LA REVOLUCIÓN DE
OCTUBRE: UNA NUEVA AURORA PARA LOS PUEBLOS Y LA HUMANIDAD
Cuando los cañonazos del crucero Aurora atronaron
los cielos de Petrogrado el 7 de noviembre de 1917 no sólo estaban anunciando
al mundo burgués el inicio de la insurrección proletaria, sino que preludiaban
el nacimiento de una nueva sociedad y de un mundo nuevo.
Esa noche histórica, cuando el Comité Militar
Revolucionario del Partido Comunista (bolchevique) de Rusia –encabezado por
Lenin- hizo entrega al Comité Ejecutivo Central de los Soviets de toda Rusia
del nuevo poder conquistado, se producía un radical viraje en la historia de la
humanidad.
Esa noche del 7 de noviembre de 1917 –25 de
octubre, según el viejo calendario ruso-, el proletariado ruso al “tomar el
cielo por asalto” hizo realidad el sueño milenario de los explotados y
oprimidos, dando respuesta concreta al interrogante de qué camino escoger para
lograr la emancipación social de la clase productora.
Esta histórica victoria conmovió al mundo, dio
esperanza a los oprimidos y explotados, aterró a los parásitos capitalistas,
además de alentar la lucha por la liberación nacional y social en todos los
continentes.
Los gigantescos logros de la Unión Soviética
evidenciaron que la clase obrera no sólo está en condiciones de destruir el
viejo régimen capitalista, sino también de construir una nueva sociedad más
avanzada y desarrollada que la capitalista, algo que se demostró, además, en
muy pocos años.
La democracia proletaria demostró ser superior a la
democracia burguesa. Por primera vez en la historia, las grandes mayorías
explotadas, oprimidas, ignoradas, los productores directos de la riqueza, estas
grandes mayorías que en una “democracia capitalista” no tienen responsabilidad
alguna en la toma de decisiones (más allá de un vacuo derecho al voto cada
cierto tiempo para elegir al grupo burgués que continuará explotándolas los
siguientes años), se pusieron en pie y empezaron a tomar en sus manos los
asuntos políticos, militares, culturales, económicos; en definitiva, el pueblo
empezó a gobernar.
El protagonismo de la gran mayoría de la clase
obrera se expresó también en que sus mejores miembros, o una parte de ellos,
hombres y mujeres, se hicieron cargo de los puestos de mando de la producción,
del ejército, de la política, de la enseñanza, manifestando la autosuficiencia
de los productores para gestionar eficazmente la riqueza en bien de todos los
miembros de la clase trabajadora.
El socialismo también mostró su superioridad en lo
económico-social, puesto que resolvió lo que ningún país capitalista ha
resuelto jamás, ni podrá hacerlo nunca dado su carácter de clase antagónico,
por una parte, y su estado de decrepitud y agonía, por otra, siendo el deber de
la clase obrera y de todos los oprimidos arrojar el capitalismo al basurero de
la historia: resolvió las necesidades básicas de la totalidad de la población
(trabajo, alimentación, techo, educación, salud, acceso a la cultura y el
deporte, etc.).
Durante la década de 1920, los trabajadores, con el
poder en sus manos, tuvieron que reconstruir la economía destruida por 7 años
de guerra. En tan sólo diez años la URSS dio un salto extraordinario de la
situación de atraso heredada al desarrollo en lo tecnológico, lo científico, en
lo que se refiere a su capacidad productiva y a la defensiva. En los años 30,
con la colectivización agrícola y la industrialización socialista, se dotó de
una poderosa industria y llegó en este plano a los niveles más avanzados. Ya en
el año 1940, la Unión Soviética alcanzó los primeros lugares a nivel mundial en
la producción fabril y en desarrollo tecnológico. Y todo ello, a partir de una
sociedad destrozada y empobrecida por una guerra imperialista y la agresión de
las potencias capitalistas al nuevo Estado soviético.
Esta conquista proporcionó los medios para que,
tras el ataque nazi contra la URSS, la heroica lucha del Ejército Rojo y de
todos los pueblos soviéticos, dirigidos por el Partido liderado por Stalin,
derrotaran y destruyeran a los ejércitos agresores nazifascistas y liberaran a
toda Europa Oriental.
A diferencia de la Revolución Industrial burguesa,
con la Revolución Socialista se producían al mismo tiempo los saltos en la
producción y los cambios sociales, puesto que la producción estaba al servicio
de la sociedad y no de unos cuantos individuos privilegiados. Así, en 1930 se
acabó con el flagelo del desempleo, al revés de lo que sucedía en los países
capitalistas, donde la gran crisis mundial desatada en 1929 hundía a decenas de
millones de obreros en el paro forzoso y el hambre. Se terminó con el
analfabetismo y se aseguró el acceso de los hijos de obreros y campesinos a la
enseñanza básica, secundaria y universitaria.
Se introdujo la jornada laboral de siete horas y la
semana de cinco o de seis días. Y se desarrolló un sistema generalizado,
gratuito, que aseguró el acceso de todos a la atención médica. Se desarrolló un
sistema de seguridad social para todos. En 1928 trabajaban en todo el vasto
campo de la URSS tan sólo 18 mil tractores; en 1940 lo hacían 684 mil. Los
logros sociales alcanzados mediante su lucha por los trabajadores soviéticos
desde el triunfo de la Revolución de Octubre fueron progresivamente adaptados
por los países capitalistas para evitar que los trabajadores locales imitaran a
los soviéticos.
Algo que demuestra el inconmensurable valor que
tuvo la Revolución de Octubre para la historia mundial y la clase trabajadora
es que, como sabemos y sufrimos hoy día, tras el final de la Unión Soviética en
1991 tras años de dirección revisionista dentro del Partido Comunista de la
URSS, las dictaduras capitalistas han empezado los recortes de todas las
concesiones que tuvieron que otorgar a los trabajadores en sus países para
evitar que imitaran el ejemplo de los trabajadores de las repúblicas
socialistas.
El principal factor que posibilitó los
inimaginables avances de la Unión Soviética fue el trabajo de los millones de
obreros liberados del yugo de la explotación. Sintiéndose dueños de su patria
socialista y de su destino, desplegaron su potencialidad y su iniciativa
ilimitadas. El motor del crecimiento y cambio productivo fue la emulación
socialista: lo más avanzado ayudando a lo más atrasado, la cooperación, la
innovación técnica promovida por las masas y no sólo por los especialistas.
Los héroes, los ejemplos para todos, en la nueva
sociedad ya no eran los que la burguesía llama “triunfadores”. En el socialismo
pasaron a ser héroes quienes creaban la riqueza, quienes servían al pueblo, los
más solidarios, quienes estudiaban y estimulaban la ciencia, la técnica, el
arte y la cultura popular. Al contrario que en las sociedades capitalistas,
donde los héroes son los triunfadores individuales, el enriquecido a costa de
los demás, el adorado por las masas, el que vive sin dar palo al agua.
En definitiva, Lenin, el Partido Bolchevique y la
Revolución de Octubre nos dejaron incalculables contribuciones. Lenin analizó
la fase imperialista del capitalismo, mostró que el mundo está dividido entre
un puñado de potencias imperialistas y una gran mayoría de naciones y pueblos
oprimidos; además reveló cómo los imperialistas periódicamente irían a la
guerra para redistribuirse el mundo. Lenin describió que la época que vivimos
es la época imperialista y de la revolución proletaria.
Lenin y la Revolución de Octubre brindaron al
proletariado el desarrollo del Partido político de nuevo tipo, el Partido
Comunista. Sin un partido comunista armado y guiado por los principios del
marxismo-leninismo es imposible la revolución, sin el destacamento de vanguardia
que cumple el papel de dirigente no se puede ni se podrá alcanzar el
socialismo.
Lenin y la Revolución de Octubre enseñaron que
tomar el poder no es hacerse cargo del viejo Estado burgués para reacomodarlo o
“democratizarlo”, sino que significa, en primer lugar, destruir ese Estado y
sustituirlo por el Estado Proletario, como un instrumento para defenderse de la
fuerzas contrarrevolucionarias nacionales e internacionales, que siempre
buscarán, tras la emancipación de la clase trabajadora, socavar por todos los
medios la revolución. El medio para llevar a cabo esta transformación desde la
dictadura capitalista a la verdadera y única democracia posible, la comunista,
es la dictadura del proletariado.
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