Jorge Dimitrov
II
El frente único de la clase obrera contra el fascismo (Primera parte)
¡Camaradas! Millones de obreros y trabajadores de los países capitalistas se preguntan: ¿Cómo puede impedirse que el fascismo llegue al poder y cómo derrocarlo, allí donde ya ha triunfado? La Internacional Comunista contesta: lo primero, que hay que hacer, es crear el frente único, establecer la unidad de los obreros en cada empresa, en cada barrio, en cada región, en cada país, en el mundo entero. La unidad de acción del proletariado en el plano nacional e internacional, he aquí el arma poderosa que capacita a la clase obrera no sólo para una defensa, sino también para una contraofensiva victoriosa contra el fascismo, contra el enemigo de clase.
Significado del frente único
¿No es evidente que las acciones conjuntas de los afiliados a los partidos y organizaciones de las dos Internacionales -la Internacional Comunista y la Segunda Internacional- permitirían a las masas rechazar el empuje fascista y elevarían el peso político de la clase obrera?
Pero las acciones conjuntas de los partidos de ambas Internacionales contra el fascismo no se limitarían a ejercer una influencia sobre sus afiliados actuales, sobre los comunistas y los socialdemócratas, ejercerían también una influencia poderosa en las filas de los obreros católicos, anarquistas y no organizados, incluso sobre aquellos que momentáneamente son víctimas de la demagogia fascista.
Más aún, el potente frente único del proletariado ejercería una enorme influencia sobre todas las demás capas del pueblo trabajador, sobre los campesinos, sobre la pequeña burguesía urbana, sobre los intelectuales. El frente único infundiría a los sectores vacilantes fe en la fuerza de la clase obrera.
Pero tampoco esto es todo. El proletariado de los países imperialistas tiene sus aliados potenciales no sólo en los trabajadores del propio país, sino también en las naciones oprimidas de las colonias y semicolonias. El hecho de que el proletariado se halle escindido sobre un plano nacional e internacional y de que una parte de él apoye la política de colaboración con la burguesía y, sobre todo, su régimen de opresión en las colonias y semicolonias, aparta a los pueblos oprimidos de las colonias y semicolonias de la clase obrera y debilita el frente antiimperialista mundial. Cada paso que dé el proletariado de las metrópolis imperialistas por la senda de la unidad de acción, encaminado a apoyar la lucha de liberación de los pueblos coloniales, equivale a convertir las colonias y semicolonias en una de las reservas principales del proletariado.
Finalmente, si tenemos en cuenta que la unidad de acción internacional del proletariado se apoya en la fuerza, sin cesar creciente, del Estado proletario, del país del socialismo, de la Unión Soviética, vemos qué vastas perspectivas abre la realización de la unidad de acción del proletariado sobre el plano nacional e internacional.
La implantación de la unidad de acción de todos los sectores de la clase obrera, cualquiera que sea el Partido u organización a que pertenezcan, es necesaria aun antes de que la mayoría de la clase obrera se unifique para luchar por el derrocamiento del capitalismo y por el triunfo de la revolución proletaria.
¿Es posible realizar esta unidad de acción del proletariado en los distintos países y el mundo entero? Sí, es posible, y lo es inmediatamente. La Internacional Comunista no pone para la unidad de acción ninguna clase de condiciones, con excepción de una elemental, aceptable para todos los obreros, a saber: que la unidad de acción vaya encaminada contra el fascismo, contra la ofensiva del capital, contra la amenaza de guerra, contra el enemigo de clase. He ahí nuestra condición.
Sobre los principales argumentos de los adversarios del frente único
¿Qué pueden objetar y qué objetan los adversarios del frente único?
"Para los comunistas, la consigna del frente único no es más que una maniobra" -dicen unos. Pero, aunque fuese una maniobra, -contestamos nosotros- ¿por qué no desenmascaráis esta "maniobra comunista", participando honradamente en el frente único? Lo decimos francamente: queremos la unidad de acción de la clase obrera para que el proletariado se fortalezca en su lucha contra la burguesía, para que, defendiendo hoy sus intereses cotidianos contra los ataques del capital, contra el fascismo, esté mañana en condiciones de crear las premisas para su definitiva emancipación.
"Los comunistas nos atacan" -dicen otros. Pues escuchad. Ya hemos declarado repetidas veces que no atacaremos a nadie: personas, organizaciones, ni partidos, que aboguen por el frente único de la clase obrera contra el enemigo de clase. Pero, al mismo tiempo, en interés del proletariado y de su causa, tenemos el deber de criticar a las personas, organizaciones y partidos que entorpecen la unidad de acción de los obreros.
"No podemos formar el frente único con los comunistas porque su programa es distinto" -dicen los de más allá. Pero vosotros afirmáis también que vuestro programa difiere del de los partidos burgueses y esto no os ha impedido, ni os impide sellar coaliciones con estos partidos.
"Los partidos democrático-burgueses son mejores aliados contra el fascismo que los comunistas" - dicen los adversarios del frente único y defensores de la coalición con la burguesía. Pero ¿qué nos enseña la experiencia de Alemania? Aquí los socialdemócratas formaron un bloque con estos aliados "mejores". Y ¿cuáles fueron los resultados?
"Si establecemos el frente único con los comunistas, los pequeños burgueses se asustarían del "peligro rojo" y se pasarían a los fascistas" -oímos decir a menudo. ¿Acaso el frente único amenaza a los campesinos, a los pequeños comerciantes, a los artesanos, a los trabajadores intelectuales? No. El frente único amenaza a la gran burguesía, a los magnates financieros, a los terratenientes y demás explotadores, cuyo régimen acarrea la ruina completa de todos aquellos sectores.
"La socialdemocracia es partidaria de la democracia y los comunistas, de la dictadura, por esto no podemos establecer el frente único con los comunistas" -dicen una serie de jefes socialdemócratas. Pero ¿es que nosotros os proponemos ahora un frente único para proclamar la dictadura del proletariado? Por el momento, no os proponemos semejante cosa.
"Que los comunistas reconozcan la democracia y actúen en defensa de ella y entonces estaremos dispuestos a participar en el frente único". A éstos les contestamos: Nosotros somos partidarios de la democracia soviética, la democracia de los trabajadores, la democracia más consecuente del mundo. Pero defendemos y seguiremos defendiendo en los países capitalistas, palmo a palmo, las libertades democrático-burguesas, contra las cuales atentan el fascismo y la reacción burguesa, pues así lo exigen los intereses de la lucha de clases del proletariado.
"Pero es que los pequeños partidos comunistas no aportarían nada con su participación en el frente único que realice el partido laborista" -dicen, por ejemplo, los jefes laboristas de Inglaterra. Sin embargo, acordaos de que lo mismo afirmaban los jefes socialdemócratas austríacos respecto al pequeño Partido Comunista de Austria. Y ¿qué han demostrado los acontecimientos? No era la socialdemocracia austríaca con Otto Bauer y Renner a la cabeza, quien tenía razón, sino el pequeño Partido Comunista Austríaco, que señaló oportunamente el peligro fascista en Austria y llamó a los obreros a luchar contra él. Y toda la experiencia del movimiento obrero enseña que los comunistas, aunque numéricamente sean pocos, son el motor de la actividad combativa del proletariado. Además, no debe olvidarse que los Partidos Comunistas de Austria o de Inglaterra no son solamente las decenas de miles de obreros afiliados a estos Partidos, sino partes del movimiento comunista mundial, secciones de la Internacional Comunista, cuyo partido dirigente es el Partido de un proletariado, que ha triunfado ya y que gobierna en una sexta parte del planeta.
"Pero el frente único no impidió la victoria del fascismo en el Sarre" -objetan los adversarios del frente único. ¡Curiosa lógica la de estos señores! Primero, hacen todo lo que está de su parte para asegurar la victoria del fascismo, y después, se alegran malignamente de que el frente único, al que se han dejado arrastrar en los últimos momentos, no haya conducido al triunfo de los obreros.
"Si formamos el frente único con los comunistas, tendríamos que salir de los gobiernos de coalición y entrarían a gobernar los partidos reaccionarios fascistas" -dicen los jefes socialdemócratas, que están en los gobiernos de los distintos países. Muy bien, ¿acaso no participó la socialdemocracia alemana en un gobierno de coalición? ¡Sí, participó! ¿No formó parte del gobierno la socialdemocracia austríaca? ¡También formó parte! ¿No estuvieron los socialistas españoles en un gobierno coaligados con la burguesía? ¡Sí, lo estuvieron! Y ¿acaso la participación de la socialdemocracia en los gobiernos burgueses de coalición ha impedido en estos países el asalto del fascismo contra el proletariado? No, no lo impidieron. Es, por lo tanto, claro como la luz del día que la participación de ministros socialdemócratas en los gobiernos burgueses no constituye una barrera contra el fascismo.
"Los comunistas obran dictatorialmente, quieren imponerlo y dictarlo todo" -dicen ellos. No, nosotros no imponemos, ni dictamos nada. Nos limitamos a formular nuestras proposiciones, cuya realización estamos convencidos de que responde a los intereses del pueblo trabajador. Y esto no es sólo un derecho, sino un deber de cuantos actúan en nombre de los obreros. ¿Tenéis miedo a la "dictadura" de los comunistas? Pues presentemos conjuntamente a los obreros todas las proposiciones, las vuestras y las nuestras, discutámoslas conjuntamente, con todos los obreros, y elijamos aquellas que sean más ventajosas para la causa de la clase obrera.
Como se ve, esos argumentos contra el frente único no resisten la más leve crítica. Son, más que otra cosa, tergiversaciones de los jefes reaccionarios de la socialdemocracia que prefieren su frente único con la burguesía, al frente único del proletariado.
¡No, estas tergiversaciones no prevalecerán! El proletariado internacional ha pagado demasiado caras las consecuencias de la escisión del movimiento obrero y está cada vez más convencido de que el frente único, la unidad de acción del proletariado, tanto sobre el plano nacional, como en el plano internacional, son necesarios y perfectamente posibles.
Contenido y forma del frente único
¿Cuál es y cuál debe ser el contenido principal del frente único en la etapa actual?
La defensa de los intereses económicos y políticos inmediatos de la clase obrera, su defensa contra el fascismo ha de ser el punto de partida y el contenido principal del frente único en todos los países capitalistas.
No debemos limitarnos a lanzar meros llamamientos a la lucha por la dictadura proletaria, sino que tenemos que encontrar y preconizar las consignas y formas de lucha, que se desprenden de las necesidades vitales de las masas, del nivel de su capacidad de lucha en cada etapa de desarrollo.
Debemos indicar a las masas lo que han de hacer hoy para defenderse de la expoliación capitalista y de la barbarie fascista.
Debemos conseguir que se establezca el frente único más amplio por medio de acciones conjuntas de las organizaciones obreras de las distintas tendencias para defender los intereses vitales de las masas trabajadores.
Esto significa, en primer lugar, la lucha conjunta por descargar de un modo efectivo las consecuencias de la crisis sobre las espaldas de las clases dominantes, sobre las espaldas de los capitalistas, de los terratenientes, en una palabra, sobre las espaldas de los ricos.
Significa, en segundo lugar, la lucha conjunta contra todas las formas de la ofensiva fascista, por la defensa de las conquistas y derechos de los trabajadores, contra la liquidación de las libertades democrático-burguesas.
Significa, en tercer lugar, la lucha conjunta contra el peligro cada vez más inminente de la guerra imperialista, lucha que dificultaría la preparación de esta guerra.
Debemos preparar sin descanso a la clase obrera para los cambios rápidos de formas de lucha, al variar las circunstancias. A medida que crezca el movimiento y se fortalezca la unidad de la clase obrera, tendremos que ir más lejos y preparar el paso de la defensiva a la ofensiva contra el capital, poniendo proa a la organización de la huelga política de masas. Condición obligada de una huelga semejante es que los sindicatos fundamentales de cada país sean enrolados en ella.
Naturalmente, los comunistas no pueden, ni deben renunciar, ni por un solo minuto, a su labor propia e independiente de educación comunista, de organización y movilización de las masas. Sin embargo, para asegurar a los obreros el camino hacia la unidad de acción, hay que conseguir sellar al mismo tiempo acuerdos a corto y a largo plazo sobre acciones comunes con los partidos socialdemócratas, los sindicatos reformistas y las demás organizaciones de los trabajadores contra los enemigos de clase del proletariado. En estos pactos, la atención principal debe encaminarse a desencadenar acciones de masas en los distintos lugares, que deberían ser llevadas a cabo por las organizaciones de base mediante acuerdos locales. A la par que cumplimos lealmente las condiciones de todos los acuerdos pactados con ellos, desenmascararemos implacablemente cualquier sabotaje, cometido contra las acciones conjuntas por personas u organizaciones, que tomen parte en el frente único. A cuantos intentos se hagan por frustrar los acuerdos pactados, y estos intentos posiblemente se harán, contestaremos apelando a las masas y continuando infatigablemente la lucha por restablecer la unidad de acción violada.
Huelga decir que la realización concreta del frente único en los distintos países se efectuará de diversos modos y revestirá formas, según el estado y el carácter de las organizaciones obreras, su nivel político, la situación concreta del país de que se trata, según los cambios operados en el movimiento obrero internacional, etc.
Estas formas pueden ser, por ejemplo: acciones conjuntas de los obreros coordinadas para casos determinados y por motivos concretos, por reivindicaciones aisladas o también sobre la base de una plataforma general, acciones coordinadas en determinadas empresas o ramas industriales; acciones coordinadas sobre un plano local, regional, nacional o internacional; acciones coordinadas para la organización de luchas económicas de los obreros, para la realización de acciones políticas de masas, para la organización de la autodefensa común contra los asaltos fascistas; acciones coordinadas para ayudar a los presos y sus familias, en el terreno de la lucha contra la reacción social; acciones conjuntas para la defensa de los intereses de la juventud y de las mujeres, en la esfera de las cooperativas, de la cultura, de los deportes, etc.
Sin embargo, sería insuficiente darse por contentos con sellar un pacto sobre acciones conjuntas y con crear comités de enlace de los partidos y las organizaciones enroladas en el frente único, que es, por ejemplo, lo que sucede en Francia. Esto no es má:s que el primer paso. Los pactos son medios auxiliares para la realización de acciones conjuntas, pero no son todavía, de por sí, el frente único. Los comités de enlace entre las direcciones de los partidos comunistas y socialistas son necesarios para facilitar la realización de acciones conjuntas, pero están muy lejos de bastar por sí solos, para el despliegue efectivo del frente único, para conducir a las extensas masas a la lucha contra el fascismo.
Los comunistas y todos los obreros revolucionarios deben esforzarse por crear órganos de clase del frente único al margen de los partidos elegidos (en los países de dictadura fascista, escogidos entre las personas más prestigiosas en el movimiento de frente único) en las empresas, entre los desocupados, en los barrios obreros, entre la gente modesta de la ciudad y del campo. Sólo estos órganos pueden abarcar mediante el movimiento de frente único hasta las enormes masas no organizadas de los trabajadores, pueden contribuir a desarrollar la iniciativa de las masas en la lucha contra la ofensiva del capital, contra el fascismo y la reacción, a crear sobre esta base el extenso cuerpo de activistas obreros del frente único, que es indispensable, y a formar en los países capitalistas cientos y miles de bolcheviques sin partido.
Las acciones conjuntas de los obreros organizados son el comienzo, son la base. Pero no podemos perder de vista que la aplastante mayoría de los obreros, la constituyen las masas no organizadas. Así, en Francia, el total de obreros organizados, comunistas, socialistas y afiliados a los sindicatos de distintas tendencias, es en total aproximadamente de un millón y el censo total de obreros asciende a once millones. En Inglaterra, pertenecen a los sindicatos y a los partidos de todas las tendencias, unos cinco millones; pero el censo total de obreros es de catorce millones. En los Estados Unidos de América, hay aproximadamente cinco millones de obreros organizados, pero el censo total de los obreros en Norte-América es de treinta y ocho millones. Y la misma relación existe más o menos en otra serie de países. En tiempos "normales", esta masa permanece substancialmente al margen de la vida política. Pero en la actualidad, esta masa gigantesca se pone cada vez más en movimiento, se incorpora a la vida política, sale a la palestra política.
La creación de órganos de clase al margen de los partidos es la mejor forma para realizar, ampliar y fortalecer el frente único en la misma base de las más amplias masas. Estos órganos serán también el mejor baluarte contra todas las tentativas de los adversarios del frente único para romper la unidad de acción lograda por la clase obrera.
Sobre el frente popular antifascista
En la movilización de las masas trabajadoras para la lucha contra el fascismo, tenemos como tarea espacialmente importante la creación de un extenso frente popular antifascista sobre la base del frente único proletario. El éxito de toda la lucha del proletariado va íntimamente unido a la creación de la alianza de lucha del proletariado con el campesinado trabajador y con las masas más importantes de la pequeña burguesía urbana, que forman la mayoría de la población incluso en los países industrialmente desarrollados.
El fascismo, en sus campañas de agitación encaminadas a conquistarse esas masas, intenta contraponer las masas trabajadoras de la ciudad y del campo al proletariado revolucionario y asustar a los pequeñoburgueses con el fantasma del "peligro rojo". Nosotros tenemos que volver las lanzas y señalar a los campesinos trabajadores, a los artesanos y a los trabajadores intelectuales, de dónde les amenaza el verdadero peligro,tenemos que hacerles ver concretamente quién echa sobre los campesinos la carga de las contribuciones e impuestos, quién les estruja mediante intereses usurarios, quién, a pesar de poseer las mejores tierras y todas sus riquezas, expulsa de su terruño al campesino y a su familia y le condena al paro y a la mendicidad. Tenemos que poner en claro concretamente, explicar paciente y tenazmente, quién arruina a los artesanos a fuerza de impuestos y gabelas de todo género, rentas gravosas y de una competencia insoportable para ellos, quién lanza a la calle y priva de trabajo a las amplias masas de los trabajadores intelectuales.
Pero esto no basta.
Lo fundamental, lo más decisivo, para establecer el frente popular antifascista es la acción decidida del proletariado revolucionario en defensa de las reivindicaciones de estos sectores y, en particular, del campesinado trabajador, de reivindicaciones que corresponden a los intereses cardinales del proletariado, combinando en el transcurso de la lucha las aspiraciones de la clase obrera con estas reivindicaciones.
Para la creación del frente popular antifascista tiene una gran importancia el saber abordar de una manera acertada a todos aquellos partidos y organizaciones que enrolan a una parte considerable del campesinado trabajador y a las masas principales de la pequeña burguesía urbana.
En los países capitalistas, la mayoría de estos partidos y organizaciones -tanto políticas, como económicas- se encuentran todavía bajo la influencia de la burguesía y siguen a ésta. La composición social de estos partidos y organizaciones no es homogénea. En ella aparecen, al lado de los campesinos sin tierra, campesinos muy ricos, al lado de los pequeños tenderos, grandes hombres de negocios, pero la dirección la llevan estos últimos, los agentes del gran capital. Esto nos obliga a dar a estas organizaciones un trato diferenciado, teniendo en cuenta que, a menudo, la masa de sus afiliados no conoce la verdadera faz política de su propia dirección. En determinadas circunstancias, podemos y debemos encaminar nuestros esfuerzos a ganar a estos partidos y organizaciones o a sectores sueltos de ellos para el frente popular antifascista, pese a su dirección burguesa. Así, por ejemplo, acontece actualmente en Francia con el partido radical, en los Estados Unidos con las distintas organizaciones de granjeros (farmers), en Polonia con el «Stronictwo Ludowe», en Yugoeslavia con el partido campesino croata, en Bulgaria con la Unión Agraria, en Grecia con los "agraristas", etc. Pero, independientemente de esto si existan o no probabilidades de atraer a estos partidos y otras organizaciones al frente popular, nuestra táctica tiene que ir dirigida, bajo todas las condiciones, a incorporar al frente popular antifascista a los pequeños campesinos, artesanos, etc., enrolados en ellas.
Así, pues, como veis, aquí tenemos que acabar en toda la línea con el menosprecio y la actitud despectiva que se dan con harta frecuencia en nuestra actuación respecto a los distintos partidos y organizaciones de campesinos, artesanos y de masas de la pequeña burguesía urbana.
Problemas cardinales del frente único en los diversos países
En todos los países hay problemas cardinales que una etapa dada conmueven a las más extensas masas y en torno a los cuales debe desplegarse la lucha por establecer el frente único. El captar acertadamente estos puntos fundamentales, estos problemas cardinales, significa asegurar y acelerar la formación del frente único.
a) Estados Unidos de América
Tomemos, por ejemplo, un país tan importante del mundo capitalista como los Estados Unidos de América. Allí la crisis ha puesto en movimiento a millones de hombres. El programa de saneamiento del capitalismo se ha ido a pique. Inmensas masas comienzan a apartarse de los partidos burgueses y se hallan actualmente en la encrucijada.
El fascismo norteamericano incipiente intenta canalizar el descontento y el desengaño de estas masas hacia cauces reaccionario-fascistas. La peculiaridad del desarrollo del fascismo norteamericano consiste en que, en la presente fase, actúa predominantemente en forma de oposición contra el fascismo, considerándolo una corriente "no americana", importada del extranjero. A diferencia del fascismo alemán, que entró en escena con consignas contrarias a la constitución, el fascismo norteamericano intenta presentarse como paladín de la Constitución y de la "democracia americana". No es aún una fuerza que constituye una amenaza inmediata. Pero si logra penetrar en las extensas masas decepcionadas de los viejos partidos burgueses, puede llegar a convertirse muy pronto en un serio peligro.
¿Y qué significaría el triunfo del fascismo en los Estados Unidos? Para las masas trabajadoras significaría, naturalmente, una acentuación desenfrenada del régimen de explotación y la destrucción del movimiento obrero. ¿Y cuál sería la significación internacional de esta victoria del fascismo? Los Estados Unidos no son -como es sabido- Hungría, ni Finlandia, ni Bulgaria, ni Letonia. La victoria del fascismo en los Estados Unidos haría cambiar esencialmente toda la situación internacional.
En estas circunstancias, ¿puede darse el proletariado norteamericano por satisfecho simplemente con organizar su vanguardia consciente de clase, que está dispuesta a marchar por la senda de la revolución? No.
Es de todo punto evidente que los intereses del proletariado americano exigen que sus fuerzas se deslinden sin demora de los partidos capitalistas. Tiene que encontrar los caminos y las formas apropiadas para impedir a tiempo que el fascismo arrastre consigo a las masas de los trabajadores descontentos. Y aquí hemos de decir que la forma apropiada a las condiciones de Norte América podría ser la creación de un partido de masas de los trabajadores, un "partido de obreros y granjeros (farmers)". Este partido sería una forma específica del frente popular de masas en Norte América, un frente que hay que oponer a los partidos de los trusts y de los bancos, y al fascismo en desarrollo. Este partido no sería, naturalmente, ni socialista, ni comunista. Pero tendría que ser un partido antifascista y no debería ser un partido anticomunista. El programa de este partido debería ir dirigido contra los bancos, los trusts y los monopolios, contra los enemigos principales del pueblo que especulan con sus desgracias. Este partido s&ocute;lo puede cumplir su misión, si defiende las reivindicaciones más vitales de la clase obrera, si lucha por una auténtica legislación social, por el seguro del paro, por que obtengan tierra y sean liberados del fardo de las deudas los aparceros blancos y negros, si lucha por la anulación de las deudas de los granjeros (farmers), si lucha por la igualdad de derechos de los negros, por defender los intereses de los miembros de las profesiones liberales, de los pequeños comerciantes y de los artesanos. Y así sucesivamente.
Fácilmente se comprende que un partido de este tipo habrá de luchar por enviar a sus representantes a las administraciones autónomas locales y a los órganos representativos de los distintos Estados de la Unión, así como al Congreso y al Senado.
Nuestros camaradas de los Estados Unidos procedieron acertadamente, al tomar la iniciativa de crear semejante partido. Pero tendrán que adoptar medidas más eficaces aún, para que la creación de tal partido llegue a ganar las simpatías de las masas. El problema de la organización de un "partido de obreros y granjeros" y su programa deben ser discutidos en asambleas populares de masas. Es necesario desplegar un movimiento amplísimo para la creación de este partido y ponerse a la cabeza de este movimiento. No debe en modo alguno permitirse que la iniciativa de la organización de este partido pase a manos de aquellos elementos que quieren explotar el descontento de las masas de millones de hombres desengañados de los dos partidos burgueses -el democrático y el republicano- para crear en los Estados Unidos un "tercer" partido como partido anticomunista, como un partido orientado contra el movimiento revolucionario.
b) Inglaterra
En Inglaterra, la organización fascista de Mosley ha pasado, provisionalmente, a segundo plano, como resultado de las acciones de masas de los obreros ingleses. Pero no debemos cerrar los ojos ante el hecho de que el llamado "gobierno nacional" lleva a cabo una serie de medidas reaccionarias contra la clase obrera mediante las cuales se crean también en Inglaterra condiciones que, llegado el caso, facilitarían a la burguesía el paso al régimen fascista.
Luchar contra el peligro fascista en Inglaterra, en la etapa actual, significa, ante todo, luchar contra el "gobierno nacional", contra sus medidas reaccionarias, contra la ofensiva del capital, por la defensa de las reivindicaciones de los parados, contra las rebajas de salarios, por la derogación de todas las leyes mediante las cuales la burguesía inglesa empeora el nivel de vida de las masas.
Pero el odio creciente de la clase obrera contra el "gobierno nacional" congrega a masas cada vez más extensas bajo la consigna de un nuevo gobierno laborista en Inglaterra. ¿Pueden los comunistas pasar por alto este estado de ánimo de las amplias masas, que todavía conservan fe en un gobierno laborista? ¡No camaradas! Tenemos que encontrar el camino hacia estas masas. Les decimos francamente, como lo hizo el XIII Congreso del Partido Comunista de Gran Bretaña: los comunistas somos partidarios del poder soviético, único poder capaz de emancipar a los obreros del yugo del capital. Pero, ¿queréis un gobierno laborista? Perfectamente. Nosotros hemos luchado y luchamos mano a mano con vosotros por derrotar al "gobierno nacional". Estamos dispuestos a apoyar vuestra lucha por la formación de un nuevo gobierno laborista, a pesar de que los dos gobiernos laboristas anteriores no han cumplido las promesas hechas por el Partido Laborista a la clase obrera. No esperamos de este gobierno que se realicen medidas socialistas. Pero, en nombre de millones de obreros, le formulamos la exigencia de que defienda los intereses económicos y políticos más apremiantes de la clase obrera y de todos los trabajadores. Vamos a discutir un programa común de tales reivindicaciones y a poner en práctica la unidad de acción que necesita el proletariado para hacer frente a la ofensiva reaccionaria del "gobierno nacional", al a ofensiva del capital y del fascismo y a la preparación de la nueva guerra. Los camaradas ingleses están dispuestos a actuar sobre estas bases, conjuntamente con las organizaciones del Partido Laborista, en las próximas elecciones parlamentarias, contra el "gobierno nacional" y también contra Lloyd George que a su modo intenta arrastrar consigo a las masas contra la causa de la clase obrera en interés de la burguesía inglesa.
Esta posición de los comunistas ingleses es justa. Ella les ayuda a establecer el frente único de lucha con las masas de millones de hombre de las tradeuniones inglesas y del Partido Laborista. Permaneciendo siempre en las primeras líneas del proletariado combatiente, señalando a las masas el único camino justo -el camino de la lucha por abatir revolucionariamente la dominación de la burguesía y por instaurar el Poder Soviético- los comunistas no deben, al fijar sus tareas políticas actuales, empeñarse en saltar las etapas necesarias del movimiento de masas, a lo largo del cual las masas obreras superan, a base de la propia experiencia, sus ilusiones y pasan al lado del comunismo.
c) Francia
Francia es, como se sabe, el país cuya clase obrera da a todo el proletariado internacional un ejemplo de cómo hay que luchar contra el fascismo. El Partido Comunista Francés puede servir de ejemplo a todas las secciones de la Internacional Comunista de cómo se debe llevar a cabo la táctica del frente único y los obreros socialistas pueden servir de ejemplo de lo que deben hacer hoy los obreros socialdemócratas de los demás países capitalistas en lucha contra el fascismo. (Aplausos).
La significación de la manifestación antifascista, celebrada en París el 14 de julio de este año, en la que tomaron parte medio millón de hombres, así como las grandes manifestaciones efectuadas en otras ciudades de Francia, es enorme. Esto ya no es simplemente un movimiento de frente único obrero, es el comienzo de un amplio frente de todo el pueblo contra el fascismo en Francia. Este movimiento de frente único acrecienta la fe de la clase obrera en sus fuerzas, fortalece en ella la conciencia de su papel de guía respecto al campesinado, a la pequeña burguesía urbana, a los intelectuales. Extiende la influencia del Partido Comunista sobre las masas obreras, y con ello, fortalece al proletariado en su lucha contra el fascismo. Este movimiento despierta a tiempo la atención vigilante de las masas frente al peligro fascista. Será un ejemplo contagioso para el despliegue de la lucha antifascista en los demás países capitalistas y ejercerá una influencia alentadora sobre los proletarios de Alemania, aherrojados por la dictadura fascista.
Esto es, sin duda alguna, una gran victoria, pero no decide todavía el resultado de la lucha antifascista. La mayoría aplastante del pueblo francés está indudablemente en contra del fascismo. Pero la burguesía sabe forzar, acudiendo a la fuerza armada, la voluntad de los pueblos. El movimiento fascista sigue desarrollándose con total libertad, con el apoyo activo del capital monopolista, del aparato estatal de la burguesía, del Estado Mayor del ejército francés y de los dirigentes reaccionarios del clero católico, baluarte de toda la reacción. La organización fascista más fuerte, «Las Cruces de Fuego», dispone actualmente de más de 300.000 hombres armados, cuyo núcleo principal son 60.000 oficiales reservistas. Posee fuertes posiciones en la policía, la gendarmería, el ejército, la aviación y dentro de todo el aparato del Estado. Las últimas elecciones municipales ponen de manifiesto que en Francia no crecen solamente las fuerzas revolucionarias, sino también las fuerzas del fascismo. Si el fascismo lograra penetrar de un modo extenso en el campesinado y asegurarse el apoyo de una parte del ejército con la neutralidad de la otra, las masas trabajadoras de Francia no podrían impedir la subida de los fascistas al poder. ¡No olvidéis, camaradas, la debilidad del movimiento obrero francés en materia de organización, debilidad que facilita el éxito de la ofensiva fascista! No hay ninguna razón para que la clase obrera y todos los antifascistas de Francia se den por contentos con los resultados ya conseguidos.
¿Cuáles son las tareas que se plantean a la clase obrera de Francia?
Primero: Conseguir establecer el frente único no sólo en el terreno político, sino también en el económico, para organizar la lucha contra la ofensiva del capital; romper con su empuje la resistencia que oponen al frente único los capitostes de la Confederación General del Trabajo reformista.
Segundo: Lograr la realización de la unidad sindical en Francia -sindicatos únicos sobre la base de la lucha de clases.
Tercero: Incorporar al movimiento antifascista a las extensas masas campesinas, a las masas de la pequeña burguesía, reservando un lugar especial en el programa del frente popular antifascista a sus reivindicaciones vitales.
Cuarto: Afianzar orgánicamente y seguir extendiendo el movimiento antifascista, desplegado mediante la creación en masa de órganos del frente popular antifascista elegidos al margen de los partidos, de órganos que por su influencia abarquen a masas mucho más extensas que los partidos y organizaciones de los trabajadores, que actualmente existen en Francia.
Quinto: Conseguir, por su presión, la disolución y el desarme de las organizaciones fascistas como organizaciones de conspiradores contra la República y como agentes de Hitler en Francia.
Sexto: Conseguir que se limpie el aparato del Estado, del ejército y de la policía de los conspiradores que preparan un golpe fascista.
Séptimo: Desplegar la lucha contra los jefes de las camarillas reaccionarias del clero católico como uno de los baluartes más importantes del fascismo francés.
Octavo: Ligar al ejército con el movimiento antifascista mediante la creación dentro del ejército de comités de defensa de la República y de la Constitución, contra aquellos que quieren servirse del ejército para dar un golpe de Estado anticonstitucional, no permitir que las fuerzas reaccionarias de Francia hagan fracasar el pacto franco-soviético que defiende la causa de la paz contra la agresión del fascismo alemán.
Y si el movimiento antifascista de Francia condujese a la formación de un gobierno, que luchase contra el fascismo francés de una modo efectivo, no sólo con palabras sino con hechos, que pusiese en práctica el programa de reivindicaciones del frente popular antifascista, los comunistas, sin dejar de ser enemigos irreconciliables de todo gobierno burgués y partidarios del Poder Soviético, estarían dispuestos, a pesar de todo, ante el creciente peligro fascista, a apoyar a un tal gobierno. (Aplausos)
El frente único y las organizaciones fascistas de masas
¡Camaradas! La lucha por establecer el frente único en los países, donde los fascistas están en el poder, es tal vez el problema más importante que tenemos planteado. Allí esta lucha se desarrolla naturalmente en unas condiciones mucho más difíciles que en los países de movimiento obrero legal. No obstante, existen en los países fascistas todas las premisas para el despliegue de un verdadero frente popular antifascista en la lucha contra la dictadura fascista, pues los obreros socialdemócratas, católicos y de otras tendencias, en Alemania, por ejemplo, pueden convencerse de un modo inmediato de la necesidad de luchar unidos junto con los comunistas contra la dictadura fascista. Las amplias capas de la pequeña burguesía y del campesinado, que ya ha saboreado los amargos frutos de la dominación fascista, se sienten cada vez más descontentas y desilusionadas, lo que facilita la tarea de incorporarlas al movimiento popular antifascista.
En los países fascistas, especialmente en Alemania e Italia, donde el fascismo ha sabido crearse una base de masas, afiliando brutalmente a sus organizaciones a los obreros y demás trabajadores, la tarea principal consiste en saber combinar la lucha contra el fascismo desde fuera, con la labor de zapa desde dentro, en los órganos y organizaciones fascistas de masas. Es necesario estudiar, asimilar y aplicar métodos y procedimientos especiales, apropiados a las condiciones concretas de estos países, que contribuyan a la rápida descomposición de la base de masas del fascismo y preparen el derrocamiento de la dictadura fascista. Hay que estudiarlos, asimilarlos y aplicarlos y no limitarse a gritar: "¡Muera Hitler!", "¡Muera Mussolini!". ¡Sí! Estudiar, asimilar y aplicar.
Es ésta un tarea difícil y complicada. Tanto más difícil, cuanto que nuestras experiencias de lucha eficaz contra la dictadura fascista son extraordinariamente limitadas. Nuestros camaradas italianos, por ejemplo, llevan ya aproximadamente trece años luchando bajo las condiciones de la dictadura fascista. Pero no han logrado todavía desplegar una verdadera lucha de masas contra el fascismo y por esto no han podido desgraciadamente ayudar mucho, en este sentido, con experiencias positivas, a los demás partidos comunistas de los países fascistas. Los comunistas alemanes e italianos y los comunistas de otros países fascistas, al igual que los miembros de las juventudes comunistas, han hecho milagros de heroísmo. Han hecho y hacen diariamente sacrificios enormes. Ante este heroísmo y estos sacrificios todos nosotros nos inclinamos. Pero el heroísmo no basta. (Aplausos). Es necesario combinar este heroísmo con la labor diaria entre las masas, con la lucha concreta contra el fascismo para lograr resultados más tangibles en este terreno. En nuestra lucha contra la dictadura fascista es particularmente peligroso confundir los deseos con las realidades, hay que partir de los hechos, de la situación real, concreta.
Y ¿cuál es hoy la realidad, por ejemplo, en Alemania?
Entra las masas crecen el descontento y la decepción por la política de la dictadura fascista, revistiendo incluso la forma de huelgas parciales y de otras acciones. A pesar de todos sus esfuerzos, el fascismo no ha logrado conquistar políticamente a las masas fundamentales de los obreros, pierde y perderá cada vez en mayor medida incluso a sus antiguos partidarios. Pero tenemos que darnos cuenta de que los obreros que están convencidos de la posibilidad de derribar a la dictadura fascista y dispuestos a luchar desde hoy mismo por ello, de un modo activo, son aún, por el momento, una minoría. Somos nosotros, los comunistas, y es el sector revolucionario de los obreros socialdemócratas. La mayoría de los trabajadores todavía no tiene la conciencia de las posibilidades reales y concretas y de los caminos por los que puede derribarse esta dictadura y está, por el momento, a la expectativa. Esto debe ser tenido en cuenta al fijar nuestros objetivos en la lucha contra el fascismo en Alemania y cuando busquemos, estudiemos y apliquemos procedimientos para derrocar y sacudir la dictadura fascista en Alemania.
Para asestar un golpe sensible a la dictadura fascista, tenemos que conocer sus puntos más vulnerables. ¿Dónde está el talón de Aquiles de la dictadura fascista? En su base social. Esta base es extremadamente heterogénea. Abarca diferentes clases y diferentes sectores de la sociedad. El fascismo se proclama representante exclusivo de todas las clases y capas de la población, del fabricante y del obrero, del millonario y del parado, del terrateniente y del pequeño campesino, del gran capitalista y del artesano. Finge defender los intereses de todos estos sectores, los intereses de la nación. Pero como el fascismo es la dictadura de la gran burguesía, tiene que chocar inevitablemente con su base social de masas, y tanto más, cuanto que precisamente bajo la dictadura fascista se destacan con mayor relieve las contradicciones de clase entre la jauría de los magnates financieros y la aplastante mayoría del pueblo.
Sólo podremos llevar a las masas a luchas decisivas por el derrocamiento de la dictadura fascista, si enrolamos a los obreros, que se han visto forzados a ingresar en las organizaciones fascistas o que lo han hecho por falta de conciencia, en los movimientos más elementales para la defensa de sus intereses económicos, políticos y culturales. Precisamente por esto, los comunistas deben trabajar dentro de estas organizaciones como los mejores defensores de los intereses cotidianos de las masas de afiliados, teniendo presente que en la medida que los obreros encuadrados en estas organizaciones exijan con mayor frecuencia sus derechos y defiendan sus intereses, chocarán irremediablemente con la dictadura fascista.
Basándose en la defensa de sus intereses más vitales -aunque en los primeros tiempos sean los más elementales- de las masas trabajadoras de la ciudad y del campo, será relativamente fácil encontrar un lenguaje común, que nos una no sólo a los antifascistas conscientes, sino también a aquellos trabajadores que son todavía partidarios del fascismo, pero que están desengañados y descontentos de su política, que se quejan y buscan la ocasión para expresar su descontento. En general, tenemos que darnos cuenta de que toda nuestra táctica, en los países de la dictadura fascista, ha de tener un carácter tal, que no repela a los partidarios de fila del fascismo, sino que ahonde el abismo entre los jerarcas fascistas y las masas de los desengañados partidarios sencillos del fascismo entre las capas trabajadoras.
No hay que desconcertarse, camaradas, si la gente movilizada en torno a estos intereses cotidianos se tiene por indiferente en política e incluso por partidaria del fascismo. Lo importante para nosotros es atraerlos al movimiento, que quizás en sus comienzos no se desarrollará todavía abiertamente, bajo las consignas de la lucha contra el fascismo, pero que objetivamente es ya un movimiento antifascista, porque enfrenta a estas masas con la dictadura fascista.
La experiencia nos enseña que el creer que en los países de la dictadura fascista es absolutamente imposible actuar de un modo legal o semilegal es perjudicial y falso. Aferrarse a este punto de vista, significa caer en la pasividad, renunciar por completo a un verdadero trabajo de masas en general. En efecto, el encontrar formas y métodos de actuación legal o semilegal, bajo las condiciones de la dictadura fascista, es un problema difícil y complicado. Pero, como en tantas otras cuestiones, también aquí, se encargarán de indicarnos el camino la vida misma y la iniciativa de las propias masas, quienes nos han brindado ya una serie de ejemplos que debemos generalizar y aplicar de forma organizada y oportuna.
hay que acabar decididamente con el menosprecio de la labor dentro de las organizaciones fascistas de masas. Lo mismo en Italia que en Alemania, y en otra serie de países fascistas, nuestros camaradas han encubierto su pasividad y, con frecuencia, incluso la negativa directa de trabajar en las organizaciones fascistas de masas, contraponiendo su trabajo en las empresas a la labor dentro de las organizaciones fascistas de masas. En realidad, esta contraposición esquemática ha hecho precisamente que tanto el trabajo dentro de las organizaciones fascistas de masas, como el desarrollo en las empresas fuese extraordinariamente flojo e, incluso, inexistente.
Para los comunistas de los países fascistas es, por tanto, de especial importancia estar en todas partes donde estén las masas. El fascismo ha arrebatado a los obreros sus propias organizaciones legales. Les ha impuesto por la violencia las organizaciones fascistas y en éstas se encuentran las masas, sea por fuerza o parcialmente de su agrado. Estas organizaciones de masas del fascismo pueden y deben ser nuestro campo legal o semilegal de operaciones desde el cual entraremos en contacto con las masas. Pueden y deben ser para nosotros un punto de partida legal o semilegal para la defensa de los intereses cotidianos de las masas. Para aprovechar estas posibilidades, los comunistas deberán luchar por conseguir puestos electivos en las organizaciones fascistas de masas, para mantener contacto con las masas, y tienen que liberarse, de una vez para siempre, del prejuicio de que esta labor es inapropiada e indigna de un obrero revolucionario.
En Alemania existe, por ejemplo, el sistema de los llamados "delegados de fábrica". ¿Dónde está escrito que debemos ceder el monopolio en estas organizaciones a los fascistas? ¿No podemos acaso intentar unir a los comunistas, socialdemócratas, católicos y otros obreros antifascistas dentro de las empresas para que, al votar las listas de los "delegados de fábrica", tachen a los agentes declarados del patrono e incluyan en ellas otros candidatos que gocen de la confianza de los obreros? La práctica ha demostrado ya que esto es posible.
¿Y no nos enseña también la práctica que podemos exigir de los "delegados de fábrica", en unión con los obreros socialdemócratas y otros obreros descontentos, una verdadera defensa de los intereses obreros?
Fijaos en el Frente del Trabajo de Alemania o en los sindicatos fascistas de Italia. ¿Acaso no se puede exigir que los funcionarios del "Frente del Trabajo" sean elegidos en ves de designados desde arriba? ¿No puede insistirse en que los órganos dirigentes de las organizaciones locales den cuenta de su actuación a las asambleas de afiliados de las mismas? ¿No se pueden elevar estas reclamaciones por acuerdo del grupo, al patrono, al "protector del trabajo", a los órganos superiores del "Frente del Trabajo"? Puede hacerse, a condición de que los obreros revolucionarios trabajen efectivamente dentro del "Frente del Trabajo" y luchen por conquistar puestos en el mismo.
Métodos de trabajo parecidos son también posibles y necesarios en otras organizaciones fascistas de masas: en la Unión de Juventudes Hitlerianas, en las organizaciones deportivas, en la organización "Kraft durch Freude" en el "Dopo Lavoro", en las cooperativas, etc.
Recordaréis, camaradas, la antigua leyenda de la toma de Troya. La ciudad de Troya se había hecho fuerte contra el ejército sitiador por medio de una muralla infranqueable y los sitiadores, que habían sufrido ya no pocas bajas, no lograron la victoria hasta que consiguieron penetrar en el interior, en el corazón mismo del enemigo, con la ayuda del famoso caballo de Troya.
A mí me parece que nosotros, obreros revolucionarios, no debemos sentir ningún escrúpulo en emplear la misma táctica contra nuestros enemigos fascistas, que se defienden contra el pueblo mediante la muralla viva de sus asesinos a sueldo. (Aplausos).
Quien no comprenda la necesidad de emplear una táctica semejante respecto al fascismo, quien considere tal actuación "humillante", podrá ser un excelente camarada, pero, si me permitís que lo diga, es un charlatán y no un revolucionario: ese no sabrá conducir a las masas al derrocamiento de la dictadura facsista. (Aplusos).
El movimiento de masas del frente único, que va germinando fuera y dentro de las organizaciones fascistas de Alemania, Italia y otros países, en los que el fascismo cuenta con una base de masas, partiendo de la defensa de las necesidades más elementales, cambiando de formas y consignas de lucha conforme al crecimiento y ampliación de esta lucha, será el ariete que destruya la fortaleza de la dictadura fascista, que hoy parece a muchos inexpugnable.
El frente único en los países en que los socialdemócratas están en el gobierno
La lucha por establecer el frente único plantea otro problema muy importante: el problema del frente único en los países, en que existen gobiernos socialdemócratas o de coalición con la participación de los socialistas, como ocurre, por ejemplo, en Dinamarca, Noruega, Suecia, Checoeslovaquia y Bélgica.
Es bien conocida nuestra actitud absolutamente negativa ante los gobiernos socialdemócratas, que son gobiernos de colaboración con la burguesía. Pero, a pesar de ello, no consideramos la existencia de un gobierno socialdemócrata y de una coalición gubernamental del Partido Socialdemócrata con los partidos burgueses como un obstáculo insuperable para establecer el frente único con los socialdemócratas en determinadas cuestiones. Consideramos que también en estos casos es absolutamente posible y necesario el frente único para la defensa de los intereses vitales del pueblo trabajador, en la lucha contra el fascismo. Se comprende que en los países, en que participan en el gobierno representantes de los partidos socialdemócratas, la dirección socialdemócrata oponga las más enérgica resistencia al frente único proletario. Se comprende perfectamente que sea así. Quieren hacer ver a la burguesía que son ellos quienes saben, mejor y más hávilmente que nadie, refrenar el descontento de las masas obreras y preservalas de la influencia del comunismo. Pero el solo hecho, de que los ministros socialdemócratas adopten una actitud negativa ante el frente único proletario, no justifica en lo más mínimo, el hecho de que los comunistas no hagan nada para la creación del frente único del proletariado.
Nuestros camaradas de los países escandinavos siguen con harta frecuencia el camino de la menor resistencia, al limitarse a desenmascarar por la propaganda al gobierno socialdemócrata. Esto es un error. En Dinamarca, por ejemplo, los jefes socialdemócratas llevan ya diez años en el gobierno y los comunistas han venido repitiendo, día tras día, durante diez años, que éste es un gobierno burgués capitalista. Hay que suponer que esta propaganda es conocida ya de los obreros daneses. El hecho de que, a pesar de ello, una mayoría considerable vote por el partido socialdemócrata gubernamental indica solamente que el desenmascaramiento propagandístico del gobierno por los comunistas no basta, pero no demuestra que estos cientos de miles de obreros estén contentos con todas las iniciativas gubernamentales de los ministros socialdemócratas. No, a ellos no les agrada que el gobierno socialdemócrata, mediante los llamados "convenios de crisis", ayude a los grandes capitalistas y terratenientes, y no a los obreros y campesinos pobres; que haya arrebatado a los obreros por el decreto promulgado en enero de 1933 el derecho de huelga. No les agrada que la dirección socialdemócrata proyecte una peligrosa reforma electoral antidemocrática (restringiendo considerablemente el número de diputados). No creo equivocarme, si afirmo que el 99% de los obreros daneses no aprueba estas medidas políticas de los jefes y ministros socialdemócratas.
¿Acaso los comunistas no pueden llamar a los sindicatos y organizaciones socialdemócratas de Dinamarca a discutir tal o cual cuestión actual de esta índole, a emitir su opinión acerca de ellas y actuar en común por el frente único proletario, para la realización de las reivindicaciones obreras? El año pasado, en octubre, cuando nuestros camaradas daneses se dirigieron a los sindicatos con el llamamiento da actuar contra la reducción del subsidio de paro y por los derechos democráticos de los sindicatos, se adhirieron al frente único unas cien organizaciones sindicales locales.
En Suecia, está en el poder, por tercera vez, un gobierno socialdemócrata, pero los comunistas suecos han renunciado prácticamente, durante mucho tiempo, a emplear la táctica del frente único. ¿Por qué? ¿Eran contrarios al frente único? Naturalmente que no. Eran en principio partidarios del frente único, del frente único en general, pero no acertaban a ver sobre qué motivos, en qué problemas, en la defensa de qué reivindicaciones, se podía establecer con éxito el frente único proletario; y cómo y dónde había que apoyarse. Pocos meses antes de constituirse el gobierno socialdemócrata, durante la lucha electoral, el partido socialdemócrata se había presentado con una plataforma en la que contenían una serie de reivindicaciones que podían haberse incluido precisamente en una plataforma del frente único proletario, como, por ejemplo, estas consignas:"¡Contra las tarifas aduaneras!", "¡Contra la militarización!", "¡Hay que acabar con la lentitud de tramitación en el seguro de paro!", "¡Asegurar a los viejos pensiones suficientes para vivir!", "¡No admitir la existencia de organizaciones como el «Munch-Corps»!" (organización fascista), "¡Abajo la legislación antisindical de clase, exigida por los partidos burgueses!".
Más de un millón de trabajadores de Suecia votaron en 1932 por estas reivindicaciones formuladas por la socialdemocracia y saludaron en 1933 la formación de un gobierno socialdemócrata, con la esperanza de que ahora se convertirían en realidad estas reivindicaciones. Nada habría sido má lógico en aquella situación, ni podía corresponder en mayor grado a los deseos de las masas obreras, que el Partido se hubiese dirigido a todas las organizaciones socialdemócratas y sindicales con la propuesta de emprender acciones conjuntas para llevar a la práctica estas reivindicaciones lanzadas por el Partido socialdemócrata.
Si realmente se hubiese logrado movilizar a las extensas masas para la consecución de tales reivindicaciones, formuladas por los mismos socialdemócratas, agrupar estrechamente en un frente a las organizaciones obreras, socialdemócratas y comunistas, no cabe duda de que la clase obrera sueca habría salido ganando. A los ministros socialdemócratas de Suecia, esto no les habría producido una gran alegría naturlemente, pues en este caso el gobierno se habría visto obligado a satisfacer cuando menos algunas reivindicaciones. En todo caso, no habría ocurrido lo que ahora ocurre: que el gobierno en vez de suprimir las tarifas aduaneras, ha elevado algunas, que en vez de restringir el militarismo, ha aumentado el presupuesto de guerra, y en vez de rechazar toda la legislación dirigida contra los sindicatos, haya presentado él mismo al parlamento un proyecto de ley de este género. Es cierto que el Partido Comunista de Suecia ha desplegado una buena campaña de masas, en el sentido del frente único proletario, respecto a este último problema, consiguiendo al fin que hasta la misma fracción parlamentaria socialdemócrata se viese obligada a votar contra el proyecto del Gobierno y que por el momento dicho proyecto haya fracasado.
Los comunistas noruegos han procedido acertadamente al invitar para el Primero de Mayo a las organizaciones del Partido Obrero a celebrar manifestaciones conjuntas y presentar una serie de reivindicaciones, que coincidían en lo esencial con las reivindicaciones de la plataforma electoral del Partido Obrero Noruego. Y aunque este paso a favor del frente único se preparó de un modo flojo y la dirección del Partido Obrero Noruego era contraria a él, se celebraron, a pesar de todo, manifestaciones de frente único en treinta localidades.
Antes, muchos comunistas temían que fuese una manifestación de oportunismo por su parte el no contraponer a toda reivinidicación parcial de los socialdemócratas sus propias reivindicaciones, dos veces m´s radicales. Esto era un error ingenuo. Si, por ejemplo, los socialdemócratas reclaman la disolución de las organizaciones fascistas, nosotros no tenemos porqué añadir: "y la disolución de la policía del Estado también" (pues será oportuno formular esta reivindicación en otras circunstancias), sino que debemos decir a los obreros socialdemócratas: estamos dispuestos a aceptar esta reivindicación de vuestro Partido, como reivindicación del frente único del proletariado, y luchar hasta el fin por su consecución. ¡Emprendamos juntos la lucha!
También en Checoeslovaquia, se pueden y se deben aprovechar ciertas reivindicaciones formuladas por la socialdemocracia checa y alemana, así como por los sindicatos reformistas, para establecer el frente único de la clase obrera. Cuando la socialdemocracia exige, por ejemplo, proporcionar trabajo a los parados o -como ya lo vienen exigiendo desde 1927- la derogación de las leyes que restringen la autonomía de los municipios, hay que concretar estas reivindicaciones en cada localidad y en cada distrito y luchar mano a mano con las organizaciones socialdemócratas por su consecución efectiva. O si los partidos sociademócratas en sus discursos fulminan a los agentes del fascismo dentro del aparato del Estado "en términos generales", hay que sacar a la luz del día en cada sitio a los heraldos fascistas concretos y actuar conjuntamente con los obreros socialdemócratas por eliminarlos de las instituciones del Estado.
En Bélgica, los jefes del Partido Socialdemócrata, con Emilio Vandervelde a la cabeza, entraron en el gobierno de coalición. Lograron este "éxito" mediante una larga y amplia campaña por dos reivindicaciones principales: 1) Derogación de los decretos-leyes especiales y 2)Realización del plan de Man. La primera cuestión es de gran importancia. El gobierno anterior había promulgado en total 150 «decretos-leyes» reaccionarios, que arrojaban cargas extremadamente pesadas sobre las espaldas del pueblo trabajador. Planteábase el problema de derogarlas inmediatamente. Así lo exigía el Partido Socialdemócrata. ¿Acaso el nuevo gobierno ha derogado muchos de estos «decretos-leyes»? NI uno solo. Se ha limitado a atenuar un poco algunos con objeto de suministrar una especie de indemnización "simbólica" para las promesas de gran envergadura, hechas por los jefes socialistas de Bélgica (algo parecido al "dólar simbólico", que algunas potencias europeas ofrecieron a Norte América en pago de los millones de dólares de sus dudas de guerra).
En lo que respecta a la realización del pomposo plan de Man, la cosa tomó para las masas socialdemócratas un cariz inesperado. Los ministros socialdemócratas declararon que, antes de nada, había que superar las crisis económica y realizar tan sólo aquellas partes del plan de Man, que mejorasen la situación de los capitalistas industriales y de los bancos, y que sólo entonces se podría pasar a poner en práctica medidas encaminadas a mejorar la situación de los obreros; pero ¿cuánto tiempo tendrán que esperar los obreros la parte de "bienestar" que les promete el plan? Sobre los banqueros belgas ha caído ya una verdadera lluvia de oro. Fue implantada una desvalorización del franco belga en un 28% y, mediante esta manipulación, los banqueros han podido apropiarse como trofeos 4.500 millones de francos, a costa de los que viven de un salario y de los ahorros de gente modesta. ¿Cómo se compagina esto con el contenido del plan de Man? Si se quiere conceder crédito a la letra del plan, éste promete "perseguir los abusos monopolistas y las maniobras de los especuladores".
A base del plan de Man, el gobierno nombró una comisión; de control sobre los bancos; pero ¡una comisión compuesta de banqueros que se controlan a sí mismos alegre y despreocupadamente!
El plan de Man promete también muchas otras cosas buenas: "reducción de la jornada de trabajo", "normalización de los salarios", "salario mínimo", organización de un sistema completo de "seguros sociales, "extensión de las comodidades mediante la construcción de nuevas viviendas", etc. Son todas ellas reivindicaciones que nosotros, los comunistas, podemos apoyar. Debemos dirigirnos a las organizaciones obreras de Bélgica y decirles: los capitalistas ya han obtenido bastante e incluso demasiado. ¡Exijamos de los ministros socialdemócratas que cumplan las promesas que han hecho a los obreros! ¡Fundámonos en el frente único para la defensa eficaz de nuestros intereses! ¡Señor ministro Vandervelde: nosotros apoyamos las reivindicaciones contenidas en su plataforma para los obreros; pero declaramos abiertamente: tomamos en serio estas reivindicaciones; ¡queremos hechos y no palabras hueras, y por esta razón agrupamos a cientos de miles de obreros para luchar por estas reivindicaciones!
De este modo, los comunistas en los países, donde existen gobiernos socialdemócratas, al aprovechar las reivindicaciones concretas correspondientes, tomadas de las plataformas de los propios partidos socialdemócratas y las promesas electorales de los ministros socialdemócratas, como punto de partida para acciones conjuntas con los partidos y organizaciones socialdemócratas, podrán después desplegar con mayor facilidad una campaña para establecer el frente único, basándose ya en otra serie de reivindicaciones de las masas, que luchan contra la ofensiva del capital, contra el fascismo y la amenaza de guerra.
Además, hay que tener presente que, si las acciones conjuntas con los partidos y organizaciones socialdemócratas exigen de los comunistas, en general, una crítica seria, razonada, del socialdemocratismo como ideología y práctica de la colaboración de clases con la burguesía, así como esclarecer infatigablemente y con espíritu de camaradería a los obreros socialdemócratas el programa y las consignas del comunismo, esta tarea es de singular importancia para la lucha del frente único, precisamente en los países donde existen gobiernos socialdemócratas.
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