por Quibian Gaytan
Militantes antiimperialistas armados a partir de sus bases en el lado de Pakistán ha estado intensificando sus ataques contra los yanquis ocupacionistas y sus tropas cipayas. Como se recordará, el martes recién pasado, militantes armados sitiaron y pusieron bajo fuego intenso tanto las sedes de la Embajada USA y de la OTAN en Kabul, Afganistán. Acción que se cerrado con 16 muertos. La que se suma al anterior ataque con coche-bomba a un puesto militar yanqui en Wardak que ha dejado 4 civiles muertos y 77 mercenarios gringos heridos. Según fuente diplomática estadounidense los ataques se atribuyen al grupo Haqqani.
Las acciones armadas de Haqqani, según las mismas fuentes, un grupo armado que tiene su base de apoyo en Pakistán y aliado a los Talibanes y a Al Qaeda, continúan calentando las tensa relaciones entre el gobierno de Islamabad y Washington.
Por lo que un agriado Leon Panetta, Secretario de Defensa estadounidense, en tono evidentemente poco diplomático ha advertido a Pakistán que “Creo que el mensaje que (los pakistaníes) necesitan saber es: vamos a hacer todo lo posible para defender nuestras fuerzas”. Y agregado, “Y otra vez hemos instado a los paquistaníes a ejercer su influencia sobre estos tipos de ataques de los Haqqanis”.
Por su parte Islamabad contemporiza y manifiesta una cierta actitud de cooperación con los yanquis. No obstante, Bruce Riedel, ex-analista de la CIA y asesor del presidente Obama, explicando eso ha señalado: “ha habido cierta cooperación… pero la desconfianza no ha desaparecido, ni tiene la diferencia fundamental en el enfoque de terror”.
Como ya es de conocimiento público, en los últimos meses las relaciones entre las dos capitales se han enfriado mucho. Pakistán se opuesto drásticamente a las violaciones de su frontera por parte estadounidense y por los indiscriminados ataques de aviones no tripulados que han causado sensibles bajas entre la población civil fronteriza. Ello motivó, cosa inusual, que el responsable de la CIA en Pakistán tuviera que dejar el país cuando su nombre se hiciera público, luego vino el asunto ese del contratista (mercenario) de la CIA matase a dos ciudadanos paquistaníes. De seguido, el escabroso asunto del supuesto asesinato de Bin Laden que ha derramado el vaso de agua.
En respuesta Islamabad ha expulsado del país a casi 100 entrenadores militares yanquis, rechazado visas de entrada a personal estadounidense, incluyendo agentes de la CIA.
Y así siguen deteriorándose las relaciones entre los dos países, en la medida que aumentan las acciones armadas de los patriotas afganos, dentro y de fuera de la frontera de Pakistán.
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