miércoles, 24 de julio de 2019

Un ejemplo de la relación entre conciencia y conciencia práctica



El sentido de la realidad y el papel del lenguaje

Los filósofos, lingüistas y semiólogos son dados a reflexionar sobre las relaciones entre la realidad y el lenguaje, pero cuando lo hacen no dejan claro previamente bajo qué condiciones van a reflexionar sobre esos dos aspectos. De manera que al no hacerlo se cuelan en sus reflexiones concepciones metafísicas e idealistas sobre las mismas. Mi exposición previa trata sobre estas concepciones metafísicas e idealistas. Se presentan las cosas como si pudiéramos concebir, por una parte, la realidad sin lenguaje, y por la otra, el lenguaje desvinculado de la realidad a la que pertenece. Una vez establecida esta separación metafísica entre lenguaje y realidad, se da un paso más y se alcanza el mundo del idealismo. Se afirma ahora que el sentido reside en el lenguaje, a la que previamente se ha separado de la realidad a la que pertenece, y se presenta la realidad, a la que se le ha restado el lenguaje, como carente de sentido. Se llega así a la concepción religiosa del mundo y se afirma con el apóstol Juan en el primer versículo de su Evangelio: “En el principio era el Verbo (esto es, el Logos, el Pensamiento), y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.


¿Cómo es posible que se forme esta clase de conciencia en los seres humanos? ¿Qué condiciones hacen posible que los seres humanos conciban el lenguaje, el pensamiento, el Verbo, separado del mundo y con un sentido propio? La respuesta la encontramos en estas sabias palabras de Marx contenida en la sección Historia de La Ideología Alemana: “La división del trabajo solo se convierte en verdadera división a partir del momento en que se separan el trabajo físico y el intelectual. Desde este instante, puede ya la conciencia imaginarse realmente que es algo más y algo distinto que la conciencia de la práctica existente, que representa realmente algo sin representar algo real: desde este instante, se halla la conciencia en condiciones de emanciparse del mundo y entregarse a la creación de la teoría “pura”,…” Dicho de forma práctica: es en las Universidades, en los departamentos de filosofía, semiótica y lingüística, donde la conciencia se presenta separada de la conciencia de la práctica existente y donde se dan las condiciones para emanciparse del mundo, y así afirmar que el lenguaje tiene un sentido en sí mismo y que solo el lenguaje provee de sentido a la realidad.

¿Cómo resolver entonces el problema del sentido de la realidad y el papel del lenguaje? La realidad se compone de muchos constituyentes interrelacionados, donde se da la interacción mutua, donde unos aspectos modifican a otros y donde se producen cambios. Como cada constituyente desempeña su propio papel, tanto en la posición que ocupa en el todo como en su función, cada constituyente contribuye al sentido de conjunto que tiene la realidad. ¿Y el lenguaje? El lenguaje, sobre todo como conciencia práctica, es un constituyente más de la realidad y, por consiguiente, representa una parte del sentido de la realidad y contribuye en su modalidad del ser al sentido del conjunto de la realidad. La clave está en considerar que el lenguaje en tanto conciencia práctica no es la que da el sentido de la realidad sino que contribuye en su medida al sentido de la realidad. Otra cosa es el lenguaje en tanto conciencia teórica: aquí el lenguaje sirve para expresar y conceptualizar el sentido de la realidad.

Pero centrémonos en un caso particular para entender mucho mejor que debemos entender por sentido de la realidad. Escogeré un ejemplo del mundo animal donde el lenguaje apenas tiene desarrollo y así demostrar que la realidad no lingüística tiene sentido. Al principio no fue el Verbo, todo lo contrario: el Verbo llegó más tarde. Hay una clase especial de chimpancés que se alimentan de unos frutos de parecida constitución a la de las almendras, que como todo el mundo sabe se componen de dos partes: corteza y núcleo. El chimpancé, después de haber localizado el alimento, rompe la corteza con una piedra, toma entre sus manos el núcleo, se lo lleva a la boca y se lo come. Pregunta: ¿Tiene sentido lo que hace el chimpancé? Por supuesto que sí. Para vivir el chimpancé tiene, entre otras cosas, que alimentarse. Pero el alimento no le viene dado al chimpancé apto para el consumo, sino que tiene que producirlo: romper la corteza. Entre la necesidad y la satisfacción media el proceso de trabajo, una actividad conforme a un fin.

El sentido de esta realidad, el proceso que vive el chimpancé, está constituido por todos los factores que participan en el mismo: la necesidad, la satisfacción, las manos, la boca, la piedra, la almendra y el proceso de trabajo, esto es, la actividad conforme a un fin. Y en todo este fenómeno de vida no ha participado el lenguaje y no por ello carece de sentido.  Lo primero que concluyo es que el sentido que tiene esta realidad, este proceso de producción y consumo llevado a cabo por el chimpancé, es inmanente al mismo, y no le viene dado desde fuera por el lenguaje.  Y lo segundo que afirmo es que, por medio del lenguaje en su condición de conciencia teórica, como hago yo en esta exposición, puede expresarse y conceptualizarse el sentido de dicha realidad.


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