Quibian, del colectivo Luminoso Futuro
En nuestro país, desgajándose impúdicamente del área de izquierda y levantando espesas polvareda, el MLN y ULIP-PAP a grito templado se esfuerzan en convencer a sectores de la población (inclusive a aquellos más atrasados de la clase obrera) sobre la perspectiva a través de una reforma constitucional democratizante –olvidando sólo la minucia, de que los fascista de Martinelli son los que tienen en sus manos los resortes del gobierno y del reaccionario Estado- el pueblo podría acceder al poder en el transcurso del proceso eleccionario del 2014. Ni más ni menos, ambos, nos están hablando de la factibilidad de la vía electoral (la famosa vía pacífica de la revolución), en oposición a la inevitabilidad de la guerra civil para la conquista de la nueva democracia popular.
Ambos se proclaman de la causa del socialismo. Marxistas. Uno autoproclamándose de la visión y línea de Marx, Engels y Lenin y el otro de la posición de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. Con ello, formalmente, pagan tributo al mandato de que al querer y luchar por el socialismo, resulta obligatorio seguir la visión y línea de Lenin, pero en la realidad como el socialismo es sólo un sueño, tan lejano está que no sabemos si es alcanzable, han tenido que entrarle el rejuego electoral burgués. En conclusión, están siguiendo lejos de Lenin otra senda.
Este llamado seguir la línea de Lenin, en su cruda realidad, una mistificación, una grave desviación del pensamiento revolucionario del gran maestro del proletariado internacional. Como queda dicho, tanto ULIP-PAP como el MLN pretenden inspirarse para sumir tal línea de entrarle al juego de las elecciones dentro de un sistema capitalista burocrático, semifeudal y neocolonial, sin pudor alguno.
Lenin nos ha enseñado, si hay que hacerlo, el utilizar las elecciones para educar a las masas en la idea de la ruptura del sistema capitalista-imperialista y para organizarla para la guerra civil por la nueva democracia popular, por la conquista de la dictadura democrático-popular. Para hacer la revolución y no para cohabitar con las clases explotadoras, en el seno del sistema económico imperante y del sistema de Estado y del sistema de gobierno. Pero, más que todo eso Lenin ha marcado claramente la actitud comunista ante las elecciones burguesas. El ha sido su crítico más acerado y directo.
Mientras que la burguesía y sus lacayos, políticos y profesores asalariados, se desgañita por convencer a la gente de lo “bueno” de las elecciones libre en la condiciones del régimen oligárquico o democrático burgués, como la esencia última del proceso de cambio democrático. Lenin ha remarcado reiterativamente su posición, que es la de los comunistas (marxistas-leninistas), sobre eso.
Él ha señalado lapidariamente, “El sufragio universal es la dictadura de la burguesía”. Y así es en efecto, en manos de la burguesía y de los terratenientes están los medios de comunicación de masas, las escuelas y la Universidades, las Iglesias; en sus manos tiene el control de la maquinaria estatal; por medio de los fondos públicos financia la campaña electoral y a los mismos grandes partidos burgueses; hablar de las elecciones, en condiciones de la actual sociedad y del actual estado, es remitirse a toda esa gigantesca operación de manipulación de la opinión pública mirante a dar la ilusión que la política del gobierno de turno emana de la voluntad popular. Cuando en realidad, dicha “voluntad” es el resultado de la manipulación y la propaganda, el lavado de cerebro y el clientelismo más vulgar y desvergonzado, y, cuando ello amenaza quebrarse en la conciencia de las masas trabajadoras entonces recurren a la violencia y a la represión. Exactamente, eso es lo que ha señalado Lenin cuando hace referencia a que las elecciones, bajo un capitalismo burocrático, como el nuestro, es la dictadura del capital.
Por eso, lapidariamente señala Lenin que, “sólo bellacos y tontos pueden creer que primero debemos ganar la mayoría en elecciones celebradas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y sólo entonces, ganar el poder. Esto es el colmo de la estupidez o de la hipocresía, es sustituir la lucha de clases y la revolución votando bajo el antiguo régimen, bajo el viejo orden”.
Sólo hay que volver a leer el cómo Lenin se ha expresado al respecto: “Aún en las más democrática de las repúblicas…” y panamá no es precisamente una de ellas “… el Estado no es otra cosa que una máquina de opresión de una clase por otra. La burguesía está obligada a hacer de hipócrita y de dar el nombre de <poder de todo el pueblo> o de democracia en general o de democracia pura” –o como se estila en Panamá denominar tal mentira “democracia verdadera”, “democracia participativa y pluralista”- “a la república democrático burguesa, que es de hecho la dictadura de la burguesía, la dictadura de los explotadores sobre las masas trabajadoras…”
Y finaliza, “… La república democrática, la Asamblea Constituyente, el sufragio universal, etc. Es la dictadura de la burguesía. Para liberar al trabajo del yogo del capitalista, no hay otro medio que reemplazar esta dictadura por la dictadura del proletariado. Sólo la dictadura del proletariado es capaz de liberar a la humanidad del yugo capitalista, de la mentira, de la falsedad y de la hipocresía de la democracia burguesa, democracia para los ricos, y de instaurar la democracia para los pobres”.
Los cretinos parlamentarios – parlamento, que en vista de lo que el es en Panamá, una cloaca llena de inmundicias- en vano intento de justificar su antirrevolucionaria línea de la “revolución electoral” en Panamá, repiten machaconamente “Lenin participó en las elecciones bajo el zarismo”. No perderé tiempo refutando eso. Sólo señalarles, tráiganse las condiciones políticas de la Rusia zarista a Panamá, importen al proletariado socialista ruso y entonces veremos si la cosa resulta factible acá.
Como se de ellos hablase, Lenin les ha refutado de antemano: “El proletariado desencadena su lucha de clases, sin esperar a una votación para una huelga, aunque para el éxito de la huelga es necesario contar con las simpatías de la mayoría de los trabajadores (y por lo tanto la mayoría de la población). El proletariado desató su lucha de clases, llamando la burguesía, sin esperar a que una votación anterior (organizada por la burguesía y bajo el yugo opresor), porque el proletariado sabe muy bien que para el éxito de su revolución para el derrocamiento con éxito la burguesía es absolutamente necesario contar con las simpatías de la mayoría de los trabajadores (y por lo tanto la mayoría de la población)”.
Más aún lapidariamente remarca:”Los estúpidos parlamentaristas o los Louis Blanc de nuestros días “exigen” voto obligatorio, organizado por la burguesía, sin falta, para demostrar de qué lado están las simpatías de la mayoría de los trabajadores.
Pero este es un punto de vista personal de los títeres, los cadáveres sin enterrar o tramposos inteligente''.
Pero este es un punto de vista personal de los títeres, los cadáveres sin enterrar o tramposos inteligente''.
A estos oportunistas, reformistas con el traje equivocado y apostatas del Marxismo-Leninismo, Lenin ha de recordarles: ''La revolución proletaria es imposible sin la simpatía y el apoyo de la inmensa mayoría de los trabajadores a la vanguardia: el proletariado. Pero esta simpatía y apoyo no se logra de repente decide no votar, pero ganar en un lento, difícil y duro momento de la lucha de clases. La lucha de clases del proletariado para ganar simpatía y apoyo de la mayoría de los trabajadores no termina con la conquista del poder político por el proletariado. Después de la conquista del poder, la lucha continúa, pero en otras formas”.
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