Algunas reflexiones sobre un
diversivo creado por los neorevisionistas
y los trotskystas
Por:
Giovanni Scuderi
(Documento
aparecido en “El Bolchevique” nº 36 del 12 de
Octubre
de 1995)
(Nota de
Luminoso Futuro: Es este un artículo al cual nos identificamos completamente.
La traducción es del camarada Quibian Gaytan.
El cual, al no conocer el italiano, puede haber cometido algunos errores
en la traducción, así como, además, alguna posible alteración en la
construcción de las oraciones que pudiesen distorsionar de alguna manera ideas del mismo, desea ofrecerle de antemano
sus excusas al autor y a los lectores, y por lo cual solicita su comprensión).
(Continuación de: La clase obrera y el Partido)
Él demuestra tener más
confianza con los problemas existenciales, que con aquellos de la clase obrera
de la cual ignora completamente las características, el papel, las funciones y
las tareas. No habiendo tenido la clase obrera –también por culpa del viejo
partido comunista cubano revisionista y filo soviético- un papel hegemónico y
fundamental en la revolución y en la construcción del socialismo en Cuba, él no
la comprende, no la considera y no la valoriza mucho. Algunas veces sin rodeos
la ataca, como cuando afirma: “En esta
fase (aquella de la industrialización, n.d.a.), el papel de la clase obrera deviene decisivo. O la clase obrera
comprende perfectamente todos sus deberes y la importancia decisiva de este
momento, y vencemos, o no la comprende,
y la industrialización restará uno de las tantas flojas tentativas hechas en América
Latina por sustraerse al yugo colonial…
Queda
empero en la clase obrera mucho de aquella mentalidad que se limitaba a poner
en luz una sola diferencia, de un lado el obrero y del otro el patrón, una
mentalidad simplista que conducía todos los análisis a aquella única gran
división obrera y patrones” (29).
Acerca de las tareas de la
clase obrera en el socialismo, él la reduce sustancialmente a una sólo:
trabajar para crear más riquezas. ¿Cuál es entonces la diferencia entre
socialismo y capitalismo? Aquí sus palabras textuales: “Reasumiendo, y, si, me lo
permiten, reafirmándolo una vez más, los deberes de la clase obrera son:
producir, recordándonos que cosa significa producir, sin despidos; producir
más, para crear más riquezas que se transformarán en mayores fuentes de
trabajo; economizar todo lo más posible, no sólo a nivel estatal, sino en
cualquier sector en la cual la economía signífique verdaderamente una economía
nacional; intensificar la vigilancia revolucionaria para descubvrir, y eso es
lo que más importa, nuevos recursos y nuevos modos de trabajar que consientan
de ahorrar con ventaja de la nación; organizarse, organizarse para poder
cumplir el esfuerzo más productivo en el empeño colectivo de la
industrialización” (30).
El ejercicio del poder
político por parte de la clase obrera no hacía parte de los planes inmediatos
de Guevara. A un año y seis meses de la victoria de la revolución todavía la
clase obrera no estaba en el poder y Guevara se propone dárselo en un futuro
indefinido.
“El consejo técnico asesor (el consejo de consulta técnica, n.d.a.) es pues el laboratorio experimental –dice
Guevara- en el cual la clase obrera se
prepara para las grandes tareas futuras de la dirección general del país… La
administración revolucionaria (de las empresas públicas, n.d.a.) debe
laborar para que sus técnicos permanezcan en el país, realicen un cambio
ideológico que permita a ellos no solo de trabajar, sino de trabajar con
entusiasmo para la revolución, y debe tratar de hacerles identificar con la
clase obrera que es la clase llamada a regir la suerte del país en el próximo
futuro” (31). Este “próximo
futuro” ha pasado en vano porque la clase obrera no nunca ido
efectivamente al poder en Cuba.
Que Guevara no tuviese
confianza en la clase obrera está demostrado aún por el hecho que él no pone
nunca en primer plano el partido de la clase obrera, esto es al partido
marxista-leninista. No tiene conciencia, no comprende su importancia. De él
habla poco y cuando el habla altera los contenidos, las características, el
papel y la composición, buscando de adaptarlo a los cánones burgueses,
trotskystas y anarquistas. Lo testimonian las siguientes afirmaciones, que van
empero leídas atentamente a la luz de las enseñanzas de Lenin, Stalin y Mao
sobre el Partido, de otro modo no se llega a revelar las contradicciones con
ellos: “El Partido del futuro
–sostiene Guevara- estará íntimamente
ligado a las masas, y absorberá de ellas
las grandes ideas que después se plasmaran en directivas concretas; un partido
que aplicará rígidamente la propia disciplina según las reglas del centralismo
democrático y, al mismo tiempo, un partido en cuales existan siempre discusión,
la crítica y la autocrítica abierta, para mejorar continuamente el trabajo.
Será en esta fase un partido de cuadros, de los mejores hombres, y estos
últimos deberán cumplir su tarea dinámica al estar en el contacto con el
pueblo, de transmitir las experiencias a
esfera superiores, de transmitir a las masas las directivas concretas y
ponerse en a la cabeza de ellas. Primeros en el estudio, primero en el trabajo,
primeros en el entusiasmo revolucionario, primeros en el sacrificio, en cada
momento los cuadros de nuestro partido deben ser más buenos, más puros, más
humanos que todos los demás…
El
marxismo no es una máquina automática y fanática, dirigida, como un cohete,
mediantes auto comandos hacia un objetivo determinado. De este problema se
ocupa expresamente Fidel (Castro, n.d.a) en una de sus intervenciones: ¿Quién
ha dicho que el marxismo es renuncia a los sentimientos humanos, al
camaraderismo, al amor por el compañero, a la consideración por el compañero?
¿Quién a dicho que el marxismo es no
tener alma, no tener sentimientos? Si fue precisamente el amor por el hombre lo
que generó al marxismo, fue el amor por
el hombre, por la humanidad, fue el anhelo de combatir la infelicidad del
proletariado, el deseo de combatir la miseria, la injusticia, el calvario y la
continua explotación directa del proletariado, que hizo surgir en la mente de
Karl Marx el marxismo, exactamente cuando el marxismo podía surgir, cuando
podía surgir una posibilidad real y, más que una posibilidad real, la necesidad
histórica de la revolución social de los cuales se hizo interprete Karl Marx.
Pero ¿qué cosa le hizo ser aquel interprete, si no la riqueza de sentimientos humanos
de humanos como él, como Engels, como Lenin?” (32).
En verdad a Guevara no le
iba ya la idea de asignar al partido de la clase obrera el papel dirigente de
la revolución cubana. La concepción del Partido marxista-leninista no hacia
parte de su bagaje cultural y de su experiencia práctica. El hecho que la
revolución cubana hubiese sido hecha sin la dirección del partido de la clase
obrera le había quedado tan impreso de
convencerlo de que tal partido no sea absolutamente necesario y que
su papel pueda ser asumido de la “vanguardia
guerrillera”.
Esta concepción estaba en él
tan enraizada de llevarlo a teorizarla, a generalizarla y a propagandizarla
como un modelo universal, en particular para América Latina. De hecho, si no en
la intenciones, se pretendía de hacer pasar una excepción como una regla,
tirando al aire un patrimonio revolucionario común a todo el proletariado
mundial ahora adquirido y probado con éxito en muchos países.
Guevara coge así toda las
ocasiones útiles, al interno y a lo externo de Cuba, para propagandizar … su
línea guerrillera. Reentrado a Cuba, después de haber visitado desde octubre a
diciembre de 1960 diversos países socialistas de Europa y Asia, entre los cuales
China y la URSS, no tiene mínimamente en cuenta los resultados de la
Conferencia de los 81 Partidos Comunistas apenas concluida en Moscú, resultados
que exaltan el papel de los Partidos Comunistas y señalan al revisionismo
como peligro principal, y aún una vez
reafirma su teoría del papel dirigente de la “vanguardia guerrillera”.
“Nosotros
retenemos, él dice,
que la revolución cubana ha dado tres contribuciones fundamentales, ya
conocidas, cosas no nuevas, que se han verificado aún en otros países, pero que
nosotros en América, recuperamos, en cuanto no teníamos conocimiento exacto,
teórica, de contribución de otras partes.
Nosotros
pensamos que el foco insurreccional
acelera la creación de las condiciones objetivas y subjetivas necesarias para
la toma del poder, creíamos también, ponderadamente, no es esto un hecho de fe, que la revolución
debe hacerse en los países subdesarrollados de América, basándose,
fundamentalmente, en la clase campesina,
en casi todos, naturalmente esta no es una aserción de carácter absoluto, se
refiere a los países de América en general, esto sí, y que, partiendo de los núcleos rurales, de pequeños
grupos, deviniendo más numerosos a través de la lucha y apoderándose de las
ciudad desde el campo será posible alcanzar la victoria”
(33).
Con esto se retorna al punto
de partida: a la exaltación del individuo, del pequeño grupo guerrillero y no a
la clase obrera y a su partido. La experiencia cubana habría demostrado la no
necesidad del partido. ¿Por qué entonces otorgar al partido aquel papel que
puede desempeñar la “personalidad”? “La
personalidad –sostiene Guevara- tiene el papel de movilización y de dirección
porque encarna la más alta virtud y aspiraciones del pueblo, y no si se aleja de la justa ruta·” (34). En
suma ¿qué necesidad hay del partido cuando allí están “personalidades”· como Guevara y Castro?
Las primeras células del
partido de Castro, en el cual confluyeron el partido comunista revisionista, el
Movimiento del 26 de Julio, el Directorio Revolucionario y el partido
socialista popular, vienen creadas en 1962. Este partido en un primer momento
se llama Organización Revolucionaria Integrada, después Partido Unido de la
Revolución Socialista de Cuba y finalmente Partido Comunista de Cuba.
El primer Comité Central y
el primer Buró Político de este partido vienen constituidos oficialmente el 1
de octubre de 1965. El primer Congreso del Partido Comunista de Cuba se
desenvuelve en diciembre de 1975, bien 17 años después de la victoria de la
revolución cubana. Están presente casi todos los partidos revisionistas del
mundo, comprendido aquellos de Yugoslavia y de Italia, pero no el Partido
Comunista chino que no envía ni un mensaje de saludo. En los discursos
oficiales de Fidel Castro y Raúl Castro Ruz se aprecian los hosannas a la URSS
revisionista y socialimperialista, mientras muchos son los ataques indirectos a
Mao.
El socialismo en Cuba
El 16 de abril de 1961
Castro proclama oficialmente el carácter socialista de la revolución cubana, en
respuesta a la invasión mercenaria de Playa Girón promovida y apoyada por el
imperialismo USA encabezado por Kennedy. El inicio de la revolución socialista
viene hecho resalir a octubre de 1960.
En la construcción del
socialismo Guevara ocupa puestos y desempeña funciones de fundamental
importancia en las relaciones exteriores, en el campo militar y sobre todo en
el frente económico. En septiembre del 59 es nominado jefe del Departamento de
Industrialización del Instituto Nacional de la Reforma Agraria, dos meses
después deviene Presidente de la Banca
Nacional y en febrero del 61 es nominado ministro de industria.
Aún en esta fase, él
continúa siendo el sostén de Castro. Le reconoce abiertamente la autoridad y la
dirección. Con él comparte la política interna y exterior. Apoya todas sus decisiones, incluso la alianza
subalterna primero con Kruschev, el restaurador del capitalismo en la URSS, y
después con Brezhnev, la instalación aventurera de los misiles soviéticos en
Cuba y la ruptura con la China de Mao. El es el portavoz y el abrivista. Entre
los dos había una perfecta sintonía y una calculada división de tareas, en base
a los diversos roles que desempeñaban en el partido y en el Estado.
Todo esto está
documentado en la carta de despedida que
Guevara escribe a Castro, presumiblemente en marzo-abril de 1965, poco antes de
partir para la misión guerrillera en el Congo ex belga actual Zaire. En ella se
lee: “Mí único error de una cierta
gravedad ha sido aquello de no haber tenido confianza en ti desde los primeros
momentos de la Sierra Maestra y de no haber comprendido con suficiente rapidez
tus cualidades de dirigente y de revolucionario.
He
vivido días magníficos y a tú lado he sentido el orgullo de pertenecer a
nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe (en
consecuencia de la instalación de los mísiles soviéticos en Cuba, n.d.a.).
Pocas
veces un estadista ha brillado de una luz más que en aquellos días; me enorgullece
también el pensamiento de haberte seguido sin vacilación, identificándome con
tú manera de pensar y de ver y de valorizar los peligros y los principios…
Te
agradezco por tus enseñanzas y por tú ejemplo a los cuales trataré de ser fiel
hasta las últimas consecuencias de mis acciones; me siempre identificado con la
política exterior de nuestra revolución y continuo a hacerlo, por donde ande
sentiré la responsabilidad de ser un revolucionario cubano y como tal actuaré”
(35).
Guevara no tenía una idea
clara y correcta de la construcción del socialismo.. Aún en este campo no tiene
en cuenta la experiencia histórica del socialismo y de la teoría
marxista-leninista. Así que oscila entre los revisionistas de derecha y aquella
de “izquierda”.
De una parte entendía
aplicar la Dictadura del proletariado sobre las masas sosteniendo que “es la dictadura del proletariado que se
ejercita no sólo sobre la clase derrotada, sino también sobre cada individuo de
la clase vencedora” (36). Mientras de la otra, como Kruschev, quería dar
todo el poder al pueblo, antes que a la clase obrera, y por eso exaltaba el
hecho que en Cuba avanzaba “la afirmación
siempre más positiva del pueblo como guía de esta nación; vale decir, el pueblo al poder”
(37).
El fuerza los tiempos, quema
las etapas anticipando voluntaristamente situaciones y realizaciones no aún
maduras y actuables.
Sobre el plano económico
sostenía el superamiento de las leyes del valor en el socialismo, cuando por el
contrario ella está objetivamente aún activa mientras en tanto subsistiese una
cualquier forma de producción mercantil, de intercambio por medio de
compra-venta. Como demuestra la experiencia concreta del socialismo, vivientes Lenin, Stalin y Mao, la ley del
valor reguladora de la producción, que es desenvuelta contrariamente a la
planificación. Sólo en el comunismo podrá ser superada completamente la ley del
valor.
Idealistamente y demagógicamente
él niega la ley del valor no sólo en
Cuba, no sólo en el comercio entre los países socialistas, sino también en el
comercio entre estos y los países del Tercer mundo, en consideración del hecho
que “el costo del progreso de los
países subdesarrollados debe ser
soportado por los países socialistas” (38).
Ciertamente el
internacionalismo proletario no se puede basar sobre la ley del valor, pero no
se la puede ignorar, de otra manera se manda
patas al aire el socialismo en cuatro y cuatro ocho.
Las leyes objetivas para
Guevara son como si no existieran. Para él todo nacería de la sola voluntad del
hombre. Bastan las intenciones para tener aquello que no está. Igual el
comunismo. Esto cuanto nos dice en propósito: “Nosotros lo hemos comenzado a hablar desde hace poco tiempo, pero en la
revolución del comunismo que es ahora
nuestra meta somos relativamente muy jóvenes. Hemos cumplido apenas cinco años
de revolución. No hemos pasado de tres años de la declaración de su carácter
socialista. Estamos en pleno período de transición, etapa preventiva de
construcción para pasar al socialismo, y de aquí a la construcción del comunismo. Pero nosotros nos hemos prefijado como objetivo
la sociedad comunista. Y aquí frente a nuestros ojos – no importa que la
distancia sea muy grande y que el largo camino no podrá ser recorrido en un año
o dos, todos los sabemos- está ya la nueva sociedad, absolutamente nueva, sin
clases, y de ahí sin dictadura de clases” (39).
Él estaba convencido que
Cuba era la vanguardia revolucionaria del mundo, y por eso quería que fuese la
primera en alcanzar en poquísimos años aquella meta que ninguno antes había
alcanzado, ni por la URSS de Lenin y Stalin en treintiseis años de socialismo.
Tanto es verdad que consideraba a Cuba como “una colina que funge de puesto de avanzada, una colina que abraza
vastísima distancia de un mundo de al economía ditorcida como América Latina,
que lanza su mensaje y con su ejemplo ilumina a todos los pueblos de América.
Cuba tiene una gran valor estratégico para los dos contendientes que en este
momento se disputan la hegemonía en el mundo: el imperialismo y el socialismo”
(40).
(Finaliza en la próxima entrega)
(Finaliza en la próxima entrega)
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