Las guerras de Rapiña imperialista son también
antesala de la Revolución Proletaria Mundial
La VIII Asamblea
de la Unión Obrera Comunista (mlm) expresó que “La rivalidad entre
los propios países imperialistas, y entre los propios monopolios, tampoco
ha escapado a la turbulencia económica de la crisis; por el contrario,
ésta le ha causado un inusitado impulso, pues al fin y al cabo, es
uno de los caminos para sortearla: quemar fuerzas productivas – trabajo
vivo y trabajo muerto– en una guerra mundial, que además da salida a
la inversión de grandes capitales en la industria militar. Pero
la guerra mundial no es de decisión voluntaria de los
imperialistas sino de la correlación mundial entre las fuerzas de clase
que representan a la reacción y a la revolución”
Esa crisis del
capitalismo mundial que azota con fuerza a toda la burguesía, hace que se
agudicen de forma exacerbada todas las contradicciones, no sólo entre
explotados y explotadores, sino entre los propios reaccionarios, quienes
desesperados por sobreaguar y salir fortalecidos, se comportan como buitres que
luchan entre sí para quedar mejor posicionados.
La disputa de
nuevos mercados, fuerza de trabajo, y control territorial los lleva a
desencadenar conflictos regionales, varios de los cuales terminan en
enfrentamientos militares, y algunos amenazan con tomar magnitudes desastrosas
para toda la humanidad.
Según
Latinpress, “en 2012 a nivel mundial se gastaron 1.756 mil millones de
dólares, el 2,5% del producto interno bruto (PIB) mundial. Un drenaje que
supera cualquier gasto desde la segunda guerra mundial hasta 2010.
En relación a
los mayores proveedores de armas convencionales en el mundo, es público que
EE.UU. Rusia, Alemania, Francia y China dominan el 75% del mercado. Pocos dudan
que la paz del mundo depende de la concentración y venta de las armas nucleares
y convencionales; Rusia, Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán,
Israel y Corea del Norte (en ese orden tienen en total: 417.270 ojivas
nucleares).”
Uno de los puntos
débiles en la cuerda, que puede desencadenar una guerra de grandes
proporciones es Asia Oriental. Allí se encuentran dos países con una
capacidad bélica inimaginable y con un apetito expansionista de gran magnitud.
China y Japón son dos cabezas reaccionarias que han mantenido por décadas una disputa
en todos los órdenes, y desde que China (país imperialista) dejó de estar
dirigido por el proletariado, las posibilidades de una confrontación bélica
reaccionaria aumentaron. A ellos, se suma igualmente la tensión que mantienen
los gobiernos de las dos Coreas, que recientemente estuvieron ad portas de
lanzar mutuamente ataques militares que habrían desencadenado la guerra. El
botín principal en todos ellos son pedazos de tierra, sobre todo, islas que son
exigidas como propias por cada uno de los dos países, y a los que se suma también
otros con iguales intereses como Filipinas, Vietnam e Indonesia, además de la
fuerte tensión en Taiwan que se mantiene “autónomo” bajo la égida del
imperialismo EU pero que China exige como parte de su territorio.
Todo allí es un
gran enjambre de contradicciones y de acciones militares que ponen en el filo
de la navaja una guerra de grandes proporciones.
Hidrocarburos,
recursos biológicos y posición estratégica es lo que hay tras la disputa entre
China y Japón por un archipiélago deshabitado que hace unos pocos meses el
gobierno japonés compró y nacionalizó en una clara provocación a los chinos.
De destacar, es
la actuación de los Estados Unidos, quien ha expresado abiertamente su apoyo a
Japón. En ese mismo episodio, entre noviembre y diciembre de 2013, China
reaccionó con la creación de una“zona de identificación de defensa
aérea sobre el mar”, que cobija a este archipiélago; de inmediato
los imperialistas yanquis enviaron a la misma zona aviones de combate B-52,
advirtiendo a China sobre su disposición inmediata a actuar en defensa de los
japoneses si así se ven obligados. En igual circunstancia está la disputa entre
dos fuertes aliados de los yanquis en la región, Japón y Corea del Sur, quienes
se pelean un archipiélago que actualmente controla Seúl, pero que tiene
prendidas las alarmas por la exigencia de los japoneses de ser sus dueños.
La tensión se
extiende por los lados de China. Una de las aristas es la confrontación con
India, países que mantienen amenazas mutuas por la disputa de la región de
Cachemira y el Tibet, que están controlados por el gobierno chino y donde la
India apoya en toda la línea a los grupos separatistas.
India es un país
igualmente aliado de los yanquis y su crecimiento en arsenal militar y armas
nucleares se ha intensificado fuertemente en los últimos años.
La zona de Asia
pacífica, no es la única convulsionada por los enfrentamientos que se vuelven
amenaza de guerra de rapiña imperialista, de hecho, en todas las
confrontaciones regionales, tienen sus garras clavadas y ello lo hace una
amenaza inmediata; un botón de muestra es lo sucedido en Siria, donde en el
fondo de esa “lucha interna” estaban los rusos y los gringos mostrándose las
garras; o la compra de armamento de Venezuela a los rusos o los recientes
negocios de Nicaragua con los chinos en material militar y de inversión. En
todos los continentes, los imperialistas, asiáticos, americanos o europeos
tienen sus garras, y para ellos el mundo es un campo de batalla que están
dispuestos a disputarse hasta la muerte.
Pero, por
trágico y despiadado que esté el panorama no quiere decir que no sea alentador
para las masas. De hecho, una de las alternativas que cobra fuerza en medio de
la crisis económica del capitalismo y en medio de las guerras reaccionarias es
precisamente el camino de la revolución.
La misma VIII
Asamblea de la UOC (mlm) fue contundente al expresar que: “la línea
internacional comunista es oponerse, denunciar y evitar la guerra mundial,
y de no lograrlo, aprovechar ese enfrentamiento armado entre los
enemigos, para transformarla en guerra civil, cambiando la dirección de
los fusiles en manos de los soldados obreros y campesinos,
extendiendo la guerra popular y la insurrección revolucionaria hasta
conquistar el triunfo de la Dictadura del Proletariado, como ya
fue demostrado en las dos guerras mundiales del siglo XX.”.
De ahí, que sea
muy importante avanzar con firmeza en la superación de la crisis del Movimiento
Comunista Internacional, derrotar el oportunismo, tanto el viejo como el
“nuevo”, llámese Prachandismo o Avakianismo, trabajando por dotar al
proletariado consciente de una Linea General que permita dar pasos decisivos en
el camino hacia una Nueva Internacional Comunista que sea el puntillazo a la crisis
del Movimiento Comunista Internacional.
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