Con los cinco Maestros, venceremos |
Si me lo permiten quisiera comenzar con una frase provocadora y de implicaciones profundamente anti-humanista. Reza así: "Cuando oigo la palabra "cultura", cargo mí pistola". En otras palabras, la frase hace referencia a que todo el que busque adquirir cultura o de cualquier modo reproduzca o masifique el pensamiento crítico, impugnador, anticapitalista, deberá ser derribado de un tiro en la cabeza. Pensarán, quizá, sea una salida retórica efectista. Pues no. Lo dijo, esa patibularia figura que hace unos 80 años ayudaba a dejar caer esa cortina de plomo sobre el pueblo alemán y provocaba la hecatombe de 60 millones de seres humanos al mundo, en la segunda guerra imperialista mundial: Herman Goering. Pero, lo que éste jerarca fascista dijo un día, lo hacen todos los días todos los dictadores y tíranos, llamados púdicamente "presidentes", de cualquier país del planeta.
Es que, hoy como ayer, la cultura continúa siendo centro de esa grandiosa lucha de clases en la que se enfrentan la clase obrera y la clase capitalista, la revolución y la contrarrevolución, humanismo socialista y humanismo burgués hoy degenerado en fascismo global. Aspecto específico de esto, es decir de la cultura como centro privilegiado de la lucha ideológica de clase, lo ha venido a ser la cuestión del Pensamiento-guía o del modo de pensar de los combatientes clasistas. Hablamos, en concreto, de cómo a través del pensamiento-guía, del sujeto histórico de cambio, se corporatiza la problemática de las dos concepciones generales del mundo, de las dos culturas y de las dos ideologías que se contienden antagónicamente la mente de los trabajadores.
¿Pero qué es cultura? Como ya saben, sea por vuestros estudios académicos o sea por algún texto llegado sus manos, etimológicamente ella hace referencia al cultivo, a las labores agrícolas, al trabajo transformador de la naturaleza. Al trabajo como base material de la vida social y de la vida espiritual de los seres humanos. A que en el proceso del trabajo productivo los seres humanos, hombres y mujeres, estos entrelazan interactivamente su mundo objetivo, lo existente fuera de ellos, y su mundo subjetivo, lo que existe en sus cabezas.
Esto quiere decir que, además de ese mundo exterior pleno de necesidades materiales a satisfacer, los seres humanos tienen otro mundo de necesidades, el mundo de las necesidades del cerebro; el mundo de su interior, de lo espiritual, de las ideas y del pensar lógico. Esta capacidad humana de generar un pensamiento especulativo y de representaciones simbólicas, nos ha separado cualitativamente del resto del reino animal. En tal sentido es que podemos decir que la cultura, como resultado del trabajo y de la vida colectiva, lo que a permitido al hombre aparecer sobre la Tierra.
De ahí que, podamos describir la cultura como un fenómeno exclusivamente humano, y despejar las leyes específicas que la articulan a la práctica social. En un sentido restringido, ella designa las producciones artísticas y literarias y los conocimientos generales ligados a esos dominios (Filosofía, Sociología, Economía Política, Historia, etc.). En sentido amplio, cuando además toma en cuenta el conjunto de las creencias, costumbres, valores morales y criterios de las diferentes clases sociales que componen el cuerpo social.
La cultura ha nacido de la exigencia humana de afirmar la propia identidad, de la búsqueda de sensaciones nuevas, de satisfacer placeres sensoriales. Para explicarse ésta necesidad humana de ir más allá de la satisfacción de lo fisiológico, de lo natural, habría que preguntarse: ¿Por qué el hombre de la comunidad clánica no se conformó sólo con buscar una cueva o con construirse una choza, que le sirvieran de cobijo, sino que se molestó en decorarla? ¿Qué le llevó a dejar de abandonar a sus muertos para inventar los funerales? ¿Qué indujo al aborigen americano a pintarse el cuerpo o a reducir cabezas? O motivaciones estéticas, o religiosas, o urgencias de identidad social. Con todo motivaciones culturales.
Así pues al mundo objetivo en que vivimos y luchamos diariamente, corresponde el mundo de la autoconsciencia subjetiva, de nuestro YO, individual y colectivo.
Esta autoconsciencia humana, por algo los cientistas sociales han definido al hombre como homo sapiens sapiens (que traducido libremente sería algo así como el hombre que sabe que sabe), a la vez que reflejo del mundo objetivo en el cerebro, se manifiesta en sentimientos, pensamientos y expresiones de voluntad. Asimismo que visión y comprensión del mundo exterior, base de apoyo ideal de toda la práctica social de los seres humanos.
Como justamente lo señalase Mao, nuestras ideas, pensamientos y expresiones de voluntad se basan y dependen de la práctica social humana y están al servicio de esa misma actividad social de los seres humanos, "¿De dónde provienen las ideas correctas? ¿Caen del cielo? No. ¿Son innatas? No. Ellas provienen de la práctica social, y sólo de ella. Provienen de tres tipos de práctica social: la lucha por la producción, la lucha de clases y la experimentación científica".
Del hecho de que el cerebro es un órgano del individuo humano, algunos profesores e ideólogos burgueses deducen erróneamente que la generación del pensamiento es exclusivamente individual. Repiten el apotegma de Descartes, "Pienso, luego existo". "Yo existo", " yo pienso". En todo está, explícita e implícitamente, el Yo personal, caballo de batalla del individualismo burgués, de la revolución francesa de 1789, ayer, y hoy de su lucha contra el socialismo.
Lejos estoy de negar el papel del individuo humano y de la conciencia individual. Ciertamente la realidad exterior es reflejada por cada cerebro humano individual y basándose en los datos que ella le brinda ese individuo concreto actúa sobre aquella. No obstante, siendo un ser social él mismo por origen, la conciencia individual de cada ser humano se encuentra determinada en realidad por su posición y modo de vida en la sociedad, por lo cual correspondientemente por la conciencia social de la colectividad. De ahí que, en general, la conciencia humana (inclusive individual que sea) haya de reflejar el modo de existencia social del hombre.
Veamos esto más de cerca. Tanto los materialistas sociales como el sentido común están de acuerdo en que el modo como producen sus medios de existencia los seres humanos determina el modo de vida, en toda época histórica; pero, a su vez este modo de vida ha de condicionar, directa o indirectamente, su modo de pensar. Por eso, se ha dicho que, piensan de una manera diametralmente diferente aquellos que tienen que trabajar para no morir de hambre y aquellos que embolsan montañas de dinero y capitales sin trabajar; sueños y pensamientos diferentes los que viven en una choza y esos que lo hacen en un Palacio o en un Penthouse en Miami.
Sobre esto de la cultura, aquí en Panamá, nada desinteresadamente por cierto, se siembra confusión y embrollo. Se habla de “cultura” en general, de "cultura panameña" o de "cultura nacional". Así presentada la cultura vendría a ser algo así como si fuera indivisa, de unanimidad social y nacional. Ello no es correcto. Lo digo de una vez por todas, no existe una cultura nacional, ni una unidad nacional, ello porque la sociedad panameña está dividida en clases y en lucha social irreconciliable. Tantas clases tantas culturas. Cada clase tiene su particular visión del mundo, su cultura, y su particular visión de la unidad nacional. La clase trabajadora tiene su cultura, la cultura socialista; la clase burguesa tiene la suya. Lo que sucede, aquí en Panamá, es que la clase que tiene el poder político del Estado tiene el poder material de imponer su cultura y hacerla pasar como "cultura nacional", aquella, la proletaria, sólo devendrá cultura nacional cuando ésta detente el poder político.
Eso ha sido así desde que, cuando con el fin de la comunidad primitiva y el advenimiento de la sociedad dividida en clases sociales, la cultura o conciencia social uniforme se disolvió. Y con ello surgieron sistemas integrales de pensamientos colectivos o concepciones generales que explicaban los fenómenos y concatenaciones de fenómenos de la naturaleza y de la vida social. Así los conocimientos teóricos generales, las concepciones del mundo y la cultura en general, se desdoblaron, como expresiones ideales de tal o cual clase social. De manera abreviada, una Concepción general del mundo es un sistema de opiniones y juicios teóricos sobre la naturaleza y la vida social siempre de una clase u otra. Sobre ello cabe nuevamente cite a Mao:
"Para aquello que concierne a la Concepción del mundo en el mundo actual aquí están fundamentalmente sólo dos "escuelas", aquella de la burguesía y aquella del proletariado. O se acepta la concepción proletaria del mundo o se acepta aquella de la burguesía. La concepción comunista del mundo es la concepción del mundo del proletariado y no la concepción del mundo de otras clases". Como se puede ver la cosa es clara. Se trata de dos concepciones del mundo antagónicas e inconciliables que reflejan en el plano del pensamiento los intereses contrastantes entre la clase obrera y la burguesía. Ellas se confrontan palmo a palmo en el terreno cultural, filosófico e ideológico. Por lo que, podemos deducir que la concepción del mundo influye globalmente sobre cada individuo en su modo de pensar, de vivir, de ver las cosas, de actuar. La posición de clase, la actitud y los sentimientos políticos y sociales, el espíritu, el intelecto y el corazón dependen todos de la Concepción del mundo que se tenga.
De ahí que las ideas sociales, la concepción general y la cultura, dominantes sean en cada caso la expresión de la dominación de clase en la vida social o, como dijeran Carlos Marx y Federico Engels,
"Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época, o dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante. La clase que tiene a su disposición los medios para la producción material dispone con ello, al mismo tiempo, de los medios para la producción espiritual, lo que hace se le sometan, al propio tiempo, por término medio, las ideas de quienes carecen de los medios necesarios para producir espiritualmente. Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones materiales dominantes".
Esta concepción general del mundo y estas ideas sociales y culturales dominantes en la actual sociedad capitalista son las que se llaman la ideología burguesa. Esto dado que su concreto portador social, dueña de los medios de producción material y de los medios de la producción espiritual, lo es la clase capitalista o burguesía. Esta frente a su clase rival se presenta como una clase global, colectiva, con intereses comunes, pero dividida por sus intereses particulares, dictaminados por la esfera económica de la cual percibe sus ingresos y la lucha de competencia por el acaparamiento de la tajada más gruesa de la plusvalía, le resulta material e idealmente de una concepción del mundo integral y única. Así, la ideología burguesa asume, según la época de su desarrollo económico y político, formas diversas: en la conciencia social la religión; en las ciencias naturales el positivismo, y; en la filosofía ya en el materialismo mecanicista o ya en el idealismo.
A la base de la Ideología burguesa se encuentra el individualismo, la exaltación desmedida del papel del individuo en la vida social, y el utilitarismo (la búsqueda desmedida y a-social del capital-dinero). Esto último, precisamente, da la medida y el sentido al PENSAMIENTO-GUÍA del burgués, el Liberalismo y el Fascismo como su ideología y conducta política.
Frente a ella y enfrentándosele la clase proletaria (o trabajadora, obrera, asalariada) la que asume su propia concepción del mundo como Ideología o cultura proletaria, socialista o colectivista, la que la guía en su lucha por su emancipación social; la eliminación de la propiedad privada capitalista y de la esclavitud asalariada. Esta Concepción general del mundo, esta ideología y esta cultura ha sido creada, formada y desarrollada por Carlos Marx y Federico Engels; por ello, en reconocimiento a sus aportaciones teóricas y prácticas a la gran causa de la emancipación social de la clase obrera y de la humanidad trabajadora se le ha denominado a la misma: MARXISMO.
El Marxismo es el conjunto de ideas y doctrinas creadas, a partir del estudio de la sociedad capitalista y de la lucha de clase de la clase obrera de su tiempo, por Marx y Engels, armoniosamente concatenadas y fundamentadas científicamente en los planos filosófico, ideológico, económico, político y organizativo, así como enriquecida con su participación personal y directa en la lucha por la liquidación del orden económico, institucional y constitucional, burgués.
Tres partes principales conforman el cuerpo doctrinal del Marxismo, a saber:
1. La Economía Política, que no es una teoría de la explotación en general, sino de la esencia oculta de la explotación capitalista, la apropiación de la plusvalía. Esto es "la apropiación del trabajo no pagado". Que al centro de la producción capitalista se encuentra la esclavitud asalariada de los trabajadores manuales y de los trabajadores intelectuales. Que la base de todo el sistema capitalista de producción están las fuerzas productivas, las que un momento dado entran en contradicción con las relaciones de producción, empresarios vrs. Obreros, lo que tarde o temprano desembocará en una revolución social. La que creará una nueva organización económica de la sociedad.
2. El socialismo científico o doctrina de la lucha de clases. Al centro de la misma se encuentra la elaboración de la estrategia y táctica proletaria, organizada en partido político revolucionario independiente, para la toma del poder político para poder transformar las relaciones sociales vigentes. Esa toma del poder no debe ser confundida con la simple posesión del gobierno. La clase obrera debe destruir la dictadura burguesa y reemplazarla con la dictadura del proletariado.
3 .La filosofía materialista dialéctica e histórica es la base de toda la doctrina marxista y de la concepción proletaria del mundo. Según esta la realidad, la naturaleza, la materia, es primaria y la fuente de todo conocimiento y productora del espíritu, de la idea, de la conciencia. Esta materia es eterna, multiforme, está en movimiento y cambio constante, y todo eso debido al funcionamiento de leyes generales, particulares y singulares que la rigen. Estas leyes generales y objetivas tienen como base única: aquella de la unidad y lucha de contrarios.
Esta ideología, científica y comprobada en su justeza a lo largo de dos siglos de encarnizada lucha de clases, de lucha entre revolución y contrarrevolución, como todas las otras ciencias ha tenido su propio desarrollo histórico. Como es sabido ya, Marx y Engels han sido los fundadores. Sus elaboraciones y aportaciones correspondían a ese período en que el capitalismo estaba en sus inicios. Eran los tiempos que pasaba por su etapa concurrencial o pre-monopolista. Consecuentemente, en su lucha contra la burguesía en esos momentos, Marx y Engels han organizado primero la Liga de los comunistas y, después, la Asociación Internacional de los Trabajadores. Posteriormente, luego de la muerte de Marx, Engels su leal compañero de armas, apoyado en la formación de los partidos obreros socialdemócratas en diversos países de Europa y América, organiza la Segunda Internacional.
Con el adentrarse el siglo XX, habiendo pasado el capitalismo a su etapa monopolista o imperialismo y el estallido de la primera guerra imperialista mundial, le ha tocado a Nicolás Lenin y José Stalin desarrollar a partir de allí dónde lo habían dejado Marx y Engels, elaborar importantes aportes teóricos, la táctica, la estrategia y la experiencia concreta de la revolución y construcción socialista en Rusia, a partir de 1917. Uno de sus primeros aportes de valor internacional ha sido la construcción del Partido Comunista Mundial (primero en la forma de la III Internacional y luego en la de la Kominform). Con todo eso elevado a la doctrina marxista a una nueva, segunda y superior etapa de desarrollo: al Marxismo-Leninismo. De seguido, a partir del cuarto decenio del siglo XX, le ha tocado a Mao Tse-tung a partir de su práctica revolucionaria proletaria y sus elaboraciones teóricas llevar al marxismo-leninismo a una tercera y superior etapa: al Marxismo-Leninismo-Maoísmo.
Esta ideología marxista-leninista-maoísta de la clase obrera comprende, como campo de pensamiento científico, clasista y revolucionario, como armas de emancipación espiritual y material: Primero, una Concepción general comunista del mundo, esto es una visión integral y completa de la naturaleza, de la vida social y de las leyes generales que rigen su evolución y mutación histórica; Segundo, de una Orientación general materialista y dialéctica que sirve de fundamento y guía al estudio e investigación, objetiva y racional, de los fenómenos, procesos y leyes que les gobiernan; Tercero, de un Método que le sirve de herramienta lógica investigativa en el análisis y estudio de dichos objetos, fenómenos y procesos, y; Cuarto, una Guía de acción práctica que ha permitido a la clase obrera incidir, participar activa y conscientemente en la transformación de la realidad natural y social radicalmente.
Esto quiere decir que a partir de las conclusiones teóricas extraídas de la conceptualización general de la aplicación de estos cuatros elementos, armónicamente entrelazados, los cuales no pueden ser separados de modo alguno, podemos ponernos en condiciones de destruir lo viejo y hacer nacer lo nuevo.
Pero, en el pasado y en presente del movimiento obrero y revolucionario, ha habido y hay quienes rechazan eso. Así, por ejemplo, Jorge Luckacs comunista húngaro y brillante intelectual ha afirmado: "Para el marxismo, en cuestión de ortodoxia, lo esencial es el método". Con una tal afirmación minimizaba, si no echaba a la basura, la concepción general del mundo y la Orientación general marxista-leninista. Pero, la cosa no era nueva. Mucho antes que Luckacs, eso mismo hizo ese tristemente celebre renegado del marxismo Carlos Kaustky. Este mismo Kaustky, gran teórico del Partido Obrero Socialdemócrata de Alemania y en su momento considerado heredero ideológico de Marx y Engels, a los que conoció y escuchó personalmente, en su libro La interpretación materialista de la historia escribía que, a su parecer, para Marx y Engels, lo principal no era alcanzar la verdad, sino el camino hacia la verdad, es decir, el método. Según él,
"La interpretación materialista de la historia no está ligada con la filosofía materialista. Se puede unir con cualquier concepción del mundo que se sirva del método del materialismo dialéctico o que, al menos no esté en contradicción inconciliable con él. No importa que esa concepción se llame materialista o luche contra el materialismo mecanicista, prefiera llamarse realismo o monismo, positivismo o sensualismo, empirismo o empiriocriticismo". Así, pues, Kaustky fingiendo reconocer el método dialéctico de investigación castraba no sólo la concepción general marxista del mundo, sino que renunciaba bellacamente al contenido de la Orientación General materialista dialéctica de su explicación.
Allí bebió toda su "sabiduría" filosófica tanto el sapientísimo y "ortodoxo" excomunista Lukács, como el oscilante economista político trotskysta Paul Swezzy.
Dejemos eso allí y prosigamos. Para la integral doctrina marxista, como un todo entrelazado de concepción general, orientación general, método y guía de acción práctica, resulta un objetivo inalterable el lograr la unidad consciente y, por ello, estable, de la teoría revolucionaria al movimiento revolucionario. Eso es precisamente lo que nos ha indicado Marx, "Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo".
Conforme con ello, sólo el modo de pensar proletario une dialécticamente teoría y práctica. Sólo la clase obrera está interesada en la realidad sin adornos. A diferencia de la intelectualidad burguesa afronta sin miedo el conocimiento económico, político e histórico los cuales establecen que este mundo viejo, este mundo del capital y la esclavitud asalariada, es cosa del pasado y está condenado a desaparecer, y ponen a primer plano a la fuerza motriz de un orden social superior. Que la clase obrera es la portadora del modo de pensar más avanzado: del modo de pensar proletario y su método materialista- dialéctico.
Este modo de pensar y éste método materialista-dialéctico que une la teoría marxista con la práctica revolucionaria proletaria resulta ser, precisamente, el núcleo esencial y científico del PENSAMIENTO-GUÍA de la clase obrera. Este núcleo esencial esta integrado por la Orientación General materialista dialéctica y por el Método dialéctico de hacer las cosas y el modo de comportarnos de cara a la transformación de las mismas.
En resumen, la doctrina marxista del PENSAMIENTO-GUÍA trata de las leyes del pensamiento humano, concretizado en la formación de la conciencia de clase proletaria y su desarrollo hacia la conciencia de clase comunista de la clase obrera y de sus aliados, sociales y políticos. Si quisiéramos definir, de modo sencillo y claro, podríamos hacerlo así: El PENSAMIENTO-GUÍA marxista-leninista es la síntesis general y la aplicación concreta de la teoría y experiencia acumulada por el proletariado mundial, dimanante de su lucha de clases, de su labor revolucionaria y constructiva socialista y de sus realizaciones multifacéticas en todos los campos del pensamiento científico contemporáneo en el camino por la emancipación de la humanidad.
Esta doctrina del PENSAMIENTO-GUÍA, parte y desarrollo de la teoría marxista, ha surgido y formado en el transcurrir de la segunda mitad del siglo XX.
Su punto de arranque ha sido la lucha contra el revisionismo moderno y la defensa del Marxismo-Leninismo como fundamento teórico, político y organizativo de la clase obrera, camino al coronamiento de la revolución y construcción de la sociedad socialista. Las condiciones para el desatamiento de esta lucha lo han sido el bochornoso XX° Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (1956) y el Golpe de Estado contrarrevolucionario y anti-socialista de la camarilla de Nikita Kruschiov, lo que ha propiciado la suplantación de la dictadura del proletariado y la restauración de la dictadura de la burguesía, la revisión de medulares principios marxistas-leninistas y la conversión de la patria socialista de Lenin y Stalin en una potencia imperialista con ropaje "sovietista". Desde allí, en la otrora patria del socialismo, se desbordó el revisionismo moderno internacionalmente: la mayoría de los países socialistas degeneraron, más o menos rápidamente, hacia el capitalismo burocrático-comprador; partidos comunistas y obreros, en el poder o no, convirtieronse en agencias de la burguesía imperialista occidental o de la propia burguesía local. En respuesta de tan graves acontecimientos, los que amenazaban con barrer con todas las conquistas políticas y sociales del movimiento obrero y revolucionario mundial, fue asumida por Mao Tse-tung y el albanés Enver Hoxha. Esta lucha se ha desenvuelto, abierta e internacionalmente, a partir del documento "Polémica sobre la Línea General del Movimiento Comunista Internacional", dirimida en 1963 entre el Partido Comunista de China y el PCUS, así como la generada alrededor de la "Gran Revolución Cultural Socialista Proletaria" tendente a arrancar las áreas de poder usurpadas los revisionistas y partidarios de la línea de restauración del capitalismo en China Popular. Como Ustedes ya saben, o por lo menos deberían saber fue el propio Mao Tse-tung quién la encabezó. Por ello, se convirtió en el principal portabandera de la lucha por la defensa del Marxismo-Leninismo y de aquella por expandir y hacer triunfar el PENSAMIENTO-GUÍA marxista-leninista.
De seguido, y a lo largo de las tres últimas décadas del siglo XX, ésta lucha entre Marxismo-Leninismo y Revisionismo Moderno, ha culminado en la ruptura con los Partidos y Organizaciones revisionistas modernas y con el comienzo de la nueva construcción de los partidos marxistas leninistas. En Panamá esta lucha se ha concretado entre el revisionista y antirrevolucionario Partido del Pueblo y el Movimiento Marxista Leninista panameño. Asimismo, paralelamente, en el seno del Movimiento Marxista Leninista panameño se han enfrentado los partidarios de un movimiento "m-l pequeñoburgués", con toda su carga de seguidismo, subjetivismo, papagallismo y un "prochinismo" obtuso, y los partidarios del PENSAMIENTO-GUÍA marxista-leninista maoísta. Lo que, de seguido, ha culminado con la formación del Frente Obrero Socialista (ML) de Panamá.
La lucha contra el revisionismo moderno ha tomado nuevo vuelo en el contexto de los cambios económicos y políticos ocurridos en los 70, y de la nueva división del movimiento comunista mundial como consecuencia de la muerte de Mao, el golpe de Estado anti-socialista de Teng Siao Ping y la restauración capitalista en China, así como de la labor escisionista de Enver Hoxha y el Partido del Trabajo de Albania y su liquidación posteriormente. Tanto el "movimiento m-l pequeñoburgués" como el FOS (ML) de Panamá conocieron luchas internas y graves fracturas. El primero por su ecletiscismo, el rechazo de la doctrina del PENSAMIENTO-GUÍA y la adopción de un método y modo de pensar burgués autoliquidándose o transformándose en ala izquierda de la burguesía de izquierda. En cuanto al segundo, no libre de desviaciones pequeñoburguesas, vio surgir una corriente mayoritaria en su seno liquidacionista que, finalmente, lo disolvió.
¿Pero, en el fondo de esta historia, qué se ha estado dirimiendo? Lo que se ha estado dirimiendo es la ausencia o la violación de la doctrina del PENSAMIENTO-GUÍA en materia de construcción del Partido marxista-leninista revolucionario. La no comprensión o la distorsión del principio clave de la visión leninista de la conformación del núcleo motor del partido, del centro direccional del partido y de la clase. Él ha escrito, “De todos es sabido que las masas se dividen en clases… que las clases están… dirigidas por partidos políticos;… que los partidos políticos están dirigidos, como regla general, por grupos más o menos estables, integrados por las personas más prestigiosas, influyentes y expertas, elegidas para los cargos de mayor responsabilidad y llamadas jefes” (Ver: El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, pág. 27. Editorial Progreso. Moscú). Ese principio general planteado por Lenin se ha demostrado justo, correcto. También lo ha sido que dichos “grupos” con mando ejecutivo y teórico en el Partido, a su vez se conforman en cuadros dirigentes, jefes o representantes centrales y líderes o líder. Interprete, portadores y difusores del pensamiento-guía del Partido. Sólo los anarquistas o los revisionistas en materia de organización osan armar alharaca contra tal postulado: “dictadura del aparato”, “dictadura personal” y otras zarandajas por el estilo.
En el plano general, a escala del Continente y mundial, los partidarios del PENSAMIENTO-GUÍA marxista-leninista han tenido que confrontar, además de los degenerados partidos revisionistas modernos del tipo del partido del pueblo, con la desbordante corriente del neorevisionismo o revisionismo de nuevo tipo. Los que, en esta lucha entre Marxismo-Leninismo y Revisionismo, o se han acogido a un neutralismo ideo-político cómodo o abiertamente tomaron partido con los oportunistas de derecha. Una vez culminada su obra contrarrevolucionaria los revisionistas modernos, esos sectores -aquí denominados "neorevisionistas"- cobarde y desvergonzadamente renunciaron al Marxismo-Leninismo y a sus consagrados principios teóricos, políticos y organizativos. Bajo la excusa del "retorno a la fuente original del Marxismo" se han dedicado atacar y negar la Marxismo-Leninismo, la esencia de la revolución proletaria -la violencia revolucionaria y la dictadura del proletariado- y la hegemonía de la clase obrera y la necesidad de ésta última de dotarse de un partido político intransigentemente clasista y consecuentemente revolucionario que la dirija.
Todos juntos, viejos revisionistas modernos y neorevisionistas, comenzaron condenando a Stalin, ese gran marxista-leninista y dirigente proletario revolucionario, luego a Mao Tse-tung y terminaron, finalmente, atacando y negando a Lenin. Como también, en algún grado y en alguna medida, lo han hecho con Marx y Engels. La conclusión que se impone, podrá parecerles sorprendentes –dado el caso que en la mayoría de las veces aún continúan levantando banderas rojas y haciendo referencia a algunos de los Clásicos del pensamiento proletario-, es la de estigmatizar tal renegamiento a principios que se juró salvaguardar un día como, ANTICOMUNISMO MODERNO.
Dado que, pese a la máscara "marxista" o “leninista” con que se cubren, es tan anti-marxista-leninista, tan anticomunista y tan contrarrevolucionaria como aquel Maccartista de los 50. Resultan en los hechos, pese a que algunos puedan actuar de buena fe, una pandilla internacional al servicio de la burguesía imperialista y de la contrarrevolución mundial. Punta de lanza burgués contra la implantación del PENSAMIENTO-GUÍA MARXISTA-LENINISTA-MAOÍSTA en el movimiento obrero panameño qué mundial.
Sólo puedo, como conclusión general, invitarles a seguir investigando y estudiando esta ciencia de la revolución, el Marxismo-Leninismo-Maoísmo. El seguir profundizando vuestros conocimientos sobre la doctrina del PENSAMIENTO-GUÍA, asumiéndolo principalmente como maoísmo, tal es el principal cometido y obligación de todo intelectual revolucionario y comprometido con la gran causa del Socialismo y el comunismo.
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