El Gran Sol Rojo del Amanecer

viernes, 31 de agosto de 2012

Marxismo, la moral, y la naturaleza humana



(Nota de Luminoso Futuro: Es la visión de un socialista reclamado marxista  sobre la moral y su función social, puede que sea ésta una visión parcial por bienintencionada, pero de hecho correcta en líneas generales. Para nosotros, marxistas-leninistas-maoístas, a partir de los lineamientos trazado por el camarada Mao sobre el tema, puede y deberá ser tema de lectura y tratamiento más correcto y exactos. A veces pensamos y decidimos, “toma el fusil y dejate de teorizar”, obviando el hecho que lo verdaderamente importante no es  el fusil sino la moral concreta del que hará uso de él; de que lo decisivo es la previa moral proletaria del militante revolucionario. De que existen, reflejando la lucha de clase y la guerra popular revolucionaria, además de dos concepciones generales del Universo y dos líneas políticas generales en choque, también dos tipos de moralidad que se contienden antagónicamente la mente de la clase y del pueblo: la de ellos, la de la burguesía y su capitalismo, y la nuestra la de los obreros y su comunismo).

De acuerdo con el socialista y filósofo alemán Karl Vörlander, escrito en el siglo XX, " comenzó el momento en que alguien a de hablar con Marx acerca de la moralidad, lo que haría reír a carcajadas".

No sé si la historia de Vörlander es verdad, pero sin duda hay mucho de qué reírse cuando nuestros gobernantes hablan de moralidad. Casi siempre la utilizan como una forma de promover sus propios intereses, fingiendo que están actuando por el bien común o para el beneficio de la humanidad.

Pero es difícil creer que la moral no es más que la ideología de la clase dominante. La mayoría de la gente se vuelve socialista porque piensan que hay cosas que hay que oponerse no sólo porque amenazan sus propios intereses materiales, sino porque creen que están equivocados en sí y por sí mismos, el racismo y el sexismo, las guerras imperialistas que matan a cientos de miles de personas, sistema que destruye la vida de las personas a fin de que exista un pequeño número de gente increíblemente rica.

¿De dónde, sin embargo, nuestras ideas de moralidad vienen? Como materialista, Marx rechazó la idea de que las normas morales tienen un origen divino y se imponen a la sociedad humana desde el exterior. Pero también rechazó la idea, defendida por el filósofo alemán del siglo XVIII Immanuel Kant, de que la moralidad tiene una base puramente racional.

Kant argumenta que las reglas morales debían aplicarse por igual a todos los agentes racionales. Pensó que se desprendía de ello que algunas reglas pueden ser demostrado ser válidos y no válidos los demás. Una regla válida es aquella que usted siempre quisiera que todo el mundo iba a suceder, y otra regla no es válida siempre que no desearía ser universalizado. Así que Kant sostenía que la mentira era moralmente incorrecta, porque si todo el mundo miente cuando esta a su favor el hacerlo, la confianza y la comunicación se vería socavada y sus propias metas se frustrarían.

Pero en el siglo XIX Hegel argumenta que la moralidad kantiana no-o  fue toda forma y contenido, más bien, que el contenido fue pasado de contrabando desde otros lugares. Por ejemplo, Kant cree que el robo estaba mal, porque si todo el mundo  robase socavaría la institución de la propiedad privada. Esto, sin embargo, deja abierta la pregunta de ¿por qué debemos tener la propiedad privada en el primer lugar? Respuesta de Hegel es que el contenido de la moral viene de las tradiciones culturales e históricas. Pero si bien esto es cierto en un sentido descriptivo, no nos dice nada acerca de si y cuando esas tradiciones debe ser aceptada o rechazada.

Las teorías morales más influyentes desde el siglo XVIII han tendido a ver la moral como un medio necesario para tener los impulsos humanos bajo control. Un componente central de la teoría de Kant, por ejemplo, es que la moralidad tiene que controlar los deseos humanos con el fin de evitar conflictos sociales.

Detrás de estas opiniones es la suposición de que los seres humanos son individuos competitivos que buscan su propio interés y que participarán en una guerra de todos contra todos si se le deja a su suerte. La moralidad se supone que modera la guerra para que la sociedad pueda mantenerse unida.

En sus Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 y en otra parte, Marx comienza con una comprensión muy diferente de la naturaleza humana. En esta concepción, no somos competitivos por naturaleza, más bien, somos criaturas sociales que no pueden sobrevivir sin la cooperación mutua. La ciencia moderna confirma esta opinión. Los seres humanos no evolucionaron como una colección de individuos atomizados en constantemente guerra unos con otros, sino en grupos sociales que dependían del apoyo mutuo. Según el antropólogo Richard Lee:

Antes de la aparición del Estado y el afianzamiento de las desigualdades sociales [alrededor de 5.000 años], la gente vivió durante milenios en grupos sociales a pequeña basados en el parentesco, en el que las instituciones básicas de la vida económica incluye la propiedad colectiva o comunal de la tierra y los recursos , la reciprocidad generalizada en la distribución de alimentos, y las relaciones políticas relativamente igualitarias.

La idea de que la violencia y la guerra han sido siempre parte de la sociedad humana puede parecer de sentido común. Pero un examen de la evidencia histórica revela un panorama muy diferente. A la medida que el antropólogo R. Brian Ferguson señala, "el registro arqueológico mundial contradice la idea de que la guerra fue siempre una característica de la existencia humana, sino que la historia demuestra que la guerra es en gran parte un desarrollo de los últimos 10.000 años".

La guerra se convirtió en una característica de la sociedad humana sólo como consecuencia de determinados acontecimientos históricos, forma crucial el establecimiento de asentamientos permanentes con la riqueza acumulada, y el surgimiento de la "jerarquía social, de una élite, tal vez con sus propios intereses y rivalidades." En lugar de ser la guerra la expresión de alguna propensión humana hacia la violencia en general, refleja los intereses de los que están en la parte superior de la sociedad que tienen más probabilidades de beneficiarse de ella.

La evidencia de este tipo apoya la opinión de que los seres humanos no son naturalmente violentos, egoístas, competitivos, codiciosos, o xenófobos, no es natural que las sociedades humanas se organicen jerárquicamente o para que las mujeres tengan un menor estatus social que los hombres, y el capitalismo no existe porque refleja únicamente la naturaleza humana, como sus defensores afirman con frecuencia.

Marx reconoce que en diferentes circunstancias sociales e históricas, el comportamiento humano y la psicología pueden variar considerablemente, al igual que el agua en diferentes circunstancias físicas puede ser un sólido, un líquido o un gas. Como él mismo dijo, "la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo. En su realidad es el conjunto de las relaciones sociales".

Sin embargo, la gama de posibles comportamientos humanos tiene límites, en última instancia sus raíces en la biología humana y la psicología. Si tales límites no existieran, entonces sería posible que exista una sociedad de clases en la que se condicionaron la mayoría de la población socialmente para aceptar su explotación y la opresión. Pero toda la historia de las sociedades de clases es una refutación de esa idea.
Nadie era más consciente de esto que Marx, por lo que desde sus primeros escritos que condena el capitalismo inhumano, una sociedad en la que los seres más humanos no pueden vivir vidas satisfactorias, participar en el cumplimiento de trabajo, o se relacionan de manera satisfactoria con otras personas o con el resto del mundo natural. En otras palabras, el capitalismo frustra las necesidades humanas básicas y la naturaleza humana. En la sociedad capitalista, el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su ser; ...en su trabajo, por lo tanto, no se afirma, sino que se niega; no se siente contenido, sino desgraciado; no desarrolla libremente su desarrollo físico y la energía mental, sino que mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. Por eso el trabajador sólo se siente fuera de su trabajo y en el trabajo fuera de sí mismo.

Está en lo suyo cuando no trabaja y cuando trabaja no está en casa.

Su trabajo por lo tanto no es voluntario, sino forzado, sino que es el trabajo forzoso. No es por lo tanto la satisfacción de una necesidad, sino que es meramente un medio para satisfacer las necesidades externas a él. Su carácter extraño se evidencia claramente en el hecho de que tan pronto como hay coacción física o de otro tipo existe, se huye del trabajo como de la peste....

Como resultado de ello, por lo tanto, el hombre (el trabajador) ya no se siente a sí mismo como libre de cualquier activo, sino en sus funciones animales -comer, beber, procrear, o como mucho en su vivienda y en el vestirse, etc,- y en su funciones humanas ya no se siente a sí mismo de ser algo más que un animal. ¡En cuanto el animal se convierte en humano y lo humano en lo animal!

En otras palabras, el capitalismo no es natural, y los límites artificiales impuestos en el desarrollo humano de nuestras actuales formas de organización social, evita en la gran mayoría de los seres humanos el partir de la realización de su potencial.

Entonces, ¿cómo se relaciona esto con la moral? La visión de Marx de la moral es mucho más cerca de los puntos de vista de los antiguos griegos, en especial Aristóteles, de lo que es para los filósofos modernos, como Kant. Más que pensar en la moral como un conjunto de reglas que tienen en jaque a la naturaleza humana, él ve la moralidad  del cómo la naturaleza humana puede florecer, cómo la gente puede desarrollar plenamente sus capacidades.

Sin embargo, hay un giro.

Durante los últimos 10.000 años más o menos, la sociedad humana ha sido dividida en clases antagónicas, y que ha supuesto que la moral se ha desarrollado no como una teoría general de la emancipación humana, sino como un conjunto de reglas por las cuales cada clase intenta promover sus propios intereses.

Marx señala la forma en que estas moralidades de clases diferentes entran en conflicto en el capitalismo:

El capitalista mantiene sus derechos como comprador cuando se trata de hacer que la jornada de trabajo dure el mayor tiempo posible, y hacer que, en lo posible, dos días de trabajo fuera de uno. Por otro lado, el carácter peculiar de la mercancía vendida implica un límite a su consumo por el comprador, y el trabajador mantiene su derecho como vendedor cuando quiere reducir la jornada laboral a una de duración normal definida.

Hay aquí, pues, una antinomia, derecho contra derecho, ambos igualmente con el sello de la ley de los intercambios. Entre derechos iguales decide la fuerza. Por eso es que en la historia de la producción capitalista, la determinación de lo que es un día de trabajo, se presenta como el resultado de una lucha, una lucha entre el capital colectivo, es decir, la clase de los capitalistas, y el trabajo colectivo, es decir, el funcionamiento clase.

Pero esto no significa que cada una de estas moralidades, la moral de los capitalistas y la moral de la clase obrera, es igualmente válida. Pero Marx argumenta que bajo el capitalismo, la clase obrera es una clase universal. En la búsqueda de sus propios intereses, la clase obrera viene a representar los intereses generales de toda la humanidad. Debido a que es en sus intereses por derrocar al capitalismo, al emanciparse, será al mismo tiempo la emancipación de toda la humanidad.

En la lucha por acabar con la explotación y la opresión, los trabajadores tendrán que cuestionar la moralidad de la clase dominante. Cuando los trabajadores ocupan una fábrica o los propietarios se niegan a abandonar una propiedad embargada, la moral capitalista ha sido impugnada. En una fase superior de la lucha, puede ser necesario el uso de la fuerza contra la violencia desplegada por el Estado.

A medida que el marxista británico Chris Harman explicó, Marx vio que lo que es de importancia cardinal no es el comportamiento personal del individuo, sino la lucha entre las fuerzas sociales, no la moral personal, sino la lucha para establecer la mejor sociedad. Y en esa lucha, el lenguaje del moralismo es demasiado a menudo el lenguaje utilizado por la clase dominante para limitar a los que se oponen a ella....

Por el contrario, todo desarrollo real de la lucha de clase obrera empieza a expresar el tipo de valores que apuntan a la posibilidad de una verdadera sociedad cooperativa y por lo tanto verdaderamente humana. Frente a la atomización del mercado, tales luchas elevan las nociones de solidaridad, de apoyo mutuo, de una puesta en común de capacidades, de esfuerzo cooperativo.

La moralidad de la clase trabajadora se basa en el objetivo de acabar con la explotación y la opresión, pero esto a su vez significa que no todas las acciones pueden justificarse. "El gran fin revolucionario", escribió León Trotsky "rechaza los medios de base y las formas que establece una parte de la clase obrera en contra de otras partes ... o disminuye la fe de las masas en sí mismas y su organización".

Así, mientras que el marxismo considera una base para la moral de la naturaleza humana compartida, mientras que la sociedad está dividida en clases no puede haber moralidad universal. Sin embargo, al luchar por sus propios intereses, la clase obrera hace posible que surgir una moral. Como Engels:

Mantenemos... que todas las teorías morales han sido hasta ahora el producto, en última instancia, de las condiciones económicas de la sociedad existente del momento. Y como la sociedad que hasta ahora se ha movido en los antagonismos de clase, la moral ha sido siempre moral de clase, o bien ha justificado el dominio y los intereses de la clase dominante, o desde que la clase oprimida se hizo lo suficientemente potente, que ha representado a su indignación contra esta dominación y los intereses futuros de los oprimidos”.

Que en este proceso se tiene sobre todo el progreso habido en la moral, como en todas las demás ramas del conocimiento humano, nadie lo duda. Pero todavía no hemos ido más allá de la moral de clase. Una moral realmente humana que está por encima de los antagonismos de clase y, sobre todo recuerdo de ellos se hace posible sólo en una etapa de la sociedad que no sólo ha superado los antagonismos de clase, sino incluso ha olvidado de ellos en la vida práctica.

Phil Gasper es editor de El Manifiesto Comunista: Una hoja de ruta para el documento más importante de la Historia Política (Haymarket Books).

Fuente: International Socialist Review

Publicado por Amanadla

jueves, 30 de agosto de 2012

PROBLEMAS DE LA GUERRA POPULAR [3ª Entrega]


Traducido por el camarada SADE para ODC
Traducido de Clarté Rouge, órgano teórico del Centro Marxista-Leninista-Maoísta (Bélgica)

2.5. Tesis de la universalidad de tipo gonzalista

El Presidente Gonzalo formula la cuestión del siguiente modo: “Cada clase genera su forma específica de guerra y por tanto su estrategia; el proletariado ha creado la suya: la guerra popular y es una estrategia superior, la burguesía nunca podrá tener una estrategia superior a ésa, más, no habrá estrategia más desarrollada que la del proletariado; es un problema de comprobación del proceso militar del mundo.
Cada clase siempre generó su forma de hacer la guerra y su estrategia, y siempre la estrategia superior ha vencido a la inferior y la nueva clase siempre tiene la estrategia superior y la guerra popular lo es, las pruebas lo demuestran. Hay tratadistas militares que dicen así: los comunistas cuando han aplicado sus principios nunca han perdido una guerra, solamente la han perdido cuando no han aplicado sus principios.
Por tanto, partimos de eso, que tenemos una estrategia superior como teoría probada universalmente, nuestro problema era cómo hacer la nuestra, ahí está el problema, entonces se da el margen al yerro. Lo primero que nos planteamos fue eso, la no aplicación mecánica de la guerra popular porque el Presidente Mao Tse Tung nos ha advertido que la aplicación mecánica lleva al oportunismo y lleva a la derrota.”[1]
Nosotros asumimos esta tesis. De hecho, son muchos los grupos que pretenden asumir esta posición. El problema es que, afirmando “no aplicar mecánicamente la guerra popular”, la mayoría de estos grupos elimina su contenido real. Sus decisiones estratégicas, su práctica, son ajenas a los principios fundamentales de la guerra popular. De este modo, pues, al proclamar la universalidad de la guerra popular y pretender a un tiempo practicarla, objetivamente la niegan. Volveremos sobre esta cuestión en nuestra tercera contribución.

2.6. Una precisión

Es menester en este punto precisar que la defensa de un tipo de universalidad por este o aquel teórico revolucionario, por un partido revolucionario u otro, no implica automáticamente la crítica de una universalidad de nivel superior.
Ya lo hemos visto: en ningún documento de Mao Tse Tung se encuentra la tesis de la universalidad de la GPP. Es más, en rigor Mao Tse Tung nunca se planteó la cuestión desde esta perspectiva. Se aferró lo más posible a la realidad china (y su evolución) para elaborar y articular la estrategia más estrechamente ligada a esta realidad. Y cuando esta estrategia difería de la del Komintern, Mao lo justifica no poniendo en entredicho la línea general del Komintern sino resaltando las características de China en ese momento. No se puede encontrar en los textos de Mao Tse Tung, la afirmación de que los principios de la GPP sólo serían válidos únicamente para China.
Por ejemplo, la defensa de la estrategia de la GPP en Turquía por Ibrahim Kaypakkaya se basa en un análisis que considera a Turquía un país semicolonial y semifeudal donde el movimiento kemalista es análogo al Kuomintang (modernización de la sociedad, creación de un estado moderno en el que, sin embargo, se mantiene la explotación semifeudal del campesinado y la dependencia semicolonial del imperialismo estadounidense)[2]. Ibrahim Kaypakkaya defiende, por lo tanto, el primer tipo de universalidad (la GPP es la estrategia adaptada a todos los países semicoloniales y semifeudales y no sólo a la China de la primera mitad del siglo pasado) pero, que sepamos (y quizá los camaradas turcos podrán sacarnos de dudas a este respecto), nunca rechazó explícitamente la universalidad de la GPP a un nivel superior.

3. La cuestión de las condiciones
3.1. Condiciones particulares y condiciones generales

Las objeciones a la universalidad (en el sentido gonzalista) de la guerra popular prolongada se reducen generalmente a señalar que en los países imperialistas (o en general en los países desarrollados, como Argentina o Corea) no se dan las condiciones necesarias para esta estrategia tal como Mao Tse Tung las enumeró.
Ahora bien, no se deben tomar por universales unas condiciones que, como tales, proceden de las condiciones generales de la China semifeudal y semicolonial.
De hecho, una cosa es decir que siendo China un país semifeudal y semicolonial en que la inmensa mayoría del pueblo eran campesinos míseros, el éxito de la guerra popular pasaba por la movilización de dichos campesinos. Y otra muy diferente decir que el éxito de la guerra popular exige la movilización de un campesinado pobre y que en un país donde la inmensa mayoría del pueblo se compone de trabajadores pobres, la guerra popular es impracticable. Y a pesar de ello, a menudo los documentos pasan de una afirmación a la otra como si se tratara de la misma.
En otras palabras, a menos que se diga que la guerra popular prolongada de tipo maoísta sólo era posible en la China del siglo pasado, hay que determinar cuáles eran de las condiciones concretas aquellas que son realmente necesarias para la práctica victoriosa de la guerra popular.
O dicho también en otras palabras, se debe distinguir entre condiciones específicas (tal como las conoció Mao Tse Tung) y condiciones generales necesarias para el éxito de la GPP. Ello implica, necesariamente, un proceso de generalización y transposición. Hasta qué punto este proceder pueda ser legítimo, practicado científicamente, es cuestión que habrá de tenerse constantemente en mente.

3.2. Dos tipos de errores en la cuestión de las condiciones

El examen de la guerra popular de tipo maoísta en otros lugares que no sean la China del siglo pasado, pero sobre la base de esta experiencia, está, pues, amenazado por dos tipos de errores:
1.- Los que se derivan de una incapacidad para generalizar y transponer, y, por lo tanto, en última instancia una incapacidad para teorizar (se termina por rechazar toda GPP que no se ajuste a las condiciones de China en la década de los 30);
2.- Los que se derivan de generalizaciones y transposiciones excesivas, es decir, los que incurren  en una instrumentalización subjetivista de la teoría (se termina por no tener realmente en cuenta ninguna condición de ningún tipo).

3.3. Nuestra propuesta de marco para el análisis de las condiciones

En lugar de responder exclusivamente a las condiciones señaladas entre las objeciones a la universalidad de la GPP, creemos que es útil ampliar la reflexión a todas las condiciones mencionadas por Mao Tse Tung para el éxito de la GPP (o elementos necesarios para la GPP: por ejemplo las condiciones indicadas para la constitución de las bases de apoyo). En cualquier caso, prestaremos una especial atención a las condiciones invocadas en las objeciones a la universalidad de la GPP.
Después de haber identificado en un primer momento todas las condiciones que conoció la GPP “histórica” de Mao Tse Tung (basándonos en los análisis del propio Mao), trataremos de extraer, a continuación, los elementos de estas condiciones necesarios para el éxito de la GPP al objeto de ver en qué medida una condición no puede ser remplazada por otra, ya posea un elemento que produzca un efecto similar o inferior-suficiente o claramente superior.
Hecho esto, nos centraremos, seguidamente, en las “condiciones de sustitución” accesibles a las condiciones de las metrópolis imperialistas. Primero porque si hubiera que considerar todas las hipótesis, nos harían falta miles páginas; y segundo, porque realizamos un trabajo de análisis cuyo objeto es avanzar en nuestro trabajo revolucionario aquí y ahora.

3.4. Las condiciones políticas

En Mao, las condiciones políticas para una GPP victoriosa son las siguientes:
a) Existencia de un partido sólidamente asentado bajo una dirección proletaria.
b) Posibilidad de un Frente que movilice a todas las capas opuestas al sistema.
 c) Existencia de un Ejército Rojo y una Guardia Roja.
d) División en las filas del enemigo.
A nuestro parecer, estas condiciones pueden ser:
- precisadas (¿En qué medida, por ejemplo, el partido debe estar “sólidamente asentado”? En el momento en que Mao Tse Tung escribió estas palabras, el partido había sido prácticamente aniquilado en las metrópolis chinas y era inexistente en amplias zonas del país).
- puestas en relación (se puede concebir que el partido podría estar un poco menos “sólidamente asentado” si la división en las filas del enemigo fuese especialmente profunda, o, a sensu contrario, que si la división en las filas del enemigo no es muy profunda, el partido debe estar muy sólidamente asentado).
Sin embargo, como esta problemática no afecta al debate sobre la universalidad de la GPP; como, en otras palabras, no son las condiciones políticas sino las sociales las que se invocan en ocasiones contra la tesis de la universalidad de la GPP, vamos a centrarnos ahora en estas últimas[3].

3.5. Las condiciones sociales
3.5.1. Sobre el campesinado pobre (I)

Es evidente que Mao Tse Tung decidió dar preferencia a los campesinos pobres y, en especial, a los de las regiones más atrasadas por una serie de criterios absolutamente independientes del hecho de que estas masas, en términos absolutos, ejercieran una actividad económica de tipo agrícola en vez de industrial.
La especificidad del carácter agrícola debe tenerse en cuenta porque la actividad agrícola permitía la autosuficiencia de las bases de apoyo y de las zonas liberadas. Excepto unos pocos productos como la sal, las zonas liberadas eran autosuficientes y, en las condiciones de retraso de la China de entreguerras, podían convertirse en atractivas microsociedades socialistas en la medida en que permitían una neta mejora de las condiciones de vida de las masas.

3.5.2. Sobre el campesinado pobre (II)

¿Si no era el carácter agrícola de la actividad de estas masas lo que determinó la elección de los campesinos pobres por Mao Tse Tung, qué fue lo que determinó esta elección? Esto es lo que escribió Mao Tse Tung:
“Dentro de poco, centenares de millones de campesinos en las provincias del centro, el Sur y el Norte de China se levantarán como una tempestad, un huracán, con una fuerza tan impetuosa y violenta que nada, por poderoso que sea, los podrá contener. Romperán todas las trabas y se lanzarán por el camino de la liberación. Sepultarán a todos los imperialistas, caudillos militares, funcionarios corruptos, déspotas locales yshenshi malvados. Todos los partidos y camaradas revolucionarios serán sometidos a prueba ante los campesinos y tendrán que decidir a qué lado colocarse. ¿Ponerse al frente de ellos y dirigirlos? ¿Quedarse a su zaga gesticulando y criticándolos? ¿Salirles al paso y combatirlos? Cada chino es libre de optar entre estas tres alternativas, sólo que los acontecimientos le obligarán a elegir rápidamente.”[4]
Es en el Informe sobre una investigación del movimiento campesino en Junán, escrito en mayo de 1927, donde Mao Tse Tung defiende el potencial revolucionario del campesinado y el carácter revolucionario del movimiento campesino. Se sabe que, para escribir este informe, Mao recorrió Junán durante más de un mes. Su descripción del movimiento campesino, que es al mismo tiempo una defensa del mismo, es rico, profundo y vivo: sobre esta base Mao dirigió la lucha en el seno del partido tanto contra el oportunismo de derechas que, al desear mantener estrechos vínculos con el Kuomintang ligado a los terratenientes, daba la espalda a las luchas campesinas, como contra el oportunismo de izquierdas que, encerrado en el obrerismo insurreccionalista, daba también la espalda a esas mismas luchas.
El interés de estos textos reside en que fueron escritos antes del golpe de estado reaccionario de 12 de abril de 1927, antes de que Chiang Kai Shek se volviera contra el Partido Comunista y contra los sindicatos obreros, masacrando a miles de proletarios y comunistas quebrando de este modo durante largos años la organización de la clase trabajadora china. Muchos cuadros sólo descubrieron el carácter revolucionario del campesinado y su importancia decisiva en el proceso revolucionario más tarde y a consecuencia de la derrota de los trabajadores en las ciudades (el levantamiento de Cantón, en respuesta al golpe de estado de Chiang Kai Shek, fue aplastado en diciembre de 1927). No ocurrió lo mismo con Mao: desde su Análisis de las clases de la sociedad china, artículo escrito en marzo de 1926, ya pone en evidencia el potencial revolucionario del “semiproletariado” (categoría en la que incluye a la inmensa mayoría de los campesinos semipropietarios, campesinos pobres, artesanos, empleados y vendedores ambulantes).
Si Mao Tse Tung resalta al campesinado pobre, es porque se trata de masas (“de cientos de millones”) de explotados en una situación que les lleva a luchar por el derrocamiento del orden existente y que se rebelarán con o sin los partidos revolucionarios.
La pregunta que se nos plantea es por lo tanto: ¿existen hoy tales masas? Y si es así, ¿dónde están?
Y la respuesta es clara: sí, esas masas existen, existen en las megápolis de todo el mundo y manifiestan su rebelión en explosiones de violencia urbana que recuerdan claramente las revueltas campesinas de los siglos pasados.

3.5.3. El PCCh y la cuestión urbana

Es sorprendente observar cómo las ciudades no desempeñaron ningún papel en la GPP dirigida por Mao Tse Tung en China. La clase obrera casi no participó en la revolución, ni siquiera en su fase final. En 1946-47, se suceden numerosas huelgas y luchas obreras, pero son puramente sindicalistas, reivindicativas y corporativistas (en Shanghai, principal ciudad obrera de China con medio millón de trabajadores, hay 453 sindicatos diferentes). Mientras que en 1936 hubo 278 huelgas en toda China, en 1946 hubo 1.716 sólo en la ciudad de Shanghai y 2.538 en 1947. El Kuomintang se debate entre fases de represión muy dura y concesiones (en la primavera de 1946 se concedió la escala salarial, que se mejoró en el 48). En Tianjin, una gran ciudad industrial, la clase trabajadora está sindicada y lucha por sus intereses económicos, pero incluso cuando la ciudad está rodeada por el Ejército Rojo, los trabajadores no hacen nada para facilitar la toma de la ciudad. Y en todas partes ocurrirá lo mismo: el movimiento obrero permanecerá a la expectativa. En las ciudades, sólo el movimiento estudiantil participará decididamente en la lucha revolucionaria.
La causa de este fenómeno es evidente: la clase obrera china fue diezmada por las masacres de 1927.
La marcha de los militantes y cuadros supervivientes al campo acabó con las estructuras de la clase obrera y con su capacidad para dirigir una lucha política, más aún cuando el PCCh no hizo de su reconquista política un eje estratégico.

Es ésta una característica completamente específica de la China de la época, que refuerza “en vacío” el papel de los campesinos pobres en la Revolución China.

NOTA
[1] Presidente Gonzalo: entrevista a El Diario, cf. Página 72 de esta edición.
[2] En realidad, para Ibrahim Kaypakkaya, el movimiento kemalista es incluso históricamente inferior al Kuomintang en el hecho de que la burguesía media nacional no desempeña en él ningún papel: “es decir que los jefes de la revolución [kemalista] son las clases de la gran burguesía compradora turca y los terratenientes. La burguesía media de carácter nacional no participó en la revolución como fuerza guía.” Sobre el kemalismo.
[3] Volveremos sobre la cuestión de las condiciones políticas en nuestra próxima contribución.
[4] Obras escogidas de Mao Tse Tung, en 6 volúmenes, Pekín, Ediciones en lengua extranjera, 1967-68, volumen I, página 22.

Publicado por el blog camarada Odio de Clase 

Retomando las calles de Palestina: entrevista exclusiva con el artista de graffiti subterráneo Jerusalén


Maat Musleh, The Electronic Intifada, Jerusalén, 29 de agosto 2012


["No hay más voz que la voz de la intifada" (Cortesía del artista)]

Graffiti ha sido un instrumento de la lucha de liberación palestina durante décadas, durante la primera Intifada a finales de 1980 y principios de los 90, los palestinos han pintado grafitis en las paredes como una forma de protesta contra la ocupación. Los artistas de grafiti  encuentran represión brutal si se le detecta.

Los jóvenes palestinos están continuando el legado del arte como una forma de resistencia hoy. El 12 de enero, un grupo de desconocidos penetraron en el corazón fuertemente fortificada de Jerusalén Oeste pintadas durante la noche y pintadas con mensajes políticos en las paredes, las puertas, las obras en construcción y otras superficies. La mayoría de las pinturas imaginado un rostro de mujer enmascarada con una kuffiyeh, el tradicional pañuelo a cuadros palestino. A continuación algunas de las imágenes estaba la palabra "rebelión" en árabe.

El grupo llegó a las murallas de Jerusalén de nuevo cinco días después, y emitió una declaración anónima prometiendo continuar su acción para enviar mensajes a las comunidades israelíes y palestinas.

En las semanas siguientes, otros grupos tomaron la antorcha del poder de aerosol en varias ciudades como Haifa y Jaffa.

En junio, los activistas de Jerusalén dieron un paso audaz por pintar graffiti en las puertas y paredes de los edificios gubernamentales, así como las puertas de las casas israelíes en Jerusalén y las casas palestinas ocupadas desde la limpieza étnica de 1948. Ellos enviaron el mismo mensaje llamando a los palestinos en general, y las mujeres palestinas en particular, a la revuelta. También pintaron "Recuerda Gaza" a través de la pared de uno de los edificios en letras grandes.

Artista de Graffiti Subterráneo habla

Un miembro del grupo, una joven activista feminista palestina que opera bajo el seudónimo de "Laila", habló con The Electronic Intifada bajo condición de anonimato. Laila ha estado activa en el arte callejero en Palestina antes de la creación del grupo anónimo Jerusalén, centrándose en la pintura de las paredes de en ambos Occidental y Jerusalén Este….

http://revolutionaryfrontlines.wordpress.com/2012/08/30/taking-back-palestines-streets-exclusive-interview-with-underground-jerusalem-graffiti-artist/


Publicado por Línea Frontal de Lucha Revolucionaria

Pobres en la India mueren de hambre mientras los políticos roban $ 14,5 mil millones de Alimentación


LOS QUE TIENEN CARNE EN LA MESA
Enseñan  resignación.
Aquellos para los que va destinada la contribución
Demandan sacrificio.
Los que comen hasta saciarse hablan del hambre
de épocas maravillosas por venir.
Los que dirigen el país al abismo
proclaman gobernar es demasiado difícil
para los hombres ordinarios.
- Por Bertolt Brecht

 Por Mehul Srivastava y Andrew MacAskill, Bloomberg - 29 de agosto 2012

Ram Kishen, de 52 años de edad, a quién el gobierno proporcionó cartilla de racionamiento en Satnapur Village, Uttar Pradesh, India.

Ram Kishen, de 52 años, medio ciego y medio muerto de hambre, tiene en sus manos nudosas el motivo de su hambre: una tarjeta hecha jirones que le faculta a las raciones subvencionadas que ahora sirve como un símbolo en la India de atraco más grande de alimentos.
Kishen no ha adquirido nada de la tienda del pueblo durante 15 meses. Sin embargo, a 20 minutos 
 a pie de Satnapur, pasados ​​los campos yermos y pequeñas aldeas donde los niños juegan con sus barrigas hinchadas, una instalación de almacenamiento con trigo y arroz del gobierno de cinco campos de fútbol. Por ley, las 57.000 toneladas de alimentos están destinados a Kishen y a los 105 otros hogares en Satnapur con cartillas de racionamiento. Están destinados a algunos de los 350 millones de familias que viven por debajo del umbral de la pobreza de la India con 50 centavos de dólar al día.

En su lugar, hasta $ 14.5 mil millones en alimentos fue saqueada por los políticos corruptos y sus organizaciones criminales en la última década en el estado natal Kishen de Uttar Pradesh, según datos compilados por Bloomberg. El robo embotado única arma del país contra el hambre generalizada - un sistema de cinco décadas de distribución pública que no ha cumplido las cosechas récord a las placas de hambrientos de la India.

"Esto es lo más misero, la corrupción se realiza sin piedad porque a golpea a los más pobres y más vulnerables de la sociedad", dijo Naresh Saxena, quien, como un comisionado a la Corte Suprema de la nación, supervisa los programas basados ​​en el hambre en todo el país. "Lo que me parece aún
más sorprendente es la falta de voluntad para tratar de detenerlo." 


Publicado por Línea Frontal de Lucha Revolucionaria

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miércoles, 29 de agosto de 2012

(n) PCI: LA CRÍTICA DOGMÁTICA


(Nota de Luminoso Futuro: Tomando la oportunidad del debate abierto entre el blog camarada Odio de Clase y un Colectivo hoxhista español, alrededor de un artículo de estos últimos dedicado a atacar un supuesto espíritu “antistalinista” del camarada Mao, y en la cual únicamente se dedican a repetir los ataques calumniosos y falaces de Enver Hoxha contra  los indiscutibles méritos del Líder comunista chino de pertenecer a la fila de los Clásicos del Marxismo-Leninismo, abrimos entrada a la necesaria polémica contra la corriente internacional de los llamados por nosotros, los comunistas (ml) de Panamá, “marxistas-leninistas de la segunda etapa”.  Nos mueve a ello, pese al encono y el veneno que ponen en sus ataques a Mao, al maoísmo como tercera y superior etapa alcanzada por la ciencia proletaria de la revolución proletaria y el extremo sectarismo de algunos grupos y partidos que lo representan, consideramos nosotros “las naves no están quemadas”. Nosotros comunistas (ML) de Panamá ya hemos hecho una experiencia de ese tipo: en la práctica política, sin transigir un ápice en nuestros principios maoístas, hemos encontrado camino de colaboración política con un Colectivo Hoxhista panameño, hoy desaparecido, en la difusión del marxismo-leninismo, en la lucha contra la dictadura militar y contra el revisionismo kruschevista panameño y con buenos resultados. Demostrándonos en la práctica política la división es superable, aunque persistan las diferencias de interpretación ideológicas.  Dado es posible que en el debate, la actual lucha ideológica y política, por poner el Marxismo-Leninismo-Maoísmo al mando en el movimiento comunista internacional, se  abre cancha la posibilidad real de una dada unidad de acción política conjunta sin intransigencias dogmáticas y respetando los principios revolucionarios proletarios y la verdad universal del marxismo-leninismo en la dialéctica materialista de su desarrollo. Si se polemiza es para aprender, para descubrir fallas y deficiencias y superarlas, siendo más y mejores comunistas. Máxime, hoy y en estos momentos de crisis general final del capitalismo, cuando al imperialismo  y el fascismo coaligados sólo podremos responderle como un solo puño proletario, con un Frente Internacional de Acción Comunista.  Seria un suicidio el llamar a la clase obrera a enfrentar al imperialismo internacional, cuando éste en sus estertores de muerte nos está demostrando que está dispuesto jugársela el todo por el todo, teniendo a su frente dos, tres o cuatro Internacionales y enfrentadas en lucha a muerte. Es la clase obrera, la causa del socialismo y del comunismo los que salen perjudicados. En esta unidad de acción política internacional de los marxistas-leninistas de la segunda etapa y los marxistas-leninistas-maoístas, resulta claro, por ningún momento o motivo puede haber unidad a cualquier nivel con los restos del movimiento revisionista moderno o con los elementos del revisionismo de nuevo tipo o revisionismo postmoderno.  Con la convicción de que de la lucha nacerá la unidad, publicamos el presente artículo de los camaradas italianos del (nuevo) Partido Comunista Italiano polemizando con algunas Organizaciones hoxhistas de dicho país).

A propósito de un artículo reciente de Scintilla contra el maoísmo
(Rapporti Sociali n° 30, junio de 2002)

"Sin teoría revolucionaria, es imposible que el movimiento revolucionario vaya más allá de un nivel elemental y espontáneo". Guiados por esta enseñanza del movimiento comunista, los CARC han establecido que una de las condiciones a crear para la reconstrucción del partido es la de "desarrollar el trabajo sobre el programa del partido, su método de trabajo, su análisis de la fase y su línea general". Todo el trabajo hecho en este campo, incluida la publicación del Proyecto de Manifiesto Programa (octubre de 1998), forma parte de la elaboración de los fundamentos teóricos del nuevo partido comunista. No basta invocar una concepción teórica justa, proclamar que dicha elaboración es indispensable, que todos los miembros del  partido deben estar unidos en torno a la concepción comunista del mundo. Es preciso asimilar la concepción del mundo que el movimiento comunista en sus más de 150 años de historia ha elaborado, aplicarla y enriquecerla. Es una labor que los dogmáticos rechazan. Ellos a lo más que llegan es a repetir que es preciso hacerla.
Vale la pena detenerse sobre el escrito ¿Marxismo-leninismo o maoísmo? difundido en febrero de 2002 por la redacción de Scintilla-Roma (y compartido también probablemente por el Círculo Lenin-Catania y por la redacción de Política Comunista-Florencia que con la redacción de Scintilla  han suscrito en 2001 una declaración de unidad de acción por la reconstrucción del partido comunista, en cuyo ámbito, según los comunistas, predomina el debate sobre los fundamentos teóricos del partido). En efecto, este escrito constituye un ejemplo del modo en que los dogmáticos combaten el marxismo-leninismo-maoísmo y revela su naturaleza. La esencia de las objeciones expuestas en el documento de Scintilla coincide con las expuestas por otros dogmáticos: por Enver Hoxha (1908-1985), el difunto secretario general del Partido del Trabajo de Albania, por los representantes del ISML (International Struggle Marxist-Leninist), por Antorcha (revista teórica del PCE(r)) y por otros. La discusión en curso sobre el maoísmo es una discusión sobre los fundamentos teóricos del nuevo partido: una cuestión esencial y discriminante. Con razón la Comisión Preparatoria del congreso fundacional del (nuevo) Partido comunista italiano la ha señalado como "octava discriminante" en el artículo homónimo de Nicola P. (1). Ningún camarada que quiera hacer una contribución a la fundación del partido puede eludir esta cuestión y rechazar analizar las objeciones. Es una cuestión en la que no caben medias tintas.

1.
 En primer lugar es preciso aclarar que los dogmáticos trampean y por comodidad polémica deforman nuestra posición, expresada también en el Proyecto de Manifiesto Programa (1998). De esta forma presentan la cuestión del maoísmo como si contrapusiésemos el marxismo-leninismo y el maoísmo: o una cosa u otra. En cambio la relación entre el maoísmo y el marxismo-leninismo es análoga a la relación entre leninismo y marxismo señalada por Stalin en la introducción de Principios del leninismo (1924). El maoísmo no sustituye al marxismo-leninismo, pero está constituido por las aportaciones importantes y esenciales de Mao al marxismo-leninismo (2). Se trata sin embargo de aportaciones tan importantes e indispensables para los fines políticos, que se puede afirmar que hoy no se puede ser marxista-leninista si no se es marxista-leninista-maoísta, como en 1924 Stalin afirmaba que no se podía ser marxista si no se era marxista-leninista. Y los acontecimientos le han dado razón. Así plantea también la cuestión Nicola P. en el artículo citado. Como veremos, los mismos dogmáticos sin quererlo confirman nuestra afirmación.

 2.
 En segundo lugar, precisamente porque reivindicamos, hacemos nuestro y utilizamos el patrimonio teórico y la experiencia del movimiento comunista contra los revisionistas modernos y sus epígonos (también los del PRC), es necesario que nos distingamos netamente de los dogmáticos. Scintilla, como en general los dogmáticos, oculta que cada vez que ha surgido una corriente revisionista en el movimiento comunista, se han dado y se dan dos tipos de oposición.
Una es la oposición constructiva, que defiende eficazmente el patrimonio teórico del movimiento comunista porque identifica los problemas sobre los que se apoya la corriente revisionista y da a las mismas respuestas revolucionarias, coherentes con el patrimonio del movimiento comunista, y adaptadas a las tareas prácticas del movimiento. Esta es la oposición que desarrolla el patrimonio teórico del movimiento comunista llevándolo a un nivel superior y abre vías de desarrollo y victoria al movimiento comunista como movimiento práctico. De este tipo ha sido la respuesta de Lenin al primer revisionismo (el promovido por Bernstein (1850-1932) en los últimos años del siglo XIX). Lenin no se limitó a demostrar la inconsistencia de las tesis de los revisionistas. Estos tenían un cierto predicamento en el movimiento comunista (que entonces se llamaba socialdemócrata), no por la inconsistencia de sus tesis, sino porque todavía no se habían dado respuestas justas a algunos problemas que el desarrollo de la lucha de clases había puesto al orden del día. Lenin identificó los nuevos problemas: la entrada del capitalismo en su fase imperialista y el inicio de la época de las revoluciones proletarias (1). Los viejos partidos no estaban preparados para responder a las nuevas tareas, razón por la cual no se hallaban en condiciones de hacer frente al revisionismo, tanto cuando  no lo aceptaban como cuando incluso lo rechazaban. Lenin dio respuestas adecuadas a estos nuevos problemas tanto en el plano teórico como político: estas respuestas constituyen el leninismo (3). Del mismo tipo ha sido también la respuesta de Mao Tse-tung  (1893-1976) al revisionismo moderno, al promovido por Kruschev (1894-1971) en los años 50 del siglo pasado y que ha tenido como principales representantes a Togliatti  (1893-1964), a Breznev (1906-1982) y a sus sucesores. Mao ha reconocido que había algo nuevo, a lo que la ciencia de la revolución hasta entonces elaborada no daba solución: cómo continuar la revolución proletaria en las condiciones creadas por los grandes éxitos alcanzados durante la primera oleada de la revolución proletaria con la constitución de un campo socialista que cubría un tercio de la humanidad y con la creación de fuertes e influyentes partidos comunistas prácticamente en cada país. Precisamente era la falta de respuestas adecuadas a esta situación nueva lo que explicaba el éxito de los revisionistas modernos en el movimiento comunista, por devastadora que fuese su acción y por muy inconsistentes que fuesen sus concepciones. El maoísmo es el conjunto de respuestas dadas por  Mao a este problema.
La otra es la oposición dogmática que quisiera defender las posiciones ya conquistadas, pero no identifica los problemas sobre los que se basa la corriente revisionista y menos aún les da solución. Esta posición es estéril y está destinada al fracaso. Según los dogmáticos, el éxito de los revisionistas es debido a la casualidad, a la traición de individuos, a la fuerza de la burguesía o a la ignorancia de las masas populares, situándose ya aquí fuera de la concepción comunista. Si eso fuese así, los comunistas no podrían hacer nada. Por consiguiente, los dogmáticos tienen la conciencia tranquila y no tendrían ninguna responsabilidad en el éxito de los revisionistas. En cuanto al futuro, según los dogmáticos, los comunistas deben solamente resistir a la espera de que las desgracias, que el predominio de la burguesía inevitablemente trae consigo, desmientan a los revisionistas y hagan entrar en razón al proletariado que entonces reconocerá la justeza de las ideas que los comunistas entretanto han seguido repitiendo a quien quiera escucharles. Pero las cosas no son así. En realidad, si los revisionistas han tenido éxito es debido a los límites del movimiento comunista que debemos identificar y superar. Y no bastan los acontecimientos para  empujar a las masas hacia nosotros. Es preciso que nosotros, como comunistas, seamos capaces de dar soluciones justas, por lo menos, a los principales problemas que el movimiento de la sociedad plantea a las masas, que las llevemos a ellas y que las guiemos de lucha en lucha hasta la victoria.
Scintilla oculta que ha existido también una oposición dogmática al viejo revisionismo, para quitar de en medio un precedente embarazoso, ante el miedo de "verse reflejada en el espejo". Astutamente mete en el mismo saco a Kautzky (1854-1938) y a Bernstein como "padres del revisionismo". ¡Eh, alto, no confundamos las cosas¡ Desde 1899 hasta 1914  Kautzky  fue el portavoz más relevante de los "marxistas ortodoxos" y el principal impulsor de la polémica contra el revisionismo de Bernstein. En esos años hasta Lenin se refirió repetidamente a Kautzky como a su maestro en el campo teórico, a pesar de que repetidamente se enfrentase con él sobre las cuestiones políticas del partido ruso. Después de 1914, Kautzky y otros como él continuaron considerándose como "verdaderos marxistas" y sosteniendo que Lenin se había desviado del marxismo. La trayectoria seguida por Kautzky es significativa del papel de una de las familias de los críticos dogmáticos del revisionismo, aunque no todos tuvieron un final tan lastimoso. Es obvio el interés de los dogmáticos en ocultar a su ilustre predecesor.
Para combatir eficazmente el revisionismo no basta repetir las verdades ya conocidas, ni  mostrar la inconsistencia de sus concepciones. Es preciso sacar a la luz los problemas en los que el revisionismo se ha basado como trampolín para lograr imponerse en todo el movimiento comunista. ¿Qué es lo que han hecho los dogmáticos en este terreno?
En cuanto al maoísmo, Scintilla, como otros dogmáticos, deforma groseramente en diferentes terrenos las posiciones de Mao y la historia del partido comunista chino (PCCh). Es imposible y, en definitiva, también inútil volver a repasar uno por uno los diez textos de Mao que Scintilla arguye (de pasada y sin entrar en detalle) como "pruebas de cargo" de los diecisiete errores que atribuye a Mao. Scintilla remite a "un análisis detallado de algunas obras en  futuras intervenciones específicas": las leeremos con interés si alguna vez ven la luz y no desisten de ello: cosa no descartable, dado que, como decía Mao, "el dogmatismo es propio de las personas perezosas". Me limitaré, pues, a examinar entre las críticas de Scintilla tres que el lector podrá valorar sin recurrir a la exégesis de los textos maoístas.
  
3.

Scintilla sostiene que Mao y el PCCh, tras la victoria de la revolución democrático-burguesa en 1949, no habrían dado comienzo en la RPCh a la revolución socialista, que el PCCh no ha sido  un partido comunista y que la RPCh no ha sido nunca un verdadero país socialista.
Frente a tales afirmaciones, podría limitarme a pedir a los dogmáticos que explicasen qué ha sido la RPCh, si no era un país socialista, entre 1949  y 1976 y porqué ni Stalin ni otros eminentes marxista-leninistas nunca se dieron cuenta de lo que ellos afirman, hasta que Enver Hoxha en 1978 lo "descubrió" ante el nuevo curso que Teng Hsiao-ping y los revisionistas chinos habían impreso a la actividad del PCCh y a la política de la RPCh desde 1976 (4). Pero sus razonamientos se prestan a algunas consideraciones que creo útiles.
En efecto, contextualmente, Scintilla 1.sostiene que la revolución democrático-burguesa culminada en 1949 habría liberado a China del feudalismo y de la dominación imperialista, 2. que el  partido comunista, reconstruido después de la Revolución Cultural, habría llevado a China, tras la muerte de Mao, "por  el camino del desarrollo capitalista abierto y del predominio burgués" hasta convertirla en "un moderno país capitalista".
Es fácil darse cuenta que estas afirmaciones son una maraña de contradicciones lógicas que llevan a conclusiones políticas erróneas a quien las aplique prácticamente.

1. En primer lugar, implican que en la época imperialista son todavía posibles revoluciones democrático-burguesas victoriosas no dirigidas por la clase obrera mediante su partido comunista. Esta tesis ha sido refutada numerosas veces por Lenin en lucha contra los mencheviques. Estos precisamente sostenían que Rusia podía seguir  la vía de una revolución democrático-burguesa dirigida por la burguesía, como habían hecho Inglaterra, Francia y otros países en la época precedente a la fase imperialista del capitalismo. Lenin sostenía en cambio contra los mencheviques que en la fase imperialista sólo era posible una revolución democrático-burguesa victoriosa si era dirigida por la clase obrera mediante su partido comunista, una revolución que, por consiguiente, abriría las puertas a la revolución socialista. En la fase imperialista la burguesía se había ya pasado a la reacción, había establecido vínculos con las clases feudales para explotar conjuntamente con ellas a los trabajadores de los países imperialistas y de los países oprimidos y había demostrado que no estaba dispuesta a llevar a fondo una revolución contra ellas. Los acontecimientos han demostrado numerosas veces que la tesis de los mencheviques era equivocada y justa la posición de Lenin. No sólo Rusia siguió la vía indicada por Lenin sino que todas las revoluciones democrático-burguesas que no han tomado esa vía han fracasado: ni han eliminado las relaciones de producción feudales ni han liberado a ningún país del yugo imperialista. Esto se verá confirmado a lo largo de todo el siglo XX por la marcha de la revolución democrático-burguesa en Turquía, en China hasta 1927, en la India, en Persia, en diversos países de América Latina, en los países árabes, en todos los países coloniales y semicoloniales. En cambio, la revolución democrático-burguesa sólo ha tenido éxito en China porque estaba dirigida por la clase obrera mediante su partido comunista. Fue, por usar la expresión acuñada por Mao, una "revolución de nueva democracia". Cosa que los marxistas-leninistas de todo el mundo, con Stalin a la cabeza, no han puesto nunca en duda. Ahora los dogmáticos nos vienen a decir, contrariamente a la concepción marxista-leninista y al curso general de las cosas, que fue una revolución victoriosa, a pesar de que no estaba dirigida por la clase obrera y que dio nacimiento a un país capitalista.
Esta imagen denigratoria de la revolución china como revolución democrático-burguesa de viejo tipo y de la RPCh como un país capitalista la difundieron por primera vez, en los años 50, los trotskistas y bordiguistas. Pero por parte de ellos eso es comprensible: sus afirmaciones se corresponden perfectamente con el papel que desarrollaban contra el movimiento comunista y sus concepciones. Su tesis fue después recogida en los años 60 por los revisionistas soviéticos cuando tuvieron necesidad de contrarrestar la influencia del PCCh que llevaba la lucha contra el revisionismo en todo el movimiento comunista mundial (5). Finalmente, a partir de 1978, fue adoptada también por Enver Hoxha, que se había opuesto al revisionismo moderno, pero desde posiciones dogmáticas, al igual que una parte del "Movimiento marxista-leninista" de los años 60 (por ejemplo, Grippa en Bélgica).
2. En segundo lugar, ¿cómo habría sido posible que Teng Hsiao-Ping metiera la RPCh, tras la muerte de Mao, "por el camino del desarrollo capitalista abierto" si la RPCh era ya un país capitalista? ¿Quizás se trataba de un desarrollo capitalista enmascarado? Es verdaderamente ridículo, además de contrario a los hechos, sostener que entre 1949 y 1976 un país de mil millones de personas desarrollaba el capitalismo a escondidas, furtivamente, mientras el partido que la dirigía seguía desarrollando en todo el movimiento comunista mundial una lucha a favor del comunismo. Y esto sin que durante años ningún marxista-leninista se diese cuenta de ello y mientras los imperialistas saboteaban y boicoteaban la RPCh, precisamente porque era un país socialista y retaguardia del movimiento comunista mundial. Y mientras Mao a partir de los años 60 lanzaba repetidamente, hasta su muerte en 1976, la alarma contra un posible regreso de la RPCh al capitalismo, lo que efectivamente tuvo lugar tras 1976, como los mismos dogmáticos reconocen (6).
3. En tercer lugar, hay que señalar finalmente que los dogmáticos en su argumentación dan por descontado que "la entrada abierta de China en el mercado imperialista mundial" es ya una cosa hecha. En realidad, la cautela con la que los revisionistas chinos proceden en la "condena del maoísmo" (7) y en la eliminación de las conquistas socialistas de las masas populares chinas es una confirmación de las resistencias que encuentran dentro de su país y una confirmación de la importancia de las conquistas socialistas que las masas populares habían logrado en el período 1949-1976. Dando por culminada la restauración del capitalismo, los dogmáticos tergiversan la situación, el marco de las contradicciones internacionales en las que operamos y debilitan la solidaridad internacionalista con cuantos ofrecen resistencia en la RPCh a la restauración en curso (8).

 4.
 Una tesis repetida por todos los dogmáticos, y también por Scintilla, es que Mao habría ocultado, desconocido o infravalorado la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional en la fase socialista de la RPCh (1949-1976). Contra esta tesis están tanto la labor realizada por Mao a la cabeza del PCCh desde 1949 al 1976 para desarrollar la transición de la economía mercantil y capitalista al comunismo, como la opinión de todo el movimiento comunista hasta el "descubrimiento" hecho por Enver Hoxha en 1978. Pero para demostrar hasta qué punto Scintilla tergiversa las posiciones teóricas de Mao, quiero citar lo que él mismo dice en el informe presentado el 8 de marzo de 1949 a la segunda sesión plenaria del CC del PCCh, en vísperas de la victoria de la revolución de nueva democracia: "Una vez que la revolución china haya triunfado en todo el país y sea resuelto el problema de la tierra, todavía subsistirán en China dos contradicciones fundamentales. La primera, de orden interno, es la contradicción entre la clase obrera y la burguesía. La segunda, de orden externo, la contradicción entre China y los países imperialistas. Es por esto que, tras la victoria de la revolución democrática popular, el poder estatal de la república popular bajo la dirección de la clase obrera no deberá ser debilitado, sino reforzado. Las dos medidas políticas fundamentales que el Estado adoptará en su lucha en el terreno económico serán el control sobre el capital a nivel interno y el control del comercio con el exterior"(9).
Lo que los dogmáticos no comprenden  es que el modo de tratar las contradicciones varía en función de los cambios en las condiciones concretas internas y externas y que, de acuerdo con estos cambios en las condiciones concretas, el carácter de las contradicciones puede pasar de antagónico a no antagónico y viceversa. Si el poder de la clase obrera está asegurado y la burguesía se ha resignado a la derrota, el modo en el que la clase obrera trata las contradicciones con ella es distinto del que emplea si la burguesía opta por la guerra civil o fomenta el sabotaje y el boicot. Esto se ve confirmado también por el relevante parecer de Marx y de Engels (ved, por ejemplo, el discurso tenido por Marx en Amsterdam el 8 de septiembre de 1972 y el prefacio de Engels a la primera edición inglesa del libro I de El capital de noviembre de 1886). Ni uno ni otro excluían la posibilidad de que en algunos países, como Inglaterra y los EEUU de entonces, los trabajadores consiguieran hacerse con la dirección del país y llevar a cabo la revolución por medios pacíficos y que la burguesía pudiese resignarse a lo inevitable a cambio de una renta vitalicia. Esto se vería confirmado por la experiencia del Partido comunista ruso tras la Revolución de Octubre. Desde octubre de 1917 a finales de 1918 Lenin hizo planes y tomó medidas que contemplaban la sumisión de la burguesía al poder soviético y una cierta colaboración de la misma en la reconstrucción económica del país a cambio de la concesión de algunos privilegios (10). Sólo después de que a finales de 1918 la burguesía imperialista puso precipitadamente fin a la primera Guerra mundial y concentró sus fuerzas en ahogar al poder soviético y en Rusia todas las clases reaccionarias y todos los partidos (incluidos los socialistas revolucionarios y los mencheviques) se coaligaron contra el poder soviético, sólo entonces fue tratada de nuevo la burguesía de forma antagónica. Pero en 1921, una vez vencida la guerra civil, Lenin retornó con la NEP a establecer las condiciones necesarias para actuar de forma que la burguesía, la pequeña burguesía y hasta grupos del capital internacional (con las "concesiones" mineras, forestales, etc.) colaborasen con el poder soviético en la reconstrucción económica del país. Sólo cuando se crearon las condiciones económicas y políticas internas e internacionales necesarias el Partido comunista ruso, bajo la dirección de Stalin, lanzó los planes quinquenales para el desarrollo industrial y cultural y la colectivización del campo. Las medidas tácticas dependen de las situaciones concretas. Una medida equivocada hoy, se hace oportuna y necesaria mañana y puede ser nuevamente equivocada pasado mañana. Cuando en 1927-28 el partido en la URSS lanzó la colectivización del campo y los planes quinquenales, los trotskistas gritaron que Stalin copiaba el programa que ellos habían propuesto algunos años antes. Pero su griterío equivalía a la satisfacción de un individuo que cree ser un hombre genial y de vanguardia porque cuando llega el verano los hombres salen sin abrigo como él les apremiaba a hacerlo desde hacía tiempo, todavía en pleno invierno.
Los dogmáticos no tienen en cuenta las situaciones concretas. Confunden la estrategia con la táctica. Dado que la estrategia de la revolución socialista es la eliminación de la burguesía como clase, para ellos toda medida táctica debe ser de "eliminación". A la vista de que la ofensiva es la ley general de la revolución socialista, para ellos toda medida táctica debe ser ofensiva. En cambio, el PCCh siguió justamente bajo la dirección de Mao una estrategia de eliminación de la burguesía nacional aplicando una sucesión de medidas tácticas de acuerdo con las condiciones concretas  internas e internacionales y los cambios en la correlación de fuerzas entre las dos clases en el terreno político, económico y cultural. La estrecha ligazón con las masas populares y en particular con las distintas clases campesinas establecida por el PCCh durante la revolución de nueva democracia, la existencia de un campo socialista ( hasta que la RPCh pudo contar con él), la misma hostilidad intransigente del imperialismo (bloqueo económico, boicot y sabotaje) y la servidumbre semicolonial a la que China había estado sometida en el pasado permitieron al PCCh aplicar sucesivamente con respecto a la burguesía nacional, primero, una política de control y limitación mediante contratos de compraventa entre las empresas de la burguesía nacional y el Estado, después transformar las empresas capitalistas en empresas mixtas entre el Estado y los capitalistas, y más tarde transformar la propiedad de las empresas en una renta vitalicia para los viejos propietarios y finalmente abolir la renta vitalicia (bien entendido asegurando a los titulares posibilidades de vida y de trabajo como al resto de la población). En el discurso Sobre la justa solución de las contradicciones en el seno del pueblo del 27 de febrero de 1957 (cuando todavía pensaba que la RPCh pudiese contar con el apoyo del campo socialista), Mao explica claramente: "En nuestro país, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional forma parte de las contradicciones en el seno del pueblo. La lucha de clases entre la clase obrera y la burguesía nacional es, en general, una lucha de clases en las filas del pueblo, porque la burguesía nacional de China tiene doble carácter. En el período de la revolución democrático-burguesa, ella tenía un carácter revolucionario y al mismo tiempo, un carácter conciliador [con el imperialismo, los terratenientes y la burguesía burocrática, ndr]. En el período de la revolución socialista, al tiempo que explota a la clase obrera para extraer de ella ganancias, apoya la Constitución y se muestra dispuesta a aceptar la transformación socialista. La burguesía nacional difiere del imperialismo, de la clase terrateniente y de la burguesía burocrática. La contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional es una contradicción entre explotados y explotadores y es por su naturaleza una contradicción antagónica. Sin embargo, en las condiciones concretas de China, esta contradicción antagónica entre las dos clases, si la tratamos apropiadamente, puede transformarse en no antagónica y ser resuelta por medios pacíficos. Pero la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional se convertirá en una contradicción entre nosotros y el enemigo si no la tratamos como es debido, es decir, si no aplicamos la política de unidad, crítica y educación respecto a la burguesía nacional, o si ella no acepta esta política nuestra"(11).
Pero, ¿ por qué los dogmáticos no examinan las "condiciones concretas" y se apresuran a decir que serían los métodos utilizados por el PCCh para tratar las contradicciones con la burguesía nacional en el período 1949-1976 los que habrían llevado, en 1976, al golpe de estado victorioso de los revisionistas modernos y al inicio del retroceso de la RPCh hacia el capitalismo (retroceso iniciado ya desde 1956 en la URSS donde la "influencia perniciosa" del maoísmo estaba excluida)? Porque ellos no aceptan el hecho de que la burguesía continúa y continuará existiendo durante toda la época histórica del socialismo, incluso después de la eliminación completa de la propiedad privada capitalista de los medios de producción. La posibilidad de restauración (de retorno al capitalismo) no deriva de la supervivencia de la vieja burguesía, la que existía en el momento de la conquista del poder por parte del proletariado. Ella había sido expropiada completamente tanto en la URSS en 1956 como en la RPCh en 1976 y había sido privada de la influencia social necesaria para tomar el poder. La posibilidad de un retorno gradual al capitalismo está ligada a la burguesía específica de la fase socialista y a las relaciones de producción propias de la fase socialista de la sociedad, bien analizadas por la izquierda del PCCh bajo la dirección de Mao durante la Revolución Cultural (12). El socialismo es socialismo, y el socialismo no es todavía el comunismo, pero tampoco es capitalismo, precisamente porque en la sociedad socialista elementos de capitalismo subsisten en lucha con elementos de comunismo. Por eso es una sociedad de transición que puede avanzar  hacia el comunismo o retroceder al capitalismo. Un proceso que precisamente Mao ha sacado a la luz y explicado y que Nicola P. expone claramente en el punto 3 de la segunda parte de su artículo La octava discriminante al que remito (13). Los dogmáticos en cambio reducen la restauración del capitalismo en la Unión Soviética al milagro del complot, de la traición de individuos (Kruschev, Breznev o al "judas Gorbachov") y de las tramas imperialistas, como en general atribuyen el hundimiento del campo socialista en 1989-1991 a un milagro de la Virgen de Fátima de Woityla y a la Guerra contra el  Imperio del Mal de Ronald Reagan.

 5.
 Finalmente Scintilla, al igual que todos los dogmáticos, repite la calumnia, puesta en circulación por Enver Hoxha, que Mao sería el autor de la reaccionaria "teoría de los tres mundos" con la que sus adversarios, los revisionistas Teng Hsiao-ping y compañía, a los que Mao había denunciado repetidamente como portavoces de la nueva burguesía china, justificaron su colaboración con los imperialistas europeos y americanos contra los revisionistas soviéticos y sus seguidores. La falsedad de esta paternidad ha sido demostrada por numerosos autores. Cito entre otros el artículo de Natale Bentivegna, Lucha contra el revisionismo y unidad de los marxista-leninistas: el debate sobre el papel de Enver Hoxha, publicado en Teoría & Praxis, n.1, enero 2000, revista del Círculo Lenin de Catania que los redactores de Scintilla ciertamente conocen. ¿Por qué entonces repiten viejas y ya desmentidas calumnias? Porque el dogmatismo engangrenado para defender sus propios esquemas puede llevar paso a paso a denigrar movimiento comunista.

 6.
 Pero la cuestión del maoísmo como tercera y superior etapa del pensamiento comunista no es una cuestión que se pueda resolver únicamente, ni siquiera principalmente "analizando los textos" y mostrando la inconsistencia de las argumentaciones de sus adversarios. Se puede resolver en definitiva definiendo los fundamentos teóricos del nuevo partido. A este respecto Scintilla señala justamente: "Ser partidarios de la ortodoxia revolucionaria, ser intransigentes con los principios no significa sin embargo - como sostiene cualquier marxista de pega - considerar como inmutable, 'establecida para siempre', la teoría revolucionaria, cerrarse al debate, rechazar toda crítica, defectos en los que se manifiesta no sólo el dogmatismo sino también el oportunismo. El marxismo-leninismo es la ciencia de la revolución socialista del proletariado y de las masas oprimidas, la ciencia de las leyes del desarrollo de la naturaleza y de la sociedad. Como tal tiene necesidad de enriquecerse, de perfeccionarse, de desarrollarse a la luz de los cambios que tienen lugar en las condiciones de desarrollo de la sociedad, de los avances de otras ciencias, de nuevos conocimientos. Por esto no puede permanecer inmóvil,  sino que por el contrario sus conclusiones y fórmulas deben cambiar y ser sustituidas por otras conclusiones y fórmulas adecuadas a las nuevas tareas, si no quieren convertirse en artículos de fe inutilizables". ¡Justísimo! El problema es que Scintilla desde que existe sigue repitiendo estas sacrosantas tesis y compilando listas de afirmaciones sacadas de los manuales de marxismo-leninismo (que nosotros compartimos), pero no ha avanzado todavía, que yo sepa, ninguno de los enriquecimientos, perfeccionamientos o desarrollos que señala ni ha intervenido nunca de modo argumentado con relación a los enunciados por otros. En este sentido pienso que se adapta perfectamente a la situación la observación que hace Nicola P. en el artículo ya citado publicado en La Voce: "Es probable que algunos lectores mantengan su perpejlidad ante las argumentaciones expuestas en este artículo. Esto es comprensible. El valor de una concepción se verifica en definitiva sometiéndola a la prueba de la práctica, aplicándola (...) Invito pues a los lectores a 'hacer la prueba de la práctica' y a que respondan ellos mismos a las siguientes tres preguntas:  1. ¿Por qué el revisionismo moderno en un cierto momento se ha apoderado de la dirección de casi todos los partidos comunistas creados por la primera Internacional Comunista y los ha corrompido hasta transformarlos en su contrario (en promotores de la restauración pacífica y gradual del capitalismo) y destruirlos? 2. ¿Cuáles han sido los límites de la izquierda de estos partidos comunistas debido a los cuales no ha logrado impedir el auge del revisionismo moderno?  3. ¿Cuáles son las principales enseñanzas a extraer de la experiencia de la primera oleada de la revolución proletaria para tenerlas en cuenta en  la reconstrucción de los partidos comunistas y en la preparación, promoción y dirección de la segunda oleada de la revolución proletaria? Quien trate de responder a estas tres preguntas, y es evidente que cualquiera que quiera desempeñar un papel de vanguardia en la reconstrucción de los partidos comunistas debe responderlas, encontrará en el maoísmo la guía para llegar a respuestas fecundas.  Con ello verificará que el maoísmo es la tercera y superior etapa del pensamiento comunista".

 NOTAS
 1.       Nicola P., La octava discriminante en La Voce n.9 y 10. En Rapporti Sociali n.19 (agosto 1998) en el artículo Seis discriminantes y cuatro problemas se decía que la cuestión del maoísmo era uno de los cuatro problemas sobre los que las posiciones de cada una de las FSRS no estaban todavía claras. El Proyecto de Manifiesto Programa de la Secretaría Nacional de los CARC (octubre 1998) sostiene (pág.54) que el maoísmo es la tercera y superior etapa del pensamiento comunista.
 2.       Es verdad sin embargo que no son solamente los dogmáticos los que contraponen el maoísmo al patrimonio teórico del viejo movimiento comunista, es decir al marxismo-leninismo. Lo han hecho una serie de autodenominados maoístas, una mezcla de comunistas ingenuos y anticomunistas, en particular en los años 70 y lo siguen también haciendo otros hoy día: Pero Scintilla no critica a este tipo de falsos maoístas, sino precisamente a los que quieren "añadir un ismo al marxismo-leninismo, meternos el maoísmo", es decir, a nosotros marxistas-leninistas-maoístas.
 3.       La exposición más orgánica del leninismo ha sido realizada por Stalin en Principios del leninismo (1924), localizable en el vol. 6 de las Obras de Stalin (Ediciones Rapporti Sociali) que será publicado próximamente.
Obviamente hay una gran diferencia en la relación entre nosotros comunistas de hoy y el leninismo y la relación entre nosotros y el maoísmo. La experiencia de la primera oleada de la revolución proletaria ha confirmado que el leninismo daba soluciones justas a las tareas que se planteaban a los comunistas a comienzos del pasado siglo. La práctica no ha confirmado todavía definitivamente a gran escala que el maoísmo da soluciones justas y suficientes a las tareas que se plantean a los comunistas a comienzos de este nuevo siglo. A grandes rasgos, nosotros nos encontramos con respecto al maoísmo, en la posición en la que se encontraban a comienzos del siglo pasado nuestros predecesores con respecto al leninismo. Esta situación deja inevitablemente un cierto espacio también a los enemigos dogmáticos del maoísmo, que se instalan en la cómoda posición de quien se contenta con repetir verdades ya confirmadas por la práctica.
 4.       No me detengo aquí en los motivos por los que Enver Hoxha buscó e inventó en la obra de Mao y en la línea seguida por el PCCh hasta 1976 las causas por las que el revisionismo moderno consiguió imponerse en el PCCh en 1976, veinte años después de haberlo logrado en el PCUS.
 5.       Algunos de los trabajos difundidos al respecto por los revisionistas soviéticos han sido recogidos en el volumen Por el estudio de la Revolución China, 1972, a cargo de la redacción de la revista pro-brezneviana Ideologie en la que colaboraron también algunos de los personajes hoy agrupados en torno a Scintilla.
 6.       Quien quiera profundizar directamente en el problema, puede partir de la lectura de las afirmaciones localizables en Obras de Mao Tse-tung  (Ediciones Rapporti Sociali), vol.23, págs. 68 y 69 (1966); vol. 24, pág. 91 (1969) y vol. 25, pág. 172 (1975).
 7.       La condena más solemne y oficial del maoísmo a la que se han arriesgado los revisionistas chinos está contenida en la Resolución sobe algunas cuestiones de la historia de nuestro partido tras la fundación de la RPCh., adoptada por el CC del PCCh el 27 de junio de 1981.
 8.    Para una periodización de la vida de los países socialistas, remito a Rapporti Sociali n.11,            Sobre la experiencia histórica de los países socialistas. Distinguir los diversos períodos de la vida de los países socialistas es esencial. Los que no lo hacen no lograran extraer las enseñanzas que son posibles, caen en la denigración de la experiencia de los países socialistas y crean confusión.  También Scintilla para denigrar la obra de Mao y del PCCh mezcla políticas pertenecientes a la fase de la revolución de nueva democracia (1927-1949), con políticas pertenecientes a la fase de construcción del socialismo (1949-1976), con las correspondientes a la fase de restauración gradual y pacífica del capitalismo (iniciada en 1976 y que todavía prosigue). Si se valoran las políticas de una fase a la luz de las tareas de otra, se llega lógicamente a conclusiones sin sentido.
 9.    Obras de Mao Tse-tung (Ediciones Rapporti Sociali), Informe a la segunda sesión plenaria del VII Comité Central del PCCh 8 de marzo de 1949, vol. 11, pág. 86.
 10.    Véase,  por ejemplo, el folleto de Lenin Las tareas inmediatas del poder soviético, marzo-     abril de 1918  (Obras, vol. 27 ). Dice Lenin entre otras cosas: "Si ahora queremos proseguir la expropiación del capital con el mismo ritmo que antes, ciertamente sufriremos una derrota, pues es evidente para toda persona que piensa, que nuestro trabajo de organización del inventario y del control proletario se encuentra manifiestamente rezagado con respecto al trabajo de inmediata 'expropiación de los expropiadores' ".
 11.    Obras de Mao Tse-ung (Ediciones Rapporti Sociali), vol.14, págs .96 y 97.
 12.    Véase, por ejmplo, el escrito de Chang Chun-chiao, La dictadura completa sobre la      burguesía (abril 1975) en Obras de Mao Tse-tung (Ediciones Rapporti Sociali), vol.25.
 13.    Véase también Marco Martinengo, Crítica a "Por una discusión sobre la experiencia de la construcción del socialismo", enRapporti Sociali n. 22.

Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.