La indignación y el odio de clase cunden por todas las categorías de la
clase obrera mundial por este monstruoso
nuevo crimen del capitalismo. Máxime cuando ha ocurrido en las vísperas mismas
de la celebración internacional del histórico Primero de Mayo. En Dacca, Bangladesh,
un edificio de 8 pisos, en la que funcionaba la fábrica RANA PALZA, se ha venido abajo matando hasta
ahora a 300 obreros y dejando a 700 como no desenterrados aún. Empresa que
ocupaba 3,122 trabajadores, en su gran mayoría mujeres. Las que laboraban en
ese maldito edificio, dedicado a la confección de ropa, en un estado de
esclavitud: con salarios que van desde 35 a 40 dólares mensuales, con jornada
de hasta 18 horas, el trato despótico, la desprotección laboral se abaten
descontroladamente sobre los 3 millones de obrer@s, modernos esclavos
asalariados del capital, los que con su sangre, sudor… y la vida misma, permiten el Estado burgués
compradore bangladísh ser considerado la “segunda economía textil del mundo”.
Como si fuera poco, el crimen cometido a sabiendas por los patronos, el
día anterior antes las continuas quejas
de los trabajadores del peligro que representaban paredes agrietadas, con el
agravante que un edificio aprobado para 5 pisos ilegalmente
se le ha añadido otros tres, se presentado amenazante un alto funcionario (vinculado
a la Liga Awami, el partido gobernante) y ha declarado irresponsablemente que “ningún
peligro”.
Pero aún hay más, para desgracia de los trabajadores,
dicha empresa RANA PALZA resulta ser una empresa subcontratista de una serie de
monopolios textiles y de vestidos imperialistas de Estados Unidos, Europa, Italia.
Allí están establecidas marcas como Primark, Mango, Benetton, Cortes Inglés de España y otras firmas monopólicas. Las que roban más
de 20 mil millones de dólares en concepto de ganancia neta, sobreexplotando a
los trabajadores y realizando una
inmisericorde fuga de capitales que arruinan al país.
Como que miles de empresas textiles en Dhaka,
capital del país, rondan por las mismas situaciones que podrían provocar más y
nuevos colapsos, así como de la misma
sobreexplotación, al correrse la noticia, las fábricas han cerrado y miles de trabajadores
se han lanzado a la calle en manifestaciones de protestas.
Los obreros espontáneamente han organizado Asambleas
Generales, declarado “duelo nacional” y en manifestaciones multitudinarias se
han dirigido la sede de la Confederación
de Industrias Textiles, la que agrupa a los más poderosos grupos capitalistas
compradores del país. A la que culpabilizan de la falta de controles de
seguridad. Como era de esperarse los capitalistas han hecho recurso a su
primera línea de defensa.
La policía ha cargado contra los manifestantes
obreros y familiares de las víctimas a bastonazos, lanzamientos de gases lacrimógenos
y balas de goma. Esta acción policial ha dejado decenas de heridos.
Una lección más que nos brindan los capitalistas,
tanto de Bangladesh como de cualquier otra parte del mundo. Para asegurarse el
aumento constante de las ganancias, cumular más y nuevos capitales, no sólo
deben crear las peores condiciones de trabajo y de vida entre los obreros, sino
que asegurarse sus esclavos se mantengan manso y se dejen esquilmar y robar sin
protestar, y; si eso fallase, estallasen protestas, a causa de unos tales “incidentes” (a los
capitalistas, como a sus plumíferos, les gusta hablar de “accidentes” e “incidentes”.
No de lo que se trata realmente, crímenes premeditados), de antemano tienen su
respuesta la policía y el ejército, sus jueces y sus leyes antiobreras.
Así ha sido y así será. Hasta tanto los obreros no
tomen conciencia de clase socialista, se organicen políticamente y no se
decidan a derrocar revolucionariamente al capitalismo
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