[El ex presidente de Brasil, Luiz Inacio
Lula da Silva, es un representante destacado de la socialdemocracia
reformista y del llamado socialismo del siglo XXI imperantes hoy en
América Látina, los cuales no representan una transformación radical de la
sociedad sino tan solo reformas superficiales. Además Lula se destaca por
ser, dentro del reformismo latinoamericano, de los más dociles y serviles con
el imperialismo. En este artículo se denuncia que Lula está desarrollando
una gran actividad en países de América Latina y Africa, donde se concentran
los mayores intereses de las grandes empresas brasileñas, como embajador de las
multinacionales de su país, lo cual es «impresentable». Este señor
supuestamente de izquierdas se ha erigido en representante
de negocios capitalistas que perjudican a los trabajadores y
destruyen la naturaleza.]
En
ciertas ocasiones, hechos que no parecen relevantes tienen la virtud de mostrar
el fondo de las cosas, de desnudar el verdadero carácter de una realidad
política que hasta ese momento no aparecía con tanta claridad. Algo así
sucedió días atrás cuando una investigación periodística reveló las
relaciones entre un puñado de empresas multinacionales brasileñas de la
construcción y el expresidente Luiz Inacio Lula da Silva.
Lula y dirigentes del MLN-29 de Noviembre (Panamá) Génaro López y Saúl Mendez en promoción del partido obrero amplio, reformista y electorero. ¡Dios los cría y el capital los junta. |
El
dato es que la mitad de los viajes realizados por Lula luego de dejar la
presidencia fueron pagados por las constructoras, todos en América Latina y
Africa donde esas empresas concentran sus mayores intereses. Desde 2011 Lula
visitó 30 países, de los cuales 20 están en Africa y América Latina. Las
constructoras pagaron trece de esos viajes, la casi totalidad por Odebrecht,
OAS y Camargo Correa («Folha de Sao Paulo», 22 de marzo de 2013).
La
investigación periodística muestra telegramas de las embajadas de Brasil en el
exterior en los que se afirma que los viajes del expresidente contribuyeron a
defender los intereses del país. Un telegrama enviado por la embajada de Brasil
en Mozambique, luego de una de las visitas de Lula, destaca el papel del
expresidente como verdadero embajador de las multinacionales. «Al asociar su
prestigio a las empresas que operan aquí, el expresidente Lula desarrolló, a
los ojos de los mozambiqueños, su compromiso con los resultados de la actividad
empresarial brasileña», escribió la embajadora Lígia Scherer.
En
agosto de 2011, Lula comenzó una gira latinoamericana por Bolivia, donde llegó
con su comitiva en un avión privado de OAS, la empresa que pretendía construir
una carretera para atravesar el TIPNIS (Territorio Indígena y Parque Nacional
Isiboro Sécure), lo que provocó masivas movilizaciones de las comunidades
indígenas apoyadas por la población urbana. De allí siguió viaje en el mismo
avión a Costa Rica, donde la empresa disputaba una licitación para construir
una carretera que finalmente se le adjudicó por 500 millones de dólares.
La
actuación de Lula no es ilegal. Por el contrario, su actitud está en sintonía con
lo que suelen hacer los presidentes y expresidentes de todo el mundo: trabajar
para favorecer a las grandes empresas de sus países. Por cierto, poco tiene que
ver con una actitud de izquierda, solidaria con los trabajadores y los
gobiernos progresistas.
Las
empresas en cuestión tienen una historia muy particular y son además enormes
multinacionales. Todas ellas crecieron bajo la dictadura militar, a la que
estaban estrechamente vinculadas. Odebrecht es un conglomerado de origen
familiar que actúa sobre todo en construcción y petroquímica. Controla Braskem,
la mayor productora de resinas termoplásticas de las Américas. Es una de las
empresas brasileñas con mayor presencia internacional, tiene 130.000 empleados
(solo en Angola 40.000) y factura 55.000 millones de dólares. Tiene presencia
en 17 países, sobre todo en América Latina y Africa, y el 52% de sus ingresos
provienen del exterior. En 2008 fue expulsada de Ecuador por el Gobierno de
Rafael Correa por las graves fallas en la construcción de la represa San
Francisco, que forzaron su cierre un año después de haber sido inaugurada.
Camargo
Correa es la constructora más diversificada, con inversiones en cemento,
energía, siderurgia y calzado. Tiene 61.000 empleados en once países. Solo en
Argentina posee Loma Negra, la principal cementera que controla el 46% del
mercado argentino, además de Alpargatas, una de las principales textiles de ese
país con sus marcas Topper, Flecha y Pampero. El grupo OAS, por su parte, tiene
obras en 22 países de América Latina y Africa y cuenta con 55.000 empleados.
El
poder de las grandes empresas brasileñas se hace sentir de modo particular en
los pequeños países de la región. En Bolivia, Petrobras controla la mitad de
los hidrocarburos, es responsable del 20% del PIB boliviano y del 24% de las
recaudaciones tributarias del Estado. La constructora OAS, como hemos visto,
provocó una crisis política y social que llegó a desestabilizar al Gobierno de
Evo Morales con quien mantiene buenas relaciones.
La
casi totalidad de las obras de infraestructura contempladas en el proyecto
Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA), en total de
más de 500 obras por 100 mil millones de dólares, están siendo construidas por
las multinacionales brasileñas. Lo mismo sucede con las represas
hidroeléctricas. El estatal BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Económico y
Social) es el principal financiador de estas obras, pero lo hace a condición de
que el país que recibe el préstamo contrate empresas brasileñas.
El
papel del Lula es el de promover a «sus» empresas, contribuyendo a allanar
dificultades gracias a su enorme prestigio y a la caja millonaria del BNDES,
que tiene más fondos para invertir en la región que la suma del FMI y el Banco
Mundial. Nada ilegal, insisto; pero políticamente impresentable para quien
tenga pretensiones de considerarse de izquierda.
El
15 de marzo de 2011 los 20.000 obreros que trabajaban en la construcción de la
represa de Jirau, sobre el río Madera, en el estado de Rondonia, protagonizaron
uno de los mayores levantamientos de las últimas décadas, quemaron las oficinas
de Camargo Correa (la empresa que construye la usina), los dormitorios y más de
45 autobuses. La llamada «revuelta de los peones» no fue por salario sino por
dignidad, en rechazo a condiciones laborales de semiesclavitud. Esas mismas
empresas están ahora engordando con las obras para el Mundial de Fútbol de 2014
y los Juegos Olímpicos de 2016.
En
vista de las trayectorias de Lula y del Partido de los Trabajadores, la
tentación de hablar de «traición» es grande. Las cosas son, empero, más
complejas. En Brasil, de modo más intenso que en otros países de la región, se
está produciendo una profunda reconfiguración de las elites. La llegada de Lula
al Gobierno aceleró la formación de una alianza, o mejor, de una amalgama entre
los grandes empresarios brasileños, los cuadros superiores del aparato estatal
(incluyendo a las cúpulas militares) y un pequeño pero poderoso sector del
movimiento sindical ligado a los fondos de pensiones, que junto al BNDES forman
parte del selecto grupo de grandes inversionistas.
Lula
es el embajador de las multinacionales brasileñas, casi todas con fuertes lazos
con el Estado, ya sea porque se les concesionan gigantescas obras o porque la
alianza estatal-sindical tiene un peso decisivo en ellas. Vale, la segunda
minera del mundo, es controlada por el fondo de pensiones del estatal Banco do
Brasil, hegemonizado por el Gobierno y el sindicato bancario. Lo mismo sucede
con otras grandes empresas.
Lo
que resulta penoso es comprobar cómo discursos nobles que hablan de los
derechos de los trabajadores y de la integración regional, son usados para
lubricar negocios que perjudican a los propios trabajadores, destruyen la
naturaleza y sólo benefician a un puñado de grandes empresarios que crecieron a
la sombra de una de las peores dictaduras militares de este continente.
Fuente original: http://gara.naiz.info/paperezkoa/20130407/396331/es/Las-multinacionales-brasilenas-Lula
Publicado por el blog camarada Odio de Clase
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