martes, 10 de enero de 2017

Es aquello que han sostenido de tiempo el PMLI y "El Bolchevique"





Scalfari en su "República" avanza la propuesta de reconocer al Estado Islámico y negociar con él

En su editorial semanal publicado en víspera de Navidad, el fundador de "La República", Eugenio Scalfari, ha avanzado una interesante propuesta en relación con el conflicto entre los países imperialistas y el Estado Islámico. Describiendo una situación que él define dramática en las periferias urbanas europeas, sacudidas por los problemas de la inmigración, de la lucha de clases "mucho más viciosa que en el pasado" y del terrorismo debido a los "combatientes extranjeros" de retorno de los  territorios controlador por el ES, Scalfari se hace hincapié en que "una situación de esta gravedad creciente nunca se había visto", agregando que "deriva probablemente de la sociedad global que tiene diez años y aumenta ojos vista."

Y es en este punto, del todo inesperadamente, que avanza su propuesta: "No es fácil de poner fin a la guerra con el Califato. En mi opinión sólo hay dos modos: se puede arribar hasta un negociado con los Jefes ISIS y  ofrecer de reconocerlo como un Estado verdadero y propio, con sus límites territoriales, su gobierno, su neutralidad, su economía, teniendo como correspondiente el final del terrorismo. En teoría, una elección de este tipo sería una solución de gran interés, pero debe ser ofrecida por todas las potencias mundiales, lo cual es absolutamente imposible."

El terrorista imperialismo italiano nuevamente por la
senda de Mussolini
Después de haber avanzado y súbito descartado esta primera alternativa, Scalfari pasa a ilustrar la segunda, que es diametralmente opuesta: "Combatir al Califato con una verdadera y propia guerra territorial de todas las Potencias con una forma militar constituida, con su propio mando, sus propias tropas, sus propios medios de guerra, del tipo de la OTAN pero más ampliada a los Estados interesados. Incluso esta, sin embargo - admite Scalfari - es una solución más teórica que real. ¿Es imaginable una OTAN formada por todos los países de Europa, los EE.UU., Rusia, de todos los países del Medio Oriente musulmán? No, no lo es". Todo lo que queda es - es su conclusión - que continuar con la guerra actual ", tal vez reforzando aquel núcleo que Occidente ha puesto en juego, pero que así, como está, resulta muy ineficaz."

Romper la espiral de guerra imperialista-terrorismo

Este razonamiento, en parte, en negrilla y bastardilla y contradictoria del fundador de la "República", probablemente refleja las interrogantes que las mismas cancillerías europeas y sus asesores políticos y militares se están  poniendo en este momento, no sin contradicciones inclusive a su interno y entre los unos y los otros, más allá de la fachada oficial de granítica unidad en la lucha "sin cuartel” al Estado Islámico que exhiben de cara a la respectiva opinión pública.

Es en efecto siempre más evidente, hecho, como lo demuestra el reciente atentado terrorista en Berlín, el asesinato del embajador ruso en Ankara y la matanza de Año Nuevo en Estambul, a la cual va agregado el probable atentado al avión ruso estrellado en el Mar Negro, que la espiral infinita de guerra imperialista-terrorismo no tiene solución y puede devenir siempre más devastante y sangrienta, si no se le rompe de la única forma que realmente puede ser interrumpida, como lo admite Scalfari: tratar con el Estado Islámico, reconociendo su legítima aspiración de gobernar en paz su propio territorio a cambio del cese de la exportación del terrorismo, retirar todos los ejércitos imperialistas de Oriente Medio y del Norte de África.

Eso es lo que el PMLI y "El bolchevique" han sostenido inescuchados desde que esta espiral comenzó con los mortales bombardeos imperialistas sobre las rocafuertes de ISIS en Siria e Irak, a los cuales han seguido en represalia  los ataques de los combatientes islámicos en los mismos países imperialistas agresores, a partir de la sangrienta ataque a la redacción del semanario satírico de tendencia anti-islámica "Charlie Ebdo" en París. Desde entonces no se cuentan los ataques terroristas de los afiliados solitarios y organizados de la ISIS en Europa, Turquía e incluso los Estados Unidos, Canadá y Australia, en respuesta a los cada vez más intensos e indiscriminados bombardeos de las potencias imperialistas occidentales y  de Rusia en Siria, Irak, Afganistán y Libia.

Una solución no más “innominable”

En el pasado ya hubo alguien que había empezado a tener en cuenta la propuesta de poner fin a esta lamentable  espiral aceptando una tratativa con el EI, como por ejemplo el periodista Massimo Fini y, en menor medida, el ex general Fabio Mini desde columnas de "El diario". Que hoy en día en hacerlo sea también Scalfari, notoriamente vecino al Papa Bergoglio y justo en la víspera de Navidad, con un editorial del título que liga extrañamente dos extremos aparentemente opuestos ( "De la guerra al ISIS al sentido de la Navidad cristiana"), hace pensar que soterradamente la propuesta "innominable" de una tratativa de paz con todas las fuerzas sobre el terreno, Estado Islámico comprendido, comienza a ser tomado en cuenta inclusive en  altos niveles políticos como la única forma de salir de la espiral de la guerra imperialista-terrorismo. Por lo menos en el Vaticano, donde es fuerte la preocupación por la recaída sobre los cristianos de la guerra al Islam desencadenada por las potencias imperialistas.

Combatientes yihadistas antiimperialistas
El mismo Scalfari, aunque no osando a sostener hasta el fondo esta propuesta que considera "una solución de gran interés", y de hecho retrotrayéndose casi asustado porque cree impensable que las potencias imperialistas puedan aceptarla, después, se contradice admitiendo tan impensable la alternativa opuesta, es decir, en la práctica aquella de  la derrota total y definitiva del Estado Islámico en el campo militar por obra de una  Santa Alianza Imperialista Mundial. No menos contradictoria y sin esperanza aparece su conclusión final, es decir, que ya no queda más remedio que continuar con la actual guerra, tal vez intensificándola. Solución en la que no parece creer él por primero y por su misma admisión "es muy ineficaz": sabiendo que una intensificación de la guerra imperialista sólo puede conducir a un recrudecimiento del terrorismo en el corazón de las mismas naciones europeas, comprendida Italia, y que el costo sería de sus poblaciones inocentes.

Cancelar el viejo orden colonialista e imperialista

Así que sólo tenemos que volver a la primera propuesta: tratar con el Estado Islámico. Reconocer el derecho de aquella entidad a dotarse de un territorio en esa región. Retirar todas las fuerzas imperialistas extranjerosY aceptar el principio de la redefinición de las estructuras geográficas y políticas en Oriente Medio sobre la base de la diversidad étnica, histórica, cultural y religiosa de su gente y su autodeterminación, la superación de los límites anacrónicas y divisorias trazadas por las potencias imperialistas y colonialistas occidentales después de la 1ª Guerra mundial.

Sólo así será posible romper la espiral guerra imperialista-terrorismo y dejar de llorar a las víctimas inculpables de las represalias terroristas en Europa, una consecuencia directa de los crímenes que el imperialismo hace todos los días en Siria, Irak, Afganistán y Libia. Y en este sentido el pueblo italiano deben exigir con fuerza al gobierno Gentiloni de retirar los contingentes militares italianos en Irak, Libia y Afganistán, de no permitir que los EE.UU. pueda utilizar la base de Sigonella para sus incursiones en el Medio Oriente, de salir de la Coalición internacional contra el Estado islámico, a reconocer el EI y negociar con él, de declarar su neutralidad en la controversia, aún armada, entre los Estados sunitas y chiítas miembros, de acoger, respetar, asistir y ayudar a los migrantes, en particular por trabajo, la casa, la salud y la educación. De lo contrario, sea considerado responsable a partir de ahora de cualquier ataque terrorista que pueda sobrevenir a la población civil.

(Artículo de "El bolchevique", órgano del PMLI, núm. 2/2017)


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