El Oriente es Rojo |
Por Quibian Gaytan
Una gran indignación ha provocado el cómo los buitres imperialistas, apoyados en la infame Resolución # 1970 del Consejo de Seguridad de la ONU y beneficiados de una abstención de acomodo y oportunista de Rusia, China, Alemania, India y Brasil, se han apandillado para lanzar injusta guerra de agresión contra el pueblo de Libia. Según dicha resolución “de ayuda humanitaria y para detener la masacre de civiles” y quitar al “tirano” Khaddafy, motivos altruistas tienen los agresores coaligados (según ellos), pero con sus bombardeos desde sus buques de guerra y sus aviones sofisticados están asesinando a esos mismos civiles que supuestamente han de proteger. ¡Hipócrita “efectos colaterales”! con que tratan de justificarse ante la gente.
Mucha gente en Panamá y en todo el mundo, guiados por un sano sentimiento antiimperialista y de identificación con las víctimas de una agresión armada extranjera, manifiestan su simpatía con el Coronel Khaddafy. Porque, para ellos, él es un “antiimperialista”, construye en su país el “socialismo”, ha apoyado a Movimientos y Organizaciones de “izquierda” (¡con buenos fajos de billetes, por cierto! Si no que lo digan los herederos políticos del dictador Omar Torrijos, la ex magistrada de la Corte Suprema Graciela Dixon y sus guaykuchos), a la vez que brindado al pueblo libio un alto nivel de vida. Sentimientos que son atizados –por las razones que sean- por Fidel Castro, Chávez y otros. Y quién ponga en duda eso, inmediatamente, es descalificado con los más duros términos, entresacados de su personal Diccionario político, “ultraizquierdista descocado”, “dogmático antirrevolucionario”, “maoísta desquiciado” y de hacer “el juego al imperialismo”.
Pese a estos fuertes calificativos, endosados a quiénes osen mínimamente dudar sobre tal evaluación del líder libio, la pregunta persiste: ¿Es el coronel Khaddafy un antiimperialista? ¿Un socialista?
Ya nosotros maoístas estamos curados contra tales exabruptos, más duros y denigrantes fueron aquellos lanzados por los revisionistas soviéticos y los partidopueblistas por los años 60 y 70, para que nos afecten ahora estos alfilerazos. Son recursos suyos para rehuir afrontar un debate esclarecedor y para negarse hacer un análisis concreto de la actual situación económica, política, militar e ideológica. Situación concreta que escapa de su comprensión. Análisis el suyo no basado en principios y cónsono con el método de investigación marxista-leninista, hoy maoísta.
Sin embargo, un examen detallado de las presentes relaciones de producción en Libia y las prácticas culturales mismas de Khaddafy muestran que, lejos de ser anti-imperialista y socialista, es un Caudillo semi-feudal y con inocultables ideas monarquistas.
Desde la segunda postguerra Libia, antigua colonia del fascismo italiano, ha pasado a semicolonia del capitalismo europeo y en fruta deseada del imperialismo estadounidense. El rey Idris derrocado, ascenso del Coronel Khaddafy al poder. Beneficiado del espacio político generado por las pugnas de las dos Superpotencia (USA-URSSocialimperialista) y los vientos de cambios revolucionarios en el mundo generado por la Gran Revolución Cultural Socialista en China, crea el “Estado de todo el pueblo”. Los cambios dado son político supraestructurales y no de sistema económico, pues siempre mantuvose en el semicoloniaje.
Libia, sita al Norte de África y al borde mismo del Mediterráneo central, es estratégica por varias razones. En primer lugar, es un punto natural importatísimo, mucho más que Marruecos, ya que sirve de puerta de entrada del creciente flujo de migrantes africanos hacia Europa; por eso mismo, también sirve de portero a Europa para contener la misma. En segundo lugar, Libia es una economía monoproductora de petróleo. El mismo representa el 80% de los ingresos y el 25% del Producto interno bruto (PIB) del país. Por lo que, en contraste, el resto de la economía nacional se reparte entre derivados de hidrocarburos, siderurgia, fertilizantes y muy poca agricultura. Posee, pues, la novena reserva petrolera del mundo (47 mil millones de barriles) y la más importante de África. Es el decimoquinto exportador de crudo, fundamentalmente hacia Europa (Italia 32%, Alemania 14%, Francia 10%, España 9%, China 10% y EEUU 5 por ciento).
Aunque en los 70 alcanzó a proveer a Europa del tan necesario gas envasado, su falta de infraestructura le hizo perder lugares en esta rama. Ello, porque la intensiva explotación petrolera ha destruido su suelo. Sumado el poseer un clima seco y a la escasez de agua han sido factores determinantes en la estagnación de la agricultura. Por lo que ha tenido que depender de la importación de alimentos para cubrir el 75% de las necesidades de la población.
Dándose la paradoja de que teniendo, gracias a la comercialización del crudo, el ingreso per cápita más alto de África ($12,000), dicha riqueza no se ha traducido en mejoras para las capas inferiores de la población, de la que el 30% de la población está sin empleo. Situación que se ha agravado en los dos últimos años con la constante alza de los precios. Es ésta una de las razones del creciente descontento social y de la apertura de la presente rebelión.
En tercer lugar, esta dependencia de la industria petrolera y las enormes ganancias obtenidas en su comercialización ha generado la conformación de una reducida élite clientelar monopolizadora de la cosa pública y, correspondientemente, una política de administración en base al clientelismo, el populismo y el parasitismo social. Situación esta que ha creado una situación sui-generis en las fuerzas productivas vivas de la sociedad líbica. La gran masa de trabajadores asalariada, centralmente en la industria petrolera, está conformada por obreros migrantes (africanos, chinos, árabes provenientes o reclutados en otras latitudes, europeos, etc. Todo ello, con escasa absorción de la mano de obra nativa (recordemos que la tasa de desocupación es de 30%). Masa laborante extranjera que no se beneficia de derechos sociales, sindicales y políticos; superexplotada y las más de las veces discriminada.
Tanto así que el régimen del crl. Khaddafy ha sido denunciado por el cruel y sanguinario tratamiento aplicado a los trabajadores negros migrantes en Libia. En 2000, los trabajadores de Chad, Nigeria, Níger, Camerún, Sudán, Burkina Faso y Ghana fueron objeto de matanzas en Libia después de que el régimen de Khaddafy les acusase de propagar enfermedades, de crímenes y tráfico de drogas.
No obstante, Khaddafy se ha preocupado permanentemente por acrecer su influencia al Sur del Sahara. Así ha apoyado a elementos tales como Charles Taylor, Foday Sankoh, e Idi Amin Dada. Es que él ha utilizado el capital acumulado en Libia para reforzar lazos con los gobernantes tradicionales y comprar líderes para intentar realizar su sueño más sentido: el de convertirse en el rey de los reyes de África.
Para alcanzar sus fines particulares, él se ha presentado como un pan-africanista y antiimperialista. Por lo que se refiere a lo primero habría que señalar lo siguiente: Mientras ha estado presentándose a sí mismo como un Panafricanista antiimperialista, se niega a educar a su pueblo acerca de la esencia de la solidaridad panafricana. Se abraza firmemente al racismo y al separacionismo, informes de los trabajadores migrantes de estos países han puesto de manifiesto que las prácticas de deportación de Khaddafy eran tan inhumanas que los deportados eran embalados como animales en avión sin asientos, en viajes de varias horas de vuelo hasta sus países.
Inclusive aún en plena crisis que le enfrenta a las potencias imperialistas, a expuesto sus verdaderos sentimientos sobre África cuando amenazó a los europeos de que iba a abrir la compuerta de inmigrantes africanos a Europa. En otras palabras, Gadafi estaba jugando (¿chantajeando?) con el racismo y el chauvinismo de los europeos hacia los africanos. Les estaba recordando a los gobiernos de la UE que había firmado un acuerdo para ser el portero y el oficial de inmigración para Europa en el norte de África. Esta no era la primera vez que Gadafi hace comentarios racistas y denigrantes a los europeos sobre los africanos. En 2010, Khaddafy pidió 6,3 mil millones dólares americanos a la UE para ayudarles a evitar lo que él llama la emergencia de una "Europa negra” por el sin control de la inmigración africana allí. Él ha calificado ésta migración de los negros africanos hacia Europa como "esta afluencia de africanos ignorantes y muertos de hambre ", lo que determinará si Europa "seguirá siendo un continente unido y avanzado o si va a ser destruidos, como ocurrió con las invasiones bárbaras”.
Cuando avanzaba esta propuesta a los gobiernos europeos un diputado del Parlamento italiano, lo ha acusado de mantener un "’campo de concentración 'de miles de inmigrantes africanos en el desierto”. Más aun fue en respuesta de tal racismo y sus prácticas en Libia que el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) dictase una condena contra el gobierno libio. En 2004 este Comité acusó al régimen libio de violar el artículo 6 de la Convención Internacional de 1969 sobre la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD). Señalando que Khaddafy no han aplicado mecanismos adecuados para salvaguardar las personas de los actos racistas que atentan contra los derechos humanos. Y seis años después de esta acusación, Gadafi hace avanzar sus comentarios racistas sobre que estos inmigrantes africanos negros convertirán a Europa en "negra".
Pareciese él actúa a contrapunto del hecho de que quién lucha, como revolucionario por la libertad y la democracia, no puede tener como objetivo a los africanos del sur del Sahara. Ello marca su fracaso en el lograr la solidaridad de África, a todo lo largo de sus 42 años en el poder.
Como puede ser de otra manera cuando Khaddafy utilizando frases antiimperialistas, en el frente internacional, en los hechos ha distribuido de los fondos soberanos de Libia entre Nueva York, París, Londres y Ginebra para apoyar las actividades especulativas de los oligarcas financieros internacionales. Al mismo tiempo, invirtiendo miles de millones de dólares para apoyar a los fabricantes de armas en Occidente.
¿Cómo puede ser creíble su “antiimperialismo” cuando él y sus hijos han gastado el dinero libio en el financiamiento de la elección de Sarkozy para la Presidencia de la República de Francia?
En realidad su antiimperialismo es de la misma factura que la de Saddam Hussein de Irak, Idi Amin de Uganda, Mahmoud Ahmadinejad de Irán y Robert Mugabe de Zimbabwe. Este mismo Robert Mugabe, por ejemplo, tan preocupado por el cambio que su policía detuvo a los ciudadanos que estaban viendo un vídeo sobre la revolución en Egipto y los acusó de traición a la patria.
Por lo que, recomendamos a esos antiimperialista apoyadores del “hermano socialista” Khaddafy que harían bien si se atuvieran a los hechos y no al sentimentalismo pequeñoburgués. Así como una vez se opusieron a la invasión imperialista y a la ocupación de Iraq, al mismo tiempo manifestándose también frente a la dictadura de Saddam Hussein. Así que ahora, dejad en claro, junto a nosotros: Nos oponemos a Gadafi y su liderazgo burocrático semi-feudal, al igual que rechazamos y nos oponemos a la guerra de agresión y violentación de la soberanía integral de Libia por parte de esos mismos interventores imperialistas.
Ciertamente el imperialismo occidental, con la cabeza aquel de Estados Unidos de Norteamérica, está utilizando la actual crisis política y la guerra civil en Libia para apoderarse de sus riquezas petrolíferas y acuíferas. Pero, no sólo. Fidel, Chávez y los demás en esto están descubriendo el agua tibia. En nuestra opinión, una opinión marxista-leninista-maoísta tan válida como la otra, esas potencias imperialistas occidentales han estado abusando en su interpretación de las infames Resoluciones 1970 y 1973, en su vaga formulación de “todos los medios necesarios”, para darse el derecho a establecer un punto de apoyo estratégico militar de nuevo en África cuando la revolución se extiende por África y Oriente Medio, para contenderse ventajosamente contra sus rivales las potencias imperialistas rusa y china, también presente en Libia y toda África sursahariana. Esto no debéis olvidarlo por momento alguno, Libia es la clave para dominar enteramente el continente africano. Ella, además de ser la puerta de salida, es la puerta de entrada y posesionamiento recolonial de ese grande y rico continente.
Khaddafy es una persona muy suelta de lengua y en amenazas. Percibiendo como en unas semanas el cómo llevaba a cabo la supresión terriblemente brutal y sangrienta de la rebelión –entre 1,000 y 10,000 personas muertas a principios de marzo-, las potencias imperialistas occidentales se convencieron de que con Khaddafy en ofensiva contrarrevolucionaria y estando ya a las puertas de Bengazi (con más de 600,000 habitantes), era esperable una matanza en masas. Si el lector quiere tener una idea aproximada de ello, sólo tiene que recordar el cómo el régimen “socialista” sirio trató en 1982 a la sublevación de la ciudad de Hama, con menos de un tercio de la población de Bengazi, ocasionándole más de 25,000 muertos. Con una masacre similar en Bengazi el régimen de Khaddafy se hubiera consolidado, los imperialistas occidentales sólo hubieran tenido como fórmula de enfrentarle declarando el embargo de petróleo. Abría que ver, si estarían dispuestas a hacerse el harakiri.
En esa condición los voceros de primera fila, como por casualidad tránsfugas del régimen y notorios proimperialistas, han solicitado el establecimiento de una zona de exclusión aérea con el fin de parar la ofensiva del gobierno de Tripoli y la posibilidad de una masacre. Pero, miren, ellos no se han atrevido a pedir que las tropas extranjeras ocupasen su territorio.
Los líderes de la sublevación son una mezcla de disidentes políticos e intelectuales disidentes y de derechos humanos, algunos de los cuales han pasado largos años en las cárceles de Gadafi, hombres que rompieron con el régimen para unirse a la rebelión y representantes de la diversidad regional y tribal de la población libia. El programa bajo el que se han unido es el del cambio democrático —libertades políticas, derechos humanos y elecciones libres— exactamente igual que en todos los demás levantamientos de la región. Como se puede ver un moderado programa liberal, democrático burgués
El error de los irreflexivos apoyadores del “hermano socialista” Khaddafy -olvidando muy oportunamente al estado policiaco establecido y las brutalidades que se cometían en las cámaras de tortura libias-, es que miran la grave actual situación de Libia, la rebelión, la guerra civil que la han continuado y la injerencia militar de las potencias imperialistas occidentales con ojo tuerto. Sólo ven al imperialismo estadounidense, quizá a los socialimperialistas chinos, no a los imperialistas rusos y a los revisionistas rusos.
Intentemos desmadejarle la madeja. Libia se ha movido en las últimas décadas entre dos líneas esenciales: la línea de la libertad política completa para el pueblo libio y la línea de conquistar y salvaguardar la libertad nacional. Esto es, la conquista de la democracia y la ruptura de la neocolonidad. Con la peculiaridad que ambas tareas se han desenvuelto por caminos paralelos, no encontrándose hasta ahora punto de confluencia. Khaddafy y su régimen está, hoy, en el punto exacto para no romper esa contradicción. El convencimiento de las masas del pueblo libio del fracaso del prolongado régimen de excepción, instaurado por Khaddafy y su círculo de allegados inmediatos, en su política interna y exterior ha generado, como causal interno, la rebelión y la confrontación armada entre las diversas fuerzas sociales y política componentes de la nación libia; asimismo, la indefinición en cuanto al tipo de sociedad y al sistema de estado y de gobierno ha construir. El coronel Muammar Khaddafy no ha sabido dar respuesta al dilema central que la sociedad libia confronta: ¿Democracia burguesa (sí prefieren “monarquía burguesa”, ya que con esa mira ha preparado para la sucesión a su hijo) o democracia popular con opción de avanzar a una revolución socialista? Por razones obvias, el socialismo no es un objetivo inmediato. Plantearse eso, sólo es proponerse la continuidad del vigente parasitario capitalismo burocrático monoproductor, cuya cabeza impulsora es el Gran Hermano “socialista” Khaddafy.
En esa situación, estallada la guerra civil, el que se activan en ella los monarquistas irredentos, jefes feudales y agentes del imperialismo, es decir los compradores, es cierto y no es sorpresa para nadie. Pero, también, activas están Khaddafy y las fuerzas sociales y políticas que le sostienen. Según escribe el periodista investigativo y analista político a toda prueba, Thierry Meyssan: “El coronel Muammar el-Khadafi se apoya en los Khadafa (tribu del centro del país) y en la mayoría de los Makarha (tribu del oeste) y se enfrenta a una amplia coalición que, además de los Warfala (tribu del este), incluye tanto a monárquicos pro-occidentales como a integristas wahhabitas y revolucionarios comunistas o khomeinistas.
Washington ha transformado esta insurrección en una guerra civil: los mercenarios africanos de la empresa israelí CST Global llegaron en auxilio de Khadafi [¡Oh, sorpresa!] mientras que los mercenarios afganos de los servicios secretos de Arabia Saudita arribaron para apoyar a los partidarios de la monarquía y grupos islamistas etiquetados como «Al-Qaeda»." (Nota mía: el que el autor hable de “comunistas” me parece algo forzado, Khaddafy, él también, ha aplicado la formula torrijista: “Hay dos clases de comunistas: los que se venden y los que no se venden. A los primeros los compras y a los segundos los matas”). Dejemos eso hasta ahí, porque no estamos para resolver incógnitas que trascienden nuestras posibilidades.
Washington ha transformado esta insurrección en una guerra civil: los mercenarios africanos de la empresa israelí CST Global llegaron en auxilio de Khadafi [¡Oh, sorpresa!] mientras que los mercenarios afganos de los servicios secretos de Arabia Saudita arribaron para apoyar a los partidarios de la monarquía y grupos islamistas etiquetados como «Al-Qaeda»." (Nota mía: el que el autor hable de “comunistas” me parece algo forzado, Khaddafy, él también, ha aplicado la formula torrijista: “Hay dos clases de comunistas: los que se venden y los que no se venden. A los primeros los compras y a los segundos los matas”). Dejemos eso hasta ahí, porque no estamos para resolver incógnitas que trascienden nuestras posibilidades.
Pero, prosiguiendo, los componente de la crisis libia no se reducen a dos fuerzas tal y como nos los presenta las agencias de prensa imperialistas. De ser así, se colegiría, ella se reduciría a ser un enfrentamiento entre dos fuerzas reaccionarias. Lo que evidentemente no es cierto. Puesto que, en Libia está activada, espontáneamente, una tercera fuerza social aunque no políticamente consciente aún: los trabajadores y capas medias urbanas y los campesinos. Olvidar ésta tercera fuerza se traduciría en el hacerle el juego a los reaccionarios de aquellos dos campos antes citados. Es allí dónde deben apuntar los comunistas y los revolucionarios demo-populares de allí y de los que quieren una solución democrática y de salvaguardia de la independencia nacional desde el extranjero.
En modo alguno pretendo dictarle al pueblo libio lo qué tiene que hacer y el cómo hacerlo, eso sería absurdo y antimarxista-leninista. Sólo quiero aprender las lecciones dimanantes del como ellos resuelven esa contradicción y avanzan a conquistar su futuro. La guerra de agresión imperialista, que todos repudiamos y condenamos por las destrucciones y genocidios que está provocando, tiene también un lado positivo. A saber, elevará el patriotismo antiimperialista de todo el pueblo libio y, al calor de la guerra popular de resistencia a los agresores imperialistas, impulsará y abrirá camino a la conquista de la libertad política, a la democracia popular. Y sólo será así si aprende, en el menor tiempo posible y en la lucha armada contra los imperialistas y los reaccionarios, a sacar sus propias reivindicaciones políticas independientes y sus intereses de clase adelante.
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