El Gran Sol Rojo del Amanecer

martes, 24 de enero de 2017

Cultura Proletaria: Una contribución al debate internacional conmemorativo del Primer centenario de la Revolución de Octubre


El origen del sistema soviético
(El siguiente documento ha sido extraído y traducido por “Cultura Proletaria” del libro “Soviet Communism: A new civilization?” (1936), de Beatrice Webb y Sidney Webb).

 “El sistema soviético es una de esas numerosas creaciones del espíritu humano que parecen deber su existencia a un feliz accidente histórico. El hecho de haber logrado sobrevivir demuestra que ha sido perfectamente adaptado a las necesidades de la dictadura del proletariado, que constituye la base sobre la que se apoyan la teoría y la práctica del comunismo“. (1)

La palabra Soviet, que originariamente significaba cualquier tipo de Consejo, debe ser hoy comprendida como un Consejo de delegados o diputados elegidos por los trabajadores de distintas fábricas y otros establecimientos de una ciudad o municipio; o por los soldados de varias unidades de un ejército; o por los campesinos de un pueblo, distrito agrícola o comunidad; o, incluso, por cualquier combinación de esos grupos constituyentes. Su diferencia más obvia con cualquier otra entidad política consiste en que los mismos, confesadamente, excluyen la representación de empresarios capitalistas, es decir, propietarios de tierras, dueños de tiendas, en fin, cualquier persona que no se ocupe de un trabajo productivo, incluso cuando pertenecen a la misma tribu, raza o nacionalidad y residan dentro de la zona considerada. Soviets de esta naturaleza fueron espontáneamente organizados, en mayo y junio de 1905, en lvanovo-Vosnesensk y Kostroma con el fin de dirigir las huelgas de los trabajadores en las industrias textiles(2). Estos fueron creados, en la agitación del momento, debido sobre todo al hecho de que no existía ningún sindicato independiente y digno de confianza. Estos órganos de la clase obrera no se limitaban sólo a dirigir la huelga, también asumían algunas funciones del decrépito gobierno local. Fue, sin embargo, el Soviet formado en S. Petersburgo, en ese mismo año de 1905, el que enseño el camino al resto de Rusia. En su primera reunión, el 13 de octubre, “apenas representaba a parte de los trabajadores, comprendiendo sólo las fábricas del distrito de Nevsky. En su nombre, fue lanzada un proclama que decía: “Proponemos que cada fábrica y cada taller elija a un delegado por grupo de un centenar de trabajadores. Los delegados electos constituirán el Comité de la fábrica. Los delegados de todas las fábricas formarán el Comité General de Trabajadores de S. Petersburgo“(3).

Durante los dos meses siguientes, surgieron soviets similares a este, en un gran número, en otras ciudades rusas, desde Reval a Bakú. Pero la rápida represión ejercida por el gobierno zarista no permitió llevar a cabo el Congreso Nacional de los Soviets.

Esta represión no impidió, sin embargo, que el recuerdo del hecho permaneciese en el espíritu de las masas trabajadoras. Cuando, en febrero de 1917, el régimen zarista cayó, casi debido únicamente a su propia podredumbre, los trabajadores de las fábricas de Petrogrado formaron espontánea e inmediatamente un Soviet, que no se limitó únicamente a las actividades huelguistas, sino que discutió y votó sobre diversos temas de interés público. Este ejemplo fue imitado rápidamente por los trabajadores de Moscú y por muchas otras ciudades industriales. En esa ocasión, el Soviet de Petrogrado invitó a los Soviets de todas las demás ciudades a enviar delegados para constituir un Congreso de Soviets, que indicaría un comité permanente para actuar en los intervalos entre uno y otro congreso.

 Esto sería, al parecer, la base para un gobierno de trabajadores con jurisdicción en todo el país. Pero esto parecía ser imposible de llevar a cabo por grupos cuya misión original era sólo la de guiar las huelgas. El Partido Bolchevique estaba siguiendo todavía las directrices del programa de 1903, que no había sido revisado y, mientras predicaba el colectivismo en lo que respectaba a la economía, admitía, en el terreno político, el simple reemplazo del gobierno zarista por la modesta novedad de una asamblea parlamentaria nítidamente democrática(4). Lenin, es cierto, reconoció inmediatamente la importancia de los “Soviets de diputados de los trabajadores“, tal como surgieron en 1905, y en los que veía “los nuevos órganos del poder popular“. En el IV Congreso el Partido Socialdemócrata de Rusia, en abril de 1906, fue aprobada una resolución, explicando que los Soviets, en el proceso de la lucha, deberían transformarse de “simples organizaciones de choque a organizaciones para lucha la lucha revolucionaria general“; que representaban el “embrión del poder revolucionario“, dependiendo “su fuerza y prestigio enteramente de la energía y éxito del levantamiento“. Así, de hecho, los Soviets eran considerados por Lenin, hasta noviembre de 1915, como simples “órganos de rebelión” (Obras Completas, Vol. XVIII, p. 312). Parece haber, pues, algún fundamento en la opinión de un sagaz historiador germano, según el cual, a pesar de que Lenin había predicho la necesidad de transformar la revolución burguesa-liberal en una revolución socialista y haber reconocido rápidamente a los Soviets como el instrumento para hacer efectiva esta transformación, a pesar de eso, solamente en marzo de 1917, al recibir, en Suiza, las primeras noticias auténticas sobre la revolución en Rusia, fue que Lenin hizo un feliz descubrimiento, convenciéndose de que el sistema de Consejos (Soviets) de soldados, campesinos y obreros constituía la expresión moderna de la inevitable revolución democrático-socialista. Lenin reconoció en los Soviets la existencia, bajo una forma elemental, de un tipo completamente nuevo de gobierno, ejercido por la clase trabajadora, gobierno que sólo podía ser históricamente comparado con la Comuna de París (1897). El estudio que Lenin hizo de los Soviets le convenció de que todo lo que había dicho Marx en su famoso ensayo sobre los aspectos políticos y constitucionales de la Comuna de París se aplicaba perfectamente a los Soviets rusos de la revolución de 1917 (5).

Es por esto que, desde el momento de su llegada a Petrogrado, Lenin comenzó a referirse cada vez más a los Soviets, no sólo como un medio de combate y control del Gobierno Provisional y no sólo como instrumento para la próxima caída del mismo, sino también como base necesaria de una nueva organización política. Parece, sin embargo, que, justo durante la toma del poder, en octubre de 1917, Lenin juzgó conveniente que el Partido Bolchevique no eliminase definitivamente el sistema parlamentario democrático, dejándolo subsistir como instrumento de administración del Estado socialista, que tenía por objeto fundar (6). Eso, sin embargo, no impidió que fuese lanzado el lema “Todo el poder para los Soviets“.

Para entonces, Lenin ya se había vuelto un entusiasta del Soviet, por el considerado no sólo como un “órgano de rebelión” o un instrumento de revolución, sino también como “un paso en dirección al desarrollo de la democracia“. Sin embargo, los términos con los que a el se refiere indican que no tenía, en ese momento, la visión perfectamente clara del gigantesco edificio del gobierno que sería erigido sobre esa base (7). Al fin, cuando el levantamiento había prácticamente alcanzado el éxito y el II Congreso Panruso de los Soviets ya estaba deliberando, todavía bajo el rugido de los cañones, fue decidido, a propuesta suya y por una gran mayoría, que el poder supremo no sería confiado a una asamblea parlamentaria cualquiera, sino al propio Congreso Panruso. En el transcurso de una sesión, que duró veinte horas, ese mismo Congreso nombró “un gobierno provisional de trabajadores y campesinos”, que sería conocido bajo el nombre de Soviet de Comisarios del Pueblo (Sovnarkom) y y actuaría bajo el control del Congreso y de su Comité Ejecutivo Central (TSIK). También fue aprobada la propuesta de Lenin en lo referente a la inmediata conclusión de la paz; la transferencia de las tierras nacionalizadas, en usufructo, a los campesinos; la elección de comités de trabajadores en todos los establecimientos industriales; y una resolución decidiendo que la denominación del nuevo Estado sería: República Soviética de Rusia.(8)

Durante los meses que siguieron, el Sovnarkom de Comisarios del Pueblo, bajo la presidencia de Lenin, gobernó el país con gran energía, enfrentando grandes cantidades de problemas, creando numerosos decretos y solucionando pequeñas y grandes dificultades. Mientras tanto, algunos comisarios del pueblo y varios pequeños comités discutían diferentes asuntos y trazaban las líneas generales de una Constitución orgánica (9).

Todos estos problemas necesitaban ser ajustados y coordinados, tarea que fue encomendada, a principios del mes de abril de 1918, a una comisión redactoda de quince miembros, entre los que se encontraban Sverdlov y Stalin, pero de la que no participó Lenin. Cuando el V Congreso Panruso de los Soviets se reunió en julio de 1918, el proyecto preparado fue, sin mayores debates, inmediatemente aprobado como “ley constitucional fundamental” de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR). Con algunas enmiendas de menor importancia, esta ley fundamental permanece hasta hoy (1935) substancialmente inalterada. En 1923, la parte sustancial de sus disposiciones fue adoptada por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (U.R.S.S.)


Notas:

(1) “How to the Soviets work“, de H. N. Braisford, Nueva York, 1927, p.57. Este libro, sin pretensiones y admirable, al lado de su predecesor, “The Russian Worker’s Republic“, Nueva York, 1920, del mismo autor -aunque ahora hay libros más eruditos y completos- todavía proporciona, brevemente, las mejores instantáneas conocidas sobre la vida en la U.R.S.S.
(2) “Fue la mayor huelga jamás celebrada en Rusia. En esa ocasión, fue elegido el primer Soviet de delegados de los trabajadores, en Rusia, entre los días 15 y 18 de mayo de 1905. Por primera vez, los trabajadores se presentaban como clase consciente, libres de la influencia de los “demócratas” como lo habían estado desde tiempos de Gapon“. (“Brief history of Russia“, de M. N. Pokrovsky, traducido por D. S. Mirsky, Londres, 1934, (vol. 11, págs. 153-154, 189-190).
(3) Se pueden encontrar más detalles en la obra rusa “On the history of Soviets of Workers Deputies in 1905“, de P. Gorin, 2ª ed. Moscú, 1930. Ver también “From Peter the Great to Lenin“, de S. P. Turin, 1935.
(4) Este programa establecía que “la primera e inmediata tarea a la que se enfrenta el Partido Socialdemócrata Ruso es derrocar la monarquía zarista y establecer una República democrática, cuya constitución asegurará lo siguiente:
a) La soberanía del pueblo, es decir, la concentración del poder supremo del Estado en las manos de una asamblea legislativa, constituída por representantes del pueblo y formando una Cámara.
b) Sufragio universal, igual y directo para todos los ciudadanos de ambos sexos, con veinte años o más de edad, en todas las elecciones a la Asamblea Legislativa y en la formación de los órganos de gobierno local; voto secreto; el derecho de todos los electores a ser también elegidos para cualquier institución representativa; Parlamentos bienales; pago de salarios a los representantes del pueblo“.
(5) “Geschichte des Bolshevismus” de Artur Rosenberg, 1932, traducida como “History of Bolchevism“, 1934, p. 87. En la tercera de las “Cartas desde lejos” de Lenin, con fecha de 24/11/1917, discute el papel del los Soviets como órganos no solamente de rebelión, sino de democracia proletaria, como “el gobierno de Soviet de diputados de los trabajadores“. (Obras Completas, Vol. 2. Ed. inglesa, p. 35). En la quinta carta, afirmaba que la próxima etapa de la revolución debía consistir “en la transferencia del poder estatal a un nuevo gobierno que sería organizado según el modelo de los Soviets de Diputados de los Trabajadores“. (Ibid. p.62 y también 99, 123 y 128, con fecha de abril de 1917.
(6) Es interesante observar que, en mayo de 1917, al recibir un pedido para preparar “todo el material a disposición del Comité Central relativo a la revisión del programa del Partido“, con el fin de imprimir el mismo -consistiendo ese material principalmente de los proyectos presentados por Lenin para el nuevo programa- mantuvo inalterada la propuesta de una simple y suprema Asamblea Legislativa, elegida por el sufragio universal y directo, en votación secreta, añadiendo apenas la representación proporcional y el derecho de la mayoría de los electores a concordar con el mandato de su representante. El cambio de su opinión está indicado por la propuesta hecha por él para que fuese incluida una declaración estableciendo que “todas las instituciones parlamentarias representativas deberían, gradualmente, dar lugar a los Soviets de representantes del pueblo (de varias clases y profesiones o de varias localidades), funcionando tanto como órganos legislativos como ejecutivos“. (El viejo programa de 1903 y las enmiendas propuestas por Lenin “escritas en mayo de 1917”, pueden ser encontradas en el vol. XX, libro 1, de la edición inglesa Works, de Lenin, p. 353. La revisión no se hizo hasta 1919).
(7) Las palabras de Lenin al respecto merecen ser mencionadas. “Los Soviets -dice- son la espina dorsal del nuevo Estado, representando, en primer lugar, las fuerzas armadas de los trabajadores y campesinos, fuerza esta que no actuará divorciada del pueblo, tal como sucedía con el antiguo ejército. En segundo lugar, esos órganos representan la conexión con las masas, con la mayoría del pueblo, de manera tan íntima, tan indisoluble, que no existió nada semejante a estos en el antiguo estado. En tercer lugar, por el hecho de ser elegidos, esos órganos y los elementos que los constituyen pueden ser destituidos de acuerdo con la voluntad del pueblo, sin ninguna formalidad burocrática, lo que es mucho más democrático que cualquier organización anterior. En cuarto lugar, representan una firme conexión con las más diversas ocupaciones, facilitando así toda especie de reformas radicales sin ninguna burocracia. En quinto lugar, significan la forma de organización de la vanguardia, es decir, de los elementos más concientes, más enérgicos, más progresistas de las clases oprimidas, por medio de los cuales puede ser elevada, educada, y dirigida la masa gigantesca de esas clases que, hasta ahora, habían permanecido absolutamente al márgen de la historia. En sexto lugar, hacen posible combinar las ventajas del parlamentarismo con las ventajas de una democracia directa, es decir, unificar, a través de los representantes del pueblo, las funciones legislativas y ejecutivas. En comparación con el parlamentarismo burgués, esto representa un paso al frente en el desarrollo de la democracia, teniendo un significado histórico de importancia mundial“. (“¿Deben los bolcheviques mantener el poder estatal?” escrito durante octubre de 1917 y publicado en el primer y único número de la nueva edición de “Prosveschenie“, periódico mensual. Incluido en Works, de Lenin, vol. XXI, Libro II, pp. 26-27, de la edición inglesa).
(8) “Soviet Rule in Russia” de W. R. Batsell, 1929 p. 52-53; “The Soviet State” de B. W. Maxwell, 1934 p.18: “History of the Russian Revolution“, de L. Trotsky, vol. III, 1933, pp. 297-337; “La Révolution Russe“, 1917-1921, de W. H. Chamberlain, 1935.
(9) Un resumen de los acontecimientos de ese período, extraído principalmente de “Istoria sovietskoi Konstitussi” y “Osnovi sovetskoi Konstitussi“, ambos de G. C. Gurvich, es presentado en “Soviet Rule in Russia“, de W. R. batsell, 1929, pp. 57-65.



Publicado por Cultura Proletaria

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periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.