El Gran Sol Rojo del Amanecer

martes, 20 de diciembre de 2011

La lucha contra el reformismo y el revisionismo no cesará jamás


Quibian Gaytan

El cómo resolver la cuestión del poder resulta ser lo fundamental del marxismo. Esta importante cuestión, de cómo enfrentar y resolver el dilema de qué clase o alianza de clases sociales tiene en sus manos el Estado y el quién aspira suplantar eso, aún sigue dividiendo a las fuerzas políticas que desde una perspectiva presuntamente marxista o marxista-leninista –sólo que “sin apellidos”, esto es negando a tal o cual maestro del proletariado comunista internacional- asumen darle cumplimiento y realización a esa demanda política. , de aquellas revolucionarias proletarias apegadas firmemente a los principios universales del Marxismo-Leninismo-Maoísmo. Fuerzas políticas de cambio o de recambio Dado que ambas expresiones no son iguales ni tienen el mismo contenido y significación.

El quid del problema resulta ser: o se rompe con el sistema de poder (como conjunto Estado-régimen político) oligárquico burgués burocrático, fracción hegemónica en la alianza compradores y terratenientes, y se le derriba revolucionariamente o se pretende acceder gradualmente a espacios parciales del poder del Estado. Siendo ésta última una versión acholada, esto es apenas retocada, de la histórica “guerra de posiciones” tan cara al padre ideológico del revisionismo eurocomunista Antonio Gramsci.

Desde un inicio debemos dejar establecido que lo esencial en la separación entre ambos contendiente resulta ser ¿qué se entiende por toma del poder del Estado? Unos lo entienden como simplemente la suplantación de las fuerzas conservadoras del sistema de gobierno, la liquidación de los partidos políticos, para luego cambiar la función del sistema de Estado. Esto es, adecuarlo a los nuevos tiempos, reestructurarlo, modernizarlo con miras de hacer funcional a las demandas y exigencias de las clases trabajadoras y masas populares. Por lo que, el Estado resultaría ser una maquinaria cuyo funcionamiento óptimo depende de quién la utiliza y para qué.
Alrededor de tal cuestión, desde el surgimiento del marxismo, se han confrontado y continúan peleando revolucionarios y reformistas. Antes de tratar el asunto histórico de dicha polémica, marcada por la irreconciliabilidad, debo precisar que para mí reformismo y revisionismo no son conceptos equivalentes. En primer lugar, porque el reformismo se ha dado en el movimiento obrero mucho antes que el revisionismo. En segundo lugar, por cuanto no todo reformista es revisionista pero sí todo revisionista es reformista. Valgan como ejemplos en nuestra América, aquellos signados como “revisionistas armados” (Castristas, Farcistas, Frentesandinistas, Mrtistas, Miristas, etc.) que desarrollan la violencia foquista. En tercer lugar, por cuanto nosotros marxistas-leninistas-maoístas, siguiendo las enseñanzas de nuestros cinco Grandes Maestros Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao hemos aprendido desde tiempo ya que hay reformas y reformas. En otras palabras, nunca hemos hecho una oposición de principios a las reformas (económicas, sociales o políticas), sabemos que en dados momentos políticos dictados por situaciones concretas debe lucharse por alcanzar reformas progresistas y positivas, sólo que siempre remarcamos sus limitaciones y transitoriedad. Además, las mismas, sirven de escuela a las masas trabajadoras y masas populares para ir profundizando y extendiendo su lucha de clase hasta alcanzar la lucha por la revolución social.

De ahí que debamos subrayar de partida que en el fondo de la confrontación entre revolucionarios y reformistas estén cinco puntos esenciales: ¿Lucha de clase o concertación entre las clases? ¿Revolución o reforma? ¿Ruptura revolucionaria violenta o conquista del poder por el voto? ¿Propiedad colectiva o propiedad privada sobre los medios de producción? ¿Dictadura del proletariado en los países de capitalismo avanzado y dictadura democrático-popular en los países neocoloniales o pluralismo de partidos y democracia de dictadura burguesa?

Todas esas interrogantes, marcadoras de la posición de principios de los revolucionarios proletarios, tienen como punto de partida las extremadamente claras palabras de Marx y Engels.
“Aquello que yo he hecho de nuevo –remarca Marx- ha sido demostrar: (1) que la existencia de las clases esta solamente ligada a determinadas fases de desarrollo histórico de la producción; (2) que la lucha de clases necesariamente conduce a la dictadura del proletariado; (3) que esta dictadura misma constituye solamente el pasaje a la supresión de todas las clases y a una sociedad sin clases”. Por su parte, el gran compañero de armas y de creación de la doctrina revolucionaria comunista como base de acción de un partido obrero revolucionario F. Engels, ha expresado palabras no menos demarcadoras, “1) Realizar los intereses de los proletarios frente aquellos de la burguesía; (2) obtener este objetivo con la supresión de la propiedad privada y la sustitución de ella por la propiedad común de los bienes; (3) no reconocer ningún otro medio para la realización de estos propósitos que la revolución democrática violenta”..

Estas palabras conforman el punto de vista y la línea a la que deben atenerse los revolucionarios proletarios, los comunistas, para toda acción política transformadora, ya que además verdades universales que particularizan a los revolucionarios frente a todo otro elemento social transformador. Ellas trazan una neta línea de separación entre los revolucionarios proletarios y el reformismo burgués en el seno del movimiento obrero, entre los comunistas y el revolucionarismo fraseológico pequeñoburgués. Ya puede el torpe redactor de El Zancudo, intentando zafarse de esta verdad absoluta y exacta, conforme al pensamiento científico de Marx y de Engels, farfullar que “no todo lo que han escrito los Clásicos debe ser tomado… como versículo de fe”. El, con estas palabras, desenmascarase a sí mismo como el más ignorante y vulgar contrabandista ideológico..

El tema, pues, del origen y desarrollo de esta lucha entre marxistas revolucionarios y reformista es compleja y de larga data. No había clase proletaria empezado a madurar socialmente cuando ya los intelectuales liberal- burgueses y los llamados socialistas utópicos ya dejaban caer sus doctas pócimas reformistas y no-revolucionarias ideas. Así, pues, podemos subrayar el hecho histórico de que el reformismo es anterior al nacimiento del Marxismo. Desde sus inicios, al sentar las bases de la doctrina comunista, Marx y Engels han tenido que llevar a efecto una ardua, firme e intransigente lucha ideológica y política, como en materia de organización revolucionaria, contra el reformismo de SaintSimon, Owen, Lamennais, los jóvenes hegelianos de izquierda, Proudhon, Bakunin, Dühring y por allí en adelante, aún rfeconociendo los indudables méritos y aportes de muchos de ellos al desarrollo social y político del movimiento obrero.
De las enseñanzas dimanantes de esta lucha de Marx y Engels contra el reformismo, aún prosiguiendo la lucha contra el mismo, han sacado guías de conducta Lenin, Stalin y Mao de cara a enfrentar al nuevo enemigo que a levantado cabeza en el seno del movimiento obrero y comunista internacional, el revisionismo.

En la lucha contra el socialreformismo y los socialtraidores que infeccionado la II Internacional y por la defensa del marxismo, Lenin esclarecedoramente a puesto al desnudo el carácter y el sentido del revisionismo de Eduardo Bernstein y de Carlos Kautzky. Él escribe: “la socialdemocracia debe transformarse de partido de la revolución social en partido democrático de reformas sociales. Bernstein ha apoyado esta reivindicación política con toda una batería de “nuevos” argumentos y consideraciones muy bien concatenadas. Se niega la posibilidad de dar fundamento científico al socialismo y de probar la necesidad e inevitabilidad desde el punto de vista de la concepción materialista de la historia; se niega el hecho de la miseria creciente, de la proletarización, del agudizamiento de las contradicciones capitalistas, se declara inconsistente el concepto del “objetivo final” (la famosa frese de Bernstein “el movimiento es todo el fin nada”, n.d.a.) y se rechaza la idea de la dictadura del proletariado; se niega la oposición de principio entre el liberalismo y el socialismo; se niega la teoría de la lucha de clase, que sería inaplicable en una sociedad rigurosamente democrática, administrada según la voluntad de la mayoría”.

Lucha que ha proseguido su discípulo y fiel continuador Stalin, en las condiciones de la edificación del Primer Estado Socialista en el mundo (la URSS) y de la construcción de la sociedad socialista soviética. Nuestro camarada José Stalin ha llevado una lucha firme, infatigable e intransigente contra toda suerte de oportunistas, reformistas y revisionistas: el Trotskismo, el Bujarinismo, el nacionalismo burgués, contra el Browderismo y el Titísmo entre otras corrientes reformistas y revisionistas.

Allí donde ha dejado Stalin la lucha contra el reformismo y el revisionismo moderno, al momento de su muerte y luego del asalto de la banda revisionista y reformista de Kruschev al poder soviético, la bandera de tal lucha internacional la ha empuñado el camarada Mao Tse-tung. Para no alargar inneceriamente este escrito sólo pondré los títulos de dos artículos suyos, el discurso sobe las dos banderas: Su discurso sobre las dos banderas y aquel Sobre las contradicciones en el seno del pueblo.

De allí, sirva de conclusión, que el reformismo y el revisionismo sean monstruos difíciles de matar. Cuando creíamos haberlos aplastados y enterrados, he ahí que resurgen una y otra vez. Con nuevos nombres, nuevas figuras y nuevos colores ya que mientras el capitalismo y el imperialismo sigan existiendo siempre existirán bases sociales, políticas e ideológicas para su resurgimiento y siga dándonos la batalla.

De ahí que esta lucha entre revolucionario y reformistas siga siendo un tema de candente actualidad. La escogencia que se haga marcará indefectiblemente “el tipo de sociedad a edificar” (Mao). Es la piedra berroqueña que separa al socialismo proletario del socialismo pequeño burgués. Consecuentemente, los revolucionarios proletarios han hecho su escogencia. Para nosotros la madre de todas las cuestiones es la cuestión de la toma del poder por medio de la violencia revolucionaria, de la guerra popular prolongada y de la insurrección armada. Y para llevar a cabo eso, para preparar y conducir a la victoria la revolución social nos hemos propuesto la tarea de construir el instrumento orgánico para hacerla realidad, el Partido independiente de los obreros revolucionarios.

Ahora más que nunca necesario.

Por lo que, con ocasión del intento de algunos sectores reclamados de “izquierda revolucionaria” y “marxistas” a dar vida a un partido legal, social, parlamentarista –volcado a la modernización del Estado (burgués) y en oposición abierta al Partido comunista juzgado desfasado, dogmático y regido por un centralismo burocrático conculcador de la libre iniciativa personal-. Nosotros, en cambio, invitamos a todos los revolucionarios panameños, marxistas-leninistas o no, a unirse como oposición revolucionaria de clase y a agruparse fuera y contra de todo el sistema de poder oligárquico, el sistema estatal y todo el sistema económico vigente. En eso a coadyuvar a la edificación de un partido íntimamente ligado a los principios universales del Marxismo-Leninismo, hoy Maoísmo, intransigentemente clasista y consecuentemente revolucionario que sepa conducir a las masas trabajadoras y masas populares a través de las diversas etapas por la revolución ininterrumpida por etapas hacia la meta final del comunismo.

En eso, finalmente, convocándoles a abandonar toda política pacifista, legalista, las ilusiones constitucionalistas, electoralista, parlamentarista y concertacionista en aquella política burguesa, reaccionaria y diversionista, de reforzamiento del viejo Estado burgués burocrático de dictadura oligárquico-fascista.

La Gran burguesía semifeudal – esto es, la fracción compradora, la fracción burocrática y la clase terrateniente, apuntalados por las capas pequeñoburguesas de mentalidad semifeudal-, ha convertido la Constitución política en poco menos que papel higiénico y a las instituciones políticas en cueva de corrupción y malvivientes, y esos señores, en cambio, ponen su fe y confianza incondicional en esa Constitución. Cuando lo único que hay que hacer con ella, luego de 22 años de dictadura militar y de 20 de régimen títere postinvasión imperialista, y dado que ya no estira más, es tirarla al tinaco definitivamente.

Esta indicación deriva de la gravedad de la crisis general del sistema económico, político, social, cultural e institucional, del insoportable grado de putrefacción alcanzado por este conjunto económico y político, su ordenamiento constitucional e institucional; del nivel de descontento social y del rechazo por las masas trabajadoras, en fin de la creciente maduración de una situación revolucionaria en el país. Por lo que, hoy resulta factible el proponerse y propagandizar la posibilidad de conquistar la nueva democracia popular para toda la masa de la población, si realmente eso queremos, estamos convencidos de ella y luchamos independientemente sin cambalachear con los principios universales del Marxismo-Leninismo, hoy Maoísmo, Es decir, sin transigir o conciliar con el Estado burgués-terrateniente, con los partidos políticos burgueses ni armando componendas con los politicastros del sistema y su demagógicos discursos populistas de derecha o de “izquierda”.

Es por eso que los comunistas (marxistas-leninistas) nos negamos a seguir esa senda falsa, antidemocrática y antirrevolucionaria, ideada por el socialismo pequeñoburgués, reformista y conciliador, tendente a desviar a las masas de la vía de la revolución democrática y de la conquista de la Constituyente mediante el uso de las armas de la lucha de clases y las huelgas política de masas, y a re3conciliarlas con el corrupto orden constitucional e institucional capitalista-terrateniente y su sistema económico explotador, hambreador e injusto.

Los concertacionistas, viejo y nuevo, revivalistas del menchevismo ruso e internacional aquí en Panamá al propugnar su sedicente partido “legal y participativo” dicen por un lado que los “vientos que vienen del Sur indican que las masas quieren un cambio por vía de las elecciones”. Mienten. Las masas obreras, campesinas e indígenas de toda América, con sus acciones políticas de masas, levantamientos, sublevaciones e insurrecciones tumban gobiernos y cambian el rostro político del Continente. Toman conciencia de que las elecciones, en condiciones de regímenes oligárquicos, antidemocráticos y fascistas, subordinados al imperialismo estadounidense, no dan real salida democrática alguna a la crisis general de las sociedades latinoamericanas. Aunque no se le hace suficientemente claro el hecho de que los resultados de su acción política son obras suyas, por lo que aún no osan el tomar el poder con sus propias manos y el comprometerse en la construcción de una sociedad de nueva democracia popular, sino que entreganándolo a manos de conductores y caudillos populistas, ya reclamados de “izquierda”, socialistas nacionales y revisionistas cambiados de chaqueta, o de populistas de derecha francamente neofascistas. Su acción política, con todo lo decisiva que llegue a ser, es producto pues, dado la ausencia esclarecedora de Organizaciones revolucionarias clasistas íntimamente ligadas a la clase de vanguardia, del instinto de clase de las masas y el predominio de formas pre-consciente de aprensión de la realidad económica y política circundante en la mente de las mismas. Falsa conciencia de clase, reformista, y no real conciencia de clase comunista. Ello le ha llevado a comprometer su propia acción, nada independiente ideológica y políticamente, frustrar su propia acción histórica y terminado cediéndole el poder real conquistado a los representantes del enemigo de clase a abatir. Esto es a la intelectualidad radical pequeñoburguesa o a carapintadas rojos.

Esto quiere decir que mientras las masas trabajadoras e indígenas luchan y pugnan por adquirir, en dura y difícil lucha ideológica de clase, conciencia de poder, taimadamente la burguesía de “izquierda”, aquella socialista burguesa y socialreformista, cabalgando sobre dichos acontecimientos políticos y agitando como bandera de orientación el neokeynesianismo de izquierda, se apresura, adelantándose a las masas, se hace del poder del Estado, se reacomoda en él, paraliza a las mismas y se convierte en adelantada de los cambio para que nada cambie. Convoca, desde el viejo Estado y el viejo ordenamiento constitucional, la Constituyente y se legitima a sí misma amparando en las viejas Fuerzas Armadas y Policiales como nuevo poder revolucionario. Mientras las masas trabajadoras que han luchado, derramado su sangre por calles y montañas, se ven despojada del poder real conquistado con su acción revolucionarista y empujadas al fondo de la escena política como simple masa de apoyo y de maniobra de los nuevos gobernantes.

Por otro lado, la izquierda burguesa panameña (reformistas, sindicalistas institucionalizados, revisionistas y neorevisionistas) al proclamar inspirarse, para impulsar los cambios políticos básicos en Panamá, en las iniciativas antiyanquistas del venezolano Chávez, de los hermanos Castros de Cuba, del socialdemócrata de derecha Ortega y demás pájaros del mismo nido (¡Todos lacayos y agente de penetración en nuestros países del exsocialimperialismo soviético!), para su idea de un “partido social y bolivarista”, se desenmascara a sí misma como embaucadores. Al poner en evidencia su plegamiento a los intereses de la fracción burocrática de las burguesías semifeudales latinoamericanas y panameña, en particular, Farisaicamente identificada, hay que guardar la forma, como burguesía nacional, como burguesía antiimperialista. En realidad, cuando todos estos gobiernos “progresistas” y “antiyanquistas” se dedican en reestructurar el viejo aparato estatal en crisis y mediantes reformas por arriba encaminadas a salvaguardar el viejo orden político y social.

¿Qué los calumniamos dicen? Pero, que hacen dichos gobiernos “revolucionarios”, “progresistas” o de “izquierda. Nada más y nada menos que con sus reformas burocráticas, populistas, el cubrir bajo el manto de la lucha contra el sedicente “imperio” las contradicciones internas en cada una de estas formaciones económicas y políticas, el impulsar la contrarrevolucionaria política de la “sagrada unión nacional” y de colaboración entre explotadores y explotados, entre oprimidos y opresores. La paz civil y la colaboración de clase es su divisa.

Mientras tanto, descubriendo su tonsura de viejos agentes internos del socialimperialismo soviético, han ido abriendo ahora las puertas de América Latina a la penetración del capital de las potencias monopolistas de Estado de la UE, sobre todo aquellos del imperialismo ruso y del socialimperialismo chino. Y eso aduciendo, como justificativo de su nacionalcolaboracionismo y su pasaje al socialreformismo, el oponerse única y exclusivamente al hegemonismo expansionista del imperialismo yanqui. En su antiyanquismo primario perdiendo de vista, dado que según ellos han desaparecido, las otras contradicciones que sacuden al mundo capitalista de hoy han terminado echándose en brazos de una colaboración oportunista con “su” burguesía burocrática y su ordenamiento político, jurídico y económico nacional, además pretendiendo ver elementos de una política pacifista, cooperativa y garantizadora la soberanía e independencia nacional de países y Estados del tercer mundo en el Eje Euroasiático. ¡Que embrollones y embaucadores son! .

Y es en esa chalupa en que se embarcan, ciegos y sordos voluntarios a cualquier crítica, nuestros concertadores criollo para llevar adelante su nada original iniciativa política.
Pareciera que le han agarrado el gusto a colocarse bajo botas militares y a la tonsura de esclavos del neocolonialismo. Así, actualmente, ponen toda su confianza en el coronel Chávez, devenido en socialista del siglo XXI presidente de Venezuela bolivarista y reelegido sucesivamente. De un militar populista y nacionalista (burgués), entrado en contradicción con el imperialismo estadounidense. El cual con un lenguaje teñido de socialismo “neomarxista-leninista, cristiano y autóctono” intenta ganarse e apoyo de las masas desheredadas de Venezuela y América Latina para resolver la ambiciones de la burguesía monopolista burocrática venezolana, de devenir una potencia capitalista regional, la que se esfuerzas además por arrastrar tras sí al resto de la burguesía de izquierda latinoamericana.

Verdaderamente perros hueveros aunque les quemen el hocico.

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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.