El Gran Sol Rojo del Amanecer

domingo, 7 de noviembre de 2010

Liberalismo criollo y despojo de territorios indígenas

Liberalismo criollo y despojo de territorios indígenas

 [Fragmentos del libro Historia del Racismo en Bolivia: Régimen Político, Iglesia Católica y Pueblos Indígenas: pp. 35 - 38]
 (Tomado de Tribuna Boliviana)
Los gamonales, que despojaron de sus tierras a los indígenas en el siglo XIX, fueron los que adaptaron el estado boliviano, para que funcionara, en beneficio de sus intereses terratenientes. Respecto de este grupo social latifundista, Zavaleta  Mercado dirá: “La casta enferma veía la tierra como veía todo lo demás y como verá el mundo en todo lo posterior, como algo que no merece existir o que vale poco, al menos, en tanto no sirva de un modo casi familiar a la lógica de su linaje.”[1]  
Sergio Almaraz escribe que mientras "... se producía la expansión de la minería que en poco tiempo elevó la fiebre en Chile arrastrando a la especulación a cuantas personas tenían alguna fortuna y estaban dispuestas a duplicarla en poco tiempo con la compra de acciones...”[2]. En Bolivia se promovían sucesos dramáticos como la usurpación de tierras a los indígenas, subraya Almaraz: "El estado boliviano, contrahecha expresión de un conglomerado multinacional, se iba abriendo camino lentamente mediante la destrucción sistemática de la propiedad indígena de la tierra. De hecho, los gobiernos que siguieron a Melgarejo no hicieron más que continuar el bárbaro saqueo iniciado por el tirano al que la oligarquía boliviana condenó pero teniendo cuidado de conservar su política agraria."[3] 
El autor señala que entre la mentalidad política de los denominados conservadores y la mentalidad de los liberales no existía diferencia alguna: por ello considera que si bien la “oligarquía boliviana” condenaba la política de Melgarejo, tenían “cuidado de conservar su política agraria”. En resumen: la perspectiva política de conservadores y liberales en torno a la problemática indígena fue la misma.  
Almaraz Paz determina que: “En el fondo (la oligarquía) está conforme con el despojo aunque no le gustan ‘las formas exteriores’. Todo el mundo estaba de acuerdo y si Melgarejo cayó en ello, tuvo muy poco que ver su política agraria.” No hubo, en sentido estricto, diferencia política-ideológica entre conservadores y liberales en Bolivia durante el siglo XIX, concluye Almaraz.  
Por su parte Vicente Dorado dirá: “La oligarquía había caído en la cuenta que más de las tres cuartas partes de nuestro territorio cultivable estaba ocupado por los indios...”, y “... que la propiedad territorial en gran parte y el cultivo de la tierra en todo, permanecen en manos de nuestra clase indígena.” Y sentencia el autor: "En consecuencia, la gran solución descubierta por los amantes del progreso consistió en la misma fórmula, drástica y simple, con la que los norteamericanos pusieron fin al problema de los pieles rojas: ‘Arrancar esas tierras de manos del indígena ignorante y atrasado, sin medios, capacidad ni voluntad para cultivarlas y pasarlas a la emprendedora, activa e inteligente raza blanca, ávida de propiedades y fortuna, llena de ambición y necesidades.’."[4] 
Esta actitud conservadora y liberal, encarnaba una política mucho más despótica y expoliadora que la misma colonia; por ello Almaraz razona que “... los indios debieron haberse sentido infinitamente más satisfechos en las encomiendas coloniales.”[5] 
Una clase social que vive de la tierra, de la renta de ésta -señala Borojov - se vuelve portadora de un nacionalismo de carácter telúrico.[6]  Es bajo ese marco que se debe comprender tanto el racismo como el “amor a la patria” de los conservadores y liberales de aquella época y de la actual. Racismo que no sólo es explicable; sino, que tampoco existe en ellos como algo abstracto, sino que se concreta en hechos y expresiones presentes. Por ejemplo: “... en Sucre en la Asamblea Constituyente... Beatriz Capobianco de PODEMOS ha gritado a la qhiswa Isabel Domínguez por hablar en su idioma nativo: ‘¡Que hable cuando aprenda el castellano!’”[7].
De igual manera tampoco es abstracto su amor a la patria de los liberales de principio del siglo XX. Baptista, Moreno, Arguedas, etc. Hombres comprometidos con la “patria”. La patria no es una noción abstracta, en una sociedad dividida en clases sociales.
La patria es de quienes detentan el poder económico – dirá Magón - “La patria es de los que la poseen, y los pobres nada poseen. La patria es la madre cariñosa del rico y la madrastra del pobre. La patria es el polizonte armado de un garrote, que nos arroja a puntapiés al fondo de un calabozo o nos pone el cordel en el pescuezo cuando no queremos obedecer las leyes escritas por los ricos en beneficio de los mismos ricos. La patria no es nuestra madre: ¡es nuestro verdugo!”[8] 
Otros sectores del liberalismo boliviano proponían la unidad nacional. Pero esta finalidad no se basaba en los intereses de los pueblos indígenas, que constituían la mayoría nacional, sino en los intereses de la feudal burguesía, en explícito desprecio por las poblaciones indígenas.
Al respecto señala Roberto Alvarado: "La clase social más numerosa que habitaba en el territorio que comprendía el estado boliviano, era discriminada desde los mismos instantes de su organización política. Al consagrarse constitucionalmente los requisitos para la ciudadanía, Bozo calificaba a los campesinos como “estúpidos”, Molina de “ineptos” y Olañeta de "ignorantes".[9]

Tras la convocatoria de atender o civilizar al indígena casi siempre se podía encontrar el odio y el terror hacia el indígena y todas sus manifestaciones. Veamos lo que dice Zavaleta Mercado al respecto: “La casta oligárquica fracasó (…) vive sin duda una suerte de reminiscencia de su fundación en este suelo y sólo sabe que se debe sumergir cuanto antes en un poder que le viene de afuera (porque de lo exterior o extranjero ha venido siempre el aval a su poder) y, sobre todo. Ésta es la religión verdadera, imponerse a los indios y a lo indio. Es un aborrecimiento que no tiene fin"[10] 
El liberalismo no constituía un grupo homogéneo compacto, sino que había discrepancias al interior mismo de esta corriente política ideológica. Existía un gamonalismo ligado a la tierra y otro movimiento liberal, fundamentalmente ligado a la minería y vinculado al capital internacional.  
Los que habían acumulado sus fortunas gracias al trabajo servil de los indígenas, se transformaron en conductos que permitieron la expansión del capitalismo extranjero en Bolivia. Esta corriente liberal expresaba, además, la necesidad de la difusión del alfabeto, buscando así alcanzar un elemento humano más apto para la producción o explotación capitalista.
En cambio, el gamonalismo “puro” no tenía urgencia de indígenas instruidos y alfabetizados pues le era suficiente el látigo. Según Zavaleta: “Los de mentalidad feudal (…) aún lo que se tenía de un modo capitalista, se desperdiciaba de un modo señorial (…) los indios estaban obligados a la capitación o contribución indigenal por el mero hecho de ser indios, es decir por su condición, este era un impuesto nacional a los indios…”[11]. De ahí que determinados ideólogos no compartieran los planes liberales y actuaran como enemigo jurados de la instrucción de los indígenas o la creación de escuelas indígenas.
José Avelino Aramayo vinculado a la minería en el siglo XIX. Refiriéndose a sus coetáneos, afirma Aramayo: "Defienden a todo trance los antiguos privilegios sin admitir que sean como lo son, trabas al progreso de la industria nacional, que por otra parte juzgan fuera del resorte de las funciones públicas. Por lo regular, ellos pasan toda su vida en posesión de un destino público o conspirando para conseguirlo. No hay más que observar un poco el movimiento de aquella alta sociedad, para comprender que en ella tiene Bolivia la fuente de su indolencia administrativa y la causa del atraso de su industria. No obstante los adelantos del siglo, existen todavía en Bolivia esos hombres retrógrados de inveterado fanatismo que, habiendo pasado toda su vida encarcelados dentro de su ciudad, discurren como las monjas dentro de su convento. No saben nada de lo que sucede en el mundo: lo que pasa fuera de sus murallas apenas pueden comprenderlo.[12]  
Las palabras del rico minero, difieren radicalmente de lo que vimos hasta el momento. Ello se debe a que -como advertimos- tiene una visión diametralmente opuesta sobre la clase social en que recaen “los males del país”. Para él, no son los pueblos indígenas los que traban el “progreso de la patria”, sino los burócratas estatales a quienes acusa del atraso del país:   “Ellos son lo que constituyen la alta clase de la sociedad boliviana, y por tanto, los que ejercen mayor influencia en la política y dirigen los destinos de la nación...”[13]
José Guerra, en su reflexión sobre la idea de civilizar al indígena, resume la visión liberal en lo que sigue:   "...hacer que se incorpore a las fuerzas vivas de la nación (…) no por imperio de energía en potencia capaz de parangonarse en lo psíquico y etnológico con el inmigrante europeo, sino porque no queda otro recurso que contar con él. No pudiendo ponerlo de lado como a un modesto obstáculo, estamos obligados a transformarlos de inconveniente en beneficio. A esta situación tremenda nos ha condenado nuestro sino geográfico, haciendo que en Suramérica sean en el Perú y Bolivia los últimos reductos donde atrincherándose las razas autóctonas más conservadoras, perviven en dureza de piedra"[14].
Desde el poder -analiza Guillermo Lora- el liberalismo extremó no sólo su retórica sino también el uso de los recursos estatales con el fin de efectivizar la alfabetización de los indios. De la misma forma, acudió a la religión católica para imponer, a través de la violencia estatal, el exterminio de las creencias originarias, consideradas “... groseras y bárbaras, frente a la santa y más humana doctrina cristiana. Ello porque el evangelio les permitía domesticar y volver mansas a las mayorías que eran un permanente peligro”[15].
Esta actitud -de acuerdo al intelectual trotskista- solamente estaba encubriendo la negativa de los “liberales” de tocar el latifundio. Según el autor ello se debe a que la feudal burguesía era nada más que eso: mitad burguesía y mitad gamonal. Y, por tanto, no podían destruir aquello que en realidad eran sus reales intereses y que les permitía vivir sin grandes sobresaltos. Ritmo solo a veces interrumpido por los esporádicos levantamientos indígenas. Concluye Guillermo Lora, “... que en momentos en que la liberación de las nacionalidades sólo podía darse desde el punto de vista capitalista, con la destrucción del gamonalismo, se vieron cerradas las posibilidades y el cumplimiento de aquella tarea”[16].

Autor: Jhonny Lazo Zubieta

[1] ZAVALETA M., René: Lo nacional popular en Bolivia, Ed. Siglo XXI, México, 1986, p .37
[2] ALMARAZ P., Sergio: El poder y la caída, Ob.cit., p.70
[3] Ibíd.
[4] DORADO J., Vicente: Indicaciones económico políticas, Sucre, julio de 1859, citado por ALMARAZ P., Sergio: El poder y la caída, Ob.cit., pp. 70 - 71
[5] ALMARAZ P., Sergio: El poder y la caída, Ob.cit. p. 72
[6] BOROJOV, Ber: Nacionalismo y lucha de clases, Ed. Pasado y Presente, México, 1979, p.73
[7] BOLIVIA, La Prensa, 25 de agosto de 2006, La Paz
[8] MAGÓN Ricardo: La patria burguesa y la patria universal. En: http://es.wikisource.org/wiki/La_patria_burguesa_y_la_patria_universal
[9] ALVARADO, Roberto. 1979, Apuntes para una visión dialéctica de Bolivia, publicación póstuma. En http://sala.clacso.edu.ar/
[10] ZAVALETA M., René:  Lo nacional popular en Bolivia, Ob.cit., p.113
[11] Ibíd. , p.111
[12] ARAMAYO, Avelino: Informe sobre los asuntos de Bolivia en Europa (1876), Pau Imprimiere et lithographie veronese, 1887, pp.53-54. Cf. ALMARAZ Sergio, El Poder y la caída, Ed. Los Amigos del libre, La Paz, 1988
[13] Ibíd., p.53
[14] GUERRA J., Eduardo: Itinerario espiritual de Bolivia, Casa Editorial Araluce, Barcelona, 1936, pp.70-71
[15] LORA, Guillermo: Documentos políticos, Ob.cit., p.181
[16] Ibíd., p.194

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periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.