Sobre la cuestión agraria en los países coloniales
En la mayoría de los países orientales (India, Persia, Egipto, Siria, Mesopotamia) la cuestión agraria tiene primordial importancia en la lucha por la liberación del yugo del imperialismo metropolitano. Explorando y arruinando a la mayoría campesina de los países atrasados, el imperialismo la priva de los medios de vida fundamentales, mientras que la industria poco desarrollada, dispersa en diferentes lugares del país, es incapaz de absorber el excedente de población rural que, además, no puede ni siquiera emigrar. Los campesinos pobres que permanecen en su tierra se transforman en siervos. Si en los países civilizados las crisis industriales de pre-guerra cumplían el rol de reguladores de la producción social, en las colonias ese rol regulador es cumplido por las penurias.
El imperialismo, que tiene interés vital en recibir la mayor cantidad de beneficio con la menor cantidad de gasto, mantiene hasta su última instancia en los países atrasados, las formas feudales y usurarias de explotación de mano de obra. En algunos países, como por ejemplo en la India, atribuye el monopolio perteneciente al Estado feudal-nativo, el usufructo de las tierras, y transforma el impuesto de la tierra en una renta que debe ser entregada al capital metropolitano y sus comisionados, los “Zemindaram” “talukdar”. En otros países, el imperialismo se apodera del ingreso de la tierra, sirviéndose para ello de la organización nativa de la gran propiedad de la tierra (Persia, Marruecos, Egipto, etc.).
De ello resulta que la lucha por la supresión de las barreras y de los rendimientos feudales sobre las tierras que aún quedan, presentan el carácter de una lucha de emancipación nacional contra el imperialismo y la gran propiedad feudal de la tierra. Se puede tomar como ejemplo la sublevación de los moplahs contra los propietarios de la tierra y los ingleses en el otoño de 1921 en la India y el levantamiento de los sijs en 1922. Únicamente una revolución agraria que tenga por objetivo la expropiación de la gran propiedad feudal es capaz de sublevar las multitudes campesinas y de adquirir una influencia decisiva en la lucha contra el imperialismo. Los nacionalistas burgueses tienen miedo de las consignas agrarias, y las cercenan tanto como pueden (India, Persia, Egipto), lo que prueba la estrecha conexión que existe entre la burguesía nativa y la gran propiedad de la tierra, feudal y feudal-burguesa. Esto prueba también que, ideológica y políticamente, los nacionalistas dependen de la propiedad de la tierra. Estas dudas e incertidumbres deben ser utilizadas por los elementos revolucionarios para una crítica sistemática y divulgadora del carácter híbrido de la política de los dirigentes burgueses del movimiento nacionalista. Es precisamente esta política híbrida lo que dificulta la organización y la cohesión de las masas trabajadoras, como prueba el fracaso de la táctica de resistencia pasiva en la India (no cooperación).
El movimiento revolucionario en los países atrasados de Oriente sólo puede ser coronado con el éxito si está basado en la acción de las multitudes campesinas. Es por eso que los partidos revolucionarios de todos los países orientales deben determinar claramente su programa agrario y exigir la total supresión del feudalismo y sus sobrevivientes, que encuentran su expresión en la gran propiedad de la tierra y en la exención del impuesto sobre la tierra. A fin de una participación activa de las masas campesinas en la lucha por la liberación nacional, es indispensable proclamar una modificación radical del sistema de usufructo del suelo. Al mismo tiempo, es indispensable forzar a los partidos burgueses nacionalistas a adoptar la mayor parte posible de este programa agrario revolucionario.
Publicado por La Victoria de los oprimidos y explotados
No hay comentarios:
Publicar un comentario