El Gran Sol Rojo del Amanecer

lunes, 5 de diciembre de 2016

RBC: Llamamiento del PCI (m) contra el terrorismo de estado contra el pueblo de Cachemira de los gobiernos de la India y Pakistán


En la Red de Blogs Comunistas (RBC) hemos traducido el comunicado del Comite Central del Partido Comunista de la India (maoista) en el que se hace un llamamiento a oponerse al terrorismo de estado de los gobiernos de la India y Pakistán contra el pueblo de Cachemira.

!No al terrorismo de estado de India y Pakistán en Cachemira!

!Apoyemos la lucha de la nación cachemira por su libertad!


PARTIDO COMUNISTA DE LA INDIA (MAOÍSTA)
COMITÉ CENTRAL


2 de octubre de 2016


¡OPONGÁMONOS AL TERRORISMO DE ESTADO CONTRA EL PUEBLO DE CACHEMIRA!

¡EXIGIMOS QUE SE DETENGA LA POLÍTICA BELICISTA, CHOVINISTA Y AGRESIVA DEL RÉGIMEN HINDUISTA, FASCISTA Y EXPANSIONISTA DE MODI CONTRA PAKISTÁN!
¡OPONGÁMONOS AL TERRORISMO DE ESTADO CONTRA EL PUEBLO DE CACHEMIRA!
¡APOYEMOS LA JUSTA LUCHA DE LA NACIÓN CACHEMIRA POR SU LIBERTAD [AZADI EN HINDI]!

El ataque acaecido en la noche del 18 de septiembre contra una base del Ejército indio en Uri, en el estado de Jammu y Cachemira, se saldó con 17 soldados muertos y al menos 20 heridos, dos de los cuales fallecieron más tarde. Ha sido éste el mayor golpe sufrido por el Ejército indio en Cachemira en los últimos años. Tras el ataque, los partidos de la clase dominante, encabezados por el hinduista y fascista BJP [Bharatiya Janata Party (Partido Popular Indio), en hindi] y el bloque nacionalista hindú, todos a coro, se pusieron a entonar sin descanso la cantinela patriotera antipakistaní, expresión de la agresividad expansionista india. Los partidos de la oposición competían entre sí por ver quién parecía más “nacionalista” al hacer declaraciones antipakistaníes y exigir “medidas contundentes”. Las acusaciones de la oposición y de los medios de comunicación empresariales contra el gobierno de Modi por su supuesta incapacidad para actuar “enérgicamente” y “dar una lección a Pakistán” no se hicieron esperar. Ni que decir tiene que el gobierno de Modi y la RSS [Rāṣṭrīya Svayamsēvaka Saṅgha (Organización Nacional Patriótica), en hindi] no necesitaban que nadie les espoleara para dar rienda suelta a un aluvión de invectivas contra Pakistán tras el ataque de Uri, calificándolo de “patrocinador del terrorismo”, “Estado terrorista”, “epicentro del terrorismo global”, etc.

En medio del creciente vocerío de chovinismo nacionalista, entonado por las clases dominantes indias, y de patrioterismo del mismo jaez, del gobierno de Pakistán, un portavoz del Ejército indio (Director General de Operaciones Militares en Jammu y Cachemira) declaró en una conferencia de prensa celebrada en Nueva Delhi que el ejército había llevado a cabo con éxito el 28 de septiembre un “ataque quirúrgico” al otro lado de la Línea de Control. Afirmó que habían resultado destruidas diversas “infraestructuras terroristas”, entre las que mencionó varias “plataformas de lanzamiento”, y que habían sido abatidos varios “terroristas”. Apenas unos días antes, el ejército había informado de la supuesta muerte de unos diez “terroristas” mientras trataban de cruzar la Línea de Control, según se dijo. El ejército, sin embargo, no aportó prueba alguna que confirmara tal extremo. De igual modo, desde diversos ámbitos nacionales e internacionales se ha puesto en duda la veracidad del calificado como “ataque quirúrgico”. Algunos periodistas que visitaron la Línea de Control por el lado de la Cachemira ocupada por Pakistán y hablaron con habitantes de la zona no pudieron encontrar ninguna prueba de “ataques quirúrgicos” del Ejército indio. La presión sobre el gobierno indio para que aporte pruebas ciertas no ha dejado de aumentar, si bien hasta ahora éste se ha negado obstinadamente a mostrarlas.

En realidad, el modo en que el gobierno efectuó el anuncio del “ataque quirúrgico” y el hecho de que más tarde se negase a dar pruebas concretas cuando se le solicitaron, es motivo suficiente para sospechar de la verdad de todo el asunto. Este “ataque quirúrgico” guarda enorme similitud con el modus operandi del gobierno de Modi después de que, el año pasado, el Ejército indio sufriera un gran número de bajas en un ataque llevado a cabo por el NSCN [Consejo Nacional Socialista de Nagaland/Nagalim, en sus siglas en inglés], dirigido por SS Khaplang, en Manipur. A posteriori, el gobierno de Modi declaró públicamente que el ejército había llevado a cabo un ataque en territorio de Myanmar en el curso de una “persecución en caliente” de la guerrilla de Nagaland y que había matado a varios de sus integrantes, aseveración que sigue sin demostrarse y que fue desmentida rotundamente tanto por dicha organización como por el gobierno de Myanmar. El anuncio del reciente “ataque quirúrgico” parece estar motivado, igualmente, más por razones políticas que por necesidades militares. Su principal objetivo es aplacar al electorado hinduista del BJP/Bloque nacionalista hindú y poner a los partidos de la oposición a la defensiva. Pero el hecho mismo de realizar tales afirmaciones demuestra ampliamente que por muy susceptible que sea en lo tocante a la “unidad e integridad” de “Bharat Mata” [“Madre India”, en hindi], el gobierno de Modi no tiene escrúpulos en violar la soberanía y la integridad territorial de otros países y naciones, incluidos nuestros vecinos, si es en interés de las clases dominantes y de sus amos imperialistas, en especial del imperialismo norteamericano. De hecho, la agresión y la intervención militar contra nuestros vecinos ha sido siempre la política de los gobernantes expansionistas indios y sigue siendo una parte integral de la agenda fascista brahmánico-hindú, que pasa por establecer el gran “Hindu Rashtra” [“Estado hindú”, en hindi] en todo el sur de Asia. En el pasado, ya algunos portavoces del BJP hicieron público su compromiso de establecer el “Akhand Bharat” [“La gran India unida”, en hindi] por medios pacíficos. La responsabilidad de poner al país al borde de la crisis actual recae sobre esta política expansionista de las clases dominantes indias.

Pero, aunque se soslaye la cuestión de si el “ataque quirúrgico” se produjo realmente o no, se puede afirmar con bastante seguridad que el gobierno de Modi tomó la decisión de hacer pública dicha aseveración para tratar de recomponer su penosa imagen a nivel nacional e internacional tras el fracaso absoluto y manifiesto de su política en Cachemira. Incapaz de responder de otro modo que no fuese por la fuerza militar –hasta la fecha, se ha cobrado las vidas de casi un centenar de cachemires y más de 20.000 han resultado heridos– al actual levantamiento, histórico y sin precedentes, de las masas de Cachemira, el gobierno de Modi necesitaba un pretexto para desviar la atención del mundo de las atrocidades cometidas por las fuerzas de ocupación indias en Cachemira. El gobierno pretendía trocar su imagen de terrorista de Estado en Cachemira por la de víctima del “terrorismo transfronterizo promovido por otro Estado”. Y se encontró con tal pretexto en el ataque de Uri.

Por otro lado, el gobierno de Modi estaba buscando la ocasión de canalizar sin riesgos el creciente descontento de las masas del país hacia un “enemigo” exterior. Desde las últimas elecciones legislativas, el Bloque nacionalista hindú y el BJP no han dejado de trabajar de forma planificada para ganarse a las castas desfavorecidas y a los dalits con el fin de consolidar su base social y minimizar la resistencia ante sus decisiones reaccionarias y antipopulares. Utilizando la maquinaria del Estado, el BJP de Modi ha presentado a bombo y platillo varios programas dirigidos a los trabajadores, campesinos, castas desfavorecidas, dalits, adivasis, mujeres y a los más pobres de entre los pobres. Aun así, la política económica de Modi ha fracasado por completo a la hora de mitigar la agudísima crisis social y el descontento resultante. Ha fracasado absolutamente en su supuesta intención de traer “achhe din” [“días mejores”, en hindi] a la gran mayoría de la población del país. Los “achhe din” siguen siendo sólo el privilegio de los imperialistas y de una minúscula minoría de gentuza: los grandes capitalistas, los grandes terratenientes, los políticos de la clase dominante, los burócratas y altos funcionarios del gobierno, etc. Durante más de dos años de gobierno, Modi ha demostrado su absoluta incapacidad para resolver cualquiera de las candentes cuestiones económicas, políticas y sociales que afectan a las masas y para abordar su descontento. Este descontento se expresa a través de diversos movimientos de masas de los trabajadores, campesinos, castas desfavorecidas, dalits, adivasis, estudiantes, empleados, minorías religiosas, nacionalidades oprimidas, etc., entre los cuales, el actual estallido en Cachemira es el más activo y amplio.

Otro factor que subyace en la agresividad del gobierno de Modi hacia Pakistán es la proximidad de las elecciones a la Asamblea Nacional. También son de gran importancia para el BJP las elecciones en Uttar Pradesh, seguidas de las de estados como el Punyab y Gujarat, donde está en juego el destino de sus gobiernos en solitario o en coalición. Es mucho lo que se juega el BJP y más después de su absoluto fracaso en las recientes elecciones legislativas celebradas en Bengala, Kerala, Tamil Nadu y Pondicherry (podría alcanzar una victoria de consolación tan sólo en Assam debido principalmente a los 15 años de desgobierno del Partido del Congreso). Es por ello que, ante las próximas elecciones y al servicio exclusivo de sus intereses particulares, el BJP y el Bloque nacionalista hindú se han entregado a la desesperada a la retórica pseudonacionalista contra Pakistán.

Así pues, el gobierno de Modi ha utilizado el ataque de Uri para lograr principalmente dichos objetivos. Su respuesta al ataque de Uri, junto con sus esfuerzos diplomáticos para “aislar” a Pakistán en el plano internacional, concuerda plenamente con la política de las clases dirigentes indias: opresión nacional en Cachemira y expansionismo a costa de los países vecinos. Aunque ésta ha sido la política seguida por todos y cada uno de los gobiernos desde 1947, nunca se había reflejado de modo tan brutal, tan despiadado y tan cínico como con el actual gobierno de la Alianza Democrática Nacional que encabeza el fascista y brahmánico-hindú BJP. No es de extrañar que todos los partidos parlamentarios, incluidos los revisionistas del PCI (Marxista) y del PCI, se pronuncien en términos semejantes al BJP y respalden a la banda fascista y xenófoba de los Modi-Amit Shah-Mohan Bhagavat-Rajnath-Parikkar, puesto que todos ellos representan los mismos intereses de la clase dirigente india.

No contento con la historia del “ataque quirúrgico”, el gobierno de Modi se ha lanzado a una virulenta campaña de chovinismo nacionalista y está tratando de desencadenar la histeria bélica en el país. El gobierno de Modi está empeñado en crear un ambiente de guerra: ha desplegado fuerzas militares y paramilitares adicionales en la frontera, ha efectuado bombardeos y disparos al otro lado de la línea, ha ordenado a los residentes de la zona de la frontera internacional que abandonen sus hogares, ha declarado la “alerta máxima” en los estados limítrofes, ha seguido con sus sospechosas declaraciones, como la de haber “detectado” “terroristas” en Mumbai, etc. Ha dado al traste con la Cumbre de la Asociación Sud-Asiática para la Cooperación Regional, al presionar a varios países de Asia meridional con la amenaza de recortar los intercambios económicos y rebajar las relaciones diplomáticas, así como de derogar el tratado de larga data de aprovechamiento compartido de agua con Pakistán y otras medidas de cariz semejante. Al mismo tiempo, el gobierno de Modi ha intensificado sus esfuerzos diplomáticos a fin de recabar apoyo internacional para su ocupación y represión en Cachemira, su agresión contra Pakistán en nombre de la “guerra global contra el terrorismo” y su “aislamiento” internacional. Para ello, ha buscado el apoyo principalmente del gobierno de Estados Unidos.

El gobierno paquistaní de Nawaz Sharif, por su parte, ha redoblado su retórica antiindia y patriotera como respuesta, fundamentalmente, a la situación interna reinante en su país. Las clases dirigentes paquistaníes se enfrentan a una ira popular creciente debido a la crisis económica y política cada vez más profunda y a la agudización de las contradicciones sociales en el país. Las políticas estratégicas y económicas proimperialistas llevadas a cabo por el gobierno de Nawaz Sharif, las operaciones militares en curso contra las minorías nacionales y los grupos islámicos, su reticencia a apoyar el movimiento de liberación de Cachemira en el pasado, etc., están provocando un profundo malestar entre las masas pakistaníes. En este contexto, los principales partidos de la clase dirigente del país, incapaces siquiera de sentarse juntos para tratar cualquier asunto, han conseguido unirse para dar a la India una “respuesta adecuada” y están animando a las masas para que cierren filas en torno al gobierno. También Pakistán ha intensificado sus preparativos militares y está empleando un lenguaje nacionalista y chovinista para crear un ambiente de guerra.

Mientras los gobernantes paquistaníes invocan la cuestión de Cachemira con la promesa de darle todo su apoyo y recalcan en los foros internacionales el papel opresor de la India, los gobernantes indios, en un intento por superar a su rival, han comenzado a plantear el tema del movimiento de liberación nacional de Baluchistán. Las clases dominantes de cada uno de los dos países afirman respaldar a los movimientos de liberación nacional de su oponente, al tiempo que subyugan a las nacionalidades oprimidas y aplastan a los justos movimientos de liberación nacional que hay dentro de sus propias fronteras. Esto demuestra con claridad el oportunismo y el rotundo fracaso de las clases dominantes de ambos países. Plantean la cuestión de la opresión nacional y del derecho a la autodeterminación de las nacionalidades oprimidas sólo para servir a sus propios intereses de clase y al de las potencias imperialistas, y no por una auténtica solidaridad hacia las naciones y los pueblos en lucha. En consecuencia, las clases dirigentes de Pakistán o la India no son, y nunca podrán serlo, los aliados genuinos, dignos de confianza y creíbles del pueblo de Cachemira o del de Baluchistán en sus luchas de liberación nacional.

El origen de este pulso entre las clases dominantes de la India y Pakistán por la cuestión de Cachemira está en el conflicto de sus intereses económicos y estratégicos. Como compradores del imperialismo, representan también los intereses de las diferentes potencias imperialistas que las respaldan. Es mucho lo que Estados Unidos, Gran Bretaña y la UE se juegan económica y militarmente en ambos países del sur de Asia. La India es un mercado extremadamente importante para el imperialismo estadounidense, y más en un momento en el que, como el actual, se encuentra bajo los efectos de una grave crisis económica y financiera. De ahí que EEUU necesite que la economía india se abra aún más al saqueo neocolonial y a la explotación sin límites, fortaleciendo su control sobre la India. A su vez, EEUU considera a la India como un centro estratégico importante para contener la creciente influencia de sus rivales en Asia (Rusia y China) –de China específicamente en la región del Pacífico asiático–, en especial cuando los vínculos económico-diplomático-militares de Pakistán con ambos países se están ampliando. 

En este contexto de creciente conflicto interimperialista entre los Estados Unidos y sus aliados, por un lado, y Rusia, China e Irán, por otro (que se manifiesta muy especialmente en la pugna por Siria y Ucrania), Estados Unidos quiere que la India esté firmemente de su lado. Las estrechas relaciones de Rusia con algunas exrepúblicas soviéticas de Asia central y los crecientes lazos económicos de China con ellas son otra causa de preocupación para Estados Unidos. El gobierno indio es también un importante aliado de Estados Unidos en su “guerra global contra el terrorismo”. En ese sentido, Estados Unidos y sus aliados imperialistas están alentando y utilizando la ambición de poder de las clases dominantes indias, y satisfaciéndola, hasta cierto punto, para asegurarse una mayor integración de la economía india en el mercado imperialista mundial.

Al mismo tiempo, no obstante, Estados Unidos también pretende que Pakistán esté de su parte para defender sus intereses económicos y estratégicos en Asia meridional, central y occidental, en su guerra en Afganistán y para contrarrestar a Rusia y China. Por lo tanto, no es probable que EEUU y sus aliados accedan a la pretensión del gobierno indio de aislar a Pakistán internacionalmente y de detener la “ayuda/asistencia” económica, diplomática y militar que recibe. Los esfuerzos del gobierno indio por aislar a Pakistán en el ámbito internacional, con el objetivo de obligarle a dejar de apoyar al movimiento cachemir, no tendrán éxito. El apoyo estratégico de las potencias imperialistas a sus compradores indios y paquistaníes continuará relativamente inalterado a corto plazo, aunque el alcance y el nivel de dicho apoyo puedan experimentar algunas variaciones tácticas de acuerdo con los cambios en la política internacional y en el equilibrio de fuerzas. Puesto que detrás del choque de intereses entre los gobiernos compradores de los dos países está el enfrentamiento entre las potencias imperialistas, la tensión y la acritud mutua entre ambos países seguirán existiendo e incluso podrán intensificarse con el agravamiento de las contradicciones fundamentales en el mundo.

En este contexto, es evidente que mientras las clases dirigentes indias persistan en su pretensión de suprimir el derecho a la autodeterminación del pueblo cachemir, prosigan con sus políticas xenófobas y fascistas hacia los musulmanes y mantengan su injerencia en los asuntos internos de los países del sur de Asia, en especial de Pakistán, no podrán evitar ataques como el de Uri. Como tampoco podrán las clases dominantes pakistaníes evitar que los pueblos y naciones oprimidos practiquen la resistencia armada contra el sometimiento y la opresión. Mientras las clases dominantes compradoras de ambos países continúen cediendo a los intereses estratégicos y económicos del imperialismo, nunca podrán contener la rebelión popular, armada o desarmada.

El Comité Central del PCI (Maoísta) llama al pueblo de la India a tomar conciencia de las maquinaciones nacional-chovinistas de las clases dirigentes indias, tramadas por el gobierno de Modi y los partidos parlamentarios contra Pakistán. Los pueblos de la India y Pakistán no tienen nada que ganar con una escalada militar o una guerra entre ambos países y sí mucho que perder. Serán los pueblos de ambos países quienes tendrán que soportar la enorme carga financiera de una eventual movilización militar a gran escala en la frontera, en función de la intensidad y del alcance de tal despliegue. Por lo tanto, exhortamos al pueblo a que se oponga a cualquier tipo de intervención expansionista del gobierno indio contra la Cachemira ocupada por Pakistán y contra Pakistán, ya sea mediante “ataques quirúrgicos”, la agresión militar directa o sanciones económicas o diplomáticas. El Comité Central reitera su inequívoco apoyo al derecho del pueblo de Cachemira a la autodeterminación, incluyendo la secesión de la India, e insta al pueblo indio a defender firmemente este derecho del combativo pueblo cachemir. Al pueblo de Cachemira le decimos: “¡No estáis solos!” ¡Opongámonos a la ocupación india de Cachemira y al terrorismo de Estado continuado de las fuerzas armadas indias! ¡Apoyemos la lucha de la nación cachemira por su libertad! ¡Exigimos que se detenga la política belicista, chovinista y agresiva del gobierno indio que dirigen los fascistas hinduistas para fomentar el expansionismo! ¡Exigimos que se ponga fin a las amenazas e intimidaciones contra artistas y ciudadanos paquistaníes en la India! ¡No rotundo a cualquier tipo de guerra con Pakistán!

(Abhay)
Portavoz
Comité Central 
PCI (Maoísta)


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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.