Por muchas décadas el Instituto Nacional, el glorioso nido de águilas revolucionarias y patrióticas, gánose el respeto y cariño de la población entera por su loable acción, los 3 de noviembre, de volverle las espaldas y virar sus estandartes frente al palco presidencial, en el Palacio de las Garzas. A los gobernantes (militares y/o civiles) se les ponía roja la cara de la rabia y el despecho. El empresariado mascullaba y masticaba su encono; la televisión y la prensa escrita, amarillistas y servilona ante los gobernantes de turno dejaban oír sus voces de condena y difamaciones de todo tipo contra los aguiluchos.
Tenían toda la razón y están justificados ante la historia política popular y ante la Patria, por esa manifestación auténticamente patriótica y democrático-revolucionaria. En un país neocolonial y semifeudal, como Panamá, toda celebración nacionalista junto y al lado del gobierno oligárquico –ya en dictadura militar o ya en dictadura cívico-policial- se traduce en sostén del orden burgués y sus instituciones, en sostén del sistema de poder estatal y gubernamental imperante y, más allá, sostener al imperialismo yanqui y todas sus bandidescas depredaciones realizadas en Panamá desde hace dos siglos. Nada de unidad nacional con los explotadores y opresores del pueblo trabajador panameño... si no lucha de clase y lucha nacional-revolucionaria, es el sino que debe marcar los cruciales momentos que vivimos en este país. En un cuadro internacional e internacionalista ninguna celebración “nacional” con el gobierno fascista de Ricardo Martinelli y ulteriormente con el que le suceda. Ninguna celebración con el gobierno oligárquico-fascista, ni con la izquierda electorera, reformista y colaboracionista resulta sostenible y justificable.
Lástima que la muchachada del INTI, hoy, hayan dejado caer esa discriminante entre patriotas y antipatria, entre revolucionarios proletarios y “revolucionarios” dentro del sistema. Esa iniciativa histórica debe ser recuperada. Que los dominantes y gobernantes sientan nuestro desprecio patriótico y nuestro odio de clase.
Confrontar todo esto es justo, necesario y revolucionario. Por ello, es necesario readquirir el compromiso de escribir la verdadera historia, la historia social, de Panamá, una demanda explícitamente solicitada por tantas generaciones de panameños; escribir y conocer esa otra historia, además de coadyuvar a evitar cometer tantos errores con los cuales se ha actuado en beneficio de los explotadores y opresores y no para los verdaderos intereses populares, permitirá asumir nuestras tareas sociales, políticas y culturales liberadas de toda la podredumbre de la ideología y el nacionalismo reaccionario de las clases dominantes. Pero, lo verdaderamente importante, ella nos inmunizará contra la podre del colaboracionismo social y nacional, preparándonos a llevar una lucha de clase consecuente y liberadora. Así como a apartarnos radicalmente de la acción contrarrevolucionaria de la pandilla electorera, parlamentarista y colaboracionista.
Que no se confunda las cosas, el nacionalismo burgués está marcado, más bien estigmatizado con hierro ardiente, por su inconsecuencia en la defensa de los intereses nacionales, por su cosmopolitismo proimperialista, por su tendencia permanente a vender la soberanía nacional y la soberanía estatal y nuestra territorialidad. De él debemos apartarnos con asco y menosprecio. Debemos desterrarlo de nuestras mentes, total y absolutamente. Somos revolucionarios y patriotas. Somos comunistas y socialistas. Ello nos impone el levantar las banderas de la libertad nacional, de la libertad política y de la libertad social para todos los productores del país.
¿Te indignas porque proponemos tirar al basurero de la historia al reaccionario y antinacional Estado burgués-terrateniente, liquidar con esta sociedad en la que los ricos se hacen superricos y los trabajadores son condenados a la explotación, a la opresión, a la miseria física y a la miseria social? ¿Quizá, porque te pedidos rechaces la bandera tricolor oligárquica, aquella cosida por la criada de la ricachona María Ossa? Entonces, no estás dando muestra de discernimiento auténticamente patriótico revolucionario ya que, en contrasentido, te acodas consciente o inconscientemente al traidor “patriotismo” de la Tendencia del PRD. Y en ello, en muy mala compañía andas.
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