El Gran Sol Rojo del Amanecer

sábado, 12 de febrero de 2011

TRAS LA HUIDA DE MUBARAK: ¿LA REBELIÓN POPULAR O EL CUARTELAZO MILITAR?

Todos nos alegramos de la caída-huida del dictador. Es el fin de un periodo, en el Egipto actual, cargado de vergüenza, horror y desprecio. De complicidad y servilismo a la política imperialista de Washington en el Cercano y Medio Oriente; en la balkanización del mundo árabe; en el cortarle la yugular a Hamas y traicionar los sagrados intereses del pueblo palestino; en el servirle de retaguardia inmediata al Estado sionista-fascista israelí en su política agresiva y expansionista; en el entregarle la soberanía nacional y la soberanía estatal del su país al imperialismo yanqui; en fin, en el degenerar la convivencia democrática, conquistada un día de mano del imperialismo inglés, en una salvaje y brutal tiranía militar-burocrática.
Sanguinaria dictadura militar que no ha tenido empacho de utilizar como cámaras de tortura contra revolucionarios, demócratas y disidentes en general al régimen de Mubarak las mismas que se han utilizado, en favor cómplice al genocida gobierno de Bush, para torturar a los patriotas afganos e iraquíes secuestrados por la CIA en los campos de batalla y arrancarles “confesiones” que serían “evidencias” ante la ONU para darle justificación a su brutal guerra de agresión contra dichos países del Medio Oriente.
Más que justificada, pues, está la rebelión del pueblo egipcio. Todos  nos alegramos por la gran victoria alcanzada, batimos palmas por ella.
Pero, ¿es realmente una victoria popular? ¿Todos “nos alegramos”? Realmente no es así. En el seno de la sociedad egipcia aún continúan movilizándose fuerzas tenebrosas y que fraguan planes patibularios para robar el triunfo de esta rebelión al pueblo egipcio. Para impedir éste impulse una profundización del proceso abierto y le transforme en una auténtica revolución popular democrática. Forjan nuevas cadenas, implementan nuevos planes de continuidad del mubariquismo sin Mubarak. Derribar la dictadura militar para reimplantar nueva versión de la misma.
Por lo pronto el ejército –sí, ese mismo ejército que ha sostenido a la treintenaria dictadura, que ha sido su brazo represor y ha sido cómplice en su política de traición nacional- ha conminado al tirano a dimitir y a huir vergonzosamente, claro que con todas esas riquezas acumuladas en los años, ha tomado el poder, puesto al ex vicepresidente general Omar Suleiman a la cabeza del “nuevo” gobierno. Según fuentes consultables el gobierno Mubarak ha sido el segundo receptor de la asistencia estadounidense en el mundo –mil millones de dólares anuales, con un 85% en asistencia militar-, la cual, además, ha capacitado a sus fuerzas armadas, suministrado tanques Abrams, aviones caza y medios militares hasta el mismo gas lacrimógeno que la policía ha utilizado contra los manifestantes. Sobre esos elementos se levanta el “nuevo” poder militar.
Y ya me parece oír y ver, como sangrienta burla al pueblo egipcio que se ha batido por tantas décadas por conquistar la libertad política, la democracia y cortarle las garras al tándem yanqui-israelí, las fanfarrias y desfiles militares “monstruosos”, titulares mediáticos y gritos de la claque clientelar de siempre sobre “lo grandioso y pacífico” de la revolución anti-Mubarak, del “papel salvador del ejército”, de la “nueva yunta pueblo-gobierno” y otras monsergas por el estilo. Todo para echar arena a los ojos del pueblo, con la única mira de ocultarle lo que realmente ha sucedido y cual su verdadero significado.
Tras el nuevo faraón, Mubarak II, el poder real queda en manos del Consejo Supremo militar. En otras palabras, en la del también general, ex Ministro de Defensa Mohamed Husein Tantawi, conocido popularmente como “el perrito faldero de Mubarak”. ¡Nada pues ha cambiado, todo continúa igual!
De lo que se ha tratado, hay que decirlo claramente, aunque a algunos ello le haga torcer el gesto, es no de una revolución popular victoriosa, sino de un vulgar cuartelazo militar, de un golpe de Estado blanco. Autogolpe institucional encaminado a salvaguardar de la ira popular los intereses y pilares del dictador defenestrado: el imperialismo USA y su monopolio político en la política interior y exterior de Egipto, el poder económico y político de la facción pro-norteamericana de la Gran burguesía egipcia y de la alta burocracia estatal y militar que a su sombra han engordados como gruesos gusanos parásitos del pueblo trabajador del país. Sin olvidarnos, de ninguna manera, de aquel que representa  los intereses políticos y militares del Estado de Israel.
El tal Tantawi, nuevo flamante jefe del Ejército y como tal dueño del poder,  ha sido un verdadero pájaro de cuentas. Uno de los generales favoritos del imperialismo yanqui, como queda dicho, ha sido señalado como uno de los más fieles sostenedores del régimen de Mubarak. Mientras el pueblo luchaba en las calles y derramaba generosamente su sangre por la libertad, este Tantawi mantenía contactos directos con el Secretario de Defensa norteamericano Robert Gates. De lo que trataban, los acontecimientos ulteriores ya lo están indicando. A partir de dichos encuentros el generalito de marras  fue distanciándose, con el beneplácito del mismo Mubarak, y una que otra vez se le vio entre las multitudes enardecidas en la plaza de la Liberación como para dar señal de que el ejército no atacaría al pueblo y pidiéndoles que abandonasen el lugar pacíficamente.
Prosiguiendo estas movidas del ejército, en víspera de su golpe de Estado anti Mubarak, también se pudo ver al general Sami Hafez Enan, jefe de las Fuerzas Armadas, rodeándose de multitudes cuando de boca para afuera proclamaba apoyar las demandas populares y asegurando que el Ejército salvaguardaría su seguridad.
Todo ello nos indica que debemos, tanto el pueblo egipcio como nosotros, ser parcos en los festejos y en las alegrías. Porque, la virgen no está tejiendo tafetanes. La revolución allí no ha hecho más que comenzar y el autogolpe de estado resulta el último intento  de los de “arriba” de detenerla. En realidad, se trata de que el ejército y la gran burguesía burocrática neocolonial, apartando la gastada figura de Mubarak, se dota  de un real Centro Político Contrarrevolucionario Único con el cual enfrentar a la creciente ola revolucionaria del pueblo en insurgencia.
 Como vemos el conflicto civil en Egipto se aclara: deviene cada vez más en conflicto social, en lucha de clase abierta y agudizada al extremo. Huido el tirano, caída la máscara queda al desnudo la dictadura militar abierta. La contrarrevolución armada está lista para desatar la violencia fascista institucionalizada y abierta. Intentando ahogar en un rio de sangre a la revolución popular, aún desorganizada y sin dirección de clase definida, pero que ha manifestado ya la gran fuerza de impulse que la anima.
El pueblo egipcio, sus clases revolucionarias principales el proletariado y el campesinado hasta ahora subsumido tras el caótico movimiento social de la multitud, demostrará muy pronto si algo ha aprendido de los acontecimientos recientes. El que él se movilice revolucionariamente, dé impulse a la revolución de nueva democracia popular y la lleve a vencer, dependerá todo lo que ha de suceder en un futuro cercano en todo el Magreb, el Cercano Oriente y en el medio Oriente todo.
El que los trabajadores egipcios, en el transcurso de dotarse de su propio Estado Mayor Revolucionario y organicen su propio Estado de dictadura popular, se lancen a enfrentar y se atrevan a derrotar la dictadura militar de la burguesía burocrática del propio país será el acicate y la fuente inspiradora de la lucha revolucionaria de los pueblos de todo el mundo contra sus tiranos-presidentes. Entonces los Khaddafy, los Mohamed II, los Karzai, los Sarkozi, los Zapatero, los Martinelli, Santos, Calderón y demás fascistas en ropa de civil o entorchados se estremecerán en su poltronas y caerán como fila de domino.

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periodista obrero. Comunista (marxista-leninista). Antiimperialista, anticapitalista y antimilitarista.