El Gran Sol Rojo del Amanecer

domingo, 21 de noviembre de 2010

¡Viva la Revolución Mexicana!

------------------------
Cien años de la primera gesta revolucionaria
latinoamericana del Siglo XX

¡Viva la
REVOLUCION MEXICANA!


¡Viva México lindo y querido!

«Arroyito revoltoso,
¿qué te dijo aquel clavel?
-Dice que no ha muerto el jefe,
-que Zapata ha de volver»

                       
          MEXICO, el país de los antiguos nahuatls, toltecas, olmecas, teotihuacanos y  mayas, tiene una enorme población de origen campesino y originario. Naturalmente con esta composición demográfica fue el escenario de grandes luchas y grandes triunfos revolucionarios y también derrotas durante el Siglo XX.
                       
          Es quizá México, el primer pueblo que inició la gran oleada revolucionaria del Siglo XX. Efectivamente en 1910, los campesinos mexicanos, levantando, por primera vez, el programa agrario de la confiscación de la tierra a los latifundistas, se sublevaron a la cabeza del gran líder agrario y revolucionario Emiliano Zapata.

«Mestizo, fuerte, inteligente y audaz, tirador certero, jinete consumado, bailarín y enamorado, gustador de los puros, el coñac y el aguardiente de caña, apasionado de las riñas de gallos, los caballos y las corridas de toros, hermoso y elegante, siempre pareció haber nacido para ser lo que fue…

Líder agrarista, guerrillero, estadista y dirigente político, llegó mucho más allá de lo que sus enemigos hubiesen querido pero no hasta donde pudo haber llegado…..

Arañó con Pancho Villa el poder total, pero lo perdió. Pudo convertirse, también con Villa, en uno de los indiscutidos rectores del destino de América Latina, pero lo asesinaron para que no lo fuera…» (1)
                       
          Gobernaba México, un dictador del siglo XIX con el apoyo y respaldo de todos los terratenientes mexicanos que habían venido aplicando un verdadero régimen servidumbral medieval con el sometimiento completo de los campesinos, heredado directamente de la colonia española. Porfirio Díaz, gobernó México durante 30 años y pretendía eternizarse en el poder sobre las espaldas del pueblo mexicano campesino sojuzgado.
                       
          La Revolución Mexicana, ese singular movimiento social, será entonces la precursora de un proceso revolucionario realmente impresionante.  Fue una gran marea campesina en un enorme país que levantando la bandera de "Tierra y Libertad", sentenció a muerte al latifundismo atrabiliario de los señores de la tierra.
                       
          En los primeros momentos, la revolución tomó un camino democrático burgués, a la cabeza de don Francisco Indalecio Madero, que quiso continuar el sometimiento campesino haciendo a un lado la dictadura del porfirismo. Efectivamente, Madero no tenía ningún propósito verdaderamente revolucionario agrarista, simplemente pretendía organizar un régimen democrático burgués, el cual no era el pensamiento de los líderes auténticos del movimiento: Emiliano Zapata, Francisco "Pancho" Villa (Doroteo Arango), Pascual Orozco, Genovevo de la O  y otros.
                       
          Para comprender el movimiento agrario y campesino mexicano de 1910-1919, debemos señalar que existían dos corrientes: una democratizante con Madero,  Alvaro Obregón, Venustiano Carranza y otros políticos citadinos con ideas reducidas simplemente a acabar con la dictadura decimonónica de Porfirio Díaz y la otra agrarista, a la cabeza de los caudillos Villa y Zapata.
           
Sin embargo la insurrección campesina constituía el núcleo y el corazón mismo de la crisis en virtud de ser México un país agrario con una población enorme de campesinos de origen azteca y maya junto a otras muchísimas nacionalidades menores. De modo que, de todas maneras, no había ninguna posibilidad de eludir la cuestión agraria al margen de la antipatía y rechazo de los demócratas al estilo Madero respecto de los campesinos zapatistas y villistas.
                       
          La revolución tuvo pues una serie muy larga de vicisitudes,  vueltas y revueltas que no podrían ser resumidas adecuadamente en unas cuantas páginas. Empero, trataremos de señalar los acontecimientos principales y sobre todo la línea política que siguió el levantamiento.
                       
          «La Revolución mexicana se produjo porque los políticos encumbrados del país no lograron ponerse de acuerdo, manifiestamente, en lo tocante a quién habría de gobernar cuando muriese el presidente Porfirio Díaz. Estos políticos, apodados los científicos, consideraban que era una ley natural que la nación pudiese progresar solamente bajo su dirección y dominio y para su beneficio propio. Desde los primeros años de la década de 1890 sermoneaban a México acerca de la autoridad a que les daba derecho su ciencia especial y con el tiempo llegaron a convencer de su infalibilidad a grandes sectores del público. Pero hacia 1904 andaban forcejeando con el problema de arreglar la sucesión de Díaz, que llevaba 20 años consecutivos de ser presidente. En 1908, dos años antes de la siguiente elección presidencial, el problema se convirtió en un notorio asunto de Estado. Y al quedar al descubierto sus maniobras, los poderosos resultaron ser ingenuos, traicioneros e incompetentes. Poco tiempo después, su esmerado orden se vino abajo...»  (2)
                       
          Así relata un autor biógrafo de Zapata, la situación muy poco antes de la eclosión revolucionaria que haría crisis en 1910.
                       
          La gran convulsión social había llevado a sucesivos y confusos enfrentamientos entre grupos armados de terratenientes, campesinos y militares que pugnaban por obtener predominio político ante la clara decadencia del régimen porfirista, que realmente conducido por los "científicos" Romero Rubio y Limantour, sostenían que el progreso de México estaba ligado estrechamente a la venida del capital extranjero.
           
          En verdad la revolución mexicana tiene su inicio en el llamado "Plan de San Luís Potosí", lanzado por Madero el 5 de octubre de 1910, un documento de carácter político democrático que exigía la anulación de las elecciones fraudulentas organizadas por Porfirio Díaz para reelegirse y únicamente una reivindicación social, es decir la «restitución a sus antiguos propietarios de las tierras expropiadas por las autoridades porfiristas» 
                       
          «El viernes 10 de marzo (1911), Zapata, Torres Burgos y Rafael Merino se reunieron durante la feria anual cuaresmal de Cuautla. Allí se pusieron de acuerdo en lo tocante a los detalles finales y a la noche siguiente, de regreso en Villa de Ayala, pusieron en acto sus planes. Se amotinaron repentinamente, desarmaron a la policía del lugar y convocaron a una asamblea general en la plaza. El orador, Torres Burgos, subió al pequeño quiosco y leyó en público (por primera vez en Morelos) el plan de San Luís Potosí, luego informó de los levantamientos en el norte y terminó con vivas para la revolución y mueras para el gobierno...... En rebelión formal ahora, de acuerdo con el Plan de San Luís, los de Ayala organizaron una banda de cerca de 70 hombres de diversos poblados del municipio, distribuyeron comisiones y cabalgaron hacia el sur por el campo. La revolución maderista había comenzado en Morelos.....»  (3)
                       
          Porfirio Díaz acosado por la resistencia popular y debido a una decadencia física, renuncia a la presidencia el 25 de mayo de 1911 y  deja el cargo al antiguo embajador mexicano en los Estados Unidos Don  Francisco León de la Barra y huye del país ante el repudio y la imposibilidad de perpetuar su régimen. En unas elecciones sumamente confusas del 1° de octubre es elegido don Francisco I. Madero, nuevo presidente de México, dándose la apariencia de solución de los problemas. Más no era así, el latifundismo y la dominación servidumbral iban mucho más lejos de la persona y el régimen de Porfirio Díaz, estaban profundamente introducidos en la sociedad mexicana. El propósito de las clases dominantes mexicanas era establecer un régimen aparentemente democrático y frenar el ascenso campesino. Fuera de los contingentes campesinos revolucionarios al mando de líderes auténticamente populares, existían también bandas armadas pagadas por los terratenientes que sembraban la confusión en el campo.
                       
          Por su parte el ejército mexicano, seguía siendo un aparato al servicio de los terratenientes y en su seno iban perfilándose las personalidades que darían larga y sangrienta batalla a las fuerzas revolucionarias campesinas. La presidencia de Madero no trajo, como se esperaba, la conclusión de la agitación social, por el contrario, las masas populares y principalmente los campesinos comprendieron que era la hora precisa de acentuar sus presiones y su lucha reivindicativa.
           
          «A tres semanas de la toma de posesión de Madero, el 28 de noviembre de 1911, se firmó en las cercanías de la Villa de Ayala lo que puede considerarse el programa de la revolución campesina. En él se denunciaba la claudicación de Madero, se le desconocía como jefe del movimiento y se llamaba a su derrocamiento. A continuación, en los artículos 6, 7, 8  y 9 se exponía lo fundamental de las transformaciones agrarias por las que prometían luchar, hasta "vencer o morir", los hijos del estado de Morelos, afiliados al Ejército insurgente.... Lo más significativo del Plan de Ayala era que no constituía una promesa de redistribución agraria para ser cumplido después del triunfo de la Revolución, sino un programa de aplicación inmediata en todos los territorios que fueran dominando las fuerzas rebeldes.... A pesar de ello, cierta perspectiva de un nuevo ordenamiento nacional se bosquejaba, en forma más o menos explícita, a través de todo el articulado, sobre todo en los acápites 1, 3, 12, 13 y 15.»   (4).
                       
          Como se ve, frente al ya mencionado Plan de San Luís Potosí, maderista y de origen democrático burgués constitucionalista, se presenta el "Plan de Ayala", zapatista de origen agrario revolucionario. Parece que Madero jamás comprendió el carácter profundo de los levantamientos campesinos y muy rápidamente se desconectó de ellos con la pretensión de servir los intereses exclusivos de la burguesía mexicana. Cuando el movimiento campesino deslindó fronteras con Madero, comenzó una etapa relativamente corta de decadencia del prestigio del presidente que conduciría a la comisión de serios errores que precipitarían su caída. Por otro lado, se hacía cada día más evidente la intervención arbitraria y abusiva del imperialismo norteamericano dispuesto a decidir, por su cuenta, los destinos de México. El presidente Taft acusó a México de "discriminar" a las empresas norteamericanas en diciembre de 1912 y acá comenzó el plan de derrocar a Madero.
           
          «En enero de 1913 se organizó una nueva conspiración contra Madero dirigida por el general Mondragón, Felix Díaz y Bernardo Reyes..... En los primeros momentos los insurrectos fueron rechazados con fuertes pérdidas al atacar el palacio nacional.... El presidente nombró entonces a Victoriano Huerta, antiguo general porfirista, como jefe de las tropas...» (5).
                       
          Seguramente el régimen Madero hubiera durado mucho más tiempo si no hubiera cometido el grave error de designar como jefe del Ejército federal a Victoriano Huerta, el más grande reaccionario de los generales mexicanos y una especie de Pinochet de principios de siglo, que después de jurar lealtad una y otra vez a Madero, le clavó el puñal por la espalda, derrocándolo después de muchas maniobras de deslealtad inauditas y finalmente fusilarlo por órdenes de los Estados Unidos. Victoriano Huerta simulaba combatir a los conspiradores y según el autor Díaz de Arce, en realidad hacía todo lo posible para facilitar su triunfo. En esos trajines fue descubierto por el hermano de Madero, Gustavo que lo detuvo y lo presentó al presidente acusándolo de conspiración. El ingenuo Madero, dice nuestro autor, se dejó convencer y consiguió su libertad para seguir su plan macabro. (No podemos menos que recordar el itinerario del general Pinochet nombrado por Allende en lo más alto de la crisis, para después traicionarlo y asesinarlo, no sin antes jurar una y otra vez lealtad al mandatario legal).
                       
          Se inicia, pues, lo que llevará el nombre de la "decena trágica" del 9 al 18 de febrero de 1913:
                       
          «El primer acto del drama había terminado. Las últimas escenas se desarrollaron en torno al tema: ¿Qué hacer con Francisco Madero?. En esta cuestión volvieron a ponerse de relieve las diferencias entre Wilson (el embajador norteamericano, cuándo no) y los representantes europeos. El inglés y el alemán eran partidarios de salvarle la vida. El norteamericano, prácticamente y en forma sutil, recomendó a Huerta su fusilamiento....»  (6).
                       
          Como siempre en toda la historia de nuestra América, los Estados Unidos y sus representantes, jugando el sucio e infame papel de asesinos a mansalva contra los hombres que pretendieron la libertad, la justicia y la democracia en el subcontinente. Como en todos los casos, sus embajadores metidos en las peores confabulaciones, en los peores complots, en las más oscuras maniobras y traiciones para hacer desaparecer a los patriotas y facilitar la acción de los criminales vestidos de militares o civiles a sus órdenes. Inmediatamente se dio inicio a la tenebrosa dictadura de Victoriano Huerta que encontró, como no podía ser de otra manera la oposición de Zapata, fuertemente instalado en el estado de Morelos, de Francisco Villa y su famosa División del Norte y del gobernador de Coahuila Venustiano Carranza quién llamando a la lucha armada contra la dictadura, proclamó su célebre Plan de Guadalupe el 26 de marzo de 1913.                                  
          En realidad, rápidamente se organizó contra Victoriano Huerta un amplio frente de fuerzas heterogéneas que veían en el traidor la continuación orgánica de la dictadura porfirista. Nació entonces lo que se daría en llamar, el constitucionalismo mexicano que tuvo tanto predicamento y que en sus inicios tenía tres tendencias: la del líder Carranza,  la de Alvaro Obregón de tendencia pequeño burguesa, dice Arce y finalmente la liderada por Francisco Pancho Villa y su División del Norte.
                       
          Zapata por su parte, aprovechó el tiempo reorganizando sus fuerzas y definiendo el carácter de su movimiento frente al golpe militar de Huerta. Lo primero que hizo fue completar su famoso Plan de Ayala declarando a Huerta "usurpador" y "mucho peor que Madero" y desenmascarando la traición de Pascual Orozco el viejo revolucionario que había cometido el error de reconocer y prestar apoyo al golpe de Huerta.
                       
          El régimen huertista no podía sostenerse mucho tiempo en el poder, pues había concitado aunque sea de mal grado, la unidad de todas las fuerzas contendientes. El imperialismo norteamericano, sediento de beneficios y tratando de aprovechar todas las circunstancias, primero apoyó a Huerta y después, como es su costumbre, le quitó el apoyo, determinando su derrocamiento.

Para presionar más aún a México que no era un país unificado y que en realidad estaba dividido en muchos poderes locales, uno de los cuales fue siempre el estado de Morelos a cargo de Zapata y otro el de Villa en Chihuahua, dispuso la ocupación de Veracruz mediante un desembarco de fuerzas navales el 21 de abril de 1914.
                       
          Naturalmente el exabrupto norteamericano hizo que todo el pueblo mexicano y todas sus fuerzas políticas y militares, reaccionaran airadamente pidiendo el inmediato retiro de esas tropas, así quedó frustrada la intentona norteamericana de tomar México e imponer sus condiciones a todos los contendientes. Incluso el reaccionario gobierno local de Victoriano Huerta repudió la invasión y se dispuso a rechazarla.
                       
          Ante el visible debilitamiento de la dictadura de Huerta, se dibujaron claramente las fuerzas que pugnaban por tomar la capital y echar a Huerta del poder político. Esas fuerzas eran por una parte Carranza, con su aliado Alvaro Obregón y por otra parte Francisco Villa y su División del Norte. Ambas fuerzas trataban de ganar la carrera hacia México y mutuamente se ponían obstáculos en esa labor. El 15 de julio de 1914, completamente abandonado y desacreditado, Huerta renunció a la presidencia y se retiró con sus acólitos al exilio a Jamaica protegido por sus padrinos los diplomáticos ingleses y alemanes. Ya antes los norteamericanos habían abandonado totalmente a Huerta.
                       
          Un pacto firmado en Torreón el 8 de julio entre Villa y Carranza, el subordinado y el jefe, determinaba que ambas fuerzas lucharían mancomunadamente hasta derrocar a la dictadura y hasta hacer desaparecer al Ejército ex Federal y sustituirlo por el Ejército Constitucionalista. Carranza desconoció el pacto y ordenó la toma de México por su subordinado Alvaro Obregón quién efectivamente ocupó la capital iniciándose la era de Venustiano Carranza.
           
          Las fuerzas que derrotaron a Victoriano Huerta no estaban unificadas, como sabemos, entonces para lograr un acercamiento aunque sea formal, se convocó a la famosa Convención de Aguascalientes, inaugurada el 10 de octubre de 1914 en la que participaron las tres fuerzas: Carranza, Villa y Zapata. Alvaro Obregón era parte del constitucionalismo carrancista. Se acercaba, por entonces, la cima más alta del movimiento revolucionario agrarista. Juntos Villa y Zapata representaban una fuerza mayor a la de Carranza, de modo que ante esa situación el "primer jefe" abandona la capital el 22 de noviembre y se refugia en Puebla y después en Orizaba.

Al mismo tiempo, Villa y Zapata ingresaban triunfalmente a México. El 4 de diciembre de 1914 se celebraba la famosa y conocida entrevista de Emiliano Zapata y Francisco Villa en Xochimilco. Sin embargo, como lo señalan todos los autores, este momento culminante de la Revolución Mexicana que parecía llegar al triunfo de sus fracciones más radicales y revolucionarias no duró mucho. El movimiento agrarista no tenía una proyección política clara, no tenía el respaldo, sobre todo de los sectores urbanos proletarios y clases medias bajas, de modo que, en general se fue agotando y debilitando conforme pasaba el tiempo. Por su parte, Carranza y su lugarteniente Alvaro Obregón se fueron reponiendo poco a poco, venciendo en sendas batallas a las fuerzas de Pancho Villa, mientras Zapata, desorientado y confundido, se retiraba a su cuartel general de Morelos.
           
          Carranza y Obregón volvían y tomaban la capital para reiniciar la era Carranza. Omar Díaz de Arce, en su comentada obra nos relata cómo llegó a confundirse tanto el movimiento obrero mexicano en estos tiempos, cuando los sectores anarquistas del proletariado se unieron  al presidente Carranza para luchar contra los campesinos haciendo oídos a la demagogia carrancista. Algo inconcebible desde el punto de vista revolucionario, pero evidente desde el punto de vista histórico.

«El respaldo obrero a Carranza, sirvió, no para mejorar sustancialmente la situación desesperada de los trabajadores, sino para lanzarlos criminalmente contra el pujante movimiento campesino. La Casa del Obrero Mundial, creada en 1912 por los dirigentes anarquistas, ofreció al jefe constitucionalista el concurso de "Batallones Rojos", movilizados enseguida por éste para combatir al campesinado revolucionario en nombre de la lucha contra la reacción. Pero el trágico episodio no podía durar mucho. Ya en 1916 Carranza respondía a los desilusionados trabajadores --que iniciaron un vigoroso movimiento de huelgas y protestas-- con la disolución de los "Batallones Rojos", la ocupación de los locales sindicales y la prohibición de la Casa del Obrero Mundial-...» (7).
                       
          Lo más importante que hizo Carranza, no precisamente por convicción, sino por presiones de las fuerzas progresistas y revolucionarias al influjo del movimiento campesino, fue la promulgación de la famosa y conocida Constitución de Querétaro de 1917. Esta Carta Magna mexicana, constituyó la expresión más alta de las aspiraciones de los pueblos de América Latina, antes de la Revolución Bolchevique. Querétaro significa el reconocimiento de los derechos fundamentales de las amplias masas campesinas, a la tierra y a la libertad y por otro lado, el reconocimiento de los derechos de los trabajadores. En una palabra, los dos elementos aunque separados, se iban ya aproximando, lo que se produciría con toda claridad con la Revolución de Octubre en Rusia.
                       
          Nace también con la Constitución de Querétaro, una verdadera corriente jurídica constitucionalista que tendrá una repercusión muy grande e influirá decisivamente en el ambiente jurídico latinoamericano, pues muchas constituciones a partir de entonces se inspiraron en la de Querétaro. El constitucionalismo social se hizo pues muy influyente también en Bolivia y fue aplicado en la reforma de 1938.
           
          La hegemonía carrancista hacía aguas por todas partes y hasta su partidario más cercano, Alvaro Obregón, comenzó a conspirar para terminar, de una vez por todas con aquella. Efectivamente, en Sonora, Adolfo de la Huerta proclamó un nuevo Plan el de "Agua Prieta" que simplemente desconocía la presidencia de Carranza. Rápidamente se extendió la rebelión y Carranza se vio obligado a abandonar la capital, iniciando una huida ya tradicional entre los gobernantes mexicanos de la época.
           
          Sin embargo, el acontecimiento más importante de la etapa heroica de la revolución mexicana y prácticamente el cierre dramático y trágico de su trayectoria, es el cobarde, aleve y siniestro asesinato del gran Emiliano Zapata, precisamente por órdenes de Carranza. Es importante, en nuestro concepto, detenernos un tanto en este acontecimiento que marca un hito imborrable en la historia revolucionaria de América.

Es precisamente el autor norteamericano John Womack Jr. el que narra con más detalle, la infamia del asesinato. Como es conocido era moneda corriente que los jefes de bandas armadas campesinas tomaran partido por uno u otro bando de acuerdo a sus propias conveniencias, la excepción era naturalmente Emiliano Zapata que era el único caudillo que luchaba por principios. En medio de esta confusión, algunos jefes que eran castigados por sus superiores, se resentían profundamente y ofrecían sus servicios a los adversarios. Es este problema que desconcertó a Zapata y le llevó a cometer el peor error de su vida que le costó precisamente la misma.
                       
          Un jefe local llamado Jesús Guajardo había sido castigado por Pablo González el conocido general carrancista y verdugo de Morelos, por su renuencia a atacar a las fuerzas zapatistas. Conocedor del entuerto, Zapata envió una nota invitando a Guajardo a pasarse a sus filas. La nota de Zapata "apareció", según Womack, en el escritorio de González e inmediatamente se le ocurrió un contraplan. Haría que Guajardo le siga el juego a Zapata simulando interesarse por su propuesta, pero bien vigilado, sobornado con el perdón y nuevos ascensos por parte de González y la anuencia de Carranza en el plan.
         
          A continuación citamos en toda su extensión, en relato del asesinato de Zapata realizado por Womack y que demuestra del modo más dramático el carácter traidor del suceso:
           
          «El lunes 7 de abril  (1919) todo estaba listo. Las municiones habían llegado. González había regresado. Y Zapata había recibido promesas de otras deserciones de los nacionales y había dado sus órdenes de batalla contra Jonacatepec, Tlaltizapán y Jojutla. Para apartar la atención de Morelos, en ese mismo día los zapatistas atacaron Cholula, Puebla. En esa noche Guajardo hizo sus últimos preparativos en Cuautla y a la mañana siguiente se declaró finalmente en rebelión contra el gobierno. Al salir de Cuautla, un cautivo zapatista que gozaba de libertad bajo fianza, Eusebio Jáuregui, le envió a Zapata otra recomendación en su favor.
           
          Guajardo avanzó directamente hasta Jonacatepec, como le había ordenado Zapata. Allí otros oficiales nacionales se sumaron a su falso motín y juntos, la mañana del 9 de abril, ocuparon la población en nombre de Zapata. De acuerdo con lo convenido con Zapata, Guajardo arrestó a Bárcenas y a sus traidores. Y luego los hizo matar...» (8)
           
          «Poco después del alba, el 10 de abril, Zapata y su escolta montaron a caballo. Eran los lugares en los que había transcurrido su vida. La hacienda de Chinameca se extendía junto al río Cuautla, a unos cincuenta kilómetros al sur de Villa de Ayala.... Fuera de la hacienda, apoyadas contra sus muros delanteros, había varias tiendas y en una de ellas conversaron Zapata y Guajardo... Dentro de los muros la escolta de Zapata descansaba... Aunque no había señales del enemigo, Zapata puso centinelas y regresó a los alrededores de la hacienda. Era la una y media de la tarde. Sólo las tropas de Guajardo se encontraban ahora dentro de los muros, con excepción del asistente Palacios, que estaba hablando con Guajardo para recoger unos doce mil cartuchos de su depósito de municiones. Zapata esperó. Guajardo lo invitó a comer y cerrar el trato, pero Zapata prefirió seguir aguardando. Mas cuando los oficiales de Guajardo le repitieron varias veces la invitación, no le pareció mala idea tomarse unos tacos y una cerveza. Habían empezado temprano el día y habían cabalgado mucho.  Hacia las dos de la tarde, Zapata comenzó a impacientarse; finalmente a las dos y diez minutos aceptó. Montando en el alazán que Guajardo le había dado el día anterior, ordenó que diez hombres lo acompañasen hasta las puertas de la hacienda. "Lo seguimos diez, tal y como él lo ordenara" --le contó un joven asistente que había presenciado los hechos, a Magaña, esa misma noche--, quedando el resto de la gente, muy confiada, sombreándose debajo de los árboles y con las carabinas enfundadas. La guardia formada parecía preparada a hacerle  los honores. El clarín tocó tres veces llamada de honor, al apagarse la última nota, al llegar el General en Jefe al dintel de la puerta... a quemarropa, sin dar tiempo para empuñar ni las pistolas, los soldados que presentaban armas, descargaron dos veces sus fusiles y nuestro inolvidable General Zapata cayó para no levantarse más....
           
          La sorpresa fue terrible. Los soldados del traidor Guajardo, preparados... en todas partes. Bien pronto la resistencia fue inútil....». (9)
           
          Así, a través de una cobarde trampa, Carranza, González y Guajardo, los asesinos a mansalva privaron al pueblo mexicano y a los pueblos de América Latina  de uno de sus héroes más puros, más abnegados y que se eleva cada día más alto en la memoria de nuestros pueblos y naciones.
         
          La desaparición de Emiliano Zapata significa el fin de la etapa heroica de la revolución mexicana, significa el inicio de una cadena de caudillos mezquinos que finalmente constituirían el famoso Partido Revolucionario Institucionalista (PRI) que gobernará México hasta el año 2000 (en que se rompe esa hegemonía) en medio de la corrupción, la demagogia y el reaccionarismo.
         
Emiliano Zapata, junto a César Augusto Sandino, a Simón de la Santísima Trinidad de Bolivar y Palacio, a José Martí, a Tupak Katari, a Tupak Amaru, a Juana Azurduy, a Ernesto Che Guevara, significa el honor y la dignidad de América frente a los poderes imperiales y oligárquicos.

México y sus grandes hombres como Diego Rivera, el más grande muralista de todos los tiempos, el coronelazo David Alfaro Siquieros, héroe de la revolución española y tantos y tantos otros valientes de una revolución que se prolongó por décadas, dará, estamos seguros pronto,  su adhesión a los grande procesos latinoamericanos que vivimos.




¡VIVA  ZAPATA!







NOTAS


1.      WOMACK, John. “Zapata y la revolución mexicana”. Editorial del Instituto del Libro Cubano. Ciencias Sociales. Cuba 1071. Pág 13.
2.      Ibidem. Pág. 13.
3.      Ibidem. Págs. 74 y 75.
4.      DIAZ DE ARCE, Omar y ARMANDO PÈREZ PINO. “México: revolución y reforma: 1910-1040”. Editorial Ciencias Sociales. La Habana-Cuba. 1982. Págs. 31 y 32.
5.      Ibidem. Pág. 38.
6.      Ibidem. Pág. 40.
7.      Ibidem. Pág. 80.  
8.      WOMACK. Citada. Págs. 306-307.
9.      Ibidem. Pág. 307-308.


22-11-10


PCmlm.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.