LENIN
Del: II CONGRESO DE LA
INTERNACIONAL COMUNISTA
19 de julio – 7 de agosto de 1920
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DEL INFORME SOBRE LA SITUACION
INTERNACIONAL Y LAS TAREAS FUNDAMENTALES DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA
19 DE JULIO
Camaradas:
Para concluir, me detendré a examinar otro aspecto de la cuestión. El
camarada presidente ha dicho aquí que esta asamblea merece el calificativo de
Congreso Mundial. Creo que tiene razón, sobre todo porque se encuentran aquí no
pocos representantes del movimiento revolucionario de las colonias y de los
países atrasados. Esto no es mas que un modesto comienzo, pero lo importante es
que ya se ha dado el primer paso. La unión de los proletarios revolucionarios
de los países capitalistas, los países avanzados, con las masas revolucionarias
de los países que carecen de proletariado, con las masas oprimidas de las
colonias, de los países de Oriente, se está produciendo en este Congreso. La
consolidación de esta unión depende de nosotros, y yo estoy seguro de que lo
conseguiremos. El imperialismo mundial debe caer cuando el empuje
revolucionario de los obreros explotados y oprimidos de cada país, venciendo la
resistencia de los elementos pequeñoburgueses y la influencia de la
insignificante élite constituida por la aristocracia obrera, se funda con el
empuje revolucionario de los centenares de millones de seres que hasta ahora
habían permanecido al maergen de la historia y eran considerados sólo como un
sujeto paciente.
La guerra imperialista ayudó a la revolución. La
burguesía sacó soldados de las colonias, de los países atrasados, para
obligarlos a participar en esa guerra imperialista, haciéndolos salir del
estado de abandono en que se encontraban. La burguesía inglesa inculcaba a los
soldados de la India la idea de que los campesinos hindúes debían defender a la
Gran Bretaña frente a Alemania; la burguesía francesa inculcaba a los soldados
de las colonias francesas la idea de que los negros debían defender a Francia.
Y les enseñaron el manejo de las armas.
Este aprendizaje es extraordinariamente útil, y por ello podríamos
expresarle a la burguesía nuestro profundo agradecimiento, en nombre de todos
los obreros y campesinos rusos y, sobre todo, en nombre de todo el Ejército
Rojo ruso. La guerra imperialista ha hecho que los pueblos dependientes se
incorporen a la historia universal. Y una de nuestras principales tareas del
momento actual es el modo de colocar la primera piedra de la organización del
movimiento soviético en los países no capitalistas. Los Soviets son posibles en
esos países; no serán Soviets obreros, sino Soviets campesinos o Soviets de los
trabajadores.
Para ello habrá que realizar un gran trabajo. Los
errores serán inevitables y muchos serán los obstáculos con que se tropezará en
ese camino. La tarea fundamental del II Congreso consiste en elaborar o trazar los principios de
carácter práctico, a fin de que el trabajo realizado hasta ahora en forma no
organizada entre centenares de millones de hombres, transcurra en forma
organizada, cohesionada y sistemática.
(….)
El movimiento soviético se ha iniciado en todo el
Oriente, en toda Asia, en los pueblos de todas las colonias.
La tesis de que los explotados deben rebelarse contra
los explotadores y crear sus Soviets no es demasiado complicada. Después de
nuestra experiencia, después de dos años y medio de República Soviética en
Rusia, después del I Congreso de la III Internacional, la comprensión de
esta tesis está al alcance de centenares de millones de seres oprimidos por
los explotadores en el mundo entero. Y si ahora, en Rusia, nos vemos obligados
con frecuencia a concertar compromisos y a dar tiempo al tiempo, pues somos más
débiles que los imperialistas internacionales, sabemos, en cambio, que 1.250
millones de seres de la población del globo constituyen esa masa cuyos
intereses defendemos nosotros. Por ahora tropezamos con los obstáculos, los
prejuicios y la ignorancia, que con cada hora que transcurre van siendo
relegados al pasado; pero cuanto más tiempo pasa, más nos convertimos en los
representantes y los defensores efectivos de ese 70% de la población del globo,
de esa masa de trabajadores y explotados. Podemos decir con orgullo que en el I
Congreso éramos, en el fondo, tan sólo unos propagandistas, que nos limitábamos
a lanzar al proletariado de todo el mundo unas ideas fundamentales, un
llamamiento a la lucha, y preguntábamos: ¿Dónde están los hombres capaces de
seguir ese camino? Ahora tenemos en todas partes un proletariado de vanguardia.
En todas partes hay un ejército proletario, aunque en ocasiones está mal
organizado y exija una reorganización, y si nuestros camaradas internacionales
nos ayudan ahora a organizar un ejército único, no habrá fallas que nos impidan
realizar nuestra obra. Esa obra es la revolución proletaria mundial, es la
creación de la República Soviética universal. (Prolongados aplausos)”.
(…)
3
INFORME DE LA COMISIÓN PARA LAS
CUESTIONES NACIONAL
Y COLONIAL
Camaradas:
Me limitaré a una breve introducción, después de lo
cual, el camarada Maring*, que ha sido secretario de nuestra Comisión,
presentará un detallado informe sobre las modificaciones introducidas por
nosotros en las tesis. A continuación hará uso de la palabra el camarada Roy**,
que ha formulado algunas tesis adicionales. La Comisión ha aprobado por
unanimidad tanto las tesis originales, con las correspondientes modificaciones,
como las tesis adicionales. Así, pues, hemos conseguido una absoluta unidad de
criterio en todos los problemas de importancia. Ahora haré algunas breves
observaciones.
Primero. ¿Cuál es la idea más importante, la idea
fundamental de nuestras tesis? Es la distinción entre pueblos oprimidos y
pueblos opresores. Nosotros subrayamos esta distinción, en oposición a la II
Internacional y de la democracia burguesa. Para el proletariado y para la
Internacional Comunista tiene particular importancia en la época del
imperialismo observar los hechos económicos concretos y tomar como base, al
resolver las cuestiones coloniales y nacionales, no tesis abstractas, sino los
fenómenos de la realidad concreta.
El rasgo distintivo del imperialismo consiste en que
actualmente, como podemos ver, el mundo se haya dividido, por un lado, en
un gran número de pueblos oprimidos y,
por otro, en un número insignificante de pueblos opresores, que disponen de
riquezas colosales y de poderosa fuerza militar. La enorme mayoría de la
población del globo, más de mil millones de seres, seguramente mil doscientos
cincuenta millones, es decir, alrededor del 70%, de la población de la Tierra,
corresponde a los pueblos oprimidos, que se encuentran sometidos a una
dependencia colonial directa, que son semicolonias, como, por ejemplo, Persia,
Turquía y China, o que, después de haber sido derrotados por el ejército de una
gran potencia imperialista, se han visto obligados por los tratados de paz a
depender en gran medida de dicha potencia. Esta idea de la diferenciación, de
la división de los pueblos en opresores y oprimidos preside todas las tesis, no
sólo la perimewras, las que aparecieron con mi firma y fueron publicadas
originariamente, sino también las tesis del camarada Roy. Estas últimas han
sido escritas teniendo en cuenta, sobre todo,
la situación de la India y de otros grandes pueblos de Asia oprimidos
por Inglaterra, y en esto reside la enorme importancia que tienen para nosotros.
La segunda idea que orienta nuestras tesis es que, en la actual situación del mundo, después de
la guerra imperialista, las relaciones entre los pueblos, así como todo el
sistema mundial de los Estados, vienen determinados por la lucha de un pequeño
grupo de naciones imperialistas contra el movimiento soviético y contra los
Estados soviéticos, a cuya cabeza figura la Rusia Soviética. Si no tenemos en
cuenta este hecho, no podremos plantear correctamente ningún problema nacional
o colonial, aunque se trate del rincón más apartado del mundo. Sólo partiendo
de este punto de vista es como los partidos comunistas de los países
civilizados, lo mismo que los de los países atrasados, podrán plantear y
resolver acertadamente los problemas políticos.
Tercero. Quisiera destacar de un modo particular la
cuestión del movimiento democrático-burgués en los países atrasados. Esta ha
sido justamente la cuestión que ha suscitado algunas divergencias. Nuestra
discusión giró en torno a sí, desde el punto de vista de los principios y de la
teoría, era o no acertado afirmar que la Internacional Comunista y los partidos
comunistas deben apoyar el movimiento democrático-burgués en los países
atrasados. Después de la discusión llegamos a la conclusión unánime de que debe hablarse de movimiento
revolucionario nacional en vez de movimiento “democrático-burgués”. No cabe la
menor duda de que todo movimiento nacional no puede ser sino un movimiento
democrático-burgués, ya que la masa fundamental de la población en los países
atrasados la constituyen los campesinos, que representan las relaciones capitalistas burguesas. Sería
utópico suponer que los partidos proletarios, si es que tales partidos pueden
formarse, en general, en esos países atrasados, sean capaces de aplicar en
ellos una táctica y una política comunista sin mantener determinadas relaciones
con el movimiento campesino y sin apoyarlo en la práctica. Ahora bien, en este
punto se hizo la objeción de que si hablásemos de movimiento democrático-burgués,
se borraría toda diferencia entre el movimiento reformista y el movimiento
revolucionario. Sin embargo, en los últimos tiempos, esta diferencia se ha
manifestado en las colonias y en los países atrasados con plena claridad, ya
que la burguesía imperialista trata por
todos los medios de que el movimiento reformista se desarrolle también en los
pueblos oprimidos. Entre la burguesía de los países explotadores y la de las
colonias se ha producido cierto acercamiento, por lo que, muy a menudo –y tal
vez en la mayoría de los casos-, la burguesía de los países oprimidos, pese a
prestar su apoyo a los movimientos nacionales, lucha al mismo tiempo de acuerdo
con la burguesía imperialista, es decir, al lado de ella, contra los movimientos
revolucionarios y las clases revolucionarias. En la Comisión, este hecho ha
quedado demostrado en forma irrefutable, por lo que hemos considerado que lo único
acertado era tomar en consideración dicha diferencia y sustituir casi en todos los
lugares la expresión “democrático-burgués” por “revolucionario-nacional”. El
sentido de este cambio consiste en que nosotros, como comunistas, sólo debemos
apoyar y sólo apoyaremos los movimientos burgueses de liberación en las
colonias en el caso de que estos movimientos sean verdaderamente
revolucionarios, en el caso de que sus representantes no nos impidan educar y
organizar en un espíritu revolucionario a los campesinos y a las grandes masas
de explotados. Si no se dan estas condiciones, los comunistas deben luchar en
dichos países contra la burguesía reformista, a la que también pertenecen los héroes
de la II Internacional. En las colonias ya existen partidos reformistas, y sus
representantes se denominan a veces socialdemócratas y socialistas. La
diferencia mencionada ha quedado establecida en todas las tesis, y gracias a
esto, nuestro punto de vista, a mi entender, aparece formulado ahora de un modo
mucho más preciso”.
(…)
______________
Notas:
*Maring, Henri (1883-1942). Alias “Sneeliet”,
Socialdemócrata de izquierda holandés, luego del Partido Comunista de Java y
Holanda, fue delegado al II Congreso de la Internacional Comunista en
representación de Indonesia. Ha realizado un trabajo innovador de frente unido
en la organización campesina Sarekat Islam. Experiencia que ha servido de base
de discusiones de ese II evento de la I. C. De tendencia izquierdista; luego,
para 1930 degenerado en trotzkista.
**Roy, Manabendra Nath (1892-1948). Comunista indio.
Ha participado en los Congresos de la I.C. II, III, IV y V. De tendencia
derechista, impulsor de la conciliacionista “teoría de la descolonización”.
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