De cómo convertir una isla
habitada en una isla privada
Miércoles 26 de marzo de 2014: El lujo tiene estas cosas: no se comparte. Por eso la Isla de Pedro González, en el archipiélago de Las Perlas (Panamá), ahora se denomina Pearl Island y sus habitantes sobran. Desde el martes, fuerzas militarizadas controlan a los pobladores después de utilizar perdigones de plomo contra ellos y de detener a cuatro de ellos.
La
historia de la Isla de Pedro González no es una excepción, pero sí es
representativa. Este martes 25 de marzo, unos 20 pobladores
fueron a finca de Sebastián, un vecino,
arrasada por la empresa Zoniro (la que desarrolla Pearl
Island y propiedad de la familia Eleta). Al exigir explicaciones
a los hombres de la empresa, se encontraron con el rechazo y un bando del
alcalde amenazando a todo aquel que moleste a la empresa. La respuesta de
Zoniro fue llamar a 60 efectivos de la base aeronaval más cercana
(las bases militarizadas instaladas con ‘ayuda’ de Washington) que llegaron en 5
lanchas artilladas. Trabajadores de una subcontrata originarios de Pedro
González se solidarizaron con sus vecinos y la tensión fue creciendo hasta que
las fuerzas de seguridad dispararon perdigones de plomo a tres personas,
entre ellas una mujer, y se los llevaron detenidos, junto a Sebastián.
Una quinta persona ha sido herida en la espalda con los perdigones. Los agentes
también tiraron al mar el teléfono celular con el que una joven de la comunidad
había filmado el momento de los disparos.
Este miércoles
26 de marzo el núcleo urbano de Pedro González, según testimonios de
habitantes a Otramérica, ha amanecido “acordonado por fuerzas aeronavales que
no dejan salir a nadie del casco urbano hacia las fincas”. En la noche del
26 de marzo, las personas detenidas fueron liberadas y regresaron a la
comunidad. Hoy 27 de marzo, las fuerzas aeronavales siguen presentes.
Lo que
pedía la gente a la empresa Zoniro era que sus hombres no volvieran a entrar de
esa manera a una finca ni que echaran a perder el trabajo agrícola realizado
sobre dicha tierra. La empresa Zoniro comenzó un duro conflicto con la
comunidad en 2009 cuando, arguyendo un viejo título de propiedad, se quedó con
el 100% de la isla. De este modo, y con la complicidad de las autoridades
locales y de las agencias del gobierno responsables del territorio y del
ambiente (Anati y Anam), se desconoció la historia de los asentamientos de
afropanameños. La empresa contempla dejar a los 300 habitantes de la isla en el
casco urbano, pero no reconoce sus derechos posesorios sobre las fincas
agrícolas. Es decir, son útiles como empleados y como decorado, pero no pueden
mantener sus formas tradicionales de vida ni su autonomía económica.
Las
detenciones de este martes no son las primeras. Ya se dio la detención de 6 moradores de la isla
en enero de 2013 por trabajar sus tierras.
Proyecto
de lujo 'colonial'
Zoniro,
después de diversos choques y con la protección de las fuerzas aeronavales
(en teoría dedicadas a la lucha contra el narco), tomó posesión de la isla
con sus habitantes, como en la Colonia. Otramérica pudo conocer esta
realidad en diciembre de 2009 y en aquella época constatábamos la
incoherencia de una empresa que decía ser la propietaria de toda la isla pero
que pretendía pagar ínfimas cantidades por la compra de los terrenos de los
habitantes. El proyecto de Pearl Island contempla la construcción una
urbanización de lujo con “exclusivas” casas, 3 hoteles, pista de
aterrizaje, marina para 250 yates y otras facilidades en esta isla de mil 400
hectáreas. “Resulta que estas gentes no son pobres. Tienen buena pesca en
verano y en invierno cultivan y tienen tiempo para charlar, caminar o mirar el
imponente mar cuándo y cómo quieran (eso es lujo y no una casa de millón de
dólares). No hay desnutrición ni carencias graves (excepto que no hay
energía eléctrica las 24 horas y que el agua potable llega a una pluma
comunitaria)”, escribía el periodista Paco Gómez Nadal en un artículo publicado
en La Prensa de Panamá.
La
organización Almanaque Azul hizo un trabajo intenso para promover el turismo
comunitario frente al modelo de enclave de lujo de Zoniro y promover
alternativas sostenibles y controladas por los moradores. También documentó la
realidad del lugar: “Las abuelas y los abuelos de los gonzaleños vinieron de
muy lejos. Fueron sacados a la fuerza de algún lugar de África subsahariana, y
traídos a este continente para esclavizarlos en los megaproyectos e inversiones
de los europeos en los tiempos de la conquista. En Las Perlas habían muchas
perlas, y aquellas personas vinieron para trabajar en las compañías de
extracción que finalmente lograron sacar las perlas hasta acabarlas. La gente
se quedó. Ahí formaron familias, nacieron niños y niñas y aprendieron a vivir
de la naturaleza. Aprendieron a cultivar la tierra e hicieron parcelas en el
bosque. Descubrieron la iguana y los otros animalillos que andaban entre los
arbustos o trepados en los árboles. Hicieron botes y se lanzaron a pescar. La
gente de la isla vivía una vida sencilla y feliz en su tierra”.
Publicado por Otramérica
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