Escribe Usted, como quién lo hace al vuelo, “cuando hablo de partido de nuevo tipo es en referencia a un partido que representa y expresa los intereses de la clase dominada y explotada como hago mención en el artículo.” ¿De qué se habla? No de un partido comunista combatiente, como destacamento dirigente del ejército proletario, intransigentemente clasista y consecuentemente revolucionario. De un estado mayor marxista-leninista-maoísta que aprenda a dirigir y ligarse, férreamente, a las masas proletarias y masas populares. No, todo lo contrario. Hace referencia a un partido “clasista” como expresión de la clase “dominada y explotada”, una fórmula muy aeroplánica. Por ende, vacía. Puesto que, la clase campesina (con todas sus subclases, capas y fracciones) es dominada y explotada por los latifundistas y monopolios agrarios imperialistas. ¿Será ese el partido clasista de los campesinos? O ¿quizás también de la pequeña y mediana burguesía urbanas también “dominadas y explotadas” por la gran burguesía burocrática-compradora y el imperialismo, en particular y concreto aquel estadounidense? Pero, mire Usted, por ningún lado veo o leo en su escrito aquello de un Partido que represente los intereses inmediatos y generales, exclusivos, de la clase proletaria, del proletariado industrial. ¿Es esa la concepción de su “partido de nuevo tipo”?
Se lo digo abiertamente, esa no es la teoría marxista-leninista-maoísta del partido comunista de nuevo tipo. Las raíces y fundamentos de un Partido Comunista de Nuevo tipo no se encuentran, simplemente, por ser la clase obrera la más pobre, la más “dominada” y la más “explotada”, sino en que educándose y asumiendo la ciencia de la revolución proletaria, el marxismo-leninismo-maoísmo; toma conciencia de clase comunista de su papel histórico y; se lanza a la lucha política revolucionaria por la eliminación de su esclavitud asalariada y de la propiedad privada capitalista y semifeudal; arrostra cualquier sacrificio y combate con fiereza por conquistar el socialismo, establecer su dictadura de clase y avanzar al comunismo.
Resulta claro, de ahí, que la clase obrera si no sabe identificarse a sí misma y construir su propio partido revolucionario independiente, de su propio partido comunista combatiente, intransigentemente clasista y consecuentemente revolucionario, nunca podrá llevar a culmine, dentro del proceso revolucionario por etapas ininterrumpidas, su lucha de clase por su emancipación social. Coadyuvar a realizar esa histórica tarea impone a todo revolucionario proletario y a toda la intelectualidad comunista, este dónde este, el defender intransigentemente la independencia ideológica, la independencia política y organizativa de la vanguardia social de la clase obrera. El ayudar, en conclusión, a la construcción de ese Partido Comunista de Nuevo Tipo, el velar y luchar firmemente contra toda infiltración de la ideología burguesa y pequeño burguesa en su seno y el que no sea desviado de esa tarea.
Usted, cro. Franco, en su comentario remarca, con ello pone en evidencia que cree y se siente comprometido con la temática de la necesidad del Partido Comunista de Nuevo Tipo y del papel de vanguardia que debe desempeñar en este país, sobre la ausencia de un “mayor análisis de los elementos de la realidad nacional e internacional para definir a fondo que clase de partido de izquierda revolucionaria queremos construir”. Considero que, llegado hasta aquí, le han asaltado las dudas. Las dudas, dicen los cristianos fundamentalistas, es la tentación del demonio. Le considero a usted un intelectual orgánico (en el significado gramsciano del término), que honestamente quiere expresar los intereses de la clase proletaria panameña e internacional. Entonces, debe hacérsele claro que no basta constatar la urgencia de analizar la realidad nacional e internacional. Es a Usted mismo que le toca tal tarea política e ideológica, ¡hágala! El pudín, decía el viejo Engels, se prueba comiéndolo.
Llama la atención, de cualquier lector obrero consciente, el que haga recurso a ese término parlamentarista burgués de “izquierda revolucionaria”. Es muy amplio, por ende confusionista, dado que existe, dentro del panorama político de la sociedad capitalista, tanto el “izquierdismo revolucionario pequeñoburgués como el izquierdismo “revolucionario” burgués (Ortega, Lula, Correa, Lugo, Kirchner y otros). Ello, pues, oculta el carácter de clase de ese concepto general “izquierda”. Los marxistas-leninistas, hoy maoístas, siempre hemos preferido evitar el uso del mismo, empero algunos si se sienten obligado a identificarse así lo hacen reclamándose “izquierda proletaria”. En lo personal, de frente y en oposición a los prejuicios generalizados, reclamome comunista.
Dice Usted en su comentario, en respuesta al mío, el “construir el camino para la toma del poder (sea por la vía violenta o por la electoral o una combinación de ambas)”. Aquí la idea o ideas suyas están muy condensadas y apretadas. Cualquier comentario que haga en relación a dicha frase, parecerá abusiva en la interpretación de la misma. Espero, pues, ulteriormente, haga desarrollo de la(s) misma(s). Entretanto déjeme apuntarle lo siguiente:
1- Con lo de “construir camino”, en mi opinión, hace referencia las tres tareas políticas estratégicas de los revolucionarios panameños, para romper las tres montañas que aplastan a los trabajadores y pueblo panameños. Esto es, primo, la urgencia de la construcción del partido obrero revolucionario independiente; secundo, la necesidad del Frente Unido de Liberación Popular y; tertio, la necesidad de que el pueblo esté armado (Ejército de Liberación Popular). Para decirlo en el lenguaje de Mao “las tres varitas mágicas” de la revolución proletaria-campesina. Es claro, y nosotros somos conscientes de ello, esas tareas apenas son formuladas teóricamente, en la práctica política ninguna de ellas se han realizado aún. Ese es un grave déficit de los revolucionarios proletarios, el cual debe ser asumido, en su realización, lo más pronto posible. Ello, dado que nos encontramos en una situación revolucionaria general y en desarrollo.
Asumir significa aquí prepararse para…, no una consigna de acción inmediata. Algunos, en particular la camarilla neorevisionista dirigente del MLN, para invalidarnos y desprestigiarnos frente a las masas riegan la especie calumniosa de que “llamamos a la lucha armada, a la guerra popular, cuando son conscientes de que no pueden realizarla”. Como apóstatas de la revolución que son, dado que se han desenmascarado así mismos en su pretensión de ser el ala izquierda del gobierno fascista de Martinelli, ignorantes del Marxismo-Leninismo, confunden tontamente la propaganda de la revolución violenta, un deber inexcusable de todo revolucionario honesto –dado que los comunistas no ocultamos lo que somos, lo que queremos y como lo queremos-, con llamado directo a la acción inmediata. Motivos ocultos tienen, ellos que se han presentado por muchos años como partidarios de la lucha armada, para actuar de tal manera antirrevolucionaria.
2- Debo decirte, aunque pudiese parecer una pedantería de mí parte y dado que los cinco clásicos del marxismo si han utilizado la expresión, el “poder no se toma”; el poder político del Estado, esto es la maquinaria burocrático-policial del Estado se rompe con la revolución. De otra manera, tendríamos la aberrante idea, antimarxista-leninista, de que la vieja estructura del Estado sería funcionable para lograr la emancipación de los explotados y oprimidos. En el transcurso de la lucha de clases –sus cuatros vertientes fundamentales: como lucha económica de clase, como lucha política de clase y como lucha militar de clase- en su forma más agudizada se va rompiendo el viejo y reaccionario sistema oligárquico de poder y se van echando las bases del nuevo Estado Popular revolucionario. Sí como dices eres “marxista-leninista-maoísta”, creo aceptaras mi interpretación de tú opinión política.
3- Déjeme presentar la cosa así, señala Usted como tarea la construcción de un Partido (¿comunista?) de nuevo tipo, pero de seguido le pone el grillete de principio de la vía por la cual ha de normar su conducta. De lo que resulta, contra su modo de pensar no dialéctico, ¿Partido de la revolución o partido de la “revolución electoral”. Con lo que se desliza Usted por la senda de la conciliación con el oportunismo de derecha que infecciona a todo el amplio arco de la izquierda electorera del patio. ¿Qué significa partido “revolucionario electoral”?Simple y llanamente reemplazar la escopeta con la papeleta. De que se reconcilia con el sistema, le fortalece e intenta superar la crisis del actual estado llevando a las masas a que lo acepten y pongan sus esperanzas y confianza en ese mismo estado que debe ser destruido. Que se dejen embobar, una y otra vez, por discursos grandilocuentes, ultraizquierdistas en la forma y recurso a la expresión en uso electoralista; en sustancia derechismo, colaboración de clase y concertación política con el régimen fascista martinellista.
El Partido del Pueblo, el Partido Socialista de los Trabajadores, el Partido Revolucionario de los Trabajadores y el entonces PICO (partido independiente de la clase obrera, surgido del seno misma de la camarilla dirigente del SUNTRACS), contra todos los principios marxistas y la lucha democrática contra la dictadura militar, decidieron participar en las espurias elecciones organizadas por ella, en 1984, cubriéndola desde la “izquierda”; el MLN en contra asumía –junto (unido) al hoy para estos últimos “inexistente” Partido Comunista (ML) de Panamá- la táctica abstencionista, dado que la vía pacífica, legal, institucional e independiente en aquellos lejanos tiempos era imposible porque, básicamente, los mercenarios milicos del imperio en función de gobierno la instrumentalizaban para lavarse el rostro patibulario y asesino, ahora bendecidos con una no menos patibularia dictadura cívico-policial, de sello neofascista, como la del señor Martinelli, sigue siendo esa vía pacífica, legal, institucional y utópica, tan imposible y reaccionaria como ayer. Aunque, ahora el MLN, los revisionistas y trotskystas, perdida toda vergüenza, persistan en dorarle la píldora a sectores obreros y populares. Si no, basta nomás ver como el neoDuce Martinelli les ha tirado la puerta del diálogo para las reformas electorales, literalmente y menospreciativamente, en la cara.
Dice Usted: “creo en el método de lucha combinada o sea el violento y el electoral, dependiendo de la situación que se este viviendo” (sic). Sofisma, en vez de dialéctica materialista. Une, arbitrariamente, dos aspectos opuestos y mediante una palabreja, “combinado”, y construye una contradicción subjetiva. Una promesa, dictada por la buena intención: denme el voto en el 2014 y al día después haremos la revolución. De lo que resulta realmente que, para Usted, se trataría de una cuestión opcional: ¿revolución violenta o revolución pacífica (electoral). Pues, se equivoca. La violencia es, objetivamente, parte consustancial de toda sociedad clasista y; la violencia revolucionaria, subjetivamente, la esencia misma del Marxismo, la partera de la nueva sociedad que pugna por nacer. Ella, la violencia revolucionaria, se encuentra al centro mismo de la resolución de las contradicciones fundamentales de dichas sociedades y del pasaje de una formación económico-social vieja, entrabada, obsoleta histórica y políticamente a otra formación económico-social nueva, cualitativamente superior y más racional. La burguesía mundial jamás hizo su revolución contra el feudalismo pacíficamente, tejiendo un mantel: guillotinó, ahorcó con la tripas de sus sacerdotes o fusiló a las antiguas clases poseedoras y opresoras, y, declaró la guerra revolucionaria a los regímenes y ejércitos contrarrevolucionarios. Asimismo, América Latina se sacudió el yugo infamante del colonialismo castellano mediante una guerra revolucionaria prolongada y general en todo su territorio.
En cuanto a la conceptualización científica del papel de la violencia revolucionaria en la historia por parte de nuestros cinco grandes Maestros, siempre formó parte de la doctrina del socialismo proletario y del Materialismo Histórico. Sólo hay que recordar, aunque sea, como la calificó Carlos Marx (“las revoluciones son las locomotoras de la historia” y “la comadrona de la vieja sociedad que lleva en su seno a la nueva”), Federico Engels, que ha estudiado las cuestiones militares con rigurosa meticulosidad, partiendo de la particularidad histórica de Alemania de ese momento que le tocó vivir estatuía la necesidad de la realización de “una revolución democrática violenta”. ¿No cree Usted que sí ambos hubiese contemplado la objetividad y factibilidad de la “revolución pacífica”, no tendrían el coraje de proclamarla?
Por su parte, ese gran Maestro del proletariado internacional Lenin ha escrito: “Sólo canallas o necios pueden creer que el proletariado deba primero conquistar la mayoría en las elecciones efectuadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y después conquistar el poder. Es el colmo de la estupidez o de la hipocresía; esto quiere decir sustituir la lucha de clases y la revolución con las elecciones hechas en el marco del viejo régimen, bajo el viejo poder”. Y es su célebre y amplísimamente consultada El Estado y la Revolución remarcando la importancia de la revolución violenta nos señala que “la necesidad de inculcar sistemáticamente a las masas esta idea –y precisamente ella- de la revolución violenta esta a la base de toda la doctrina de Marx y Engels. La traición de su doctrina… se expresa con un relieve singular en el olvido… de esta propaganda, de esta agitación. Sin revolución violenta, es imposible sustituir con el Estado proletario al Estado burgués”.
El camarada Stalin ha sostenido, ““Las huelgas, el boicot, el parlamentarismo, la manifestación, la demostración: todas estas formas de lucha son buenas como medios que preparan y organizan al proletariado. Pero ninguno de estos medios lleva a destruir la desigualdad existente. Es necesario que el proletariado se levante y conduzca un ataque decisivo contra la burguesía, para destruir desde los fundamentos al capitalismo. Este medio principal y decisivo es precisamente la revolución socialista”.
Mao, por su lado, ha señalado muy claramente que “En sociedad dividida en clases, las revoluciones y las guerras revolucionarias son inevitables, sin ellas es imposible cumplir un salto en el desarrollo de la sociedad, es imposible derrocar a las clases dominantes reaccionarias y permitirle de ahí al pueblo tomar el poder. Los comunistas deben denunciar la propaganda mentirosa de los reaccionarios, quienes afirman por ejemplo que la revolución social no es absolutamente necesaria sino aún plenamente posible, y que la historia de toda la humanidad y la victoria obtenida en la Unión Soviética confirman esta verdad científica”. Más aun, en brillante síntesis de la teoría general de la revolución violenta ha señalado: “Todo comunista debe comprender está verdad: “el poder político nace del cañón del fusil”.
Todos ellos, los cinco Clásicos del Marxismo-Leninismo-Maoísmo, han proclamado y dejado por establecido que la violencia, más aún en referencia a la revolucionaria, es una ley general, objetiva y que tiene validez universal. Al respecto entre los auténticos discípulos de Marx y de Engels, de Lenin y Stalin a la Internacional Comunista, hasta Mao Tse-tung no encontrará Usted discordancia alguna. Más aún, déjeme decir, la cuestión del uso de la violencia revolucionaria por parte de los comunistas (m-l), de la revolución violenta, armada, y la “revolución pacífica”, esto es la marcha al socialismo conquistando trincheras una tras otra, mediante las reformas estructurales graduales y por medio del parlamentarismo “revolucionario”, es la piedra berroqueña que separa a revolucionarios proletarios y reformistas –aunque a veces se nos presenten con el uniforme equivocado-, entre marxistas leninistas y oportunistas (socialdemócratas, revisionistas modernos, eurocomunistas y revisionistas postmodernos).
Lo de o revolución armada o revolución pacífica, no es una opción le repito. Todo lo contrario, ello es una cuestión de principios, estratégica. No se puede ser comunista, “maoísta” o revolucionario auténtico si se rechaza la violencia revolucionaria, la lucha armada. Sí se propugna por una sedicente vía pacífica, una revolución electoral para alcanzar el poder, eso se traduciría en el apostatar del Marxismo-Leninismo, renegar del camino revolucionario para la conquista del socialismo y del comunismo.
Os presentaré, para terminar y le ruego me perdone por el largor de la cita, un escrito que pareciese estar describiendo a nuestro postmodernistas (vale decir, melenos, partidopueblistas y trotskystas). Tales son las expresiones y el fondo de la posición criticada que se tiene la idea de que el autor ha calado el fondo mismo de la fuente de soda de la que ellos han extraído sus ideas comunes. Ruego a los militantes que aún abriguen algunas dudas respecto a la actual línea electorera, derechista y antirrevolucionaria, bajada por las camarillas derechistas incrustadas en sus respectivas Direcciones Centrales, que se tomen un frasco de valeriana antes de leer lo siguientes párrafos:
“Según la «teoría» de las «reformas estructurales» -aquí el camarada Enver Hoxha se refiere a los eurocomunistas, en particular, y a los revisionistas modernos en general-, al socialismo se llegaría por medio de reformas graduales, que le serían arrancadas al capital monopolista de forma pacífica. Dichas reformas graduales serían posibles sólo a través del parlamentarismo, gracias a la fuerza del voto, independientemente del hecho de que los monopolios capitalistas poseían las riquezas, las armas y ejercían la dirección en el parlamento y en la administración.
Según ellos, «la reforma de las estructuras sociales y económicas», que supuestamente podría realizarse en el marco del Estado burgués, «eliminará la explotación y la desigualdad, permitirá... una gradual superación de la división entre gobernantes y gobernados, hará posible encauzarse hacia una plena emancipación del hombre y de la sociedad». Los revisionistas italianos han caído totalmente en las posiciones del tradeunionismo y la socialdemocracia, que limitan la lucha de los obreros únicamente a las reivindicaciones económicas y democráticas y piensan que es posible evitar las consecuencias del orden capitalista manteniéndolo intacto. Pero la historia ha confirmado que esto no pasa de ser una utopía, puesto que los efectos no pueden ser eliminados sin liquidar sus propias causas, que radican en el propio sistema capitalista. En la actualidad, el abierto deslizamiento a las posiciones de la socialdemocracia lo aceptan también los propios cabecillas revisionistas italianos, incluso con una cierta jactancia por haber logrado dar este paso «histórico». En el último congreso del Partido Comunista Italiano, el ex presidente del parlamento italiano y miembro de la dirección del partido, Ingrao, declaró:
«Tenemos mucho que aprender de la socialdemocracia». Que los cabecillas del partido revisionista italiano son todavía alumnos principiantes con respecto a los viejos profesores socialdemócratas en la revisión del marxismo-leninismo y en la lucha contra la revolución, eso también es cierto. Pero aquéllos pueden igualarse con éstos en el irreprimible afán de servir incondicionalmente y de manera lacayuna a la burguesía.
«Tenemos mucho que aprender de la socialdemocracia». Que los cabecillas del partido revisionista italiano son todavía alumnos principiantes con respecto a los viejos profesores socialdemócratas en la revisión del marxismo-leninismo y en la lucha contra la revolución, eso también es cierto. Pero aquéllos pueden igualarse con éstos en el irreprimible afán de servir incondicionalmente y de manera lacayuna a la burguesía.
Los revisionistas pueden quedarse a predicar día y noche, pueden quedarse con la boca seca de tanto hablar en todas las plazas y rezar en todas las iglesias de Italia, pero jamás podrán realizar su sueño reformista de pasar al socialismo a través del parlamento, de la Constitución y del propio Estado burgués…”.
“La línea de las «reformas estructurales» de Togliatti” –continúa el líder comunista albanés- “ha pasado a ser hoy el «compromiso histórico con la burguesía, proclamado por Berlinguer. Esta consigna con la que se arrulla la dirección revisionista italiana ha sido lanzada precisamente en unos momentos en que el Estado burgués capitalista italiano se encuentra en una crisis muy profunda. Con el «compromiso histórico», el Partido Comunista Italiano ofreció a la Democracia Cristiana, representante del gran capital y de la alta jerarquía eclesiástica, su colaboración para salir de esta situación y salvar este Estado.
El «compromiso histórico» de Berlinguer es la continuación de las viejas orientaciones del Partido Comunista Italiano, que nada más acabada la guerra, solicitó participar en el Poder burgués y unirse con los socialistas de Nenni. Es la continuación de su conocido flirteo con el entonces presidente de los democristianos, Alcide de Gasperi, es la mano de Togliatti y de Longo extendida a los católicos. Berlinguer convirtió esta orientación de táctica en estrategia. El «compromiso histórico», propuesto por el Partido Comunista Italiano, es la vieja política liberal que siempre le ha venido a Italia comme un gant”.
Y termina señalando: “El «compromiso histórico» de Berlinguer fue un intento y una esperanza surgida bajo la influencia de los acontecimientos de Chile. Cuando los revisionistas italianos vieron que el socialista Allende no pudo mantenerse en el Poder sin colaborar con el Partido Democratacristiano de Frei, pensaron que tampoco podían acceder al Poder y mantenerse en él sin el apoyo y la colaboración de los democristianos. El miedo a la instauración del fascismo con la ayuda del imperialismo norteamericano, les indujo a retroceder y a hacer grandes concesiones de principio...”.
¡Cierra la jeta! Y date por avisado, luego no me vengas con aquello de “me engañaron”, “ya creía”, “me utilizaron”.
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