Lo de la crisis económica estadounidense no es más que un taparrabo con que cubrir la bancarrota del presupuesto oficial, que se ha ido por la cañería de la política de guerra, aquella presentada “como de los treinta años” de su predecesor el fascista Bush. Pretexto ideal para que el Tío Tom de la Cabaña Blanca Obama pueda meter tranquilamente sus manos en los bolsillos de los trabajadores estadounidenses con el recurso de “recortes contra impuestos”. En ello tirando a la calle los niveles de vida de 7 millones de estadounidenses, haciendo recurso al elevamiento de la edad a los que recurren al Medicare, programa de atención médica gubernamental, de 65 a 67 años.
Tal oferta de Obama conduce a abandonar porciones de la población estadounidense a nombre de Wall Street y de Londres. Lo que, a la vez, se traduciría en $5,600 millones arrancados a esa parte de los trabajadores que ya han salido del proceso productivo o que por alguna razón nunca lograron entrar en él. Dichos “ahorros” federales, que se embolsarán –qué duda cabe- los grandes tiburones de las finanzas y los halcones del Pentágono, se elevarían a $124,000 millones de dólares en 7 años, a partir de 2013.
Así que fácil, Obama, que los trabajadores paguen la crisis del Imperio, sostenga la estabilidad del Complejo militaro-industrial yanqui. Y con su miseria creciente aseguren su hegemonismo en declive frente al reto de su socio y rival la China socialimperialista.
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