200 años del padre del comunismo, Karl Marx
“Gris
es la teoría, amigo, pero verde y frondoso es el árbol de la
vida”.
Se trata de una frase de Goethe que Carlos Marx solía citar y que
expresa bien el método de pensamiento que le caracteriza, basado,
principalmente, en el análisis práctico de la realidad, con el
objetivo esencial de transformarla.
Marx,
del que se cumplen 200 años de su nacimiento, abrió el camino,
poniendo las bases del edificio teórico que, después, la
práctica de la lucha de clases y contra toda explotación iría
desarrollando en el inevitable camino de la humanidad hacia el
Socialismo:
"La
historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros
días"
- dice Marx en el Manifiesto Comunista (exceptuando la historia del
régimen de la comunidad primitiva, añade más tarde Engels) -
"...es
la historia de las luchas de clases".
Marx
enseñó a los proletarios, e incluso a los propios burgueses, que
es inevitable la transformación de la sociedad
capitalista en la
sociedad socialista: "La
socialización del trabajo, que avanza cada vez con mayor rapidez
bajo miles de formas, y que durante el medio siglo trascurrido desde
la muerte de Marx se manifiesta en forma muy palpable en el
incremento de la gran producción, de los cártels, los sindicatos y
los trusts capitalistas, y en el gigantesco crecimiento del volumen
y el poderío del capital financiero, es la base material más
importante del advenimiento inevitable del socialismo. El motor
intelectual y moral de esta trasformación, su agente físico, es el
proletariado, educado por el propio capitalismo. Su lucha contra la
burguesía, que se manifiesta en las formas más diversas, y cada
vez más ricas en contenido, se convierte inevitablemente en lucha
política por la conquista de su propio poder político (la
"dictadura del proletariado")",
como explica Lenin en su artículo sobre el padre, junto a su
camarada Engels, del comunismo.Marx prestó, a lo largo de su vida, una intensa atención, a la vez que a los trabajos teóricos, a los problemas tácticos de la lucha de clase del proletariado, tratando su lucha por la emancipación como una ciencia, y concluyendo, entre otras cosas, que "Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos solo pueden alcanzarse derrocando por la violencia el orden social existente" , idea central de El Manifiesto Comunista, documento fundacional de la ideología de la clase proletaria en su camino hacia un mundo sin explotación.
Marx, junto a Engels, analizaron minuciosamente el capitalismo para convencer a los trabajadores, esenciales para su desarrollo y supervivencia, pero también a los propios capitalistas, de que el futuro estaba en sus manos: "La burguesía no solo forja su propia destrucción, sino también a su propio sepulturero: el proletariado".
Para
homenajear los 200 años del gran Carlos Marx, que convirtiera las
aspiraciones de los explotados y, especialmente, de los trabajadores
de todo el mundo, en una ciencia dotada de herramientas para caminar
hacia el mundo sin explotación, el comunismo, la Red
de Blog Comunistas (RBC) quiere
compartir en esta entrada la obra escrita sobre
su vida en
1912 por su mejor biógrafo, el alemán Franz Mehring, además de el
artículo de Lenin, uno de sus grandes continuadores en el camino
hacia el comunismo, Carlos
Marx (Breve esbozo biográfico,con una exposición del marxismo)."
===
Carlos
Marx
Carlos
Marx nació el 5 de mayo (según el nuevo calendario) de 1818 en
Tréveris (ciudad de la Prusia renana). Su padre era un abogado
judío, convertido en 1824 al protestantismo. La familia de Marx era
una familia acomodada, culta, pero no revolucionaria. Después de
terminar en Tréveris sus estudios de bachillerato, Marx se
inscribió en la universidad, primero en la de Bonn y luego en la de
Berlín, estudiando jurisprudencia y, sobre todo, historia y
filosofía. En 1841 terminó sus estudios universitarios,
presentando una tesis sobre la filosofía de Epicuro. Por sus
concepciones, Marx era entonces todavía un idealista hegeliano. En
Berlín se adhirió al círculo de los "hegelianos de
izquierda" (Bruno Bauer y otros), que se esforzaban por extraer
de la filosofía de Hegel conclusiones ateas y revolucionarias.
Terminados
sus estudios universitarios, Marx se trasladó a Bonn con la
intención de hacerse profesor. Pero la política reaccionaria del
gobierno, que en 1832 había despojado de su cátedra a Ludwig
Feuerbach, que en 1836 le había negado nuevamente la entrada en la
universidad y que en 1841 privó al joven profesor Bruno Bauer del
derecho a enseñar en Bonn, obligó a Marx a renunciar a la carrera
docente. En aquella época, las ideas de los hegelianos de izquierda
progresaban rápidamente en Alemania. Ludwig Feuerbach, sobre todo
desde 1836, comenzó a someter a crítica la teología y a
orientarse hacia el materialismo, que en 1841 (La
esencia del cristianismo )
se impone ya definitivamente en su pensamiento; en 1843 ven la luz
sus Principios
de la filosofía del porvenir. "Hay
que haber vivido la influencia liberadora" de estos libros,
escribía Engels años más tarde refiriéndose a esas obras de
Feuerbach. "Nosotros [es decir, los hegelianos de izquierda,
entre ellos Marx] nos hicimos en el acto feuerbachianos."[2] Por
aquel tiempo, los burgueses radicales renanos, que tenían ciertos
puntos de contacto con los hegelianos de izquierda, fundaron en
Colonia un periódico de oposición, la Gaceta
del Rin (cuyo
primer número salió el 1 de enero de 1842). Marx y Bruno Bauer
fueron invitados como principales colaboradores; en octubre de 1842
Marx fue nombrado redactor jefe del periódico y se trasladó de
Bonn a Colonia. La tendencia democrática revolucionaria del
periódico fue acentuándose bajo la jefatura de redacción de Marx,
y el gobierno lo sometió primero a una doble censura y luego a una
triple, hasta que decidió más tarde suprimirlo totalmente a partir
del 1 de enero de 1843. Marx se vio obligado a abandonar su puesto
de redactor jefe en esa fecha, sin que su salida lograse tampoco
salvar al periódico, que fue clausurado en marzo de 1843. Entre los
artículos más importantes publicados por Marx en la Gaceta
del Rin,
Engels menciona, además de los que citamos más adelante (véase
la Bibliografía )
el que se refiere a la situación de los campesinos viticultores del
valle del Mosela. Como su labor periodística le había demostrado
que conocía insuficientemente la economía política, Marx se
dedicó afanosamente al estudio de esta ciencia.
En
1843, Marx se casó en Kreuznach con Jenny von Westphalen, amiga
suya de la infancia, con la que se había comprometido cuando
todavía era estudiante. Su esposa pertenecía a una
reaccionaria familia aristocrática de Prusia. Su hermano mayor fue
ministro del Interior en Prusia durante una de las épocas más
reaccionarias, desde 1850 hasta 1858. En el otoño de 1843 Marx se
trasladó a París con objeto de editar en el extranjero una revista
de tendencia radical en colaboración con Arnold Ruge (1802-1880;
hegeliano de izquierda, encarcelado de 1825 a 1830, emigrado desde
1848, y partidario de Bismarck entre 1866 y 1870). De esta revista,
titulada Anales
franco-alemanes,
sólo llegó a ver la luz el primer fascículo. Las dificultades con
que tropezaba la difusión clandestina de la revista en Alemania y
las discrepancias surgidas entre Marx y Ruge hicieron que se
suspendiera su publicación. En los artículos de Marx en
los Anales vemos
ya al revolucionario que proclama la necesidad de una "crítica
implacable de todo lo existente", y, en particular, de una
"crítica de las armas"[3] que
apele a las masas y
al proletariado.
En
septiembre de 1844 llegó a París, por unos días, Federico Engels,
quien se convirtió, desde ese momento, en el amigo más íntimo de
Marx. Ambos tomaron conjuntamente parte activísima en la vida,
febril por entonces, de los grupos revolucionarios de París
(especial importancia revestía la doctrina de Proudhon, a la que
Marx ajustó cuentas resueltamente en su obra Miseria
de la filosofía,
publicada en 1847) y, en lucha enérgica contra las diversas
doctrinas del socialismo pequeñoburgués, forjaron la teoría y la
táctica del socialismo
proletario revolucionario,
o comunismo (marxismo). Véanse, más adelante, en la Bibliografía,
las obras de Marx de esta época, años de 1844 a 1848. En 1845, a
instancias del gobierno prusiano, Marx fue expulsado de París como
revolucionario peligroso, instalándose entonces en Bruselas. En la
primavera de 1847, Marx y Engels se afiliaron a una sociedad secreta
de propaganda, la Liga de los Comunistas, tuvieron una participación
destacada en el II Congreso de esta organización (celebra do en
Londres en noviembre de 1847) y por encargo del Congre so redactaron
el famoso Manifiesto
del Partido Comunista que
apareció en febrero de 1848. En esta obra se traza, con claridad y
brillantez geniales, una nueva concepción del mundo: el
materialismo consecuente, aplicado también al campo de la vida
social; la dialéctica como la doctrina más completa y profunda del
desarrollo; la teoría de la lucha de clases y de la histórica
misión revolucionaria universal del proletariado como creador de
una nueva sociedad, la sociedad comunista.
Al
estallar la revolución de febrero de 1848, Marx fue expulsado de
Bélgica. Se trasladó nuevamente a París, y desde allí, después
de la revolución de marzo, marchó a Alemania, más precisamente, a
Colonia. Desde el 1 de junio de 1848 hasta el 19 de mayo de 1849, se
publicó en esta ciudad la Nueva
Gaceta del Rin,
de la que Marx era el redactor jefe. El curso de los acontecimientos
revolucionarios de 1848 a 1849 vino a confirmar de manera brillante
la nueva teoría, como habrían de confirmarla en lo sucesivo los
movimientos proletarios y democráticos de todos los países del
mundo. La contrarrevolución triunfante hizo que Marx compareciera,
primero, ante los tribunales (siendo absuelto el g de febrero de
1849) y después lo expulsó de Alemania (el 16 de mayo de 1849).
Marx se dirigió a París, de donde fue expulsado también después
de la manifestación del 13 de junio de 1849[4];
entonces marchó a Londres, donde pasó el resto de su vida.
Las
condiciones de vida en la emigración eran en extremo duras, como lo
revela con toda claridad la correspondencia entre Marx y Engels
(editada en 1913). La miseria asfixiaba realmente a Marx y a su
familia; de no haber sido por la constante y abnegada ayuda
económica de Engels, Marx no sólo no hubiera podido acabar El
Capital,
sino que habría sucumbido inevitablemente bajo el peso de la
miseria. Además, las doctrinas y tendencias del socialismo
pequeñoburgués, no proletario en general, que predominaban en
aquella época, obligaban a Marx a librar constantemente una lucha
implacable, y a veces a repeler (como hace en su obra Herr
Vogt [5] los
ataques personales más rabiosos y salvajes. Manteniéndose al
margen de los círculos de emigrados y concentrando sus esfuerzos en
el estudio de la economía política, Marx desarrolló su teoría
materialista en una serie de trabajos históricos (véase
la Bibliografía ).
Con sus obras Contribución
a la crítica de la economía política (1859)
y El
Capital (t.
I, 1867), Marx provocó una verdadera revolución en la ciencia
económica (véase más adelante la doctrina de
Marx).
El
recrudecimiento de los movimientos democráticos, a fines de la
década del 50 y durante la del 60, llevó de nuevo a Marx a la
actividad práctica. El 28 de septiembre de 1864 se fundó en
Londres la famosa Primera Internacional, la "Asociación
Internacional de los Trabajadores". Marx fue el alma de esta
organización, el autor de su primer "Llamamiento" y de
gran número de sus resoluciones, declaraciones y manifiestos.
Unificando el movimiento obrero de los diferentes países,
orientando por el cauce de una actuación conjunta a las diver sas
formas del socialismo no proletario, premarxista (Mazzini, Proudhon,
Bakunin, el tradeunionismo liberal inglés, las vacilaciones
derechistas lassalleanas en Alemania, etc.), a la par que combatía
las teorías de todas estas sectas y escuelas, Marx fue forjando la
táctica común de la lucha proletaria de la clase obrera en los
distintos países. Después de la caída de la Comuna de París en
1871, que Marx analizó (en La
guerra civil en Francia,
1871) de modo tan profundo, certero, brillante y eficaz,
como revolucionario -- y a raíz de la escisión de la In
ternacional provocada por los bakuninistas --, esta última ya no
pudo seguir existiendo en Europa. Después del Congreso de La Haya
(1872), Marx consiguió que el Consejo General de la Internacional
se trasladase a Nueva York. La primera Internacional había cumplido
su misión histórica y dejaba paso a una época de desarrollo
incomparablemente más amplio del movimiento obrero en todos los
países del mundo, época en que este movimiento había de
desplegarse en
extensión,
con la creación de partidos obreros socialistas de
masas dentro
de cada Estado nacional.
Su
intensa labor en la Internacional y sus actividades teóricas, aún
más intensas, minaron definitivamente la salud de Marx. Prosiguió
su obra de relaboración de la economía política y se consagró a
terminar El
Capital,
recopilando con este fin multitud de nuevos documentos y poniéndose
a estudiar varios idiomas (entre ellos el ruso), pero la enfermedad
le impidió concluir El
Capital.
El
2 de diciembre de 1881 murió su esposa, y el 14 de marzo de 1883
Marx se quedó dormido apaciblemente para siempre en su sillón.
Está enterrado, junto a su mujer, en el cementerio londinense de
Highgate. Varios hijos de Marx murieron en la infancia en Londres,
cuando la familia vivía en la miseria. Tres de sus hijas se casaron
con socialistas de Inglaterra y Francia: Eleonora Eveling, Laura
Lafargue y Jenny Longuet. Un hijo de esta última es miembro del
Partido Socialista Francés.
LA DOCTRINA DE MARX
El marxismo es
el sistema de las concepciones y de la doctrina de Marx. Este
continúa y corona genialmente las tres principales corrientes
ideológicas del siglo XIX, que pertenecen a los tres países
más avanzados de la humanidad: la filosofía clásica alemana, la
economía política clásica inglesa y el socialismo francés,
vinculado a las doctrinas revolucionarias france sas en general. La
admirable coherencia y la integridad de sus concepciones --
cualidades reconocidas incluso por sus adver sarios --, que
constituyen en su conjunto el materialismo y el socialismo
científicos contemporáneos como teoría y programa del movimiento
obrero de todos los países civilizados del mundo, nos obligan a
esbozar brevemente su concepción del mundo en general antes de
exponer el contenido esencial del marxismo, o sea, la doctrina
económica de Marx.
El
Materialismo Filosósico
Desde
1844-1845, años en que se formaron sus concepciones, Marx fue
materialista y, especialmente, partidario de Ludwig Feuerbach, cuyos
puntos débiles vio, más tarde, en la insuficiente consecuencia y
amplitud de su materialismo. Para Marx, la significación histórica
universal de Feuerbach, que "hizo época", residía
precisamente en el hecho de haber roto en forma resuelta con el
idealismo de Hegel y proclamado el materialismo, que ya "en el
siglo XVIII, sobre todo en Francia, representaba la lucha, no sólo
contra las instituciones políticas existentes y al mismo tiempo
contra la religión y la teología, sino también [. . .] contra la
metafísica en general" (entendiendo por ella toda
"especulación ebria", a diferencia de la "filosofía
sobria") (La
Sagrada Familia,
en La
herencia literaria ).
"Para Hegel -- escribía Marx --, el proceso del pensamiento,
al que él convierte incluso, bajo el nombre de idea, en sujeto con
vida propia, es el demiurgo de lo real [. . .]. Para mí lo ideal no
es, por el contrario, más que lo material traducido y traspuesto a
la cabeza del hombre." (C. Marx, El
Capital, t.
I, "Palabras finales a la 2a ed.").
Mostrándose plenamente de acuerdo con esta filosofía materialista
de Marx, F. Engels escribía lo siguiente, al exponerla en
su Anti-Dühring (véase ),
obra cuyo manuscrito conoció Marx: . . . "La unidad del mundo
no existe en su ser, sino en su materialidad, que ha sido demostrada
[. . .] en el largo y penoso desarrollo de la filosofía y de las
ciencias naturales [. . .]. El movimiento es la forma de existencia
de la materia. Jamás, ni en parte alguna, ha existido ni puede
existir materia sin movimiento, ni movimiento sin materia [. . .].
Pero si seguimos preguntando qué son y de dónde proceden el pensar
y la conciencia, nos encontramos con que son productos del cerebro
humano y con que el mismo hombre no es más que un producto de la
naturaleza, que se ha desarrollado en un determinado ambiente
natural y junto con éste; por donde llegamos a la conclusión
lógica de que los productos del cerebro humano, que en última
instancia no son tampoco más que productos de la naturaleza, no se
contradicen, sino que corresponden al resto de la concatenación de
la naturaleza". "Hegel era idealista, es decir, que para
él las ideas de nuestra cabeza no son reflejos [Abbilder,
esto es, imágenes, pero a veces Engels habla de "reproducciones"]
más o menos abstractos de los objetos y fenómenos de la realidad,
sino que los objetos y su desarrollo se le antojaban, por el
contrario, imágenes de una idea existentes no se sabe dónde, ya
antes de que existiese el mundo." En Ludwig
Feuerbach [6],
obra en la que Engels expone sus ideas y las de Marx sobre la
filosofía de Feuerbach, y cuyo original envió a la imprenta
después de revisar un antiguo manuscrito suyo y de Marx, que databa
de los años 1844-1845, sobre Hegel, Feuerbach y la concepción
materialista de la historia, escribe Engels: "El gran problema
cardinal de toda filosofía, especialmente de la moderna, es el
problema de la relación entre el pensar y el ser, entre el
espíritu y la naturaleza [. . .]. ¿Qué está primero: el espíritu
o la naturaleza? [. . .] Los filósofos se dividieron en dos grandes
campos, según la contestación que diesen a esta pregunta. Los que
afirmaban que el espíritu estaba antes que la naturaleza y que, por
lo tanto, reconocían, en última instancia, una creación del mundo
bajo una u otra forma [. . .], constituyeron el campo del idealismo.
Los demás, los que reputaban la naturaleza como principio
fundamental, adhirieron a distintas escuelas del materialismo".
Todo otro empleo de los conceptos de idealismo y materialismo (en
sentido filosófico) sólo conduce a la confusión. Marx rechazaba
enérgicamente, no sólo el idealismo -- vinculado siempre, de un
modo u otro, a la religión --, sino también los puntos de vista de
Hume y Kant, tan difundidos en nuestros días, es decir, el
agnosticismo, el criticismo y el positivismo en sus diferentes
formas; para Marx esta clase de filosofía era una concesión
"reaccionaria" al idealismo y, en el mejor de los casos,
una "manera vergonzante de aceptar el materialismo bajo cuerda
y renegar de él públicamente". Sobre esto puede consultarse,
además de las obras ya citadas de Engels y Marx, la carta de este
último a Engels, fechada el 12 de diciembre de 1868, en la que
habla de unas manifestaciones del célebre naturalista T. Huxley. En
ella, a la vez que hace notar que Huxley se muestra "más
materialista" que de ordinario, y reconoce que "si
observamos y pensamos realmente, nunca podemos salirnos del
materialismo", Marx le reprocha que deje abierto un "portillo"
al agnosticismo, a la filosofía de Hume. En particular debemos
destacar la concepción de Marx acerca de las relaciones entre la
libertad y la necesidad: "La necesidad sólo es ciega en cuanto
no se la comprende. La libertad no es otra cosa que el conocimiento
de la necesidad" (Engels, Anti-Dühring )
= reconocimiento de la sujeción objetiva de la naturaleza a leyes y
de la trasformación dialéctica de la necesidad en libertad (a
la par que de la trasformación de la "cosa en sí" no
conocida aún, pero cognoscible, en "cosa para nosotros",
de la "esencia de las cosas" en "fenómenos").
El defecto fundamental del "viejo" materialismo, incluido
el de Feuerbach (y con mayor razón aún el del materialismo
"vulgar" de Buchner, Vogt y Moleschott) consistía, según
Marx y Engels, en lo siguiente: 1) en que este materialismo era
"predominantemente mecanicista" y no tenía en cuenta los
últimos progresos de la química y de la biología (a los que
habría que agregar en nuestros días los de la teoría eléctrica
de la materia); 2) en que el viejo materialismo no era histórico ni
dialéctico (sino metafísico, en el sentido de antidialéctico) y
no mantenía consecuentemente ni en todos sus aspectos el punto de
vista del desarrollo; 3) en que concebían "la esencia del
hombre" en forma abstracta, y no como el "conjunto de las
relaciones sociales" (históricamente concretas y
determinadas), por cuya razón se limitaban a "explicar"
el mundo cuando en realidad se trata de "trasformar lo";
es decir, en que no comprendían la importancia de la "actividad
práctica revolucionaria".
La
Dialéctica
La
dialéctica hegeliana, o sea, la doctrina más multilateral, más
rica en contenido y más profunda del desarrollo, era para Marx y
Engels la mayor conquista de la filosofía clásica alemana. Toda
otra formulación del principio del desarrollo, de la evolución,
les parecía unilateral y pobre, deformadora y mutiladora de la
verdadera marcha del desarrollo en la naturaleza y en la sociedad
(marcha que a menudo se efectúa a través de saltos, cataclismos y
revoluciones). "Marx y yo fuimos casi los únicos que nos
planteamos la tarea de salvar [del descalabro del idealismo,
incluido el hegelianismo] la dialéctica conciente para traerla a la
concepción materialista de la naturaleza." "La naturaleza
es la confirmación de la dialéctica, y precisamente son las
modernas ciencias naturales las que nos han brindado un
extraordinario acervo de datos [¡y esto fue escrito antes de que se
descubriera el radio, los electrones, la trasformación de los
elementos, etc.!] y enriquecido cada día que pasa, demostrando con
ello que la naturaleza se mueve, en última instancia, dialéctica,
y no metafísicamente."
"La
gran idea fundamental -- escribe Engels -- de que el mundo no se
compone de un conjunto de objetos terminados y acabados, sino que
representa en sí un conjunto de procesos, en el que las cosas que
parecen inmutables, al igual que sus imágenes mentales en nuestro
cerebro, es decir, los conceptos, se hallan sujetos a un continuo
cambio, a un proceso de nacimiento y muerte; esta gran idea
fundamental se encuentra ya tan arraigada desde Hegel en la
conciencia común, que apenas habrá alguien que la discuta en su
forma general. Pero una cosa es reconocerla de palabra y otra
aplicarla en cada caso particular y en cada campo de investigación."
"Para la filosofía dialéctica no existe nada establecido de
una vez para siempre, nada absoluto, consagrado.; en todo ve lo que
hay de perecedero, y no deja en pie más que el proceso
ininterrumpido del aparecer y desaparecer, del infinito movimiento
ascensional de lo inferior a lo superior. Y esta misma filosofía es
un mero reflejo de ese proceso en el cerebro pensante." Así,
pues, la dialéctica es, según Marx, "la ciencia de las leyes
generales del movimiento, tanto del mundo exterior como del
pensamiento humano".
Este
aspecto revolucionario de la filosofía hegeliana es el que Marx
recoge y desarrolla. El materialismo dialéctico "no necesita
de ninguna filosofía situada por encima de las demás ciencias".
De la filosofía anterior queda en pie "la teoría del
pensamiento y sus leyes, es decir, la lógica formal y la
dialéctica". Y la dialéctica, tal como la concibe Marx, y
también según Hegel, abarca lo que hoy se llama teoría del
conocimiento o gnoseología, ciencia que debe enfocar también su
objeto desde un punto de vista histórico, investigando y
generalizando los orígenes y el desarrollo del conocimiento, y el
paso de la falta
de conocimiento
al conocimiento.
En
nuestro tiempo, la idea del desarrollo, de la evolución, ha
penetrado casi en su integridad en la conciencia social, pero no a
través de la filosofía de Hegel, sino por otros caminos. Sin
embargo, esta idea, tal como la formularon Marx y Engels, apoyándose
en Hegel, es mucho más completa, mucho más rica en contenido que
la teoría de la evolución al uso. Es un desarrollo que, al
parecer, repite etapas ya recorridas, pero de otro modo, sobre una
base más alta ("negación de la negación"), un
desarrollo, por decirlo así, en espiral y no en línea recta; un
desarrollo que se opera en forma de saltos, a través de cataclismos
y revoluciones, que significan "interrupciones de la
gradualidad"; un desarrollo que es trasformación de la
cantidad en calidad, impulsos internos de desarrollo originados por
la contradicción, por el choque de las diversas fuerzas y
tendencias, que actúan sobre determinado cuerpo, o dentro de los
límites de un fenómeno dado o en el seno de una sociedad dada;
interdependencia íntima e indisoluble concatenación de todos los
aspectos de cada fenómeno (con la particularidad de que la historia
pone constantemente al descubierto nuevos aspectos), concatenación
que ofrece un proceso de movimiento único, universal y sujeto a
leyes; tales son algunos rasgos de la dialéctica, teoría mucho más
empapada de contenido que la (habitual) doctrina de la evolución.
(Véase la carta de Marx a Engels del 8 de enero de 1868, en la que
se mofa de las "rígidas tricotomías" de Stein, que
sería ridículo confundir con la dialéctica materialista.)
La
Concepción Materialista de la Historia
La
conciencia de que el viejo materialismo era una teoría
inconsecuente, incompleta y unilateral llevó a Marx a la convicción
de que era indispensable "poner en consonancia la ciencia de la
sociedad con la base materialista y reconstruirla sobre esta base".
Si el materialismo en general explica la conciencia por el ser, y no
al contrario, aplicado a la vida social de la humanidad exige que la
conciencia social se
explique por el ser social. "La
tecnología -- dice Marx (en El
Capital,
t. I) -- pone al descubierto la relación activa del hombre con la
naturaleza, el proceso inmediato de producción de su vida, y, a la
vez, sus condiciones sociales de vida y de las representaciones
espirituales que de ellas se derivan." Y en el "prólogo a
su Contribución
a la crítica de la economía política ",
Marx ofrece una formulación integral de las tesis fundamentales del
materialismo aplicadas a la sociedad humana y a su historia. He aquí
sus palabras:
"En
la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas
relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de
producción que corresponden a una determinada fase de desarrollo de
sus fuerzas productivas materiales.
"El
conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura
económica de la sociedad, la base real sobre la que se erige una
superestructura política y jurídica, y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de
la vida material condiciona el proceso de la vida social, política
y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que
determina su ser, sino, por el contrario, su ser social el que
determina su conciencia. Al llegar a una determinada fase de
desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan
con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más
que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad
dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de
desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se
convierten en trabas de ellas. Y se abre así una época de
revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona,
más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida
sobre ella. Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir
siempre entre la revolución material producida en las condiciones
económicas de producción, y que puede verificarse con la precisión
propia de las ciencias naturales, y las revoluciones jurídicas,
políticas, religiosas, artísticas o filosóficas; en una palabra,
de las formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia
de este conflicto y luchan por resolverlo.
"Y
del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo por lo que él
piensa de si, no podemos juzgar tampoco estas épocas de revolución
por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse
esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el
conflicto existente entre las fuerzas productivas sociales y las
relaciones de producción. . ." "A grandes rasgos, podemos
señalar como otras tantas épocas de progreso en la formación
económica de la sociedad, el modo de producción asiático, el
antiguo, el feudal y el moderno burgués." (Véase la breve
formulación que Marx da en su carta a Engels del 7 de julio de
1866: "Nuestra teoria de que la organización del trabajo está
determinada por los medios de producción".)
El
descubrimiento de la concepción materialista de la historia, o
mejor dicho, la consecuente aplicación y extensión del
materialismo al dominio de los fenómenos sociales, superó los dos
defectos fundamentales de las viejas teorías de la historia. En
primer lugar, estas teorías solamente examinaban, en el mejor de
los casos, los móviles ideológicos de la actividad histórica de
los hombres, sin investigar el origen de esos móviles, sin captar
las leyes objetivas que rigen el desarrollo del sistema de las
relaciones sociales, ni ver las raices de éstas en el grado de
desarrollo de la producción material; en segundo lugar, las viejas
teorias no abarcaban precisamente las acciones de las masas de la
población, mientras que el materialismo histórico permitió
estudiar, por vez primera y con la exactitud de las ciencias
naturales, las condiciones sociales de la vida de las masas y los
cambios operados en estas condiciones. La "sociologia" y
la historiografía anteriores a Marx proporcio naban, en el
mejor de
los casos, un cúmulo de datos crudos, recopilados
fragmentariamente, y la descripción de aspectos aislados del
proceso histórico. El marxismo señaló el camino para un estudio
global y multilateral del proceso de aparición, desarrollo y
decadencia de las formaciones económico-sociales, examinando
el conjunto de
todas las tendencias contradictorias y reduciéndolas a las
condiciones, perfectamente determinables, de vida y de producción
de las distintas clases de
la sociedad, eliminando el subjetivismo y la arbitrariedad en la
elección de las diversas ideas "dominantes" o en la
interpretación de ellas, y poniendo al descubierto las raíces de
todas las ideas sin excepción y de las diversas tendencias que se
manifiestan en el estado de las fuerzas productivas materiales. Los
hombres hacen su propia historia, ¿pero qué determina los móviles
de estos hombres, y precisamente de las masas humanas?; ¿qué es lo
que provoca los choques de ideas y las aspiraciones
contradictorias?; ¿qué representa el conjunto de todos estos
choques que se producen en la masa entera de las sociedades
humanas?; ¿cuáles son las condiciones objetivas de producción de
la vida material que crean la base de toda la actividad histórica
de los hombres?; ¿cuál es la ley que rige el desenvolvimiento de
estas condiciones? Marx concentró su atención en todo esto y trazó
el camino para estudiar científicamente la historia como un proceso
único, regido por leyes, en toda su inmensa diversidad y con su
carácter contradictorio.
La
Lucha de Clases
Todo
el mundo sabe que en cualquier sociedad las aspiraciones de una
parte de sus miembros chocan abiertamente con las aspiraciones de
otros, que la vida social está llena de contradicciones, que la
historia nos muestra una lucha entre pueblos y sociedades, así como
en su propio seno; todo el mundo sabe también que se suceden los
períodos de revolución y reacción, de paz y de guerras, de
estancamiento y de rápido progreso o decadencia. El marxismo nos
proporciona el hilo conductor que permite descubrir una sujeción a
leyes en este aparente laberinto y caos, a saber: la teoría de la
lucha de clases. Sólo el estudio del conjunto de las aspiraciones
de todos los miembros de una sociedad dada o de un grupo de
sociedades, puede conducirnos a una determinación científica del
resultado de esas aspiraciones. Ahora bien, la fuente de que brotan
esas aspiraciones contradictorias son siempre las diferencias de
situación y de condiciones de vida de las clases en que se divide
cada sociedad. "La historia de todas las sociedades que han
existido hasta nuestros días -- dice Marx en el Manifiesto
Comunista (exceptuando
la historia del régimen de la comunidad primitiva, añade más
tarde Engels) -- es la historia de las luchas de clases.
Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos,
maestros y oficiales; en una palabra: opresores y oprimidos se
enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas
veces, y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la
trasformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento
de las clases beligerantes [. . .]. La moderna sociedad burguesa,
que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha
abolido las contradicciones de clase. Unicamente ha sustituido las
viejas clases, las viejas condiciones de opresion, las viejas formas
de lucha, por otras nuevas. Nuestra época, la época de la
burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las
contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose cada vez
más en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases que se
enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado." A
partir de la Gran Revolución Francesa, la historia de Europa pone
de relieve en distintos países, con especial evidencia, el
verdadero fondo de los acontecimientos, la lucha de clases. Y ya en
la época de la restauración se destacan en Francia algunos
historiadores (Thierry, Guizot, Mignet y Thiers) que, al generalizar
los acontecimientos, no pudieron dejar de reconocer que la lucha de
clases era la clave para la comprensión de toda la historia
francesa. Y la época contemporánea, es decir, la época que señala
el triunfo completo de la burguesía y de las instituciones
representativas, del sufragio amplio (cuando no universal), de la
prensa diaria barata que llega a las masas, etc., la época de las
poderosas asociaciones obreras y patronales cada vez más vastas,
etc., pone de manifiesto de un modo todavía más patente (aunque a
veces en forma unilateral, "pacífica" y "constitucional")
que la lucha de clases es la fuerza motriz de los
acontecimientos. El siguiente pasaje del Manifiesto
Comunista nos
revela lo que Marx exigía de la ciencia social en cuanto al
análisis objetivo de la situación de cada clase en la sociedad
moderna y en relación con el examen de las condiciones de
desarrollo de cada clase: "De todas las clases que hoy se
enfrentan con ía burguesía, sólo el proletariado es una clase
verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y
desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado,
en cambio, es su producto más peculiar. Las capas medias -- el
pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano y el
campesino -- , todas ellas luchan contra la burguesía para salvar
de la ruina su existencia como tales capas medias. No son, pues,
revolucionarias, sino conservadoras. Más todavía, son
reaccionarias, ya que pretenden volver atrás la rueda de la
historia. Son revolucionarias únicamente cuando tienen ante sí la
perspectiva de su tránsito inminente al proletariado; defendiendo
así, no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, cuando
abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del
proletariado". En una serie de obras históricas (véase
la Bibliografía ),
Marx nos ofrece brillantes y profundos ejemplos de historiografía
materialista, de análisis de la situación de cadaclase
en particular y a veces de los diferentes grupos o capas que se
manifiestan dentro de ella, mostrando palmariamente por qué y cómo
"toda lucha de clases es una lucha política". El pasaje
que acabamos de citar ilustra cuán intrincada es la red de
relaciones sociales y fases de
transición de
una clase a otra, del pasado al porvenir, que Marx analiza para
determinar la resultante total del desarrollo histórico.
La
confirmación y aplicación más profunda, más completa y detallada
de la teoría de Marx es su doctrina económica.
LA DOCTRINA ECONÓMICA DE MARX
"Y
la finalidad última de esta obra -- dice Marx en el prólogo a El
Capital --
es, en efecto, descubrir la ley económica que preside el movimiento
de la sociedad moderna", es decir, de la sociedad capitalista,
burguesa. El estudio de las relaciones de producción de una
sociedad dada, históricamente determinada, en su aparición,
desarrollo y decadencia: tal es el contenido de la doctrina
económica de Marx. En la sociedad capitalista impera la producción
de mercancías ;
por eso, el análisis de Marx empieza con el análisis de la
mercancía.
El
Valor
La
mercancía es, en primer lugar, una cosa que satisface una
determinada necesidad humana y, en segundo lugar, una cosa que se
cambia por otra. La utilidad de una cosa hace de ella un valor
de uso. El
valor de cambio (o, sencillamente el valor) es, ante todo, la
relación o proporción en que se cambia cierto número de valores
de uso de una clase por un determinado número de valores de uso de
otra clase. La experiencia diaria nos muestra que, a través de
millones y miles de millones de esos actos de intercambio, se
equiparan constantemente todo género de valores de uso, aun los más
diversos y menos equiparables entre sí. ¿Qué es lo que tienen de
común esos diversos objetos, que constantemente son equiparados
entre sí en determinado sistema de relaciones sociales? Tienen de
común el que todos ellos son productos
del trabajo. Al
cambiar sus productos, los hombres equiparan los mas diversos tipos
de trabajo. La producción de mercancías es un sistema de
relaciones sociales en que los distintos productores crean diversos
productos (división social del trabajo), y todos estos productos se
equiparan entre sí por medio del cambio. Por lo tanto, lo que todas
las mercancías encierran de común no es el trabajo concreto de una
determinada rama de producción, no es un trabajo de determinado
tipo, sino el trabajo humano abstracto,
el trabajo humano en general. Toda la fuerza de trabajo de una
sociedad dada, representada por la suma de valores de todas las
mercancías, es una y la misma fuerza humana de trabajo; así lo
evidencian miles de millones de actos de cambio. Por consiguiente,
cada mercancía en particular no representa más que una determinada
parte del tiempo de trabajo socialmente
necesario. La
magnitud del valor se determina por la cantidad de trabajo
socialmente necesario o por el tiempo de trabajo socialmente
necesario para producir cierta mercancía o cierto valor de uso. "Al
equiparar unos con otros, en el cambio, sus diversos productos, lo
que hacen los hombres es equiparar entre sí sus diversos trabajos
como modalidades del trabajo humano. No lo saben, pero lo hacen."
El valor es, como dijo un viejo economista, una relación entre dos
personas; pero debió añadir simplemente: relación encubierta por
una envoltura material. Sólo partiendo del sistema de relaciones
sociales de producción de una formación social históricamente
determinada, relaciones que se manifiestan en el fenómeno masivo
del cambio, repetido miles de millones de veces, podemos comprender
lo que es el valor. "Como valores, las mercancías no son más
que cantidades determinadas de tiempo de trabajo coagulado."
Después de analizar en detalle el doble carácter del trabajo
materializado en las mercancías, Marx pasa al análisis de la forma
del valor y
del dinero. Con
ello se propone, fundamentalmente, investigar el origende
la forma monetaria del valor, estudiar el proceso
histórico de
desenvolvimiento del cambio, comenzando por las operaciones sueltas
y fortuitas de trueque ("forma simple, suelta o fortuita del
valor", en que una cantidad de mercancía es cambiada por otra)
hasta remontarse a la forma universal del valor, en que mercancías
diferentes se cambian por una mercancía concreta, siempre la misma,
y llegar a la forma monetaria del valor, en que la función de esta
mercancía, o sea, la función de equivalente universal, la
desempeña el oro. El dinero, producto supremo del desarrollo del
cambio y de la producción de mercancías, disfraza y oculta el
carácter social de los trabajos privados, la concatenación social
existente entre los diversos productores unidos por el mercado. Marx
somete a un análisis extraordinariamente minucioso las diversas
funciones del dinero, debiendo advertirse, pues tiene gran
importancia, que en este caso (como, en general, en todos los
primeros capítulos de El
Capital )
la forma abstracta de la exposición, que a veces parece puramente
deductiva, recoge en realidad un gigantesco material basado en
hechos sobre la historia del desarrollo del cambio y de la
producción de mercancías. "El dinero presupone cierto nivel
del cambio de mercancías. Las diversas formas del dinero -- simple
equivalente de mercancías o medio de circulación, medio de pago,
de atesoramiento y dinero mundial -- señalan, según el distinto
volumen y predominio relativo de tal o cual función, fases muy
distintas del proceso social de producción" (El
Capital,
I).
La
Plusvalía
Al
alcanzar la producción de mercancías determinado grado de
desarrollo, el dinero se convierte en capital. La fórmula de la
circulación de mercancías era: M (mercancía) -- D (dinero)
-- M (mercancía), o sea, venta de una mercancía para comprar otra.
Por el contrario, la fórmula general del capital es D -- M -- D, o
sea, la compra para la venta (con ganancia). Marx llama plusvalía a
este incremento del valor primitivo del dinero que se lanza a la
circulación. Que el dinero lanzado a la circulación capitalista
"crece", es un hecho conocido de todo el mundo. Y
precisamente ese "crecimiento" es lo que convierte el
dinero en capital,
como relación social de producción particular, históricamente
determinada. La plusvalía no puede brotar de la circulación de
mercancías, pues ésta sólo conoce el intercambio de equivalentes;
tampoco puede provenir de un alza de los precios, pues las pérdidas
y las ganancias recíprocas de vendedores y compradores se
equilibrarían; se trata de un fenómeno masivo, medio, social, y no
de un fenómeno individual. Para obtener plusvalía "el
poseedor del dinero necesita encontrar en el mercado una mercancía
cuyo valor de uso posea la cualidad peculiar de ser fuente de
valor", una mercancía cuyo proceso de consumo sea, al mismo
tiempo, proceso de creación de valor. Y esta mercancía existe: es
la fuerza de trabajo del hombre. Su consumo es trabajo y el trabajo
crea valor. El poseedor del dinero compra la fuerza de trabajo por
su valor, valor que es determinado, como el de cualquier otra
mercancía, por el tiempo de trabajo socialmente necesario para su
producción (es decir, por el costo del mantenimiento del obrero y
su familia). Una vez que ha comprado la fuerza de trabajo el
poseedor del dinero tiene derecho a consumirla, es decir, a
obligarla a trabajar durante un día entero, por ejemplo, durante
doce horas. En realidad el obrero crea en seis horas (tiempo de
trabajo "necesario") un producto con el que cubre los
gastos de su mantenimiento; durante las seis horas restantes (tiempo
de trabajo "suplementario") crea un "plusproducto"
no retribuido por el capitalista, que es la plusvalía. Por
consiguiente, desde el punto de vista del proceso de la producción,
en el capital hay que distinguir dos partes: capital constante,
invertido en medios de producción (máquinas, instrumentos de
trabajo, materias primas, etc.) -- y cuyo valor se trasfiere sin
cambio de magnitud (de una vez o en partes) a las mercancías
producidas --, y capital variable, invertido en fuerza de trabajo.
El valor de este capital no permanece invariable, sino que se
acrecienta en el proceso del trabajo, al crear la plusvalía. Por lo
tanto, para expresar el grado de explotación de la fuerza de
trabajo por el capital, tenemos que comparar la plusvalía obtenida,
no con el capital global, sino exclusivamente con el capital
variable. La cuota de plusvalía, como llama Marx a esta relación,
sería, pues, en nuestro ejemplo, de 6:6, es decir, del 100 por
ciento.
Las
premisas históricas para la aparición del capital son: primera, la
acumulación de determinada suma de dinero en manos de ciertas
personas, con un nivel de desarrollo relativamente alto de la
producción de mercancías en general ¡ segunda, la existencia de
obreros "libres" en un doble sentido -- libres de todas
las trabas o restricciones impuestas a la venta de la fuerza de
trabajo, y libres por carecer de tierra y, en general, de medios de
producción --, de obreros desposeídos, de obreros "proletarios"
que, para subsistir, no tienen más recursos que la venta de su
fuerza de trabajo.
Dos
son los modos principales para poder incrementar la plusvalía:
mediante la prolongación de la jornada de trabajo ("plusvalía
absoluta") y mediante la reducción del tiempo de trabajo
necesario ("plusvalía relativa"). Al analizar el primer
modo, Marx hace desfilar ante nosotros el grandioso panorama de la
lucha de la clase obrera para reducir la jornada de trabajo y de la
intervención del poder estatal, primero para prolongarla (en el
período que media entre los siglos XIV y XVII) y después para
reducirla (legislación fabril del siglo XIX). Desde la aparición
de El
Capital,
la historia del movimiento obrero de todos los países civilizados
ha aportado miles y miles de nuevos hechos que ilustran este
panorama.
Al
proceder a su análisis de la producción de plusvalía relativa,
Marx investiga las tres etapas históricas fundamenta les de la
elevación de la productividad del trabajo por el capitalismo: 1) la
cooperación simple; 2) la división del trabajo y la manufactura;
3) la maquinaria y la gran industria. La profundidad con que Marx
aquí pone de relieve los rasgos fundamentales y típicos del
desarrollo del capitalismo nos demuestra, entre otras cosas, el
hecho de que el estudio de la llamada industria de los kustares* en
Rusia ha aportado un abundantísimo material para ilustrar las dos
primeras etapas de las tres mencionadas. En cuanto a la acción
revolucionaria de la gran industria maquinizada, descrita por Marx
en 1867, durante el medio siglo trascurrido desde entonces ha venido
a revelarse en toda una serie de países "nuevos" (Rusia,
Japón, etc.).
Prosigamos.
Importantísimo y nuevo es el análisis de Marx de la acumulación
del capital,
es decir, de la trasformación de una parte de la plusvalía en
capital, y de su empleo, no para satisfacer las necesidades
personales o los caprichos del capitalista, sino para renovar la
producción. Marx hace ver el error de toda la economía política
clásica anterior (desde Adam Smith) al suponer que toda la
plusvalía que se convertía en capital pasaba a formar parte del
capital variable, cuando en realidad se descompone en medios
de producción más
capital variable. En el proceso de desarrollo del capitalismo y
de su trasformación en socialismo tiene una inmensa importancia el
que la parte del capital constante (en la suma total del capital) se
incremente con mayor rapidez que la parte del capital variable.
Al
acelerar el desplazamiento de los obreros por la maquinaria,
produciendo riqueza en un polo y miseria en el polo opuesto, la
acumulación del capital crea también el llamado "ejército
industrial de reserva", el "sobrante relativo" de
obreros o "superpoblación capitalista", que reviste
formas extraordinariamente diversas y permite al capital ampliar la
producción con singular rapidez. Esta posibilidad, relacionada con
el crédito y la acumulación de capital en medios de producción,
nos proporciona, entre otras cosas, la clave para comprender
las crisis de
superproducción, que estallan periódicamente en los países
capitalistas, primero cada diez años, término medio, y luego con
intervalos mayores y menos precisos. De la acumulación del capital
sobre la base del capitalismo hay que distinguir la llamada
acumulación primitiva, que se lleva a cabo mediante la separación
violenta del trabajador de los medios de producción, expulsión del
campesino de su tierra, robo de los terrenos comunales, sistema
colonial, sistema de la deuda pública, tarifas aduaneras
proteccionistas, etc. La "acumulación primitiva" crea en
un polo al proletario "libre" y en el otro al poseedor del
dinero, el capitalista.
Marx
caracteriza la "tendencia histórica
de la acumulación
capitalista"
con las famosas palabras siguientes: "La expropiación del
productor directo se lleva a cabo con el más despiadado vandalismo
y bajo el acicate de las pasiones más infames, más sucias, más
mezquinas y más desenfrenadas. La propiedad privada, fruto del
propio trabajo [del campesino y del artesano], y basada, por decirlo
así, en la compenetración del obrero individual e
independiente con sus instrumentos y medios de trabajo, es
desplazada por la propiedad privada capitalista, basada en la
explotación de la fuerza de trabajo ajena, aunque formalmente libre
[. . .]. Ahora ya no se trata de expropiar al trabajador dueño de
una economía independiente, sino de expropiar al capitalista
explotador de numerosos obreros. Esta expropiación la lleva a cabo
el juego de las leyes inmanentes de la propia producción
capitalista, la centralización de los capitales. Un capitalista
derrota a otros muchos. Paralelamente con esta centralización del
capital o expropiación de muchos capitalistas por unos pocos, se
desarrolla en una escala cada vez mayor la forma cooperativa del
proceso de trabajo, la aplicación técnica conciente de la ciencia,
la explotación planificada de la tierra, la trasformación de los
medios de trabajo en medios de trabajo utilizables sólo
colectivamente, la economía de todos los medios de producción al
ser empleados como medios de producción de un trabajo combinado,
social, la absorción de todos los países por la red del mercado
mundial y, como consecuencia de esto, el carácter internacional del
régimen capitalista. Conforme disminuye progresivamente el número
de magnates capitalistas que usurpan y monopolizan todos los
beneficios de este proceso de trasformación, crece la masa de la
miseria, de la opresión, del esclavizamiento, de la degeneración,
de la explotación; pero crece también la rebeldía de la clase
obrera, que es aleccionada, unificada y organizada por el mecanismo
del propio proceso capitalista de producción El monopolio del
capital se convierte en grillete del modo de producción que ha
crecido con él y bajo él. La centralización de los medios de
producción y la socialización del trabajo llegan a un punto en que
son ya incompatibles con su envoltura capitalista. Esta envoltura
estalla. Suena la hora de la propiedad privada capitalista. Los
expropiadores son expropiados" (EI
Capital,
t. I).
También
es sumamente importante y nuevo el análisis que hace Marx más
adelante de la reproducción del capital social, considerado en su
conjunto, en el tomo II de El
Capital. Tampoco
en este caso toma Marx un fenómeno individual, sino de masas; no
toma una parte fragmentaria de la economía de la sociedad, sino
toda la economía en su conjunto. Rectificando el error en que
incurren los economistas clásicos antes mencionados, Marx divide
toda la producción social en dos grandes secciones: 1) producción
de medios de producción y 2) producción de artículos de consumo.
Y, apoyándose en cifras, analiza minuciosamente la circulación del
capital social en su conjunto, tanto en la reproducción de
envergadura anterior como en la acumulación. En el tomo III de El
Capital se
resuelve, sobre la base de la ley del valor, el problema de la
formación de la cuota
media de ganancia. Constituye
un gran progreso en la ciencia económica el que Marx parta siempre,
en sus análisis, de los fenómenos económicos generales, del
conjunto de la economía social, y no de casos aislados o de las
manifestaciones superficiales de la competencia, que es a lo que
suele limitarse la economía política vulgar o la moderna "teoría
de la utilidad límite". Marx analiza primero el origen de la
plusvalía y luego pasa a ver su descomposición en ganancia,
interés y renta del suelo. La ganancia es la relación de la
plusvalía con todo el capital invertido en una empresa. El capital
de "alta composición orgánica" (es decir, aquel en el
cual el capital constante predomina sobre el variable en
proporciones superiores a la media social) arroja una cuota de
ganancia inferior a la cuota media. El capital de "baja
composición orgánica" da, por el contrario, una cuota de
ganancia superior a la media. La competencia entre los capitales,
su libre paso de unas ramas de producción a otras, reducen en
ambos casos la cuota de ganancia a la cuota media. La suma de los
valores de todas las mercancías de una sociedad dada coincide con
la suma de precios de estas mercancías; pero en las distintas
empresas y en las diversas ramas de producción las mercancías,
bajo la presión de la competencia, no se venden por su valor, sino
por el precio
de producción,
que equivale al capital invertido más la ganancia media.
Así,
pues, un hecho conocido de todos, e indiscutible, es decir, el hecho
de que los precios difieren de los valores y de que las ganancias se
nivelan, lo explica Marx perfectamente partiendo de la ley del
valor, pues la suma de los valores de todas las mercancías coincide
con la suma de sus precios. Sin embargo, la reducción del valor
(social) a los precios (individuales) no es una operación simple y
directa, sino que sigue una vía indirecta y muy complicada: es
perfectamente natural que en una sociedad de productores de
mercancías dispersos, vinculados sólo por el mercado, las leyes
que rigen esa sociedad no puedan manifestarse más que como leyes
medias, sociales, generales, con una compensación mutua de las
desviaciones individuales manifestadas en uno u otro sentido.
La
elevación de la productividad del trabajo significa un incremento
más rápido del capital constante en comparación con el variable.
Pero como la creación de plusvalía es función privativa de éste,
se comprende que la cuota de ganancia (o sea, la relación que
guarda la plusvalía con todo el capital, y no sólo con su parte
variable) acuse una tendencia a la baja. Marx analiza minuciosamente
esta tendencia, así como las diversas circunstancias que la ocultan
o contrarrestan. Sin detenernos a exponer los capítulos
extraordinariamente interesantes del tomo III, que estudian el
capítulo usurario, comercial y financiero, pasaremos a lo esencial,
a la teoría de la
renta del suelo. Debido
a la limitación de la superficie de la tierra, que en los países
capitalistas es ocupada enteramente por los propietarios
particulares, el precio de producción de los productos agrícolas
no lo determinan los gastos de producción en los terrenos de
calidad media, sino en los de calidad inferior; no lo determinan las
condiciones medias en que el producto se lleva al mercado, sino las
condiciones peores. La diferencia existente entre este precio y el
de producción en las tierras mejores (o en condiciones más
favorables de producción) da lugar a una diferencia o
renta diferencial. Marx
analiza detenidamente la renta diferencial y de muestra que brota de
la diferente fertilidad del suelo, de la diferencia de los capitales
invertidos en el cultivo de las tierras, poniendo totalmente al
descubierto (véase también la Teoría
de la plusvalía,
donde merece una atención especial la crítica que hace a
Rodbertus) el error de Ricardo, según el cual la renta diferencial
sólo se obtiene con el paso sucesivo de las tierras mejores a las
peores. Por el contrario, se dan también casos inversos: tierras de
una clase determinada se trasforman en tierras de otra clase
(gracias a los progresos de la técnica agrícola, a la expansión
de las ciudades, etc.), por lo que la tristemente célebre "ley
del rendimiento decreciente del suelo" es profundamente errónea
y representa un intento de cargar sobre la naturaleza los defectos,
las limitaciones y contradicciones del capitalismo. Además, la
igualdad de ganancias en todas las ramas de la industria y de la
economía nacional presupone la plena libertad de competencia, la
libertad de trasferir los capitales de una rama de producción a
otra. Pero la propiedad privada sobre el suelo crea un monopolio,
que es un obstáculo para la libre trasferencia. En virtud de ese
monopolio, los productos de la economía agrícola, que se distingue
por una baja composición del capital y, en consecuencia, por
una cuota de ganancia individual más alta, no entran en el proceso
totalmente libre de nivelación de las cuotas de ganancia. El
propietario de la tierra, como monopolista, puede mantener sus
precios por encima del nivel medio, y este precio de monopolio
origina la renta absoluta. La renta diferencial no puede ser abolida
mientras exista el capitalismo; en cambio, la renta absoluta puede
serlo; por ejemplo, cuando se nacionaliza la tierra, convirtiéndola
en propiedad del Estado. Este paso significaría el socavamiento del
monopolio de los propietarios privados, así como una aplicación
más consecuente y plena de la libre competencia en la agricultura.
Por eso los burgueses radicales, advierte Marx, han presentado
repetidas veces a lo largo de la historia esta reivindicación
burguesa progresista de la nacionalización de la tierra, que
asusta, sin embargo, a la mayoría de los burgueses, pues "afecta"
demasiado de cerca a otro monopolio mucho más importante y
"sensible" en nuestros días: el monopolio de los medios
de producción en general. (El propio Marx expone en un lenguaje muy
popular, conciso y claro su teoría de la ganancia media sobre el
capital y de la renta absoluta del suelo, en la carta que dirige a
Engels el 2 de agosto de 1862. Véase Correspondencia,
t. III, págs. 77-81, y también en las págs. 86-87, la carta del 9
de agosto de 1862.) Para la historia de la renta del suelo resulta
importante señalar el análisis en que Marx demuestra cómo la
trasformación de la renta en trabajo (cuando el campesino crea el
plusproducto trabajando en la hacienda del terrateniente) en renta
natural o renta en especie (cuando el campesino crea el plusproducto
en su propia tierra, entregándolo luego al terrateniente bajo una
"coerción extraeconómica"), después en renta en dinero
(que es la misma renta en especie, sólo que convertida en dinero,
el obrok,
censo de la antigua Rusia, en virtud del desarrollo de la
producción de mercancías) y finalmente, en la renta capitalista,
cuando en lugar del campesino es el patrono quien cultiva la tierra
con ayuda del trabajo asalariado. En relación con este análisis de
la "génesis de la renta capitalista del suelo", hay que
señalar una serie de profundas ideas (que tienen una importancia
especial para los países atrasados, como Rusia) expuestas por Marx
acerca de la evolución
del capitalismo en la agricultura."La
trasformación de la renta natural en renta en dinero va, además,
no sólo necesariamente acompaña da, sino incluso anticipada por la
formación de una clase de jornaleros desposeídos, que se contratan
por dinero. Durante el período de nacimiento de dicha clase, en que
ésta sólo aparece en forma esporádica, va desarrollándose, por
lo tanto, necesariamente, en los campesinos mejor situados y sujetos
a obrok,
la costumbre de explotar por su cuenta a jornaleros agrícolas, del
mismo modo que ya en la época feudal los campesinos más acomodados
sujetos a vasallaje tenían a su servicio a otros vasallos. Esto va
permitiendoles acumular poco a poco cierta fortuna y convertirse en
futuros capitalistas. De este modo va formándose entre los antiguos
poseedores de la tierra que la trabajaban por su cuenta, un
semillero de arrendatarios capitalistas, cuyo desarrollo se halla
condicionado por el desarrollo general de la producción capitalista
fuera del campo. . ." (El
Capital,
t. III2a, 332). "La expropiación, el desahucio de una parte de
la población rural no sólo 'libera' para el capital industrial a
los obreros, sus medios de vida y sus materiales de trabajo, sino
que además crea el mercado interior." (El
Capital,
t. I2a, pág. 778). La depauperación y la ruina de la población
del campo influyen, a su vez, en la formación del ejército
industrial de reserva para el capital. En todo país capitalista
"una parte de la población rural se encuentra constantemente
en trance de trasformarse en población urbana o manufacturera [es
decir, no agrícola]. Esta fuente de superpoblación relativa flota
constantemente [. . .]. El obrero agrícola se ve constantemente
reducido al salario mínimo y vive siempre con un pie en el pantano
del pauperismo" (El
Capital,
I2a, 668). La propiedad privada del campesino sobre la tierra que
cultiva es la base de la pequeña producción y la condición para
que ésta florezca y adquiera una forma clásica. Pero esa pequeña
producción sólo es compatible con los límites estrechos y
primitivos de la producción y de la sociedad. Bajo el capitalismo
"la explotación de los campesinos se distingue de la
explotación del proletariado industrial sólo por la forma. El
explotador es el mismo: el capital. Individualmente, los
capitalistas explotan a los campesinos individuales por medio de la
hipoteca y de la usura; la clase capitalista explota a la clase
campesina por medio de los impuestos del Estado" (Las
luchas de clases en Francia ).
"La parcela del campesino sólo es ya el pretexto que permite
al capitalista extraer de la tierra ganancias, intereses y renta,
dejando al agricultor que se las arregle para sacar como pueda su
salario." (El
Diecíocho Brumario.)
Habitualmente, el campesino entrega incluso a la sociedad
capitalista, es decir, a la clase capitalista, una parte de su
salario, descendiendo "al nivel del arrendatario irlandés,
aunque en apariencia es un propietario privado" (Las
luchas de clases en Francia ).
¿Cuál es "una de las causas por las que en países en que
predomina la propiedad parcelaria, el trigo se cotice a precio más
bajo que en los países en que impera el régimen capitalista de
producción"? (El
Capital,
t. III2a, 340). La causa es que el campesino entrega gratuitamente a
la sociedad (es decir, a la clase capitalista) una parte del
plusproducto. "Estos bajos precios [del trigo y los demás
productos agrícolas] son, pues, un resultado de la pobreza de
los productores y no, ni mucho menos, consecuencia de la
productividad de su trabajo" (El
Capital,
t. III2a, 340). Bajo el capitalismo, la pequeña propiedad agraria,
forma normal de la pequeña producción, degenera, se destruye y
desaparece. "La pequeña propiedad agraria, por su propia
naturaleza, es incompatible con el desarrollo de las fuerzas
productivas sociales del trabajo, con las formas sociales del
trabajo, con la concentración social de los capitales, con la
ganadería en gran escala y con la utilización progresiva de la
ciencia. La usura y el sistema de impuestos la conduce,
inevitablemente, por doquier, a la ruina. El capital invertido en la
compra de la tierra es sustraído al cultivo de ésta. Dispersión
infinita de los medios de producción y diseminación de los
productores mismos. [Las cooperativas, es decir, las asociaciones de
pequeños campesinos, cumplen un extraordinario papel progresista
desde el punto de vista burgués, pero sólo pueden conseguir
atenuar esta tendencia, sin llegar a suprimirla; además, no se debe
olvidar que estas cooperativas dan mucho a los campesinos acomodados
y muy poco o casi nada a la masa de campesinos pobres, ni debe
olvidarse tampoco que las propias asociaciones terminan por explotar
el trabajo asalariado.] Inmenso derroche de energía humana;
empeoramiento progresivo de las condiciones de producción y
encarecimiento de los medios de producción: tal es la ley de la
[pequeña] propiedad parcelaria." En la agricultura, lo mismo
que en la industria, el capitalismo sólo trasforma el proceso de
producción a costa del "martirologio de los productores".
"La dispersión de los obreros del campo en grandes superficies
quebranta su fuerza de resistencia, al paso que la concentración
robustece la fuerza de resistencia de los obreros de la ciudad. Al
igual que en la industria moderna, en la moderna agricultura, es
decir en la capitalista, la intensificación de la fuerza
productiva y la más rápida movilización del trabajo se consiguen
a costa de devastar y agotar la fuerza obrera de trabajo. Además,
todos los progresos realizados por la agricultura capitalista no son
solamente progresos en el arte de esquilmar al obrero, sino también
en el arte de esquilmar la tierra [. . .]. Por lo tanto, la
producción capitalista sólo sabe desarrollar la técnica y la
combinación del proceso social de producción, minando al mismo
tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el
hombre". (EI
Capital,
t. I, final del capítulo XIII)
EL SOCIALISMO
Por
lo expuesto, se ve que Marx llega a la conclusión de que es
inevitable la trasformación de la sociedad capitalista en
socialista basándose única y exclusivamente en la ley económica
del movimiento de la sociedad moderna. La socialización del
trabajo, que avanza cada vez con mayor rapidez bajo miles de formas,
y que durante el medio siglo trascurrido desde la muerte de Marx se
manifiesta en forma muy palpable en el incremento de la gran
producción, de los cártels, los sindicatos y los trusts
capitalistas, y en el gigantesco crecimiento del volumen y el
poderío del capital financiero, es la base material más importante
del advenimiento inevitable del socialismo. El motor intelectual y
moral de esta trasformación, su agente físico, es el proletariado,
educado por el propio capitalismo. Su lucha contra la burguesía,
que se manifiesta en las formas más diversas, y cada vez más ricas
en contenido, se convierte inevitablemente en lucha política por la
conquista de su propio poder político (la "dictadura del
proletariado"). La socialización de la producción no puede
dejar de conducir a la trasformación de los medios de producción
en propiedad social, es decir, a la "expropiación de los
expropiadores". La enorme elevación de la productividad del
trabajo, la reducción de la jornada de trabajo y la sustitución de
los vestigios, de las ruinas de la pequeña producción, primitiva y
desperdigada, por el trabajo colectivo perfeccionado: tales son las
consecuencias directas de esa trasformación. El capitalismo rompe
de modo definitivo los vínculos de la agricultura con la industria
pero a la vez, al llegar a la culminación de su desarrollo, prepara
nuevos elementos para restablecer esos vínculos, la unión de la
industria con la agricultura, sobre la base de la aplicación
conciente de la ciencia, de la combinación del trabajo colectivo y
de un nuevo reparto de la población (acabando con el abandono del
campo, con su aislamiento del mundo y con el atraso de la población
rural, como también con la aglomeración antinatural de gigantescas
masas humanas en las grandes ciudades). Las formas superiores del
capitalismo actual preparan nuevas relaciones familiares, nuevas
condiciones para la mujer y para la educación de las nuevas
generaciones: el trabajo de las mujeres y de los niños, y la
disolución de la familia patriarcal por el capitalismo, asumen
inevitablemente en la sociedad moderna las formas más espantosas,
miserables y repulsivas. No obstante, "la gran industria, al
asignar a la mujer al joven y al niño de ambos sexos un papel
decisivo en los procesos socialmente organizados de la producción,
arrancándolos con ello a la órbita doméstica, crea las nuevas
bases económicas para una forma superior de familia y de relaciones
entre ambos sexos. Tan necio es, naturalmente, considerar absoluta
la forma cristiano-germánica de la familia, como lo sería atribuir
ese carácter a la forma romana antigua, a la antigua forma griega o
a la forma oriental, entre las cuales media, por lo demás, un lazo
de continuidad histórica. Y no es menos evidente que la existencia
de un personal obrero combinado, en el que entran individuos de
ambos sexos y de las más diversas edades, aunque hoy, en su forma
capitalista primitiva y brutal, en que el obrero existe para el
proceso de producción y no éste para el obrero, sea fuente
apestosa de corrupción y esclavitud, bajo las condiciones que
corresponden a este régimen necesariamente se trocará en fuente de
evolución humana" (El
Capital,
t. I, final del cap. XIII). Del sistema fabril brota "el germen
de la educación del porvenir en la que se combinará para todos los
niños a partir de cierta edad el trabajo productivo con la
enseñanza y la gimnasia, no sólo como método para intensificar la
producción social, sino también como el único método que permite
producir hombres plenamente desarrollados" (Loc. cit.). Sobre
esa misma base histórica plantea el socialismo de Marx los
problemas de la nacionalidad y del Estado, no limitándose a una
explicación del pasado, sino previendo audazmente el porvenir y en
el sentido de una intrépida actuación práctica encaminada a su
realización. Los estados nacionales son el fruto inevitable y,
además, una forma inevitable de la época burguesa de desarrollo de
la sociedad. Y la clase obrera no podía fortalecerse, alcanzar su
madurez y formarse, sin "organizarse en el marco de la nación",
sin ser "nacional" ("aunque de ningún modo en el
sentido burgués"). Pero el desarrollo del capitalismo va
destruyendo cada vez más las barreras nacionales, pone fin al
aislamiento nacional y sustituye los antagonismos nacionales por los
antagonismos de clase. Por eso es una verdad innegable que en los
países capitalistas adelantados "los obreros no tienen patria"
y que la "conjunción de los esfuerzos" de los obreros, al
menos de los países civilizados, "es una de las primeras
condiciones de la emancipación del proletariado" (Manifiesto
Comunista).
El Estado, es decir, la violencia organizada, surgió
inevitablemente en determinada fase del desarrollo social, cuando
la sociedad se dividió en clases antagónicas y su existencia se
hubiera hecho imposible sin un "poder" situado,
aparentemente, por encima de la sociedad y hasta cierto punto
seperado de ella. El Estado, fruto de los antagonismos de la clase,
se convierte en "el Estado de la clase más poderosa, de la
clase económicamente dominante, que, con ayuda de él, se convierte
también en la clase políticamente dominante, adquiriendo con ello
nuevos medios para la represión y la explotación de la clase
oprimida. Así, el Estado de la antiguedad era, ante todo, el Estado
de los esclavistas, para tener sometidos a los esclavos; el Estado
feudal era el órgano de que se valía la nobleza para tener sujetos
a los campesinos siervos, y el moderno Estado representativo es el
instrumento de que se sirve el capital para explotar el trabajo
asalariado" (Engels, El
origen de la familia, la
propiedad privada y el Estado,
obra en la que el autor expone sus propias ideas y las de Marx).
Incluso la forma más libre y progresista del Estado burgués, la
república democrática, no suprime de ningún modo este hecho; lo
único que hace es variar su forma (vínculos del gobierno con la
Bolsa, corrupción -- directa o indirecta -- de los funcionarios y
de la prensa, etc.). El socialismo, que conduce a la abolición de
las clases, conduce con ello a la supresión del Estado. "El
primer acto -- escribe Engels en su Anti-Dühring --
en que el Estado se manifiesta efectivamente como representante de
la sociedad, la expropiación de los medios de producción en nombre
de la sociedad, es a la par su último acto independiente como
Estado. La intervención del poder del Estado en las relaciones
sociales se hará superflua en un campo tras otro de la vida social
y cesará por sí misma. El gobierno sobre las personas será
sustituido por la administración de las cosas y por la dirección
de los procesos de producción. El Estado no será 'abolido' y se
extinguirá." "La sociedad, reorganizando de un modo
nuevo la producción sobre la base de una asociación libre de
productores iguales, enviará toda la máquina del Estado al lugar
que entonces le ha de corresponder: al museo de antiguedades, junto
a la rueca y al hacha de bronce" (F. Engels, El
origen de la familia, la
propiedad privada y el Estado.)
Por
último, en relación con el problema de la actitud del socialismo
de Marx hacia los pequeños campesinos, que seguirán existiendo en
la época de la expropiación de los expropiadores, debemos señalar
unas palabras de Engels, que expresan a su vez las ideas de Marx:
"Cuando tengamos en nuestras manos el poder estatal, no
podremos pensar en expropiar violentamente a los pequeños
campesinos (con indemnización o sin ella) como habrá que hacerlo
con los grandes terratenientes. Con respecto a los pequeños
campesinos, nuestra misión consistirá, ante todo, en encauzar su
producción individual y su propiedad privada hacia un régimen
cooperativo, no de un modo violento, sino mediante el ejemplo y
ofreciéndoles la ayuda social para este fin. Y entonces es
indudable que nos sobrarán medios para hacer ver al campesino todas
las ventajas que le dará semejante paso, ventajas que le deben ser
explicadas desde ahora"[7]
(Engels, El
problema agrario en Occidente,
ed. de Alexéieva, pág. 17; la trad. rusa contiene errores. Véase
el original en Neue
Zeit ).
LA TÁCTICA DE LA LUCHA DE CLASE DEL PROLETARIADO
Después
de esclarecer, ya en los años 1844-1845, uno de los defectos
fundamentales del antiguo materialismo, que consiste en no
comprender las condiciones de la actividad revolucionaria práctica,
ni apreciar su importancia, Marx consagra, a lo largo de su
vida, una intensa atención, a la vez que a los trabajos teóricos,
a los problemas tácticos de la lucha de clase del
proletariado. Todas las
obras de Marx, y en particular los cuatro volúmenes de su
correspondencia con Engels, publicados en 1913, nos ofrecen a este
respecto una documentación copiosísima. Estos documentos distan
mucho de estar debidamente recopilados, sistematizados, estudiados y
analizados. Por eso tendremos que limitarnos aquí exclusivamente a
algunas observaciones muy generales y breves, subrayando que el
materialismo, despojado de e
s t easpecto,
era justamente para Marx un materialismo a medias, unilateral, sin
vida. Marx trazó el objetivo fundamental de la táctica del
proletariado en rigurosa consonancia con todas las premisas de su
concepción materialista dialéctica del mundo. Sólo considerando
en forma objetiva el conjunto de las relaciones mutuas de todas las
clases, sin excepción, de una sociedad dada, y teniendo en cuenta,
por lo tanto, el grado objetivo de desarrollo de esta sociedad y sus
relaciones mutuas y con otras sociedades, podemos disponer de una
base que nos permita trazar certeramente la táctica de la clase de
vanguardia. A este respecto, todas las clases y todos los países se
examinan de un modo dinámico, no estático; es decir, no como algo
inmóvil, sino en movimiento (movimiento cuyas leyes emanan de las
condiciones económicas de vida de cada clase). A su vez, el
movimiento se estudia, no sólo desde el punto de vista del pasado,
sino también del porvenir, y, además, no con el criterio vulgar de
los "evolucionistas", que sólo ven los cambios lentos,
sino dialécticamente: "En desarrollos de tal magnitud, veinte
años son más que un día -- escribía Marx a Engels --, aun cuando
en el futuro puedan venir días en que estén corporizados veinte
años". (Correspondencia,
t. III, pág. 127)[8]
La táctica del proletariado debe tener presente, en cada grado de
desarrollo, en cada momento, esta dialéctica objetivamente
inevitable de la historia humana; por una parte, aprovechando las
épocas de estancamiento político o de desarrollo a paso de tortuga
-- la llamada evolución "pacífica" -- para elevar la
conciencia, la fuerza y la capacidad combativa de la clase avanzada,
y por otra parte, encauzando toda esta labor de aprovechamiento
hacia el "objetivo final" del movimiento de dicha clase
capacitándola para resolver prácticamente las grandes tareas de
los grandes días "en que estén corporizados veinte años".
Sobre esta cuestión hay dos apreciaciones de Marx que tienen gran
importancia: una, de la Miseria
de la filosofia,
se refiere a la lucha económica y a las organizaciones económicas
del proletariado; la otra es del Manifiesto
Comunista y
se refiere a sus tareas políticas. La primera dice así: "La
gran industria concentra en un solo lugar una multitud de personas
que se desconocen entre sí. La competencia divide sus intereses.
Pero la defensa de su salario, es decir, este interés común frente
a su patrono, los une en una idea común de resistencia, de
coalición [. . .]. Las coaliciones, al principio aisladas, forman
grupos y la defensa de sus asociaciones frente al capital, siempre
unido, acaba siendo para los obreros más necesaria que la defensa
de sus salarios [. . .]. En esta lucha, que es una verdadera guerra
civil, se van aglutinando y desarrollando todos los elementos para
la batalla futura. Al llegar a este punto, la coalición adquiere un
carácter político". He aquí, ante nosotros, el programa y la
táctica de la lucha económica y del movimiento sindical para
varios decenios, para toda la larga época durante la cual el
proletariado prepara sus fuerzas "para la batalla futura".
Compárese esto con los numerosos ejemplos que Marx y Engels sacan
del movimiento obrero inglés, de cómo la "prosperidad"
industrial da lugar a intentos de "comprar al proletariado"
(Correspondencia
con Engels,
t. I, pág. 136)[9]
y de apartarlo de la lucha ¡ de cómo esta prosperidad en general
"desmoraliza a los obreros" (II, 218); de cómo "se
aburguesa" el proletariado inglés y de cómo "la más
burguesa de las naciones [Inglaterra], aparentementlo tiende a
poseer una aristocracia burguesa y un proletariado burgués, además
de una burguesía" (II, 290)[10];
de cómo desaparece la "energía revolucionaria" del
proletariado inglés (III, 124); de cómo habrá que esperar más o
menos tiempo hasta que "los obreros ingleses se libren de su
aparente contaminación burguesa" (III, 127); de cómo al
movimiento obrero inglés le falta "el ardor de los cartistas
[11]"
(1866; III, 305)[12];
de cómo los líderes de los obreros ingleses forman un tipo medio
entre burgués radical y obrero" (caracterización que se
refiere a Holyoake, IV, 209); de cómo, en virtud de la posición
monopolista de Inglaterra y mientras subsista este monopolio, "no
hay nada que hacer con el obrero inglés" (IV, 433)[13].
La táctica de la lucha económica en relación con la marcha
general (y
con el desenlace )
del movimiento obrero se examina aquí desde un punto de vista
admirablemente amplio, universal, dialéctico y verdaderamente
revolucionario.
El Manifiesto
Comunista establece
la siguiente tesis fundamental del marxismo sobre la táctica de la
lucha política: "Los comunistas luchan por alcanzar los
objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero al mismo
tiempo defienden también, dentro del movimiento actual, el porvenir
de este movimiento". Por eso Marx apoyó en 1848, en Polonia,
al partido de la "revolución agraria", es decir, al
"partido que hizo en 1846 la insurrección de Cracovia" En
Alemania, Marx apoyó en 1843-1849 a la democracia revolucionaria
extrema, sin que jamás tuviera que retractarse de lo que entonces
dijo en materia de táctica. La burguesía alemana era para él un
elemento "inclinado desde el primer instante a traicionar
al pueblo [sólo la alianza con los campesinos hubiera
permitido a la burguesía alcanzar plenamente sus objetivos] y a
llegar a un compromiso con los representantes coronados de la vieja
sociedad". He aquí el análisis final hecho por Marx acerca de
la posición de clase de la burguesía alemana en la época de la
revolución democrático-burguesa. Este análisis es, entre otras
cosas, un modelo de materialismo que enfoca a la sociedad en
movimiento y, por cierto, no sólo desde el lado del movimiento que
mira hacia
atrás :
". . . sin fe en sí misma y sin fe en el pueblo; gruñendo
contra los de arriba y temblando ante los de abajo; [. . .]
empavorecida ante la tempestad mundial; [. . .] sin energía en
ningún sentido y plagiando en todos; [. . .] sin iniciativa; [. .
.] un viejo maldito que está condenado a dirigir y a desviar, en su
propio interés senil, los primeros impulsos juveniles de un pueblo
robusto [. . .]" (Nueva
Gaceta del Rin,
1848; véase La
herencia literaria,
t. III, pág. 212)[14].
Unos veinte años después, en carta dirigida a Engels (III, 224),
decía Marx que la causa del fracaso de la revolución de 1848 era
que la burguesía había preferido la paz con esclavitud a la simple
perspectiva de una lucha por la libertad. Al cerrarse el período de
la revolución de 1848-1849, Marx se alzó contra los que se
empeñaban en seguir jugando a la revolución (lucha contra Schapper
y Willich), sosteniendo la necesidad de saber trabajar en la época
nueva, en la fase de la preparación, aparentemente "pacífica",
de nuevas revoluciones. En el siguiente pasaje, en el que enjuicia
la situación alemana en los tiempos de la más negra reacción, en
1856; se muestra en qué sentido pedía Marx que se encauzara esta
labor: "Todo el asunto dependerá en Alemania de la posibilidad
de cubrir la retaguardia de la revolución proletaria mediante una
segunda edición de la guerra campesina" (Correspondencia
con Engels,
t. II, pág. 108)[15].
Mientras en Alemania no se llevó a término la revolución
democrática (burguesa), Marx concentró toda su atención, en lo
referente a la táctica del proletariado socialista, en impulsar la
energía democrática de los campesinos. Opinaba que la actitud de
Lassalle era, "objetivamente, una traición al movimiento
obrero en beneficio de Prusia" (III, 210), entre otras cosas
porque se mostraba demasiado indulgente con los terratenientes y el
nacionalismo prusiano. "En un país agrario -- escribía Engels
en 1865, en un cambio de impresiones con Marx a propósito de una
proyectada declaración conjunta a la prensa -- es una vileza
alzarse únicamente contra la burguesía en nombre del proletariado
industrial, olvidando por completo la patriarcal 'explotación a
palos' de los obreros agrícolas por parte de la nobleza feudal"
(t. III, 217)[16].
En el período de 1864 a 1870, cuando tocaba a su fin la época en
que culminó la revolución democrático-burguesa de Alemania, la
época en que las clases explotadoras de Prusia y Austria luchaban
en torno a los medios para llevar a término esta revolución desde
arriba,
Marx no sólo condenó la conducta de Lassalle por sus coqueterías
con Bismarck, sino que llamó al orden a Liebknecht, que se había
dejado ganar por la "austrofilia" y defendía el
particularismo. Marx exigía una táctica revolucionaria que
combatiese implacablemente tanto a Bismarck como a los austrófilos,
una táctica que no se acomodara al "vencedor", al junker
prusiano, sino que reanudase inmediatamente la lucha revolucionaria
contra él, incluso
en la situación creada
por las victorias militares de Prusia (Correspondencia
con Engels,
III, 134, 136, 147, 179, 204, 210, 215, 418, 437, 440-441)[17].
En el famoso llamamiento de la Internacional del 9 de septiembre de
1870, Marx prevenía al proletariado francés contra un alzamiento
prematuro; no obstante, cuando éste se produjo, a pesar de todo, en
1871, acogió con entusiasmo la iniciativa revolucionaria de las
masas que "tomaban el cielo por asalto" (carta de
Marx a Kugelmann). En esta situación, como en muchas otras, la
derrota de la acción revolucionaria representaba, desde el punto de
vista del materialismo dialéctico que sustentaba Marx, un mal menor
en la marcha general y en el desenlace de la lucha proletaria, en
comparación con lo que hubiela representado el abandono de las
posiciones ya conquistadas, es decir, la capitulación sin lucha.
Esta capitulación habría desmoralizado al proletariado y mermado
su combatividad. Marx, que apreciaba en todo su valor el empleo de
los medios legales de lucha en los períodos de estancamiento
político y de dominio de la legalidad burguesa, condenó
severamente, en los años de 1877-1878, después de promulgarse la
ley de excepción contra los socialistas, las "frases
revolucionarias" de Most; pero combatió con no menos energía,
tal vez con más vigor, el oportunismo que por entonces se había
adueñado temporalmente del partido socialdemócrata oficial, que no
había sabido dar pruebas inmediatas de firmeza, decisión, espíritu
revolucionario y disposición a pasar a la lucha ilegal en respuesta
a la ley de excepción (Cartas
de Marx a Engels,
IV, 397, 404, 418, 422 y 424.[18]
Véanse también las cartas a Sorge).
NOTAS
1. V.
I. Lenin empezó a escribir el artículo "Carlos Marx" --
destinado al Diccionario
enciclopédico de
la Sociedad Granat Hnos. -- en la primavera de 1914, en Poronin
(Galitzia), y lo terminó en noviembre de 1914 en Berna (Suiza). En
el prólogo a la edición de 1918 de este artículo (aparecida como
separata), Lenin cree recordar el año 1913 como fecha en que fue
escrito.
Apareció por primera vez en 1915, en el Diccionario, con la firma de V. Ilín, seguido de una "Bibliografía del marxismo". Teniendo en cuenta la censura, la redacción prescindió de dos capítulos -- "El socialismo" y "La táctica de la lucha de clase del proletariado" -- e introdujo una serie de modificaciones en el texto.
En 1918, la Editorial Pribói publicó este trabajo, con el prólogo de V. I. Lenin, en forma de folleto, reproduciendo el texto que había aparecido en el Diccionatio, pero sin la "Bibliografía del marxismo".
El texto completo del artículo, según el manuscrito, fue publicado por primera vez en 1925, en Marx-Engels-marxismo, recopilación de artículos preparada por el Instituto Lenin, anejo al CC del PC(b) de Rusia.
Apareció por primera vez en 1915, en el Diccionario, con la firma de V. Ilín, seguido de una "Bibliografía del marxismo". Teniendo en cuenta la censura, la redacción prescindió de dos capítulos -- "El socialismo" y "La táctica de la lucha de clase del proletariado" -- e introdujo una serie de modificaciones en el texto.
En 1918, la Editorial Pribói publicó este trabajo, con el prólogo de V. I. Lenin, en forma de folleto, reproduciendo el texto que había aparecido en el Diccionatio, pero sin la "Bibliografía del marxismo".
El texto completo del artículo, según el manuscrito, fue publicado por primera vez en 1925, en Marx-Engels-marxismo, recopilación de artículos preparada por el Instituto Lenin, anejo al CC del PC(b) de Rusia.
2. Véase Ludwig
Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (C.
Marx y F. Engels, Obras
Completas,
t. XXI.)
3. Véanse
La carta de Marx a A. Ruge de septiembre de 1843 (C. Marx y F.
Engels, Obras
Completas,
t. I.) y "Introducción de la Contribución
a la crítica de la filosofía del Derecho, de
Hegel ".
(Loc. cit.)
4. El
partido de la pequeña burguesia "La Montaña" organizó,
el 13 de junio de 1849, una manifestación pacífica en París para
protestar contra la intervención del Gobierno, que había enviado
al ejército francés a aplastar una revolución en Italia,
pisoteando asi la Constitución de la República Francesa. Esta
Constitucion prohibe utilizar el ejército francés para oponerse
contra la libertad de otros pueblos. La manifestación fue disuelta
por el ejército. Este fracaso confirmó la bancarrota del
democratismo de la pequeña burguesia francesa. Después del 13 de
junio, las autoridades empezaron a perseguir a los demócratas,
emigrados incluidos.
6. Se
alude a Ludwig
Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (C.
Marx y F. Engels, Obras
Completas,
t. XXI.)
7. Véase El
problema campesino en Francia y en Alemania (C.
Marx y F. Engels, Obras
Completas,
t. XXII.)
8. Véase
la carta de Marx a Engels del 9 de abril de 1863.
9. Véase
la carta de Engels a Marx del 5 de febrero de 1851.
10. Véanse
la carta de Engels a Marx del 17 de diciembre de 1857 y la del 7 de
octubre de 1858.>
11. Se
refiere a los participantes del movimiento constitucionalista de la
década 30 a la 40 del siglo XIX. Este es primer movimiento de masas
con una intención politica.
12. Véanse
la carta de Engels a Marx del 8 de abril de 1863, la de Marx a
Engels del 9 de abril de 1863 y la del 2 de abril de 1866.
13. Véanse
las cartas de Engels a Marx del 19 de noviembre de 1869 y del 11 de
agosto de 1881.
14. Véase La
burguesia y la contrarrevolución. (C.
Marx y F. Engels, Obras
Completas,
t. VI, pág. 127.)
15. Véase
la carta de Marx a Engels del 16 de abril de 1856.
16. Véanse
las cartas de Engels a Marx del 27 de enero de 1865 y del 5 de
febrero de 1865.
17. Véanse
las siguientes cartas: La de Engels a Marx del 11 de junio de 1863,
la de Marx a Engels del 12 de junio de 1863, la de Engels a Marx del
24 de noviembre de 1863, y la fechada el 4 de septiembre de 1864; la
carta de Marx a Engels del 10 de diciembre de 1864, la de Engels a
Marx del 27 de enero de 1865, la de Marx a Engels del 3 de febrero
de 1865, las de Engels a Marx con fecha del 22 de octubre de 1867, y
la fechada el 6 de diciembre de 1867 y la carta de Marx a Engels del
17 de diciembre de 1867.
18. Véanse
las siguientes cartas: de Marx a Engels el 23 de julio de 1877 y el
1 de agosto de 1877; de Engels a Marx el 20 de agosto de 1879, el 9
de septiembre de 1879 y de Marx a Engels el 10 de septiembre de
1879.
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