(Nota de Luminoso
Futuro: Tomando la oportunidad del debate abierto entre el blog camarada Odio
de Clase y un Colectivo hoxhista español, alrededor de un artículo de estos
últimos dedicado a atacar un supuesto espíritu “antistalinista” del camarada
Mao, y en la cual únicamente se dedican a repetir los ataques calumniosos y falaces
de Enver Hoxha contra los indiscutibles
méritos del Líder comunista chino de pertenecer a la fila de los Clásicos del
Marxismo-Leninismo, abrimos entrada a la necesaria polémica contra la corriente
internacional de los llamados por nosotros, los comunistas (ml) de Panamá, “marxistas-leninistas
de la segunda etapa”. Nos mueve a ello,
pese al encono y el veneno que ponen en sus ataques a Mao, al maoísmo como
tercera y superior etapa alcanzada por la ciencia proletaria de la revolución
proletaria y el extremo sectarismo de algunos grupos y partidos que lo representan,
consideramos nosotros “las naves no están quemadas”. Nosotros comunistas (ML)
de Panamá ya hemos hecho una experiencia de ese tipo: en la práctica política,
sin transigir un ápice en nuestros principios maoístas, hemos encontrado camino
de colaboración política con un Colectivo Hoxhista panameño, hoy desaparecido,
en la difusión del marxismo-leninismo, en la lucha contra la dictadura militar
y contra el revisionismo kruschevista panameño y con buenos resultados.
Demostrándonos en la práctica política la división es superable, aunque persistan
las diferencias de interpretación ideológicas. Dado es posible que en el debate, la actual
lucha ideológica y política, por poner el Marxismo-Leninismo-Maoísmo al mando
en el movimiento comunista internacional, se abre cancha la posibilidad real de una dada
unidad de acción política conjunta sin intransigencias dogmáticas y respetando
los principios revolucionarios proletarios y la verdad universal del
marxismo-leninismo en la dialéctica materialista de su desarrollo. Si se
polemiza es para aprender, para descubrir fallas y deficiencias y superarlas,
siendo más y mejores comunistas. Máxime, hoy y en estos momentos de crisis
general final del capitalismo, cuando al imperialismo y el fascismo coaligados sólo podremos
responderle como un solo puño proletario, con un Frente Internacional de Acción
Comunista. Seria un suicidio el llamar a
la clase obrera a enfrentar al imperialismo internacional, cuando éste en sus estertores
de muerte nos está demostrando que está dispuesto jugársela el todo por el
todo, teniendo a su frente dos, tres o cuatro Internacionales y enfrentadas en
lucha a muerte. Es la clase obrera, la causa del socialismo y del comunismo los
que salen perjudicados. En esta unidad de acción política internacional de los
marxistas-leninistas de la segunda etapa y los marxistas-leninistas-maoístas,
resulta claro, por ningún momento o motivo puede haber unidad a cualquier nivel
con los restos del movimiento revisionista moderno o con los elementos del revisionismo
de nuevo tipo o revisionismo postmoderno. Con
la convicción de que de la lucha nacerá la unidad, publicamos el presente
artículo de los camaradas italianos del (nuevo) Partido Comunista Italiano
polemizando con algunas Organizaciones hoxhistas de dicho país).
A propósito de un artículo reciente de Scintilla contra
el maoísmo
(Rapporti Sociali n° 30, junio de 2002)
"Sin teoría
revolucionaria, es imposible que el movimiento revolucionario vaya más allá de
un nivel elemental y espontáneo". Guiados por esta enseñanza del
movimiento comunista, los CARC han establecido que una de las condiciones a
crear para la reconstrucción del partido es la de "desarrollar el trabajo
sobre el programa del partido, su método de trabajo, su análisis de la fase y
su línea general". Todo el trabajo hecho en este campo, incluida la
publicación del Proyecto de Manifiesto Programa (octubre de 1998),
forma parte de la elaboración de los fundamentos teóricos del nuevo partido
comunista. No basta invocar una concepción teórica justa, proclamar que dicha
elaboración es indispensable, que todos los miembros del partido deben
estar unidos en torno a la concepción comunista del mundo. Es preciso asimilar
la concepción del mundo que el movimiento comunista en sus más de 150 años de
historia ha elaborado, aplicarla y enriquecerla. Es una labor que los
dogmáticos rechazan. Ellos a lo más que llegan es a repetir que es preciso
hacerla.
Vale la pena
detenerse sobre el escrito ¿Marxismo-leninismo o maoísmo? difundido
en febrero de 2002 por la redacción de Scintilla-Roma (y compartido
también probablemente por el Círculo Lenin-Catania y por la redacción de Política
Comunista-Florencia que con la redacción de Scintilla han
suscrito en 2001 una declaración de unidad de acción por la reconstrucción del
partido comunista, en cuyo ámbito, según los comunistas, predomina el debate
sobre los fundamentos teóricos del partido). En efecto, este escrito constituye
un ejemplo del modo en que los dogmáticos combaten el
marxismo-leninismo-maoísmo y revela su naturaleza. La esencia de las objeciones
expuestas en el documento de Scintilla coincide con las
expuestas por otros dogmáticos: por Enver Hoxha (1908-1985), el difunto
secretario general del Partido del Trabajo de Albania, por los representantes
del ISML (International Struggle Marxist-Leninist), por Antorcha (revista
teórica del PCE(r)) y por otros. La discusión en curso sobre el maoísmo es una
discusión sobre los fundamentos teóricos del nuevo partido: una cuestión
esencial y discriminante. Con razón la Comisión Preparatoria del congreso
fundacional del (nuevo) Partido comunista italiano la ha señalado como
"octava discriminante" en el artículo homónimo de Nicola P. (1).
Ningún camarada que quiera hacer una contribución a la fundación del partido
puede eludir esta cuestión y rechazar analizar las objeciones. Es una cuestión
en la que no caben medias tintas.
1.
En primer
lugar es preciso aclarar que los dogmáticos trampean y por comodidad polémica
deforman nuestra posición, expresada también en el Proyecto de
Manifiesto Programa (1998). De esta forma presentan la cuestión del
maoísmo como si contrapusiésemos el marxismo-leninismo y el maoísmo: o una cosa
u otra. En cambio la relación entre el maoísmo y el marxismo-leninismo es
análoga a la relación entre leninismo y marxismo señalada por Stalin en la
introducción de Principios del leninismo (1924). El maoísmo no
sustituye al marxismo-leninismo, pero está constituido por las aportaciones
importantes y esenciales de Mao al marxismo-leninismo (2).
Se trata sin embargo de aportaciones tan importantes e indispensables para los
fines políticos, que se puede afirmar que hoy no se puede ser
marxista-leninista si no se es marxista-leninista-maoísta, como en 1924 Stalin
afirmaba que no se podía ser marxista si no se era marxista-leninista. Y los
acontecimientos le han dado razón. Así plantea también la cuestión Nicola P. en
el artículo citado. Como veremos, los mismos dogmáticos sin quererlo confirman
nuestra afirmación.
2.
En segundo
lugar, precisamente porque reivindicamos, hacemos nuestro y utilizamos el
patrimonio teórico y la experiencia del movimiento comunista contra los
revisionistas modernos y sus epígonos (también los del PRC), es necesario que
nos distingamos netamente de los dogmáticos. Scintilla, como en
general los dogmáticos, oculta que cada vez que ha surgido una corriente
revisionista en el movimiento comunista, se han dado y se dan dos tipos de
oposición.
Una es la oposición
constructiva, que defiende eficazmente el patrimonio teórico del movimiento
comunista porque identifica los problemas sobre los que se apoya la corriente
revisionista y da a las mismas respuestas revolucionarias, coherentes con el
patrimonio del movimiento comunista, y adaptadas a las tareas prácticas del
movimiento. Esta es la oposición que desarrolla el patrimonio teórico del
movimiento comunista llevándolo a un nivel superior y abre vías de desarrollo y
victoria al movimiento comunista como movimiento práctico. De este tipo ha sido
la respuesta de Lenin al primer revisionismo (el promovido por Bernstein
(1850-1932) en los últimos años del siglo XIX). Lenin no se limitó a demostrar
la inconsistencia de las tesis de los revisionistas. Estos tenían un cierto
predicamento en el movimiento comunista (que entonces se llamaba
socialdemócrata), no por la inconsistencia de sus tesis, sino porque todavía no
se habían dado respuestas justas a algunos problemas que el desarrollo de la
lucha de clases había puesto al orden del día. Lenin identificó los nuevos
problemas: la entrada del capitalismo en su fase imperialista y el inicio de la
época de las revoluciones proletarias (1).
Los viejos partidos no estaban preparados para responder a las nuevas tareas,
razón por la cual no se hallaban en condiciones de hacer frente al
revisionismo, tanto cuando no lo aceptaban como cuando incluso lo
rechazaban. Lenin dio respuestas adecuadas a estos nuevos problemas tanto en el
plano teórico como político: estas respuestas constituyen el leninismo (3).
Del mismo tipo ha sido también la respuesta de Mao Tse-tung (1893-1976)
al revisionismo moderno, al promovido por Kruschev (1894-1971) en los años 50
del siglo pasado y que ha tenido como principales representantes a
Togliatti (1893-1964), a Breznev (1906-1982) y a sus sucesores. Mao ha
reconocido que había algo nuevo, a lo que la ciencia de la revolución hasta
entonces elaborada no daba solución: cómo continuar la revolución proletaria en
las condiciones creadas por los grandes éxitos alcanzados durante la primera
oleada de la revolución proletaria con la constitución de un campo socialista que
cubría un tercio de la humanidad y con la creación de fuertes e influyentes
partidos comunistas prácticamente en cada país. Precisamente era la falta de
respuestas adecuadas a esta situación nueva lo que explicaba el éxito de los
revisionistas modernos en el movimiento comunista, por devastadora que fuese su
acción y por muy inconsistentes que fuesen sus concepciones. El maoísmo es el
conjunto de respuestas dadas por Mao a este problema.
La otra es la
oposición dogmática que quisiera defender las posiciones ya conquistadas, pero
no identifica los problemas sobre los que se basa la corriente revisionista y
menos aún les da solución. Esta posición es estéril y está destinada al
fracaso. Según los dogmáticos, el éxito de los revisionistas es debido a la casualidad,
a la traición de individuos, a la fuerza de la burguesía o a la ignorancia de
las masas populares, situándose ya aquí fuera de la concepción comunista. Si
eso fuese así, los comunistas no podrían hacer nada. Por consiguiente, los
dogmáticos tienen la conciencia tranquila y no tendrían ninguna responsabilidad
en el éxito de los revisionistas. En cuanto al futuro, según los dogmáticos,
los comunistas deben solamente resistir a la espera de que las desgracias, que
el predominio de la burguesía inevitablemente trae consigo, desmientan a los
revisionistas y hagan entrar en razón al proletariado que entonces reconocerá
la justeza de las ideas que los comunistas entretanto han seguido repitiendo a
quien quiera escucharles. Pero las cosas no son así. En realidad, si los
revisionistas han tenido éxito es debido a los límites del movimiento comunista
que debemos identificar y superar. Y no bastan los acontecimientos para
empujar a las masas hacia nosotros. Es preciso que nosotros, como comunistas,
seamos capaces de dar soluciones justas, por lo menos, a los principales
problemas que el movimiento de la sociedad plantea a las masas, que las
llevemos a ellas y que las guiemos de lucha en lucha hasta la victoria.
Scintilla oculta que ha existido también una oposición
dogmática al viejo revisionismo, para quitar de en medio un precedente
embarazoso, ante el miedo de "verse reflejada en el espejo".
Astutamente mete en el mismo saco a Kautzky (1854-1938) y a Bernstein como
"padres del revisionismo". ¡Eh, alto, no confundamos las cosas¡ Desde
1899 hasta 1914 Kautzky fue el portavoz más relevante de los
"marxistas ortodoxos" y el principal impulsor de la polémica contra
el revisionismo de Bernstein. En esos años hasta Lenin se refirió repetidamente
a Kautzky como a su maestro en el campo teórico, a pesar de que repetidamente
se enfrentase con él sobre las cuestiones políticas del partido ruso. Después
de 1914, Kautzky y otros como él continuaron considerándose como
"verdaderos marxistas" y sosteniendo que Lenin se había desviado del
marxismo. La trayectoria seguida por Kautzky es significativa del papel de una
de las familias de los críticos dogmáticos del revisionismo, aunque no todos
tuvieron un final tan lastimoso. Es obvio el interés de los dogmáticos en
ocultar a su ilustre predecesor.
Para combatir
eficazmente el revisionismo no basta repetir las verdades ya conocidas,
ni mostrar la inconsistencia de sus concepciones. Es preciso sacar a la
luz los problemas en los que el revisionismo se ha basado como trampolín para
lograr imponerse en todo el movimiento comunista. ¿Qué es lo que han hecho los
dogmáticos en este terreno?
En cuanto al
maoísmo, Scintilla, como otros dogmáticos, deforma groseramente en
diferentes terrenos las posiciones de Mao y la historia del partido comunista
chino (PCCh). Es imposible y, en definitiva, también inútil volver a repasar
uno por uno los diez textos de Mao que Scintilla arguye (de
pasada y sin entrar en detalle) como "pruebas de cargo" de los diecisiete
errores que atribuye a Mao. Scintilla remite a "un
análisis detallado de algunas obras en futuras intervenciones
específicas": las leeremos con interés si alguna vez ven la luz y no
desisten de ello: cosa no descartable, dado que, como decía Mao, "el
dogmatismo es propio de las personas perezosas". Me limitaré, pues, a
examinar entre las críticas de Scintilla tres que el
lector podrá valorar sin recurrir a la exégesis de los textos maoístas.
3.
Scintilla sostiene que Mao y el PCCh, tras la victoria de
la revolución democrático-burguesa en 1949, no habrían dado comienzo en la RPCh
a la revolución socialista, que el PCCh no ha sido un partido comunista y
que la RPCh no ha sido nunca un verdadero país socialista.
Frente a tales
afirmaciones, podría limitarme a pedir a los dogmáticos que explicasen qué ha
sido la RPCh, si no era un país socialista, entre 1949 y 1976 y porqué ni
Stalin ni otros eminentes marxista-leninistas nunca se dieron cuenta de lo que
ellos afirman, hasta que Enver Hoxha en 1978 lo "descubrió" ante el
nuevo curso que Teng Hsiao-ping y los revisionistas chinos habían impreso a la
actividad del PCCh y a la política de la RPCh desde 1976 (4).
Pero sus razonamientos se prestan a algunas consideraciones que creo útiles.
En efecto,
contextualmente, Scintilla 1.sostiene que la revolución
democrático-burguesa culminada en 1949 habría liberado a China del feudalismo y
de la dominación imperialista, 2. que el partido comunista, reconstruido
después de la Revolución Cultural, habría llevado a China, tras la muerte de
Mao, "por el camino del desarrollo capitalista abierto y del
predominio burgués" hasta convertirla en "un moderno país
capitalista".
Es fácil darse
cuenta que estas afirmaciones son una maraña de contradicciones lógicas que
llevan a conclusiones políticas erróneas a quien las aplique prácticamente.
1. En primer
lugar, implican que en la época imperialista son todavía posibles revoluciones
democrático-burguesas victoriosas no dirigidas por la clase obrera mediante su
partido comunista. Esta tesis ha sido refutada numerosas veces por Lenin en
lucha contra los mencheviques. Estos precisamente sostenían que Rusia podía
seguir la vía de una revolución democrático-burguesa dirigida por la
burguesía, como habían hecho Inglaterra, Francia y otros países en la época
precedente a la fase imperialista del capitalismo. Lenin sostenía en cambio
contra los mencheviques que en la fase imperialista sólo era posible una revolución
democrático-burguesa victoriosa si era dirigida por la clase obrera mediante su
partido comunista, una revolución que, por consiguiente, abriría las puertas a
la revolución socialista. En la fase imperialista la burguesía se había ya
pasado a la reacción, había establecido vínculos con las clases feudales para
explotar conjuntamente con ellas a los trabajadores de los países imperialistas
y de los países oprimidos y había demostrado que no estaba dispuesta a llevar a
fondo una revolución contra ellas. Los acontecimientos han demostrado numerosas
veces que la tesis de los mencheviques era equivocada y justa la posición de
Lenin. No sólo Rusia siguió la vía indicada por Lenin sino que todas las
revoluciones democrático-burguesas que no han tomado esa vía han fracasado: ni
han eliminado las relaciones de producción feudales ni han liberado a ningún
país del yugo imperialista. Esto se verá confirmado a lo largo de todo el siglo
XX por la marcha de la revolución democrático-burguesa en Turquía, en China
hasta 1927, en la India, en Persia, en diversos países de América Latina, en
los países árabes, en todos los países coloniales y semicoloniales. En cambio,
la revolución democrático-burguesa sólo ha tenido éxito en China porque estaba
dirigida por la clase obrera mediante su partido comunista. Fue, por usar la
expresión acuñada por Mao, una "revolución de nueva democracia". Cosa
que los marxistas-leninistas de todo el mundo, con Stalin a la cabeza, no han
puesto nunca en duda. Ahora los dogmáticos nos vienen a decir, contrariamente a
la concepción marxista-leninista y al curso general de las cosas, que fue una
revolución victoriosa, a pesar de que no estaba dirigida por la clase obrera y
que dio nacimiento a un país capitalista.
Esta imagen
denigratoria de la revolución china como revolución democrático-burguesa de
viejo tipo y de la RPCh como un país capitalista la difundieron por primera
vez, en los años 50, los trotskistas y bordiguistas. Pero por parte de ellos
eso es comprensible: sus afirmaciones se corresponden perfectamente con el
papel que desarrollaban contra el movimiento comunista y sus concepciones. Su
tesis fue después recogida en los años 60 por los revisionistas soviéticos
cuando tuvieron necesidad de contrarrestar la influencia del PCCh que llevaba
la lucha contra el revisionismo en todo el movimiento comunista mundial (5).
Finalmente, a partir de 1978, fue adoptada también por Enver Hoxha, que se
había opuesto al revisionismo moderno, pero desde posiciones dogmáticas, al
igual que una parte del "Movimiento marxista-leninista" de los años
60 (por ejemplo, Grippa en Bélgica).
2. En segundo
lugar, ¿cómo habría sido posible que Teng Hsiao-Ping metiera la RPCh, tras la
muerte de Mao, "por el camino del desarrollo capitalista abierto" si
la RPCh era ya un país capitalista? ¿Quizás se trataba de un desarrollo
capitalista enmascarado? Es verdaderamente ridículo, además de contrario a los
hechos, sostener que entre 1949 y 1976 un país de mil millones de personas
desarrollaba el capitalismo a escondidas, furtivamente, mientras el partido que
la dirigía seguía desarrollando en todo el movimiento comunista mundial una
lucha a favor del comunismo. Y esto sin que durante años ningún
marxista-leninista se diese cuenta de ello y mientras los imperialistas
saboteaban y boicoteaban la RPCh, precisamente porque era un país socialista y
retaguardia del movimiento comunista mundial. Y mientras Mao a partir de los
años 60 lanzaba repetidamente, hasta su muerte en 1976, la alarma contra un
posible regreso de la RPCh al capitalismo, lo que efectivamente tuvo lugar tras
1976, como los mismos dogmáticos reconocen (6).
3. En tercer
lugar, hay que señalar finalmente que los dogmáticos en su argumentación dan
por descontado que "la entrada abierta de China en el mercado imperialista
mundial" es ya una cosa hecha. En realidad, la cautela con la que los
revisionistas chinos proceden en la "condena del maoísmo" (7) y
en la eliminación de las conquistas socialistas de las masas populares chinas
es una confirmación de las resistencias que encuentran dentro de su país y una
confirmación de la importancia de las conquistas socialistas que las masas
populares habían logrado en el período 1949-1976. Dando por culminada la
restauración del capitalismo, los dogmáticos tergiversan la situación, el marco
de las contradicciones internacionales en las que operamos y debilitan la
solidaridad internacionalista con cuantos ofrecen resistencia en la RPCh a la
restauración en curso (8).
4.
Una tesis
repetida por todos los dogmáticos, y también por Scintilla, es que
Mao habría ocultado, desconocido o infravalorado la contradicción entre la
clase obrera y la burguesía nacional en la fase socialista de la RPCh
(1949-1976). Contra esta tesis están tanto la labor realizada por Mao a la
cabeza del PCCh desde 1949 al 1976 para desarrollar la transición de la
economía mercantil y capitalista al comunismo, como la opinión de todo el movimiento
comunista hasta el "descubrimiento" hecho por Enver Hoxha en 1978.
Pero para demostrar hasta qué punto Scintilla tergiversa las
posiciones teóricas de Mao, quiero citar lo que él mismo dice en el informe
presentado el 8 de marzo de 1949 a la segunda sesión plenaria del CC del PCCh,
en vísperas de la victoria de la revolución de nueva democracia: "Una
vez que la revolución china haya triunfado en todo el país y sea resuelto el
problema de la tierra, todavía subsistirán en China dos contradicciones
fundamentales. La primera, de orden interno, es la contradicción entre la clase
obrera y la burguesía. La segunda, de orden externo, la contradicción entre
China y los países imperialistas. Es por esto que, tras la victoria de la
revolución democrática popular, el poder estatal de la república popular bajo
la dirección de la clase obrera no deberá ser debilitado, sino reforzado. Las
dos medidas políticas fundamentales que el Estado adoptará en su lucha en el
terreno económico serán el control sobre el capital a nivel interno y el
control del comercio con el exterior"(9).
Lo que los
dogmáticos no comprenden es que el modo de tratar las contradicciones
varía en función de los cambios en las condiciones concretas internas y
externas y que, de acuerdo con estos cambios en las condiciones concretas, el
carácter de las contradicciones puede pasar de antagónico a no antagónico y
viceversa. Si el poder de la clase obrera está asegurado y la burguesía se ha
resignado a la derrota, el modo en el que la clase obrera trata las
contradicciones con ella es distinto del que emplea si la burguesía opta por la
guerra civil o fomenta el sabotaje y el boicot. Esto se ve confirmado también
por el relevante parecer de Marx y de Engels (ved, por ejemplo, el discurso
tenido por Marx en Amsterdam el 8 de septiembre de 1972 y el prefacio de Engels
a la primera edición inglesa del libro I de El capital de
noviembre de 1886). Ni uno ni otro excluían la posibilidad de que en algunos
países, como Inglaterra y los EEUU de entonces, los trabajadores consiguieran
hacerse con la dirección del país y llevar a cabo la revolución por medios
pacíficos y que la burguesía pudiese resignarse a lo inevitable a cambio de una
renta vitalicia. Esto se vería confirmado por la experiencia del Partido
comunista ruso tras la Revolución de Octubre. Desde octubre de 1917 a finales
de 1918 Lenin hizo planes y tomó medidas que contemplaban la sumisión de la
burguesía al poder soviético y una cierta colaboración de la misma en la
reconstrucción económica del país a cambio de la concesión de algunos
privilegios (10). Sólo después de que a finales de 1918 la
burguesía imperialista puso precipitadamente fin a la primera Guerra mundial y
concentró sus fuerzas en ahogar al poder soviético y en Rusia todas las clases
reaccionarias y todos los partidos (incluidos los socialistas revolucionarios y
los mencheviques) se coaligaron contra el poder soviético, sólo entonces fue
tratada de nuevo la burguesía de forma antagónica. Pero en 1921, una vez
vencida la guerra civil, Lenin retornó con la NEP a establecer las condiciones necesarias
para actuar de forma que la burguesía, la pequeña burguesía y hasta grupos del
capital internacional (con las "concesiones" mineras, forestales,
etc.) colaborasen con el poder soviético en la reconstrucción económica del
país. Sólo cuando se crearon las condiciones económicas y políticas internas e
internacionales necesarias el Partido comunista ruso, bajo la dirección de
Stalin, lanzó los planes quinquenales para el desarrollo industrial y cultural
y la colectivización del campo. Las medidas tácticas dependen de las
situaciones concretas. Una medida equivocada hoy, se hace oportuna y necesaria
mañana y puede ser nuevamente equivocada pasado mañana. Cuando en 1927-28 el
partido en la URSS lanzó la colectivización del campo y los planes quinquenales,
los trotskistas gritaron que Stalin copiaba el programa que ellos habían
propuesto algunos años antes. Pero su griterío equivalía a la satisfacción de
un individuo que cree ser un hombre genial y de vanguardia porque cuando llega
el verano los hombres salen sin abrigo como él les apremiaba a hacerlo desde
hacía tiempo, todavía en pleno invierno.
Los dogmáticos no
tienen en cuenta las situaciones concretas. Confunden la estrategia con la
táctica. Dado que la estrategia de la revolución socialista es la eliminación
de la burguesía como clase, para ellos toda medida táctica debe ser de
"eliminación". A la vista de que la ofensiva es la ley general de la
revolución socialista, para ellos toda medida táctica debe ser ofensiva. En
cambio, el PCCh siguió justamente bajo la dirección de Mao una estrategia de
eliminación de la burguesía nacional aplicando una sucesión de medidas tácticas
de acuerdo con las condiciones concretas internas e internacionales y los
cambios en la correlación de fuerzas entre las dos clases en el terreno
político, económico y cultural. La estrecha ligazón con las masas populares y
en particular con las distintas clases campesinas establecida por el PCCh
durante la revolución de nueva democracia, la existencia de un campo socialista
( hasta que la RPCh pudo contar con él), la misma hostilidad intransigente del
imperialismo (bloqueo económico, boicot y sabotaje) y la servidumbre
semicolonial a la que China había estado sometida en el pasado permitieron al
PCCh aplicar sucesivamente con respecto a la burguesía nacional, primero, una
política de control y limitación mediante contratos de compraventa entre las
empresas de la burguesía nacional y el Estado, después transformar las empresas
capitalistas en empresas mixtas entre el Estado y los capitalistas, y más tarde
transformar la propiedad de las empresas en una renta vitalicia para los viejos
propietarios y finalmente abolir la renta vitalicia (bien entendido asegurando
a los titulares posibilidades de vida y de trabajo como al resto de la población).
En el discurso Sobre la justa solución de las contradicciones en el seno del
pueblo del 27 de febrero de 1957 (cuando todavía pensaba que la RPCh
pudiese contar con el apoyo del campo socialista), Mao explica claramente: "En
nuestro país, la contradicción entre la clase obrera y la burguesía nacional
forma parte de las contradicciones en el seno del pueblo. La lucha de clases
entre la clase obrera y la burguesía nacional es, en general, una lucha de
clases en las filas del pueblo, porque la burguesía nacional de China tiene
doble carácter. En el período de la revolución democrático-burguesa, ella tenía
un carácter revolucionario y al mismo tiempo, un carácter conciliador [con el imperialismo,
los terratenientes y la burguesía burocrática, ndr]. En el período de la
revolución socialista, al tiempo que explota a la clase obrera para extraer de
ella ganancias, apoya la Constitución y se muestra dispuesta a aceptar la
transformación socialista. La burguesía nacional difiere del imperialismo, de
la clase terrateniente y de la burguesía burocrática. La contradicción entre la
clase obrera y la burguesía nacional es una contradicción entre explotados y
explotadores y es por su naturaleza una contradicción antagónica. Sin embargo,
en las condiciones concretas de China, esta contradicción antagónica entre las
dos clases, si la tratamos apropiadamente, puede transformarse en no antagónica
y ser resuelta por medios pacíficos. Pero la contradicción entre la clase
obrera y la burguesía nacional se convertirá en una contradicción entre
nosotros y el enemigo si no la tratamos como es debido, es decir, si no
aplicamos la política de unidad, crítica y educación respecto a la burguesía
nacional, o si ella no acepta esta política nuestra"(11).
Pero, ¿ por qué los dogmáticos no examinan
las "condiciones concretas" y se apresuran a decir que serían los
métodos utilizados por el PCCh para tratar las contradicciones con la burguesía
nacional en el período 1949-1976 los que habrían llevado, en 1976, al golpe de
estado victorioso de los revisionistas modernos y al inicio del retroceso de la
RPCh hacia el capitalismo (retroceso iniciado ya desde 1956 en la URSS donde la
"influencia perniciosa" del maoísmo estaba excluida)? Porque ellos no
aceptan el hecho de que la burguesía continúa y continuará existiendo durante
toda la época histórica del socialismo, incluso después de la eliminación
completa de la propiedad privada capitalista de los medios de producción. La
posibilidad de restauración (de retorno al capitalismo) no deriva de la
supervivencia de la vieja burguesía, la que existía en el momento de la
conquista del poder por parte del proletariado. Ella había sido expropiada
completamente tanto en la URSS en 1956 como en la RPCh en 1976 y había sido
privada de la influencia social necesaria para tomar el poder. La posibilidad de un retorno gradual al capitalismo
está ligada a la burguesía específica de la fase socialista y a las relaciones
de producción propias de la fase socialista de la sociedad, bien analizadas por
la izquierda del PCCh bajo la dirección de Mao durante la Revolución Cultural (12).
El socialismo es socialismo, y el socialismo no es todavía el comunismo, pero
tampoco es capitalismo, precisamente porque en la sociedad socialista elementos
de capitalismo subsisten en lucha con elementos de comunismo. Por eso es una sociedad
de transición que puede avanzar hacia el comunismo o retroceder al
capitalismo. Un proceso que precisamente Mao ha sacado a la luz y explicado y
que Nicola P. expone claramente en el punto 3 de la segunda parte de su
artículo La octava discriminante al que remito (13).
Los dogmáticos en cambio reducen la restauración del capitalismo en la Unión
Soviética al milagro del complot, de la traición de individuos (Kruschev,
Breznev o al "judas Gorbachov") y de las tramas imperialistas, como
en general atribuyen el hundimiento del campo socialista en 1989-1991 a un
milagro de la Virgen de Fátima de Woityla y a la Guerra contra el Imperio
del Mal de Ronald Reagan.
5.
Finalmente Scintilla,
al igual que todos los dogmáticos, repite la calumnia, puesta en circulación
por Enver Hoxha, que Mao sería el autor de la reaccionaria "teoría de los
tres mundos" con la que sus adversarios, los revisionistas Teng Hsiao-ping
y compañía, a los que Mao había denunciado repetidamente como portavoces de la
nueva burguesía china, justificaron su colaboración con los imperialistas
europeos y americanos contra los revisionistas soviéticos y sus seguidores. La
falsedad de esta paternidad ha sido demostrada por numerosos autores. Cito
entre otros el artículo de Natale Bentivegna, Lucha
contra el revisionismo y unidad de los marxista-leninistas: el debate sobre el
papel de Enver Hoxha, publicado en Teoría & Praxis, n.1,
enero 2000, revista del Círculo Lenin de Catania que los redactores de Scintilla ciertamente conocen.
¿Por qué entonces repiten viejas y ya desmentidas calumnias? Porque el
dogmatismo engangrenado para defender sus propios esquemas puede llevar paso a
paso a denigrar movimiento comunista.
6.
Pero la
cuestión del maoísmo como tercera y superior etapa del pensamiento comunista no
es una cuestión que se pueda resolver únicamente, ni siquiera principalmente
"analizando los textos" y mostrando la inconsistencia de las
argumentaciones de sus adversarios. Se puede resolver en definitiva definiendo
los fundamentos teóricos del nuevo partido. A este respecto Scintilla señala
justamente: "Ser partidarios de la ortodoxia revolucionaria, ser
intransigentes con los principios no significa sin embargo - como sostiene
cualquier marxista de pega - considerar como inmutable, 'establecida para siempre', la teoría revolucionaria,
cerrarse al debate, rechazar toda crítica, defectos en los que se manifiesta no
sólo el dogmatismo sino también el oportunismo. El marxismo-leninismo es la
ciencia de la revolución socialista del proletariado y de las masas oprimidas,
la ciencia de las leyes del desarrollo de la naturaleza y de la sociedad. Como
tal tiene necesidad de enriquecerse, de perfeccionarse, de desarrollarse a la
luz de los cambios que tienen lugar en las condiciones de desarrollo de la
sociedad, de los avances de otras ciencias, de nuevos conocimientos. Por esto
no puede permanecer inmóvil, sino que por el contrario sus conclusiones y
fórmulas deben cambiar y ser sustituidas por otras conclusiones y fórmulas
adecuadas a las nuevas tareas, si no quieren convertirse en artículos de fe
inutilizables". ¡Justísimo! El problema es que Scintilla desde
que existe sigue repitiendo estas sacrosantas tesis y compilando listas de
afirmaciones sacadas de los manuales de marxismo-leninismo (que nosotros
compartimos), pero no ha avanzado todavía, que yo sepa, ninguno de los
enriquecimientos, perfeccionamientos o desarrollos que señala ni ha intervenido
nunca de modo argumentado con relación a los enunciados por otros. En este
sentido pienso que se adapta perfectamente a la situación la observación que
hace Nicola P. en el artículo ya citado publicado en La Voce:
"Es probable que algunos lectores mantengan su perpejlidad ante las
argumentaciones expuestas en este artículo. Esto es comprensible. El valor de
una concepción se verifica en definitiva sometiéndola a la prueba de la
práctica, aplicándola (...) Invito pues a los lectores a 'hacer la prueba de la práctica' y a que respondan ellos mismos a las siguientes
tres preguntas: 1. ¿Por qué el revisionismo moderno en un cierto momento
se ha apoderado de la dirección de casi todos los partidos comunistas creados
por la primera Internacional Comunista y los ha corrompido hasta transformarlos
en su contrario (en promotores de la restauración pacífica y gradual del
capitalismo) y destruirlos? 2. ¿Cuáles han sido los límites de la izquierda de
estos partidos comunistas debido a los cuales no ha logrado impedir el auge del
revisionismo moderno? 3. ¿Cuáles son las principales enseñanzas a extraer
de la experiencia de la primera oleada de la revolución proletaria para
tenerlas en cuenta en la reconstrucción de los partidos comunistas y en
la preparación, promoción y dirección de la segunda oleada de la revolución
proletaria? Quien trate de responder a estas tres preguntas, y es evidente que
cualquiera que quiera desempeñar un papel de vanguardia en la reconstrucción de
los partidos comunistas debe responderlas, encontrará en el maoísmo la guía
para llegar a respuestas fecundas. Con ello verificará que el maoísmo es
la tercera y superior etapa del pensamiento comunista".
NOTAS
1. Nicola P., La
octava discriminante en La Voce n.9 y 10. En Rapporti
Sociali n.19 (agosto 1998) en el artículo Seis discriminantes y cuatro
problemas se decía que la cuestión del maoísmo era uno de los cuatro
problemas sobre los que las posiciones de cada una de las FSRS no estaban
todavía claras. El Proyecto de Manifiesto Programa de la Secretaría Nacional de
los CARC (octubre 1998) sostiene (pág.54) que el maoísmo es la tercera y
superior etapa del pensamiento comunista.
2. Es verdad sin embargo
que no son solamente los dogmáticos los que contraponen el maoísmo al
patrimonio teórico del viejo movimiento comunista, es decir al
marxismo-leninismo. Lo han hecho una serie de autodenominados maoístas, una
mezcla de comunistas ingenuos y anticomunistas, en particular en los años 70 y
lo siguen también haciendo otros hoy día: Pero Scintilla no critica
a este tipo de falsos maoístas, sino precisamente a los que quieren
"añadir un ismo al marxismo-leninismo, meternos el maoísmo", es
decir, a nosotros marxistas-leninistas-maoístas.
3. La exposición más
orgánica del leninismo ha sido realizada por Stalin en Principios del
leninismo (1924), localizable en el vol. 6 de las Obras de
Stalin (Ediciones Rapporti Sociali) que será publicado próximamente.
Obviamente hay una gran diferencia en la relación entre nosotros comunistas
de hoy y el leninismo y la relación entre nosotros y el maoísmo. La experiencia
de la primera oleada de la revolución proletaria ha confirmado que el leninismo
daba soluciones justas a las tareas que se planteaban a los comunistas a
comienzos del pasado siglo. La práctica no ha confirmado todavía
definitivamente a gran escala que el maoísmo da soluciones justas y suficientes
a las tareas que se plantean a los comunistas a comienzos de este nuevo siglo.
A grandes rasgos, nosotros nos encontramos con respecto al maoísmo, en la
posición en la que se encontraban a comienzos del siglo pasado nuestros
predecesores con respecto al leninismo. Esta situación deja inevitablemente un
cierto espacio también a los enemigos dogmáticos del maoísmo, que se instalan
en la cómoda posición de quien se contenta con repetir verdades ya confirmadas
por la práctica.
4. No me detengo aquí en
los motivos por los que Enver Hoxha buscó e inventó en la obra de Mao y en la
línea seguida por el PCCh hasta 1976 las causas por las que el revisionismo
moderno consiguió imponerse en el PCCh en 1976, veinte años después de haberlo
logrado en el PCUS.
5. Algunos de los
trabajos difundidos al respecto por los revisionistas soviéticos han sido
recogidos en el volumen Por el estudio de la Revolución China,
1972, a cargo de la redacción de la revista pro-brezneviana Ideologie en
la que colaboraron también algunos de los personajes hoy agrupados en torno a Scintilla.
6. Quien quiera
profundizar directamente en el problema, puede partir de la lectura de las
afirmaciones localizables en Obras de Mao Tse-tung (Ediciones
Rapporti Sociali), vol.23, págs. 68 y 69 (1966); vol. 24, pág. 91 (1969) y vol.
25, pág. 172 (1975).
7. La condena más
solemne y oficial del maoísmo a la que se han arriesgado los revisionistas
chinos está contenida en la Resolución sobe algunas cuestiones de la
historia de nuestro partido tras la fundación de la RPCh., adoptada por el
CC del PCCh el 27 de junio de 1981.
8. Para una periodización de la vida de los
países socialistas, remito a Rapporti Sociali n.11, Sobre
la experiencia histórica de los países socialistas. Distinguir los diversos
períodos de la vida de los países socialistas es esencial. Los que no lo hacen
no lograran extraer las enseñanzas que son posibles, caen en la denigración de
la experiencia de los países socialistas y crean confusión. También Scintilla para
denigrar la obra de Mao y del PCCh mezcla políticas pertenecientes a la fase de
la revolución de nueva democracia (1927-1949), con políticas pertenecientes a
la fase de construcción del socialismo (1949-1976), con las correspondientes a
la fase de restauración gradual y pacífica del capitalismo (iniciada en 1976 y
que todavía prosigue). Si se valoran las políticas de una fase a la luz de las
tareas de otra, se llega lógicamente a conclusiones sin sentido.
9. Obras de Mao Tse-tung (Ediciones
Rapporti Sociali), Informe a la segunda sesión plenaria del VII Comité
Central del PCCh 8 de marzo de 1949, vol. 11, pág. 86.
10. Véase, por ejemplo, el folleto de Lenin Las
tareas inmediatas del poder soviético, marzo- abril
de 1918 (Obras, vol. 27 ). Dice Lenin entre otras cosas: "Si
ahora queremos proseguir la expropiación del capital con el mismo ritmo que
antes, ciertamente sufriremos una derrota, pues es evidente para toda persona
que piensa, que nuestro trabajo de organización del inventario y del control
proletario se encuentra manifiestamente rezagado con respecto al trabajo de
inmediata 'expropiación de los expropiadores' ".
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