(Nota de Luminoso Futuro: El siguiente artículo debe ser estudiado muy con mente fría,
con profundo sentido crítico y a la luz de los postulados revolucionarios
marxistas-leninistas. Primo, porque el
fenómeno político expresado en ese “acuerdo de paz”, firmado en El Salvador,
Guatemala y en trance de hacerse lo mismo en Colombia, muchos –con la excepción honrosa de los
marxistas-leninistas maoístas y el partido Frente Popular de Liberación de El
Salvador (FPL)- se han negarlo a verlo y
examinarlo a la luz de los hechos ocurridos posteriormente y por haber
renunciado a hacer recurso que le exigen los postulados revolucionarios del
marxismo-leninismo. Como el Edipo de la leyenda se han autoquemado los ojos y
tapado los oídos. Secundo, porque el autor, James Petras, un intelectual trotskysta
que como ave rara es leído y aceptado en todos los ambientes de la “izquierda”
latinoamericana –esto es, en aquellos de la izquierda burguesa-, y comprometido
con la chavista teoría del “socialismo del siglo XXI”, resulta bastante potable
como analista político. Él, como queda dicho, no fuma pues la misma marca de
puros que fumamos nosotros. No obstante, su escrito (¿autocrítico?) debe ser
leído y comentado críticamente por todo comunista auténtico y todo
revolucionario proletario latinoamericano, pues en él se encuentra la clave
para señalar aquellos “acuerdos” como un acto de traición a la revolución
social en América).
LOS TRAIDORES ACUERDISTAS |
Lecciones de El Salvador para las FARC colombianas
por James Petras - La Haine
¿Es posible que los "acuerdos de paz" generen justicia, paz y
seguridad para el pueblo?
Introducción
Se da por sentado que los
"acuerdos de paz" entre regímenes de derecha pro-estadounidenses e
insurgentes de izquierda generan paz, justicia y una mayor seguridad. Varios
acuerdos de paz firmados en la década de 1990 en América Central, Sudáfrica,
Filipinas y otros países proveen un amplio caudal de datos, a lo largo de
más de dos décadas, tanto a favor como en contra de esa idea generalizada.
Examinaremos el caso de El Salvador donde un poderoso movimiento
guerrillero (FMLN) firmó un acuerdo de paz en 1992.
Método de evaluación del Acuerdo
de Paz
En referencia al análisis del
Acuerdo de Paz es importante comenzar enfocándonos en la evolución del
FMLN -los cambios políticos, organizativos e ideológicos que condujeron a las
negociaciones, al pacto con el régimen de derecha y los resultados políticos y
socioeconómicos.
La segunda parte del
ensayo establece los parecidos y las diferencias entre los resultados políticos
y socioeconómicos y las políticas posteriores al pacto, y el efecto que estas
tuvieron en el pueblo. Esto nos permitirá ver quién se benefició y quién se
perjudicó; qué clases socioeconómicas y estructuras políticas emergieron; qué
políticas extranjeras fueron delineadas.
La tercera sección del
ensayo se enfoca en extraer las lecciones que podamos aprender de la
experiencia de El Salvador, que sean aplicables a las actuales negociaciones de
paz entre las FARC y el régimen de Santos en Colombia.
El FMLN: De la revolución
socialista al electoralismo capitalista
En 1980, cuatro grupos
guerrilleros principales se unieron para formar elFrente Farabundo Martí para
la Liberación Nacional (FMLN). El componente fundamental, el FPL, postulaba la
guerra prolongada, la unión de la guerrilla y de los movimientos de masa en la
lucha revolucionaria y antiimperialista. Los aliados menores, encabezados
por el Partido Comunista postulaban las dos etapas, "de la revolución
democrática a la revolución social". El FMLN se ha convertido en una
organización socialdemócrata totalmente integrada en el estado reaccionario
Poco más de dos años después, los
tres componentes minoritarios, el ERP, el Partido Comunista y el RN,
transformaron la política del FMLN, eliminando la lucha por el socialismo basado en los obreros y
en los campesinos a favor de la "revolución democrática", que incluía
a la "burguesía progresista moderna".
A medida que la lucha continuaba, los reacomodamientos internos del FMLN se
inclinaron a favor de un giro al "centro". Los líderes del FMLN
pusieron el énfasis en la incorporación política al sistema electoral, la legalización del FMLN, la apertura de negociaciones sin
ningún acuerdo previo y una
disposición a trabajar dentro del marco electoral capitalista. Cuando comenzaron las negociaciones el FMLN
abandonó las demandas de desmantelar las fuerzas armadas, de expropiar las
principales empresas mineras, comerciales, banqueras y financieras. Aceptaron
la formación de la "comisión de la verdad" que "examinaría"
los crímenes de guerra -la matanza masiva de más de 75 mil civiles.
En 1992, cuando se firmó el
acuerdo de paz, los ex guerrilleros, el régimen de El Salvador y el gobierno de
EE.UU. lo calificaron de "un momento de inflexión histórico que iniciaba
una nueva era de paz y prosperidad para el país y el pueblo". La
mayoría de los académicos y periodistas de izquierda se unieron al coro de
elogios al "pragmatismo" y la "flexibilidad" de los líderes
del FMLN. Los
social demócratas europeos, especialmente el régimen socialista español,
ofrecieron cursos de entrenamiento a los ex guerrilleros, para capacitarlos en
asuntos municipales y gubernamentales.
Evaluación de las políticas del
FMLN en la oposición y en el gobierno
Los líderes del FMLN se
beneficiaron de manera directa con la transición de la lucha armada y la
movilización de masas a la política electoralista: muchos fueron elegidos
en puestos públicos, lo que les garantizó un estándar de vida de clase media. Como
congresistas, asesores políticos, asistentes y alcaldes, la élite del FMLN
recibió salarios sustanciales, adquirieron viviendas en
barrios de clase media y nuevos automóviles y contrataron guardias privados
para su protección.
La mayoría de los políticos
del FMLN retuvieron una ideología social demócrata y una retórica radical en el
discurso. Algunos, como el
ex dirigente del ERP, Joaquín Villalobos, se alió con la derecha, denunció
a los movimientos populares, recibió una beca de Oxford y se convirtió en un asesor
de los escuadrones de la muerte en Colombia, Filipinas, Irlanda del Norte y
otros países.
El FMLN prácticamente
abandonó los movimientos de masa urbanos y rurales convirtiéndose en un
partido electoral más. Durante las revueltas populares entre 1980 y 1990,
los campesinos consiguieron una reforma agraria, los empleados públicos un
incremento salarial, y las organizaciones populares proliferaron mientras que
el gobierno y EE.UU. trataban de recortar el apoyo popular a la insurgencia. Una
vez que los líderes del FMLN entraron al parlamento y priorizaron la política
electoral, disminuyó la presión sobre la clase dominante, decreció la lucha
popular y terminó la reforma agraria. Los gremios recibieron muy poco
apoyo de los políticos del FMLN. El FMLN liderado por Shafik Handel buscó una
alianza con la "burguesía moderna" para "aislar" a la
oligarquía terrateniente "tradicional", estabilizar la democracia y garantizarse
una postura en el Congreso como "oposición leal". En 2009, el
FMLN ganó la presidencia con un candidato neoliberal, el demócrata cristiano
Mauricio Funes, y obtuvo una mayoría del Congreso.
La sociedad salvadoreña después
del acuerdo de paz
El FMLN
firmó el llamado acuerdo de paz sin ningún diálogo democrático previo con los
militantes, sin ninguna consultación con los movimientos sociales de base; declararon obsoletas las principales
reformas estructurales por las que miles de militantes habían luchado y
entregado su vida. En cambio,
"consultaron" con sus propios intereses para conseguir una carrera
legislativa. Dictaron los acuerdos a sus cuadros
intermedios, expulsaron a los críticos y manipularon a las masas para que den
su apoyo ofreciéndoles promesas falsas de "continuar con la lucha". No cumplieron con las promesas de trabajo y
redistribución de ingresos y tierras; nunca se materializó la promesa de
"reformar" las fuerzas armadas ni entablar procesos judiciales en
contra de los oficiales involucrados en violaciones masivas de derechos
humanos.
De 1992 a 2013, El Salvador
continúa siendo el segundo país en la lista de los más desiguales de América
Latina. El desempleo, en especial de la gente joven, continúa superando el 50%.
Más del 60% de la "población trabajadora" no tiene un empleo formal.
Trabajan sin jubilación, seguro médico, vacaciones ni seguro social,
mayoritariamente en el sector de servicios con los salarios más bajos, ya sea
como vendedores ambulantes o empleadas domésticas. Más de 2,5 millones de
salvadoreños se vieron forzados a dejar el país por falta de oportunidades. Los
jóvenes guerrilleros fueron abandonados por sus líderes. Algunos recibieron
terrenos pero sin capacitación, crédito, servicios, fracasaron y se convirtieron
en pandilleros urbanos o rurales. Más de 25 mil jóvenes pertenecen a pandillas
que trafican con drogas. El Salvador detenta el segundo porcentaje más alto de
homicidios violentos en el continente americano. De hecho, son más los
salvadoreños asesinados después del "Acuerdo de paz" (1992-2012) que
los muertos durante la guerra civil (1980-1991). Desde marzo de 2012,
cuando las dos pandillas principales firmaron una tregua han disminuido
drásticamente los asesinatos.
El Acuerdo de paz estableció la
formación de una "Comisión de la Verdad" para investigar los crímenes
de guerra y las violaciones de derechos humanos. En lugar de cumplir con
ese objetivo, se decretó una amnistía para los Generales y la élite militar. La
Comisión carecía de apoyo financiero y político y ningún criminal de guerra, ni siquiera aquellos que cometieron los crímenes
más violentos fueron enjuiciados ni mucho menos encarcelados.
Los principales beneficiarios del Acuerdo de paz fueron los
"burgueses modernos" -la élite bancaria, comercial, de la
agroindustria, de las maquiladoras- quienes
hicieron grandes ganancias, pagaron muy pocos impuestos, recibieron subsidios
estatales y explotaron la mano de obra barata de las maquiladoras. Las
compañías de seguridad privada prosperaron como la clase de nuevos ricos
-incluyendo la élite de "nuevos ricos" del FMLN que contrató un
ejército de guardias privados armados con rifles automáticas y ametralladoras
para proteger sus casas, negocios, clubes privados y balnearios de
vacaciones.
El Salvador, antes y después del
triunfo electoral del FMLN, puede ser caracterizado como un paraíso neoliberal:
acuerdos de libre comercio, salarios bajos, trabajadores no sindicalizados,
mano de obra barata de las maquiladoras, en síntesis, las zonas de libre
comercio son la pieza fundamental de la política económica del FMLN.
La llamada "Revolución
democrática" fue despojada de todo contenido socioeconómico. La
distancia social entre los líderes del FMLN y sus contratistas de negocios
aliados por un lado, y las masas por el otro, es abismal. Los líderes del FMLN
habitan viviendas modernas, protegidas por muros de tres metros cubiertos con
vidrio roto y alambre de púa, con calles pavimentadas y jardines con flores. La
mayoría de los salvadoreños pobres vive en sitios hacinados, con calles sin
asfaltar, controlados por pandillas armadas que trafican droga y policías
corruptos.
El régimen del FMLN ha respaldado los acuerdos de libre comercio de
EE.UU. y la Unión Europea en América Central al igual que las bases militares
de EE.UU. Sus políticas de libre mercado perjudican a
los pequeños y medianos productores. Sus vínculos militares con el Pentágono
fortalecen la postura militar de EE.UU. contra Venezuela y Ecuador.
Consecuencias políticas del
Acuerdo de paz
Durante la guerra civil, la lucha de clases incrementó la conciencia de clase, fortaleció la
organización independiente de clase y forzó a la clase dominante y sus
"mentores" estadounidenses a que hicieran concesiones, incluyendo una
reforma agraria para los campesinos y un aumento salarial para los obreros. Posteriormente
al pacto de paz, las organizaciones de base experimentaron una reducción de
tamaño y actividad; los líderes fueron cooptados por la élite del FMLN. El
control político centralizado de los movimientos sociales asegura el
conformismo frente a las políticas neoliberales. El FMLN trata de legitimar el
orden socioeconómico neoliberal escudándose en su "heroico y glorioso
pasado guerrillero". Los políticos corruptos del FMLN evocan su rol del
pasado como "comandantes guerrilleros" para encubrir sus conexiones
corruptas del presente con la élite económica. Cada vez que un sindicato va a
la huelga por mejoras salariales o laborales, como los trabajadores
municipales, de la salud y o de la educación, los líderes del FMLN los acusan
de tener motivaciones "políticas" o de "ayudar" al enemigo. El FMLN se convirtió en un aparato burocrático manejado por
facciones de las élites que pelean por posiciones de poder y privilegio dentro
de la burocracia estatal neoliberal.
Frente al abyecto fracaso del FMLN
y su gestión de gobierno para responder a las necesidades más básicas de los pobres
de las ciudades y del campo, cientos de ONGs financiadas por los gobiernos de
EE.UU. y Europa, en las que trabajan profesionales de clase media,
establecieron proyectos de autoayuda, que enriquecieron a los líderes de las
ONGs, perjudicaron a los movimientos sociales locales y no fueron eficaces para
reducir la pobreza.
Sin paz, seguridad ni justicia
social, y ante el debilitamiento de los movimientos sociales, ¿podemos
sorprendernos de que anualmente decenas de miles de salvadoreños huyan de su
país? Hay más de 2,5 millones de salvadoreños en el exterior, más del 90% de
los cuales vive en EE.UU.
Conclusión: Causas del fracaso del
Acuerdo de paz
Haciendo un análisis objetivo,
queda claro que el acuerdo de paz firmado por el FMLN ha fracasado en el cumplimiento de las mínimas demandas
políticas y socioeconómicas de sus bases. A pesar de los grandes sacrificios y
los incontables ejemplos de heroísmo personal, las masas populares de El
Salvador fueron despojadas de todo logro positivo. Los poderosos movimientos
fueron desmantelados por decreto de los comandantes guerrilleros. Los
principales líderes que dictaron dichas políticas lo hicieron ya sea porque
eran colaboradores de las fuerzas militares de EE.UU. (Villalobos) o aliados de
la llamada burguesía "progresista".
Se pueden extraer varias lecciones:
1) El pasado combatiente no
es una garantía de compromiso socioeconómico progresista después de la
negociación de un acuerdo.
2) Un acuerdo de paz dictado
por una élite suele implicar un sacrificio de los intereses socioeconómicos
como garantía de ganar una imagen de "respetabilidad" política.
3) Aliados extranjeros
"radicales", como Cuba, tienen sus propios intereses políticos para
asegurar la estabilidad regional y la paz, y tal vez dichos intereses no
coinciden con las necesidades socioeconómicas de un movimiento revolucionario
de masas.
4) Los acuerdos de paz deben
incluir de manera directa a los representantes de los movimientos populares de
masas e incorporar sus demandas.
5) Los acuerdos de paz que
desarman a los insurgentes y mantienen a las fuerzas armadas, que son el sostén
de la élite económica y de su control sobre los sectores estratégicos de la
economía, dan como resultado una continuidad de las políticas neoliberales y de
las bases militares de EE.UU. y producen la integración de los ex líderes
guerrilleros en un sistema político corrupto y reaccionario.
6) Un pacto de paz que no
genere inversiones públicas masivas en el sector laboral, obras públicas,
reforma agraria y otras actividades productivas dará como resultado el
desempleo de los ex guerrilleros jóvenes que se incorporarán a pandillas de
tráfico de droga y otros delitos.
7) Los ex líderes
guerrilleros promoverán sus carreras electorales y trabajarán dentro del
sistema adoptando políticas neoliberales -como lo han demostrado numerosos
casos. En Colombia, por ejemplo, Antonio Navarro Wolff, ex integrante del M-19
se convirtió en un aliado del entonces Presidente Álvaro Uribe y su régimen de
escuadrones de la muerte cuando fue gobernador de Nariño. Teodoro Petkoff, ex
guerrillero venezolano, devino en uno de los ideólogos del programa de
austeridad del FMI durante el gobierno de Caldera. Joaquín Villalobos, el ex
guerrillero salvadoreño del ERP, se convirtió en asesor de la CIA y de varios
regímenes criminales que le pagaron cuantiosas sumas por su asesoramiento.
Los movimientos populares deben
establecer sus propias prioridades socioeconómicas y estar presentes en
cualquier proceso de paz.
La vasta mayoría de los obreros,
campesinos y estudiantes quieren una paz que vaya acompañada de
cambios en el sistema socioeconómico. Esto incluye expropiación de
tierras irrigadas y fértiles; el fin de la represión sindical y
el establecimiento de nuevas leyes laborales que protejan los
sindicatos; la duplicación del salario y la formación de comités
de trabajadores que supervisen a la administración.
Para que sea posible implementar
un programa público a gran escala generador de empleo, se requiere un sistema
impositivo progresivo, que use los impuestos a los ricos para financiar
infraestructura y empresas productivas. Las agencias del medioambiente
constituidas por ecologistas, indígenas y líderes campesinos deben tener el
poder necesario para regular las actividades mineras y garantizar que exista
una distribución equitativa de los ingresos impositivos y los pagos de royalty.
Por encima de todo, para que un acuerdo
de paz funcione debe existir un estado democrático, en el que: se desmantelen
las Fuerzas Especiales, los programas de contrainsurgencia, las bases militares
y las misiones de asesoramiento extranjeras. El abyecto fracaso del FMLN para cambiar la sociedad
de El Salvador y mejorar las condiciones de vida de las masas estuvo
directamente relacionado con su inserción en el estado capitalista y su
subordinación a la economía neoliberal.
La "teoría de las
etapas" del gurú del FMLN, Shafik Handal sostenía que la
"modernización capitalista y la democracia" en alianza con la
burguesía moderna era el "objetivo inmediato" mientras que el
socialismo era para el "futuro distante". Esta "teoría de las
etapas" dejaba de lado el hecho de que la "burguesía moderna"
estaba estructuralmente atada a las élites de los terratenientes tradicionales,
la banca y el imperio, y no estaba, de ninguna manera comprometida con una
supuesta "revolución democrática". El FMLN, descartó el socialismo, nunca logró
concretar una revolución democrática y finalizó presidiendo un país empobrecido
y desgarrado por delitos sangrientos en el que la élite política era socia de
los mismos clubes sociales que su antiguo enemigo de clase.
Es necesario que las FARC estudien
atentamente las lecciones negativas del pasado, de los desastrosos acuerdos de
paz de América Central, del MR-19 que se rindió a un estado de narcos, para de
esa manera proponer un acuerdo de paz en consulta con la mayoría del pueblo y
en beneficio de ella, y no uno que simplemente les garantice puestos en el
Congreso.