“Por oscuras y cuestionables que parezcan muchas cosas,
cada vez siento en mayor medida que estamos introduciéndonos
en una nueva realidad y que se ha terminado toda una época obsoleta.
Todo depende de si sabemos prepararle a la Filosofía
un punto de ataque justo y si contribuimos a ayudarle en esta tarea.”
(Carta de Heidegger a Karl Jaspers, 3 de abril, 1933)
¿Heidegger un nazi típico? ¿Heidegger como Platón en Siracusa? El filósofo Karl Jaspers recordaba en sus memorias parciales Notizen la siguiente anécdota: “En mayo de 1933… le dije: ¿Cómo puede gobernar a Alemania un hombre inculto como Hitler? ‘La educación es algo totalmente indiferente’ (ist ganz gleichgültig)–, me respondió Heidegger: ‘¡Vea usted sus maravillosas manos!’”. Son bien conocidas y documentadas las relaciones íntimas, las afinidades profundas entre el filósofo y el nacionalsocialismo. Sin embargo tanto él como sus hagiógrafos y los heideggeriannes en general, así como el Mainstream académico, han tratado de negar, obturar o minimizar los rastros de este compromiso político que cuestiona el núcleo de su analítica existencial y de la dimensión ética de su filosofía. Es ya legendario el debate mal planteado de las relaciones del filósofo Martín Heidegger con el Nacionalsocialismo, con su estado racista y en especial con Adolf Hitler. En su resonancia internacional, la discusión fue estimulada por la aparición, en Francia, del libro del filósofo chileno Víctor Farías: Heidegger et le Nazisme, en la casa editorial Verdier en 1987.[1] Aunque la discusión viene de mucho más atrás, casi contemporánea a su engagement nacionalsocialista.[2] Sería demasiado fácil y burdo esconder las verdaderas motivaciones de esta discusión si sólo hacemos un enfoque estrecho sobre las limitaciones o en torno a los méritos y desméritos del libro de Farías (que tiene muchos), o el más moderno y reciente de Faye, y no alcanzamos a ver que el Fall Heidegger, la Heidegger-Kontroverse, nos permite la posibilidad de intentar realizar una constructiva re-examinación de la perspectiva filosófica de la obra heideggeriana entre los años 1919 y 1945, así como la conexión interna con la decisión política, que nos permitiría hablar de una verdadera filosofía práctica.
Aún, tal como los heideggerianos franceses hicieron reiteradas veces, remarcando los errores evidentes, la exégesis externa o las conclusiones apresuradas de la investigación de Farías, surgen hechos incuestionables que ya no se pueden obviar: Martin Heidegger no era sólo un simpatizante naive, ni un abogado defensor de la nationalsozialistische Revolution, más allá de estar de moda o de satisfacer algunas reivindicaciones generales de la pequeña burguesía de provincias, sino que en la mayoría de los casos podría afirmarse con seguridad que Heidegger era plus royaliste que le Roi, donde le Roi era nada menos que el Führer Adolf Hitler. Y no sólo apoyó “ruidosamente” al NS-Staat y su “despertar de Alemania”, sino que la elección valorativa y la extrema opción por el NSDAP emana, sin dudas, de premisas internas de su Ontología y Filosofía de la Existencia, en especial de su concepto de Cura (Sorge), de su idea radical y reaccionaria de la Historicidad así como del desarrollo de una auténtica Filosofía de la Historia, la denominada Seinsgeschichte, “Historia del Ser”, como lo supieron intuir tempranamente discípulos muy cercanos a él, como Karl Löwith y Herbert Marcuse.
¿Puede una opción política vulgar ser un acto filosófico?... Sin dudas. El compromiso militante de Heidegger con el Nacionalsocialismo fue un compromiso filosófico, aunque en realidad fuera una abdicación de la Filosofía como tal. En el Fall Heidegger, sobre todo después de las investigaciones fundamentales de Theodore Kisiel [3], Richard Wolin [4], Emmanuel Faye [5] y los profundos estudios biográficos de Hugo Ott [6], queda muy claro que el sentido de su decisión por el nacionalsocialismo y su Weltanschauung política tiene sus raíces en el mismo Sein und Zeit, en su particular “re-working” de Aristóteles desarrollado entre los años 1919 y 1933, que le posibilitaron contar con una filosofía práctica desarrollada, tan desarrollada como para que Heidegger no tuviera dudas en que orilla ubicarse desde 1929 en adelante y qué decisión tomar en el fatídico enero de 1933.[7] La base de esta re-lectura de la phrónesis aristotélica se va a efectuar desde el cuadro de la reaccionaria Lebensphilosophie, influencias de Lask, Natorp y de algunos tópicos de Dilthey y Husserl, además de toda la influencia del Kultur pessimismus de la derecha, también de la llamada globalmente como Kriegsideologie, desde Ostwald Spengler, Gottfried Benn, Ernst Jünger, Stefan George y otros. Heidegger mismo reconocerá, en esas típicas autointerpretaciones canónicas de su propio desarrollo filosófico, que sus primeras reflexiones profundas sobre el Ser y el Tiempo, así como su propia filosofía práctica, tuvieron como eje crucial el concepto de ousia (Οὐσία) de Aristóteles.[8] Es obvio que en el subsuelo de las afinidades electivas con el Nacionalsocialismo funge la “Historia del Ser” como una verdadera Metapolítica, en el sentido en que los conceptos y proposiciones que Heidegger presenta no proceden de la Política como ciencia práctica, sino que trascienden el ámbito del argumento político cotidiano. En Heidegger se puede establecer el entrelazamiento entre Política y Metafísica a través, como veremos, de su labor hermeneútica sobre el corpus aristotélico. Y en su particular recepción, apropiación y trastocamiento.
La tarea de reconstrucción de la filosofía práctica de Heidegger, trazar sus puntos nodales genealógicos, un trabajo hace unos años casi imposible, ha sido enormemente facilitada por la publicación de sus lecturas y seminarios desarrollados entre 1919-1945, sus intervenciones en la política del momento y por las Nachschriften, las transcripciones (verdaderos Zusätze de la obras completas) de los estudiantes de los seminarios y lecturas de Heidegger, como el caso de la filósofa Helene Weiss.[9] Para el investigador aún continúan inaccesibles la nutrida correspondencia de Heidegger con figuras claves del polo “nacionalrevolucionario” de la derecha de Weimar, tales como Ernst y Georg F. Jünger; con cuadros de estatura del NSDAP, como Ernst Fischer, Joseph Goebbels, Ernst Krieck o Erik Wolff; o incluso con intelectuales de la extrema derecha como el jurista Carl Schmitt, o del ámbito jungkonservative, como E. Jung. En este campo con Heidegger sucede el mismo fenómeno de manipulación de textos que con el infame Nietzsche-Archiv: sus documentos, con el mismo Heidegger en vida, son un campo de batalla en torno a su imagen, su herencia y el pasado de Alemania, donde todo vale, desde la falsificaciones lisa y llanas, como la del famoso paréntesis de 1953 [10] hasta las versiones aggiornadas y retocadas al estilo posmoderno, o la desaparición u ocultamiento de manuscritos.[11]
Se puede sostener la idea, como lo hacen los heideggerianos franceses y los revisionistas y hagiógrafos alemanes[12], que la obra de Heidegger no produjo, ni siquiera mediatamente, ningún germen de filosofía práctica o filosofía política pura y que, sin embargo, dentro de los diferentes estadios evolutivos, su magno Denkweg oficial, fue siempre un filósofo profesional políticamente comprometido con la coyuntura de su tiempo según los parámetros de los universitarios y mandarinado alemán en la época de Weimar.[13] Con esta operación hermenéutica, muy sofisticada por cierto, sus trabajos filosóficos más abstractos estarían impregnados de manifestaciones y posiciones con respecto a lo político, pero esta “espuria” lógica de la época sobre la obra sería esencialmente perifericas al Kern, al núcleo más puro de su pensar. La proximidad, incluso léxica, al universo ideológico völkische del Nationalbolschewismus y del movimiento nacionalista alemán, ya muy obvio, tendría referencia no tanto a las orientaciones fundamentales que Heidegger le imprimió a su intento de “abrir brecha” en la historia acontecida desde la aparición de Sein und Zeit, sino a una suerte de “enredos” en compromisos en los cuales el Heidegger “carne-y-hueso” arrastró al filósofo “Guardián-del-Ser”. La obra filosófica de Heidegger sería así apolítica per se, por definición, y es justamente este apoliticismo visceral lo que la hace negativamente responsable de la serie de traspies políticos del Heidegger humano, demasiado humano, cuyas ideas y visión del mundo en 1933 se deben a la psicología de la frustración, a la geografía o al resentimiento provinciano o a cualquier cosa.[14] La síntesis de todos los argumentos sería más o menos la siguiente: en su confusión por re-encontrar el verdadero destino de Occidente, en una época de crisis personal profunda, donde se estaba extinguiendo el Heidegger christlicher Theologe[15] y coincidiendo con el derrumbe de la república de Weimar, al profesor pequeño burgués pobre de provincias el ascenso del Nacionalsocialismo en 1933 “se le vino encima”.[16]
Pese a toda su miopía política, la Ontología de Heidegger, en sus preguntas esenciales, habría cruzado incólume el Mar de los Sargazos de la experiencia nacionalsocialista, incluso habría tenido energía oculta para realizar una feroz crítica clandestina y radical desde 1934, lo que demostraría, en negativo, que existía in nuce en la filosofía de Heidegger una posibilidad real de “uso” o aplicación y retraducción en el ámbito de lo político. Pero las ideas centrales de su filosofía no habrían sufrido mella post o ex-ante de 1933, no habrían sido la causa esencial o eficiente, de las debilidades psicológicas, de la “ataraxia” del hombre Martin Heidegger, uno más de los miles de alemanes confundidos y arrastrados en el torbellino político del ascenso meteórico del NSDAP, como piadosamente el profesor de filosofía Pierre Aubenque nos recuerda.
Al finalizar esta manipulación interpretativa, esta exégesis insostenible, se reconoce que la Ontología heideggeriana efectivamente se estacionó en la vecindad de la política, o sea: Heidegger mismo “urbanizó” su provincia del Ser al trasladar categorías de Sein und Zeit al campo político, pero todo ello se realizó sin sufrir “afinidades electivas”, sin ser su “soporte” al NS-Staat motivo de sospecha ni recoger en su seno “prejuicios” de la empiria política. En suma: no sería posible encontrar ningún punto de partida firme para la solución de problemas de una agenda de filosofía práctica en 1933, ni siquiera algún criterio utilizable para guiar en la práctica o ponderar la toma de decisión de un compromiso político resuelto.[17] Los heideggériannes sólo conceden a regañadientes la posibilidad de preguntar, en la dimensión de lo político, utilizando la cuestión de la Technik, por lo que el pensamiento heideggeriano podría converger elípticamente con las cuestiones candentes de la Historia Universal, pero su relación es inesencial a ella y al reino de la Política.
Así pues, como falta el análisis exacto de cómo en el ámbito político tiene que ser construida la verdad del Seyn, del Ser, no puede suceder que, precisamente desde esta manera específica del acontecer de la Wahrheit y de la estructura del mundo, se aclare la estructura misma donde “acontece” la Verdad. La obvia conclusión es que es imposible que la Ontología heideggeriana pudiera orientar o colaborar en la toma de decisión política al Martin Heidegger mortal entre las tendencias políticas oscuras y confusas de la Alemania de los años ’20, y menos de manera “ideológico-crítica”. Al no existir posibilidad de encontrar un esbozo de filosofía práctica en el pensar heideggeriano, ni siquiera en estado latente o seminal, es improbable que el año 1933, el Jahre der Entscheidung, el año de la decisión según lo bautizó Spengler, se haya podido relacionar esencialmente a la sustancia central de su espiritual camino del pensar, de su Denkweg.
Esta rigurosa y autoritaria concepción de la no-unidad entre obra y autor, donde el contenido de verdad de una corpus filosófico no tiene que reflejarse necesariamente en la mentalidad y en la ética (caracter) de la vida del filósofo, exacerba y agudiza de tal forma la autonomía “débil” de la Filosofía, que cualquier comportamiento o acción en el ámbito de lo político, de por sí despreciable y relegada a mera nota biográfica, no puede arrojar ningún cono de sombra sobre su opus magnum o ser utilizado como via regia para nuevas lecturas interpretativas. Dicho secamente: no puede desacreditarse, al realizar la conexión entre Política y Filosofía, la Ontología heideggeriana, ni ninguna otra, poniéndola a trasluz con asuntos que resultan, por definición, “externos”, como lo es una decisión resuelta en política. A lo sumo se reconoce que Heidegger tuvo que “distorsionar”, la famosa inflamación e inflación repentina de la palabra “Geist” en el estudio de Jacques Derrida, su filosofía pre-1933 para poder reducir la disonancia cognitiva ideológica con el universo léxico del NSDAP; esta distorsión fue producida por elementos absorbidos de la cosmovisión de su época, y tanto la caución con respecto al Nacionalsocialimso como el gesto metafísico se remitirían a medios retóricos de expresión o la Weltanschauung nihilista o la ideología de mandarines “apolíticos” del universitario alemán, que finalmente conllevan a una incoherencia terminológica, un ajuste de cuentas verbal (Derrida dixit) que finalizará en 1935 con la lección Einführung ...,[18] una verdadera retirada de su corto compromiso político y punto de inicio de la fantástica y heroica geistige Widerstand, la resistencia espiritual contra el NS-Staat.[19]
Nosotros plantearemos la cuestión inversa: no la clásica pregunta, a esta altura del debate carente de sentido, si se dio una “relación interna y necesaria” entre la analítica de Sein und Zeit y sus percepciones y valoraciones políticas, sino que, por el contrario, demostraremos que en la Ontología heideggeriana existe indicios suficientes para hablar de una filosofía política in nuce, una filosofía práctica viva, que lo llevará, desde años anteriores a 1933, en primer término a las proximidades del polo “nacionalconservador” y, en segundo término, es ésta filosofía práctica, con su particular “re-working” de Aristóteles, la que le permitió valorar y compartir tanto ideales como objetivos con el NS-Staat, encumbrar carismáticamente la figura de Adolf Hitler, e incluso compartir ideas, medios y objetivos con varios grupos e intelectuales del llamado antidemokratischen Denken de la República de Weimar, una amplia herradura ideológica del movimiento nacionalista alemán, desde los Jungkonservative hasta el movimiento Landsvölkische. Creemos que hay que invertir la cuestión: explicar cómo en la Ontología heideggeriana existen indicios suficientes para hablar de una filosofía política madura y reaccionaria. Y tal como Platón, esta filosofía como reclamo sistemático, existía en sus líneas generales desarrollada mucho antes del ascenso al poder de Hitler en enero de 1933., muchos antes de llegar a Syracusa. En suma: lo que aquí hacemos no es otra cosa que, ad pedem litterae, seguir la propia autointerpretación de Martin Heidegger, que en confesión al filósofo Karl Löwith, afirmaba que en su concepto de “Historicidad” (Geschichtlichkeit) estaba el verdadero fundamento (Grund) de su compromiso político con el Nacionalsocialismo y, en especial, con el Führer Adolf Hitler.[20]
[1] Farías, Víctor; Heidegger et le Nazisme, Editions Verdier, Paris, 1987. Víctor Ernesto Farías Soto es un filósofo chileno-alemán. Se graduó en la Universidad Católica de Chile en Filosofía y Germanística en 1961. Continuó sus estudios en Friburgo, Alemania donde se doctoró en Filosofía. Durante su estadía en Alemania fue alumno de Heidegger, participando en el famoso seminario sobre Heráclito, dado con Fink entre 1966 y 1967; se graduó en 1967 en Freiburg con G. Schmidt, discípulo de Fink, con una tesis sobre F. Brentano; le hizo una propuesta a Heidegger para realizar una edición crítica de Sein und Zeit al español, para mejorar la deficiente traducción de Gaos, recibiendo como respuesta que sería un trabajo inútil, dada la evidente inferioridad de la lengua española, con respecto de la alemana, para expresar su pensamiento e, incluso, el discurso filosófico en general. Farías vuelve a Chile en 1971 y retorna a Alemania después del Golpe Militar de 1973. Farías fue investigador y profesor en la Universidad Libre de Berlín hasta 2006. Actualmente se desempeña como docente en la Universidad Andrés Bello. Su investigación sobre Heidegger y el Nazismo, publicada por primera vez al francés en 1987, fue escrita en español y alemán, y el manuscrito estaba finalizado a fines de 1985 y no fue retocado.
[2] Los textos más políticos y nacionalsocialistas de Heidegger fueron rescatados del polvo y el olvido por un ex alumno Guido Schneeberger, dentro de un compendio heterogéneo pero muy rico y poco utilizado por los investigadores de Heidegger, titulado: Nachlesse zu Heidegger. Dokumente zu seinem Leben und Denken, publicado por el autor en Berna, Suiza, en 1962, y de circulación privada. El libro contiene once textos que pertenecen a Martin Heidegger y 217 fragmentos, en su mayoría artículos de periódicos que expresan la opinión de diversos autores sobre Heidegger y sus posiciones políticas y filosóficas, narrando acontecimientos provinciales y locales e información pertinente sobre la Universidad de Freiburg y la vida académico-estudiantil entre 1933 y 1937. Schneeberger en su momento no encontró editor por razones obvias. Hemos consultado esta selección y traducido la mayoría de sus textos.
[3] Enumeramos algunos de sus trabajos fundamentales: “Translator´s Introduction”, en: Marx, Werner, Heidegger and the Tradition, Northwets U.P., Evanston, 1970; p. XVII-XXXIII; “Heidegger´s Apology: Biography as Philosophy and Ideology”, Graduate Faculty Philosophy Journal 14/2-15/1, 1991, p. 363-404; “Why Students of Heidegger Will Have to Read Emil Lask”, en: Emil Lask and the Search for Concreteness, D.B. Chaffin (Comp.), Ohio U.P., Athens, 1993; Reading Heidegger from the Start: Essays in His Earliest Thought, SUNY Press, Albany, 1994; una obra decisiva en el aspecto exegético y filológico: The Genesis of Heidegger’s ‘Being and Time’, University of California Press, Berkeley, 1995.
[4] De Wolin puede consultarse: Introduction to ‘Martin Heidegger and Politics: A Dossier’, en: New German Critique, N° 45, Fall 1988, p. 91-96; “The French Heidegger Debate”, en: ibidem, p. 135-162.; sobre la filosofía política en Sein und Zeit su libro The Politics of Being. The Political Thought of Martin Heidegger, Columbia U.P., New York, 1990; su trabajo como compilador en el libro The Heidegger Controversy: A Critical Reader, MIT Press, Cambridge, 1993, que presenta al lector inglés el debate sobre Heidegger y el Nazismo. Y como derivado de su trabajo sobre Heidegger su Heidegger's Children: Hannah Arendt, Karl Löwith, Hans Jonas, and Herbert Marcuse, Princenton University Press, Princenton, 2001; en español: Los hijos de Heidegger: Hannah Arendt, Karl. Löwit, Hans Jonas, y Herbert Marcuse, Ediciones Cátedra, Madrid, 2003.
[5] Aunque limitado a un período de tiempo y sin profundizar en Sein und Zeit, es útil su investigación Heidegger, l'introduction du nazisme dans la philosophie : Autour des séminaires inédits de 1933-1935, Albin Michel, Paris, 2005; en español: Heidegger. La introducción del nazismo en la filosofía. En torno a los seminarios inéditos de 1933-1935, Akal, Madrid, 2009. Véase también el artículo “Wie die Nazi-Ideologie in die Philosophie einzog”, en: Die Zeit 34, August 18, 2005, ahora on-line: http://www.zeit.de/2005/34/AntwortHeidegger.
[6] Martin Heidegger: Unterwegs zu seiner Biographie, Campus, Frankfurt, 1988. Traducción al español de Helena Cortés Gabaudan como: Martin Heidegger. En camino hacia su biografía, Alianza Editorial, Madrid, 1992. Ott tiene además numerosos trabajos de investigación local sobre Heidegger y su vida político-académica en Freiburg.
[7] La influencia de Aristóteles (y autores escolares filoaristotélicos como Braig y Brentano) ha sido señalada por Theodore Kisiel. Uno de los primeros en llamar la atención fue Werner Marx en su obra pionera, señalando la profunda influencia del re-working de Heidegger sobre Aristóteles en su propia obra madura; véase: Marx, Werner; Heidegger and the Tradition, Northwestern U. P., Evanston, 1971.
[8] Prefacio de Heidegger al libro hagiográfico de William J. Richardson; Heidegger: Trough Phenomenology to Thought, Martinus Nijhoff, The Hague, 1963, pp. XII-XIII.
[9] Se trata de las leciones sobre Lógica del semestre de verano de 1934, Logik, Sommer Semester 1934; en español: Heidegger, M., H. Weiss (et al.); Lógica : lecciones de M. Heidegger (semestre verano 1934) en el legado de Helene Weiss, Anthropos, Madrid, 1991. El legado de Helene Weiss y su Nachlass, que incluye valiosas transcripciones en clase, se encuentra a cargo del filósofo Ernst Tugendhat. Muchos de estos manuscritos fueron consultados por el mismo Víctor Farías. El mismo año, 1934, Heidegger la rechazó como candidata al doctorado por el hecho de ser judía (“weil Sie Jüdin war”) según el testimonio del propio Tugendhat. Weiss había estudiado con Heidegger desde 1920 y en la famosa entrevista a Der Spiegel aquél la calificó como una de las alumnas más antiguas y capaces, señalando simplemente que su doctorado en Freiburg “no fue posible”. Weiss se fue de Alemania y se doctoró en 1942 en Basilea con el profesor Schmalenbach, con una tesis sobre la causalidad y la caída en la filosofía de Aristóteles, en la que deja constancia de su deuda intelectual con el trabajo de hermenéutica que Heidegger había practicado sobre el corpus aristotélico en los años ’20 y ‘30. Véase: Weiss, Helene; Kausalität und Zufall in der Philosophie des Aristoteles, Verlag Haus zum Falken, Basel, 1942. Weiss finalmente emigró al Reino Unido donde falleció en 1951. El testimonio de Weiss no es el único: se pueden encontrar alusiones positivas al SS-Staat y a la guerra desatada en el Este contra el Comunismo durante el dictado de los seminarios y cursos entre 1933 y 1945, en, por ejemplo, las memorias publicadas de Leopoldine Weizmann, estudiante de Heidegger, véase: Weizmann, L. (1988), “Heidegger, etait-il nazi?”, en: Etudes, N°368, 5, mayo de 1988, pp. 637-650. Weizmann incluso sostiene que Heidegger efectivamente prohibió la entrada a la Universidad de Freiburg de su mentor y maestro Husserl por el hecho de ser judío
[10] Se trató de la re-edición del curso de 1935: Introducción a la Metafísica, en 1953, donde se descubrió que el propio Heidegger añadió, entre corchetes, una aclaración sobre el Nacionalsocialismo que no figuraba en las pruebas originales del manuscrito, ahora en las obras completas, GA 40, p. 233; cambiando Nationalsozialismus por el inocente Bewegung (Movimiento). Sobre esta edición retocada se puede consultar una recensión del entonces desconocido doctorando en filosofía Jürgen Habermas, aparecida originalmente en el Frankfurter Allgemeine Zeitung, el 25 de julio de 1953. El mismo retoque ex post facto, de las manos de Heidegger, sufrieron las lecciones sobre Nietzsche y Schelling editadas en los años ’60.
[11] Muchos investigadores, como Farías, Kisiel, Martin, Sheehan u Ott, han señalado la manipulación, desaparición u ocultamiento de correspondencia, cursos y conferencias de Heidegger. Podemos enumerar entre otros los siguientes: la conferencia sobre Enseñanza e investigación dada entre el 10 y 11 de junio de 1933 en Berlín; el curso de noviembre de 1933 titulado: Über Wessen und Begriff von Natur, Geschichte und Staat; en el semestre de verano de 1934 la lección: Der Staat und die Wissenschaft, la conferencia del 8 de abril de 1936 en el Institut Kaiser-Wilhelm de Roma, titulada: Europe und der deutsche Philosophie; el seminario sobre Der Arbeiter, el libro de E. Jünger, dado a partir de 1939 y 1940. Esta actitud ha sido complementada con una política consciente de encubrimiento de los propios herederos del legado literario de Heidegger, que impiden por tiempo indeterminado todo acceso a los manuscritos del filósofo conservados en el Deutsches Literaturarchiv de Marbach. Martin denunció como en el archivo de Karlsruhe manos anónimas habían adulterado textos de Heidegger del período 1933-1945 a fin de presentarlos como documentos “clave” de descargo y prueba de su espíritu de resistencia al NS-Staat, véase: Martin, B.; “Das vermeintliche Schlüsseldokumente war verfälicht”, en: Badische Zeitung, 28-XII-88. Sobre las implicancias ideológicas y filosóficas de la política editorial de las obras completas de Heidegger, las incompletas Gesamtausgabe, véase a Kisiel; The Genesis of Heidegger’s ‘Being and Time’, University of California Press, Berkeley, 1995, p. 2 y ss. Sobre el autoritarismo de la política editorial de y sobre la obra de Heidegger, véase su paper: “Edition und Übersetzung: Unterwegs von Tatsachen zu Gedanken, von Werken zu Wegen”, en: Papenfuss, Dietrich/ Pöggeler, Otto (ed.); Zur philosophischen Aktualität Heideggers, vol. 3, Vittorio Klostermann, Frankfurt, 1992, pp. 89-107.
[12] El revisionismo en lengua alemana en cuanto a la relación Heidegger-Nacionalsocialismo se basa en tres autores: Silvio Vietta, Heideggers Kritik am Nationalsozialismus und an der Technik, Niemeyer, Tübingen, 1989; Ernst Nolte, Martin Heidegger. Politik und Geschichte im Leben und Denken, Propyläen, Berlin, 1992; en español: Heidegger: política e historia en su vida y pensamiento, Editorial Tecnos, Madrid, 1998; y el hagiógrafo Rüdiger Safranski: Ein Meister aus Deutschland. Heidegger und seine Zeit, Hanser, München, 1994; en español: Un maestro de Alemania. Martin Heidegger y su tiempo, Túsquets Editores, Barcelona,
[13] Aquí la posición clásica es la de Otto Pöggeler, la más moderna y sofisticada es la de Pierre Aubenque y Richard Rorty. Sobre el universo ideológico del mandarinado académico alemán entre 1918 y 1933, sigue siendo insustituible el decisivo y ya clásico trabajo de Franz Ringer, The Decline of the German Mandarins, Harvard University Press, Harvard, 1969; en español: El ocaso de los mandarines alemanes. La comunidad académica alemana, 1890-1933, Ediciones Pomares-Corredor, Barcelona, 1995. Además el monumental y más actual trabajo de Christian Tilitzki: Die deutsche Universitätsphilosophie in der Weimarer Republik und im Dritten Reich, Akademir Verlag, Berlin, 2002.
[14] Sobre este punto en especial, son los gastados argumentos en orden lexicográfico de los heideggerianos franceses de primera, segunda y tercera generación: Pierre Aubenque, Jean Michel Palmier, Jacques Derrida, Philippe Lacoue-Labarte y en los últimos años la representante más destacada de la jeune garde heideggérienne Catherine Malabou.
[15] Sobre el tema de la relación entre Heidegger y la Teología cristiana, un tema subestimado por la hagiografía heideggeriana, véase el libro de Macquarrie, J.; Heidegger and the Christianism, Continuum, Oxford, 1995.
[16] Son las palabras del heideggeriano Otto Pöggeler en el epílogo a la segunda edición alemana, 1983, de su libro clásico Philosophie und Politik bei Heidegger. Alber, Freiburg/München 1972, 2. Auflage 1974.; en español: Filosofía y política en Heidegger, Alfa, Barcelona, 1984, p. 349.
[17] El sostenedor in extremis de esta postura es Pierre Aubenque y Jean Michel Palmier, aunque con cautela se aproxima en sus conclusiones Jacques Derrida. En cambio, Pöggeler, cree que desde la filosofía de Heidegger se podría intentar una rehabilitación de la filosofía práctica moderna. Hans-Georg Gadamer, su sucesor más exitoso, curiosamente clamaba por la llegada de un Karl Marx para Heidegger, en relación que in nuce existía negativamente una filosofía práctica en Sein und Zeit, esperando una situación hermenéutica eficaz y una Umkehrung radical, tal como la sufrió Hegel de la izquierda hegeliana. Aquí son paradigmáticos Derrida, Granel, Palmier, Rorty y, más recientemente lo repite el argumento punto por punto Hans Sluga en su libro Heidegger’s Crisis: Philosophy and Politics in Nazi Germany, Harvard U.P., Cambridge, 1993.
[18] Como lo intenta demostrar el heideggeriano Julian Young, profesor de Filosofía en la Universidad de Tasmania, en su libro Heidegger, Philosophy, Nazism, Cambridge University Press, Cambridge, 1997., incluso clama sin pruebas que Heidegger habría hecho una “courageous critique of National Socialism”. Las investigaciones de Hugo Ott ya ha demostrado la total falsedad de este tipo de hagiografía con pátina académica.
[19] “Resistencia espiritual” es el nombre con el que el hijo de Heidegger, Hermann, utilizó para defender, por enésima vez, a su padre de las acusaciones sobre su actividad en el Nazismo. La última intervención pública puede leerse en un “interview” aparecido en el diario La Repubblica, el 30 de mayo de 1996.
[20] Löwith, Karl; Mein Leben in Deutschland vor und nach 1933; Metzler, Stuttgart, Metzler, 2007, p. 29. Hemos hecho una traducción propia con un estudio preliminar de este texto que puede consultarse en el libro del filósofo Enrique Meler; El Camino del Cisne Estudios Sobre Heidegger, Ediciones del Signo, Buenos Aires, 2010, p. 279 y ss.
(La Haine, martes 5 de octubre de 2010)
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