El Gran Sol Rojo del Amanecer

lunes, 19 de septiembre de 2016

¿Deben los comunistas apoyar los movimientos burgueses antiimperialistas en los países coloniales y semicoloniales?


LENIN

Del: II CONGRESO DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA
19 de julio – 7 de agosto de 1920
1
DEL INFORME SOBRE LA SITUACION INTERNACIONAL Y LAS TAREAS FUNDAMENTALES DE LA INTERNACIONAL COMUNISTA
19 DE JULIO


Camaradas:
                     Para concluir, me detendré a examinar otro aspecto de la cuestión. El camarada presidente ha dicho aquí que esta asamblea merece el calificativo de Congreso Mundial. Creo que tiene razón, sobre todo porque se encuentran aquí no pocos representantes del movimiento revolucionario de las colonias y de los países atrasados. Esto no es mas que un modesto comienzo, pero lo importante es que ya se ha dado el primer paso. La unión de los proletarios revolucionarios de los países capitalistas, los países avanzados, con las masas revolucionarias de los países que carecen de proletariado, con las masas oprimidas de las colonias, de los países de Oriente, se está produciendo en este Congreso. La consolidación de esta unión depende de nosotros, y yo estoy seguro de que lo conseguiremos. El imperialismo mundial debe caer cuando el empuje revolucionario de los obreros explotados y oprimidos de cada país, venciendo la resistencia de los elementos pequeñoburgueses y la influencia de la insignificante élite constituida por la aristocracia obrera, se funda con el empuje revolucionario de los centenares de millones de seres que hasta ahora habían permanecido al maergen de la historia y eran considerados sólo como un sujeto paciente.

La guerra imperialista ayudó a la revolución. La burguesía sacó soldados de las colonias, de los países atrasados, para obligarlos a participar en esa guerra imperialista, haciéndolos salir del estado de abandono en que se encontraban. La burguesía inglesa inculcaba a los soldados de la India la idea de que los campesinos hindúes debían defender a la Gran Bretaña frente a Alemania; la burguesía francesa inculcaba a los soldados de las colonias francesas la idea de que los negros debían defender a Francia. Y les enseñaron el manejo de las armas.  Este aprendizaje es extraordinariamente útil, y por ello podríamos expresarle a la burguesía nuestro profundo agradecimiento, en nombre de todos los obreros y campesinos rusos y, sobre todo, en nombre de todo el Ejército Rojo ruso. La guerra imperialista ha hecho que los pueblos dependientes se incorporen a la historia universal. Y una de nuestras principales tareas del momento actual es el modo de colocar la primera piedra de la organización del movimiento soviético en los países no capitalistas. Los Soviets son posibles en esos países; no serán Soviets obreros, sino Soviets campesinos o Soviets de los trabajadores.

Para ello habrá que realizar un gran trabajo. Los errores serán inevitables y muchos serán los obstáculos con que se tropezará en ese camino. La tarea fundamental del II Congreso consiste  en elaborar o trazar los principios de carácter práctico, a fin de que el trabajo realizado hasta ahora en forma no organizada entre centenares de millones de hombres, transcurra en forma organizada,  cohesionada y sistemática.

(….)

El movimiento soviético se ha iniciado en todo el Oriente, en toda Asia, en los pueblos de todas las colonias.

La tesis de que los explotados deben rebelarse contra los explotadores y crear sus Soviets no es demasiado complicada. Después de nuestra experiencia, después de dos años y medio de República Soviética en Rusia, después del I Congreso de la III Internacional, la comprensión de esta tesis está al alcance de centenares de millones de seres oprimidos por los explotadores en el mundo entero. Y si ahora, en Rusia, nos vemos obligados con frecuencia a concertar compromisos y a dar tiempo al tiempo, pues somos más débiles que los imperialistas internacionales, sabemos, en cambio, que 1.250 millones de seres de la población del globo constituyen esa masa cuyos intereses defendemos nosotros. Por ahora tropezamos con los obstáculos, los prejuicios y la ignorancia, que con cada hora que transcurre van siendo relegados al pasado; pero cuanto más tiempo pasa, más nos convertimos en los representantes y los defensores efectivos de ese 70% de la población del globo, de esa masa de trabajadores y explotados. Podemos decir con orgullo que en el I Congreso éramos, en el fondo, tan sólo unos propagandistas, que nos limitábamos a lanzar al proletariado de todo el mundo unas ideas fundamentales, un llamamiento a la lucha, y preguntábamos: ¿Dónde están los hombres capaces de seguir ese camino? Ahora tenemos en todas partes un proletariado de vanguardia. En todas partes hay un ejército proletario, aunque en ocasiones está mal organizado y exija una reorganización, y si nuestros camaradas internacionales nos ayudan ahora a organizar un ejército único, no habrá fallas que nos impidan realizar nuestra obra. Esa obra es la revolución proletaria mundial, es la creación de la República Soviética universal. (Prolongados aplausos)”.

(…)




3
INFORME DE LA COMISIÓN PARA LAS CUESTIONES NACIONAL
Y COLONIAL

Camaradas:
Me limitaré a una breve introducción, después de lo cual, el camarada Maring*, que ha sido secretario de nuestra Comisión, presentará un detallado informe sobre las modificaciones introducidas por nosotros en las tesis. A continuación hará uso de la palabra el camarada Roy**, que ha formulado algunas tesis adicionales. La Comisión ha aprobado por unanimidad tanto las tesis originales, con las correspondientes modificaciones, como las tesis adicionales. Así, pues, hemos conseguido una absoluta unidad de criterio en todos los problemas de importancia. Ahora haré algunas breves observaciones.

Primero. ¿Cuál es la idea más importante, la idea fundamental de nuestras tesis? Es la distinción entre pueblos oprimidos y pueblos opresores. Nosotros subrayamos esta distinción, en oposición a la II Internacional y de la democracia burguesa. Para el proletariado y para la Internacional Comunista tiene particular importancia en la época del imperialismo observar los hechos económicos concretos y tomar como base, al resolver las cuestiones coloniales y nacionales, no tesis abstractas, sino los fenómenos de la realidad concreta.

El rasgo distintivo del imperialismo consiste en que actualmente, como podemos ver, el mundo se haya dividido, por un lado, en un  gran número de pueblos oprimidos y, por otro, en un número insignificante de pueblos opresores, que disponen de riquezas colosales y de poderosa fuerza militar. La enorme mayoría de la población del globo, más de mil millones de seres, seguramente mil doscientos cincuenta millones, es decir, alrededor del 70%, de la población de la Tierra, corresponde a los pueblos oprimidos, que se encuentran sometidos a una dependencia colonial directa, que son semicolonias, como, por ejemplo, Persia, Turquía y China, o que, después de haber sido derrotados por el ejército de una gran potencia imperialista, se han visto obligados por los tratados de paz a depender en gran medida de dicha potencia. Esta idea de la diferenciación, de la división de los pueblos en opresores y oprimidos preside todas las tesis, no sólo la perimewras, las que aparecieron con mi firma y fueron publicadas originariamente, sino también las tesis del camarada Roy. Estas últimas han sido escritas teniendo en cuenta, sobre todo,  la situación de la India y de otros grandes pueblos de Asia oprimidos por Inglaterra, y en esto reside la enorme importancia que tienen para nosotros.

La segunda idea que orienta nuestras tesis es que,  en la actual situación del mundo, después de la guerra imperialista, las relaciones entre los pueblos, así como todo el sistema mundial de los Estados, vienen determinados por la lucha de un pequeño grupo de naciones imperialistas contra el movimiento soviético y contra los Estados soviéticos, a cuya cabeza figura la Rusia Soviética. Si no tenemos en cuenta este hecho, no podremos plantear correctamente ningún problema nacional o colonial, aunque se trate del rincón más apartado del mundo. Sólo partiendo de este punto de vista es como los partidos comunistas de los países civilizados, lo mismo que los de los países atrasados, podrán plantear y resolver acertadamente los problemas políticos.

Tercero. Quisiera destacar de un modo particular la cuestión del movimiento democrático-burgués en los países atrasados. Esta ha sido justamente la cuestión que ha suscitado algunas divergencias. Nuestra discusión giró en torno a sí, desde el punto de vista de los principios y de la teoría, era o no acertado afirmar que la Internacional Comunista y los partidos comunistas deben apoyar el movimiento democrático-burgués en los países atrasados. Después de la discusión llegamos a la conclusión unánime  de que debe hablarse de movimiento revolucionario nacional en vez de movimiento “democrático-burgués”. No cabe la menor duda de que todo movimiento nacional no puede ser sino un movimiento democrático-burgués, ya que la masa fundamental de la población en los países atrasados la constituyen los campesinos, que representan  las relaciones capitalistas burguesas. Sería utópico suponer que los partidos proletarios, si es que tales partidos pueden formarse, en general, en esos países atrasados, sean capaces de aplicar en ellos una táctica y una política comunista sin mantener determinadas relaciones con el movimiento campesino y sin apoyarlo en la práctica. Ahora bien, en este punto se hizo la objeción de que si hablásemos de movimiento democrático-burgués, se borraría toda diferencia entre el movimiento reformista y el movimiento revolucionario. Sin embargo, en los últimos tiempos, esta diferencia se ha manifestado en las colonias y en los países atrasados con plena claridad, ya que la burguesía  imperialista trata por todos los medios de que el movimiento reformista se desarrolle también en los pueblos oprimidos. Entre la burguesía de los países explotadores y la de las colonias se ha producido cierto acercamiento, por lo que, muy a menudo –y tal vez en la mayoría de los casos-, la burguesía de los países oprimidos, pese a prestar su apoyo a los movimientos nacionales, lucha al mismo tiempo de acuerdo con la burguesía imperialista, es decir, al lado de ella, contra los movimientos revolucionarios y las clases revolucionarias. En la Comisión, este hecho ha quedado demostrado en forma irrefutable, por lo que hemos considerado que lo único acertado era tomar en consideración dicha diferencia y sustituir casi en todos los lugares la expresión “democrático-burgués” por “revolucionario-nacional”. El sentido de este cambio consiste en que nosotros, como comunistas, sólo debemos apoyar y sólo apoyaremos los movimientos burgueses de liberación en las colonias en el caso de que estos movimientos sean verdaderamente revolucionarios, en el caso de que sus representantes no nos impidan educar y organizar en un espíritu revolucionario a los campesinos y a las grandes masas de explotados. Si no se dan estas condiciones, los comunistas deben luchar en dichos países contra la burguesía reformista, a la que también pertenecen los héroes de la II Internacional. En las colonias ya existen partidos reformistas, y sus representantes se denominan a veces socialdemócratas y socialistas. La diferencia mencionada ha quedado establecida en todas las tesis, y gracias a esto, nuestro punto de vista, a mi entender, aparece formulado ahora de un modo mucho más preciso”.
(…)

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Notas:
*Maring, Henri (1883-1942). Alias “Sneeliet”, Socialdemócrata de izquierda holandés, luego del Partido Comunista de Java y Holanda, fue delegado al II Congreso de la Internacional Comunista en representación de Indonesia. Ha realizado un trabajo innovador de frente unido en la organización campesina Sarekat Islam. Experiencia que ha servido de base de discusiones de ese II evento de la I. C. De tendencia izquierdista; luego, para 1930 degenerado en trotzkista.
**Roy, Manabendra Nath (1892-1948). Comunista indio. Ha participado en los Congresos de la I.C. II, III, IV y V. De tendencia derechista, impulsor de la conciliacionista “teoría de la descolonización”.







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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.