martes, 30 de octubre de 2018

Brasil: La izquierda burguesa batida electoralmente, el abstencionismo deviene tercer partido



¿AHORA QUÉ?

por Quibian Gaitan

¡”Ha ganado las elecciones Bolsonaro”!, es el grito que de pronto a encendido todas las alarmas. Esa “ignorante” plebe, la que se consideraba que pensaba bien (es decir, apoyaba irrestrictamente al PT) ha votado mal. Ha votado para la presidencia de esa gran nación a un fascista truculento, racista, homófono y misógino, bocón e idiota. Es su consuelo, la culpa no es mía sino del pueblo.

Que colocado, según Panorama Latinomericano, ante el dilema “¿Libertad o fascismo..... Salio fascismo?”. Escogió a su mortal enemigo de clase. Esto es, escogido darle el cuchillo al carnicero que rebanará su cuello. Pero, esto no es una explicación política, es dar demostración del propio desconcierto político.

Según otro analista, también perdido en la esperanza de que la salida de la crisis estructura y política que sacude a la América toda está en la alternativa del juego del populismo de izquierda, desilusionado ya, ha de venirnos conque; “Los años dorados en los que el Partido de los Trabajadores (PT) era un referente internacional para la izquierda de toda América Latina parecen ahora soterrados bajo la victoria del candidato más diferente posible a sus principios: Jair Bolsonaro. La agrupación del expresidente Lula da Silva, una superpotencia política a lo largo de las últimas tres décadas, no solo acaba de ver la derrota de su candidato, Fernando Haddad, ahora en la segunda vuelta”. En otras palabra, que ahora ve arribar el momento de toda su inanidez, de que la izquierda burguesa y toda su política burocrático populista ya le ha pasado la hora. Que debe hacer mutis. Ceder a la fuerza real de poder real del Estado capitalista en Brasil y toda la América Latina. Eso, es en lo que persisten analistas y estrategas políticos comprometidos con el izquierdismo burgués.

Otro ultraderechista llega a un régimen “en crisis política”. Pero, contrariamente a lo que se piensa, está no es una crisis institucional más en el viejo Estado burgués, sino dentro de él mismo y que posee aún la capacidad de resolverla con sus viejos mecanismos y sin lesionarlos gravemente aunque sea mínimamente.  ¿No son los mismos partidos pequeñoburgueses, PT, PSDB, PDL, PCB y otros, los que renunciando a la lucha de clases y a la revolución –por diez años tuvieron en sus manos el  poder gubernamental- los que le entraron al electoralismo, al legalismo, al pacifismo y a la conciliación entre las clases? 

Los   que se hicieron de la vista gorda ante la violencia reaccionaria, desatada por los ejércitos privados de los terratenientes, casatenientes y la burguesía fascista; cuando el ejército “nacional” y la policía militar realizaba sus sangrientas dragonadas contra la favelas y campos, universidades y manifestantes inermes. Los que, actuando como apagafuegos, permitían la represión policial contra los obreros en huelga; los que no movían un dedo para impedir los asesinatos de activistas y dirigentes agrarios y sociales. No tenéis la moral política, necesaria, para condenar el equívoco de una gran sección del pueblo brasileño.

Ningún derecho tampoco tiene para remitirse a la “libertad”, en general. Cuando ninguna migaja de ella y de la democracia tocaba al pueblo trabajador todo. La existente en Brasil y demás países latinoamericanos era libertad para los capitalistas y representantes de los monopolios imperialistas (EE.UU., Rusia, China y de otras potencias occidentales). Por lo menos, tuvieron la vergüenza de no chacharear de “socialismo del siglo XXI”.

El que hoy Bolsonaro haya ascendido a la presidencia, aunque todavía no pueda hablar de consolidar su gobierno, por efecto de otras causas sociales y políticas que trascienden a los mismos partidos pequeñoburgueses hoy de oposición oficial, no es, tampoco, el producto del deterioro de la democracia burguesa, liberal autoritaria, sino todo lo contrario. Es, al contrario, el primer paso del pasaje a otra forma de Estado y de gobierno. Y precisamente para ello es lo que habéis estado ayudando, por tres décadas, a gestar. Al Estado autocrático, militar fascista, y a un régimen de gobierno presidencialista y corporatista y fundamentalista cristiano. Una vez les necesitamos, pero, ahora, ya no. Pues, ahora tenemos el equipa de reemplazo suyo. En ello es que han estado trabajando y forjando, desde el mismo día de la primera presidencia de Lula a hoy, y  que ya está en víspera de culminar, las Fuerzas Armadas y la gran burguesía nacional imperialista brasileras.

Dicho proceso tendencial a la imposición de un régimen autocrático, militar-fascista, antidemocrático y antipopular, no obedece a la ambición personal de un general bonapartista o de un aventurero político avezado. No, sus causas son otras más profundas, decisorias. Como se recordará el Brasil, capitalista burocrático, es en América  latina la economía más fuerte, próspera y que está en expansión. De ahí que en ella hayan ocurridos cambios internos trascendentales y que le han servido de acicate a su pasaje a nuevo estadio de su desarrollo cuantitativo y cualitativo parcial. Como serían, a grosso modo, la alta concentración de la producción y la centralización del capital monopolista, el irrompible entrelazamiento de éste con el Estado, a la formación del monopolio capitalista de Estado, y al surgimiento de una tendencia a la hegemonización regional. Ello debido a la formación de una poderosa Oligarquía financiera y bancaria, con capacidad de exportar capitales nacionales hacia los países vecinos suramericanos y centroamericanos y a la búsqueda de su subordinación financiera.

En resumen, sobre la base de tales cambios en su base material, de su infraestructura económica y financiera, su conversión en país imperialista, en Brasil no podía dejar de manifestarse directamente la funcionalidad, a niveles sobreestructurales, la vieja ley, sucintamente expuesta por Lenin, en su escrito El Estado y la Revolución, de la concentración del poder del Estado y de la centralización de todo dicho poder en manos del Ejecutivo. Ahora más vigente que nunca antes el impulse que le imprime al pasaje a la fase imperialista de economías nacionales prósperas y jóvenes como Brasil.

A la verdad, unos tales resultados electorales, independientemente de los aspavientos de indignación de la pequeña burguesía   y de la propia burguesía nacional reformista, no han sorprendido a nadie aquí en América Latina, sino al que no ha querido verlo. Han cerrado sus ojos, ante, la pública lucha por el poder entre las diversas facciones sociales y políticas, y clanes económicos, enfrentados de las clases dominantes y de clases gobernantes, las que a veces no son las mismas ni puede confundírselas.  Enceguecido por la fanfarria populista de “izquierda” de la izquierda de la derecha. Lo que, si resulta más que evidente es el fracaso de la izquierda burguesa, enferma por el electoralismo, el legalismo, el pacifismo y su política de congelamiento de la lucha de clase de las masas. Su desesperada búsqueda de mantener su querida “paz social” entre las clases. De ahí su enfermizo quietismo ante los golpes sucesivos, seguidos al golpe de estado contra Lula y luego contra la Roussef que, finalmente, ha terminado por abrirle las puertas a un títere de la derecha gran burguesa y agente del imperialismo yanqui. Es Bolsonaro la cara blanqueada del paso de los militares a la monopolización pseudolegal en los asuntos políticos de la nación. Pero, no olvidéis, la dictadura neomilitar fascista ha tomado la República del Brasil, no hoy ni mañana, sino a través de un golpe de Estado docificados y realizados en el transcurso de un largo proceso, medible en décadas.

 ¿Ahora qué?

Constatamos,

Por lo que llevamos dicho, en éste corto artículo, claramente es percibible

Que la gran burguesía nacional, comprendidas todas sus capas y fracciones, el sentido profundo de la movilización de masas contestatarias lograda por el lulismo y se han asustado y envalentonado buscando la confrontación armada para hacerlas retroceder. Esto es, echarse en brazos de las Fuerzas Armadas fascistas.

Que, asimismo, la clase de burguesía nacional burocrática y neoimperialista, la que en ningún momento debe ser confundida con la Gran Burguesía nacional, la que es una clase totalmente distinta, y que hasta la víspera ha portado la bandera del antiyanquismo y del cambio dentro del sistema que debería batir, no ha resistido la presión y el chantaje del imperialismo yanqui y de los sectores derechistas y ha retrocedido. Y el PT y el lulismo ya no puede pretender el seguir hegemonizándola.

Que, por su lado, la clase obrera, desorganizada y dividida, pulverizada para toda acción política independiente, sometida con tiempo a un lavado de su conciencia de clase, despolitizada y desideologizada por la acción destructiva del oportunismo socialreformista y el revisionismo, pareciese estar neutralizada. Incapacitada de romper las cadenas ideológicas y políticas que representan el pacto social, con su corolario la paz social, que bajo la influencia del izquierdismo burgués del PT ha sido forzada a contraer en mala hora.

Resulta urgente reformular el estado de la conciencia de clase de la clase obrera, sí como la de sus hermanos de los demás países latinoamericano, las que cojean de la misma pata. No saber distinguir conciencia de clase integracionista, reformista, pactista, de conciencia de clase comunista opositora a toda paz social con el enemigo de clase principal, rupturista con todo el orden económico y político, con el Estado burgués burocrático, sus instituciones y partidos. Tome claridad de su misión histórica y el papel político independiente que le toca cumplir. En fin, para abrirse camino a la revolución socialista pasando, inevitablemente, por las diversas etapas y fases que le toque cumplir, es menester la ruptura integral con el izquierdismo burgués y el legalismo de los partidos democráticos pequeñoburgueses. Son un lastre y, inevitablemente, le dejarán en la estacada, le traicionarán y le entregarán atado de pie y manos al nuevo gobierno militarista fascista burgués.

Que, ahora y aquí, a la izquierda marxista-leninista-maoísta, le toca cumplir un gran papel políticamente el profundizar la crisis burguesa y de todo su orden político, social y económico; aprovechar la crisis política y la crisis del viejo Estado burocrático y llevarlo a la bancarrota final, al borde de la revolución social. Grandes sus tareas y grande su objetivo, como es conducir a la clase obrera y al pueblo brasileño a la revolución y construcción d la sociedad de nueva democracia popular camino a la revolución socialista auténtica.

El Movimiento comunista brasileño, marxista-leninista-maoísta, el cual tiene un historial de abnegadas y heroicas luchas contra el latifundismo, el capitalismo, el imperialismo y la dictadura militar –una rica experiencia que enseñar al comunismo latinoamericano-  evidentemente adolece de algunas deficiencias. Como serían, en primer lugar, la división en grupos comunistas rivales y la lucha fraccional dentro de sus filas, situación que los debilita ante el feroz enemigo inmediato, ha sido incapaz de formarse en un grande y único Partido Comunista, intransigentemente clasista y consecuentemente revolucionario proletario. El que desenmascare y denuncie ante las masas, acre y firmemente, a los partidos democráticos pequeñoburgueses-quitándole despiadadamente su ropaje “socialista” e inclusive “comunista”; porque ellos se han pasado con bandera y bagaje al institucionalismo burgués, rechazado la revolución y coadyuvado en los hechos de que la contrarrevolución haya levantado cabeza, pasado colocar una “espada de Damocles” sobre el futuro de la libertad y la democracia.

Que sobredimensionando el hecho el neopresidente Bolsonaro y los militares que le apoya se han beneficiado con  57.795.271 votos, así le  ha servido como a su vez Haddad, por el PT, ha recogido 47.035.345 No obstante, lo que todos han ocultado, en el menor de los casos minimizado en su valor político, es que 40 millones de personas han escogido el no votar, la abstención electoral como vía para una real alternativa independiente democrática-popular, aunque aún sin una dirección política y sin  objetivos democrático revolucionarios definidos. Ésta es, una fuerza política nueva y base social de todo que quiera revertir lo ocurrido, un auténtico y real tercer partido político en el panorama brasileño, y que no han visto en el PT la capacidad y disposición de derrotar la ofensiva derechista y a los militares.

Frente al pesimismo propalado y al legalismo a cualquier precio del Partido de los “Trabajadores”, ante la vigencia de la actual situación política, a los auténticos comunistas toca responder, en el tiempo más perentorio posible, con un trabajo de hormiga por la unificación de las diversas y dispersas escuelas de interpretación y aplicación las cuales tienen como punto común el pensamiento creador de Mao Tse-tung. A la vez que, abocarse a la tarea inmediata de unir y trabajar por el más amplio Frente Unido Democrático Nacional Antifascista y Anti-dictadura militar. En ello, generalizar masificar la política de organización de la autodefensa popular y, en particular y lo principal, organizar a la clase obrera en una Guardia Roja Proletaria, como núcleo.

 De una importancia vital, para la existencia e independencia, asumir la política de aislar a los militares fascistas, puesto estos son los directos programadores de los planes genocidas anti-populares, el enemigo principal concreto y el más peligroso. Derrotarlos en toda la línea de lucha, en todos los frentes de lucha (económica, política, ideológica y en el plano cultural y educativo;

Un esfuerzo muy especial ha de realizarse para atraer al Frente Unido y los frentes de lucha de masas específicos a la base obrera, campesina y pequeñoburguesa radical que hoy marchan tras el  PT y sus aliados políticos. Evitar, en estos momentos, comprometerse simplemente con la cúpula burocratizada y aburguesada y podrida por el oportunismo antirrevolucionario.

Claro resulta en estos momentos, que el aparato represivo y el consiguiente clima de paralización desde arriba no está aún listo para pasar a la ofensiva reaccionaria, desde ya, el partido proletario y demás corrientes maoístas deben comprometerse con la tarea, junto a las masas, de organizar Comités Populares autoorganizados, autoadministrados y de democracia política directa. Comités que no deben comprometerse a dar apoyo al aparato del gobierno ni a los partidos políticos burgueses y antidemocráticos.
Es evidente que el PT y sus aliados, así como los otros partidos políticos burgueses de algún modo anti-Bolsonaro, con la prosecución de su tradicional política de conciliación y de devenir “leal oposición oficial” a Bolsonaro se desprestigiarán aún más ante las masas. Ello, abrirá un vacío de dirección en las masas trabajadoras y masas populares, lo que abrirá una grande oportunidad política al Movimiento comunista marxista-leninista-maoísta que no debe dejar de aprovecharse, para colmar una tal necesidad de las masas.

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