El
texto que podéis leer a continuación es la traducción de un fragmento del
documento “Against Avakianism” que escribió Ajith en réplica a Avakian. Un
debate apasionante en el que Ajith aclara bastantes conceptos y confusiones,
describiendo los aciertos y errores de los Frentes Populares.
Un
escrito a tener en cuenta para reflexionar y debatir sobre la posible
estrategia a seguir, por el movimiento comunista internacional, para conseguir
la victoria en el futuro.
CRÍTICA
INFANTIL DE LAS TÁCTICAS DEL FRENTE UNIDO
La política del Frente Unido adoptada
por el VII Congreso de la Komintern (III Internacional), celebrado en 1936 tras
el ascenso de Hitler en Alemania y la amenaza creciente de la guerra mundial,
cometió varios errores. Pero, en su crítica de estos errores, el PCR-EEUU
dio un saltó exactamente al extremo opuesto. Negó la significancia e
importancia que tenía diferenciar entre el fascismo y la democracia
burguesa. Descartó que existiera una necesidad de esforzarse por formar un
frente unido táctico contra el fascismo. Así, su tendencia general a
absolutizar las cosas y terminar ubicado en el otro lado de la moneda se
comprobó también en este asunto. La II Conferencia Internacional de 1984
rechazó esto. Sostuvo que era correcto distinguir entre fascismo y
democracia burguesa. Junto con esto se identificó el error de la komintern
al absolutizar la diferencia entre estas dos formas de dictadura burguesa y de
hacer una etapa estratégica de la lucha contra el fascismo.
Desde entonces, el PCR-EEUU ha corregido
su error de negarse a distinguir entre fascismo y democracia
burguesa. Pero el error básico en sus posiciones sobre la táctica del
frente unido, que también subyacía en aquel, aún no se ha corregido. Continúa
como una posición fundamental del avakianismo y, presumiblemente, es
considerado como otro ingrediente de la “nueva síntesis”. Por lo tanto,
debemos analizarlo.
¿Por qué un partido comunista o un
estado socialista entrarían en un frente unido con una sección de sus
enemigos? Lo hace con el fin de utilizar las contradicciones entre sus
enemigos y así crear una situación más favorable para promover la
revolución. Avakian descartó esta posibilidad. Escribió: “…entrar en
este tipo de posturas de intentar manipular a los imperialistas para luchar de
esta manera y no de esa manera, y en este terreno y no en el otro, atacar esto
y no eso, ya te ubica en un territorio muy peligroso, y una dialéctica muy
delicada”. Sí, es cierto que entrar en un frente unido con reaccionarios
refuerza el peligro del seguidismo. Pero esa es la dialéctica del mundo
real muy alejada de la construcción de relaciones puras del Avakianismo y de
una política aún más pura. La táctica del frente unido brinda
oportunidades para el avance revolucionario, no sólo representa peligros. Frente
a formidables enemigos, un partido comunista o un Estado socialista debe
aprovechar todas las oportunidades para intensificar las contradicciones entre
ellos. Debe esforzarse por hacer que “… luchen de esta manera y no de esa
manera, y sobre este terreno y no en ese, que ataquen esto y no lo otro…”.
Avakian no sólo lo negó, sino que creó confusión al hablar de temas
irrelevantes como la esencia de las acciones de los reaccionarios. Así, al
comentar sobre el frente unido entre la Unión Soviética y el bloque
imperialista aliado durante la Segunda Guerra Mundial, escribió: “Para
justificar el tipo de alianza que fue construida con los estados
“democráticos”imperialistas en la Segunda Guerra Mundial, tendrían que
demostrar que, incluso sin cambiar su naturaleza, era posible cambiar la
esencia de las acciones de estos imperialistas durante un cierto período”.“No
existían los medios accesibles para cambiar el carácter básico de, incluso, las
acciones de estos Imperialistas, es decir, convertirlos en acciones que serían
principalmente progresistas, vistas en términos de contenido objetivo y efecto
objetivo”.
Avakian plantea la falsa cuestión de
tratar de cambiar la “esencia” de las acciones de un estado imperialista a través
de un frente unido, y obtiene la respuesta obvia en forma negativa. El
verdadero problema a juzgar es si era necesario y correcto que la Unión
Soviética utilizara las contradicciones agudas que habían surgido entre las
potencias imperialistas y formara un frente unido con un bloque para superar la
grave amenaza a su existencia. Avakian huyó de contestar a esta pregunta
al traer la cuestión de una “alianza que abarcaba todo”. Dejemos de lado
la cuestión de si esta calificación de “todo abarca” es correcta. Incluso
si fuera verdadera y exigiera críticas, ¿era posible y necesaria una unidad
táctica limitada? La respuesta es obviamente afirmativa. Y eso
implicaría también una evaluación adecuada de las particularidades de esa
situación mundial, incluyendo factores nuevos como la existencia de un Estado
socialista y la distinción entre fascismo y democracia burguesa.
Lo
que es notable aquí es que la misma lógica de los argumentos de Avakian
dificultaba gravemente tal evaluación. Hizo que cualquier distinción entre
los enemigos fuera irrelevante. Por lo tanto, se rechazó sumariamente la
necesidad de entrar en las particularidades del fascismo, el conjunto
específico de contradicciones que generó (incluido el de la democracia
burguesa) y las oportunidades y desafíos que planteaba. En nombre de
corregir los errores cometidos por el Komintern, el Avakianismo redujo el
leninismo a un conjunto de doctrinas sin vida.
Siguiendo su procedimiento estándar
Avakian no había olvidado cubrir su posición. Después de descartar
cualquier papel para un frente unido en esa situación, escribió: “… en la
Segunda Guerra Mundial los imperialistas… también, es cierto, adoptaron ciertas
tácticas específicas sobre cómo querían hacerlo. Un país socialista y un
movimiento internacional fuerte pueden influenciar de una manera secundaria,
tácticamente, pudiendo ser importante en ciertos aspectos, pero pensar que de
cualquier manera básica o como un aspecto principal de las cosas se puede
afectar el modo en que las relaciones entre los imperialistas se expresan es un
error muy serio y te conduce hacia la cola de la burguesía…”; “Es decir,
el proletariado puede, por medio de ciertas medidas tácticas y maniobras,
incrementar ciertas divisiones, aprovechar y quizás profundizar ciertas divisiones
que existen entre los imperialistas…” ¿Pero no admite esto la utilidad de las
Tácticas? ¿Acaso no acepta que un Estado socialista puede y debe entrar en
“territorio peligroso” y tratar de “…manipular a los imperialistas para luchar
de esta manera y no de la otra…”? ¿No contradice el argumento principal de
Avakian contra tales tácticas?
Avakian afirmó que esto conduciría
inevitablemente a la posición de “decir que los otros imperialistas no son en
realidad enemigos”. Lo absurdo de esta posición es demasiado evidente cuando
recordamos que la identificación de uno como el objetivo principal surge sólo
en un contexto en el que tratamos de diferenciar entre los enemigos. Por
lo tanto, tal diferenciación no se hace automáticamente, que no son
considerados el enemigo principal, sino amigos. Ellos “realmente” siguen
siendo enemigos, aunque el partido comunista debe aplicar diferentes métodos en
el manejo de las contradicciones entre estas dos categorías de
enemigos. Como lo demostró la experiencia de China, tiene que estar
vigilante incluso en contra de las fuerzas reaccionarias con las que se ha
aliado.
Avakian afirma que su crítica se
centra en la búsqueda del principal enemigo a nivel internacional. Incluso
afirma que el PCCh tenía razón al señalar a Japón y aliarse con el
Koumintang. Pero si su lógica en contra de distinguir a un enemigo
principal es correcta, si tal diferenciación inevitablemente significa que los
otros no son realmente enemigos, entonces no hay razón para restringirlo al
nivel mundial. Debe ser igualmente aplicable dentro de un país específico. Por
lo tanto, en el análisis final, aunque Avakian reconoce la corrección de que el
PCCh entró en una alianza con Chang Kaishek, su lógica realmente excluye la
actividad de un frente unido con una sección de fuerzas
reaccionarias. Este es un ejemplo agudo de infantilismo nacido del enfoque
doctrinario de Avakianismo.
Por último, ¿es cierto que no hay
ninguna justificación para identificar a los principales enemigos a nivel
internacional? No. En una situación en la que existe un Estado socialista, esto
es absolutamente pertinente y necesario en el ámbito de la
diplomacia. Esto nos lleva a otro grave error promovido por el
Avakianismo. En su crítica al “Frente Unido contra el fascismo” promovido
por el PCUS y el Komintern durante la Segunda Guerra Mundial, y la “Teoría de
los Tres Mundos” (TTM) de los revisionistas chinos, no distingue la orientación
estratégica del proletariado internacional de la Diplomacia de un Estado
Socialista. En general, ha criticado correctamente al PCUS dirigido por
Stalin por haber impuesto los intereses de la Unión Soviética sobre los de la
MCI (Movimiento Comunista Internacional). Las maniobras diplomáticas y
políticas de la Unión Soviética se presentaron como la estrategia internacional
del proletariado. Pero en lugar de rectificar esto, el PCR-EEUU comete el
error contrario. Elimina cualquier papel para las maniobras diplomáticas y las
políticas de un estado socialista y todo lo que esto implica.
Esto está ampliamente expuesto en sus
argumentos contra el TTM. Formalmente, el PCR-EEUU ha negado la afirmación
del revisionismo chino de que esta teoría era una creación de Mao. Pero,
en esencia, ha argumentado lo contrario. Así, Avakian acusó a Mao no sólo
de buscar un frente unido internacional con los Estados Unidos y sus aliados contra
el bloque soviético, sino de considerarlo como el “…enfoque para el movimiento
internacional y la forma a través de la cual debe llevar a cabo la lucha”. En
esencia, esto atribuye el TTM a Mao Tsetung. La absurda alegación de que
el TTM fue presentado por Mao Tsetung fue refutada como “calumnia revisionista”
por la 2ª Conferencia Internacional. ¿Por qué el PCR-EEUU se convirtió en
un conducto para semejante calumnia, aun cuando en su totalidad se esforzaba
por defender la bandera de Mao Tsetung? Sus raíces inmediatas radican en
los argumentos erróneos del Avakianismo contra la diferenciación entre los
enemigos y la negativa a reconocer y abordar el papel de los movimientos
diplomáticos de un Estado socialista.
En la cuestión específica que se
examina aquí, esto se manifestó en su obstinada oposición a la separación hecha
por los maoístas entre la diferenciación de Mao del mundo dividido en tres y la
TTM. A principios de los años setenta, Mao señaló la diferenciación
tripartita del mundo: el Primer mundo compuesto por dos superpotencias (los
imperialistas estadounidenses y soviéticos), un segundo integrado por otros
países imperialistas intermediarios y el Tercer mundo de países oprimidos. Esto
proporcionó al proletariado internacional un panorama amplio del equilibrio de
poder existente en el mundo. El reconocimiento de esta realidad nunca fue
utilizado por los maoístas en China para imponer una orientación estratégica de
unirse con uno u otro poder reaccionario a nivel internacional. Más bien,
se aferraban a la idea de que “…la gente del Tercer Mundo es la fuerza
principal que combate al imperialismo, al colonialismo y al hegemonismo, la
fuerza motriz de la revolución que impulsa la historia hacia adelante”.
La diferenciación del mundo en tres
sirvió de orientación a la política exterior de China en ese período. Le
ayudó a utilizar las contradicciones entre las dos superpotencias y romper el
bloqueo diplomático. Esto era justo y necesario. Sin embargo, se han
cometido varios errores en su aplicación. La Declaración del MRI
(Movimiento Revolucionario Internacionalista) ha descrito cómo los
revisionistas en China “… controlaron en gran medida su diplomacia y las
relaciones entre el Partido Comunista Chino y otros partidos
marxistas-leninistas, dieron la espalda a las luchas revolucionarias del
proletariado y de los pueblos oprimidos o trataron de subordinar estas luchas a
los intereses estatales de China”. Estos revisionistas intentaron utilizar la
división del mundo de Mao en tres e imponer la política exterior de China como
la orientación estratégica del proletariado internacional. Esto finalmente
fue dado una forma completa a través de la “teoría de tres mundos”, dirigida
hacia el exterior por aquellos después de asir el poder y de restaurar el
capitalismo en China. Esta teoría declaró a los socialimperialistas como
el principal enemigo. Pidió a los maoístas que se unieran con el bloque
imperialista estadounidense y a todos los reaccionarios aliados con él, en
nombre de la lucha contra el principal enemigo.
Aquellos partidos que capitularon
ante el revisionismo chino, y algunos que tomaron una postura centrista,
mantuvieron esta teoría. En el caso de estos últimos, su fracaso en
diferenciar entre la división del mundo en tres y el uso distorsionado del
revisionismo para utilizar su teoría, contribuyó a su posición
equivocada. El ataque del partido albanés liderado por Enver Hoxha contra
la TTM cometió el mismo error desde el extremo opuesto. También falló en
diferenciar entre las dos opciones. El avakianismo absorbió este
dogmato-revisionismo a través de su fracaso en distinguir entre las políticas
diplomáticas y tácticas de un Estado socialista y la estrategia internacional
del MCI. Su argumento de que es incorrecto separar a un enemigo principal
en el nivel internacional nace de esto.
Uno u otro poder imperialista o
fuerza reaccionaria puede ser el principal enemigo del movimiento
revolucionario en un país determinado. Pero todos son igualmente enemigos
del proletariado internacional. Esto es admitido por el Avakianismo, y eso
es correcto. Pero, ¿es válido para un Estado socialista? No, no lo
es. Mientras exista un mundo dominado por el imperialismo, un Estado
socialista necesariamente debe identificar las contradicciones entre las
potencias imperialistas y hacer movimientos diplomáticos para utilizarlas a su
favor. En ciertas coyunturas, una u otra potencia imperialista puede
emerger como la principal amenaza, el principal enemigo. En esa situación
su política diplomática debe tratar de aislar al enemigo principal (o
enemigos). Esto puede requerir la formación de una alianza o de un frente
unido con otras potencias imperialistas. En la probabilidad de que los
estados socialistas sean una minoría durante mucho tiempo, al contrario que el
infantilismo de Avakian, podemos esperar que esto sea la regla y no la
excepción. El error no es identificar al enemigo principal ni formar
alianzas tácticas con otros poderes. El error está en subordinar la
orientación estratégica del proletariado internacional -unificando la
revolución socialista proletaria y la nueva revolución democrática en una
revolución mundial que destruirá todo imperialismo y reacción- a la política
exterior de un Estado socialista.
Este estado pertenece a un
contingente del proletariado internacional. Pero, como Estado en un país
en particular, tiene sus propios intereses que podrían estar en desacuerdo con
los del proletariado internacional en coyunturas particulares. Esta
contradicción no puede ser ignorada. Los intereses de un Estado socialista
son parte de los del proletariado internacional. Pero no pueden ser
igualados forzadamente. El primero no puede sustituir al segundo. Lo
contrario es igualmente cierto. Los intereses específicos y las convulsiones
a las que se enfrenta un Estado socialista no pueden negarse en nombre de
defender los intereses del MCI. Debe dárseles el peso y el papel debidos,
subordinados a la orientación estratégica del proletariado. La lucha
librada por un Estado socialista en el ámbito de la diplomacia es una parte
importante de la revolución mundial. Nunca debemos olvidar que el Estado
socialista será el principal instrumento a través del cual el proletariado
internacional puede intervenir a nivel mundial hasta que la revolución mundial
alcance un alto nivel.
La Declaración del MRI señala: “En
circunstancias de cerco imperialista de un Estado socialista la defensa de las
conquistas revolucionarias es una tarea muy importante para el proletariado
internacional. También será necesario que los estados socialistas lleven a
cabo una lucha diplomática y, a veces, celebren diferentes tipos de acuerdos
con una u otra potencia imperialista. Pero la defensa de los Estados
socialistas debe estar siempre subordinada al progreso general de la revolución
mundial y nunca debe considerarse como el equivalente (y ciertamente no el
sustituto) de la lucha internacional del proletariado. En ciertas
situaciones la defensa de un país socialista puede ser principal, pero esto es
precisamente porque su defensa es decisiva para el avance de la revolución
mundial”. El historial del MCI en esta materia es bastante pobre (el
último ejemplo es Nepal.) Las acusaciones de Avakian contra Mao de intentar
forzar a los partidos maoístas a que se unan a los intereses de la política exterior
china son infundadas. Pero incluso entonces el hecho es que había serias
lagunas en la forma en que se manejó.
Mao no repitió los errores de Stalin
y del Komintern. Pero eso no fue suficiente. En vista de las
experiencias pasadas, se podría prever fácilmente que el nuevo giro en la
política exterior de China inevitablemente plantearía el peligro de la derechización
y del seguidismo a la burguesía. No se prestó suficiente atención al
armamento ideológico del MCI para hacer frente a estos peligros. Esta es
una lección importante que debemos tener en cuenta. Por encima de todo,
los partidos maoístas deben armarse con la lección de Mao: es posible que los
países imperialistas y los países socialistas alcancen ciertos compromisos,
pero tales compromisos no requieren que los pueblos de los países del mundo
capitalista sigan su ejemplo y hagan compromisos en casa. La gente en esos
países seguirá luchando de manera diferente de acuerdo con sus diferentes
condiciones. Esta es la orientación correcta.
Publicado por victoria oprimidos
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