jueves, 4 de febrero de 2016

La reedición de una nueva crisis económica mundial sale de los cenáculos de los especialistas burgueses


UN LIBERAL IMPERIALISTA FRENTE A LA CRISIS ECONÓMICA MUNDIAL DEL 2016
por Quibian Gaytan


Desde los fondos del sistema se escuchan ominosos crujidos, quedos ruidos y temblores anuncian tormenta. Todo el sistema económico nacional imperialista, mundializado, se estremece. El temor perla la mente de los hombres de presa… digo de empresa, lo que siempre se ha temido desde ese catastrófico crack del 2008 es una amenaza acuciante y actual, ¿la “vieja” crisis económica y financiera se ha prolongado inusitadamente en el tiempo o se ha visto sucedida por el estallido de una nueva y en que la fase de recuperación de aquella ha sido saltada?

Interrogantes que deben ser respondidas y los especialistas en la materia y sólo los políticos de izquierda proletaria pueden absolver. Preguntas a la que hay que sumar esta otra más concreta ¿Se encamina la economía capitalista  mundial hacia su desplome?

Interrogantes y dudas sobre la solidez del sistema económico y financiero imperialista que, de partida, ha provocado que el Club de Davos se hundiera en la pesadumbre. Recordarán, del 20 al 23 de enero del corriente, se ha reunido en la ciudad de Davos (Suiza) lo más granado del empresariado capitalista mundial, 2.000 empresarios y líderes políticos, concluyendo con pesimismo su insolvencia managerial, que lo de una economía controlada y la crisis domada no ha sido más que  un cuento para aquietar al adormilado gallo rojo.  Mirad si no es negro el panorama: el sector manufacturero se ha contraído en dos meses ya en diciembre del año pasado, el nivel más bajo de los últimos seis años. La cotización internacional del petróleo cayó en -30 dólares por barril. A todo lo largo de las primeras tres semanas de enero, según estimado del Bank of America, las bolsas de valores sumaron pérdidas por 7,8 billones de dólares. Aunque a ojos vista prosigue la economía en vía de desplome, sigue en su espiral bajista. Ello pese a que los bancos centrales de las grandes potencias imperialistas  han inyectado a la economía global un aproximado de 15 billones de dólares desde la crisis de 2008 mediante la compra de bonos de deuda soberana y activos hipotecarios. Por su parte, en el área del imperialismo USA, el que ha dado inicio a la crisis económico financiera mundial, los precios de las materias primas ('commodities') han apuntalado negativamente la apreciación del dólar y, con ello, se ha complicado la posibilidad del gobierno yanqui salvar el peligro de la deflación (caída de precios). Así, en conclusión, la economía capitalista mundial lejos de lograr una recuperación, ha visto incrementarse la fragilidad del sistema financiero.

En vista de lo cual economistas, estadísticos, ideólogos e intelectuales afectos han sido movilizados, como un ejército en víspera de guerra, ya en preparación de las mentes de las masas burguesas y de las masas trabajadoras de lo que se nos viene encima (¡ahora mismo en 2016!) o ya para desarmarlas ideológicamente y desviarlas frente a la eventualidad cualquier intempestiva intervención suya independiente o no controlada.

En él entre tanto, también han movilizado a especialistas y estrategas del sistema político, los
famosos think-thanK, que a la carrera elaboran planes y proyectos salvadores, ya no tanto de superación de la crisis mundial, la que es ya imparable, sino para dar respuestas adecuadas a sus consecuencias sociales y políticas que la misma porta consigo. Planes de contingencias y preventivos. El Estado burgués se autototalizarisa o descaradamente se fascistiza, los ejércitos nacional imperialistas son movilizados bajo la excusa de la lucha antiterrorista (el enemigo de hoy es “ISIS”, como ayer lo fueron los bolcheviques, los “subversivos” comunistas, los narcotraficantes y los maoístas senderistas. Siempre tendrán a mano un pintarrajo  para cubrir su fea caratula reaccionaria dominacionista) o ya para sus guerras de reconquista colonial o para la guerra interna contra el real enemigo, jamás perdido de vista, el proletariado.

La catástrofe del sistema económico y político capitalista-imperialista se ha acercado peligrosamente, y que quede claro de una vez por todas ni soy “catastrofista” socialdemocrático ni conspiranoico. El capitalismo no se hundirá por sí mismo, ni a causa del desenvolvimiento mecánico de sus leyes económicas.

Pero que es así, por ejemplo, lo constata el liberal imperialista estadounidense Lyndon LaRouche, un político yanqui avezado y realista, por demás enemigo político acérrimo del presidente Obama y de los neoconservadores yanqui. Él, el 29 de enero 2016, apunta “Todo el sistema financiero transatlántico, incluyendo a Wall Street, está en sus últimos estertores de un derrumbe total, y las señales ya son evidentes… Wall Street se tiene que someter a bancarrota, y punto”.

Agregando de seguido, “La estratagema del imperio británico” –cualquiera tiene una piedra en el zapato. N.d. Q. Gaytan)- “llamada “rescate interno” (bail-in, en inglés), o sea, la “emisión cuantitativa” de dinero por parte de los bancos centrales para rescatar a los bancos, a fin de tratar de prevenir un derrumbe total. Lo que consistiría, nada más y nada menos que en el robo descarado y la expropiación de los activos de los depositantes”. Lo que según LaRouche “era genocida y que nunca funcionaría”. Y a la verdad no está funcionando. Demostrable con la decisión sorpresiva hoy del Banco Central de Japón de reducir las tasas de interés a tasas negativas, desde +0.1% hasta a -0.1%, es solo un reflejo de ese pánico.

Pánico muy poco disfrazado ya, aunque se intenta desviar las miradas de las causas reales. Así, el semanario Economist de Londres que reconoce la gravedad de la crisis pero inventa un cuento tras otro para encubrir el verdadero origen, en vez de enfrentar el hecho de que todo su sistema está en bancarrota, intentando convertir ayer en chivo expiatorio a China y ahora a la señora Janet Yellen, directora de la Reserva Federal USA, atacada por su decisión a mediados de diciembre para elevar ligeramente las tasas de interés, como la supuesta causa del derrumbe en marcha.

Aquí se detiene LaRouche, teme ir más allá. Si hay apertura a una mayor profundización de la misma (él dice “catastrófica”, “bancarrota y muerto” y “derrumbe”) temiendo sacar la única consecuencia lógica de su denuncia, que ningún reconocimiento del fracaso de la política administrativa económica, ni siquiera una autodeclaración de bancarrota de Wall Street será solución a la crisis sistémica, pues es todo el sistema económico-social el que está agotado históricamente. Una crisis en sí, nacional o mundial, no es más que un síntoma de la existencia de una contradicción económica fundamental que reclama radical solución. Toda crisis es una solución espontánea, natural, en el curso del desarrollo de la economía capitalista, reflejo de un desequilibrio existente en la necesaria proporcionalidad exigida entre la producción social,  distribución e intercambio. Desequilibrio que puede ser convertido en fractura del sistema económico y político mismo.

 Y eso no lo dirá jamás, por muy realista crítico que sea, Lyndon LaRouche. Por algo es un pragmático yanqui; por algo es un liberal imperialista. Criticar la mala gestión de administración económica, poner al desnudo la dictadura financiera internacional de Wall Street, los planes hegemonistas y guerreristas de las potencias anglo-americana no es atacar la base misma del imperialismo como conjunto económico y política. Es simplemente reformismo, intento de reforzar tal sistema capitalista y echarse a la espalda al responsabilidad de un amplio acuerdo mundial de las Superpotencias imperialistas dominacionista (USA-Rusia-China socialimperialista). Pero, sobre todo, darle un esquinazo a la tarea histórica del cambio de un sistema social a otro más racional, humano y cualitativamente superior.

Eso que no admitirá nunca LaRouche, lo ha resumido brillantemente Federico Engels, coautor del Socialismo Científico, hace ya 269 años, de la siguiente manera,

En primer lugar, la de que la gran industria, que en el primer período de su desarrollo creó la libre competencia, la ha rebasado ya; que la competencia y, hablando en términos generales, la producción industrial en manos de unos u otros particulares se ha convertido para ella en una traba a la que debe y ha de romper; que la gran industria, mientras siga sobre la base actual, no puede existir sin conducir cada siete años a un caos general que supone cada vez un peligro para toda la civilización y no sólo sume en la miseria a los proletarios, sine que arruina a muchos burgueses; que, por consiguiente, la gran industria debe destruirse ella misma, lo que es absolutamente imposible, o reconocer que hace imprescindible una organización completamente nueva de la sociedad, en la que la producción industrial no será más dirigida por unos u otros fabricantes en competencia entre sí, sino por toda la sociedad con arreglo a un plan determinado y de conformidad con las necesidades de todos los miembros de la sociedad.

En segundo lugar, que la gran industria y la posibilidad, condicionada por ésta, de ampliar hasta el infinito la producción permiten crear un régimen social en el que se producirán tantos medios de subsistencia que cada miembro de la sociedad estará en condiciones de desarrollar y emplear libremente todas sus fuerzas y facultades; de modo que, precisamente la peculiaridad de la gran industria que en la sociedad moderna engendra toda la miseria y todas las crisis comerciales será en la otra organización social justamente la que ha de acabar con esa miseria y esas fluctuaciones preñadas de tantas desgracias.

Por tanto, está probado claramente:

1) que en la actualidad todos estos males se deben únicamente al régimen social, el cual ya no responde más a las condiciones existentes;

2) que ya existen los medios de supresión definitiva de estas calamidades por vía de la construcción de un nuevo orden social." (Autor citado, Principios del comunismo. 1847).

O sea, la crisis está abierta, con ella se apertura todo lo que la burguesía imperialista siempre ha temido más que la peste: La crisis revolucionaria, la revolución proletaria socialista como solución. Así, o la crisis económica mundial provoca la revolución o la revolución proletaria mundial elimina la causa de la  crisis, el capitalismo.

4 de febrero de 2016







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