¡Al capitalismo ni agua!
El 15 de abril de 1986 trece aviones de las Fuerzas Aéreas USA, autorizados por el Presidente Ronald Reagan, bombardearon Bab al-Azizia. Hana, una niña de tan sólo quince meses de edad, falleció bajo la incesante destrucción de las bombas. Su padre, el conocido como Muammar al-Gaddafi, jamás volvió a habitar la casa. Desde tal fecha es su tienda de beduino quien lo cobija en el dormir, el trabajar y el vivir. En la operación militar, llamada Dorado Canyon, fueron heridos otros dos hijos suyos y, en total, murieron cien desconocidos libios. Los sanguinarios pájaros venidos de poniente destruyeron asimismo Murat Sidi Bilal, al-Jamahiriyah, y los aeropuertos de Trípoli, Bengasi y Benina.
17 de marzo de 2011 - ULTIMA HORA: La ONU autoriza a USA-OTAN el bombardeo de territorio libio, incluída Trípoli, ubicado bajo la autoridad del régimen legítimo. Con ello evitará que dicho gobierno legítimo logre mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente, frase ésta pronunciada por el Rey de España durante la ilegal y fascista rebelión militar del 23 de febrero. Con ello evitará asimismo que tal gobierno acabe con el GOLPE DE ESTADO encubierto, fracasado, y propiciado por traidores a sueldo de intereses extranjeros devoradores, insaciables, de petróleo. Volviendo a tomar como referente nuestra historia más cercana, podríamos devenir que la ONU habría permitido el bombardeo de las calles de Madrid y de las sedes de nuestras legítimas instituciones democráticas, no tomadas aún por los sublevados franquistas del 23-F, precisamente cuando éstas se dispusieran a utilizar la fuerza para someterlos definitivamente al imperio de la Ley. La ONU ha tomado partido, y lo ha hecho en un conflicto que se desarrolla entre, digámoslo claramente, FASCISTAS que han planificado con apoyo externo la TOMA DEL PODER y un PUEBLO, que detentando ese poder, ha conseguido los mayores índices de desarrollo social y económico de toda Africa. ¿Cuánto pobre hay sin saber leer entre los hombres de la piel negra que habitan el golfo de Guinea, y cuántos hay en Libia?. ¿Cuántos mueren de fiebres, SIDA, malaria... en las tierras de Guinea, y cuántos en Libia?. ¿Cuántos sufren el hambre de los hijos en las selvas del Congo, y cuántos en los desiertos de la Gran Jamahiriya Arabe?. ¿Cuántos...? Para vergüenza de mi humanidad, al menos de la mía, aunque fuera sólo de la mía, la ONU, ese organismo que debiera haberme sido sagrado hasta el final de mis tiempos, acaba de firmar una Santa Alianza, para miseria de los más y opulencia de los menos, con quiénes rapiñan la tierra y sus entrañas, con quiénes explotan a los que sudan y apenas duermen, con quiénes comen de la guerra y beben en su sangre, con quiénes nunca conocieron y nunca conocerán la saciedad... Mañana, para favorecer a sus mercenarios, las legiones de los Amos del Mundo bombardearán al pueblo libio, al único que merece ser llamado pueblo libio. Mañana destrozarán más hogares, asesinarán más padres, quemarán vivos a más hijos, dejarán toda alacena vacía y toda cocina repleta de viudas... ¡pero no lo veremos!. Pasado mañana los hoy traidores servirán bien a sus Amos: vigilarán sus pozos de oro negro, sus oleoductos, sus refinerías, sus rentas... ¡y no verán y no veremos morir a las viudas, enfermas de recuerdos e infortunios!. ¡Y no veremos...! Desde hoy yo, al menos yo, no te reconozco, ONU, ninguna autoridad sobre los pueblos de la Tierra.
(Nota adjunta enviada por un comentarista)
No hay comentarios:
Publicar un comentario