resuelven los pequeños cambios contra el burocratismo al
interior de la CUT promovidos por la corriente que dice llamarse “clasista”. La
crisis actual del Movimiento Sindical exige una Reestructuración total de su
contenido y de su forma en la independencia de clase, y la fuerza principal
para tal Reestructuración está en los obreros tercerizados, en los más de abajo
y los más explotados, y por tanto los más dispuestos y decididos para la lucha,
los mismos que ya empiezan a tomar en sus propias manos la organización de
sindicatos y federaciones independientes, los mismos que ya llevan a la
práctica los métodos de trabajo, organización y lucha del sindicalismo
independiente y revolucionario.
También existe otro tipo de
contradicciones, las inter-burguesas que enfrentan y dividen a los enemigos del
pueblo, y por tanto son reservas indirectas para la lucha de las masas
trabajadoras. Contradicciones inter-burguesas generadas por la crisis
económica, por la baja en los precios del petróleo, por la subida del dólar,
por la caída de las exportaciones, por los mega-negocios de la minería, del
contrabando, de los sicotrópicos, del azúcar, de la salud, de la contratación
estatal, de las privatizaciones, por las relaciones internacionales con los
países vecinos y con los países imperialistas... De ellas, la contradicción
inter-burguesa que más divide a las clases enemigas en la actualidad, es frente
al producido económico y político de la guerra contra el pueblo, y se
manifiesta como una contradicción política frente al proceso de paz en La
Habana adelantado por la facción burguesa gobernante comandada por Santos, con
la oposición a ciertos aspectos políticos y jurídicos de ese proceso por parte
de la facción burguesa mecenas del paramilitarismo, defensora abierta de lo más
cavernario en ideología y bajo el mando de Uribe. La apariencia de esta
contradicción como “oposición entre guerra y paz”, es una sensación engañosa,
pues ambas facciones burguesas se identifican en la política de la paz
mentirosa de los ricos, y en la política estatal de guerra contra el pueblo; su
choque por el trato jurídico y político a los jefes de las Farc, más allá de
los cánones burgueses sobre justicia e impunidad, expresa una contradicción por
el botín económico de la guerra, en disputa por la tajada de esos jefes, y en
defensa de lo apropiado ya en los ocho años del régimen de Uribe.
En estas condiciones,
cuando los jefes políticos reformistas y oportunistas de los partidos, de las
organizaciones guerrilleras y de las centrales sindicales, han declarado
abiertamente su apoyo y colaboración con la paz mentirosa de los enemigos del
pueblo, y éstos tienen profundas fisuras en sus filas, es un momento muy
propicio para que los comunistas enseñen a los trabajadores a distinguir a sus
verdaderos amigos y enemigos, para denunciar en vivo el papel objetivamente
contrarrevolucionario del reformismo y del oportunismo, mostrando que en los
hechos están con los enemigos y contra el pueblo, que su política solo se
lamenta de las consecuencias de la explotación, del autoritarismo de las clases
dominantes y de los abusos de los monopolios, pero se opone a la lucha
revolucionaria para derrocar la dictadura proimperialista de las clases
dominantes y acabar de raíz la explotación asalariada. Unir las filas del
pueblo es una obligación sagrada de todo revolucionario, contrario al ejemplo
negativo de la experiencia en Venezuela, donde las contradicciones
inter-burguesas en vez de ser reserva indirecta para las luchas del pueblo,
dividen al pueblo, lo enfrentan entre sí, lo debilitan, lo convierten en
reserva directa de una lucha inter-burguesa.
El compromiso abierto con
la política de paz de las clases dominantes por parte de los jefes políticos
reformistas y oportunistas de los partidos, de las organizaciones guerrilleras
y de las centrales sindicales, es de por sí ya un gran peligro para las masas
trabajadoras sometidas a su influencia; un peligro que se agrava con la pose
“revolucionaria” de esos jefes, obligados por la presión de las bases, a
combinar su discurso de paz con el llamado a la lucha por salarios, contra las
privatizaciones, contra el alza en impuestos y tarifas. De esta gente
comprometida en la defensa de la paz de los explotadores, no se puede esperar
más que un apoyo de palabra a la lucha directa de los trabajadores, o a lo más,
una participación en la lucha siempre y cuando ésta no sea revolucionaria. No
obstante, por su posición dominante en organizaciones sindicales y de masas,
por sus recursos y ayudas que les brindan los medios de comunicación, por su
experiencia y habilidad para presentarse como “amigos del pueblo”, es
indispensable no dar el brazo a torcer en la lucha por denunciar, desenmascarar
y aislar su nociva influencia en la dirección del movimiento de masas; esto
sigue siendo la dirección del golpe principal de la táctica revolucionaria en
el momento. Y aquí juega en favor de la lucha revolucionaria un nuevo factor,
surgido en la agudización de las contradicciones sociales, cual es, la división
de posiciones al interior de los partidos reformistas y oportunistas, en
rechazo al apoyo promovido por sus jefes a los empresarios azucareros, contra
el papel de los jefes de las centrales sindicales en la concertación del
salario mínimo con los empresarios y el gobierno; posiciones divergentes que
llaman a la movilización, a la huelga, a la lucha directa de los trabajadores.
Estas divisiones objetivamente sirven a la lucha de clases y se oponen a la paz
social; son reservas directas para la lucha de las masas y para la tarea de los
revolucionarios de aislar la nefasta influencia de los jefes políticos
reformistas y oportunistas en la dirección del movimiento sindical y de masas.
Las condiciones son magníficas para elevar el grado de conciencia y de
organización revolucionaria de las masas y para avanzar en la construcción del
Partido del Proletariado
Ahora, cuando la crisis
económica muestra que el régimen económico de la moderna esclavitud asalariada
y el régimen político de la dictadura de clase de la burguesía, los
terratenientes y el imperialismo, sirven solo a una minoría parásita y
succionan toda la energía vital del resto de la sociedad, es un momento muy
propicio para que los comunistas revolucionarios cumplan con más entusiasmo,
con más intensidad y sin descanso, su papel de elevar la conciencia de las
masas sobre la caducidad del capitalismo y la necesidad del socialismo, enseñen
a los obreros y demás masas trabajadoras, que para liberarse del parásito
capitalista, es necesario enrumbar sus luchas económicas y políticas inmediatas
no solo en el propósito de resistir a la superexplotación y la represión
estatal, sino también y principalmente en el propósito de construir la alianza
obrero-campesina, fuerza principal de la Revolución Socialista en Colombia, de
la insurrección que como parte de la guerra popular derroque el poder político
de los explotadores, destruya su Estado reaccionario que es la fuerza que los
sostiene, y construya un nuevo Estado de Obreros y Campesinos armados que
proceda a expropiar a los expropiadores. El actual es un momento muy propicio
para el trabajo comunista de elevar la conciencia de las masas sobre el
carácter de clase del Estado, de sus leyes e instituciones, de combatir la fe
supersticiosa del pueblo en el poder del Estado como una fuerza casi
sobrenatural y por encima de las clases, superstición infundida por la
ideología dominante y reforzada por la política reformista y oportunista que
silencia el carácter de clase del Estado, que elude la cuestión de la dictadura
de clase como la esencia de todo Estado, que predica la sumisión al poder
político de la burguesía, y que siembra a diario en las mentes de los
trabajadores la ilusión y esperanza en los intermediarios politiqueros del
Congreso y del Gobierno. Contra esa cizaña los oprimidos deben empuñar la bandera
revolucionaria de ¡Abajo el podrido Estado burgués! ¡Viva el futuro Estado de los obreros
y campesinos! Y contra el colaboracionismo pacifista con los enemigos
del pueblo, se deben generalizar las consignas revolucionarias: ¡Ni
el Estado ni los politiqueros, solo el pueblo salva al pueblo!, ¡Abajo la farsa
de la paz en La Habana!, ¡Ni paz con los explotadores, ni paz con los
opresores!, ¡Ningún apoyo a los victimarios!, ¡Santistas y Uribistas la misma
plaga son!, ¡Santos y Uribe asesinos del pueblo son!
Tanto los padecimientos del
pueblo a causa de la crisis económica, como el desbarajuste y caos de la crisis
social, indican que no basta resistir, es necesario cambiar de raíz el modo de
producción capitalista y el régimen de dictadura de clase que lo sostiene; que
el socialismo no es un deseo utópico sino una necesidad real y urgente de la
sociedad colombiana hacia la cual tiende la enconada lucha de sus clases; que
lograr ese gran objetivo, implica transformar la rebeldía y lucha espontanea de
los trabajadores en lucha consciente revolucionaria, para lo cual es
indispensable construir el Partido político propio y de vanguardia del
proletariado, lo cual hoy significa: avanzar en la preparación del Congreso,
construyendo células en las fábricas y haciendo de la vinculación a las masas
consciente y organizada, la tarea principal de los comunistas en lo inmediato;
liberar al movimiento sindical y de masas de la mordaza reformista y
oportunista en su dirección, confrontando y denunciando en toda parte su colaboración
pacifista con los enemigos del pueblo; no temer a los acuerdos prácticos en el
movimiento de masas, pero siempre rechazar la imposición de dar apoyo al
acuerdo de paz de La Habana y a la paz entre clases irreconciliables, y exigir
completa libertad de propaganda; mantener infatigable la lucha contra la
política del sindicalismo burgués de sometimiento a los designios de los
empresarios y el gobierno, y avanzar en la Reestructuración del Movimiento
Sindical con el método de la unidad consciente, por la base y al calor de la
lucha y con la política de la independencia de clase que básicamente consiste
en fundir la lucha de los obreros y sindicatos de base con los principios,
objetivos, reivindicaciones y métodos, resumidos en la Plataforma del Sindicalismo
Independiente; continuar el trabajo de fundir las Huelgas Políticas de Masas
con las ideas de la independencia en la lucha y organización de los
trabajadores, presentadas en la Plataforma del Pueblo Colombiano, tomando la
lucha contra la superexplotación que refleja el costo social de la crisis
económica, como el hilo conductor de unión de las fuerzas del pueblo;
intensificar el esfuerzo por fundir todas las manifestaciones de lucha de los
obreros y demás trabajadores con las ideas socialistas que señalan el camino
hacia la emancipación definitiva, ideas expuestas en el Programa para la
Revolución en Colombia y explicadas resumidamente en su Versión Popular.
Estas necesidades de la
revolución y obligaciones inmediatas de los comunistas en Colombia, los obliga
a luchar mancomunadamente contra la impotencia de sus organizaciones locales y
dispersas; a luchar conscientemente por la unidad en un solo Partido, lo cual
presupone deslindar los campos con el oportunismo de derecha y de “izquierda”,
un reto puesto por la Unión Obrera
Comunista (mlm) desde su fundación y resaltado hace varios años en medio de
la lucha contra el revisionismo que dio al traste con el Movimiento
Revolucionario Internacionalista —MRI. Si se entiende que el Programa de unidad
y de lucha no es una declaración voluntariosa de los comunistas, sino la
expresión teórica, consciente, del desarrollo económico de la sociedad, de sus
relaciones de clase, de sus contradicciones sociales y políticas, de sus
fuerzas reales, de los objetivos revolucionarios y de los medios para
alcanzarlos, entonces la línea programática trazada por la Unión Obrera Comunista (mlm) a finales de los 90 en el Programa para la Revolución en Colombia,
sigue siendo correcta porque se corresponde con las entrañas de la sociedad
colombiana, mostradas abiertamente tanto por la guerra de las últimas décadas
contra el pueblo, como por la crisis económica del capitalismo mundial de los
últimos ocho años, y merece el reconocimiento de los comunistas leales al
Marxismo Leninismo Maoísmo y buscadores de la verdad en los hechos.
Frente a la situación de
crisis del Movimiento Comunista Internacional, también asiste a los comunistas
de Colombia la obligación de contribuir a la lucha por la construcción de una
nueva Internacional Comunista basada en el Marxismo Leninismo Maoísmo, a la
lucha por la unidad internacional de los comunistas que hoy exige la derrota
del revisionismo avakianista, del centrismo y de todas las formas de
oportunismo, como insistentemente lo han declarado los marxistas leninistas
maoístas de diversos países. Como parte y respuesta a esa obligación, la Unión Obrera Comunista (mlm) en este
nuevo año 2016 presentará a consideración de los comunistas del mundo, una Propuesta
de Línea General para la Unidad del Movimiento Comunista Internacional.
RESOLUCIÓN GENERAL SOBRE LA SITUACIÓN
NACIONAL Y LA TÁCTICA DE LOS COMUNISTAS
CONSIDERANDO QUE:
1. Ante la crisis de la
economía colombiana como parte de la crisis económica del capitalismo mundial,
la política de las clases dominantes y del imperialismo a través del Gobierno
Santos, bajo el señuelo de “paz, equidad y educación” defiende a ultranza los
intereses de los explotadores, a costa de más superexplotación de los obreros y
demás trabajadores, más despidos masivos, más supresión y pisoteo de los
derechos laborales y sindicales, más desempleo e informalidad, más impuestos y
recargos en los servicios públicos, más humillaciones y sufrimientos del pueblo
trabajador.
2. La crisis social propia del
capitalismo, además de su exacerbación causada por la guerra contra el pueblo,
ha sido agravada aún más por la crisis económica actual, atizando todas las
contradicciones sociales, y con ellas, agudizando la lucha de clases en todo el
país, situación propicia no para la prédica de la paz con los enemigos del
pueblo, sino para el avance de la lucha revolucionaria de las masas,
aprovechando las contradicciones inter-burguesas que dividen y debilitan el
poder de los explotadores.
3. La lucha espontanea de los
obreros, principalmente de los esquilmados por la subcontratación, presenta en
su avance importantes manifestaciones de actividades comunes de trabajadores de
diversas empresas y ramas, ya no solo contra sus patrones particulares, sino
como destellos de lucha política contra el Gobierno y el Estado, y contra la
política del sindicalismo burgués que amordaza,
desmoviliza y debilita a los sindicatos.
4. El apaciguamiento de las
Huelgas Políticas de Masas en los últimos meses causado por la política
pacifista y electorera de los jefes políticos reformistas y oportunistas,
pronto será superado por la fuerza de las contradicciones sociales y la
indignación de los trabajadores de la ciudad y el campo ante las burlas,
dilaciones y engaños a que han sido sometidas sus exigencias en las “mesas de
trabajo”, y ante la nueva rebaja al salario decretada por el Gobierno.
5. Los jefes políticos
reformistas y oportunistas de los partidos pequeñoburgueses, de las
organizaciones guerrilleras y de las centrales sindicales, han hecho frente
común con la burguesía para engañar al pueblo con la farsa de paz en La Habana
y hacerla extensiva a las clases antagónicas de la sociedad.
6. La clase obrera y las masas
trabajadoras siguen huérfanas de un verdadero Partido político revolucionario
del proletariado, que unifique, organice y dirija todas sus manifestaciones de
lucha por sus reivindicaciones inmediatas en la perspectiva de la Revolución
Socialista contra todo el poder político y económico de los enemigos del pueblo
colombiano.
RESUELVE
LLAMAR A LOS COMUNISTAS Y REVOLUCIONARIOS A
REDOBLAR ESFUERZOS EN LA VINCULACIÓN A LAS MASAS
1.
Principalmente de la clase obrera para avanzar en la construcción de la
organización comunista en las fábricas, en la conquista de la independencia de
clase en el movimiento sindical y en la preparación del Congreso del Partido
político del proletariado, y en la lucha por la unidad internacional de los
comunistas.
2.
Para coadyuvar a que los obreros, campesinos, pequeños y medianos
propietarios, y todo el pueblo trabajador, persistan en unir y generalizar sus
Huelgas Políticas de Masas, cerrando filas contra la intensificación de la
superexplotación, en la cual se concentra el ataque económico de los
capitalistas contra el pueblo. ¡Por alza general de salarios, salud,
educación y vivienda para el pueblo! ¡Adelante!
3.
Para movilizarlas en campos y ciudades a rechazar la mentirosa paz de
los ricos, que es un proyectil almibarado dirigido directamente a desarmar el
espíritu de lucha del pueblo, a disuadirlo de la necesidad de la violencia
revolucionaria de las masas para conquistar la verdadera paz sin opresión ni
explotación del hombre por el hombre. ¡Ni paz con los explotadores, ni paz con los
opresores!, ¡Ningún apoyo a los victimarios!, ¡Santistas y Uribistas la misma
plaga son!, ¡Santos y Uribe asesinos del pueblo son!
4.
Como la mejor forma para aislar a los jefes políticos reformistas y
oportunistas de la dirección del movimiento de masas, denunciando en directo su
colaboración pacifista con los enemigos del pueblo, mostrando en vivo su papel
de lugartenientes de los explotadores y defensor de la esclavitud asalariada y
de la sumisión a la dictadura de los capitalistas.
VI Reunión Plenaria del
Comité de Dirección X Asamblea
Unión Obrera Comunista
(mlm)
Colombia, Enero 2016
La guerra popular bajo la ciencia de MLM pensamiento Gonzalo y dirigida por un partido militarizado maoísta es la única salida que tiene el proletariado colombiano- para su liberación- parcela del proletariado mundial.
ResponderEliminarLas contradicciones de clase estan violentas y son excelentes contradicciones para el inicio de la guerra popular. Pero falta dirección no hay partido comunista maoísta. Pero las contradicciones de clase son un hervidero de fuegos que pueden encender la mecha de la rebelión. Encender y atizar el fuego de la confrontación es garantía de una explosión social y contamos con revolucionarios maoístas capacitados en direccionar ese movimientos de masas que sin duda se movilizarán ahora el 24 de Enero, movilización que tiene que tener una prueba de fuego. Primero romper esas malditas orientaciones patronales, pacíficas, oportunistas y revisionistas. Segundo, reunificar las bases influenciadas maoístas
que organicen los comités de base que son resistencias que actúan de manera defensiva estratégica, tercera, destacamentos especiales que harán participar a las masas movilizadas confrontando de manera violenta todo aquellos que se interponga a su rebelión, estos destacamentos dirigen de manera audaz tal confrontación. Poner todo patas arriba para organizar de los contrario será una protesta más que no va a ninguna parte y se dirá todo por lo mismo. Aquí la moral es proletaria y va a destruir y no a proteger, todo sobre el suelo capitalista es odiado y no debe desatar sino sólo odio contra los opresores y su dominio. La ira de las masas crecerá y se concentrará sólo para cuando estas masas orientadas por el partido se desaten como un volcán y tomen el poder y jamás se parara la guerra popular sino hasta el fin del comunismo.
Este paro tiene que desatar cosas nuevas y diferentes que apunten a la bella ilusión de destruir el capitalismo y construir el Dorado comunismo, esto tiene que quedar claro en todos aquellos que participen de este movimiento. No permitir que se siga usando a las masas en traiciones, en estafas movilizando a cambio de nada y si para para La Paz de los ricos, no eso no puede repetirse, el proletariado colombiano está saturado de este engaño por años y años.
Por un paro que violente las reglas del revisionismo y los amos de siempre patronales vendidos, combatir con furor!!!
Utilizar todos los elementos para el combate que hagan retroceder a los perros armados que siempre reprimen y para enviar un claro mensaje al pueblo colombiano y al proletariado del mundo, que todo no será como antes y que nunca jamás se seguirá como si aquí no estuviera pasando nada.
La rebelión se justifica!!!
La dictadura del proletariado es la clave!!!
´´la huelga es una escuela de la guerra mas no es la guerra misma ¨ Lenin.