El Gran Sol Rojo del Amanecer

martes, 21 de agosto de 2012

UN DESCARADO INTENTO REVISIONISTA DE ENMASCARAR LA MASACRE DE MINEROS EN SUDÁFRICA


por Quibian Gaytan
Con fecha del 19 de agosto, bajo un neutralista “punto de vista” Jean Damu, presentado como un Organizador de la Conferencia de Solidaridad con los Sindicatos de Sudáfrica de la bahía (USA), ha publicado un artículo (aparecido en el blog Democracia y Lucha de Clase), intitulado “Detrás de la masacre de los mineros de Sudáfrica”, con el cual intenta dar una explicación de los sucedido allí. ¡Y vaya explicación! Comienza dejando por sentada una crítica a la “desgraciada tácticas de la organización sindical” aunque vese forzado a reconocer, para matizar la innegable acción policiaca,  que “de ninguna manera absuelve a la policía y dueños de la mina”. Así pues equipara, en ese oportunista neutralismo  -por encima de las clases y de la lucha de clases, así como la precisa función de la policía en sociedad capitalista-,  victimarios y víctimas.

“Hay sangre y la culpa suficiente para cubrir ambos lados”, dice. Para fundamentar tan  salomónica conclusión, nada mejor que buscar como testigo de cargo “al inmensamente influyente Partido Comunista de Sudáfrica”. ¡Un partido revisionista, colaboracionista y co-gobernante con el partido Congreso Nacional de Azania (ANC)! El cual por boca de su vocero regional ha “pedido la detención de los dirigentes del sindicato de trabajadores de la mina separatista, por cuanto el mismo utiliza la violencia como recurso de lucha.

Así pues que la utilización de formas de luchas no reformista, legalistas y pacíficas, radicalmente opuesta al colaboracionismo de clase como quiere éste bonzo sindical, por parte de un sindicato no sólo debe ser repudiada, sino ilegitimizada e inclusive reprimida sangrientamente. ¡Que miserable agente de la burguesía!

Según los revisionistas sudafricanos, como para sus cofrades de  cualquier país del mundo, toda acción rompedora de la política de pacto social,  de  la paz social y subordinación  de las organizaciones obreras a los sindicatos-correa de transmisión- del gobierno es un crimen atentatorio a la integridad del Estado (burgués). Lo cual sólo merece, y deberá actuar como su justificante, la ilegalidad, la persecución y la cárcel… además, la muerte. Los trabajadores, sugiere el articulista pro-revisionista y reformista el mismo, deberán comportarse moderadamente, como buenos chicos y respetar la estructura verticalista y burocrática de los sindicatos al servicio del régimen.

 Eso, pese a lo que él mismo nos informa de la existencia en Sudáfrica “de una tendencia peligrosa a la militarización de las empresas privadas de seguridad, muchas de ellas contratadas por los centros mineros…” y que estos guardias de seguridad privada “…  se introducen en la policía nacional, (con) armadura dada y armas automáticas”.  Por lo que se crea una situación “una gran distancia entre la policía local y las autoridades ante las cuales deben ser responsables”. ¡Vaya! ¿Si esto no es tratar de lavarle la cara a la Policía y a su criminal represión, echándole la culpa a la supuesta infiltración de la seguridad privada, entonces, qué es?

Pero, lo más sabroso viene después, lo que nos debela lo que realmente está en la retroescena de la masacre de los mineros. El articulista nos señala, acordaos él es un sindicalista “neutral”, un observador desde fuera, como todos nosotros, aprobatoriamente, que un líder sindical provincial ha solicitado la formación de una Comisión gubernamental para que investigue la “naturaleza violenta y la anarquía asociada con el AMCU dondequiera aparezca”. Asimismo, recordando la muerte de dos agentes de policía (16 de agosto) a machetazos blandidos por miembros de AMCU.

El lector debe recordar, ya que en anterior información lo señalábamos, el movimiento sindical sudafricano pasa por momentos difíciles y en los cuales se enfrentan por la dirección de las masas trabajadoras dos sindicatos nacionales y enfrentados duramente. Sin obviar, choques violentos y sangrientos entre ellos.

Por un lado, la Unión Nacional de Mineros (NUM, por sus siglas en inglés), íntimamente ligado al aparato gubernamental y hasta la fecha monopolizador oficial del sindicalismo sudafricano. Caracterizado, éste último, por su burocratismo centralizador y la profunda corrupción reinante en su cúpula dirigente; tanto así que un ex-dirigente suyo, otrora combativo líder anti-apartheid de izquierda, hoy degenerado motor de inversiones de capital imperialista, dirige al grupo Shanduke Inversiones y miembro directivo de la Coca Cola, hoy es considerado el hombre más rico de África del Sur. Aunque, con desparpajo inaudito, continúa proclamándose “socialista”. Él, además, es un bellaco propulsar de un sedicente “sindicalismo empresarial”. Ello, nos da la tónica de lo que es y realmente representa ésta corriente sindical.

El NUM, por sus migas con el aparato estatal, beneficiado de la herencia de lucha anti-apartheid y por sus estrechos vínculos, algunos necesarios por su actividad sindical, con los monopolios imperialistas extranjeros puede ser considerado la fuente social de una nueva facción de la burguesía burocrática sudafricana.
Por el otro, la Asociación de Mineros-Unión de la Construcción (AMCU por sus siglas en inglés)), nacida a contrapelo de la NUM y en lucha con ella, se caracteriza por sus métodos de lucha violenta y sus huelgas salvajes. Ello le ha valido la acusa de “anarquista”, “radical” –aunque algunas fuentes citan declaraciones de líderes presentándose como “a-políticos y anticomunistas”- y de ser propiciadores del “paralelismo sindical”. De cierto, sobre el aspecto del fundamento ideológico del mismo poco o nada se puede decir, sólo especulaciones tendenciosas provenientes de fuentes internacionales revisionistas o prorevisionistas. Lo único cierto es que es antigubernamental, contrario a la burocracia sindical colaboracionista y muy presto a la acción directa de los trabajadores.
En esta situación de dualidad sindical, de antagonismo en el seno de la clase obrera, ¿cabría el condenar, llenándose el espíritu de moral indignación, por la acción objetivamente divisionista de AMCU? Evidentemente no. Dado que ello es el resultado directo de la influencia y control burocrático sobre el movimiento sindical de parte de la burguesía burocrática gobernante, posesionaria del viejo y no alterado aparato estatal sudafricano y heredera oficial de las luchas antiapartheid de las masas trabajadoras y masas populares.
Viendo una tal situación de control “desde arriba” y de división desde abajo del movimiento sindical, reflejo de la ausencia de un Partido Comunista de Nuevo Tipo y enraizado en el seno de la clase obrera, este “paralelismo sindical” no es en absoluto una cosa negativa sino que positiva. Nosotros comunistas (marxistas-leninistas-maoístas) vemos en ello un paso más en la dirección correcta. La conquista de la independencia organizativa, sindical primero y política después, de la clase obrera, de la democracia y libertad sindicales. La ruptura ideológica de la tradición antiapartheid, correcta en una fase ya superada por lo conquistado y refrendado, y que hoy ha devenido en cadena de opresión  espiritual y física en mano de una nueva burguesía,  aliada a aquella anteriormente dominante. Del derecho de organizarse en su propio partido de clase, basado en el marxismo-leninismo-maoísmo y que se ponga en camino a la revolución socialista proletaria.
Definitivamente, el pasado está muerto y debe ser enterrado. Si la violencia espontánea de clase de la clase obrera, en Sudáfrica, no sólo naturalmente a ha nacido, sino que enraíza en el seno de las masas en rebelión y se expande dado vida a nuevas formas organizativas combativas y rompedoras de los métodos y formas de lucha tradicionales no hay aquí porque arrugar el pico. La revolución, menos aquella socialista, nunca marcha en línea recta, ni se hace con guantes blancos  ni respetando la respetabilidad de los señores pequeñoburgueses. Las huelgas salvajes y los métodos de acción directa de las masas trabajadoras las preparan para formas superiores de lucha de clase, como pudiese ser la guerra popular por el socialismo.




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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.