Estamos hastiados del enorme espacio mediático que la derecha cavernaria y una “izquierda” mediática sospechosa de trotskismo solapado (Rebelión.org, Bolpress, etc., etc) entregan al renegado Andrés Solíz Rada que se empeña en desempolvar y desenterrar al “nacionalismo revolucionario” de los Montenegro, los Céspedes, los Bedregales, los Paz Estenssoros, etc., para enfrentarlo capciosamente al marxismo y al socialismo.
En su último brulote, “Estado y estatismo” tiene el descaro de reivindicar a las más nefastas dictaduras civiles y militares de América Latina del siglo pasado, como los ejemplos más cristalinos de “Liberación Nacional”.
Esos ejemplos serían, ¡imagínense!, Rómulo Betancour, el sátrapa venezolano, José Batlle y Ordoñez el oligarca uruguayo, Getulio Vargas, el pro-nazi brasileño, Arturo Alesandri y Carlos Ibáñez del Campo, los chilenos reaccionarios, calificados todos como grandes exponentes de la industrialización y el “revolucionarismo nacional” de América Latina.
Pero para dorar la píldora y añadir cierta pertinencia a sus posiciones obsoletas, se refiere de pasada a la Gran Revolución de los héroes mexicanos Emiliano Zapata y Pancho Villa y su continuador Lázaro Cárdenas.
¿Cómo comparar a estos gigantescos campesinos revolucionarios y el eminente estadista Cárdenas, con los corrompidos oligarcas que vienen detrás en la lista de Soliz? ¡Es pues imposible! Empero es ésta la muestra de cómo estos falsarios y confusionistas pretenden cambiar la historia revolucionaria de América Latina.
El renegado y despechado ex ministro de hidrocarburos, correctamente expulsado ignominiosamente del gobierno del compañero Morales, destila su veneno siempre y sistemáticamente contra el “estalinismo” comparándolo, con toda mala fe, con el hitlerismo como exponentes ambos del “Estatismo”, siendo así que precisamente él es el representante legítimo de ese estatismo reaccionario como el del MNR o el del peronismo que sugestivamente es excluido de lista “a la Soliz”.
Le venga o no le venga, le incumba o no, cuando trata cualquier problema nacional o extranjero, tiene que salir su resentimiento visceral y enfermizo contra el estalinismo, ya que en su trotskismo vergonzante, Solíz no tiene el valor civil de declararlo, pero se descubre en sus halagos a la serie de gobiernos latinoamericanos como los de Perón, Moriñigo y Villarroel, que en el auge del nazismo, el fascismo y el falangismo de las décadas 40 y 50 del siglo pasado, azolaron a nuestra América Latina.
Y para peor, su oblicua mención al otro renegado George Orwell y sus obras anticomunistas: “1984” y “Rebelión en la Granja”, que se refieren a las dictaduras del “hermano mayor”, no hace sino confirmar su atrabiliaria militancia en el anti-comunismo más retrógrado.
Ya forman una legión los comentaristas que con sus posturas ambiguas, pero claramente reaccionarias, pretenden desdibujar y contener el auge de la integración anti-imperialista actual de toda nuestra América Latina.
Ahí están los Petras, los Dieterich, los Negri, los Hardt y en el plano nacional los Bedregal, los Céspedes y en medio el mediocre Andresito.
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