El Gran Sol Rojo del Amanecer

sábado, 9 de octubre de 2010

La crisis económica global, la crisis financiera internacional y las tareas de comunistas (marxista-leninistas) y de la clase obrera.


    
Grandes y negros nubarrones se cierran sobre el planeta. Los tiempos anuncian grande y grave tormenta se desatará muy pronto. Relámpagos y tronadas en el cielo nos llaman a tomar precauciones y tomar las medidas correspondientes. El que la burguesía mundial ha entrado en pánico, es ya un lugar común; también lo es el que la pequeño burguesía, aunque con su brújula ideológica perdida, ha entrado en estado de agitación. Sólo la vanguardia obrera, como siempre en la historia de estos dos últimos siglos, armada con el marxismo-leninismo, hoy maoísmo, percibe justamente la situación y está capacitada de ofrecer y pugnar por darle una salida revolucionaria.
   Es un hecho, evidente para todos,  que la crisis financiera empatada con la más violenta crisis económica mundial (2007-2010), sacuden los cimientos del sistema imperialista. Que la revolución proletaria ha vuelto a ponerse al día.
   Una de las consecuencias de la actual crisis económica global resulta ser el que tanto economistas políticos, gobernantes burgueses, como  ideólogos marxistas-leninistas se enfrenten en búsqueda de dar explicación teórica y solución a la misma. En dicha carrera se busca, de preferencia, a los grandes textos de economía política teórica, El Capital y el Imperialismo etapa superior y última del capitalismo, de Carlos Marx y Vladimir Ilich Ulianov,  respectivamente, resultan a la fecha de los primeros más consultados; seguidos por los de Keynes y de otros talentos de la economía política burguesa, etc., y eso no en desmedro de los pequeños libros considerados –no sabemos, francamente por qué- muy ideologistas. Como el Manifiesto del Partido Comunista, Capital y Trabajo Asalariado y esa gran obra, otrora relegado por muchos, Principios de Comunismo de Federico Engels. Cuando al contrario, es a esta última a la que hay que recurrir a para encontrar la guía para la acción necesaria que nos toca frente a la actual crisis económica y financiera que sacude los pilares del sistema capitalista imperialista mundial.
   En dicha obra Engels, remarcando las consecuencias sociales de las crisis económicas que se desenvolvían en aquella época de capitalismo ascensional y avanzaba la única salida justa de las mismas, remarcaba: " la gran industria… mientras siga sobre la base actual, no puede existir sin conducir cada siete años a un caos general que supone cada vez un peligro para toda la civilización y no sólo sume en la miseria a los proletarios, sine que arruina a muchos burgueses… Por tanto, está probado claramente:
1) que en la actualidad todos estos males se deben únicamente al régimen social, el cual ya no responde más a las condiciones existentes;
2) que ya existen los medios de supresión definitiva de estas calamidades por vía de la construcción de un nuevo orden social."

 ¿Qué es lo nuevo en la actual crisis financiera y económica internacional?

   El que ella se amplia y profundiza indeteniblemente. Nadie al sol hoy, sabe cuándo terminará y cómo. Lo que sí se ha remarcar es que tanto la teoría y como la política económica neoliberal han rodado por los suelos. Sus adalides, estrategas y gobernantes, otrora intransigentes espadachines del neoliberalismo, ahora ensayan fórmulas de solución que se demuestran fracazante de partida. O extienden la crisis o engrosan los bolsillos de los aventureros tiburones de la Oligarquía financiera internacional a costa de los contribuyentes, esto es de las clases trabajadoras.

   Dado el hecho de que esta crisis se desarrolla en olas y que resulta ingobernable para los capitalistas,  y el que nadie ose avanzar el cuándo entrará a regir el “libre juego” de los mecanismos autorreguladores del sistema, la burguesía mundial –imperialista o no- está aterrorizada. No sólo por la gravedad y vastedad de la actual crisis, no sólo por el quebrantamiento de su podrido poder constitucional e institucional –nada más hay que mirar su utilizamiento, como medida de urgencia, del populismo de derecha o de “izquierda”, dos caras del mismo designio político de fascistización desde el Estado y mayor militarización de la economía-, sino que por el irrumpir independiente de las masas obreras y masas populares, principalmente la clase proletaria como destacamento de vanguardia en la lucha de clases, la  que ha ido recuperando consciencia de su rol histórico. Las masas trabajadoras, espontáneamente, vienen demandando un cambio democrático radical, una nueva sociedad e incluso la idea del socialismo toma cuerpo en su acción. Los de “arriba” ya no pueden, los de “abajo” ya no quieren.

   ¿En esta situación tan peculiar, cuál es la tarea que nos incumbe a nosotros comunistas y marxista-leninistas, hoy maoístas? Nuestra tarea consiste en explicar, educar, propagandizar y agitar alrededor, no tanto lo de la crisis económica y financiera global, sino que centralmente el papel a desempeñar de las masas en la salida de la misma. El que ellas recurran a la lucha revolucionaria de masas, el convocarlas a la rebelión, y; cuando las condiciones estén maduras para ello ha que desaten la guerra civil por el socialismo, en los países capitalistas avanzados, y a la guerra de liberación popular en aquellos neocoloniales y semifeudales. Eso está claro.

     No obstante, algunos avanzan interpretaciones voluntaristas alrededor de la idea de que la actual crisis económica general resulta ser la última, que el capitalismo agonizante se hundirá por sí mismo. Para justificar la inacción política concertada internacional reviven la teoría de la “catástrofe final”, es decir de una interpretación dogmatica, quietista, de la teoría marxista-leninista-maoísta de la crisis. Propalan que solo basta apoyarse en el desarrollo de movimientos sociales, no políticos y revolucionarios, y el recurrir al impulse  de formas de lucha de masas contra las consecuencias económicas y sociales de la crisis. No a la rebelión contra el sistema que la genera, no a la revolución y mucho menos si se hace recurso a la violencia revolucionaria.

   Los comunistas marxistas-leninistas y  maoístas, por el contrario, apostamos por el aprovechamiento de la misma para destrucción revolucionaria orden político estatal y el sistema económico capitalista. Rechazamos todo mecanicismo en la interpretación de las leyes generales que rigen la marcha del capitalismo hacia su final, en el camino privilegiamos el factor subjetivo, el papel insoslayable de la clase obrera como liquidadora y sepulturera del capitalismo. Apostamos a su conciencia comunista de clase, a su organización política revolucionaria marxista-leninista-maoísta, a la construcción del Partido Comunista Mundial y a su disposición combatiente de ir hasta el fin en su lucha de clase internacional.

   Sin la intervención consciente de la clase obrera la crisis general del capitalismo no tendrá salida per se ni democrática ni socialista.  Es cierto; el dilema resulta ser continuidad de la Barbarie imperialista, no sabemos hasta cuando, o Socialismo lo más pronto posible.. Por lo que, en conclusión, ha devenido de prioritaria actualidad nuestra tarea de despertar en ellas una conciencia revolucionaria de poder, ofreciéndole una estrategia de poder revolucionario.

 Nueva profundización de la Crisis General del Sistema Capitalista Mundial

   En nuestro criterio, con el agudizamiento y asperezación de las contradicciones fundamentales del sistema capitalista mundial, hemos entrado de lleno en la maduración de una crisis revolucionaria universal.

   Sabido es que con el triunfo de la Gran Revolución Socialista de Octubre, de 1917, se ha aperturado una entera nueva época histórica para la humanidad. La que sólo culminará con el triunfo de la última revolución proletaria socialista en el último rincón del planeta. Una época signada por guerras grandes y chicas, imperialistas o de liberación nacional, entrechocar violento del neocolonialismo y el anticolonialismo, de guerras civiles contrarrevolucionarias y guerras civiles revolucionarias, insurrecciones y guerras populares  revolucionarias. Una época caracterizada por una situación revolucionaria general, crónica, y que madura desigualmente,  La época del imperialismo y de la revolución proletaria; y, nada de lo ocurrido en el transcurso de los 54 últimos años ha alterado o desmentido sustancialmente tal caracterización marxista-leninista de la misma.

   Para nosotros todos los rasgos que caracterizan dicha época histórica siguen vigentes y actuantes sobre la voluntad de los contendientes. El imperialismo sigue existiendo y su estado de descomposición es más avanzado. La revolución proletaria, pese a derrotas catastróficas pero parciales, continúa al día.

   También el hecho de la apertura y desarrollo en olas de la Crisis General del Sistema Capitalista Mundial. Siendo esta una crisis general, es decir total, del sistema capitalista mundial, la que recubre a la vez tanto los dominios económicos y políticos, como ideológicos, no sólo empuja a la burguesía mundial a hacer recurso a los más salvajes, depredatorios y violentos métodos de lucha contra las burguesías nacionales amenazantes, sino que principalmente contra la clase obrera y los pueblos nacionalmente oprimidos que luchan por sacudirselos de encima. Por lo que al examinar su movimiento, su pasaje por diversas fases de desarrollo, los marxistas leninistas-maoístas debemos poner énfasis en el motor central de su desenvolvimiento la lucha de clase de la clase obrera internacional por el reemplazo revolucionario del capitalismo. 

   El aspecto central, pues, de la movilidad de dicha Crisis general resulta ser la acción y lucha del factor subjetivo consciente, el Partido Comunista Marxista-Leninista-Maoísta. La clase obrera por sí misma puede y actúa incidiendo en el impulse y solución de dicha Crisis general, eso a pesar de la no existencia o de la debilidad de su Estado Mayor, o dotándose de un sucedáneo del mismo, pero esta lucha sería meramente de defensa de su actual nivel de vida o, de abocarse a la revolución, sometería su destino emancipatorio a manos de la facción “socialista” de la burguesía de izquierda.

   Vigentes y actuantes, predeterminantes sobre las clases en pugna, dentro de dicha Crisis General, están las contradicciones fundamentales. Las cuales, por su propia dinámica y la dinámica del movimiento del capitalismo mismo, inevitablemente se agudizan y exacerbarán cada vez más.
 
   Por lo que, como se ha demostrado a todo lo largo del siglo XX, sus expresiones y movilidad dialéctica, al calor de la lucha de clases y de los logros y derrotas ocurridas, han ido variando y cambiando de lugar. Desapareciendo unas, o tal o cual aspecto de una, y pasando a primer plano otra o cualesquiera otros de sus aspectos hasta ese momento secundario. En la actualidad, son identificables la contradicción entre la clase obrera y la clase capitalista, la contradicción entre las potencias y monopolios imperialistas, la contradicción entre el imperialismo y los pueblos neocoloniales, semicoloniales y dependientes; la contradicción entre la Superpotencia imperialista estadounidense con las potencias imperialistas de segundo grado y las naciones oprimidas por ella.

   De estas cuatro contradicciones fundamentales, ¿cuál desempeña el papel de contradicción principal? Al respecto, polemizan duramente marxista-leninistas y los residuos revisionistas modernos y revisionistas postmodernos. Estos últimos, siguiendo la senda trazada por el trotskysmo internacional, ponen todo su empeño en imponernos que la contradicción principal lo es aquella que enfrenta el Capital al Trabajo, o en su defecto lo es aquella de las contradicciones interimperialistas. He inclusive en el seno de proyectos de construcción de la Internacional Comunista (Marxista-Leninista-Pensamiento de Mao Tse-tung), como lo esta Conferencia Internacional, existen Partido y Organizaciones reclamadas marxista-leninistas que privilegian tal o cual contradicción fundamental menos aquella ya establecida por el Movimiento maoísta internacional, la contradicción entre el imperialismo y las naciones y pueblos neocoloniales, semicoloniales y dependientes.

   Para nosotros el Partido Comunista (Marxista-Leninista) de Panamá el eje de la revolución proletaria socialista y de la revolución de nueva democracia no ha sufrido desplazamiento alguno. La contradicción entre el imperialismo internacional, encabezado por la superpotencia yanqui, y los pueblos coloniales, semicoloniales y dependientes continúa siendo aquella principal.

   No intentamos, con esto, imponerle a los Partidos y Organizaciones marxistas-leninistas fraternales, miembros del CIPOML, nuestra visión sobre la contradicción principal. Pero, es el caso de que en nuestro país nos confrontamos con fuerzas y corrientes ideo-políticas que se oponen activamente a nuestra interpretación y a las consecuencias prácticas que se desprenden de la misma. Sólo solicitamos de los camaradas, aquí presentes, se abra en las páginas de Correspondencia de Prensa Internacional, a la mayor brevedad posible,  un debate fraternal y camaraderil que permita unificar criterios al respecto.
  
La rebelión internacional de la clase obrera mundial

   Por décadas loa ideólogos y propagandistas del imperialismo, seguidos a pie juntillas por los neoreformistas, viejos revisionistas modernos y revisionistas postmodernos, nos han tronado los oídos con eso de que la clase obrera estaba “asimilada a la sociedad burguesa”, “ha perdido su vocación revolucionaria” y que “su centralidad ha dado paso al momento de las multitudes”,  los “movimientos sociales suplantan al movimiento político obrero”. En fin, por ejemplo, conque la clase obrera europea no podía contarse para la revolución socialista anticapitalista.

   Sueños de opio, más que realidad. ¿Que nos está demostrando la crisis financiera actual, la crisis económica mundial? Que la clase obrera por todo el mundo se ha puesto en pie y con renovado espíritu de lucha anticapitalista. Que tras la general consigna reivindicativa de “¡QUE LA CRISIS LA PAGUEN LOS CAPITALISTAS, NO LOS TRABAJADORES!”, con la cual están inclusive conformes reformistas, revisionistas y trotskystas, los sectores más avanzados de los proletarios levantan, paralelamente, la bandera roja de “¡LA REBELIÓN ESTÁ JUSTIFICADA!”.

   El fantasma que ya se daba por conjurado, rezado y enterrado, está más vivo y amenazante que nunca. Una vez más, por todas las ciudades, aldeas y lugares perdidos del ancho mundo se pone de moda lo rojo.  La bandera roja ornada con la hoz y el martillo vuelve a flamear, con fuerza, en las manos poderosas de la clase obrera mundial. Las grandes palabras REVOLUCIÓN PROLETARIA, SOCIALISMO y COMUNISMO vuelven a ser los espectros que rondan los sueños de la burguesía.

   Desde acá, desde esta alta tribuna del proletariado comunista y marxista-leninista internacional, extendemos, nosotros comunistas (marxista-leninistas) y en nombre de lo más avanzado de la clase obrera panameña,  el más caluroso saludo solidario a nuestros hermanos de clase en lucha de la Europa Unida, de Rusia, China, Japón, Estados Unidos de Norteamérica y demás países del planeta. De modo muy particular a la clase obrera y masas populares, que con el fusil osan enfrentar la agresión genocida imperialista o con la guerra popular buscan asaltar el cielo, de Nepal, Las Filipinas, Perú, Turquía, India, Irak y Afganistán.  Ellos que osan a la guerra civil por el socialismo y a la guerra popular la liberación nacional y la democracia popular, son banderas que trazan el camino justo para salir de la barbarie imperialista.

Hoy la situación internacional es buena para el proletariado revolucionario

    Hay por allí quienes piensan que, en esta situación caótica que vive el capitalismo imperialista, todo está contra los intereses de la revolución y que la clase obrera debe conformarse con los mendrugos que dejan caer capitalistas e imperialistas de su mesa de festín. El imperialismo está a la ofensiva, pregonan oportunistas y renegados. La revolución pasa por un momento de repliegue y todas nuestras acciones, dicen, deben estar sujetas a la táctica de acumular fuerzas con miras sostener la defensiva estratégica.

   De allí, que la clase obrera y las amplias masas populares no deban impulsar tácticas revolucionarias ofensivas. No deban pensar en  preparar y desarrollar la contraofensiva obrera y popular. Según estos oportunistas, es la hora de recurrir a la sola vía electoral, parlamentaria y esto inclusive aunque no haya parlamento, pacífica dicha “democrática”. Acomodarse dentro del sistema imperante, velar por las reformas electorales y constitucionales; en fin, refundar el Estado, convirtiéndolo en participativo y pluralista, y,  basándose en eso, implantar el control popular sobre el gran capital financiero y el capital monopolista burocrático.

   Proponen estos renegados y saboteadores de la revolución proletaria, degenerados en izquierda burguesa, la clase obrera se embozale y les sirva de masa de maniobras políticas y componendas con  la burguesía de izquierda, la que en muchos de nuestros países levanta cabeza tras el populismo de izquierda o cuando no proclamando el “socialismo burocrático” o socialismo implantado por decreto.

   Cuando en realidad, el imperialismo capitalista no está en ofensiva histórica. Puede el imperialismo desatar ofensivas militares o de cualquier otra índole (económicas y políticas), ya actuando unilateralmente o colectivamente, por doquiera. Eso, también, es una realidad política. Lo hacen y lo han estado haciendo en las últimas décadas, ello es evidente, en la Europa Oriental, el Medio Oriente, Asia y América Latina. Acciones predatorias y colonialistas que, con toda la violencia que sus armas de destrucción masiva y sus crímenes de guerra de lesa humanidad conque la realizan, sólo demuestran su carácter relativo y circunstancial. Lo absoluto, aquí, es la resistencia armada de los pueblos y naciones victimadas por los agresores imperialistas.

   Lo característico de la actual situación internacional, signada por la crisis financiera y económica y la actual fase de la Crisis General del Sistema Capitalista Mundial, es que ella está enmarcada determinantemente por el carácter mismo de la época histórica. La lucha entre los dos aspectos centrales que la componen -el imperialismo como  lo caduco, lo agonizante, y la revolución proletaria como lo afirmante de lo nuevo, del socialismo- nos indican que lo determinante es lo nuevo, lo que nace. Que la revolución proletaria y su obra cumbre el nacimiento de la sociedad comunista, llamada a suplantar a la caduca sociedad, es lo principal. De ahí que, por la dialéctica objetiva de la historia, resulta que la revolución proletaria y el socialismo son lo que están, sin duda alguna, a la ofensiva, no el capitalismo.

   Ciertamente, no significa eso en todos los momentos internacionales las fuerzas del socialismo se mantengan en una ofensiva política y militar. Que lo conquistado por la clase obrera y sus aliados políticos y sociales, en una dada coyuntura internacional desfavorable y dentro de una fase dada de la Crisis General del Capitalismo, no sea reversible. El imperialismo, históricamente condenado, agonizante, se niega a morir y actúa en consecuencia. Dado que, por un largo período de tiempo, sigue siendo una fuerza económica, política, militar y continúa manejando los mecanismo ideológicos de control de las masas.

   Por otro lado, desde la perspectiva del proletariado comunista, el desarrollo económico y político desigual y a saltos del capitalismo incidió e incide decisoriamente en la madurez social de la clase obrera internacional; la desigualdad de niveles de la conciencia de clase comunista de la clase obrera; las condiciones de la toma del poder en países relativamente aislados; la no plena comprensión de la ideología marxista-leninista y el no pleno dominio de las leyes generales y particulares de la construcción socialista; la acción subversiva contrarrevolucionaria y antisocialista del imperialismo internacional, entre otros muchos factores objetivos y subjetivos,  actuaron como elementos entrabantes de una permanente ofensiva política. 

   Ello explica el cierre de todo ese período histórico, abarcante de la mayor parte del siglo XX, de la revolución y construcción de los primeros países socialistas, y la cortina de plomo que ha caído sobre el movimiento comunista y obrero internacional a partir de 1956. Desdicha, con todo,  que no ha dejado de tener algo positivo. El acumulado de una rica experiencia dejada a nosotros comunistas y marxistas-leninistas y que nos permite retomar la iniciativa estratégica en la presente fase de la guerra civil por el comunismo.

Las tareas que la situación internacional exige de nosotros

   Lenin nos ha enseñado que no existe crisis, por profunda que sea, sin salida para la burguesía. Si la dejamos buscarla. La historia del capitalismo del siglo XX nos demuestra que el imperialismo es la guerra.

   En esta situación de caos de la economía capitalista mundial, la burguesía imperialista se ve impelida a buscar más y nuevas fuentes de materias primas y energéticas, amén de áreas estratégicas que les permitan enfrentar el reto de sus múltiples rivales. En condiciones en que ya no existen espacio “libres” para la expansión de su economía y que para conseguirlas debe arrancárselas violentamente a sus socias y rivales las otras potencias imperiales, viejas o emergentes, a potencias capitalistas regionales, a naciones-Estado que defienden sus propias áreas nacionales de dominio.

   Como queda dicho, el capitalismo, en su estadio imperialista, ha entrado en un período de crisis crónica, permanente,  cualitativamente diferente a las crisis cíclicas de la era pre-monopolista o de capitalismo concurrencial.
  Asimismo, él ha entrado en un período de inestabilidad y de quebrantamiento de todo su ordenamiento político, estatal, institucional y constitucional, de explosiones violentas, tales como las guerras mundiales de agresión, de guerras locales reaccionarias y de sublevaciones populares por todo el mundo como se ha visto a todo lo largo del siglo XX. 
   En esta situación de crujimiento de su orden social y político, la burguesía se ve forzada a quebrantar su tradicional sistema de conducción de la cosa pública. Bajo la hegemonía de su facción reaccionaria, terrorista e imperialista la Oligarquía financiera internacional impone su dictadura internacional. Ello sobre la base de la subordinación y acentuación de la economía de guerra y el desatamiento absoluto de una política de guerra, ella lleva hasta los extremos la concentración y centralización del Poder del Estado, privilegiando el Poder Ejecutivo y el personalismo como forma de excepción  de conducción del Estado imperialista, de la economía y de la sociedad toda. En resumen, la fascistización acelerada del Estado capitalista, la implantación del Estado gendarme, del Estado fascista a toda regla.
Si la crisis anuncia la putrefacción del capitalismo, correspondientemente se concluye que la misma democracia burguesa imperialista ha entrado en tal estado de degradación que no puede  si no transformarse en su contrario formal el Fascismo. La democracia burguesa imperialista, entrada por la vía de la degeneración, se convierte en dictadura terrorista abierta. Por eso, sostenemos que la democracia burguesa imperialista hoy asume el rostro de dictadura fascista abierta.  
   A partir de esta realidad la línea política a adoptar por los Partidos y Organizaciones Marxistas Leninistas debe estar centrada en derrocar al fascismo ya en el poder, en una gran parte de países capitalistas del mundo, o impedir su llegada al poder del Estado.   
   De todos es conocido que los Partidos y Organizaciones que conformamos la CIPOML, con maravillosa excepción de fraternales Partidos fuertemente implantados en el seno de las grandes masas obreras y masas populares y comprometidas en el desarrollo de victoriosas guerras populares revolucionarias, somos aún pequeños y con débiles estructuras organizativas y, por lo general, bastante poco implantados en el seno de nuestra clase.
Por nuestras debilidades ideológicas, organizativas y políticas, en consecuencia, estamos rezagados con relación a los movimientos de masas que se desarrollan por doquier. Aprovechando esta relativa ausencia de la presencia de los Partidos y Organizaciones, miembros de la CIPOML, partidos y estructuras políticas semianarquistas, viejos revisionistas modernos que se reciclan y revisionistas postmodernos se toman la dirección de los movimiento de masas contestarios.
   Ellos levantan banderas rojas, se autoproclaman “marxistas” e inclusive “marxistas-leninistas sin apellidos”, para así radiarnos del seno de las masas trabajadoras y llevarlas al pantano del legalismo, del pacifismo y la colaboración de clases. En realidad, es la bandera negra del anticomunismo maoísta. Bandera que, con la impronta de la lucha contra el sedicente “Estado neoliberal”, de  “refundar el Estado” y abrir camino a la así llamada “República democrática participativa, pluralista y nacional”,  apunta a confundir a las masas trabajadoras, desviarlas de la guerra civil por el socialismo y de la guerra revolucionaria por la democracia popular, de la dictadura del proletariado y el socialismo.
     Hoy más que nunca, resulta urgente y vital: ¡Ir a las masas! Hacer fracasar  esta campaña negra contra los comunistas marxistas-leninistas-maoístas es nuestra tarea inmediata. Ir a las masas como organizadores, propagandistas y agitadores y como tales romper esta punta de lanza de la burguesía contra los comunistas y la clase obrera.. Tenemos, nosotros, las resoluciones de las Conferencias Internacionales, recién pasadas y presente, ellas son justas y correctas. Debemos llevarlas a las masas con audacia, aplicándolas y desarrollándolas, según las circunstancias concretas existentes en cada uno de nuestros países y en qué nivel ellas se encuentran. Ni estar a la cola de ellas, ni hacer “fugas adelante”.

      El Partido Comunista (ML), sea como entidad internacional que nacional, debe colocarse al frente de las masas, sin temor y sin sobrestimar el nivel de la lucha concreta. En eso buscar camino de unidad  con los diversos proyectos internacionales marxista-leninistas-maoístas, ganarse a los Partidos Comunistas (M-L-M) y Marxistas Leninistas independientes; superar lo que nos separa, mediante la lucha ideológica activa y constructiva. A la vez, con relación a Partidos y Organizaciones revolucionarias existentes en cada país esforzarnos, sin mezclar banderas ideológicas, en la construcción del más amplio Frente Único Popular Internacional bajo la bandera de “¡Por la paz, la independencia nacional, la democracia popular y el socialismo, hacia el comunismo!”.

PC (ML) P
24-sep-10

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Datos personales

periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.