El Gran Sol Rojo del Amanecer

miércoles, 19 de septiembre de 2012

DONDE LLEVA LA BANDERA DE GUEVARA (IIIª Parte)


Algunas reflexiones sobre un diversivo creado  por los neorevisionistas y los trotskystas

Por: Giovanni Scuderi
(Documento aparecido en “El Bolchevique” nº 36 del 12 de
Octubre de 1995)

(Nota de Luminoso Futuro: Es este un artículo al cual nos identificamos completamente. La traducción es del camarada Quibian Gaytan.  El cual, al no conocer el italiano, puede haber cometido algunos errores en la traducción, así como, además, alguna posible alteración en la construcción de las oraciones que pudiesen distorsionar de alguna manera  ideas del mismo, desea ofrecerle de antemano sus excusas al autor y a los lectores, y por lo cual solicita su comprensión).

(Continuación de: La clase obrera y el Partido)
Él demuestra tener más confianza con los problemas existenciales, que con aquellos de la clase obrera de la cual ignora completamente las características, el papel, las funciones y las tareas. No habiendo tenido la clase obrera –también por culpa del viejo partido comunista cubano revisionista y filo soviético- un papel hegemónico y fundamental en la revolución y en la construcción del socialismo en Cuba, él no la comprende, no la considera y no la valoriza mucho. Algunas veces sin rodeos la ataca, como cuando afirma: “En esta fase (aquella de la industrialización, n.d.a.), el papel de la clase obrera deviene decisivo. O la clase obrera comprende perfectamente todos sus deberes y la importancia decisiva de este momento, y vencemos, o  no la comprende, y la industrialización restará uno de las tantas flojas tentativas hechas en América Latina por sustraerse al yugo colonial…
Queda empero en la clase obrera mucho de aquella mentalidad que se limitaba a poner en luz una sola diferencia, de un lado el obrero y del otro el patrón, una mentalidad simplista que conducía todos los análisis a aquella única gran división obrera y patrones” (29).
Acerca de las tareas de la clase obrera en el socialismo, él la reduce sustancialmente a una sólo: trabajar para crear más riquezas. ¿Cuál es entonces la diferencia entre socialismo y capitalismo? Aquí sus palabras textuales: “Reasumiendo, y,  si, me lo permiten, reafirmándolo una vez más, los deberes de la clase obrera son: producir, recordándonos que cosa significa producir, sin despidos; producir más, para crear más riquezas que se transformarán en mayores fuentes de trabajo; economizar todo lo más posible, no sólo a nivel estatal, sino en cualquier sector en la cual la economía signífique verdaderamente una economía nacional; intensificar la vigilancia revolucionaria para descubvrir, y eso es lo que más importa, nuevos recursos y nuevos modos de trabajar que consientan de ahorrar con ventaja de la nación; organizarse, organizarse para poder cumplir el esfuerzo más productivo en el empeño colectivo de la industrialización” (30).
El ejercicio del poder político por parte de la clase obrera no hacía parte de los planes inmediatos de Guevara. A un año y seis meses de la victoria de la revolución todavía la clase obrera no estaba en el poder y Guevara se propone dárselo en un futuro indefinido.
El consejo técnico asesor (el consejo de consulta técnica, n.d.a.) es pues el laboratorio experimental –dice Guevara- en el cual la clase obrera se prepara para las grandes tareas futuras de la dirección general del país… La administración revolucionaria (de las empresas públicas, n.d.a.) debe  laborar para que sus técnicos permanezcan en el país, realicen un cambio ideológico que permita a ellos no solo de trabajar, sino de trabajar con entusiasmo para la revolución, y debe tratar de hacerles identificar con la clase obrera que es la clase llamada a regir la suerte del país en el próximo futuro” (31).  Este “próximo  futuro” ha pasado en vano porque la clase obrera no nunca ido efectivamente al poder en Cuba.
Que Guevara no tuviese confianza en la clase obrera está demostrado aún por el hecho que él no pone nunca en primer plano el partido de la clase obrera, esto es al partido marxista-leninista. No tiene conciencia, no comprende su importancia. De él habla poco y cuando el habla altera los contenidos, las características, el papel y la composición, buscando de adaptarlo a los cánones burgueses, trotskystas y anarquistas. Lo testimonian las siguientes afirmaciones, que van empero leídas atentamente a la luz de las enseñanzas de Lenin, Stalin y Mao sobre el Partido, de otro modo no se llega a revelar las contradicciones con ellos: “El Partido del futuro –sostiene Guevara- estará íntimamente ligado a las masas,  y absorberá de ellas las grandes ideas que después se plasmaran en directivas concretas; un partido que aplicará rígidamente la propia disciplina según las reglas del centralismo democrático y, al mismo tiempo, un partido en cuales existan siempre discusión, la crítica y la autocrítica abierta, para mejorar continuamente el trabajo. Será en esta fase un partido de cuadros, de los mejores hombres, y estos últimos deberán cumplir su tarea dinámica al estar en el contacto con el pueblo, de transmitir las experiencias a  esfera superiores, de transmitir a las masas las directivas concretas y ponerse en a la cabeza de ellas. Primeros en el estudio, primero en el trabajo, primeros en el entusiasmo revolucionario, primeros en el sacrificio, en cada momento los cuadros de nuestro partido deben ser más buenos, más puros, más humanos que todos los demás…
El marxismo no es una máquina automática y fanática, dirigida, como un cohete, mediantes auto comandos hacia un objetivo determinado. De este problema se ocupa expresamente Fidel (Castro, n.d.a)  en una de sus intervenciones: ¿Quién ha dicho que el marxismo es renuncia a los sentimientos humanos, al camaraderismo, al amor por el compañero, a la consideración por el compañero? ¿Quién  a dicho que el marxismo es no tener alma, no tener sentimientos? Si fue precisamente el amor por el hombre lo que generó al marxismo, fue el amor  por el hombre, por la humanidad, fue el anhelo de combatir la infelicidad del proletariado, el deseo de combatir la miseria, la injusticia, el calvario y la continua explotación directa del proletariado, que hizo surgir en la mente de Karl Marx el marxismo, exactamente cuando el marxismo podía surgir, cuando podía surgir una posibilidad real y, más que una posibilidad real, la necesidad histórica de la revolución social de los cuales se hizo interprete Karl Marx. Pero ¿qué cosa le hizo ser aquel interprete, si no la riqueza de sentimientos humanos de humanos como él, como Engels, como Lenin?” (32).
En verdad a Guevara no le iba ya la idea de asignar al partido de la clase obrera el papel dirigente de la revolución cubana. La concepción del Partido marxista-leninista no hacia parte de su bagaje cultural y de su experiencia práctica. El hecho que la revolución cubana hubiese sido hecha sin la dirección del partido de la clase obrera le había quedado tan impreso  de convencerlo  de que tal  partido no sea absolutamente necesario y que su papel pueda ser asumido de la “vanguardia guerrillera”.
Esta concepción estaba en él tan enraizada de llevarlo a teorizarla, a generalizarla y a propagandizarla como un modelo universal, en particular para América Latina. De hecho, si no en la intenciones, se pretendía de hacer pasar una excepción como una regla, tirando al aire un patrimonio revolucionario común a todo el proletariado mundial ahora adquirido y probado con éxito en muchos países.
Guevara coge así toda las ocasiones útiles, al interno y a lo externo de Cuba, para propagandizar … su línea guerrillera. Reentrado a Cuba, después de haber visitado desde octubre a diciembre de 1960 diversos países socialistas de Europa y Asia, entre los cuales China y la URSS, no tiene mínimamente en cuenta los resultados de la Conferencia de los 81 Partidos Comunistas apenas concluida en Moscú, resultados que exaltan el papel de los Partidos Comunistas y señalan al revisionismo como  peligro principal, y aún una vez reafirma su teoría del papel dirigente de la “vanguardia guerrillera”.
“Nosotros retenemos, él dice, que la revolución cubana ha dado tres contribuciones fundamentales, ya conocidas, cosas no nuevas, que se han verificado aún en otros países, pero que nosotros en América, recuperamos, en cuanto no teníamos conocimiento exacto, teórica, de contribución de otras partes.
Nosotros pensamos que el foco  insurreccional acelera la creación de las condiciones objetivas y subjetivas necesarias para la toma del poder, creíamos también, ponderadamente,  no es esto un hecho de fe, que la revolución debe hacerse en los países subdesarrollados de América, basándose, fundamentalmente,  en la clase campesina, en casi todos, naturalmente esta no es una aserción de carácter absoluto, se refiere a los países de América en general, esto sí, y que,  partiendo de los núcleos rurales, de pequeños grupos, deviniendo más numerosos a través de la lucha y apoderándose de las ciudad desde el campo será posible alcanzar la victoria” (33).
Con esto se retorna al punto de partida: a la exaltación del individuo, del pequeño grupo guerrillero y no a la clase obrera y a su partido. La experiencia cubana habría demostrado la no necesidad del partido. ¿Por qué entonces otorgar al partido aquel papel que puede desempeñar la “personalidad”? “La  personalidad –sostiene Guevara-  tiene el papel de movilización y de dirección porque encarna la más alta virtud y aspiraciones del pueblo, y no  si se aleja de la justa ruta·” (34). En suma ¿qué necesidad hay del partido cuando allí están “personalidades”· como Guevara y Castro?
Las primeras células del partido de Castro, en el cual confluyeron el partido comunista revisionista, el Movimiento del 26 de Julio, el Directorio Revolucionario y el partido socialista popular, vienen creadas en 1962. Este partido en un primer momento se llama Organización Revolucionaria Integrada, después Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba y finalmente Partido Comunista de Cuba.
El primer Comité Central y el primer Buró Político de este partido vienen constituidos oficialmente el 1 de octubre de 1965. El primer Congreso del Partido Comunista de Cuba se desenvuelve en diciembre de 1975, bien 17 años después de la victoria de la revolución cubana. Están presente casi todos los partidos revisionistas del mundo, comprendido aquellos de Yugoslavia y de Italia, pero no el Partido Comunista chino que no envía ni un mensaje de saludo. En los discursos oficiales de Fidel Castro y Raúl Castro Ruz se aprecian los hosannas a la URSS revisionista y socialimperialista, mientras muchos son los ataques indirectos a Mao.

El socialismo en Cuba
El 16 de abril de 1961 Castro proclama oficialmente el carácter socialista de la revolución cubana, en respuesta a la invasión mercenaria de Playa Girón promovida y apoyada por el imperialismo USA encabezado por Kennedy. El inicio de la revolución socialista viene hecho resalir a octubre de 1960.
En la construcción del socialismo Guevara ocupa puestos y desempeña funciones de fundamental importancia en las relaciones exteriores, en el campo militar y sobre todo en el frente económico. En septiembre del 59 es nominado jefe del Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de la Reforma Agraria, dos meses después deviene Presidente de la Banca  Nacional y en febrero del 61 es nominado ministro de industria.
Aún en esta fase, él continúa siendo el sostén de Castro. Le reconoce abiertamente la autoridad y la dirección. Con él comparte la política interna y exterior. Apoya  todas sus decisiones, incluso la alianza subalterna primero con Kruschev, el restaurador del capitalismo en la URSS, y después con Brezhnev, la instalación aventurera de los misiles soviéticos en Cuba y la ruptura con la China de Mao. El es el portavoz y el abrivista. Entre los dos había una perfecta sintonía y una calculada división de tareas, en base a los diversos roles que desempeñaban en el partido y en el Estado.
Todo esto está documentado  en la carta de despedida que Guevara escribe a Castro, presumiblemente en marzo-abril de 1965, poco antes de partir para la misión guerrillera en el Congo ex belga actual Zaire. En ella se lee: “Mí único error de una cierta gravedad ha sido aquello de no haber tenido confianza en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y de no haber comprendido con suficiente rapidez tus cualidades de dirigente y de revolucionario.
He vivido días magníficos y a tú lado he sentido el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe (en consecuencia de la instalación de los mísiles soviéticos en Cuba, n.d.a.).
Pocas veces un estadista ha brillado de una luz más que en aquellos días; me enorgullece también el pensamiento de haberte seguido sin vacilación, identificándome con tú manera de pensar y de ver y de valorizar los peligros y los principios…
Te agradezco por tus enseñanzas y por tú ejemplo a los cuales trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis acciones; me siempre identificado con la política exterior de nuestra revolución y continuo a hacerlo, por donde ande sentiré la responsabilidad de ser un revolucionario cubano y como tal actuaré” (35).
Guevara no tenía una idea clara y correcta de la construcción del socialismo.. Aún en este campo no tiene en cuenta la experiencia histórica del socialismo y de la teoría marxista-leninista. Así que oscila entre los revisionistas de derecha y aquella de “izquierda”.
De una parte entendía aplicar la Dictadura del proletariado sobre las masas sosteniendo que “es la dictadura del proletariado que se ejercita no sólo sobre la clase derrotada, sino también sobre cada individuo de la clase vencedora” (36). Mientras de la otra, como Kruschev, quería dar todo el poder al pueblo, antes que a la clase obrera, y por eso exaltaba el hecho que en Cuba avanzaba “la afirmación siempre más positiva del pueblo como guía  de esta nación; vale decir, el pueblo al poder” (37).
El fuerza los tiempos, quema las etapas anticipando voluntaristamente situaciones y realizaciones no aún maduras y actuables.
Sobre el plano económico sostenía el superamiento de las leyes del valor en el socialismo, cuando por el contrario ella está objetivamente aún activa mientras en tanto subsistiese una cualquier forma de producción mercantil, de intercambio por medio de compra-venta. Como demuestra la experiencia concreta del socialismo,  vivientes Lenin, Stalin y Mao, la ley del valor reguladora de la producción, que es desenvuelta contrariamente a la planificación. Sólo en el comunismo podrá ser superada completamente la ley del valor.
Idealistamente y demagógicamente él niega  la ley del valor no sólo en Cuba, no sólo en el comercio entre los países socialistas, sino también en el comercio entre estos y los países del Tercer mundo, en consideración del hecho que “el costo del progreso de los países  subdesarrollados debe ser soportado por los países socialistas” (38).
Ciertamente el internacionalismo proletario no se puede basar sobre la ley del valor, pero no se la puede ignorar, de otra manera se manda  patas al aire el socialismo en cuatro y cuatro ocho.
Las leyes objetivas para Guevara son como si no existieran. Para él todo nacería de la sola voluntad del hombre. Bastan las intenciones para tener aquello que no está. Igual el comunismo. Esto cuanto nos dice en propósito: “Nosotros lo hemos comenzado a hablar desde hace poco tiempo, pero en la revolución del comunismo que es  ahora nuestra meta somos relativamente muy jóvenes. Hemos cumplido apenas cinco años de revolución. No hemos pasado de tres años de la declaración de su carácter socialista. Estamos en pleno período de transición, etapa preventiva de construcción para pasar al socialismo, y de aquí a la construcción del comunismo.  Pero nosotros nos hemos prefijado como objetivo la sociedad comunista. Y aquí frente a nuestros ojos – no importa que la distancia sea muy grande y que el largo camino no podrá ser recorrido en un año o dos, todos los sabemos- está ya la nueva sociedad, absolutamente nueva, sin clases, y de ahí sin dictadura de clases” (39).
Él estaba convencido que Cuba era la vanguardia revolucionaria del mundo, y por eso quería que fuese la primera en alcanzar en poquísimos años aquella meta que ninguno antes había alcanzado, ni por la URSS de Lenin y Stalin en treintiseis años de socialismo. Tanto es verdad que consideraba a Cuba como “una colina que funge de puesto de avanzada, una colina que abraza vastísima distancia de un mundo de al economía ditorcida como América Latina, que lanza su mensaje y con su ejemplo ilumina a todos los pueblos de América. Cuba tiene una gran valor estratégico para los dos contendientes que en este momento se disputan la hegemonía en el mundo: el imperialismo y el socialismo” (40).

(Finaliza en la próxima entrega)

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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.