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El viento de la historia
No es habitual que el muy prepotente, y decadente, Occidente revise sus
prejuicios y falsedades históricas así que voy otra vez tanto a la carga como
al charco.
Todos los años por estas fechas se celebran macro encuestas sobre los
personajes que definen la historia de Rusia. Y todos los años, uno tras otro,
sale que el personaje que define la historia de Rusia es Stalin, con
porcentajes que no dejan de crecer. Supongo que es una de las razones ocultas
que hay en el odio visceral que la oligarquía occidental tiene contra Rusia, y
antes contra la URSS. Porque "el tirano sangriento" es adorado en
Rusia y el anti-estalinismo es cada vez más marginal. Con el alcohólico Yeltsin
al mando se pensó que Stalin estaba totalmente terminado, que se había cerrado
por fin el ciclo iniciado en los años 60 del siglo pasado por el soviético
Jruschov de la "desestalinización". Pues no. El pueblo ruso tiene
memoria y el viento de la historia es el que es y ahora está soplando sólo en
una dirección.
La última vez que hablé de Rusia fue en febrero, al hilo del imparable
declive en la popularidad de Putin por su abierto apoyo a los neoliberales. Su
apoyo a la destrucción del sistema de pensiones soviético, con el aumento de la
edad de jubilación, fue el detonante y a partir de ahí está en caída libre.
Putin no es ningún imbécil y sabe que tiene que reaccionar. Ya entonces se
anunció que iba a poner en marcha una campaña a gran escala contra la
corrupción. Ahora se están comenzando a ver los resultados.
¿Qué tiene que ver esto con Stalin? Pues todo. Resulta que la
encuesta, realizada por un instituto gubernamental, justifica los datos en que
Stalin fue "implacable" con la corrupción y "un luchador contra
la injusticia social". Y estos dos elementos son determinantes para
ahondar más el descrédito de Putin como gobernante en lo interno puesto que en
política exterior pocos le cuestionan.
Lo interesante del caso es que la encuesta, realizada en los 85 sujetos
federales (la división administrativa de Rusia es repúblicas autónomas,
provincias autónomas, distritos autónomos y hasta ciudades autónomas) y en 137
ciudades de todo tipo de población (como dato, hay 335 ciudades con más de
50.000 habitantes) recoge también la valoración añadiendo el partido al que se
votó en las últimas elecciones para
gobernadores y alcaldes, el pasado mes de septiembre, y en las que el avance
del Partido Comunista fue notorio.
Y aquí surge la sorpresa: no son solo los votantes del PC quienes
defienden a Stalin, sino los votantes de Rusia Unida, el partido de Putin, e,
incluso, quienes votaron a los neoliberales nacionalistas (porque hay otros que
son pro-occidentales). El 68% de los votantes comunistas defienden a Stalin, el
55% de los votantes a RU y el 52% de los neoliberales nacionalistas.
Pero la cosa no acaba aquí puesto que no son solo las personas mayores, quienes vivieron la época soviética, los principales defensores de Stalin sino los jóvenes: el 65% de quienes tienen entre 18 y 24 años lo hacen también (el 49% dice que juzga a Stalin de manera "bastante positiva" y el 16% "totalmente positiva"). ¿Y por qué? Pues por lo dicho antes, por su "lucha implacable contra la corrupción y por su lucha contra la injusticia social".
Pero la cosa no acaba aquí puesto que no son solo las personas mayores, quienes vivieron la época soviética, los principales defensores de Stalin sino los jóvenes: el 65% de quienes tienen entre 18 y 24 años lo hacen también (el 49% dice que juzga a Stalin de manera "bastante positiva" y el 16% "totalmente positiva"). ¿Y por qué? Pues por lo dicho antes, por su "lucha implacable contra la corrupción y por su lucha contra la injusticia social".
Y esto lleva a la valoración final, que dice que el 70% de la
población considera que Stalin "juega un papel positivo en la historia de
Rusia". Por el contrario, sólo para el 19% tiene un papel
negativo. Para el 11% restante le es indiferente. Si os fijáis, la parte de
arriba son los años en los que se hace una encuesta de este tipo y los
resultados, que desde el 2008 no han hecho otra cosa que crecer en cuanto a
esta valoración (y disminuir en la crítica).
Tanto la apología incondicional de
Stalin como su criminalización absoluta tienen poco que ver con la realidad. La
sociedad rusa cada vez comprende mejor esta figura histórica y lo que supuso
para la URSS, sobre todo durante y tras la II Guerra Mundial. Mao dijo una vez
que un dirigente sensato sería aquel que acertase el 70% de las veces y errase
el resto. Eso parece ser lo que piensa ahora el pueblo ruso de Stalin. Toda la
masiva propaganda tanto en Rusia, como sobre todo en Occidente, no han hecho
mella en el viento de la historia, que sigue soplando aunque no guste.
El Kremlin no puede dejar pasar este dato, al igual que no se puede negar la lluvia si está lloviendo. Rusia está en un punto de inflexión y Putin se ha visto obligado a reaccionar porque el viento de la historia se le puede llevar por delante. La simpatía por Stalin tiene que ver con la demanda de una sociedad más justa, un estado fuerte y la responsabilidad de los funcionarios con la gente común. Y como nada de eso ven en el presente, buscan en el pasado.
De ahí que la campaña anti-corrupción de Putin haya comenzado a dar sonoros y espectaculares resultados. En lo que va de año han sido detenidos bastantes cargos intermedios por corrupción (hay 18 gobernadores, vicegobernadores y alcaldes detenidos y procesados), pero ahora parece que se está llegando a los altos estamentos. Tres ex ministros están detenidos, el último a principios de este mes. Desde que se inició el proceso de desestalinización en la URSS, allá por los años 50, tras la muerte de Stalin, no se había visto ni en la URSS ni en Rusia un combate tan fuerte contra la corrupción. Hubo algunos casos, cierto, pero no de tan alto nivel.
El mensaje de Putin es claro: ya no hay protegidos porque uno de los detenidos fue un asesor del propio Putin. Aún es pronto para ver si la población se identifica o no con la campaña anti-corrupción de Putin. Pero el mensaje a las élites y a los oligarcas es evidente y relevante. Con el viento de la historia soplando en su cogote, Putin tiene ante sí la tarea de recuperar una credibilidad, que cada vez se erosiona más, si continúa con la campaña y la eleva a más altos niveles, incluyendo a ministros en activo. Y, sobre todo, si deja de proteger a los neoliberales.
El Kremlin no puede dejar pasar este dato, al igual que no se puede negar la lluvia si está lloviendo. Rusia está en un punto de inflexión y Putin se ha visto obligado a reaccionar porque el viento de la historia se le puede llevar por delante. La simpatía por Stalin tiene que ver con la demanda de una sociedad más justa, un estado fuerte y la responsabilidad de los funcionarios con la gente común. Y como nada de eso ven en el presente, buscan en el pasado.
De ahí que la campaña anti-corrupción de Putin haya comenzado a dar sonoros y espectaculares resultados. En lo que va de año han sido detenidos bastantes cargos intermedios por corrupción (hay 18 gobernadores, vicegobernadores y alcaldes detenidos y procesados), pero ahora parece que se está llegando a los altos estamentos. Tres ex ministros están detenidos, el último a principios de este mes. Desde que se inició el proceso de desestalinización en la URSS, allá por los años 50, tras la muerte de Stalin, no se había visto ni en la URSS ni en Rusia un combate tan fuerte contra la corrupción. Hubo algunos casos, cierto, pero no de tan alto nivel.
El mensaje de Putin es claro: ya no hay protegidos porque uno de los detenidos fue un asesor del propio Putin. Aún es pronto para ver si la población se identifica o no con la campaña anti-corrupción de Putin. Pero el mensaje a las élites y a los oligarcas es evidente y relevante. Con el viento de la historia soplando en su cogote, Putin tiene ante sí la tarea de recuperar una credibilidad, que cada vez se erosiona más, si continúa con la campaña y la eleva a más altos niveles, incluyendo a ministros en activo. Y, sobre todo, si deja de proteger a los neoliberales.
El Lince
Publicado por dazibao rojo
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