El Gran Sol Rojo del Amanecer

miércoles, 22 de diciembre de 2010

RELATOS DE PRÁCTICAS INFORMATIVAS EN PAKISTÁN

Las ‘novatadas’ de la prensa para informar de la guerra de Afganistán
Desde la invasión de Afganistán, Peshawar ha recibido periodistas de todo el mundo para cubrir la guerra. Conocer el trabajo de estos periodistas es una forma de entender la información que de esta guerra se ofrece.

Farooq Sulehria / Peshawar (Pakistán) * Traducido del inglés por: Eric Jalain. Aeiou Traductores.
Miércoles 22 de diciembre de 2010.  Número 139  Número 140

Foto: Isafmedia
Capital de la provincia fronteriza pakistaní, Peshawar es la puerta de entrada a Afganistán. Cientos de camiones, entre ellos los vehículos que transportan suministros de la OTAN, hacen fila a ambos lados de esta tierra de nadie, esperando durante horas los permisos de aduanas. A los allí presentes, sin embargo, no les preocupan demasiado los controles aduaneros. De hecho, casi nadie lleva pasaporte, ni mucho menos un visado, ya sea para entrar en Pakistán o para cruzar a Afganistán. Ambos lados de la frontera están poblados por las tribus pashtún.
Una frontera artificial como ésta, trazada cuando la India era gobernada desde Londres, facilita bastante el trabajo de los periodistas occidentales y permite a los periodistas locales ganarse algún dinero extra. Cuando visité desde Suecia Peshawar, por primera vez en 2002, algunos de mis antiguos colegas pakistaníes estaban en Peshawar en busca de trabajo. Un par de ellos se dedicaban a facilitar la tarea a los periodistas internacionales. Shahid me contó que dos periodistas suecos de un gran diario alquilaron literalmente sus servicios para que les buscaran las noticias. Estaban demasiado asustados como para aventurarse, “pero encantados de recibir artículos en exclusiva”, me dijo Shahid.
Un trabajo ‘sucio’
Ahmed Jan, que hacía esta labor, narra cómo los periodistas occidentales cubren la “guerra contra el terror”. Según Jan, en muchos casos, los periodistas locales apañaban encuentros entre periodistas occidentales y falsos mandos talibanes. “Se llevan a estos periodistas, en lo más oscuro de la noche, a sus pueblos natales para que entrevisten a algún amigo o primo, el cual es presentado como un alto mando talibán. Puesto que el alto mando no habla inglés y el periodista local sabe perfectamente qué declaraciones desean conseguir los periodistas extranjeros de un mando talibán, ya han conseguido su exclusiva”.
Otras veces, las cosas no son tan rebuscadas como Jan nos relata. Por ejemplo, en Kabul, poco después de la huida de los talibanes, sólo costaba 50 dólares conseguir que una mujer (a menudo, una mendiga callejera) levantara su velo para la foto. Fueron innumerables las fotos a 50 dólares que aparecieron durante aquellos días en las portadas occidentales. Incluso muchos dirigentes talibanes (los auténticos) estarían dispuestos a posar en cualquier postura divertida si el periodista local que guía a los occidentales mantiene buenas relaciones con el alto mando talibán. Y la mayor parte de los 250 miembros del Peshawar Press Club mantienen, de hecho, buenas relaciones con los talibanes. Pongamos como ejemplo el caso de Hakeemullah Mehsud. Cuando el dirigente talibán Baitullah Mehsud murió en un ataque con aviones teledirigidos, en agosto de 2009, Hakeemullah lo sucedió. Durante unos cuantos días, acaparó las portadas de todo el mundo. En la mayor parte de los artículos aparecía un Hakeemullah sonriente blandiendo una LMG (ametralladora ligera, por sus siglas en inglés) con una pose que cualquiera con unos conocimientos mínimos sobre armas sabe que es imposible de mantener mientras se dispara. “La LMG no es precisamente un arma que se dispare apoyándola en el hombro. En esta foto, Hakeemullah aparece apuntando con el arma mientras la sujeta por el trípode. Esto es más una sesión fotográfica que otra cosa, destinada, permíteme que te lo diga, a impresionar a periodistas ingenuos que no saben demasiado sobre armas, con una imagen de poderío y de rudeza”, según el coronel Jafri.
Otra situación similar la narró Dawn, el principal diario pakistaní escrito en inglés. Según este rotativo, “en Baluchistán, en 2004, fue detenido un periodista freelance que estaba realizando un documental falso sobre los talibanes para un canal de televisión extranjero”. Este freelance trabajaba para dos periodistas franceses que también fueron arrestados, siendo, no obstante, rápidamente liberados por considerar que su arresto constituía un ataque contra la libertad de prensa occidental.
El lado pakistaní
Pero esto es sólo la mitad de la historia; la otra parte son los medios pakistaníes. Tomemos, por ejemplo, el caso de Ahmed Rashid y de Hamid Mir. El libro Taliban de Rashid ha alcanzado el estatus de manual de referencia sobre el fenómeno talibán. Pero el reputado periodista pakistaní Mir, en 2003, en Jang, el mayor periódico escrito en urdu, afirma que numerosos hechos y anécdotas contenidos en Talibán habían sido inventados por Rashid. Y Rashid, se defiende de esas acusaciones señalando que el establishment militar pretendía desacreditarlo.
Mir, a su vez, es acusado de haberse inventado la única entrevista concedida por Bin Laden tras el 11 de septiembre. “Esa entrevista es una table-story”, aseguran desde el Lahore Press Club. Table-story es un término de la jerga empleada por los periodistas de Lahore para referirse a una historia falsa. De 1994 a 1995, Hamid Mir y yo coincidimos trabajando para el diario Pakistan, con sede en Lahore. Él era una estrella ascendente del periodismo y ya entonces era acusado por algunos colegas de ser muy aficionado a inventarse historias. Otros rechazaban estas acusaciones contra Hamid Mir calificándolas de “basura” producto de los celos profesionales. Estas anécdotas sirven para cuestionar la credibilidad de los hábitos periodísticos y de la ética profesional en la cobertura de la “guerra contra el terror”.

Apoyo a los talibanes
Un hecho que apenas se conoce fuera de Pakistán es que entre los periodistas y columnistas de todo el país predomina un posicionamiento pro talibán. Ridiculizados por la izquierda y por los círculos liberales, que los denominan “muyahidines mediáticos” visión favorable de los talibanes. Por otra parte, como ocurre en muchos otros países, numerosos periodistas conocidos están en la nómina de los servicios secretos pakistaníes. Benazir Bhutto, por ejemplo, que nunca estuvo a bien con el ejército, solía tener muy mala prensa. Hostigada y frustrada, cuando por fin logró convertirse en primer ministro se tomó su pequeña venganza. Filtró a luz pública una lista con el nombre de 20 periodistas que habían recibido dinero de la Oficina de Inteligencia a cambio de difundir falsedades o medias verdades.
El peligro de no contrastar las fuentes
Otra situación la reproducen algunos periodistas que basan sus artículos para medios occidentales, así como para medios alternativos, en información de diarios en inglés, concediéndoles la máxima autoridad. Un buen ejemplo es un artículo de Amir Mir sobre los ataques estadounidenses con aviones teledirigidos contra talibanes. Según Mir, “de los 60 ataques transfronterizos en territorio pakistaní realizados con los aviones teledirigidos Predators desde las bases estadounidenses en Afganistán entre el 14 de enero de 2006 y el 8 de abril de 2009, sólo 10 lograron sus objetivos, matando a 14 líderes de al-Qaeda, además de a 687 civiles paquistaníes. El porcentaje de éxito de los ataques estadounidenses con Predators no supera, por lo tanto, el 6%”. Pero el artículo no explica cómo se determina si la víctima es un civil o un militante de al-Qaeda. Este texto fue ampliamente citado en webs como Counterpunch, Znet y Tomdispatch. Según periodistas de Peshawar e integrantes del Partido Laborista de las áreas tribales, en los últimos años, los corresponsales locales han huido de esta zona por las amenazas talibanes. Toda la información sobre estas áreas procede de Peshawar, de periodistas que dan un telefonazo a algún pariente o amigo que aún reside ahí. Como mucho, a veces los reporteros consultan a algún oficial de inteligencia de la región. Todas estas informaciones no son verificadas ni cuestionadas por los editores y son presentadas tal cual.
Nodo 50.org

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periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.