El Gran Sol Rojo del Amanecer

miércoles, 2 de enero de 2019

¿Trotzkysmo o Marxismo-Leninismo? Un viejo debate siempre nuevo



III. ¿Trotskismo o Leninismo?

Hemos hablado anteriormente de las leyendas contra el Partido y acerca de Lenin propaladas por Trotski y sus partidarios en relación con Octubre y su preparación. Hemos desenmascarado y desmentido esas leyendas. Pero se pregunta: ¿para qué ha recurrido Trotski a todas esas leyendas acerca de Octubre y de la preparación de Octubre, acerca de Lenin y del Partido de Lenin? ¿Qué fin persiguen los nuevos escritos de Trotski contra el Partido? ¿Cuál es el sentido, el objetivo, el fin de esos escritos, ahora, cuando el Partido no quiere discutir, cuando el Partido tiene ante sí un cúmulo de tareas inaplazables, cuando el Partido necesita un trabajo acorde para restaurar la economía nacional, y no una nueva lucha sobre cuestiones viejas? ¿Para qué quiere Trotski arrastrar el Partido hacia atrás, a nuevas discusiones?

 Trotski asegura que todo eso es necesario para «estudiar» Octubre. Pero ¿acaso no se puede estudiar Octubre sin dar una vez más coces al Partido y a Lenin, su jefe? ¿Qué «historia» de Octubre es esa que empieza y termina desacreditando al principal dirigente de la insurrección de Octubre, desacreditando al Partido, que fue quien organizó y llevó a cabo la insurrección? No, el quid de la cuestión no reside en el estudio de Octubre. Así no se estudia Octubre. Así no se escribe la historia de Octubre. Por lo visto, hay ahí otro designio. Y ese «designio» consiste, a juzgar por todo, en que Trotski hace en sus escritos otro intento (¡uno más!) de preparar las condiciones para suplantar el leninismo por el trotskismo. Trotski necesita, «a más no poder», desacreditar al Partido, a sus cuadros, que realizaron la insurrección, para pasar de esta labor ¿Trotskismo o leninismo? 109 de descrédito del Partido a la labor de descrédito del leninismo. Y el descrédito del leninismo es necesario para meter de contrabando el trotskismo, como la «única» ideología «proletaria» (¡no va en broma!). Todo ello, naturalmente (¡oh, naturalmente!), se hace bajo la bandera del leninismo, para que la operación de meter el trotskismo de contrabando sea «lo menos dolorosa posible».

Este es el fondo de los últimos escritos de Trotski.

Por ello, esos escritos de Trotski plantean de plano la cuestión del trotskismo.

Así, pues, ¿qué es el trotskismo?

 El trotskismo tiene tres particularidades, que lo ponen en contradicción insoluble con el leninismo.

¿Qué particularidades son ésas?

Primera. El trotskismo es la teoría de la revolución «permanente» (ininterrumpida). Y ¿qué es la revolución permanente, tal como la entiende Trotski? Es la revolución haciendo caso omiso de los campesinos pobres como fuerza revolucionaria. La revolución «permanente» de Trotski es, como dice Lenin, «saltar» por encima del movimiento campesino, «jugar a la toma del Poder». ¿Por qué es peligrosa esa revolución? Porque, de intentar llevarla a cabo, desembocaría en un fracaso inevitable, porque apartaría del proletariado ruso a su aliado, es decir, a los campesinos pobres. A ello se debe la lucha que el leninismo sostiene contra el trotskismo desde 1905.

¿Cómo considera Trotski el leninismo desde el punto de vista de esa lucha? Lo considera como una teoría con «rasgos antirrevolucionarios». ¿En qué se basa tan airado juicio del leninismo? En que el leninismo defendía y logró imponer en su tiempo la idea de la dictadura del proletariado y del campesinado.

Pero Trotski no se limita a ese airado juicio. Va más allá, afirmando: «Todo el edificio del leninismo se basa hoy día en la mentira y en la falsificación y lleva en sí el principio venenoso de su propia descomposición» (v. la carta de Trotski a Chjeídze en 1913). Como veis, nos hallamos ante dos líneas opuestas.

Segunda. El trotskismo es la desconfianza hacia el principio bolchevique del Partido, hacia la cohesión monolítica del Partido, hacia su hostilidad a los elementos oportunistas. El trotskismo en materia de organización es la teoría de la convivencia de los revolucionarios y los oportunistas, de sus grupos y grupitos en el seno de un mismo partido. Seguramente, conocéis la historia del Bloque de Agosto de Trotski, donde colaboraban en buena armonía los martovistas y los otsovistas, los liquidadores y los trotskistas, haciéndose pasar por un «verdadero» partido. Sabido es que ese «partido» hecho de retazos perseguía el fin de destruir el Partido Bolchevique. ¿En qué consistían entonces «nuestras divergencias»? En que el leninismo veía la garantía del desarrollo del Partido proletario en la destrucción del Bloque de Agosto, mientras que el trotskismo veía en este bloque la base para la creación de un «verdadero» partido.

De nuevo, como veis, dos líneas opuestas.

Tercera. El trotskismo es la desconfianza en los jefes del bolchevismo, un intento de desacreditarlos, de difamarlos. No conozco ni una tendencia en el Partido que pueda compararse con el trotskismo en cuanto a la difamación de los líderes del leninismo o de las instituciones centrales del Partido. ¿Qué no vale, por ejemplo, el «amable» juicio de Trotski acerca de Lenin caracterizándolo como a un «explotador profesional de todo atraso en el movimiento obrero ruso» (v. lugar citado). Y éste no es, ni mucho menos, el más «amable» entre todos los «amables» juicios que ha emitido Trotski.

¿Cómo ha podido ocurrir que, llevando a cuestas tan desagradable fardo, Trotski figurara, a pesar de todo, en las filas de los bolcheviques durante el movimiento de Octubre? Ocurrió eso porque Trotski abandonó entonces (lo abandonó de hecho) su fardo, escondiéndolo en el armario. Sin esta «operación», hubiera sido imposible una verdadera colaboración con Trotski. La teoría del Bloque de Agosto, es decir, la teoría de la unidad con los mencheviques, ya había sido derrotada y barrida por la revolución, pues, ¿de qué unidad podía hablarse cuando se libraba una lucha armada entre bolcheviques y mencheviques? A Trotski no le quedó más remedio que reconocer que esa teoría era inservible.

Con la teoría de la revolución permanente «ocurrió» la misma desagradable historia, pues ninguno de los bolcheviques pensaba en la toma inmediata del Poder al día siguiente de la revolución de febrero, y Trotski no podía ignorar que los bolcheviques no le permitirían, como decía Lenin, «jugar a la toma del Poder». A Trotski no le quedó más remedio que aceptar la política bolchevique de lucha por la influencia en los Soviets, de lucha por conquistar al campesinado. En cuanto a la tercera particularidad del trotskismo (la desconfianza en los líderes bolcheviques), debía, como es natural, pasar a segundo plano, en vista del evidente fracaso de las dos primeras particularidades.

¿Podía Trotski, en tal situación, no esconder su fardo en el armario y no seguir a los bolcheviques? ¿Podía obrar de otro modo Trotski, a quien no seguía ningún grupo político algo importante y que vino a los bolcheviques siendo un hombre sin ejército y en plena soledad política? ¡Naturalmente que no!

¿Qué enseñanza se desprende de esto? Una sola enseñanza: una colaboración prolongada de los leninistas con Trotski sólo es posible si éste desecha por completo su viejo fardo, si se adhiere plenamente al 110 J. V. Stalin - Obras escogidas leninismo. Trotski escribe de las enseñanzas de Octubre, pero se olvida de que, entre ellas, hay una enseñanza de Octubre, la enseñanza de que acabo de hablar, que tiene para el trotskismo una importancia primordial. Al trotskismo no le vendría mal tener también presente esta enseñanza de Octubre.

Pero, a lo que se ve, esta enseñanza no le ha aprovechado al trotskismo. Lo que ocurre es que el viejo fardo del trotskismo, escondido en el armario en las jornadas del movimiento de Octubre, lo sacan ahora nuevamente a la luz del día, con la esperanza de realizarlo, ya que, afortunadamente, nuestro mercado se amplía. Es indudable que los nuevos escritos de Trotski son un intento de volver al trotskismo, de «superar» el leninismo, de meter de contrabando e imponer todas las particularidades del trotskismo. El nuevo trotskismo no es una simple repetición del viejo trotskismo, pues está muy ajado y maltrecho, es incomparablemente más blando de carácter y más moderado en las formas que el viejo trotskismo, pero, indudablemente, conserva, en el fondo, todas las particularidades del viejo trotskismo. El nuevo trotskismo no se decide a manifestarse como una fuerza combativa contra el leninismo, prefiere hacer sus manejos bajo la común bandera del leninismo, bajo la consigna de la interpretación y el perfeccionamiento del leninismo. Obra así por su debilidad. No puede considerarse casual el hecho de que la salida a escena del nuevo trotskismo haya coincidido con la muerte de Lenin. Si Lenin viviera, el trotskismo no se habría atrevido a dar tan arriesgado paso.

¿Cuáles son los rasgos característicos del nuevo trotskismo?

1) La cuestión de la revolución «permanente». El nuevo trotskismo no considera necesario defender de manera abierta la teoría de la revolución «permanente». Deja sentado, «simplemente», que la Revolución de Octubre ha confirmado con toda plenitud la idea de la revolución «permanente». De ello saca la siguiente conclusión: es importante y admisible en el leninismo lo que corresponde al período de después de la guerra, al período de la Revolución de Octubre; y, por el contrario, es desacertado e inadmisible en el leninismo lo anterior a la guerra, lo anterior a la Revolución de Octubre. De aquí la teoría de los trotskistas de la división del leninismo en dos partes: el leninismo de antes de la guerra, el «viejo» leninismo, el leninismo «inservible», con su idea de la dictadura del proletariado y el campesinado, y el leninismo nuevo, el leninismo de después de la guerra, el leninismo de Octubre, que ellos quieren adaptar a las exigencias del trotskismo. Esta teoría de la división del leninismo la necesita el trotskismo como el primer paso, más o menos «aceptable», para facilitar sus pasos siguientes en la lucha contra el leninismo.

Pero el leninismo no es una teoría ecléctica, pegada de diversos elementos y susceptible de ser dividida. El leninismo es una teoría coherente, nacida en 1903, que ha pasado por las pruebas de tres revoluciones y que ahora avanza triunfante, como bandera de combate del proletariado mundial.

 «El bolchevismo -dice Lenin- existe como corriente del pensamiento político y como partido político desde 1903. Sólo la historia del bolchevismo en todo el período de su existencia puede explicar de un modo satisfactorio porqué el bolchevismo pudo forjar y mantener, en las condiciones más difíciles, la disciplina férrea necesaria para la victoria del proletariado» (v, t. XXV, pág. 174).

El bolchevismo y el leninismo son una y la misma cosa. Son dos denominaciones de una misma cosa. Por eso, la teoría de la división del leninismo en dos partes es la teoría de la destrucción del leninismo, la teoría de la suplantación del leninismo por el trotskismo.
Huelga decir que el Partido no puede admitir esa extraña teoría.

2) La cuestión del principio del Partido. El viejo trotskismo trataba de socavar el principio bolchevique del Partido valiéndose de la teoría (y la práctica) de la unidad con los mencheviques. Pero esa teoría se puso hasta tal punto en evidencia, que ahora ni siquiera desean recordarla. Para quebrantar el principio del Partido, el trotskismo contemporáneo ha ideado una teoría nueva, una teoría menos comprometedora y casi «democrática», la teoría de oponer a los viejos cuadros los jóvenes militantes del Partido. Para el trotskismo no existe una historia única y coherente de nuestro Partido. El trotskismo divide la historia de nuestro Partido en dos partes de desigual valor: la parte anterior a Octubre y la parte posterior a Octubre. La parte de la historia de nuestro Partido anterior a Octubre no es historia, propiamente hablando, sino «prehistoria», un período sin importancia o, en el mejor de los casos, poco importante, de preparación de nuestro Partido. La parte de la historia de nuestro Partido posterior a Octubre es verdadera historia, historia auténtica. Allí, los «viejos» cuadros de nuestro Partido, cuadros «prehistóricos» y de poco valor. Aquí, un partido nuevo, verdadero, «histórico». No creo que sea necesario demostrar que ese original esquema de la historia del Partido es un esquema destinado a quebrantar la unidad entre los viejos y los nuevos cuadros de nuestro Partido, un esquema para destruir el principio bolchevique del Partido.

Huelga decir que el Partido no puede admitir ese extraño esquema.

3) La cuestión de los líderes del bolchevismo. El viejo trotskismo trataba de desacreditar a Lenin más o menos abiertamente, sin temer las consecuencias. El nuevo trotskismo procede con mayor cautela. Procura continuar la obra del viejo trotskismo encubriéndose con alabanzas a Lenin, con loas a Lenin. Creo que vale ¿Trotskismo o leninismo? 111 la pena citar algunos ejemplos.

El Partido conoce a Lenin como a un revolucionario implacable. Pero sabe también que Lenin era prudente, que no le gustaba la gente que perdía la cabeza y con frecuencia ponía freno, con mano firme, a los que se entregaban al terrorismo, entre ellos al mismo Trotski. Trotski trata este tema en su libro «Acerca de Lenin». Pero, según la apreciación que en él da, resulta que Lenin no hacía otra cosa sino «inculcar en cada momento propicio la idea de que el terrorismo es inevitable». Da la impresión de que Lenin era el más sanguinario entre todos los bolcheviques sanguinarios.

¿Qué fin persigue Trotski con esa exageración innecesaria y sin posible justificación?

El Partido conoce a Lenin como a un militante ejemplar, a quien no gustaba resolver las cuestiones por sí solo, al margen del grupo de camaradas dirigentes, ni de golpe, sin un meticuloso tanteo y una cuidadosa comprobación. Trotski trata también en su libro este aspecto. Pero en el libro de Trotski no vemos a Lenin, sino a un mandarían chino que resuelve las cuestiones más importantes en la quietud de su despacho, por intuición.

¿Queréis saber cómo resolvió nuestro Partido la disolución de la Asamblea Constituyente?

 Escuchad a Trotski:

«Está claro que hay que disolver la Asamblea Constituyente -decía Lenin-, pero, ¿y los eseristas de izquierda?

Sin embargo, nos dió una gran alegría el viejo Natansón. Pasó a vemos, para «aconsejarse», y de buenas a primeras dijo:

- Me parece que tendremos que disolver por la fuerza la Asamblea Constituyente. –

¡Bravo! -exclamó Lenin-. ¡Muy bien! Pero, ¿darán "ese paso los suyos?

- Algunos vacilan, pero creo que, en fin de cuentas, estarán de acuerdo -respondió Natansón».

Así se escribe la historia.

¿Queréis saber cómo resolvió el Partido el problema del Consejo Militar Supremo?

 Escuchad a Trotski:

 «Sin militares serios y expertos no saldremos de este caos -decía yo a Vladímir Ilich- cada vez que volvía del Estado Mayor.

- Quizá tenga usted razón. Pero, ¿no nos traicionarán?

- Le pondremos a cada uno un comisario. - O mejor dos -exclamó Lenin-, dos que tengan buenas zarpas. No puede ser que no tengamos comunistas con buenas zarpas.

- Así surgió la estructura del Consejo Militar Supremo».

Así escribe Trotski la historia. ¿Qué fin perseguía Trotski con estos cuentos árabes que desacreditan a Lenin? ¿Ensalzar a V. I. Lenin, al jefe del Partido? No lo parece.

 El Partido conoce a Lenin como al más gran marxista de nuestros tiempos, como a un profundo teórico y un revolucionario de la mayor experiencia, en quien no había ni sombra de blanquismo, Trotski trata también en su libro este aspecto. Pero en su apreciación no vemos al Lenin gigante, sino a un pigmeo blanquista, que en los días de Octubre aconseja al Partido «tomar el Poder con sus propias manos, independientemente del Soviet y a sus espaldas». Pero ya he dicho que esta apreciación no corresponde en lo más mínimo a la realidad.

¿Qué fin persigue Trotski con esa escandalosa... inexactitud? ¿No hay en ello una tentativa de desacreditar «un poquitin» a Lenin?

Tales son los rasgos característicos del nuevo trotskismo.

¿Cuál es el peligro del nuevo trotskismo? Que el trotskismo, por todo su contenido interno, tiene todas las probabilidades de convertirse en el centro y en el punto de concentración de todos los elementos no proletarios, que anhelan el debilitamiento y la descomposición de la dictadura del proletariado.

Y bien, diréis vosotros, ¿cuáles son las tareas inmediatas del Partido en relación con los nuevos escritos de Trotski?

El trotskismo ha emprendido todo eso ahora para desacreditar el bolchevismo, para minar sus cimientos. La tarea del Partido consiste en enterrar el trotskismo como corriente ideológica.

Hablan de represiones contra la oposición y de posibilidad de escisión. Eso son tonterías, camaradas. Nuestro Partido es fuerte y poderoso. No consentirá ninguna escisión. En cuanto a las represiones, estoy decididamente contra ellas. Lo que ahora necesitamos no son represiones, sino una amplia lucha ideológica contra el trotskismo, en trance de resurrección.

Nosotros no queríamos y no buscábamos esta discusión literaria. El trotskismo nos la impone con sus escritos antileninistas. Pues bien, estamos dispuestos, camaradas.


 Publicado el 26 de noviembre de 1924 en el núm. 269 de «Pravda»

De la obra “¿Trotskismo o Leninismo? de J. Stalin

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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.