El Gran Sol Rojo del Amanecer

martes, 25 de agosto de 2015

Problemas de la revolución en Ceylán




El anterior post trató sobre la expropiación de las tierras por el imperialismo británico en Ceilán. Éste centra su atención en la mano de obra barata de las nuevas plantaciones coloniales y el llamado problema indo-cingalés.

¿De dónde sacaron los plantadores británicos la fuerza de trabajo? Recurrieron a la India meridional, cuya economía ya habían saqueado y donde había un gran número de desempleados. Con ayuda de kanganis[1] indios, embaucaron con falsas promesas a trabajadores pobres a quienes luego esclavizaron en las plantaciones de Ceilán, obligándoles a roturarlas primero y a trabajar en ellas después. Cientos de ellos murieron a causa de los inhumanos métodos de transporte. Las condiciones higiénicas en que se vieron obligados a vivir debieron de ser tan terribles, que enfermedades como el cólera campaban a sus anchas. Las cosas debieron de ponerse bastante feas porque el gobierno de la India hubo de intervenir y el gobierno de Ceilán –ambos gobiernos eran británicos, aunque estaban separados– tuvo que dictar una serie de normas mínimas para regular la vivienda, la salud, la higiene y otros aspectos sobre las condiciones de vida de aquellos trabajadores inmigrantes. Se trata de mantener vivos incluso a quienes se explota de la manera más inmisericorde para poder seguir explotándolos. 

Así, aconteció que los imperialistas británicos, a mediados del siglo pasado[2], trasladaron a Ceilán a un gran número de trabajadores inmigrantes indios a quienes arrojaron en la región de Kandy, transmitiendo a la posteridad, de esa manera, un legado que continúa envenenando la política cingalesa hasta nuestros días. Debe quedar claro, por lo tanto, que fueron los imperialistas británicos los responsables de haber llevado mano de obra inmigrante india a Ceilán. Además, ya desde la época de las primeras instituciones representativas, como el Consejo de Estado, esta política de importación de mano de obra inmigrante india para las plantaciones recibió el apoyo de los políticos burgueses cingaleses. Cada año, el Consejo de Estado aprobaba fondos con que financiar esta inmigración. Todos los dirigentes burgueses, desde D. S. Senanayake hasta S. W. R. D. Bandaranaike, consintieron en ello. ¡Hay que recordárselos a los modernos héroes antiindios!

Junto con los trabajadores indios llegaron los comerciantes, los prestamistas y toda una cáfila de parásitos que iban a explotar por igual a indios y cingaleses. Hay un refrán en África que dice que dondequiera que fuera el imperialismo británico, llevaba consigo un indio en el bolsillo, lo cual es totalmente cierto en el caso de Ceilán. La rapacidad y la explotación inhumana de los comerciantes y prestamistas indios se encuentran, en gran medida, en el origen de los sentimientos antiindios que, por desgracia, algunos políticos intrigantes supieron volver hábilmente contra los trabajadores de esa nacionalidad.
Estos antecedentes de lo que ahora se llama el problema indo-cingalés, o el problema de la apatridia de varios cientos de miles de trabajadores de origen indio deben tenerse muy presentes, si queremos contestar correctamente a la pregunta de ¿quiénes son nuestros enemigos y quiénes nuestros amigos? Ora la ignorancia más absoluta, ora la falta de una comprensión adecuada de estos antecedentes han permitido a los reaccionarios, tanto extranjeros como locales, dividir las filas revolucionarias en Ceilán gracias a una siniestra propaganda antiindia, así como escindir a los trabajadores de las plantaciones de origen indio, que, por cierto, constituyen un sector considerable de la clase obrera de Ceilán, del resto de la población cingalesa.
Esta división ha costado muy cara al movimiento revolucionario. Por ello es imprescindible señalar que tanto los trabajadores de origen indio como los campesinos cingaleses son víctimas del mismo imperialismo británico y, por tanto, constituyen aliados naturales y no enemigos. Una solución duradera sólo puede proceder de un enfoque en esa dirección.
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La importancia del problema indo-cingalés no surge del hecho de afectar a más de un millón de personas de origen indio, sino del hecho de que la inmensa mayoría de esas personas constituye el grueso de la clase obrera de Ceilán y, especialmente, de los trabajadores de la industria, responsable de la prosperidad del moderno Ceilán. Aunque el movimiento de izquierdas no lo hizo, D. S. Senanayake interpretó correctamente este problema como una cuestión de clase y no como una cuestión nacional. Entendió que estos trabajadores de las plantaciones de origen indio eran una fuerza potencialmente revolucionaria y, en consecuencia, sus enemigos.
En 1948, D. S. Senanayake presentó la Ley de Ciudadanía, que establecía criterios muy rigurosos para todas aquellas personas de origen indio y paquistaní que quisieran convertirse en ciudadanos cingaleses. Dichos criterios se implantaron para que sólo unos pocos pudieran cumplirlos. Al mismo tiempo, se decretó que sólo los ciudadanos cingaleses tuvieran derecho al voto. De un solo golpe los trabajadores de origen indio perdieron su ciudadanía y el derecho al voto, quedando reducidos a la categoría de apátridas. Ya no eran ciudadanos ni de la India ni de Ceilán. El Congreso Indo-Cingalés fue incapaz de organizar protesta efectiva alguna más allá de actos simbólicos de resistencia pasiva. Para su eterna vergüenza, el movimiento de izquierdas permaneció de brazos cruzados. D. S. Senanayake había dado una victoria incruenta a la reacción.

Nota del blog: La situación no ha mejorado en las últimas décadas. Poco después de escribirse este texto en los años 70, estalló una guerra civil entre los Tigres Tamiles (organización sustentadora de un “Estado tamil/indio independiente”) y el gobierno cingalés (1.983-2.009). Según algunas estimaciones durante la guerra más de 150.000 personas murieron. Un genocidio contra los tamiles incluyendo mujeres y niños.
Traducido por el camarada SADE
[1] Especie de capataces.
[2] Se refiere al siglo XIX.

Publicado por victoria oprimidos




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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.