Niño afectado por derrame |
Desde la Amazonía peruana nos ha llegado el testimonio de dos antropólogos que están siendo testigos del hostigamiento que el pueblo indígena de los cocamas está sufriendo desde los recientes derrames del río Marañón y la acción esquilmadora de la empresa petrolífera.
Libre Publicacion | Rafael Rodriguez y Natalia Matzner | 11-12-2010 |
¿Qué dicen los tigres?:
Así se dirigen los indígenas Cocamas a sus hermanos cuando uno se acerca al grupo, se refieren a sus iguales como tigres, el animal más fiero de la amazonia, conocido en la zona como otorongo y relacionado a un millón de historias donde se miden fuerzas, capacidades y poderes. Enterarse qué dicen los tigres es fundamental para saber en qué punto se encuentran los que nos rodean y saber si el terreno es transitable, pacífico o se esté rodeado por la amenaza. Una amenaza supone un peligro inminente que se acerca, y ese peligro es la enfermedad, la muerte de los habitantes de la amazonia y la devastación de la tierra. Entonces, ¿quién es éste depredador? ¿Quiénes son los responsables?
Perú está divido por casi 60 Lotes, incluso el distrito de Loreto (amazonia) está por más de la mitad en manos de cinco empresas petroleras:
La ciudad de Iquitos misma se encuentra dentro de un lote petrolero (lote 122). El Estado da, en concesión estos Lotes a empresas, industrias extractivas, multinacionales…etc., como si estuviesen vacíos, sin gente, sin flora y fauna milenaria, sin respetar las mismas reservas nacionales que ellos mismos nombran y sin regularizar las devastaciones humanas y naturales que producen las extracciones de minerales e hidrocarburos. El último comunicado de la organización de indígenas de la Amazonía peruana ORPIO, revela la irritación a causa del derrame de petróleo realizado por Pluspetrol Norte S.A. del pasado 19 de Junio en el río Marañón, el siguiente extracto del comunicado apuntala a los responsables: “Los conflictos sociales como el Baguazo, no son reacción antojadiza de un grupo de bárbaros, sino una respuesta a la impotencia de no ser escuchado por este gobierno que sólo le importa el color verde del dólar que podrá sacar de cada Lote Petrolero”.
Amenazados, así es como ante la presión de las negociaciones entre lugareños y empresa, la gente del río Marañón se ha llegado a sentir, amenazados por todas las partes, incluso por sus hermanos, tras las negociaciones que vinieron después de la toma del río 25 de octubre que se llevó a cabo por parte de pobladores que no fueron tomados en cuenta a la hora en que la empresa responsable del derrame Pluspetrol Norte S.A. repartiese su mal llamado “apoyo social”.
Estas negociaciones han servido sobre todo para desviar la atención en los asuntos de fondo (contaminación en el río y sus gravísimas consecuencias, sociales, culturales y medioambientales) contentando a la gente con 350 soles por familia y 35 toneladas de comida en lata y agua embotellada que deberían haberse repartido con anterioridad y que servirán entre otras cosas, para seguir cambiando los hábitos alimenticios locales, agua del río y pescado fresco.
Finalmente, aquí no se negocian asuntos relevantes como la viabilidad de la extracción de hidrocarburos, o si hay formas menos dañinas de realizar esta faena, si es posible ejecutar algún cambio legislativo respecto a industrias extractivas, si se respetan los derechos a consulta a las comunidades, si son o no viables las prácticas de remediación de daños o reinyecciones de aguas de formación, así hasta un largo etcétera.
Los resultados de la mencionada negociación es a fin de cuentas la misión principal de lo que llaman Responsabilidad Social Corporativa (RSC), apaliar y minimizar daños con la clara intensión de crear paz social que permita seguir trabajando en las condiciones más favorables económicamente.
Por tanto, lo que se negocia es la derrota, la enfermedad, el plomo o cadmio en la sangre debido a las prácticas de extracción, o bien la pérdida de las formas de subsistencia tradicionales recibiendo a cambio muy poco, un premio de consolación o a veces incluso nada, como el caso de la gente del Bajo Nauta, quienes habiendo sufrido el derrame no se les considera impactados por estar muy alejados del punto del derrame como para entrar dentro del círculo de los que algo recibirán. A esta altura del río Marañón está la comunidad de Miguel Grau con su oxidado e inacabado mirador turístico, bien, los turistas podrán ir allí a ver personas enfermas y sin agua, ellos mismos pasarán sed, lo aseguramos.
Esta situación de abandono -por parte del Estado- y por consecuencia de semi-feudalismo (por parte de la Corporación) que vive la gente del río Marañón, obliga a que incluso en la división entre lugareños, se intente a través de la organización indígena conseguir algo más que latas y botellas de agua, algo más que un poco de plata; para eso se quiere interponer una denuncia por la vía civil a la empresa responsable (Pluspetrol Norte S.A) una medida única, nunca vista en la zona , ya que normalmente las empresas consiguen negociar de forma directa lo que ellas consideran oportuno y se ahorran la demanda. A través de esta denuncia se quiere conseguir reconocimiento y respeto para la gente, para el río y por la vida; para esto, los lugareños del río Marañón están obligados a definirse y eso es lo que ha ocurrido, Alfonso López (líder cocama) recibe desde ya, y después de unas prolongadas reuniones en la ciudad de Nauta, todo el respaldo por parte de Acodecospat (asociación cocama de desarrollo y conservación San Pablo de Tipishca) para llevar adelante la demanda.
El pronunciamiento de los indígenas y habitantes de la amazonia ha sido en los últimos años ferozmente mitigado por parte del Estado, sólo falta recordar los trescientos muertos en la Masacre de Bagua (05/01/2009) y los 21 procesados luego de las protestas del Caso Andoas (03/2008). Evidentemente el Estado se dedica a criminalizar a estos que no se conforman con un caramelo por la derrota, y por el momento la vía judicial por la que opta ORPIO y Acodecospat sigue en pie, pero ellos en la estrategia tienen presente que la amenaza está latente. Por el momento, en el caso del derrame del río Marañón, el papel que ha realizado el Gobierno Regional de Loreto ha sido el de ignorarlos.
Desplazándonos geográficamente, nos situamos en la ciudad de Lima, encontramos un amplio grupo de jóvenes, preocupados por lo que sucede en el rio Marañón y en la Amazonía en general, sorprendente porque es normal que lo que sucede en la selva no interese a nadie, ni siquiera en la ciudad de la selva, Iquitos. Estos jóvenes limeños son conscientes de que los problemas de la amazonia no son aislados, que lo que acontece en la selva afecta a todos y además pasa en muchos otros lugares, las graves situaciones que se producen en los lugares donde empresas extractivas operan hacen que las poblaciones se desplacen y por consiguiente aumenten los barrios periféricos las tasas de extrema pobreza, por tanto viajando con ellos el malestar y en muchos casos la enfermedad, (pero no se confunda para nada queremos hacer de las víctimas los culpables, como sí lo hace el Estado). Los peces y frutos contaminados también llegan lejos, son consumidos y comercializados tanto en zonas alejadas del punto de contaminación como en los mercados de las ciudades, por tanto sigan atentos porque nadie está a salvo de estas catástrofes.
Líderes indígenas intentan también a través de la política dar freno a estas situaciones, está claro que desde hace mucho la selva se entregó a multinacionales extranjeras que extraen los recursos y no se preocupan más que de sus propios beneficios, sin embargo la solución de estas situaciones no pasa por la nacionalización de estas industrias, o por si son estados capitalistas, socialistas o de otro tipo, el problema no es si las materias primas se exportan o se quedan en el lugar de origen, el problema está en las formas de producción, en las formas de la industria, en la fe ciega que demuestran todos por el progreso, una idea por la cual teóricamente llegaremos a ser ricos, al máximo bienestar, donde la visión lineal de la vida moderna obliga al abandono de lo considerado como el pasado, lo obsoleto, considerando un obstáculo al desarrollo la vida tradicional y cíclica. Nosotros nos preguntamos, ¿podrán los indígenas desde la política cambiar esto? ¿Podrán al menos evitar esto que muestran las fotos?
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Natalia Matzner y Rafael Rodríguez forman parte del grupo de Antropología y Estudios de la Cultura Visual de Barcelona.
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