III.
¿Trotskismo o Leninismo?
Hemos hablado anteriormente de
las leyendas contra el Partido y acerca de Lenin propaladas por Trotski y sus
partidarios en relación con Octubre y su preparación. Hemos desenmascarado y
desmentido esas leyendas. Pero se pregunta: ¿para qué ha recurrido Trotski a
todas esas leyendas acerca de Octubre y de la preparación de Octubre, acerca de
Lenin y del Partido de Lenin? ¿Qué fin persiguen los nuevos escritos de Trotski
contra el Partido? ¿Cuál es el sentido, el objetivo, el fin de esos escritos,
ahora, cuando el Partido no quiere discutir, cuando el Partido tiene ante sí un
cúmulo de tareas inaplazables, cuando el Partido necesita un trabajo acorde para
restaurar la economía nacional, y no una nueva lucha sobre cuestiones viejas?
¿Para qué quiere Trotski arrastrar el Partido hacia atrás, a nuevas
discusiones?
Trotski asegura que todo eso es necesario para
«estudiar» Octubre. Pero ¿acaso no se puede estudiar Octubre sin dar una vez
más coces al Partido y a Lenin, su jefe? ¿Qué «historia» de Octubre es esa que
empieza y termina desacreditando al principal dirigente de la insurrección de
Octubre, desacreditando al Partido, que fue quien organizó y llevó a cabo la
insurrección? No, el quid de la cuestión no reside en el estudio de Octubre.
Así no se estudia Octubre. Así no se escribe la historia de Octubre. Por lo
visto, hay ahí otro designio. Y ese «designio» consiste, a juzgar por todo, en
que Trotski hace en sus escritos otro intento (¡uno más!) de preparar las
condiciones para suplantar el leninismo por el trotskismo. Trotski necesita, «a
más no poder», desacreditar al Partido, a sus cuadros, que realizaron la
insurrección, para pasar de esta labor ¿Trotskismo o leninismo? 109 de
descrédito del Partido a la labor de descrédito del leninismo. Y el descrédito
del leninismo es necesario para meter de contrabando el trotskismo, como la
«única» ideología «proletaria» (¡no va en broma!). Todo ello, naturalmente
(¡oh, naturalmente!), se hace bajo la bandera del leninismo, para que la
operación de meter el trotskismo de contrabando sea «lo menos dolorosa
posible».
Este es el fondo de los
últimos escritos de Trotski.
Por ello, esos escritos de
Trotski plantean de plano la cuestión del trotskismo.
Así, pues, ¿qué es el
trotskismo?
El trotskismo tiene tres particularidades, que
lo ponen en contradicción insoluble con el leninismo.
¿Qué particularidades son
ésas?
Primera. El
trotskismo es la teoría de la revolución «permanente» (ininterrumpida). Y ¿qué
es la revolución permanente, tal como la entiende Trotski? Es la revolución
haciendo caso omiso de los campesinos pobres como fuerza revolucionaria. La
revolución «permanente» de Trotski es, como dice Lenin, «saltar» por encima del
movimiento campesino, «jugar a la toma del Poder». ¿Por qué es peligrosa esa
revolución? Porque, de intentar llevarla a cabo, desembocaría en un fracaso
inevitable, porque apartaría del proletariado ruso a su aliado, es decir, a los
campesinos pobres. A ello se debe la lucha que el leninismo sostiene contra el
trotskismo desde 1905.
¿Cómo considera Trotski el
leninismo desde el punto de vista de esa lucha? Lo considera como una teoría
con «rasgos antirrevolucionarios». ¿En qué se basa tan airado juicio del
leninismo? En que el leninismo defendía y logró imponer en su tiempo la idea de
la dictadura del proletariado y del campesinado.
Pero Trotski no se limita a
ese airado juicio. Va más allá, afirmando: «Todo el edificio del leninismo se
basa hoy día en la mentira y en la falsificación y lleva en sí el principio
venenoso de su propia descomposición» (v. la carta de Trotski a Chjeídze en
1913). Como veis, nos hallamos ante dos líneas opuestas.
Segunda. El
trotskismo es la desconfianza hacia el principio bolchevique del Partido, hacia
la cohesión monolítica del Partido, hacia su hostilidad a los elementos
oportunistas. El trotskismo en materia de organización es la teoría de la
convivencia de los revolucionarios y los oportunistas, de sus grupos y grupitos
en el seno de un mismo partido. Seguramente, conocéis la historia del Bloque de
Agosto de Trotski, donde colaboraban en buena armonía los martovistas y los
otsovistas, los liquidadores y los trotskistas, haciéndose pasar por un
«verdadero» partido. Sabido es que ese «partido» hecho de retazos perseguía el
fin de destruir el Partido Bolchevique. ¿En qué consistían entonces «nuestras
divergencias»? En que el leninismo veía la garantía del desarrollo del Partido
proletario en la destrucción del Bloque de Agosto, mientras que el trotskismo
veía en este bloque la base para la creación de un «verdadero» partido.
De nuevo, como veis, dos
líneas opuestas.
Tercera. El
trotskismo es la desconfianza en los jefes del bolchevismo, un intento de
desacreditarlos, de difamarlos. No conozco ni una tendencia en el Partido que
pueda compararse con el trotskismo en cuanto a la difamación de los líderes del
leninismo o de las instituciones centrales del Partido. ¿Qué no vale, por
ejemplo, el «amable» juicio de Trotski acerca de Lenin caracterizándolo como a
un «explotador profesional de todo atraso en el movimiento obrero ruso» (v.
lugar citado). Y éste no es, ni mucho menos, el más «amable» entre todos los
«amables» juicios que ha emitido Trotski.
¿Cómo ha podido ocurrir que,
llevando a cuestas tan desagradable fardo, Trotski figurara, a pesar de todo,
en las filas de los bolcheviques durante el movimiento de Octubre? Ocurrió eso
porque Trotski abandonó entonces (lo abandonó de hecho) su fardo, escondiéndolo
en el armario. Sin esta «operación», hubiera sido imposible una verdadera
colaboración con Trotski. La teoría del Bloque de Agosto, es decir, la teoría
de la unidad con los mencheviques, ya había sido derrotada y barrida por la
revolución, pues, ¿de qué unidad podía hablarse cuando se libraba una lucha
armada entre bolcheviques y mencheviques? A Trotski no le quedó más remedio que
reconocer que esa teoría era inservible.
Con la teoría de la revolución
permanente «ocurrió» la misma desagradable historia, pues ninguno de los
bolcheviques pensaba en la toma inmediata del Poder al día siguiente de la
revolución de febrero, y Trotski no podía ignorar que los bolcheviques no le
permitirían, como decía Lenin, «jugar a la toma del Poder». A Trotski no le
quedó más remedio que aceptar la política bolchevique de lucha por la
influencia en los Soviets, de lucha por conquistar al campesinado. En cuanto a
la tercera particularidad del trotskismo (la desconfianza en los líderes
bolcheviques), debía, como es natural, pasar a segundo plano, en vista del
evidente fracaso de las dos primeras particularidades.
¿Podía Trotski, en tal
situación, no esconder su fardo en el armario y no seguir a los bolcheviques?
¿Podía obrar de otro modo Trotski, a quien no seguía ningún grupo político algo
importante y que vino a los bolcheviques siendo un hombre sin ejército y en
plena soledad política? ¡Naturalmente que no!
¿Qué enseñanza se desprende de
esto? Una sola enseñanza: una colaboración prolongada de los leninistas con
Trotski sólo es posible si éste desecha por completo su viejo fardo, si se
adhiere plenamente al 110 J. V. Stalin - Obras escogidas leninismo. Trotski
escribe de las enseñanzas de Octubre, pero se olvida de que, entre ellas, hay
una enseñanza de Octubre, la enseñanza de que acabo de hablar, que tiene para
el trotskismo una importancia primordial. Al trotskismo no le vendría mal tener
también presente esta enseñanza de Octubre.
Pero, a lo que se ve, esta
enseñanza no le ha aprovechado al trotskismo. Lo que ocurre es que el viejo
fardo del trotskismo, escondido en el armario en las jornadas del movimiento de
Octubre, lo sacan ahora nuevamente a la luz del día, con la esperanza de
realizarlo, ya que, afortunadamente, nuestro mercado se amplía. Es indudable
que los nuevos escritos de Trotski son un intento de volver al trotskismo, de
«superar» el leninismo, de meter de contrabando e imponer todas las
particularidades del trotskismo. El nuevo trotskismo no es una simple
repetición del viejo trotskismo, pues está muy ajado y maltrecho, es incomparablemente
más blando de carácter y más moderado en las formas que el viejo trotskismo,
pero, indudablemente, conserva, en el fondo, todas las particularidades del
viejo trotskismo. El nuevo trotskismo no se decide a manifestarse como una
fuerza combativa contra el leninismo, prefiere hacer sus manejos bajo la común
bandera del leninismo, bajo la consigna de la interpretación y el
perfeccionamiento del leninismo. Obra así por su debilidad. No puede
considerarse casual el hecho de que la salida a escena del nuevo trotskismo
haya coincidido con la muerte de Lenin. Si Lenin viviera, el trotskismo no se
habría atrevido a dar tan arriesgado paso.
¿Cuáles son los rasgos
característicos del nuevo trotskismo?
1) La cuestión de la revolución «permanente». El nuevo trotskismo no
considera necesario defender de manera abierta la teoría de la revolución
«permanente». Deja sentado, «simplemente», que la Revolución de Octubre ha
confirmado con toda plenitud la idea de la revolución «permanente». De ello
saca la siguiente conclusión: es importante y admisible en el leninismo lo que
corresponde al período de después de la guerra, al período de la Revolución de
Octubre; y, por el contrario, es desacertado e inadmisible en el leninismo lo
anterior a la guerra, lo anterior a la Revolución de Octubre. De aquí la teoría
de los trotskistas de la división del leninismo en dos partes: el leninismo de
antes de la guerra, el «viejo» leninismo, el leninismo «inservible», con su
idea de la dictadura del proletariado y el campesinado, y el leninismo nuevo,
el leninismo de después de la guerra, el leninismo de Octubre, que ellos
quieren adaptar a las exigencias del trotskismo. Esta teoría de la división del
leninismo la necesita el trotskismo como el primer paso, más o menos
«aceptable», para facilitar sus pasos siguientes en la lucha contra el
leninismo.
Pero el leninismo no es una
teoría ecléctica, pegada de diversos elementos y susceptible de ser dividida.
El leninismo es una teoría coherente, nacida en 1903, que ha pasado por las
pruebas de tres revoluciones y que ahora avanza triunfante, como bandera de
combate del proletariado mundial.
«El bolchevismo -dice Lenin- existe como
corriente del pensamiento político y como partido político desde 1903. Sólo la
historia del bolchevismo en todo el período de su existencia puede explicar de
un modo satisfactorio porqué el bolchevismo pudo forjar y mantener, en las
condiciones más difíciles, la disciplina férrea necesaria para la victoria del
proletariado» (v, t. XXV, pág. 174).
El bolchevismo y el leninismo
son una y la misma cosa. Son dos denominaciones de una misma cosa. Por eso, la
teoría de la división del leninismo en dos partes es la teoría de la
destrucción del leninismo, la teoría de la suplantación del leninismo por el
trotskismo.
Huelga decir que el Partido no
puede admitir esa extraña teoría.
2) La cuestión del principio del Partido. El viejo trotskismo
trataba de socavar el principio bolchevique del Partido valiéndose de la teoría
(y la práctica) de la unidad con los mencheviques. Pero esa teoría se puso
hasta tal punto en evidencia, que ahora ni siquiera desean recordarla. Para
quebrantar el principio del Partido, el trotskismo contemporáneo ha ideado una
teoría nueva, una teoría menos comprometedora y casi «democrática», la teoría
de oponer a los viejos cuadros los jóvenes militantes del Partido. Para el
trotskismo no existe una historia única y coherente de nuestro Partido. El
trotskismo divide la historia de nuestro Partido en dos partes de desigual
valor: la parte anterior a Octubre y la parte posterior a Octubre. La parte de
la historia de nuestro Partido anterior a Octubre no es historia, propiamente
hablando, sino «prehistoria», un período sin importancia o, en el mejor de los
casos, poco importante, de preparación de nuestro Partido. La parte de la
historia de nuestro Partido posterior a Octubre es verdadera historia, historia
auténtica. Allí, los «viejos» cuadros de nuestro Partido, cuadros
«prehistóricos» y de poco valor. Aquí, un partido nuevo, verdadero,
«histórico». No creo que sea necesario demostrar que ese original esquema de la
historia del Partido es un esquema destinado a quebrantar la unidad entre los
viejos y los nuevos cuadros de nuestro Partido, un esquema para destruir el
principio bolchevique del Partido.
Huelga decir que el Partido no
puede admitir ese extraño esquema.
3) La cuestión de los líderes del bolchevismo. El viejo trotskismo
trataba de desacreditar a Lenin más o menos abiertamente, sin temer las
consecuencias. El nuevo trotskismo procede con mayor cautela. Procura continuar
la obra del viejo trotskismo encubriéndose con alabanzas a Lenin, con loas a
Lenin. Creo que vale ¿Trotskismo o leninismo? 111 la pena citar algunos
ejemplos.
El Partido conoce a Lenin como
a un revolucionario implacable. Pero sabe también que Lenin era prudente, que
no le gustaba la gente que perdía la cabeza y con frecuencia ponía freno, con
mano firme, a los que se entregaban al terrorismo, entre ellos al mismo
Trotski. Trotski trata este tema en su libro «Acerca de Lenin». Pero, según la
apreciación que en él da, resulta que Lenin no hacía otra cosa sino «inculcar
en cada momento propicio la idea de que el terrorismo es inevitable». Da la
impresión de que Lenin era el más sanguinario entre todos los bolcheviques
sanguinarios.
¿Qué fin persigue Trotski con
esa exageración innecesaria y sin posible justificación?
El Partido conoce a Lenin como
a un militante ejemplar, a quien no gustaba resolver las cuestiones por sí
solo, al margen del grupo de camaradas dirigentes, ni de golpe, sin un meticuloso
tanteo y una cuidadosa comprobación. Trotski trata también en su libro este
aspecto. Pero en el libro de Trotski no vemos a Lenin, sino a un mandarían
chino que resuelve las cuestiones más importantes en la quietud de su despacho,
por intuición.
¿Queréis saber cómo resolvió
nuestro Partido la disolución de la Asamblea Constituyente?
Escuchad a Trotski:
«Está claro que hay que
disolver la Asamblea Constituyente -decía Lenin-, pero, ¿y los eseristas de
izquierda?
Sin embargo, nos dió una gran
alegría el viejo Natansón. Pasó a vemos, para «aconsejarse», y de buenas a
primeras dijo:
- Me parece que tendremos que
disolver por la fuerza la Asamblea Constituyente. –
¡Bravo! -exclamó Lenin-. ¡Muy
bien! Pero, ¿darán "ese paso los suyos?
- Algunos vacilan, pero creo
que, en fin de cuentas, estarán de acuerdo -respondió Natansón».
Así se escribe la historia.
¿Queréis saber cómo resolvió
el Partido el problema del Consejo Militar Supremo?
Escuchad a Trotski:
«Sin militares serios y expertos no saldremos
de este caos -decía yo a Vladímir Ilich- cada vez que volvía del Estado Mayor.
- Quizá tenga usted razón.
Pero, ¿no nos traicionarán?
- Le pondremos a cada uno un
comisario. - O mejor dos -exclamó Lenin-, dos que tengan buenas zarpas. No
puede ser que no tengamos comunistas con buenas zarpas.
- Así surgió la estructura del
Consejo Militar Supremo».
Así escribe Trotski la
historia. ¿Qué fin perseguía Trotski con estos cuentos árabes que desacreditan
a Lenin? ¿Ensalzar a V. I. Lenin, al jefe del Partido? No lo parece.
El Partido conoce a Lenin como al más gran
marxista de nuestros tiempos, como a un profundo teórico y un revolucionario de
la mayor experiencia, en quien no había ni sombra de blanquismo, Trotski trata
también en su libro este aspecto. Pero en su apreciación no vemos al Lenin
gigante, sino a un pigmeo blanquista, que en los días de Octubre aconseja al
Partido «tomar el Poder con sus propias manos, independientemente del Soviet y
a sus espaldas». Pero ya he dicho que esta apreciación no corresponde en lo más
mínimo a la realidad.
¿Qué fin persigue Trotski con
esa escandalosa... inexactitud? ¿No hay en ello una tentativa de desacreditar
«un poquitin» a Lenin?
Tales son los rasgos
característicos del nuevo trotskismo.
¿Cuál es el peligro del nuevo
trotskismo? Que el trotskismo, por todo su contenido interno, tiene todas las
probabilidades de convertirse en el centro y en el punto de concentración de
todos los elementos no proletarios, que anhelan el debilitamiento y la
descomposición de la dictadura del proletariado.
Y bien, diréis vosotros,
¿cuáles son las tareas inmediatas del Partido en relación con los nuevos
escritos de Trotski?
El trotskismo ha emprendido
todo eso ahora para desacreditar el bolchevismo, para minar sus cimientos. La
tarea del Partido consiste en enterrar el trotskismo como corriente ideológica.
Hablan de represiones contra
la oposición y de posibilidad de escisión. Eso son tonterías, camaradas.
Nuestro Partido es fuerte y poderoso. No consentirá ninguna escisión. En cuanto
a las represiones, estoy decididamente contra ellas. Lo que ahora necesitamos
no son represiones, sino una amplia lucha ideológica contra el trotskismo, en
trance de resurrección.
Nosotros no queríamos y no
buscábamos esta discusión literaria. El trotskismo nos la impone con sus
escritos antileninistas. Pues bien, estamos dispuestos, camaradas.
Publicado el 26 de noviembre de 1924 en el
núm. 269 de «Pravda»
De la obra “¿Trotskismo o
Leninismo? de J. Stalin
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