El Gran Sol Rojo del Amanecer

viernes, 12 de noviembre de 2010

De: SOBRE LA NUEVA DEMOCRACIA


SOBRE LA NUEVA DEMOCRACIA
Enero de 1939
De:  Obras Escogidas de Mao Tse-tung
Tomo II, págs. 353-400.
EDICIONES EN LENGUAS EXTRANJERAS
PEKIN 1976

II. NOS PROPONEMOS CONSTRUIR UNA NUEVA CHINA
    Desde hace años, los comunistas venimos luchando tanto por una revolución política y económica como por una revolución cultural en China; nuestro objetivo es construir para la nación china una nueva sociedad y un nuevo Estado, en los cuales no solamente habrá una nueva política y una nueva economía, sino también una nueva cultura. En otras palabras, no sólo deseamos convertir la China políticamente oprimida y económicamente explotada en una China políticamente libre y económicamente próspera; deseamos asimismo convertir la China ignorante y atrasada bajo el imperio de la vieja cultura en una China culta y avanzada en la que impere una nueva cultura. En resumen, queremos construir una nueva China. Y en el terreno cultural, nuestro objetivo es forjar una nueva cultura de la nación china.

III. CARACTERISTICAS HISTORICAS DE CHINA
    Queremos forjar una nueva cultura de la nación china, pero ¿qué tipo de cultura debe ser ésta?
    Una cultura dada (como forma ideológica) es el reflejo de la política y la economía de una sociedad determinada y, a su vez, influye y actúa en gran medida sobre éstas; la economía es la base, y la política, la expresión concentrada de la economía[2]. Este es nuestro punto de vista fundamental sobre la relación entre la cultura, por una parte, y la política y la economía, por la otra, y sobre la relación entre la política y la economía. De este modo, son primero la política y la economía de una formación social dada las que determinan la cultura de esa misma formación, y sólo después esta cultura influye y actúa sobre aquéllas. Marx dice: "No es la conciencia de los hombres lo que determina su ser, sino, por el contrario, su ser social lo que determina su conciencia."[3] Y dice además: "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo ."[4] Esta formulación científica, por primera vez en la historia humana, resolvió correctamente el problema de la relación entre la conciencia y el ser, y constituye la tesis básica de la dinámica y revolucionaria teoría del reflejo, tan profundamente desarrollada más tarde por Lenin. No debemos olvidar esta tesis básica al discutir los problemas culturales de China.
    Así, está muy claro que lo que hay de reaccionario en la vieja cultura de la nación china, y que nos proponemos eliminar, es inseparable de la vieja política y la vieja economía, mientras la nueva cultura de la nación china, que nos proponemos construir, es inseparable de la nueva política y la nueva economía. La vieja política y la vieja economía de la nación china forman la base de su vieja cultura, del mismo modo que su nueva política y su nueva economía formarán la base de su nueva cultura.
    ¿Qué se entiende por vieja política y vieja economía de la nación china? Y ¿qué por su vieja cultura?
    De las dinastías Chou y Chin en adelante, la sociedad china fue feudal, feudales su política y su economía. Y la cultura dominante, reflejo de esta política y esta economía, fue igualmente feudal.
    Con la invasión del capitalismo extranjero y el paulatino crecimiento de elementos de capitalismo en la sociedad china, ésta ha pasado gradualmente a ser una sociedad colonial, semicolonial y semifeudal. Hoy, la sociedad china es colonial en las zonas ocupadas por el Japón y básicamente semicolonial en las zonas dominadas por el Kuomintang, y en unas y otras prevalece el sistema feudal o semifeudal. Tal es, pues, la naturaleza de la actual sociedad china; tal es la índole de la China de hoy. La política y la economía de esta sociedad son preponderantemente coloniales, semicoloniales y semifeudales, y la cultura dominante, reflejo de esa política y esa economía, es también colonial, semicolonial y semifeudal.
    Nuestra revolución está dirigida precisamente contra estas formas política, económica y cultural preponderantes. Lo que queremos eliminar es justamente esta vieja política y esta vieja economía, coloniales, semicoloniales y semifeudales, así como la vieja cultura a su servicio. Y lo que queremos construir es lo contrario: una política, una economía y una cultura nuevas de la nación china.
    Ahora bien, ¿qué son esa política y economía nuevas de la nación china, y qué es su nueva cultura?
    En su curso histórico, la revolución china tiene que pasar por dos etapas: primero, la revolución democrática, y segundo, la revolución socialista; éstos son dos procesos revolucionarios cualitativamente distintos. La democracia de que hablamos ya no pertenece a la vieja categoría, no es la vieja democracia, sino que pertenece a la nueva categoría, es la nueva democracia.
    Por lo tanto, puede afirmarse que la nueva política de la nación china es la política de nueva democracia, que su nueva economía es la economía de nueva democracia y que su nueva cultura es la cultura de nueva democracia.
    Tal es la característica histórica de la revolución china en la actualidad. Todo partido, grupo político o individuo participante en la revolución china que no la comprenda, será incapaz de dirigir esta revolución y llevarla a la victoria, y será abandonado por el pueblo y condenado a lamentarse miserablemente en un rincón.
IV. LA REVOLUCION CHINA, PARTE DE LA
REVOLUCION MUNDIAL
    La característica histórica de la revolución china consiste en que se divide en dos etapas: democracia y socialismo, y la primera ya no es la democracia corriente, sino una democracia de tipo chino, de tipo particular y nuevo, o sea, la nueva democracia. Ahora bien, ¿cómo se ha formado esta característica histórica? ¿Existe desde hace un siglo, o ha surgido más tarde?
    Basta con estudiar un poco el desarrollo histórico de China y del mundo para comprender que esta característica no existe desde la Guerra del Opio, sino que se ha formado más tarde, después de la Primera Guerra Mundial imperialista y de la Revolución de Octubre en Rusia. Examinemos ahora el proceso de su formación.
    Es evidente que, dada la naturaleza colonial, semicolonial y semifeudal de la actual sociedad, la revolución china ha de pasar por dos etapas. La primera consiste en transformar esa sociedad colonial, semicolonial y semifeudal en una sociedad democrática independiente, y la segunda, en hacer avanzar la revolución y construir una sociedad socialista. La revolución china se encuentra ahora en su primera etapa.
    El período preparatorio de la primera etapa comenzó con la Guerra del Opio de 1840, esto es, cuando la sociedad china empezó a transformarse de feudal en semicolonial y semifeudal. Luego se han sucedido el Movimiento del Reino Celestial Taiping, la Guerra Chino-Francesa, la Guerra Chino-Japonesa, el Movimiento Reformista de 1898, la Revolución de 1911, el Movimiento del 4 de Mayo, la Expedición al Norte, la Guerra Revolucionaria Agraria y la actual Guerra de Resistencia contra el Japón. Estas numerosas fases abarcan un siglo entero y, en cierto sentido, todas forman parte de esta primera etapa; son luchas realizadas por el pueblo chino, en diferentes ocasiones y grados, contra el imperialismo y las fuerzas feudales, a fin de construir una sociedad democrática independiente y llevar a cabo la primera revolución. Sin embargo, es la Revolución de 1911 la que marca, en un sentido más completo, el comienzo de dicha revolución. La primera revolución es, por su carácter social, democrático-burguesa, y no socialista proletaria. Todavía no está consumada, y exige ingentes esfuerzos, porque sus enemigos siguen siendo muy poderosos. Cuando el Dr. Sun Yat-sen decía: "No se ha consumado aún la revolución; todos mis camaradas deben continuar luchando", se refería precisamente a esta revolución democrático-burguesa.
    Sin embargo, la revolución democrático-burguesa de China experimentó un cambio con el estallido de la Primera Guerra Mundial imperialista en 1919 y el establecimiento de un Estado socialista sobre una sexta parte del globo a consecuencia de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia.
    Antes de estos acontecimientos, la revolución democrático-burguesa china pertenecía a la vieja categoría, a la de la revolución democrático-burguesa mundial, y formaba parte de esta revolución.
    Después de dichos acontecimientos, la revolución democrático-burguesa china pasó a pertenecer a una nueva categoría de la revolución democrático-burguesa, y el frente del que forma parte es el de la revolución socialista proletaria mundial.
    ¿Por qué? Porque la Primera Guerra Mundial imperialista y la primera revolución socialista victoriosa, la Revolución de Octubre, han cambiado totalmente el curso de la historia mundial, abriendo en ella una nueva era.
    Es una era en que el frente capitalista mundial se ha derrumbado en un sector del globo (un sexto de su superficie) y ha revelado plenamente su podredumbre en el resto; en que lo que queda del mundo capitalista no puede sobrevivir sin depender más que nunca de las colonias y semicolonias; una era en que se ha fundado un Estado socialista, dispuesto, como lo ha proclamado, a dar activo apoyo al movimiento de liberación de todas las colonias y semicolonias, y en que el
de la influencia de los partidos socialdemócratas, social-imperialistas, y ha proclamado su apoyo al movimiento de liberación de las colonias y semicolonias. En esta era, toda revolución emprendida por una colonia o semicolonia contra el imperialismo, o sea, contra la burguesía o capitalismo internacional, ya no pertenece a la vieja categoría, a la de la revolución democrático-burguesa mundial, sino a la nueva categoría; ya no forma parte de la vieja revolución burguesa o capitalista mundial, sino de la nueva revolución mundial: la revolución mundial socialista proletaria. Estas colonias o semicolonias en revolución no pueden ser consideradas como aliadas del frente de la contrarrevolución capitalista mundial; se han convertido en aliadas del frente de la revolución socialista mundial.
    En su primera etapa o primer paso, tal revolución de un país colonial o semicolonial, aunque por su carácter social sigue siendo fundamentalmente democrático-burguesa y sus reivindicaciones tienden objetivamente a desbrozar el camino al desarrollo del capitalismo, ya no es una revolución de viejo tipo, dirigida por la burguesía y destinada a establecer una sociedad capitalista y un Estado de dictadura burguesa, sino una revolución de nuevo tipo, dirigida por el proletariado y destinada a establecer, en esa primera etapa, una sociedad de nueva democracia y un Estado de dictadura conjunta de todas las clases revolucionarias. Por consiguiente, esta revolución abre precisamente un camino aún más amplio al desarrollo del socialismo. Durante su curso, atraviesa varias fases debido a los cambios en el campo contrario y entre sus propios aliados, pero su carácter fundamental permanece inalterado.
    Tal revolución combate consecuentemente al imperialismo, y por lo tanto este no la tolera y lucha contra ella. En cambio, el socialismo la aprueba, y el Estado socialista y el proletariado internacional socialista la ayudan.
    Por eso, esta revolución no puede ser sino parte de la revolución mundial socialista proletaria.
    "La revolución china es parte de la revolución mundial" -- esta correcta tesis fue planteada ya durante la Primera Gran Revolución china de 1924-1927. Fue planteada por los comunistas chinos y aprobada por todos cuantos participaban entonces en la lucha antiimperialista y antifeudal. Sin embargo, la significación de esta tesis no fue esclarecida en aquellos días, de suerte que la gente sólo tenía una vaga idea al respecto.
"Revolución mundial" ya no se refiere a la vieja revolución mundial, puesto que la vieja revolución mundial burguesa tocó a su fin hace tiempo; se refiere a la nueva revolución mundial, la revolución mundial socialista. Igualmente, "parte" ya no significa parte de la vieja revolución burguesa, sino de la nueva revolución socialista. Este es un formidable cambio, sin parangón en la historia de China ni del mundo.
    Esta correcta tesis, planteada por los comunistas chinos, se basa en la teoría de Stalin.
    Ya en 1918, en un artículo conmemorativo del I aniversario de la Revolución de Octubre, Stalin escribía:
    "La grandiosa significación mundial de la Revolución de Octubre consiste principalmente:
    1) en que ha ensanchado el marco de la cuestión nacional, convirtiéndola de problema particular de la lucha contra la opresión nacional en Europa, en el problema general de liberar del imperialismo a los pueblos oprimidos, a las colonias y semicolonias;
    2) en que ha abierto amplias posibilidades y caminos efectivos para esta liberación, facilitando así considerablemente a los pueblos oprimidos del Occidente y del Oriente su liberación y llevándolos al cauce común de la lucha victoriosa contra el imperialismo;
    3) en que de este modo ha tendido un puente entre el Occidente socialista y el Oriente esclavizado, formando un nuevo frente de revoluciones contra el imperialismo mundial,
que va desde los proletarios del Occidente, pasando por la revolución rusa, hasta los pueblos oprimidos del Oriente."[5]
    Después de escribir este artículo, Stalin ha desarrollado en muchas ocasiones la teoría de que las revoluciones de las colonias y semicolonias han dejado de pertenecer a la vieja categoría y pasado a formar parte de la revolución socialista proletaria. La explicación más clara y precisa la da Stalin en un artículo publicado el 30 de junio de 1925, en el que polemiza con los nacionalistas yugoslavos de la época. Este artículo, titulado "Una vez más sobre la cuestión nacional", se incluye en un libro traducido por Chang Chung-shi y publicado bajo el título de Stalin sobre la cuestión nacional. En dicho artículo se lee el siguiente párrafo:
    "Semic se remite a un pasaje del folleto de Stalin El marxismo y la cuestión nacional, escrito a fines de 1912. En dicho pasaje se dice que `bajo el capitalismo ascensional, la lucha nacional es una lucha entre las clases burguesas'. Por lo visto, con esto, Semic quiere dar a entender que es acertada la fórmula con que determina el sentido social del movimiento nacional en las presentes condiciones históricas. Pero el folleto de Stalin fue escrito antes de la guerra imperialista, cuando el problema nacional aún no era considerado por los marxistas un problema de significación mundial, cuando la reivindicación fundamental de los marxistas sobre el derecho de autodeterminación no era considerada una parte de la revolución proletaria, sino una parte de la revolución democrático-burguesa. Sería ridículo perder de vista que desde entonces ha cambiado radicalmente la situación internacional, que la guerra, por un lado, y la Revolución de Octubre en Rusia, por otro, han convertido el problema nacional, de parte integrante de la revolución democrático-burguesa, en parte integrante de la revolución socialista proletaria. Ya en octubre de 1926, en su artículo `Balance de la discusión sobre la autodeterminación', Lenin decía que el derecho de autodeterminación, punto básico del problema nacional, había dejado de ser una parte del movimiento democrático general y se había convertido ya en parte integrante de la revolución proletaria general, de la revolución socialista. No hablo ya de trabajos posteriores, tanto de Lenin como de otros representantes del comunismo ruso, sobre la cuestión nacional. ¿Qué significación puede tener, después de todo esto, la referencia de Semic al indicado pasaje del folleto de Stalin, escrito en el período de la revolución democrático-burguesa en Rusia, ahora cuando, en virtud de la nueva situación histórica, hemos entrado en una nueva época, en la época de la revolución proletaria ? Sólo puede tener una significación: la de que Semic cita fuera del espacio y del tiempo, independientemente de la situación histórica real, violando así los requisitos elementales de la dialéctica, y sin tener presente que lo que es acertado en una situación histórica puede resultar desacertado en otra."
    De esto se desprende que hay dos tipos de revolución mundial, y el primero pertenece a la categoría burguesa o capitalista. La era de este tipo de revolución mundial pasó hace mucho tiempo; tocó a su fin con el estallido de la Primera Guerra Mundial imperialista de 1914, y, sobre todo, con la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia. Desde entonces, comenzó el segundo tipo de revolución mundial: la revolución mundial socialista proletaria. Esta revolución tiene como Fuerza principal al proletariado de los países capitalistas, y como aliados, a las naciones oprimidas de las colonias y semicolonias. Sean cuales fueren las clases, partidos o individuos de una nación oprimida que se incorporen a la revolución, tengan o no conciencia de este punto, lo entiendan o no en el plano subjetivo, basta con que luchen contra el imperialismo para que su revolución sea parte de la revolución mundial socialista proletaria, y ellos mismos, aliados de ésta.
    Hoy, la revolución china tiene una significación aún mayor. Vivimos una época en que la crisis económica y política del capitalismo hunde cada día más al mundo en la Segunda Guerra Mundial; en que la Unión Soviética ha llegado al período de transición del socialismo al comunismo y está capacitada para dirigir y ayudar al proletariado y a las naciones oprimidas de todo el mundo en la lucha contra la guerra imperialista y la reacción capitalista; en que el proletariado de los países capitalistas se está preparando para derrocar el capitalismo e implantar el socialismo, y en que el proletariado, el campesinado y los intelectuales y demás sectores de la pequeña burguesía de China han Llegado a constituir, bajo la dirección del Partido Comunista de China, una gran fuerza política independiente. En esta época, ¿debemos o no atribuir a la revolución china una significación mundial aún mayor? Creo que sí. La revolución china es una parte muy importante de la revolución mundial.
    La revolución china en su primera etapa (subdividida en múltiples fases) es, por su carácter social, una revolución democrático-burguesa de nuevo tipo, y no es todavía una revolución socialista proletaria; sin embargo, hace ya mucho tiempo que forma parte de la revolución mundial socialista proletaria, y, más aún, constituye actualmente una parte muy importante de ella y es una gran aliada suya. La primera etapa o primer paso de esta revolución, de ningún modo es ni puede ser el establecimiento de una sociedad capitalista bajo la dictadura de la burguesía china, sino el establecimiento de una sociedad de nueva democracia bajo la dictadura conjunta de todas las clases revolucionarias del país dirigida por el proletariado; con ello culminará la primera etapa. Entonces, será el momento de llevar la revolución a su segunda etapa: el establecimiento en China de una sociedad socialista.
    He ahí la característica más fundamental de la actual revolución china, el nuevo proceso revolucionario de los últimos veinte años (a contar del Movimiento del 4 de Mayo de 1919) y el contenido vivo y concreto de esta revolución.
V. LA POLITICA DE NUEVA DEMOCRACIA
    La revolución china se divide en dos etapas históricas, y la primera es la revolución de nueva democracia; ésta es la nueva característica histórica de la revolución china. Ahora bien, ¿cómo se manifiesta concretamente esta nueva característica en las relaciones políticas y económicas internas de China? Esto es lo que examinaremos a continuación.
    Antes del Movimiento del 4 de Mayo de 1919 (que tuvo lugar después de la Primera Guerra Mundial imperialista de 1914 y de la Revolución de Octubre de 1917 en Rusia), la pequeña burguesía y la burguesía (a través de sus intelectuales) ejercían la dirección política de la revolución democrático-burguesa de China. En esa época, el proletariado chino aún no había aparecido en la escena política como fuerza de clase consciente e independiente, sino que participaba en la revolución siguiendo a la pequeña burguesía y la burguesía. Este fue el caso, por ejemplo, en la época de la Revolución de 1911. Después del Movimiento del 4 de Mayo, la dirección política de la revolución democrático-burguesa de China dejó de pertenecer a la burguesía y pasó a manos del proletariado, aunque la burguesía nacional continuó participando en la revolución. El proletariado chino, gracias a su propio crecimiento y a la influencia de la Revolución Rusa, se convirtió rápidamente en una fuerza política consciente e independiente. Fue el Partido Comunista de China el que lanzó la consigna de "¡Abajo el imperialismo!" y planteó un programa consecuente para toda la revolución democrático-burguesa, y él fue el único partido que llevó adelante la revolución agraria.
    La burguesía nacional china, por pertenecer a un país colonial y semicolonial y verse oprimida por el imperialismo, aún tiene en ciertos períodos y hasta cierto punto un carácter revolucionario, incluso en la época del imperialismo, en el sentido de que se opone a los imperialistas extranjeros y, como testimonian la Revolución de 1911 y la Expedición al Norte, a los gobiernos de burócratas y caudillos militares del país, y puede aliarse con el proletariado y la pequeña burguesía contra los enemigos que a todos les interesa combatir. En esto se diferencia la burguesía china de la burguesía de la vieja Rusia zarista. Como esta última era ya una potencia imperialista militar-feudal, un Estado agresor, su burguesía no tenía ningún carácter revolucionario. Allí, el deber del proletariado era luchar contra l a burguesía, y no aliarse con ella. En cambio, dado que China es un país colonial y semicolonial, víctima de la agresión, su burguesía nacional tiene en ciertos períodos y hasta cierto punto un carácter revolucionario. Aquí, el proletariado tiene el deber de no pasar por alto este carácter revolucionario de la burguesía nacional y de formar con ella un frente único contra el imperialismo y los gobiernos de burócratas y caudillos militares.
    Pero, al mismo tiempo, precisamente por pertenecer a un país colonial y semicolonial y ser, en consecuencia, extremadamente débiles los terrenos económico y político, la burguesía nacional china tiene también otro carácter, o sea, su tendencia a la conciliación con los enemigos de la revolución. Aun en los momentos en que participa en la revolución, es reacia a romper por entero con el imperialismo; además, está estrechamente vinculada a la explotación que se ejerce en el campo mediante el arriendo de la tierra. Por ello, no quiere ni puede derrocar completamente al imperialismo y aún menos a las fuerzas feudales. Así, no es capaz de solucionar ninguno de los dos problemas o tareas fundamentales de la revolución democrático-burguesa China. En cuanto a la gran burguesía china, representada por el Kuomintang, se entregó en brazos del imperialismo y se confabuló con las fuerzas feudales para combatir al pueblo revolucionario durante el largo período de 1927 a 1937. A partir de 1927, la burguesía nacional china también siguió por algún tiempo a la contrarrevolución. Y ahora, durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, el sector de la gran burguesía representado por Wang Ching-wei ha capitulado ante el enemigo, lo que constituye una nueva traición de esta clase. Esta esotra diferencia entre la burguesía china y la antigua burguesía de los países de Europa y Norteamérica, especialmente de Francia. Cuando la burguesía de estos países, y en particular la de Francia, se encontraba todavía en su época revolucionaria, la revolución burguesa fue allí relativamente consecuente; en cambio, la burguesía china no tiene ni siquiera ese grado de consecuencia.
    De un lado, la posibilidad de que participe en la revolución, del otro, la tendencia a la conciliación con los enemigos de la revolución: tal es el doble carácter de la burguesía, la que desempeña dos papeles a la vez. Este doble carácter lo tuvo también la antigua burguesía de Europa y Norteamérica. Frente a un enemigo poderoso, la burguesía es une con los obreros y campesinos para combatirlo, pero cuando éstos despiertan, la burguesía se alía en contra suya con el enemigo. Esta es una ley general válida para la burguesía de todos los países, pero dicha característica resulta aún más pronunciada en la burguesía china.
    Está perfectamente claro que, en China, ganará la confianza del pueblo quien sepa dirigirlo en la lucha por derrocar al imperialismo y a las fuerzas feudales, porque tanto aquél como éstas, en especial el imperialismo, son los enemigos mortales del pueblo. En la actualidad, el salvador del pueblo será quien sepa dirigirlo en la lucha por expulsar al imperialismo japonés y establecer un sistema democrático. La historia ha probado que la burguesía china no es capaz de cumplir esta tarea, la cual, por lo tanto, recae inevitablemente sobre los hombros del proletariado.
    En consecuencia, como quiera que sea, el proletariado, el campesinado y los intelectuales y demás sectores de la pequeña burguesía de China constituyen las fuerzas fundamentales que deciden el destino del país. Estas clases, unas ya conscientes y otras en vías de serlo, necesariamente se convertirán en los elementos básicos en la estructura del Estado y del Poder de la república democrática china, con el proletariado como fuerza dirigente. La república democrática china que queremos establecer ahora, sólo puede ser una república democrática bajo la dictadura conjunta de todos los sectores antiimperialistas y antifeudales, dirigida por el proletariado, es decir, una república de nueva democracia, una república de los nuevos Tres Principios del Pueblo auténticamente revolucionarios con sus Tres Grandes Políticas.
    Esta república de nueva democracia será diferente, por una parte, de la vieja república capitalista, al estilo europeo y norteamericano, bajo la dictadura de la burguesía, esto es, la república de vieja democracia, ya caduca. Por otra parte, será diferente también de la república socialista, al estilo soviético, bajo la dictadura del proletariado, república que ya florece en la Unión Soviética y que se establecerá también en todos los países capitalistas y llegará a ser indudablemente la forma dominante de estructura del Estado y del Poder en todos los países industrialmente avanzados. Esta forma, sin embargo, no puede ser adoptada, por un determinado período histórico, en la revolución de los países coloniales y semicoloniales. Consecuentemente, en todos estos países, la revolución sólo puede adoptar en dicho período una tercera forma de Estado: la república de nueva democracia. Esta es la forma que corresponde a un determinado período histórico y, por lo tanto, es una forma de transición, pero obligatoria y necesaria.
    De esto se desprende que los múltiples sistemas de Estado en el mundo pueden reducirse a tres tipos fundamentales, si se clasifican según el carácter de clase de su Poder: 1) república bajo la dictadura de la burguesía; 2) república bajo la dictadura del proletariado, y 3) república bajo la dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias.
    El primer tipo lo constituyen los Estados de vieja democracia. En la actualidad, después del estallido de la Segunda Guerra imperialista, ya no queda rastro de democracia en muchos países capitalistas, transformados o en vías de transformarse en Estados donde la burguesía ejerce una sangrienta dictadura militar. Pueden ser incluidos en este tipo los Estados bajo la dictadura conjunta de los terratenientes y la burguesía.
    El segundo tipo es el vigente en la Unión Soviética, y se halla en gestación en los países capitalistas. En el futuro, ésta será la forma dominante en todo el mundo por un determinado período.
    El tercer tipo es una forma de Estado de transición que debe adoptarse en las revoluciones de los países coloniales y semicoloniales. Cada una de dichas revoluciones tendrá necesariamente características propias, pero éstas representarán ligeras diferencias dentro de la semejanza general. Siempre que se trate de revoluciones en colonias o semicolonias, la estructura del Estado y del Poder será forzosamente idéntica en lo fundamental, es decir, se establecerá un Estado de nueva democracia bajo la dictadura conjunta de las diversas clases antiimperialistas. En la China de hoy, el frente único antijaponés representa esta forma de Estado de nueva democracia. Es antijaponés, antiimperialista, y es, además, una alianza de las diversas clases revolucionarias, un frente único. Desgraciadamente, aunque la Guerra de Resistencia lleva ya tanto tiempo, la labor de democratización del Estado apenas si se ha iniciado en la mayor parte del país -- salvo en las bases de apoyo democráticas antijaponesas, dirigidas por el Partido Comunista --, debilidad fundamental que el imperialismo japonés ha explotado para penetrar a paso largo en China. Si no se cambia de política, el futuro de nuestra nación correrá grave peligro.
    Estamos hablando aquí de la cuestión del "sistema de Estado". Decenios de disputas, comenzadas en los últimos años de la dinastía Ching, no han conseguido esclarecer esta cuestión. En realidad, el problema se refiere simplemente al lugar que ocupan las diversas clases sociales dentro del Estado. La burguesía oculta siempre el lugar que ocupan las clases y ejerce su dictadura de una sola clase bajo la etiqueta de "nacional". Tal ocultación no beneficia en nada al pueblo revolucionario y a éste hay que explicarle con claridad el asunto. El término "nacional" está bien, pero no debe abarcar a los contrarrevolucionarios y colaboracionistas. El tipo de Estado que necesitamos hoy es una dictadura de todas las clases revolucionarias sobre los contrarrevolucionarios y colaboracionistas.
    "En los Estados modernos, el llamado sistema democrático está en general monopolizado por la burguesía y se ha convertido simplemente en un instrumento de opresión contra la gente sencilla. En cambio, según el Principio de la Democracia sostenido por el Kuomintang, el sistema democrático es un bien común de toda la gente sencilla y no se permite que sea propiedad exclusiva de unos pocos."
Así lo declaró solemnemente el "Manifiesto del I Congreso Nacional del Kuomintang", en 1924, que fue un congreso de cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista. En los últimos dieciséis años el propio Kuomintang ha venido violando esta declaración, lo que ha creado la presente grave crisis nacional. Este es un craso error, y esperamos que lo corrija en las purificadoras llamas de la Guerra de Resistencia contra el Japón.
    En cuanto a la cuestión del "sistema de gobierno", se trata de la forma en que se organiza el Poder, la forma que una clase social determinada imprime a los órganos de Poder que establece con miras a luchar contra sus enemigos y protegerse a sí misma. Sin órganos de Poder adecuados que lo representen, no hay Estado. En las circunstancias actuales, China puede adoptar un sistema de asambleas populares: asamblea popular nacional, provincial, distrital, territorial y cantonal, correspondiendo a las asambleas populares de los diversos niveles elegir los respectivos gobiernos. Pero este sistema debe fundarse sobre elecciones con sufragio realmente universal e igual para todos, sin distinción de sexo, creencia, fortuna, instrucción, etc.; sólo un sistema electoral así dará a cada clase revolucionaria una representación acorde con el lugar que ocupe en el Estado, permitirá expresar la voluntad del pueblo, facilitará la dirección de la lucha revolucionaria y encarnará el espíritu de la nueva democracia. Este es el centralismo democrático. Sólo un gobierno basado en el centralismo democrático puede poner en pleno juego la voluntad de todo el pueblo revolucionario y luchar con la mayor eficacia contra los enemigos de la revolución. El espíritu de "no permitir que sea propiedad exclusiva de unos pocos", debe reflejarse en la composición del gobierno y del ejército; sin un sistema auténticamente democrático no podrá alcanzarse este objetivo, y no habrá correspondencia entre el sistema de Estado y el sistema de gobierno.
    Como sistema de Estado, dictadura conjunta de las diversas clases revolucionarias; como sistema de gobierno, centralismo democrático. He ahí la política de nueva democracia, la república de nueva democracia, la república de frente único antijaponés, la república de los nuevos Tres Principios del Pueblo con sus Tres Grandes Políticas, la República de China digna de su nombre. Hoy tenemos una República de China de nombre, pero no de hecho, y nuestra tarea actuales hacer que la realidad llegue a corresponder al nombre.
    Tales son las relaciones políticas internas que una China revolucionaria, una China en lucha contra la agresión japonesa, debe y tiene que establecer; ésta es la única orientación correcta para nuestra presente labor de "reconstrucción nacional".
VI. LA ECONOMIA DE NUEVA DEMOCRACIA
    La república de este tipo que se establezca en China debe ser de nueva democracia no sólo en su política, sino también en su economía.
    Los grandes bancos y las grandes empresas industriales y comerciales deben ser propiedad estatal en esta república.
    "Todas las empresas, pertenecientes a chinos o extranjeros, que fueren de carácter monopolista o demasiado grandes para la administración privada, tales como bancos, ferrocarriles y líneas aéreas, serán administradas por el Estado, con el fin de que el capital privado no pueda dominar la vida material del pueblo; éste es el sentido fundamental de la limitación del capital."
Así lo declaró también solemnemente el "Manifiesto del I Congreso Nacional del Kuomintang", que fue un congreso de cooperación entre el Kuomintang y el Partido Comunista, y ésa es una política correcta en cuanto a la estructura económica de la república de nueva democracia. En esta república, dirigida por el proletariado, el sector estatal de la economía será de carácter socialista y constituirá la fuerza dirigente en toda la economía nacional; no obstante, la república no confiscará el resto de la propiedad privada capitalista, ni prohibirá el desarrollo de aquella producción capitalista que "no pueda dominarla vida material del pueblo", ya que la economía china está todavía muy atrasada.
    La república adoptará ciertas medidas necesarias para confiscarlas tierras de los terratenientes y distribuirlas entre los campesinos que no tienen tierra o tienen poca, haciendo realidad la consigna del Dr. Sun Yat-sen de "La tierra para el que la trabaja", con el fin de abolir las relaciones feudales en el campo y convertir la tierra en propiedad privada de los campesinos. Se permitirá la existencia de la economía de campesino rico. Tal es la política de "igualamiento del derecha a la propiedad de la tierra". La consigna correcta para esta política es "La tierra para el que la trabaja". En general, no se establecerá aún en esta etapa una agricultura socialista; no obstante, contendrán elementos de socialismo las diversas formas de economía cooperativa que se desarrollen sobre la base de "La tierra para el que la trabaja".
    La economía china tiene que seguir el camino de la "limitación del capital" y del "igualamiento del derecho a la propiedad de la tierra"; nunca permitiremos que sea "propiedad exclusiva de unos pocos", ni que un puñado de capitalistas y terratenientes "dominen la vida material del pueblo", ni que se establezca una sociedad capitalista al estilo europeo y norteamericano o subsista la vieja sociedad semifeudal. Quien se atreva a tomar un rumbo contrario, no logrará su propósito, sino que fracasará rotundamente.
    Tales son las relaciones económicas internas que una China revolucionaria, una China en lucha contra la agresión japonesa, debe y ha de establecer.
    Tal es la economía de nueva democracia.
    Y la política de nueva democracia es la expresión concentrada de esta economía.
    Hemos explicado arriba las características históricas de la política china en el nuevo período y la cuestión de la república de nueva democracia. Ahora podemos pasar a la cuestión de la cultura.
    Una cultura dada es el reflejo, en el plano ideológico, de la política y la economía de una sociedad dada. Hay en China una cultura imperialista, que es el reflejo de la total o parcial dominación imperialista sobre China en los terrenos político y económico. Fomentan esta cultura no sólo las instituciones culturales que manejan directamente los imperialistas en China, sino también cierto número de chinos que han perdido todo sentido del pudor. Corresponde a esta categoría toda manifestación cultural que contenga ideas esclavizadoras. En China hay también una cultura semifeudal, reflejo de su política y su economía semifeudales. Son representantes de esta cultura cuantos abogan por el culto a Confucio, el estudio de los cánones confucianos, el viejo código moral y las viejas ideas y se oponen a la nueva cultura y a las nuevas ideas. La cultura imperialista y la semifeudal, cual hermanas entrañables, forman una alianza reaccionaria en contra de la nueva cultura de China. Estas culturas reaccionarias sirven al imperialismo y a la clase feudal, y deben ser barridas. De otro modo, no será posible construir ninguna nueva cultura. Sin destrucción, no hay construcción; sin contención, no hay flujo; sin reposo, no hay movimiento. La lucha entre la nueva cultura y las culturas reaccionarias es una lucha a muerte.
    La nueva cultura constituye el reflejo, en el plano ideológico, de la nueva política y la nueva economía, y está a su servicio.
Como ya hemos señalado en el capítulo III, la sociedad china ha cambiado gradualmente de naturaleza desde la aparición de la economía capitalista en China; ya no es una sociedad totalmente feudal, sino una sociedad semifeudal, aunque todavía predomina la economía feudal. Comparada con esta última, la economía capitalista es nueva. Simultáneamente con la nueva economía capitalista, han surgido y crecido nuevas fuerzas políticas: las de la burguesía, la pequeña burguesía y el proletariado. Y la nueva cultura es el reflejo, en el plano ideológico, de estas nuevas fuerzas económicas y políticas, y está a su servicio. Sin la economía capitalista, sin la burguesía, la pequeña burguesía y el proletariado y sin las fuerzas políticas que representan a estas clases, no habría podido surgir ni la nueva ideología ni la nueva cultura.
    Estas nuevas fuerzas políticas, económicas y culturales son todas fuerzas revolucionarias de China, que se oponen a la vieja política, la vieja economía y la vieja cultura. Las tres últimas se componen de dos partes: una, la política, la economía y la cultura semifeudales propias de China, y la otra, la política, la economía y la cultura imperialistas, que predominan en la alianza entre esas dos partes. Ambas son perniciosas y hay que destruirlas totalmente. La lucha entre lo nuevo y lo viejo en la sociedad china es la lucha entre las nuevas Fuerzas, las amplias masas populares (las clases revolucionarias), y las viejas fuerzas, el imperialismo y la clase feudal. Esta lucha entre lo nuevo y lo viejo es la lucha entre la revolución y la contrarrevolución. Dura ya todo un siglo a contar desde la Guerra del Opio, y casi treinta años desde la Revolución de 1911.
    Pero, como ya hemos indicado, también las revoluciones pueden clasificarse en nuevas y viejas; lo que es nuevo en un período histórico se hace viejo en otro. En China, los cien años de revolución democrático-burguesa pueden dividirse en dos grandes períodos: los primeros ochenta años y los últimos veinte. Cada uno tiene su característica histórica básica: la revolución democrático-burguesa de China de los primeros ochenta años pertenece a la vieja categoría, mientras que la de los últimos veinte, en virtud de los cambios ocurridos en la situación política internacional y nacional, pertenece a la nueva categoría. La vieja democracia caracteriza los primeros ochenta años; la nueva democracia, los últimos veinte. Esta diferencia en el terreno político también se observa en el terreno cultural.
    ¿Cómo se manifiesta esta diferencia en el terreno cultural? Esto es lo que a continuación explicaremos.
XII. CARACTERISTICAS HISTORICAS DE LA
REVOLUCION CULTURAL DE CHINA
    En el frente cultural o ideológico de China, el período anterior al Movimiento del 4 de Mayo y el que le sigue constituyen dos períodos históricos diferentes.
    Antes del Movimiento del 4 de Mayo, la lucha en el frente cultural de China fue la lucha entre la nueva cultura de la burguesía y la vieja cultura de la clase feudal.    Pero, a partir del Movimiento del 4 de Mayo, las cosas cambiaron. Surgió en China una fuerza cultural fresca, totalmente nueva: la cultura e ideología comunistas, guiadas por los comunistas chinos, o sea, la concepción comunista del mundo y la teoría de la revolución social.
    Antes del Movimiento del 4 de Mayo, la nueva cultura de China era, por su carácter, la cultura de vieja democracia y formaba parte de la revolución cultural capitalista de la burguesía mundial. A partir de dicho Movimiento, ya es la cultura de nueva democracia y forma parte de la revolución cultural socialista del proletariado mundial.
       La cultura de nueva democracia es la cultura antiimperialista y antifeudal de las amplias masas populares; hoy día, es la cultura de frente único antijapones. Esta cultura sólo puede ser dirigida por la cultura e ideología del proletariado, es decir, por la ideología comunista, y nunca por la cultura e ideología de ninguna otra clase. En una palabra, la cultura de nueva democracia es la cultura antiimperialista y antifeudal de las amplias masas populares dirigida por el proletariado. ..

    La cultura de nueva democracia es nacional. Está contra la opresión imperialista y por la dignidad e independencia de la nación china. Pertenece a nuestra nación y lleva sus características. Esta cultura se alía con la cultura socialista y la de nueva democracia de las demás naciones, establece con ellas relaciones que permiten un enriquecimiento y desarrollo mutuos, y con ellas forma conjuntamente una nueva cultura mundial; pero, como cultura nacional revolucionaria, en ningún caso puede aliarse con la reaccionaria cultura imperialista de ninguna nación. China debe tomar de la cultura progresista de los otros países gran cantidad de materia prima para nutrir su propia cultura, labor que en el pasado ha sido muy insuficiente. Debemos asimilar todo lo que hoy nos sea útil, no sólo de la actual cultura socialista y de la de nueva democracia de otros países, sino también de su pasada cultura, por ejemplo, de la cultura de los países capitalistas en el siglo de las luces. No obstante, debemos tratar todo lo extranjero como hacemos con los alimentos -- primero los masticamos y luego los sometemos a un proceso de transformación por las secreciones en el estómago y los intestinos; de este modo, los descomponemos en sustancias nutritivas, que asimilamos, y en desechos, que eliminamos --, pues solamente así podremos sacar provecho de ello. Nunca debemos engullirnos las cosas y asimilarlas sin crítica. Es erróneo preconizar la "occidentalización integral"[21]. China ha sufrido mucho a causa de la imitación mecánica de lo extranjero. De igual modo, al aplicar el marxismo en nuestro país, los comunistas chinos deben integrar plena y adecuadamente la verdad universal del marxismo con la práctica concreta de la revolución china; en otras palabras, el marxismo debe combinarse con las características nacionales y revestir una determinada forma nacional para poder ser útil; en ninguna circunstancia es admisible aplicarlo de manera subjetiva y formulista. Los marxistas formulistas no hacen más que mofarse del marxismo y de la revolución china; para ellos no hay cabida en las filas de ésta. La cultura china debe tener su propia forma, es decir, una Forma nacional. Nacional en la forma y de nueva democracia en el contenido, tal es nuestra nueva cultura de hoy.
    La cultura de nueva democracia es científica. Está contra toda idea feudal y supersticiosa y por la búsqueda de la verdad en los hechos, por la verdad objetiva y por la unidad entre la teoría y la práctica. A este respecto, el proletariado chino, con su pensamiento científico, puede formar un frente único contra el imperialismo, el Feudalismo y la superstición con los materialistas y hombres de ciencia de la burguesía china que sean progresistas, pero nunca puede formar un Frente único con ningún tipo de idealismo reaccionario. En la acción política, los comunistas pueden establecer un frente único antiimperialista y antifeudal con idealistas e incluso con creyentes, pero nunca pueden aprobar su idealismo ni sus doctrinas religiosas. En el curso de los largos siglos de la sociedad feudal china se creó una espléndida cultura. Analizar el proceso de desarrollo de esa cultura, eliminar su escoria feudal y asimilar su quintaesencia democrática es una condición necesaria para desarrollar la nueva cultura nacional y reforzar la autoconfianza nacional; pero en ningún caso podemos recogerlo todo indiscriminadamente y sin crítica. Es imperativo separar la excelente cultura antigua popular, o sea, la que posee un carácter más o menos democrático y revolucionario, de todo lo podrido, propio de la vieja clase dominante feudal. La nueva política y la nueva economía actuales de China provienen de su vieja política y su vieja economía, y su actual nueva cultura también proviene de su vieja cultura; por ello, debemos respetar nuestra propia historia y no amputarla. Pero respetar la historia significa conferirle el lugar que científicamente le corresponde, significa respetar su desarrollo dialéctico, y no glorificar lo antiguo para denigrar lo presente ni ensalzar el veneno feudal. En cuanto a las masas populares y a la juventud estudiantil, lo esencial es orientarlas para que miren hacia adelante y no hacia atrás.
    La cultura de nueva democracia pertenece a las masas y es, por lo tanto, democrática. Debe servir a las masas trabajadoras, a los obreros y los campesinos, que constituyen más del 90 por ciento de la nación, y convertirse gradualmente en su propia cultura. Hay que hacer una distinción de grado entre los conocimientos impartidos a los cuadros revolucionarios y los impartidos a las masas revolucionarias y, a la vez, vincularlos, así como distinguir entre la elevación del nivel cultural y la popularización de los conocimientos y, a la vez, vincularlas. La cultura revolucionaria es para las grandes masas populares una poderosa arma de la revolución. Antes de la revolución, prepara ideológicamente el terreno, y durante ella, constituye un sector necesario e importante de su frente general. Los trabajadores revolucionarios de la cultura son comandantes en diferentes niveles de este frente cultural. "Sin teoría revolucionaria, no puede haber tampoco movimiento revolucionario"[22]; de esto se desprende lo importante que es el movimiento cultural revolucionario para el movimiento práctico de la revolución. Tanto el movimiento cultural como el práctico deben ser de masas. Por consiguiente, los trabajadores progresistas de la cultura deben tener, durante la Guerra de Resistencia contra el Japón, su propio ejército cultural, y éste no puede ser sino las grandes masas populares. Un trabajador revolucionario de la cultura que no vaya a las masas es un "comandante sin tropas" y no dispone de la potencia de fuego para abatir al enemigo. Para alcanzar este objetivo, la lengua escrita debe ser reformada bajo determinadas condiciones y nuestro lenguaje tiene que aproximarse al de las masas populares, porque son ellas la fuente inagotable de nuestra cultura revolucionaria.
    Cultura nacional, científica y de masas: tal es la cultura antiimperialista y antifeudal de las amplias masas populares, la cultura de nueva democracia, la nueva cultura de la nación china.
    La política, la economía y la cultura de nueva democracia, combinadas, constituyen la república de nueva democracia, la República de China digna de su nombre, la nueva China que nos proponemos crear.
    La nueva China está a la vista. ¡Saludémosla!
    Ya los mástiles del barco se divisan en lontananza. ¡Acojamos a la nueva China con una ovación!
    ¡Levantemos los brazos! ¡La nueva China es nuestra!

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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.