El Gran Sol Rojo del Amanecer

domingo, 2 de septiembre de 2012

PROBLEMAS DE LA GUERRA POPULAR [4ª Entrega]


Traducido por el camarada SADE para ODC
Traducido de Clarté Rouge, órgano teórico del Centro Marxista-Leninista-Maoísta (Bélgica)

3.5.4. Sobre la urbanización como condición nueva

Sobre esta cuestión, más quizá que sobre cualquier otra, se plantea ciertamente la necesidad de distinguir las condiciones particulares de la GPP dirigida por Mao en China de las condiciones generales de esta estrategia. Y se plantea exclusivamente a los revolucionarios de los países imperialistas superdesarrollados.
En efecto, el mundo entero conoce transformaciones importantes y en especial un formidable incremento de la urbanización. En 1900, el 15% del total de la población mundial vivía en ciudades. En 1950, el 30%. En 2007, por primera vez en la historia de la humanidad, la población urbana superó en número a los habitantes de las zonas rurales. Hoy más de la mitad de la población reside en las aglomeraciones urbanas y esta tendencia a la concentración del modo de vida tiende a mantenerse. Al ritmo actual, el 65% de la población será urbana en 2025 y alcanzará más del 80% en numerosos países. O por decirlo de otra manera: entre 1900 y 2000, la población urbana se multiplicó por 20 mientras que la población mundial tan sólo se cuadruplicó. En los países desarrollados, la tasa de urbanización alcanza ya el 75% de la población total y el “campo” mismo ha cambiado profundamente (muchos trabajadores o ex trabajadores urbanos viven en él, ya no sólo los rústicos), las comunicaciones se han desarrollado allí enormemente, etc.
Este fenómeno debería dar pie a la reflexión de los camaradas de los Tres Continentes [África, América y Asia] que defienden la tesis de que la GPP no es viable más que en las regiones retrasadas, rurales y pobres, que no puede tener más base social que el campesinado pobre y que tiene por guía estratégica el cerco de las ciudades por el campo. Detengámonos en este último punto y apliquémoslo a la situación de Turquía donde los camaradas del MKP siguen afirmando que “el carácter científico de la estrategia de rodear las ciudades por el campo en los países oprimidos ha quedado demostrado en la práctica”.
En los años 50 estalló el éxodo rural en Turquía provocando la aparición en la periferia de Estambul de los barrios chabolistas locales: los gecekondu. Estambul, sin ser la capital, es la mayor aglomeración urbana del país. La cifra oficial es de 13 millones de personas censadas, pero la cifra real probablemente alcanza los 16 millones de un total en el país de 74,7 millones (en enero de 2012). Según estimaciones razonables, se puede decir que 7 de cada 10 turcos viven en una ciudad y de ellos 2 viven en Estambul (un 18,2%, según la estimación más baja).
En estas condiciones, no se puede seguir hablando como si nada de organizar a los campesinos pobres para cercar las ciudades por el campo. Esto es puro formalismo. Es quedarse de los textos de Mao sobre la GPP con la superficie de las cosas (las decisiones dictadas por las condiciones específicas) en lugar de extraer su esencia. Es ignorar la enseñanza del Presidente Gonzalo sobre la universalidad de la GPP: “Lo primero que nos planteamos fue eso, la no aplicación mecánica de la guerra popular porque el Presidente Mao Tse Tung nos ha advertido que la aplicación mecánica lleva al oportunismo y lleva a la derrota.”
Pongamos otro ejemplo. Un documento reciente del Comité de Reconstrucción del Partido Comunista del Ecuador[1] afirma que “Para los comunistas y  revolucionarios maoístas el campo es un eje fundamental de la lucha de clases ya que el campesino, en la revolución de Nueva Democracia, cumple el papel de fuerza principal y el proletariado de fuerza dirigente y como tal el Comité de reconstrucción del PCE, dio un paso dialéctico muy importante al ir a organizar donde los maoístas de Ecuador debemos estar, es decir, en el campo, conociendo de primera mano la opresión y la desigualdad que vive día a día el campesino por parte de la semi-feudalidad.” En 1950, el 29% de la población ecuatoriana vivía en ciudades. En 2010, la población de las urbes llegaba ya al 67% y este porcentaje sigue en aumento rápidamente (con una proyección del 2% anual para el periodo 2010-2015). La aparente falta de reflexión sobre este factor esencial muestra, en nuestra opinión, una aplicación mecánica de los principios de la GPP.

3.5.5. El PCP y la cuestión urbana

El PC de Perú también hubo de responder a la misma pregunta. En 1960, el 46,80% de la población total vivía en ciudades, en 1965, el 51,90%, en 1970, el 57,40%, en 1975, el 61,50% y en 1980, año del desencadenamiento de la guerra popular, el 64,60%. El crecimiento de la población urbana ha continuado y a un ritmo cada vez más acelerado (hasta alcanzar el 71,70% el año pasado), ya que las guerras civiles en las zonas rurales provocan desplazamientos de población que alimentan el éxodo rural y aceleran las tendencias de la urbanización (este factor histórico se ha confirmado en todas partes: China, Vietnam, Nicaragua, El Salvador, Colombia, etc.).
La estrategia clásica maoísta del PCP era el cerco de las ciudades y de la capital Lima desde las zonas rurales: la estrategia del cerco de las ciudades por el campo. Si se sigue la muy detallada serie de artículos delLaboratorio de urbanismo insurreccional [Laboratoire d’urbanisme insurrectionnel, en el original en francés] dedicada al papel de la ciudad en la guerra revolucionaria dirigida por el PCP, desde el mismo 1980 el Presidente Gonzalo defendió la idea de desarrollar en Lima una actividad de guerrilla urbana, acciones de desestabilización del poder y de desarrollar en ella la acción de las organizaciones de masas. Esta propuesta se habría debatido ampliamente en la reunión ampliada del Comité Central del PCP celebrada del 8 al 24 de agosto de 1980.
El Plan de conquistar bases de 1980 del PCP destaca la importancia de los “organismos autogestionados”[2], que deben ser el enlace entre el partido y las masas, en el seno de los sindicatos, federaciones, asociaciones, comedores populares, comités de barrio, universidades, etc. Se deben organizar tres grupos sociales urbanos con toda prioridad: los estudiantes, los obreros y los habitantes de barrios chabolistas.
Varios organismos de lucha y propaganda tendrán como misión hacer de Lima una caja de resonancia del PCP y un centro de reclutamiento para la guerrilla rural. Se crearán numerosas organizaciones clandestinas y legales en las ciudades y, especialmente, en Lima. Entre finales de 1989 y la primera mitad de 1992, Lima se convirtió en la principal área de acción del PCP por la mayor frecuencia y variedad de las acciones y la consolidación de una presencia significativa en los sectores populares. Este desarrollo fue concomitante (sin que se pueda establecer una relación directa) con las dificultades experimentadas por el Ejército Guerrillero Popular en el campo, donde la contrainsurgencia había ganado en intensidad y calidad (debido en especial al desarrollo de milicias rurales antiguerrilla).
En 1988, en su entrevista al Diario, el Presidente Gonzalo expone la línea en la fase del equilibrio estratégico:
“La Guerra Popular se aplica universalmente, según el carácter de la revolución y se especifica en cada país, de otra manera no puede hacerse. En nuestro caso, las particularidades son muy claras. Es una lucha que se libra en campo y ciudad así fue establecido ya el año 68, en el esquema para la guerra popular. Allí ya tenemos una diferencia, una particularidad, es en campo y en ciudad[3]. Creemos que tiene que ver con específicas situaciones nuestras.
(…)
América Latina (…) tiene ciudades proporcionalmente más grandes que las que tienen otros continentes. Es una realidad de América Latina que no se puede desconocer, basta ver la capital del Perú que tiene un alto porcentaje poblacional. Así para nosotros la ciudad no podía ser dejada de lado y también tenía que desenvolverse la guerra en ella, pero lo principal es la lucha en el campo, la de la ciudad es complemento necesario.
(…)
El problema de la ciudad qué nos plantea. Hemos desarrollado trabajo en las ciudades y en el campo, sí, hace muchos años lo hemos hecho. Ha tenido un giro y un cambio con la guerra popular, cierto. La situación nuestra ahora nos lleva a cómo ir preparando la ciudad o las ciudades para generalizar. Esto tiene que ver con desarrollar el trabajo de masas, pero en y para la guerra popular; lo hemos hecho y lo seguimos haciendo, el problema está en que hemos empezado a desenvolverlo más. Pensamos que nuestra acción en las ciudades es indispensable y tiene que impulsarse cada vez más y más porque ahí está concentrado el proletariado y no podemos dejarlo en manos del revisionismo ni del oportunismo.
En las ciudades, existen las barriadas, las inmensas masas barriales. Nosotros desde el año 76 tenemos una directriz para el trabajo en las ciudades. Tomar barrios y barriadas como base y proletariado como dirigente, ésa es nuestra directriz y la seguiremos practicando, ahora en condiciones de guerra popular.
A qué masas apuntamos, claramente se ve. De lo antedicho se deriva nítidamente que las inmensas masas de barrios y barriadas son como cinturones de hierro que van a encerrar al enemigo y que retienen a las fuerzas reaccionarias.
(…)
Lo que necesitamos es ir sintetizando las propias experiencias de la masa, del pueblo, ir estableciendo sus formas orgánicas, sus formas de lucha y que vayan cogiendo en sus manos formas cada vez más desenvueltas y crecientes de lucha en ciudad, así se van formando.
Qué pensamos; la cosa es clara, el centro está en el campo pero para la insurrección se cambia el centro, el centro pasa a ser la ciudad y para eso incluso así como al comienzo se desplaza combatientes y comunistas de las ciudades al campo, después hay que desplazar del campo a la ciudad; también se da y así vamos traspasando el peso y preparando la insurrección. Tenemos que ir viendo condiciones para que converjan la acción del Ejército Guerrillero Popular con la acción insurreccional en las ciudades, o en una o en varias. Eso es lo que necesitamos.”[4]
Desde el inicio y durante toda la guerra, el Comité Metropolitano del PCP hará de Lima la “caja de resonancia del Partido”. En los barrios chabolistas, el PCP desarrollará estructuras organizativas y de ayuda mutua populares. Unas veces creándolas completamente, otras haciéndose con las estructuras existentes y expulsando a las direcciones burguesas. Sus militantes se encargarán de expulsar a los delincuentes, controlar los precios, luchar contra los desalojos, etc.
La lucha armada comienza en el campo en mayo de 1980 y ya en el mes de junio es incendiada la alcaldía de un distrito de la capital. En diciembre tendrán lugar los primeros ataques con explosivos contra bancos y embajadas. Las acciones simbólicas se suceden, como los enormes fuegos prendidos en lo alto de las colinas representando la hoz y el martillo, visibles en toda la ciudad, la destrucción de postes de electricidad que causa cortes de luz (el primer apagón total se produjo en septiembre de 1981).
Progresivamente las acciones armadas tendrán otros objetivos:
a) Asegurar el control del Partido en los barrios populares atacando a las patrullas de policía, eliminando a los soplones y volando comisarías.
b) Golpear las instituciones del poder para paralizarlas.
c) Golpear a la burguesía (atentados con coche bomba contra los barrios residenciales).
d) Apoyar las luchas populares (con ocasión de huelgas obreras, por ejemplo).
e) Llevar a cabo huelgas armadas (desde enero de 1989).
Todas estas acciones se irán ampliando en el marco de la fase del “equilibrio estratégico” (1988). Lima pasa de tener el estatus de “complemento necesario” al de centro estratégico. Entre abril de 1989 y diciembre de 1992, casi la mitad de las acciones armadas del PCP tienen lugar en la capital.
En 1989, las fuerzas armadas se hacen cargo de la seguridad en Lima y El Callao, donde se decreta el estado de emergencia. Se intensifica la represión. En 1990, Fujimori es elegido, instaura su dictadura en mayo de 1992 con el apoyo del ejército. La guerra sucia se institucionaliza: torturas, masacres, desapariciones. El PCP había llegado al equilibrio estratégico pero la tendencia se invertirá y la contrainsurgencia recuperará el terreno perdido. Las oleadas de detenciones (incluida la del Presidente Gonzalo en septiembre de 1992), las pérdidas sufridas por el Ejército Guerrillero Popular, el efecto desmoralizar de las “cartas de paz” de noviembre de 1993, etc.: la acción armada abandona gradualmente las ciudades y se produce un repliegue hacia el campo.

3.5.6. El PCI (Maoísta) y la cuestión urbana

El documento del Partido Comunista de la India (Maoísta), Perspectiva urbana: nuestro trabajo en las zonas urbanas, que publicamos en el número anterior de Clarté Rouge analiza directamente el problema. No haremos aquí un resumen de él: merece ser leído cuidadosamente.
Destaquemos simplemente que el PCI (Maoísta), como el PCP, pone de relieve la importancia creciente de las ciudades en la estrategia revolucionaria, aun cuando la prioridad siga siendo la guerrilla rural.

3.5.7. La urbanización en los países imperialistas

Para los países imperialistas, donde la población urbana y suburbana constituye la inmensa mayoría de la población pero donde, además, el campesinado se ha convertido por lo general en una clase de pequeños empresarios modernos, la pregunta es la siguiente: En el marco de los principios de la GPP, ¿pueden desempeñar las zonas urbanas el papel desempeñado por las zonas rurales en la GPP dirigida por Mao Tse Tung?
Esta pregunta se divide, a su vez, en dos partes:
- ¿Hay, en las zonas urbanas, una base social para la GPP?
- ¿Se dan, en las zonas urbanas, las condiciones para fundar bases de apoyo?

3.5.8. La base social de la revolución

Es fácil responder a la primera pregunta porque en las zonas urbanas se concentran a día de hoy, en todo el mundo, las mayores masas de proletarios y desheredados.
Al igual que Mao supo reconocer en los campesinos desheredados de Junán masas con potencial revolucionario, de la misma manera debemos nosotros reconocer que las principales concentraciones de masas con potencial revolucionario están en las áreas urbanas y suburbanas. Ya lo hemos visto: esta tendencia hacia la urbanización de las masas populares no hace sino ampliarse, del mismo modo que se amplía el proceso de abandono del campo.
La segunda pregunta, la de las bases de apoyo, es mucho más compleja y requiere estudiar nuevamente la experiencia del PCCh en los años 20 y 30.

[2] “Organismes autogérés” en el original en francés. No estamos seguros de que ésta sea la denominación en castellano en el Gran Plan de conquistar bases del PCP [N. del T.]
[3] El subrayado es de los camaradas de Clarté Rouge [N. del T.]
[4]   Presidente Gonzalo: entrevista a El Diario, cf.; páginas 67-69-70 de esta edición.
Publicado por Odio de Clase 

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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.