Durante estos últimos años hemos visto absortos como la violencia del narcotráfico en México ha ido degenerando a condiciones extremadamente cruentas e inhumanas. Los niveles de barbarie llegan a rebasar inclusive la mentalidad más abyecta de cualquier nazi en la SGM o de cualquier tiranuelo de aquellos que han gobernado las semi colonias de Centro y sur América recreando sus caravanas de tortura, desapariciones, muerte y represión indiscriminada.
La brutalidad más extrema y manifiesta en masacres colectivas como las realizadas el año pasado en Tamaulipas, 71 inmigrantes asesinados, decapitados, desmembrados. Individuos semi descuartizados colgados de cualquier paso a desnivel en la vía pública. Asesinatos atroces fríamente filmados, la ejecución cotidiana de decenas de personas y por último la masacre realizada en estos días en el Casino Royale de Monterrey - más de 50 víctimas- donde las esferas políticas y familiares próximas al alcalde de Monterrey tienen participación en esta masacre, son la firma de una sociedad totalmente descompuesta y decadente.
La responsabilidad del régimen comprador de Felipe Calderón quién de manera reiterada ha sido acusado de tener complicidad con los carteles de la droga en México y de los aparatos represivos han generado un ambiente violento, de tremenda desconfianza y de temor en la población quien ve en el estado, una estructura rancia incapaz de combatir al narcotráfico de manera decidida en la medida de que de una u otra manera sus autoridades se nutren del narcotráfico que ya está enquistado en el aparato productivo con la inyección de fuertes capitales que poco a poco van cimentado la estructura productiva de México.
Pero la responsabilidad mayor sin lugar a dudas la tiene EEUU. Veamos:
Aproximadamente 72 millones de personas en los EEUU han estado ligadas al consumo de todo tipo de estupefacientes, quienes -en el caso de la cocaína- consumen un tercio de la producción mundial. En los mismos EEUU, en California se producen anualmente 10.000 toneladas métricas de marihuana (cuyo precio en el mercado al menudeo genera 38.000 millones de dólares).
Todo el circuito de comercialización y consumo de drogas en los EEUU mueven alrededor de 100 mil millones de dólares al año, cuyos dineros son “lavados” vía Wall Street espoleando de una u otra manera la economía estadounidense convirtiéndose en un estímulo cada vez más creciente del Producto Interno Bruto.
Pero ese es un aspecto del narcotráfico. Existe otro, es el utilizado por el imperialismo yanqui quienes desde el siglo pasado han utilizado la “muletilla” de lucha contra el tráfico de drogas para disimular u ocultar la lucha contra los movimientos y organizaciones revolucionarias, particularmente de Latinoamérica. Las extradiciones de los colombianos Simón Trinidad y “Sonia” a los EEUU bajo falsos argumentos de lucha contra el narco-terrorismo. La intervención directa por parte del imperialismo en la lucha contra los camaradas del PCP en el Perú en años anteriores, entre otros.
LA CIA si bien es cierto cumple tareas de espionaje a favor del imperialismo, también se ha convertido en la organización criminal más poderosa del planeta. Cuando sus requerimientos lo han demandado ha utilizado el narcotráfico como fuente de financiamiento para grupos paramilitares como fue el caso de la Contra en Nicaragua, la formación de los grupos de Autodefensa en Colombia, los “combatientes por la libertad” en Kosovo, en Afganistán para armar y apoyar a los rebeldes que luchaban contra la presencia de la URSS y que devinieron en Osama Bin Laden, y así una interminable lista de organizaciones creadas por la CIA con planes abiertamente contrarrevolucionarios e intervencionistas.
El origen de los Zetas y de los grupos de choque del narcotráfico en México no es ajeno a la CIA. Grupos inicialmente creados para tratar de combatir la red del narcotráfico-paramilitar Colombia-México. De igual manera los grupos élite del Ejército Mexicano “potenciados” por la CIA para combatir a la “insurgencia”, los grupos de Fuerzas Especiales Aeromóvil (GAFE) y el Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (GANFE) terminaron convirtiéndose en el aparato militar –informal- de los carteles. Nada desestimable fue para estas organizaciones criminales compuestas por militares y policías tanto en servicio activo como pasivo la incorporación de otros elementos de fuerzas especiales, en este caso de los Kaibiles, de Guatemala, que de manera circunstancial o por captación absoluta adiestran y comandan los grupos de aniquilamiento al servicio de los carteles.
La guerra entre los diferentes carteles en México está estimulada por la CIA, tiene su sello. Eso es indudable y los objetivos centrales se acumulan en torno a una sola línea de acción: tener el “pretexto” ante la opinión internacional e intervenir militarmente en México para materializar su vieja aspiración de “absorción” de ese país y ponerlo en condición de nueva colonia.
En México podemos ver autoridades gubernamentales, miembros de los aparatos represivos, estimulación por parte de los EEUU desde la perspectiva del consumo, el circuito financiero además de la importante venta de armas a los carteles que es el Imperialismo y el viejo estado mexicano que corrompidos han sumido al pueblo de México a la más horrible de las pesadillas.
El imperialismo se pudre por dentro, y arrastra en su descomposición a las semi colonias donde todos los sectores que comprometen las áreas del Poder también se pudren generando violencia y arrastrando a las masas a vivir la política el miedo y del terror. Ese escenario no es incierto o carente de objetivos. La penetración, intromisión imperialista siempre tiene una razón de ser: México una nueva colonia imperialista.
¡A COMBATIR LAS FUERZAS TÍTERES DEL IMPERIALISMO EN LIBIA!
APLASTAR AL REVISIONISMO
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